The Mighty Fall
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Tras años de represión y batallas libradas, hoy son los magos los que caminan en las calles más pulcras del Capitolio. Bajo un régimen que condena a los muggles y a los traidores a la persecución, una nueva era se agita a la vuelta de la esquina. La igualdad es un mito, los gritos de justicia se ven asfixiados.

Existen aquellos que quieren dar vuelta el tablero, otros que buscan sembrar la paz entre razas y magos dispuestos a lo que sea para conservar el poder que por mucho tiempo se les ha negado. La guerra ha llegado a cada uno de los distritos.

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Riley Kavalier
Mediados de septiembre.

Lo primero que hice al llegar al Capitolio fue ir hacia el hospital a preguntar por la sanadora Tremblay, pero me dijeron que estaba de guardia lo cuál es señal de que sigue viva así que me tomé el tiempo para ir al ministerio y comer algo mientras tanto. Lo primero no fue una gran idea ya que pude ver como el sitio donde estaba mi laboratorio ahora era un montón de escombros en construcción, dejé algunas cosas allí que creo que no podré recuperar y gracias a mi memoria hay unos cuántos proyectos que no hará falta empezarlos de nuevo. Sé que en mi casa del 3 tengo algunos planos pero de todas formas creo que no me quedaré allí, está comenzando una guerra y lo más sensato es quedarme detrás de los muros. Solo volveré a ver en qué anda Andrew e invitarlo a la mudanza si es que logro encontrarlo.

Luego de eso fui a un restaurante en donde pude ver algunas de las imágenes de lo ocurrido. Fue bastante impactante pero creo que lo mejor fue ver a Ariadna poner en una jaula a una mujer asiática que había matado un troll y una acromántula con la espada. Es admirable, la verdad, pudo con una salvaje y solo le hicieron pequeñas lesiones que seguramente habrá curado en el instante.

Cuando se hace la hora voy de nuevo hacia el hospital y compro un ramo de flores pues la princesa guerrera las merece. Al verla salir levanto una mano para llamar su atención desde el otro lado de la calle y también levanto el ramo para que no me odie por haberme tardado tanto en aparecer. No voy a mentir diciendo que venir aquí fue lo primero que hice, pero sí lo segundo y eso debe valer de algo - Estaba preocupado pero vi como te las apañaste en la televisión - comento con media sonrisa - No sabía que eras una chica ruda.
Riley Kavalier
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Ariadna T. Tremblay
Miembro de Salud
En uno de sus cortos descansos, mientras calentaba sus manos alrededor de una taza de café, observó los vídeos de la noche del atentado a través de la  pantalla ubicada en la cocina.
Aunque los pasaban en el programa de noticias a todas horas, ella simplemente prestaba atención al grupo de tres niños que había logrado levantar a un hombre de metro ochenta para llevárselo y luego desaparecer. Se sentía tan culpable por dejarlo solo y herido en medio del campo de batalla.

Si no había explotado luego de tantas horas de trabajo, no era por la fortaleza que desconocía hasta el momento, sino porque aún no lograba comprender muy bien todo lo ocurrido. O mejor dicho, no quería ponerse a pensar en ello.
Ya ha bebido la poción de las tres, por favor encárgate de que lo vuelva a hacer en cinco horas.— Le pidió a una de las enfermeras, firmando el papeleo correspondiente del paciente intervenido por varias heridas de criaturas.

Dentro del baño que compartía con el resto de los profesionales del área, se quitó el uniforme manchado con sangre y lo cambió por una falda blanca con cuadros negros, top a juego sin mangas y un par de zapatillas de lona bastante sencillas y cómodas.
Se despidió de sus compañeros y de las brujas encargadas de la mesa de entrada, tomó su bolso y salió del edificio después de una larga guardia.

Al levantar la mirada de su teléfono móvil, se sorprendió bastante al ver a su amigo del otro lado de la calle, principalmente porque creía que aún estaba excluido en el campo. El ramo de flores era un precioso detalle, pero saber que estaba bien, era mucho mejor.
Cruzó con prisa por la senda peatonal y no tardó en envolver el cuerpo de Riley en un fuerte abrazo, el cual duró mucho menos de lo que quería, ya que recordaba no presionarlo. —Lo siento.— Se disculpó de inmediato y le sonrió sin quitar los gestos de preocupación del rostro. —No soy una chica ruda, mi varita y yo sólo estamos hechas para curar heridas, no para causarlas.— Admitió en voz alta. No le agradó enjaular, vendar y desarmar a esa mujer, pero de no hacerlo, tal vez ni siquiera contaba el cuento. Lo mismo con el sujeto al cual amarró con cuerdas. —No tienes idea de lo aliviada que estaba al saber que tú no estabas en el laboratorio.
Ariadna T. Tremblay
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Riley Kavalier
Recibo el abrazo con una sonrisa y me sorprende bastante que se aparte pidiendo disculpas. En su momento le dije que no me presionara pero ya han pasado unas cuantas semanas y creo que mi umbral de irritabilidad va subiendo a pasos agigantados. Pero ya habrá tiempo para mostrarle mi cariño más adelante así que no digo nada y simplemente le entrego el ramos de flores - La derrotaste de la forma más pacífica posible, demostraste que no hacía falta derramar sangre para ganar la batalla... Perdón pero es lo más rudo que vi en mi vida - corrijo marcando el punto con las cejas en alto. Violentos cegados por la situación hubo muchos, pero solo una Ariadna.

- Pasé por el laboratorio mientras terminabas tu guardia - comento haciendo un ademán invitándola a caminar por la calle. No demasiado lejos está la plaza y quizás podamos charlar allí. En estos meses me he adaptado tanto a estar en el exterior que ahora me resultaría extraño meternos a una cafetería o algo similar - No queda nada... Están reconstruyendo de a poco pero no será lo mismo - aunque quizás sea bueno, un borrón y cuenta nueva en todo sentido, incluso con laboratorio nuevo.

Por un momento pienso en la posibilidad de que no me acepten de nuevo pero ¿Por qué no lo harían? Puedo mostrar que claramente estoy mejor, mi sanadora de confianza podría hacerme un análisis de sangre para llevar pruebas contundentes de que estoy limpio y creo que necesitarán todas las manos posibles para combatir lo que está ocurriendo - Por cierto ¿Conoces algún departamento en alquiler o venta por aquí? Planeo mudarme al Capitolio.
Riley Kavalier
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Ariadna T. Tremblay
Miembro de Salud
Ariadna recibió el ramo de flores con una enorme sonrisa y ante las palabras de su amigo, soltó una pequeña carcajada mientras olfateaba el perfume de las rosas. —Mucho mejor que la lavandina del hospital.— Después de tantas horas haciendo guardia, no creía poder bromear, pero lo hizo. —Si tú lo dices...Sólo espero que en verdad no vuelva a suceder algo así. El hospital es un caos, hay demasiadas personas que esperan ser atendidas, otras en grave estado y claro...muchas perdidas.

Cuando el brujo empezó a caminar hacia la plaza, la rubia siguió sus pasos sin dejar de mirar el ramo, era uno muy bonito y le había encantado.
Si bien sabía que estaban reconstruyendo el Ministerio, tenía sentimientos encontrados hacia ese edificio y por esto mismo no solía visitarlo con frecuencia, a no ser que se tratara de una emergencia.
No supo que responder, así que guardó silencio mientras avanzaban bajo los rayos del sol. Era un día esplendido y agradecía que Riley la invitara a dar un pequeño paseo a pie, porque su otro plan era perderse debajo de las mantas y dormir.

Ariadna se abrazó a su regalo y ante la nueva pregunta, arqueó las cejas y detuvo su caminar. —¿Hablas en serio?— Preguntó y una enorme sonrisa se dibujó en su rostro, eso sólo significaba que él ya estaba mejor y listo para continuar luego de lo ocurrido meses atrás. —Yo...La verdad no he visto nada, pero si quieres podemos caminar y buscar algo para ti.— Ofreció su ayuda, moviendo la cabeza hacia los edificios y casas a ambos lados de la plaza.
Ariadna T. Tremblay
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Riley Kavalier
Hace unos meses atrás no me habría preocupado por lo que podría llegar a pasar en el futuro pero ahora no puedo evitar pensar en las posibilidades. El ministerio le ha dado al 14, ahora los rebeldes le dan al ministerio. No se mucho de guerras pero creo que claramente estamos en una así que claro que se repetirán los episodios como éstos, más que nunca tengo que ponerme a trabajar para idear algo que pueda proteger a las personas de Neopanem, potenciar al escuadrón de aurores y derrotar a los salvajes de una vez por todas. Pero no digo nada ya que no quiero arruinar las esperanzas de Ari.

Comenzamos a caminar y luego de darle la noticia de mi mudanza me contagia con su sonrisa ¿Por qué habría de bromear con algo así? - En el Capitolio está toda la diversión ¿Verdad? - claro, como si lo único que me interesara fuera divertirme. Pero es mejor estratégicamente, además no tendría que aparecerme todas las mañanas al trabajo, podría caminar por las calles y absorber un poco de sol. No puedo dejar que el tono de piel que tanto me costó conseguir se vaya así como así.

Pese a su sonrisa puedo notar como sus ojos están cansados ¿Estoy haciendo mal al entretenerla? Después de todo acaba de salir de una guardia y esas no son sencillas - Por supuesto, prometo que será rápido. Solo necesito una habitación y un baño - garantizo pues así podrá ir a descansar - Crucemos - propongo rumbo a un gran edificio que no se si tiene departamentos en alquiler pero parece un buen sitio para comenzar.

- O quizás sea más conveniente una casa, le tomé e mi pequeña granja saludable... Quizás pueda armar una en un patio trasero - pienso en voz alta. Claramente no podría hacer eso en un departamento.
Riley Kavalier
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Ariadna T. Tremblay
Miembro de Salud
Mi padrino sería la persona perfecta para recomendaciones del Capitolio.— Bromeó con una pequeña sonrisa formada en el rostro, la cual ante los recuerdos de los últimos hechos, desapareció. No pretendía desahogarse con Riley, él ya lidiaba y cargaba con demasiadas cosas encima de sus hombros, mas las palabras escaparon incluso antes de pensarlo dos veces. —Ellos lo tienen...Los rebeldes secuestraron al ministro de salud, mi padrino.
No esperó una respuesta porque no quería arruinar el día, menos preocuparlo, así que tomó la mano del brujo y hasta alcanzar el enorme edificio, no se detuvo.
Frente a la entrada, soltó el agarre y utilizó sus dedos como protección, acomodándolos sobre la frente para elevar su rostro y tratar de contar la cantidad de pisos que tenía la lujosa construcción, sin que los molestos rayos del sol golpearan contra sus ojos.

Una habitación para Amanita, otra como escritorio para tú trabajo, una sala, jardín, cocina moderna...— Agregó utilizando un tono bromista. Como había visitado la casa en medio del campo, Ariadna sabía que su amigo no se conformaría con sólo eso.
Presionó sus labios y regresó la mirada hacia su acompañante. —Creo que eso sería lo más conveniente.— Afirmó intentando no demostrar su intranquilidad. —En una casa estarías más cómodo y con mayor seguridad...El suelo siempre es mejor y estos son demasiados pisos.
El recuerdo de una edificación en venta, dentro de uno de los mejores barrios del Capitolio, vino a su memoria. —¡Lo tengo!

Entrelazó de nuevo sus dedos con los del brujo, cerró los ojos y realizó todo el trabajo de la aparición. Claro que al estar un poco cansada, antes de volver a caminar sin un mareo de por medio, tuvo que esperar unos segundos.
Frente a ambos se alzaba una increíble casa con un maravilloso patio delantero y los alrededores del vecindario no se quedaban atrás, ayudaban a crear el paisaje pintoresco y seguro. —Sé que también tiene un increíble jardín detrás.— Explicó sonriendo cuando consiguió recuperarse.
Ariadna T. Tremblay
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Riley Kavalier
Mi rostro cambia por completo cuando escucho que se llevaron a su padrino, pero más aún cuando caigo en la cuenta de quién se trata. El ministro de salud es Nicholas Helmuth, el sanador que me atendió aquella vez en el hospital cuando tuve la sobredosis. Fue amable conmigo, no me presionó y me toleró en aquel momento en el que no era la persona más agradable del mundo - Lo siento mucho - digo en voz baja aún pensando en el asunto. Siento la necesidad de hacer algo pero no veo qué, ya mostraron que son salvajes y poco podría ser alguien como yo en poco tiempo, será trabajo para los profesionales.

El tema no dura mucho más que eso y lo agradezco pues creo que aún no estoy listo para esa clase de charlas profundas, no con Ari al menos. La búsqueda de mi nuevo hogar nos tendrá ocupados solo que en un sitio distinto porque antes de que pueda hacer nada, la rubia me toma de la mano y aparecemos en un barrio del Capitolio que jamás he visitado, aunque creo que mis padres tenían amigos por aquí...

Me giro para ver a la sanadora que está quieta en el lugar y tras ver su rostro me apresuro a tomarla de la cintura para que no se caiga allí mismo - No es conveniente hacer apariciones luego de guardias largas, sanadora Tremblay - bromeo con una sonrisa y la suelto cuando veo que ya está un poco mejor.

Presto atención a la casa que se alza frente a nosotros pues creo que es perfecta. Es espaciosa, tiene un techo extraño y un garage que podré usar de laboratorio pues ni hoy ni nunca lo llenaré con un auto - ¿Cómo funciona ésto? ¿Llamamos al número que dice el cartel? - pregunto con una ceja en alto, ni siquiera recuperé mi teléfono aún. Se ve como un sitio caro pero creo que la herencia de mi padre será más que suficiente - Creo que Amanita tendrá más de un cuarto aquí...
Riley Kavalier
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Ariadna T. Tremblay
Miembro de Salud
Aunque Ariadna era bastante orgullosa, aceptó la ayuda de su amigo y se apoyó ligeramente sobre sus hombros antes de recuperar las fuerzas. —Fue por una buena causa, señorito Kavalier.— Se excusó con una temblorosa sonrisa pintada en el rostro.
Dio un par de bocanadas de aire y se soltó del agarre, al tiempo que asentía con la cabeza, sin dejar de observar la hermosa casa frente a ambos. Definitivamente podía imaginarse a Riley viviendo allí, relacionándose un poco más con la sociedad y menos con las lechugas.

Abrió su bolso y luego de rebuscar entre los bolsillos internos, por fin encontró el pequeño y antiguo celular. Muy pocas veces lo utilizaba, así que no encontraba razones para cambiarlo. —Puedes usar mi móvil para llamar. Los dueños vendrán al instante y podrás ver la casa, no sólo la fachada. — Bromeó.

La rubia se quedó en silencio mientras el brujo hablaba y para entretenerse durante esos segundos, caminó hasta una de las ventanas e intentó observar el interior.
Su boca cayó abierta ante la preciosa y hogareña chimenea justo en medio de la sala, no aguantó la emoción y giró sobre sus sandalias para apuntar con el indice, golpeando un poco el vidrio. —Tienes que vivir aquí.— Exclamó riendo y al recuperar su celular cuando la llamada finalizó, lo guardó en el bolsillo de su holgada falda blanca. —Digo...seguro que a Amanita le agradaría.

Debían esperar a que los dueños hicieran acto de presencia, por lo tanto Ari se apoyó ligeramente en el borde de la ventana y no supo cuál fue la razón, tal vez el cansancio derrumbó una de las paredes que había construido a su alrededor, borrando la timidez o quizás el simple hecho de querer hacerlo. Estiró la mano para acariciar con suavidad los cabellos desordenados sobre la frente de su amigo y al incorporarse, despegando el trasero de la pared, se acercó hasta que sus labios chocaron contra los de él.
Ariadna T. Tremblay
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Riley Kavalier
¿Señorito Kavalier? Hago una mueca y alzo las manos como si estuviese espantando moscas para sacar los recuerdos que eso me trae - Por favor no, las amigas de mi mamá me llamaban así y lo odiaba - comento entre risas pues puede que en algún momento haya sido un recuerdo poco agradable y quizás triste pero ahora es más como chuparse un limón. La veo ahí tocas cargadas de maquillaje y apretando mis cachetes... Ufff, horrendo.

Tomo el teléfono que me tiende y contengo la risa al ver lo antiguo que es. Creo que ya sé que regalarle para su cumpleaños pues no puedo permitir que una amiga mía tenga una pieza de tecnología prehistórica. Aún así sirve para mis propósitos así que marco el número que indica en el cartel y tras unos segundos sonando me atiende una amigable señora del otro lado. Me explica algunos detalles y doy algunas garantías, la charla finaliza luego de unos minutos cuando me dice que estará aquí en pocos minutos.

Cuelgo el teléfono y se lo devuelvo a la rubia encogiéndome de hombros cuando dice que debo vivir allí. De afuera es un bonito lugar pero debo comprobar algunas cosas dentro, como por ejemplo la ubicación de los cables, el sistema de aire acondicionado, la seguridad, las habitaciones, la estabilidad de las escaleras... Intentaré hacerlo rápido para que la sanadora pueda tomar su merecida siesta - Amanita estaría bien dentro de una caja de cartón, claro que le gustará - respondo metiendo las manos en mis bolsillos.

Estoy resignado a esperar en silencio cuando siento su mano sobre mi frente y frunzo el ceño extrañado. Mas la rareza no termina allí pues se acerca para besarme y tardo algunos segundos en reaccionar. Oh ¿Hacemos ésto ahora? Sé que la besé aquel día pero no me detuve a pensar en lo que pasaría luego de eso... Supongo que un buen primer paso sería devolverle el beso así que la rodeo con mis brazos por la cintura e imito los movimientos que he visto en tantas películas.

- Siempre es una aventura mudarse juntos pero deben esperar a comprar la casa- escucho la voz al teléfono a mis espaldas. Es una señora de cabello rojo, en forma de melena de león y un traje con demasiados colores para mi gusto, pero no tiene que agradarme su apariencia para comprarle la casa así que le dedico una sonrisa - Oh no, es solo una amiga... Voy a mudarme solo - le aclaro con tono serio pues creo que ya he dado una primera mala impresión - Somos amigos pero ahora nos besamos, aparentemente - pienso en voz alta bastante confundido.
Riley Kavalier
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Ariadna T. Tremblay
Miembro de Salud
La rubia ladeó la cabeza y arqueó las cejas dudando de cada palabra, conocía bastante a su amigo, o al menos lo suficiente para saber que mentía, al decir que Amanita estaría bien viviendo dentro de una caja de cartón. Es como si ella misma dijera que golpeaba a Lady Cora cuando esta se equivocaba o cometía errores. Jamás le había levantado la mano y mucho menos la varita.
No dijo nada, sabía que con sus gestos Riley la entendería y así fue como se acomodó junto a la ventana, para luego guardar el móvil que este le devolvía. —Si debo ser honesta, me cuesta imaginarte viviendo aquí luego de conocer tú lado de agricultor loco.— Bromeó y apartó los cabellos de su rostro. Había sido un terrible error cortarlos tanto y ahora sólo esperaba que crecieran para poder atarlos en una coleta sin problemas.

Aunque sus dedos acariciaron sin temor los mechones de la frente masculina, cuando se puso de pie y se acercó a paso lento, estaba aterrada y sentía que todo su cuerpo temblaba. No sabía qué estaba haciendo o por qué, simplemente rodeó las mejillas de su amigo con las manos y presionó sus labios contra los de él.
Al comienzo aguardó por una respuesta que la incentivara o finalmente la apartara, claro que se alegró bastante cuando Riley reaccionó correspondiendo y estrechándola también entre sus brazos.

Su alegría finalizó a los pocos segundos cuando una mujer interrumpió. Ariadna reaccionó dando un brinco hacia atrás con la respiración algo agitada y las mejillas sonrojadas, las cuales se tiñeron de un color más fuerte al oír la respuesta del brujo. —Yo...Lo siento.— Murmuró una terrible disculpa, tanto hacia Riley como hacia la mujer que los había agarrado a los besos en medio de su propio jardín. Que vergüenza.
Fingió estar interesada en el color del césped, al tiempo que sus dedos peinaban un poco los rebeldes cabellos rubios. Si, necesitaba una ducha y unas cuantas horas de sueño.
Aclaró su garganta cuando por fin pudo levantar el mentón y observar a su amigo, sin el sentimiento o la sensación de que iba a morir a causa de la bochornosa situación.

La exuberante señora caminó hacia la puerta y la abrió para comenzar con la visita del interior. —¿Quieres hacer esto sólo?— Preguntó sujetando las correas de su bolso. Estaba tan confundida, que no sabía que se suponía que debía hacer a continuación.
Desvió la mirada hacia la pelirroja, por supuesto que era teñida y le sonrió con amabilidad, mientras disimuladamente empujaba un poco a Riley para que la siguiera.
Ariadna T. Tremblay
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Riley Kavalier
Mi lado agricultor... En realidad es mucho más que eso, encontré a una nueva persona en el distrito 9 y me agradó bastante. No solo es un hombre capaz de hacer su trabajo sin entrar en crisis existenciales, sino que también es un tipo capaz de sentir cosas buenas, conectarse con el mundo y la naturaleza al punto de que aprendió a controlar uno de sus elementos. No voy a dejarlo ir por cambiar de casa, me traigo sus mejores cosas para esta nueva versión de Riley y quizás pueda seguir cultivándolas aquí.

Toda la incomodidad que no siento por ser interrumpido puedo verla en el rostro de Ari, lo cual me divierte un poco. Al parecer estamos destinados a que nos interrumpan cada vez, debería tomarlo como una señal o quizás intentarlo una tercera vez, ya veremos - No te disculpes, no es un crimen - intento relajarla dándole un ligero empujón en el brazo. ¿Quién diría que sería capaz de manejar una situación así? ¿Sin sentirme avergonzado? Este nuevo Riley está listo para conquistar el mundo de quererlo.

La mujer nos indica el camino y cuando la rubia pregunta si quiero hacerlo solo pienso por un momento. Quizás sea buena idea liberarla de la responsabilidad y que vaya a descansar, ha estado trabajando mucho y es egoísta de mi parte retenerla de esta forma - Puedo solo, ve a descansar... Te llamo en cuanto consiga una casa y un teléfono - lo siguiente en mi lista de tareas es ir a comprar uno - Nos vemos, Ari - me despido y le doy un rápido beso en los labios antes de meterme en el interior de la casa.

La mujer comienza a hablar pero me hago mi propia idea del lugar. Mis ojos pasean por las paredes y el cableado, el lugar de los enchufes y las columnas de sostén pues si quiero poner un laboratorio arriba será mejor que tolere maquinaria pesada - Me gusta ¿Podemos ver arriba? - pregunto y la mujer león me guía por las escaleras.
Riley Kavalier
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