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  • The Mighty Fall
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    OTOÑO de 247421 de Septiembre — 20 de Diciembre


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    Tras años de represión y batallas libradas, hoy son los magos los que caminan en las calles más pulcras del Capitolio. Bajo un régimen que condena a los muggles y a los traidores a la persecución, una nueva era se agita a la vuelta de la esquina. La igualdad es un mito, los gritos de justicia se ven asfixiados.

    Existen aquellos que quieren dar vuelta el tablero, otros que buscan sembrar la paz entre razas y magos dispuestos a lo que sea para conservar el poder que por mucho tiempo se les ha negado. La guerra ha llegado a cada uno de los distritos.

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    Ivar Lackberg
    Director del Servicio Social
    Octubre

    No asistí al juicio porque aún no estaba en condiciones de enfrentarme a todo eso, además quería quedarme en casa para disfrutar de hacer cualquier otra actividad en familia y simplemente descansar... Pero ignorar lo que pasa en Neopanem y encerrarse en una burbuja nunca es efectivo, sobre todo cuando ponen el rostro de tu hija en la televisión como uno de los más buscados ¿De verdad? ¿La hacen parecer como una criminal por el solo hecho de haber ido al intercambio? ¿Cómo no iba a ir si estaba su madrina allí? Para colmo no puedo ir inmediatamente a comprobar cómo está porque la seguridad ha mejorado y bastante, eso y no puedo andar por el norte como antes pues se supone que un mínimo estrés post traumático debería haberme quedado, por el secuestro.

    Al menos el programa de la red sirve para hacerme saber que está bien y puedo aguantar dos días más sin ir a verla con mis propios ojos. Finalmente me comunico con Jeff y le pido el favor de que le diga a Moira que se reúna conmigo. Quizás sigue sin intenciones de verme pero no puede negarme una reunión de al menos unos minutos. Será en el estadio nacional del 5 para que no se arriesgue a ir tan lejos, solo espero que esté siendo sensata con su tienda y salidas.

    El tren me deja en el distrito 3, voy hacia el instituto tecnológico y luego de eso me desaparezco en el baño rumbo al punto de encuentro. Con ayuda de mi bastón camino hacia las gradas más bajas y aguardo sentado allí con una bolsa de cheetos que he traído de casa a un costado. Quizás no puede salir a comprarlos y espero que sirva como una ofrenda de paz, de consuelo porque al final no podré presentarle a sus hermanos pues eso los pondría a todos en un increíble peligro.
    Ivar Lackberg
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    1-Su habitación era mucho más grande.
    2-Beber ron y recorrer la fabrica por la noche.
    3-No escuchar el ruido de las maquinas o de Mimi trabajando de madrugada.
    4-Su habitación era enorme.

    Esa era la pequeña lista por la cual no se quejaba de la mudanza, o bueno, no se quejaba tanto. Lo cierto era que odiaba el nuevo lugar de la red, detestaba el crecimiento de población durante el desayuno y tener que soportar a los idiotas haciendo ruido al entrenar temprano, aborrecía la cantidad de cambios que su vida había sufrido y lo peor de todo, al no poder abrir la tienda de su madre como solía hacerlo, había perdido varios clientes.

    Cuando Kenny la llamó para unirse a una especie de tutorial de combate, le cerró la puerta en la cara y siguió durmiendo. Unas cuantas horas más tarde, alguien volvió a golpear la abertura de su dormitorio y con todo el odio del mundo, apretó los puños y abrió. —¡¿QUÉ?!— Le gritó al pobre mensajero de Jeff, para luego volver a estampar la madera. No, no estaba durmiendo bien y la irritación que sentía...En serio temía por la vida de los demás.

    Se vistió utilizando color oscuros y una capucha para cubrir su rostro, sin embargo debajo de la capa, se calzó unas impresionantes botas rojas hasta la rodilla. No iba a vivir su vida encerrada con miles de mocosos.
    Caminó hasta llegar al punto de encuentro donde su padre la había citado y antes de alcanzar al viejo que se recargaba junto a un bastón, soltó el humo de las flores que le había sacado a una de las niñas y apagó el cigarro para continuar su consumo durante el recorrido de regreso. —¿Tanto me extrañaste?— Preguntó soltando varias carcajadas, unas tan falsas que ni siquiera se tomó las molestias de actuar bien.
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    Ivar Lackberg
    Director del Servicio Social
    No espero por mucho hasta que veo la inconfundible figura de Moira acercándose por el estadio. Viene fumando lo cual me hace cerrar los ojos por un momento y ahorrarme la lección, ya es grande, supongo que en el futuro lidiará con los problemas y a mí no me quedará más remedio que sufrir en silencio por verla sufrir las consecuencias. Solo me basta con escuchar sus primeras palabras para darme cuenta de que lo ocurrido en las minas y el secuestro de su madrina no han generado ni un solo cambio en su personalidad... Soñar no cuesta nada, es hora de despertar.

    - La última vez que te vi estabas irritando hasta a las personas dentro de tu bando - respondo conteniendo una sonrisa, creo que solo ella es capaz de hacer esas cosas - Así que no me puedes culpar por preocuparme - claro que no pude hacer una visita inmediata pero tengo una excusa bastante convincente.

    - Le conté a Simon sobre ti aunque claro que no le dí tu nombre porque saldría a buscarte - comento luego lanzándole el paquete de cheetos para que lo atrape en el camino. Son Synnove aún tengo pendiente la charla pero supongo que vendrá pronto, un hijo a la vez.
    Ivar Lackberg
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    Con cuidado guardó el cigarrillo en el interior de su bolsillo, para luego acomodar la capucha cubriendo su precioso rostro. —No son de mi bando.— Replicó frunciendo el ceño algo enojada por aquella declaración. —Ellos no pertenecen a la red aunque Jeff y Kenny lo digan.— Los adultos ya no compartían el mismo techo, pero les encajaron los niños y se lavaron las manos. Muy responsables.

    Al estar un poco más cerca de su padre, tomó asiento sobre un pesado escombro con las piernas colgando y atrapó la bolsa de Cheetos. Su corazón comenzó a palpitar fuerte y aunque su rostro permaneció indiferente a la situación, un nudo se formó en su garganta y tuvo que controlar las ganas de llorar. Era una estupidez, un bolsa con más aire que comida chatarra, pero nadie se había tomado las molestias que regalarle algo así.

    No le importó ese tal Simón, menos que supiera de su existencia, porque al fin y al cabo, Ivar estaba mencionando a su familia, una de la cual ella jamás podría ser participar.
    Abrió la envoltura de los chizitos y comenzó a comer, observando el bastón. —¿Quedaste cojo o sólo lo usas para dar lastima?— Era más sencillo preguntar cómo estaba después de todo lo ocurrido, pero no podía perder el toque tan rápido.
    Tenía que ser dura, él aún no se merecía saber todos los problemas y pensamientos que cruzaban por su mente...Todavía no se lo había ganado.
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    Ivar Lackberg
    Director del Servicio Social
    No tengo idea de lo que está pasando dentro de las paredes del cuartel general de la Red Neopanem ahora mismo pero deduzco que no debe ser sencillo por lo que dice. En realidad jamás tuve mucha idea de cómo funciona ese grupo, Kennedy jamás terminó de confiar en mí y supongo que Jeff ha decidido no llevarme al interior para respetar los deseos de su esposa de trabajo. Hubo un tiempo en el que quería conocer todo a toda costa pero ya no, he superado esa etapa - Charlé con Benedict y no me cayó muy bien que digamos - bromeo con media sonrisa, de hecho fue unos minutos antes de charlar con ella en el departamento en el que estábamos atrapados.

    Su pregunta me hace sonreír una vez más pues en realidad no sé cómo responder a eso - Los medimagos han dicho que es psicosomático - largo mirando al suelo. La mayoría lo encuentra estúpido pues que la mente genere dolor así porque sí no tiene mucho sentido, pero creo que es como una especie de castigo o quizás una excusa para quedarme en casa y ya no hacer lo que hacía antes. Sea lo que sea me impide caminar con normalidad y me ha dado un nuevo compañero al que debo llevar a todos lados.

    - Lo que ocurrió en el atentado fue demasiado para cualquiera - comienzo a explicar de mejor manera - Amalie no tuvo más remedio que matar para salvarnos, Sami... murió en el derrumbe - claro que no conoce su nombre pero me duele explicarlo - Él era nuestro esclavo, era diseñador y le encantaba prepararnos los atuendos - logro decir al final con una sonrisa nostálgica - Sé lo que estás pensando, pero no, lo tratábamos a la perfección, tenía su habitación, comida y dudo que alguien le haya levantado la voz una vez - el muchacho se hacía querer - El punto es que la cojera quizás es la cicatriz visible que necesito tener para recordarlo y así superarlo de a poco.
    Ivar Lackberg
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    Con los hombros caídos hacia adelante y las botas bailando sobre el aire, Moira comenzó a llenar su boca de a dos chizitos al mismo tiempo.
    Sonrió un poco al escuchar que les caía mal la misma persona, pero aún así ocultó el gesto detrás de un manotazo de comida y sin tragar por completo, se encogió de hombros y habló. —Me cae mal, pero ya está trabajando para mi. Lo puse a hacer entregas, algo que ya no puedo hacer o me arriesgaría demasiado.— Sip, era muy lista y esta vez el físico o la coquetería no habían sido necesarias. —Con esto se supone que me está pagando por unos objetos que le di.— Explicó hundiendo la mano dentro de la bolsa de Cheetos.

    La larga explicación resulta un tanto aburrida y más de lo mismo, no eran los únicos que habían perdidos seres queridos y el hecho de que su padre tuviera un esclavo, en las condiciones que fueran, dejaba mucho que desear. Volteó el cuerpo y se recostó sobre el escombro boca abajo, para continuar observándolo mientras devoraba los deliciosos bocadillos con sabor a queso artificial. —Aunque lo hubiese visto usando joyas, comiendo caviar sentado frente al televisor mientras un brujo lo masajea y otra le pinta las uñas, seguiría viéndolo mal. Podía tener todos los lujos y una familia amorosa, pero seguiría siendo un simple esclavo.— Intentó no mostrarse ofendida u irritada, pero el sólo hecho de recordar a su madre y cómo podrían haberla tratado si no hubiese escapado a tiempo, le molestaba y mucho.

    Era un buen momento para cambiar el tema de conversación si el anciano no quería ser victima de un feroz ataque producto de su enojo, por lo tanto limpió los restos de migas lamiendo sus dedos y sonrió. —Podrías darle un par de caladas a mi cigarro, estoy segura que te quitará el dolor psico...ese que estás sintiendo.— Bromeó poniéndose de pie sin soltar la bolsa de chizitos.
    Moira no estaba interesada en formar parte de la familia que él tanto nombraba, sin embargo se sorprendió a si misma cuando al acercarse escondiendo su rostro debajo de la capucha, le pidió lo siguiente. —Quiero conocerlos, a todos.
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    Ivar Lackberg
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    Alzo las cejas sorprendido por el nuevo negocio de mi hija pues no parece una jugada muy conveniente para Benedict. Él está en la parte alta de la lista de más buscados así que no puedo imaginar una sola razón para que ponga en riesgo su pellejo solo por unos cuántos objetos. Pero allá él, como dije me cae un poco mal y prefiero mil veces que sea él quien se ponga en peligro antes que Moira - Es una buena estrategia para ti, me agrada - respondo con una mueca de aprobación, claro que no la necesita - Así que la tienda sigue funcionando entonces - al menos es señal de que no necesita apoyo económico. Podría dárselo pero algo me dice que terminaré con una patada en las bolas de solo sugerirlo.

    Asiento dándole la razón con eso pues coincido completamente. Pero desgraciadamente eso es algo que ni yo ni nadie podemos cambiar, es una política de gobierno que dudo que vaya a ser dejada de lado a no ser que de un golpe de estado alguien con un poquito de decencia - Estaba por morir de una infección en el mercado, cualquier alternativa era mejor a eso - de hecho por eso me esfuerzo en conseguirles amos a los no mágicos que están allí, las condiciones son inhumanas, es lo máximo que puedo hacer por ellos sin que todos terminemos en la hoguera - Cuando vuelva la democracia y sea capaz de postularme como presidente, será lo primero que arreglaré - bromeo pues para que eso pase faltan muchas cosas, que muera gente en primer lugar y que aquellos que no estamos de acuerdo nos organicemos como corresponde.

    Niego levantando la palma de mi mano a su ofrecimiento pues lo último que necesito es algo adictivo con qué calmar mi dolor. No, debo tratarlo con terapia e ir resolviéndolo poco a poco, sin atajos pues eso traerá consecuencias con las que no quiero lidiar en el futuro.

    Me sorprende lo que dice al final y no respondo de inmediato ya que creí que había quedado en claro la última vez. Si su identidad se veía comprometida, conocer a sus hermanos quedaría fuera del tablero y es exactamente lo que ocurrió. Pero está aquí sola y no quiero negarme a un pedido que está en todo su derecho - Podría traernos problemas a todos y de los graves... Que yo esté aquí ya es un riesgo, pero lo vale.
    Ivar Lackberg
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    Estiró la lengua para quitar los restos de chizitos entre las encías y continuó balanceando sus botas mientras metía más comida en su boca. En el lugar removió un poco sus caderas, porque el frío del escombro traspasaba la tela de sus pantalones y su culo no tardó en doler. —Obvio que sigue funcionando, sólo le vendo a mis cientes más fieles. Aquellos que no les conviene que yo caiga, porque ellos lo harían también.— Frunciendo el ceño, intentó sonar amenazadora, pero el ataque de risas de cerdito le quitó toda la seriedad al asunto.

    Sin poder tolerar las nalgas congeladas, se volteó y acostó su vientre sobre la enorme piedra. Tenía que hundir la mano casi hasta el final de la envoltura, lo que indicaba que quedaban pocos cheetos para disfrutar, por lo tanto su labio inferior salió hacia afuera formando un diminuto puchero.
    Las risas de nuevo aparecieron ante el relato del viejo y para quitarle dramatismo a sus propias palabras, fingió que enjuagaba un par de lagrimas inexistentes. —La muerte es mil veces mejor que la esclavitud.— Su madre le había enseñado eso, había sido la mujer más fuerte del mundo y por supuesto que para ella, morir era la única elección antes que ser marcada como un animal de granja. Moira pensaba igual y no cambiaría. —Lamento decepcionarte, pero nadie votaría a un cojo que fue secuestrado por un par de niños.

    Se encogió de hombros, brincó fuera del lugar y avanzó hasta alcanzar una cercanía inusual entre ambos, quería intentar quererlo y aceptarlo, pero era demasiado difícil, sentía que estaba engañando a su madre y todo lo que conocía. Al final terminó alejándose un par de pasos.  —No lo vale, viejo.— Replicó y volvió a reír. —Era una prueba y haz fallado horrible, la próxima vez que vengas, quizás dentro de un año, tienes que traerme dos de estas cosas deliciosas.—Le indicó moviendo la bolsa vacía frente a su rostro. —Y seis botellas de ron.
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    Ivar Lackberg
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    Vuelvo a asentir sorprendido por la dinámica de venta que ha optado y creo que así se mantendrá a salvo. Sin embargo tengo que reírme al escuchar al cerdito feliz y tengo que bajar la vista para no envolverla con ojos de padre que siente ternura. Algo me dice que no le gustará y yo no podría contener las ganas de envolverla en un abrazo de seguir viéndola. Pero ella tampoco se queda demasiado quieta, de hecho creo que ha cambiado más veces de posición de lo que yo lo hago durmiendo en una noche ¿Cómo es posible?

    - En mi defensa, ya había peleado con dos quimeras y una rebelde antes de que me secuestren - intento defenderme con las cejas en alto. Y ni siquiera le hice daño a las quimeras, solo las anulé para que luego los cazadores se pudieran encargar de ellas sin necesidad de hacerles daño ¿Qué más pacífico que eso? Pero no, la loca me consideró una amenaza de todas formas y atacó indiscriminadamente.

    Se levanta y escucho lo que dice con una mueca. Quizás está diciendo que no quiere verme por meses pero me llama viejo y eso ya es una gran mejoría desde que nos hemos conocido - ¿Que tal si te visito la semana que viene con cheetos y ron? - propongo cruzándome de brazos, me niego a retirarme con una derrota - También podría conseguirte multijugos por si quieres estirar las piernas... Aunque seguro tú puedes conseguirla más fácil que yo - me apresuro a aclarar. Después de todo ella se dedica al mercado negro. Aunque Amalie podría hacer una con los ojos vendados e incluso Simon ha demostrado tener talento para eso.
    Ivar Lackberg
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    Parada junto a su padre, aplastó la bolsa de chizitos para guardarla en el interior de la capa, Moira podía ser una estúpida en muchos sentidos, pero se tomaba muy en serio el deber ciudadano de reciclar. Volvió a hacer un pequeño puchero ante las historias del atentado y al recordar la letra de una vieja canción, en voz baja y moviendo lentamente la cabeza de lado a lado, comenzó a tararear. —Desperate and ravenous...I'm so weak and powerless over you.— No podía recordar la continuación del estribillo, así que lo dejó ahí.

    Entrecerró los ojos y arrugó la nariz con disgusto. No, verlo en una semana era demasiado. —Estaré ocupada, como se acerca el invierno, mi grupo de orgi...sexo poliamoroso, quiere que nos juntemos varias veces antes de comenzar a hibernar— Se excusó y cruzando sus brazos para permanecer en una postura recta, levantó la mirada hacia él. —Te haré un espacio en mi agenda, quizás en unos diez días...u once. — Sonrió enseñando todos los dientes.

    Nerviosa acomodó la capucha sobre su rostro, quizás ya debía volver a la fabrica o a la tienda, no quería arriesgarse demasiado con reuniones en el exterior. —Te esperaré con cheetos, ron, cualquier poción es bienvenida y si quieres, también me gustan los jugos congelados con sabor a sandía. Por aquí no los consigo.— Y bueno, en algo se podía aprovechar ¿no?
    Comenzó a dar varios pasos hacia atrás, por primera vez desde la muerte de su madre, sus brazos picaron con ganas de abrazarlo. Se asustó, por supuesto, porque rodear con los brazos a alguien era un gesto de demasiada confianza y eso sólo lo hacía con Kenny y Jeff. —Yo ya debo irme, uno de mis novios me prometió un bonito vestido a cambio...— Y las comisuras de sus labios se elevaron. —En fin...Te veo por ahí, cojo.
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    Ivar Lackberg
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    Definitivamente tiene una canción para todo y sería bonito de vivir en un mundo de musicales pero lamentablemente no es así. De todas formas me hace reír e intento ocultar mi rostro mirando hacia el suelo, es increíble - Espero que algún día me dejes cantar alguna canción contigo... Smells like teen spirit, so what o alguna de esas - sugiero con las primeras que llegan a mi mente. No hay como la vieja música, la que tiene siglos y por suerte ha sobrevivido todas las censuras a lo largo de los años.

    -¿Sabes? Cuando uno se va poniendo viejo esas cosas pierden encanto y se empieza a apreciar el valor de la monogamia - ahora no podría pedir nada más. Quizás está bromeando pero yo he llegado a ese punto en mi juventud, hago lo posible por olvidarlo pero el pasado está ahí y por suerte no han quedado secuelas que me lo recuerden. Sin embargo no son detalles que un padre comparta con su hija, para eso necesitaría una cantidad de alcohol importante en mi sistema... Y lo hablaría con Moira, con Synnove jamás.

    Asiento una sola vez para que dé por hecho que tendrá el jugo la próxima vez que nos veamos y se despide. Dejo que se aleje unos pasos antes de llamarla pues estoy olvidando algo que traje para ella - Hija, espera - pido avanzando tan rápido como el bastón me lo permite hasta su posición. Saco un par de espejos del bolsillo interno de mi chaqueta y le entrego uno de ellos - Si me necesitas, a cualquier hora, en cualquier lugar... Podrás encontrarme del otro lado - indico buscando sus ojos. Espero que no lo rechace pues siendo de la lista de los más buscados, creo que le puede ser muy útil.
    Ivar Lackberg
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    La petición le sacó una enorme sonrisa, la cual desapareció tan pronto como llegó. Había una sola razón por la cual Moira relacionaba todo con canciones y las murmuraba en voz alta, esa razón era su madre.
    Cuando la pequeña niña estaba nerviosa e insegura, su progenitora le tarareaba alguna de las sonatas que conocía y cuando notó que también le servía para concentrarse en lo que estaba haciendo en determinado momento del día, también lo implementó. La mente de Moira era una batalla constante contra la ansiedad y sólo ella había conseguido calmarla.
    Al perderla gracias a un maldito auror, continuó con la tradición para recordarla y por supuesto, para tranquilizarse a si misma sin la ayuda de nadie más.
    ¿No conoces una canción menos sobre valorada?— Se burló y terminó encogiendo sus hombros para restarle importancia a todo.

    ¿Este era el primer consejo que obtenía por su parte? ¿Monogamia? Mordió su labio inferior para no reír frente a su cara, pero como eso jamás había sucedido antes, el hecho de tener respeto por la opinión de otro, acabó carcajeando con fuerza.
    Cuando el ataque de risas la abandonó, se secó las lagrimas y asintió. —Puede ser, pero a diferencia de ti, no planeo vivir más de 35 años. Todo se vuelve aburrido después. — Bromeó, aunque en parte hablaba en serio.

    Se ocultó debajo de la capucha y avanzó para apartarse, sin embargo cuando Ivar volvió a llamarla, se detuvo y lo esperó.
    Que la llamara de aquel modo la congeló en el lugar y durante un par de segundos no supo cómo reaccionar o qué decir.
    Bajó la mirada hasta sus manos y tomó con cuidado el espejo que le entregaba, podía llamarlo a toda hora...woah, esto si que era demasiado. —Mmm...gracias, lo tendré en cuenta.— Murmuró confundida y guardó el objeto dentro de sus bolsillos, sólo que esta vez si se tomó el tiempo para hacerlo con delicadeza.
    No era capaz de abrazarlo, menos de darle un beso en la mejilla, así que estampó su palma abierta contra el hombro masculino, una, dos y tres veces. —Gracias, anciano. Ahora vete que el frío le hace mal a la gente mayor, ya casi empiezas a oler a cajón.— Le sonrió y al darse vuelta, comenzó a caminar de regreso a la fabrica que ahora llamaba hogar.

    Al salir de su dormitorio aquel día, jamás esperó regresar con un espejo comunicador en la capa y con el rostro empapado de lagrimas.
    Podía imaginarse una vida junto a su padre, hermanos e incluso junto a la señora que se había casado con él, sin embargo le dolía en el alma saber que eso jamás sucedería, ella era una traidora del gobierno y no sería la culpable de meterlos en problemas.

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