VERANO de 247521 de Junio — 20 de Septiembre
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S. Calliope Aminoff
It's a matter of blood [0.4]
Laurence B. Dickens
The Langdons [0.2]
Phoenix D. Langdon
Band of Blood [2.4]
Phoenix D. Langdon
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Family with no name — 0-4
Birdie É. Barlowe
Little bróðir — 0.1
Syver A. Nygaard
Williams, Ezra Avery
The Mighty Fall
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The Mighty Fall
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Tras años de represión y batallas libradas, hoy son los magos los que caminan en las calles más pulcras del Capitolio. Bajo un régimen que condena a los muggles y a los traidores a la persecución, una nueva era se agita a la vuelta de la esquina. La igualdad es un mito, los gritos de justicia se ven asfixiados.
Existen aquellos que quieren dar vuelta el tablero, otros que buscan sembrar la paz entre razas y magos dispuestos a lo que sea para conservar el poder que por mucho tiempo se les ha negado. La guerra ha llegado a cada uno de los distritos.
¿Qué ficha moverás?
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Diciembre
Estoy jugando en el comedor con un mando normal, nada de gafas, nada de sensores de movimiento pero por alguna razón siento la necesidad de moverme por toda la habitación e incluso lanzar algunos pequeños gritos y gruñidos como si eso fuese a ayudar a mi desempeño en el videojuego. Creo que no hay nadie en casa o si ya volvieron no lo noté por estar tan concentrado en mi juego pero nadie puede culparme, estoy en el último nivel y si gano me darán un premio en efectivo ¡En efectivo! Ya puedo ver esos galeones para gastar en nuevos parlantes, libros y regalos para mi nueva familia.
- Ya casi, ya casi, ya casi ¡SIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIII! - exclamo y lanzo el mando al sofá con un salto cuando termino con la mejor puntuación. ¡No puedo creer que lo hice! Bueno, en realidad sí porque no hay humano en Neopanem que me venza pero la emoción es auténtica. Quiero sonreír, gritar, saltar pero no veo a nadie para hacerlo. No quiero festejar solo así que comienzo a buscar por todas las habitaciones sin encontrar a nadie.
Encuentro la puerta de Syv medio abierta así que asomo la cabeza y la encuentro allí, tan blanca como siempre. No me contengo, ni siquiera pienso en que hasta ahora no le dí nunca un abrazo voluntario, solo salto hacia ella con una sonrisa y la envuelvo con más fuerza de la que creí que tenía - ¡Hoy la cena la invito yo! - exclamo aunque sé que aún no depositarán el dinero hasta quien sabe cuándo. Con la crisis que hay en el país quizás hasta no cumplan pero... Bah, soy muy joven para ser realista las 24 horas del día.
Luego de unos segundos caigo en la cuenta de que estoy actuando de forma impropia sin explicaciones así que me aparto con una mueca y pido disculpas - Me anoté en una competencia por dinero y acabo de ganar, por eso la emoción - comento un poco avergonzado - Lo siento, me controlaré la próxima - las cosas en ésta casa no funcionan así y debería aprenderlo ya. No son explosivos, no se ríen a carcajadas ni ponen los pies sobre la mesa. Pequeñas reglas pero tan difíciles de cumplir.
Estoy jugando en el comedor con un mando normal, nada de gafas, nada de sensores de movimiento pero por alguna razón siento la necesidad de moverme por toda la habitación e incluso lanzar algunos pequeños gritos y gruñidos como si eso fuese a ayudar a mi desempeño en el videojuego. Creo que no hay nadie en casa o si ya volvieron no lo noté por estar tan concentrado en mi juego pero nadie puede culparme, estoy en el último nivel y si gano me darán un premio en efectivo ¡En efectivo! Ya puedo ver esos galeones para gastar en nuevos parlantes, libros y regalos para mi nueva familia.
- Ya casi, ya casi, ya casi ¡SIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIII! - exclamo y lanzo el mando al sofá con un salto cuando termino con la mejor puntuación. ¡No puedo creer que lo hice! Bueno, en realidad sí porque no hay humano en Neopanem que me venza pero la emoción es auténtica. Quiero sonreír, gritar, saltar pero no veo a nadie para hacerlo. No quiero festejar solo así que comienzo a buscar por todas las habitaciones sin encontrar a nadie.
Encuentro la puerta de Syv medio abierta así que asomo la cabeza y la encuentro allí, tan blanca como siempre. No me contengo, ni siquiera pienso en que hasta ahora no le dí nunca un abrazo voluntario, solo salto hacia ella con una sonrisa y la envuelvo con más fuerza de la que creí que tenía - ¡Hoy la cena la invito yo! - exclamo aunque sé que aún no depositarán el dinero hasta quien sabe cuándo. Con la crisis que hay en el país quizás hasta no cumplan pero... Bah, soy muy joven para ser realista las 24 horas del día.
Luego de unos segundos caigo en la cuenta de que estoy actuando de forma impropia sin explicaciones así que me aparto con una mueca y pido disculpas - Me anoté en una competencia por dinero y acabo de ganar, por eso la emoción - comento un poco avergonzado - Lo siento, me controlaré la próxima - las cosas en ésta casa no funcionan así y debería aprenderlo ya. No son explosivos, no se ríen a carcajadas ni ponen los pies sobre la mesa. Pequeñas reglas pero tan difíciles de cumplir.
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Bajo el volumen de la música para escuchar los gritos de entusiasmo de Simon en la sala. Tengo los auriculares puestos, pese a que nunca hizo falta que los usara en la casa, en la que no había nadie que pudiera interferir con mi música mientras dibujo, con un hermano tan efusivo con sus videojuegos, podría darle un buen uso por fin, pero debe ser por todo lo nuevo que es esto y porque siempre añoré ese alboroto familiar que en mi casa no había, que dejo sus gritos de fondo y apenas si presto atención a la música. Muevo el pie que queda colgando al cruzar mis piernas, siguiendo el compás de la melodía, no más que eso. Estoy terminando de dar los detalles de un boceto que cuelgo sobre mi escritorio con un hechizo adherente para poder revisarlo y encontrarle las fallas que haga falta corregir.
El modo torbellino que tiene Simon de entrar a mi habitación me toma desprevenida, me encuentro con sus brazos a mi alrededor antes de que lo note y procuro con todas mis fuerzas de actuar natural, así no se cohíbe. Quiero responder como lo haría una hermana, pero no sé cómo contestan las hermanas. Me inclinaría por la reacción más instintiva que tengo que es abrazarlo, algo me dice que eso no se hace. ¿Alguna mofa? ¿Preguntarle si uno de los avatares del juego le dio un golpe y lo dejó atontado? No tengo idea, así que improviso. —¿Alguien dijo hamburpizzas?— me sonrío, girándome hacia él cuando me suelta y corro mi silla para ponerme de pie. —¡Y papas fritas! ¡Un balde lleno de diez kilos, por favor!— bromeo, parándome a su lado y dándome cuenta que a mi hermanito le llevo unos pocos centímetros como para estar abusándome de sus invitaciones.
La siguiente pregunta es cómo consiguió ese dinero, pero la explicación me la da por sí mismo. —¿Eso es… legal?— pregunto boquiabierta, tengo que ir a revisar los manuales que traten sobre la normativa en espacios virtuales, hay mucho material en el que se viene trabajando hace años. —Bueno, si lo has ganado con tu esfuerzo, no vamos a quejarnos…— lo hago sonar como un trabajo, porque a veces me da la impresión de que así es, lo veo a Simon tan ensimismado, cumpliendo horarios y fijándose objetivos, se toma muy en serio todo esto. —Y puedes ser todo lo festivo que quieras cuando ganes— aclaro, que supongo que parecemos un tanto estructurados en esta casa. —Siempre y cuando no muevas los almohadones fuera del centímetro en el que están o quiebres algún jarrón que a nadie en realidad le interesa…— trato de que suene a broma, pero tiene tanto de verdad que me avergüenza un poco, así que solo me encojo de hombros. —Entonces… ¿lo de la cena iba en serio?
El modo torbellino que tiene Simon de entrar a mi habitación me toma desprevenida, me encuentro con sus brazos a mi alrededor antes de que lo note y procuro con todas mis fuerzas de actuar natural, así no se cohíbe. Quiero responder como lo haría una hermana, pero no sé cómo contestan las hermanas. Me inclinaría por la reacción más instintiva que tengo que es abrazarlo, algo me dice que eso no se hace. ¿Alguna mofa? ¿Preguntarle si uno de los avatares del juego le dio un golpe y lo dejó atontado? No tengo idea, así que improviso. —¿Alguien dijo hamburpizzas?— me sonrío, girándome hacia él cuando me suelta y corro mi silla para ponerme de pie. —¡Y papas fritas! ¡Un balde lleno de diez kilos, por favor!— bromeo, parándome a su lado y dándome cuenta que a mi hermanito le llevo unos pocos centímetros como para estar abusándome de sus invitaciones.
La siguiente pregunta es cómo consiguió ese dinero, pero la explicación me la da por sí mismo. —¿Eso es… legal?— pregunto boquiabierta, tengo que ir a revisar los manuales que traten sobre la normativa en espacios virtuales, hay mucho material en el que se viene trabajando hace años. —Bueno, si lo has ganado con tu esfuerzo, no vamos a quejarnos…— lo hago sonar como un trabajo, porque a veces me da la impresión de que así es, lo veo a Simon tan ensimismado, cumpliendo horarios y fijándose objetivos, se toma muy en serio todo esto. —Y puedes ser todo lo festivo que quieras cuando ganes— aclaro, que supongo que parecemos un tanto estructurados en esta casa. —Siempre y cuando no muevas los almohadones fuera del centímetro en el que están o quiebres algún jarrón que a nadie en realidad le interesa…— trato de que suene a broma, pero tiene tanto de verdad que me avergüenza un poco, así que solo me encojo de hombros. —Entonces… ¿lo de la cena iba en serio?
No puedo creer que Synnove conozca las hamburpizzas. Eso es prueba de que aún no la conozco y quizás me estoy dejando llevar un poco por el prejuicio - ¡No eres vegetariana! - exclamo más alegre de lo que debería. Me preocupo por los animales, de hecho intento comer la menor cantidad de carne posible pero aún no llego al nivel de comprometerme al 100%. Amalie y mi hermana se ven tan saludables que habría apostado mi consola a que solo comen ensaladas pero al parecer no es así, hay lugar para la comida chatarra en ésta casa y casi que me emociono por eso.
- Sí que es legal, se llaman e-sports y existen hace siglos - defiendo mi pequeño pasatiempo y me cruzo de brazos. Al menos eso me dijo mamá cuando me enseñó a jugar las primeras veces. Es una lástima que ya no pueda ser como en ese entonces, los niños viajaban alrededor del mundo para enfrentarse a los mejores... Ahora ya no hay mundo al que desafiar, parece que toda la civilización se limita a Neopanem y es bastante triste. Seguro hay algún pequeño en la jungla con mucho potencial que no puede aprovechar.
- Lo sé, lo sé, tampoco puedo mover los libros de la biblioteca porque tienen una clasificación especial y tengo que dejar la ropa sucia doblada en el canasto separada por color - completo las reglas básicas que me dio papá al poner un pie en mi nuevo hogar. En realidad dudo que se permita tener la ropa arrugada en algún momento, ya sea que esté limpia o sucia - Y... Bueno, es en serio pero a largo plazo - respondo a lo segundo con una mueca - Solo gané 300 galeones y los depositarán en la cuenta Lackberg - es la que puse al registrarme - Pero no creo que lo hagan pronto, en la tele dicen que hay crisis.
Camino por la habitación y me llama la atención el dibujo que está pegado sobre su escritorio. Se ve bonito, aunque no completo. En los días que llevo aquí pude ver unas cuantas obras de mi hermana y todas parecen reflejar la perfección, no ésta, así que deduzco que aún no está terminada pese a que para mí es hermosa - ¿De dónde sacas la inspiración para hacerlos? - pregunto entrecerrando mis ojos para ver con más claridad - ¿O sólo se te ocurren?
- Sí que es legal, se llaman e-sports y existen hace siglos - defiendo mi pequeño pasatiempo y me cruzo de brazos. Al menos eso me dijo mamá cuando me enseñó a jugar las primeras veces. Es una lástima que ya no pueda ser como en ese entonces, los niños viajaban alrededor del mundo para enfrentarse a los mejores... Ahora ya no hay mundo al que desafiar, parece que toda la civilización se limita a Neopanem y es bastante triste. Seguro hay algún pequeño en la jungla con mucho potencial que no puede aprovechar.
- Lo sé, lo sé, tampoco puedo mover los libros de la biblioteca porque tienen una clasificación especial y tengo que dejar la ropa sucia doblada en el canasto separada por color - completo las reglas básicas que me dio papá al poner un pie en mi nuevo hogar. En realidad dudo que se permita tener la ropa arrugada en algún momento, ya sea que esté limpia o sucia - Y... Bueno, es en serio pero a largo plazo - respondo a lo segundo con una mueca - Solo gané 300 galeones y los depositarán en la cuenta Lackberg - es la que puse al registrarme - Pero no creo que lo hagan pronto, en la tele dicen que hay crisis.
Camino por la habitación y me llama la atención el dibujo que está pegado sobre su escritorio. Se ve bonito, aunque no completo. En los días que llevo aquí pude ver unas cuantas obras de mi hermana y todas parecen reflejar la perfección, no ésta, así que deduzco que aún no está terminada pese a que para mí es hermosa - ¿De dónde sacas la inspiración para hacerlos? - pregunto entrecerrando mis ojos para ver con más claridad - ¿O sólo se te ocurren?
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—Vegana— lo corrijo, no sé para qué, no es que siga siéndolo. —Lo intenté durante el verano, no funcionó…— le cuento, coloco mis manos sobre mi estómago, recordando cómo este protestaba por tanto sándwich de verduras, que había días en que me sentía mal físicamente y también de ánimo, como esa vez del festival que todos sabemos que acabó. Sé que ese día cambió la vida de muchas personas, la mía también se puso de cabeza porque me encontré sin papá, mamá anulada por sus pastillas y Sami había muerto. Ese día volví a comer carne, que no tenía caso seguir forzándome a una dieta de algo que no estaba haciendo bien, tendría que mostrar mi reclamo al abuso que se hace de los animales en el consumo de otra manera.
—¿En serio? ¿Eso existe?— pregunto, se tan poco de deportes, que nunca he pensado en los videojuegos como algo más que un pasatiempo de fanático, que nunca me interesó porque siendo niña solamente conocí esos que eran didácticos y me ayudaban a repasar para mis tareas del Royal. Tengo el vago recuerdo de sentarme con mi madre en el sillón, recostada contra su pecho, la tablet en mis manos y le hacía preguntas sobre todo que ella me costaba con seriedad, solía decir que sería una chica muy lista. Había olvidado eso, tal vez mis padres no estuvieron tan ausentes como llegué a creer. Y que no había calidez en esta casa, sólo reglas que llenarían un manual, como la clasificación de colores de la ropa sucia. Eso es algo que hago por inercia, ni siquiera lo pienso. —Te terminas acostumbrando…— creo que es un consuelo muy pobre el que ofrezco.
Lo que dice después consigue un asentimiento silencioso de mi parte, el país está en crisis es un resumen fácil de toda la situación que estamos atravesando, aunque sé que se refiere puntualmente a lo económico. En esta casa no nos falta nada, pero en el último tiempo he tratado de mirar un poco más allá de mi burbuja y sé que por fuera tenemos incluso dementores y licántropos patrullando. Me distraigo con su pregunta, que me hace pestañear hacia el boceto que está mirando. —No, yo… suelo mirar fotografías o trabajar con modelos reales. Muchos de los retratos los hice con personas…— abarco mi pared cubierta de rostro de mujeres, brujas, esclavas, jóvenes, ancianas, morenas, pelirrojas, llenas de pecas o con un marcado lunar en la curva de una sonrisa. Y vuelvo al bosquejo a medio terminar. — Para ese no, no tengo fotografía ni retrato. Se llamaba Sami, era un amigo que tuve— le cuento, no quiero entrar en el detalle de que era el esclavo de la familia. —Tengo un nuevo desafío para este fin de año— así es como trato de dejar mi confesión atras. —Como verás, tengo muchos retratos de mujeres. Comenzaré a hacer de hombres. ¿Te gustaría ser uno de los modelos?
—¿En serio? ¿Eso existe?— pregunto, se tan poco de deportes, que nunca he pensado en los videojuegos como algo más que un pasatiempo de fanático, que nunca me interesó porque siendo niña solamente conocí esos que eran didácticos y me ayudaban a repasar para mis tareas del Royal. Tengo el vago recuerdo de sentarme con mi madre en el sillón, recostada contra su pecho, la tablet en mis manos y le hacía preguntas sobre todo que ella me costaba con seriedad, solía decir que sería una chica muy lista. Había olvidado eso, tal vez mis padres no estuvieron tan ausentes como llegué a creer. Y que no había calidez en esta casa, sólo reglas que llenarían un manual, como la clasificación de colores de la ropa sucia. Eso es algo que hago por inercia, ni siquiera lo pienso. —Te terminas acostumbrando…— creo que es un consuelo muy pobre el que ofrezco.
Lo que dice después consigue un asentimiento silencioso de mi parte, el país está en crisis es un resumen fácil de toda la situación que estamos atravesando, aunque sé que se refiere puntualmente a lo económico. En esta casa no nos falta nada, pero en el último tiempo he tratado de mirar un poco más allá de mi burbuja y sé que por fuera tenemos incluso dementores y licántropos patrullando. Me distraigo con su pregunta, que me hace pestañear hacia el boceto que está mirando. —No, yo… suelo mirar fotografías o trabajar con modelos reales. Muchos de los retratos los hice con personas…— abarco mi pared cubierta de rostro de mujeres, brujas, esclavas, jóvenes, ancianas, morenas, pelirrojas, llenas de pecas o con un marcado lunar en la curva de una sonrisa. Y vuelvo al bosquejo a medio terminar. — Para ese no, no tengo fotografía ni retrato. Se llamaba Sami, era un amigo que tuve— le cuento, no quiero entrar en el detalle de que era el esclavo de la familia. —Tengo un nuevo desafío para este fin de año— así es como trato de dejar mi confesión atras. —Como verás, tengo muchos retratos de mujeres. Comenzaré a hacer de hombres. ¿Te gustaría ser uno de los modelos?
Hago una mueca pues quizás la falta de voluntad para no comer derivados de animales es cosa de familia. He visto a papá comer una tira de carne asada completa así que claramente él ni siquiera lo ha intentado en su vida. Se ve como un desafío, creo que puedo hacerlo si copio un poco del control de Amalie, así como ella mantiene el orden en su casa yo lo mantendré en mi mente para, con el tiempo, comer cosas que no le traigan sufrimiento a nadie - Creo que lo intentaré más adelante, cuando salga de la adolescencia - respondo con el ceño fruncido - A mi edad la comida chatarra está arriba de la cadena alimenticia así que no puedo hacerme eso ahora - bromeo. Al menos siempre habrá papas fritas, eso no puede quitármelo ninguna dieta.
Asiento cuando repregunta y por un momento debato si el desconocimiento de algo cómo ésto es porque en realidad nació con los muggles. Con un gobierno como el que tenemos ahora no me extrañaría que la tecnología muriera, aunque espero que no lo haga ya que forma una gran parte de mi vida y estoy considerando en orientar mi futuro en esa dirección también, al menos por un tiempo hasta que pueda desarrollar mi plan de conquistar el mundo. Pero nadie lo hace de la noche a la mañana y sin estudios... A no ser que seas Magnar Aminoff.
Abro la boca sorprendido y comienzo a mirar los dibujos... retratos, una vez más. Antes los había visto como obras de ficción, pero saber que en algún lugar hay una dueña de casa rostro me parece fascinante. Me gustaría conocerlas para poder comparar, ver qué tanto Synnove ha acertado en su arte, aunque claro que no le daría una devolución al final de notar que el resultado no fue positivo - ¿Qué pasó con él? - pregunto preocupado pues habla en pasado. Me concentro en el rostro de ese tal Sami, tiene ojos demasiado grandes para su rostro, tanto que podría pasar como elfo doméstico, pero de todas formas es un rostro amigable, uno que me hubiese gustado conocer.
Antes de darme cuenta ya estoy asintiendo con una sonrisa a su proposición pues desde que vi los dibujos pensé en pedirle que haga mi retrato. Hay muchas fotografías dando vuelta pero el arte tiene algo especial, es subjetivo desde la perspectiva del artista y quiero saber qué percepción tiene mi hermana de mí - ¿Cuándo empezamos? - pregunto tomando asiento y dando mi mejor perfil. En realidad no sé cómo funciona, solo espero no tener que estar quiero hasta que termine porque sería imposible.
Asiento cuando repregunta y por un momento debato si el desconocimiento de algo cómo ésto es porque en realidad nació con los muggles. Con un gobierno como el que tenemos ahora no me extrañaría que la tecnología muriera, aunque espero que no lo haga ya que forma una gran parte de mi vida y estoy considerando en orientar mi futuro en esa dirección también, al menos por un tiempo hasta que pueda desarrollar mi plan de conquistar el mundo. Pero nadie lo hace de la noche a la mañana y sin estudios... A no ser que seas Magnar Aminoff.
Abro la boca sorprendido y comienzo a mirar los dibujos... retratos, una vez más. Antes los había visto como obras de ficción, pero saber que en algún lugar hay una dueña de casa rostro me parece fascinante. Me gustaría conocerlas para poder comparar, ver qué tanto Synnove ha acertado en su arte, aunque claro que no le daría una devolución al final de notar que el resultado no fue positivo - ¿Qué pasó con él? - pregunto preocupado pues habla en pasado. Me concentro en el rostro de ese tal Sami, tiene ojos demasiado grandes para su rostro, tanto que podría pasar como elfo doméstico, pero de todas formas es un rostro amigable, uno que me hubiese gustado conocer.
Antes de darme cuenta ya estoy asintiendo con una sonrisa a su proposición pues desde que vi los dibujos pensé en pedirle que haga mi retrato. Hay muchas fotografías dando vuelta pero el arte tiene algo especial, es subjetivo desde la perspectiva del artista y quiero saber qué percepción tiene mi hermana de mí - ¿Cuándo empezamos? - pregunto tomando asiento y dando mi mejor perfil. En realidad no sé cómo funciona, solo espero no tener que estar quiero hasta que termine porque sería imposible.
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Me doy cuenta de algo muy curioso cuando Simon coloca a la comida chatarra como lo principal de su dieta, y es que mi madre se lo permite en esta casa, no lo ha hecho como una indicación explícita, sin embargo no ha hecho nada para cambiar ese menú. Estoy acomodando esta revelación en mi mente tratando de que nada se delate en mi rostro, como la menuda sorpresa de que mi madre haya dejado de creer que las verduras deben ocupar la mayor parte del plato y que las hamburguesas son un lujo del que se puede prescindir hasta los diecisiete años, cuando empiezas a encargarlas por tu cuenta porque tienes teléfono y un dinero. En cambio, con mi hermano comienza a hacer excepciones a sus reglas, sutiles, nada tan drástico como dejar que tiremos toda la ropa sucia en el canasto sin clasificar. Escondo esos pensamientos con una sonrisa, no sé si tendría que contárselo a Simon.
Hablar de Sami me provoca una nostalgia que puedo ocultar si no sale de mi mente, se ha quedado ahí como un recuerdo que se va diluyendo entre otros y que vuelve cada tanto como traído por una marea, con una punzada en mi pecho que me indica que sigo haciendo un duelo por él. Puedo avanzar cada día, dando un paso tras otro, dejar que las personas solo se desvanezcan a mi alrededor y que todo lo que está dentro de esta casa sea lo que se mantenga, pero Sami también estaba aquí, él se desvaneció un día. No quiero pensar en su muerte en el ministerio, es irreal para mí, quien sea que estaba en esa explosión no fue él. Sami sólo se desvaneció. —Él también falleció en el festival— contestó, con el también que hace alusión a su madre. Le dedico una sonrisa tenue que quiero reforzar en una más alegre con el cambio de tema. —¿Quieres comenzar ya?— pregunto, haciendo una seña para que se siente en mi silla y yo me cambio al borde de la cama con mi anotador. —En realidad, eres el segundo chico que estará modelando para mí. Tengo un amigo, es auror— le cuento, solapando algunas verdades. —Se llama Jakobe—. Hago un repaso de mis retratos con la mirada, así como lo hizo él. —Nunca he dibujado a mamá, ni tampoco creo que dibuje a papá. Pero me gustaría dibujar a mis hermanos…— susurro.
Hablar de Sami me provoca una nostalgia que puedo ocultar si no sale de mi mente, se ha quedado ahí como un recuerdo que se va diluyendo entre otros y que vuelve cada tanto como traído por una marea, con una punzada en mi pecho que me indica que sigo haciendo un duelo por él. Puedo avanzar cada día, dando un paso tras otro, dejar que las personas solo se desvanezcan a mi alrededor y que todo lo que está dentro de esta casa sea lo que se mantenga, pero Sami también estaba aquí, él se desvaneció un día. No quiero pensar en su muerte en el ministerio, es irreal para mí, quien sea que estaba en esa explosión no fue él. Sami sólo se desvaneció. —Él también falleció en el festival— contestó, con el también que hace alusión a su madre. Le dedico una sonrisa tenue que quiero reforzar en una más alegre con el cambio de tema. —¿Quieres comenzar ya?— pregunto, haciendo una seña para que se siente en mi silla y yo me cambio al borde de la cama con mi anotador. —En realidad, eres el segundo chico que estará modelando para mí. Tengo un amigo, es auror— le cuento, solapando algunas verdades. —Se llama Jakobe—. Hago un repaso de mis retratos con la mirada, así como lo hizo él. —Nunca he dibujado a mamá, ni tampoco creo que dibuje a papá. Pero me gustaría dibujar a mis hermanos…— susurro.
Mi rostro se apaga cuando escucho que el tal Sami falleció también en el festival que tantas vidas se cobró. Sé que ya han pagado los responsables pero eso no nos devolvió a nuestros seres queridos ni lo hará tampoco. Sé que es egoísta pensar que mamá debería haber vuelto como fantasma para estar conmigo pero la extraño, seguramente mucho más de lo que Synnove extraña a su modelo de rostro - Pienso en esas cosas y me enojo, no quiero salir en el dibujo enojado - respondo, valga la redundancia, enojado. Sé que ya de por sí tengo un rostro no muy amigable a simple vista pero hago mi esfuerzo, supongo que son los genes de papá que hacen que parezca una persona más seria de lo que en realidad soy.
- ¿Jakobe? También es mi amigo - comento con una sonrisa. Quizás no debería contarle las aventuras que hemos vivido juntos ya pues es secreto de estado, literal ya que tuvimos que hablar con los jueces y todo - Es un bien tipo - agrego sacudiendo la cabeza para eliminar esos pensamientos de mi cabeza, sino terminaré hablando demasiado y no quiero que mi hermana cargue con el peso de que ambos estuvimos en peligro, más yo que él.
Me llama la atención que Syv usa un plural al hablar de mí, soy solo uno así que se habrá confundido. Aunque por un momento me permito fantasear con la idea de tener un hermano mayor, uno con el que pueda hacer cosas locas sin tener que preocuparme porque me regañe y uno que me cargue en su espalda para así poder enfrentar a aquellos que son más altos que yo desde la misma altura - Soy solo uno, hermano, no hermanos - corrijo al final con las cejas en alto, aunque se ve muy pensativa como para haber cometido un error tan básico - A no ser que haya un gemelo malvado en el ático ¿Lo hay?
- ¿Jakobe? También es mi amigo - comento con una sonrisa. Quizás no debería contarle las aventuras que hemos vivido juntos ya pues es secreto de estado, literal ya que tuvimos que hablar con los jueces y todo - Es un bien tipo - agrego sacudiendo la cabeza para eliminar esos pensamientos de mi cabeza, sino terminaré hablando demasiado y no quiero que mi hermana cargue con el peso de que ambos estuvimos en peligro, más yo que él.
Me llama la atención que Syv usa un plural al hablar de mí, soy solo uno así que se habrá confundido. Aunque por un momento me permito fantasear con la idea de tener un hermano mayor, uno con el que pueda hacer cosas locas sin tener que preocuparme porque me regañe y uno que me cargue en su espalda para así poder enfrentar a aquellos que son más altos que yo desde la misma altura - Soy solo uno, hermano, no hermanos - corrijo al final con las cejas en alto, aunque se ve muy pensativa como para haber cometido un error tan básico - A no ser que haya un gemelo malvado en el ático ¿Lo hay?
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—Lo siento— susurro con una sonrisa apenada, porque no quería que la mención al festival lo sacara de su buen ánimo. Tomo su hombro con mi mano para darle un apretón de consuelo y curvo mi sonrisa hacia una más conciliadora. —Podemos dejarlo otro día, de todas maneras, sé dónde está tu habitación y puedo ir a buscarte— trato de aligerar el ambiente con algo que pretende ser una broma, lo intento aún más con una idea que se me ocurre, para ver si así le cambió el semblante. —¿Sabes que nunca intenté hacer una caricatura? ¡Podría hacerlo contigo! Una en la que te veas jugando… ¿qué te parece?— le propongo, me guardo el decirle que hacer caricaturas requiere de otra teoría y otra técnica que no es tan similar al retrato, detalles de dibujo que como estudiante de artes hace que las tenga en cuenta, pero como se trata de un regalo para mi hermano, puedo intentarlo.
—¿Lo conoces? ¿Cómo?— pregunto. Mi sorpresa es grande cuando menciona a Jakobe, creo que la sonrisa se me sale de la cara, porque… ¡él también conoce a nuestro hermano! Es papá quien no puedo reconocerlo, ni puedo decírselo porque Jakobe me hizo prometer que quedaría entre nosotros. —Es muy genial, ¿no crees? Tiene toda esa aura que te transmite seguridad, cuando estoy con él me siento… bien, me da esa sensación de que podría cubrirme del mundo cayéndose a pedazos…— hablo con tanta emoción en la voz, que me aclaro antes de que pueda malinterpretarlo, porque me provoca una sensación de asqueo que alguien pueda confundir mi relación con Jakobe y más ahora que sé del lazo de sangre que nos une. —Siempre lo vi como un hermano mayor, lo aprecio de esa forma. Verás… como crecí siendo hijo única, siempre quise un hermano mayor… y uno menor—. Tiendo mi mano hacia él para tocar su mejilla con timidez, no quiero avergonzarlo.
Y retiro mi mirada hacia la pared donde están los otros bocetos, para no tener que mirarlo a los ojos al contestar. —No lo sé, mamá podría tener otro bebé, quizás…— balbuceo con esa excusa tan pobre, sé que ella no puede. Sé que lo intentó antes y lo intentó después de que naciera, también sé que el consumo de pastillas en todos estos años requerirían de un proceso de desintoxicación para que el bebé naciera sano. No creo que quiera tampoco, mamá fue abandonando muchos sueños unos tras otros, pero la vida se los devuelve de formas raras. Simon está aquí, ¿no? El hermano menor que solía pedirle. —Por ahora, eres el bebé de esta casa. Deberías aprovechar— le sonrío, buscando su complicidad. —Podríamos llegar a un acuerdo de lugares a los que ir o regalos que pedir a papá, si somos dos como frente unido, podemos convencerlo.
—¿Lo conoces? ¿Cómo?— pregunto. Mi sorpresa es grande cuando menciona a Jakobe, creo que la sonrisa se me sale de la cara, porque… ¡él también conoce a nuestro hermano! Es papá quien no puedo reconocerlo, ni puedo decírselo porque Jakobe me hizo prometer que quedaría entre nosotros. —Es muy genial, ¿no crees? Tiene toda esa aura que te transmite seguridad, cuando estoy con él me siento… bien, me da esa sensación de que podría cubrirme del mundo cayéndose a pedazos…— hablo con tanta emoción en la voz, que me aclaro antes de que pueda malinterpretarlo, porque me provoca una sensación de asqueo que alguien pueda confundir mi relación con Jakobe y más ahora que sé del lazo de sangre que nos une. —Siempre lo vi como un hermano mayor, lo aprecio de esa forma. Verás… como crecí siendo hijo única, siempre quise un hermano mayor… y uno menor—. Tiendo mi mano hacia él para tocar su mejilla con timidez, no quiero avergonzarlo.
Y retiro mi mirada hacia la pared donde están los otros bocetos, para no tener que mirarlo a los ojos al contestar. —No lo sé, mamá podría tener otro bebé, quizás…— balbuceo con esa excusa tan pobre, sé que ella no puede. Sé que lo intentó antes y lo intentó después de que naciera, también sé que el consumo de pastillas en todos estos años requerirían de un proceso de desintoxicación para que el bebé naciera sano. No creo que quiera tampoco, mamá fue abandonando muchos sueños unos tras otros, pero la vida se los devuelve de formas raras. Simon está aquí, ¿no? El hermano menor que solía pedirle. —Por ahora, eres el bebé de esta casa. Deberías aprovechar— le sonrío, buscando su complicidad. —Podríamos llegar a un acuerdo de lugares a los que ir o regalos que pedir a papá, si somos dos como frente unido, podemos convencerlo.
Siempre vi las caricaturas como si fuesen burlas hacia los modelos, conozco la técnica así que sé que toman aquellas cualidades más características y las exageran hasta que quede divertido. En mi caso creo que sería la mandíbula así que probablemente quedaría como un ladrillo con ojos... Pero no creo que Syv lo vea de esa forma. Además, si nunca lo ha intentado, no puedo negarme. Así irá mejorando su técnica hasta convertirse en una experta y podría vivir de algo no tan aburrido como las leyes - De acuerdo, pero no quiero lucir tonto en el dibujo - pido como única condición - Sé que esa es la idea pero tómalo como un desafío adicional - agrego con una sonrisa santurrona, para que acepte.
Mi hermana comienza a hablar de Kobe como si fuese una especie de super héroe a lo que solo respondo cruzándome de brazos y con las cejas en alto. El tipo es genial pero tampoco para armarle un altar ¿No? Supongo que estará pasando por uno de esos enamoramientos adolescentes - Si alguna vez hablo así de alguien, me agarras y me tiras por la ventana ¿De acuerdo? - me burlo de ella conteniendo la risa. Sin embargo tengo que abandonar la línea de pensamiento cuando dice que lo considera un hermano, eso sí puedo comprenderlo - Para mí también es como un hermano mayor, pero no quiero que me cuide, quiero que seamos un equipo - agrego con una sonrisa melancólica, por eso pelee a su lado cuando tocó hacerlo pese a que no pude aportar mucho - A mí me gustaría tener un hermano menor... Pero aquí estoy, con dos hermanas mayores - se me escapa y abro ampliamente los ojos - Una, una hermana mayor - me corrijo rápido esperando que no le de importancia.
- ¡No soy un bebé! - respondo rápido genuinamente ofendido - Pero sí deberíamos presentar un frente unido, comenzando por un internet más rápido y una sala de juegos.
Mi hermana comienza a hablar de Kobe como si fuese una especie de super héroe a lo que solo respondo cruzándome de brazos y con las cejas en alto. El tipo es genial pero tampoco para armarle un altar ¿No? Supongo que estará pasando por uno de esos enamoramientos adolescentes - Si alguna vez hablo así de alguien, me agarras y me tiras por la ventana ¿De acuerdo? - me burlo de ella conteniendo la risa. Sin embargo tengo que abandonar la línea de pensamiento cuando dice que lo considera un hermano, eso sí puedo comprenderlo - Para mí también es como un hermano mayor, pero no quiero que me cuide, quiero que seamos un equipo - agrego con una sonrisa melancólica, por eso pelee a su lado cuando tocó hacerlo pese a que no pude aportar mucho - A mí me gustaría tener un hermano menor... Pero aquí estoy, con dos hermanas mayores - se me escapa y abro ampliamente los ojos - Una, una hermana mayor - me corrijo rápido esperando que no le de importancia.
- ¡No soy un bebé! - respondo rápido genuinamente ofendido - Pero sí deberíamos presentar un frente unido, comenzando por un internet más rápido y una sala de juegos.
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—No te haré quedar como un tonto— replico con un tonito de queja, a medias una promesa y a medias como una duda de mis propias habilidades, porque no quiero que sea una caricatura de la que después se avergüence, que es mi mayor miedo cuando me toca hacer retratos de personas. Por eso, en ocasiones, lo que dibujo prefiero que no lo vean. Los comentarios amables sobre cierto talento me hacen sentir bien, pero el recelo de que sea pura amabilidad y no la verdad, me hacen desconfiar de sí lo estoy haciendo bien. Pero su sonrisa recibe una mía como respuesta, porque no puedo quedarme detrás de un hermano menor tan competitivo, sino siempre me estará ganando. —Hecho, te prometo que será en el dibujo donde te verás más genial que nunca— le aseguro.
Se me sube el sonrojo desde el cuello hasta la frente por lo que dice, reconozco que soné demasiado emocionada al hablar de Jakobe y por eso creo necesario volver a aclararme. —¡No me gusta de esa forma! Lo veo como mi hermano, ¡te lo juro!— exclamo, que me apena demasiado que pueda confundirlo, que después lo deje caer en la cena si se presenta la oportunidad o por revancha si yo me meto con él, ¡y no! ¡No quiero que se me confunda así con mi hermano! El único de sangre que tengo, aunque a Simon lo quiera de la misma manera. De pronto tengo dos hermanos, que me siento como si un día me hubiera tocado la lotería, y creo que estoy proyectando mis pensamientos callados en él, que de pronto al escucharle hablar de dos hermanas, me sobresalto.—¡¿Tienes otra hermana?!— mi tono es de auténtico desconcierto, lo miro con mis ojos tratando de enfocarse en él porque me ha descolocado por completo.
La corrección que hace de sus palabras me deja apenas un poco más tranquila, porque deja ver que no se trata más que de un error. —Ah…—, pero no lo sé, me ha quedado la impresión de que podamos ser más hermanos, ¿y eso es posible? ¿Papá adoptó a más niños? ¿Algún día nos conoceremos todos? Me emociona, no lo niego. Pero sigo preguntándome por qué papá tiene tantos secretos. —Un frente unido, entonces— digo, extendiendo mi mano hacia él para cerremos formalmente con este acuerdo de hermanos.
Se me sube el sonrojo desde el cuello hasta la frente por lo que dice, reconozco que soné demasiado emocionada al hablar de Jakobe y por eso creo necesario volver a aclararme. —¡No me gusta de esa forma! Lo veo como mi hermano, ¡te lo juro!— exclamo, que me apena demasiado que pueda confundirlo, que después lo deje caer en la cena si se presenta la oportunidad o por revancha si yo me meto con él, ¡y no! ¡No quiero que se me confunda así con mi hermano! El único de sangre que tengo, aunque a Simon lo quiera de la misma manera. De pronto tengo dos hermanos, que me siento como si un día me hubiera tocado la lotería, y creo que estoy proyectando mis pensamientos callados en él, que de pronto al escucharle hablar de dos hermanas, me sobresalto.—¡¿Tienes otra hermana?!— mi tono es de auténtico desconcierto, lo miro con mis ojos tratando de enfocarse en él porque me ha descolocado por completo.
La corrección que hace de sus palabras me deja apenas un poco más tranquila, porque deja ver que no se trata más que de un error. —Ah…—, pero no lo sé, me ha quedado la impresión de que podamos ser más hermanos, ¿y eso es posible? ¿Papá adoptó a más niños? ¿Algún día nos conoceremos todos? Me emociona, no lo niego. Pero sigo preguntándome por qué papá tiene tantos secretos. —Un frente unido, entonces— digo, extendiendo mi mano hacia él para cerremos formalmente con este acuerdo de hermanos.
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