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  • The Mighty Fall
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    OTOÑO de 247421 de Septiembre — 20 de Diciembre


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    Tras años de represión y batallas libradas, hoy son los magos los que caminan en las calles más pulcras del Capitolio. Bajo un régimen que condena a los muggles y a los traidores a la persecución, una nueva era se agita a la vuelta de la esquina. La igualdad es un mito, los gritos de justicia se ven asfixiados.

    Existen aquellos que quieren dar vuelta el tablero, otros que buscan sembrar la paz entre razas y magos dispuestos a lo que sea para conservar el poder que por mucho tiempo se les ha negado. La guerra ha llegado a cada uno de los distritos.

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    Ivar Lackberg
    Director del Servicio Social
    Mediados de Julio

    He pasado más tiempo en el norte en ésta última semana que en toda mi vida. Claro que quiero ayudar con la búsqueda, reunir provisiones para los sobrevivientes y tantear el terreno para reubicar a los niños, pero no puedo negar que también lo hago para escapar de casa y de Amalie. Lo malo es que todos mis movimientos deben pasar por Kennedy, la mujer aún no confía en mí del todo y no puedo ofenderme, eso quiere decir que he interpretado mi papel hasta el momento de manera ejemplar y no puedo lamentar eso. Pero, en su afán por querer pescarme in fraganti en una mentira, comenzó a hacer preguntas que tuve que responder.

    Comenzó con mi familia oficial y por alguna razón tenía datos sobre la no oficial también, es buena investigando, no puedo negarlo. Luego de eso preguntó sobre mi pasado, sobre quién era antes de ponerme el traje y la corbata... Así llegamos a mis andanzas en el Capitolio antes de conocer a Amalie y resulta que teníamos una amiga en común en ese entonces, bueno, era mucho más que mi amiga en realidad.

    La mujer estaba tan sorprendida como yo al unir los cables y de hecho no tengo idea de cómo terminó su reacción pues lo primero que hice fue preguntar dónde podía encontrar a la tal Moira y ella me dio indicaciones sin estar completamente conectada con la realidad. Ahora camino hacia su negocio, sin estar seguro de lo que significa. Probablemente estoy caminando rumbo a una decepción, a una posible hija furiosa con su padre o, para variar, a algo positivo en mi vida.

    Ingreso al negocio sin prestar atención al aspecto turbio que tiene y la mujer que me encuentro adentro es, para mi sorpresa, alguien que en realidad ya conozco - Así que tu nombre no es Mary después de todo... Moira.
    Ivar Lackberg
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    Dos gotas de agua - Moira IqWaPzg
    Invitado
    Invitado
    No era tan malo tener a los sobrevivientes del Distrito 14 en el loft, si bien el espacio personal era menor, el ruido mayor y las provisiones se acababan en un parpadeo, para Moira era divertido tener a tantas personas nuevas alrededor y mientras no ingresaran a su dormitorio, estaban bien.
    La más reciente adquisición de la red había sido una diminuta chica rubia con demasiada energía y aunque era poco lo que habían conversado mientras compartían una botella de ron, le agradaba bastante.

    Aquella mañana calurosa se encontraba muy aburrida, marcando en un mapa las zonas ya rastrilladas por la red en busca de los malditos niños. Pese a que la ayuda de Alice en la tienda era excelente, ya que la castaña tenía buena mano para la organización en el deposito, lo que en verdad le gusta era su compañía.
    Al final todos sabían lo sociable que era Moi y por esto mismo, el día sería agotador y poco interesante, la mujer tenía otras cosas para hacer y no estaba con ella.
    No iba a decirle nunca que le gustaba tenerla allí y si tenía que estar pagandole un par de galeones por su trabajo para mantener su compañía, lo haría.

    La campana sobre la puerta sonó y con un suave movimiento de la varita hizo desaparecer el mapa, mientras salía del pequeño despacho que tenía detrás de una estantería repleta de objetos ilegales.
    Utilizando su mejor tono seductor, volteó para tomar un pequeño frasco que contenía un liquido verde musgo. —Como lo he prometido, aquí tiene señor, Wells.— Claro que en lugar de su usual cliente, un auror que aparecía cada semana en busca de la poción entre sus manos, estaba el hombre de traje que había tratado de seducir en un intento de obtener información.

    La mente de Moira la atacó con millones de preguntas, jamás decía su nombre verdadero ¿por qué él si lo sabía? ¿Acaso la había investigado luego de aquel encuentro?
    Con la sonrisa coqueta aún dibujada en el rostro, devolvió el frasco a su lugar y negó con la cabeza. —Me temo que está confundido, no tengo idea de quién es usted.— Si trabajaba para el gobierno, estaba en grandes problemas y no por su mercadería, si la tienda se mantenía abierta desde hace varios años, era gracias a sus más fieles compradores, los cuales irónicamente trabajaban para Jamie. —Lo que si puedo ofrecerle es un magnifico colgante recién ingresado al stock. Tiene una pequeña maldición, pero es inofensiva.— Y caminando sobre sus zapatillas de lona, comenzó a buscar la mencionada joya, mientras intentaba recordar cómo carajos se realizaba el conjuro que borraba la memoria.
    Anonymous
    Ivar Lackberg
    Director del Servicio Social
    Verla salir y sonreír de esa forma me pone la piel de gallina de forma muy poco agradable, luego hace que se forme una mueca en mi rostro. Demonios, esa sonrisa otra vez que usó aquella vez y yo queriendo conseguir información de forma coqueta también - No sonrías así, por mi salud mental - pido sin molestarme en ocultar la mueca. Mierda. Debí haber imaginado que si iba dejando hijos por ahí en algún momento intentaría seducirlos sin saberlo ¿Qué demonios está mal conmigo? ¿Con ella? ¿Con el mundo? - Soy tu padre - respondo resignado y sacudo la cabeza para eliminar los pensamientos que están rondando mi cabeza. Debemos tener una conversación seria, no llena de asco por nuestro pasado comportamiento inapropiado.

    Cierro los ojos por un momento para poner los pensamientos en orden y hago a un lado con un gesto lo que estaba intentando ofrecerme que, para ser sincero, ni siquiera escuché de qué se trataba - Mi nombre es Ivar Lackberg, Kennedy me dijo que tu madre es Danielle y que naciste hace 27 años - comento con la voz algo temblorosa y el corazón martilleando contra mi pecho a más no poder. Tiene que ser cierto, lo siento en todo mi cuerpo y quizás por eso sentí esa necesidad sobrenatural de acercarme a ella cuando la conocí.

    Tampoco puedo esperar que me crea así como así pero sugerir una prueba de ADN no parece del todo conveniente, sobre todo porque trabaja para la red neopanem y a personas como ellos les conviene mantenerse lo más alejado posible de los registros oficiales - Nos conocimos en el Capitolio, cuando se enteró que estaba embarazada se alejó pero... yo quería... juro que...- y ahora ya solo me saldrán excusas. Será mejor guardar silencio para esperar su reacción.
    Ivar Lackberg
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    Invitado
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    La frase del hombre vestido con un traje costoso no le pareció importante y continuó sonriendo mientras guardaba el frasco y buscaba la hermosa joya que había obtenido temprano por la mañana.  
    Claro que la siguiente revelación le hizo dejar de lado los artículos de la tienda, para tomar la varita y apuntar hacia él enfadada. —Repite eso y te irás de aquí con un huevo menos.— Y bajó un poco la mano al cambiar de blanco.

    Al principio creía que era una broma, que pretendía llegar a ella y a su confianza, para luego encerrarla culpa del primer y desafortunado encuentro. Mas el hombre continuaba hablando y lanzando datos, datos que parecían ser ciertos.
    Cuando el nombre de Kenny y de su difunta madre sonaron dentro de su cerebro con el tono grave del desconocido, bajó definitivamente la varita.
    Él era su padre, en verdad lo era.
    Todo su cuerpo tembló, Moira jamás necesitó una figura paterna y en verdad poco le importaba el paradero del donador de espermas que la había formado, por eso mismo nunca lo buscó y ni siquiera preguntó por él. Su madre había hecho un excelente trabajo.
    Las nauseas se unieron a las sacudidas de sus músculos, ella había intentado seducirlo para obtener información, incluso se había insinuado y ¿Para qué mentir? Tal vez se había toqueteado con el recuerdo cuando la solitaria noche la envolvía..¡Y ÉL ERA SU PADRE!

    Corrió hacia le entrada de la tienda, abrió la puerta de un empujón y justo al lado del escalón de cemento, devolvió todo el desayuno.
    Perdió la noción del tiempo y sólo cuando los temblores desaparecieron y su estomago quedó completamente vacío, se incorporó y regresó al interior de su pequeño negocio.
    Volvió a mirar al viejo, mientras se dirigía al despacho detrás de la estantería, para tomar un vaso de agua y una servilleta. No tardó, en su regreso tomó asiento y sin poder formular una oración, lo siguió observando. —No me importa qué querías, tú palabra significa nada para mi. La dejaste sola.— Al final encontró su voz. —Mi nombre es Moira Dankworth, Kennedy es mi madrina y Danielle mi madre. Tengo 27 años y no te necesito aquí, jamás te necesité, puedes irte.
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    Ivar Lackberg
    Director del Servicio Social
    Debería preocuparme por tener una varita apuntando directo a mi pecho, pero con esas solas palabras logra que vea por un momento a Danielle. Tiene su mismo humor de perros y es adorable. No fingiré que extraño a la mujer ni nada por el estilo pues fue solo un lío de una noche, pero no me cabe duda de que la joven frente a mi ojos es producto de ese encuentro sin cuidado. Aun así no digo nada más al respecto y simplemente aguardo con las manos en alto hasta que baja la varita. Cuando lo hace sigue sin decir nada, en cambio sale corriendo de la tienda y si bien no me doy vuelta puedo escuchar como vomita en la entrada ¿Cómo para tanto? Ahora me dice que seré abuelo y podemos completar el día de noticias inesperadas.

    Al volver se mete a la trastienda así que aguardo sin saber qué hacer mirando hacia cada uno de los rincones. En realidad no quiero seguirla por todas partes, supongo que necesita su tiempo, pero tampoco quiero ponerme cómodo esperando algo que quizás no ocurra. Por suerte no mucho después sale con una respuesta completamente lógica y que de hecho estaba esperando. No sé si Danielle le ha dicho algo de mí, quizás mintió diciendo que las abandoné y probablemente me cueste trabajo convencerla de que no fue así.

    -Eres una adulta, no necesitas a tu padre, lo entiendo - me apresuro a responder con las manos en alto otra vez, como si eso fuera a frenar cualquier intento por echarme de la tienda - Me iré pero primero debes conocer mi lado de la historia... Quería hacerme cargo de ti, Moira, pero tu madre no me creía lo suficientemente responsable y huyó, jamás pude encontrarlas pese a que las busqué por años - demonios, ni siquiera como director del servicio social fui capaz de hacerlo - No necesito que me creas ahora, solo que me des una oportunidad para charlar, aunque creas que son puras patrañas.
    Ivar Lackberg
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    Dos gotas de agua - Moira IqWaPzg
    Invitado
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    Con la mirada clavada en el vaso de agua, volvió a beber unos cuantos sorbos, al tiempo que escuchaba todo el discurso de su padre. Como siempre hacían los hombres, nada era su culpa, ellos siempre eran las victimas de todas las situaciones. Se cogían a una mujer sin protección y desaparecían, mataban a la pareja y fue en defensa propia porque ella lo estaba atacando...Y así todo el maldito tiempo. Al final los huevos que les colgaban, era pura decoración.

    Soltó un ligero suspiro, mientras apoyaba el codo sobre el mostrador, sujetando el costado de su cabeza demostrando lo aburrida que estaba. Paseó la mirada por el cuerpo del hombre, menos mal que toda su sensualidad y belleza la había obtenido de su madre, si no estaba en el caldero. —Te estoy dando la oportunidad de que hables ahora.— Le respondió con un leve encogimiento de hombros. —Ya estarías fuera de mi tienda si lo quisiera.— Y no era una amenaza, era un dato certero.

    Se incorporó un poco, sin levantarse del asiento y siempre manteniendo la protección del mostrador de por medio. —Si vienes aquí por Kenny, supongo que eres el ayudante misterioso...¿Servicio social no?— Una carcajada sarcástica escapó de sus labios y utilizó la mano para cubrirse. —¿Me estás diciendo que con toda la tecnología que tenemos, magia, empleados, informes, certificados, elfos, esclavos...— Con la lista que mencionaba, su tono de voz iba aumentando demostrando su enojo. —No pudiste buscarme y encontrarme antes?

    Al final tomó una gran bocada de aire para calmarse y le sonrió, estaba dolida, pero eso no lo demostraría con los gestos, lo guardaría para si misma. —Eres pésimo en tú trabajo y pobre de los niños que requieran tus servicios.— Lo insultó sin utilizar las comunes palabrotas que día a día utilizaba. —Y por favor no te confundas, sé que mi madre fue una simple follada de una noche y nada más.— Y de nuevo bebió un par de sorbos de su vaso, no quería volver a vomitar.
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    Ivar Lackberg
    Director del Servicio Social
    Pretende que no le importa lo que está ocurriendo fingiendo aburrimiento y con un lenguaje corporal para nada adecuado, lo comprendo, supongo que es su mecanismo de defensa ante las situaciones de crisis. En cambio yo siento desesperación en mi interior pues lo único que quiero es que me crea,   quizás nunca lleguemos a entablar una relación de padre e hija pues somos adultos ya y quién sabe si nos llevaremos bien pero mi deber es intentarlo, es lo que he querido por años y ahora que la tengo frente a mis ojos no puedo simplemente dejarla ir.

    - Si yo, un simple asistente social en ese entonces hubiese podido encontrar a tu madre, ni ella ni tu estarían aquí ahora mismo - porque el ministerio las habría encontrado antes. La sangre de Danielle era razón suficiente para mantenerla en el margen y sus ideas y temperamento probablemente la habrían llevado a la cárcel pocos días después de ser interrogada - Tu madre era buena para esconderse, me dí cuenta de que me dio un apellido falso cuando la busqué en los registros y no pude encontrarla ¿Sabes que hay 1278 Danielles en todo Neopanem? 44 en su rango de edad y las visité a todas - claro está que ninguna era ella ¿Qué más podía hacer?

    - Entiendo tu enojo, Moira, y no pretendo que me creas sin más... Confías en Kennedy y Jeff ¿No? Puedes preguntarle a ellos, conozco a Paul desde hace años y él te dirá que clase de hombre soy - ya me arrepiento de no haberle confiado mi historia al hombre desde el principio, quizás habríamos unido cabos muchos años antes.
    Ivar Lackberg
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    Un nuevo sorbo al vaso de agua y quedó vacío, ya no podía usarlo como excusa ni tapadera, así que dedicó su tiempo a quitar la coleta de alrededor de su muñeca, para enrollarla en una especie de peinado medio atado y suelto.
    Sabía que él no mentía, ella misma tenía dudas acerca de su verdadero apellido pero nunca se decidió a investigar, en parte culpa del miedo a saber la verdad.
    La cabeza ya le estaba doliendo, presionó los dedos sobre sus sienes y ahí las masajeó un poco. —Esto es...Demasiado.— Admitió al final.

    Cuando por la mañana decidió abrir la tienda, esperaba vender un par de pociones, objetos y polvos, no regresar a casa sabiendo quién era su verdadero padre. No después de tantos años siendo sólo ella, su madrina y la red, porque ellos eran su familia.
    Se puso de pie empujando hacia atrás el asiento con su trasero y lo miró sin parpadear. —Hablaré con ellos y preguntaré por ti. Es lo único que puedo prometerte.— Aseguró, apoyando los codos sobre el mostrador.

    Se sentía confundida, tenía tantas preguntas para hacerle, mas no la confianza para creer en las respuestas. Su corazón retumbaba dentro del pecho con tanta fuerza, que le causaba dolor ¿Por qué llegó justo ahora? Cuando todas las cosas estaban patas para arriba con los sobrevivientes del catorce dentro del loft.
    ¿Por qué estás ayudando a mi madrina?— No hacía falta perdir que le dijera la verdad, Moira sabía cuándo le estaban mintiendo o queriendo engañar. —¿Por qué estás arriesgando tú puesto de trabajo para colaborar con la red?— Necesitaba saber con sus palabras, qué clase de hombre era.
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    Ivar Lackberg
    Director del Servicio Social
    Cuando se quita la coleta de la muñeca y alza las manos para recogerse el cabello me quedo viendo la marca que tiene, igual a la de Syv, con una sonrisa. Tengo un debate interno sobre si es conveniente comentárselo o no pues charlar de su hermana quizás dispare enojo en ella y la veo calmada como para echarlo a perder. Pero recientemente aprendí que el mejor remedio es ser honesto desde el principio así que aquí voy - Tu hermana Synnove tiene la misma marca aquí - y al decirlo señalo mi propia muñeca. Yo no tengo nada, pero mi madre sí tenía esa marca.

    Asiento y pronuncio un "gracias" inaudible cuando dice que hablará con ellos. Jeff no es localizable ahora lamentablemente, ya lo he intentado, y creo que él podría hablar mejor de mí que la mujer, pero al menos ella podrá decirle que no soy un títere del Capitolio y es todo lo que pido - Porque es lo correcto - respondo a su última pregunta - En realidad no creo que estar en peligro, ayudo con cosas pequeñas y más que nada con los niños - que también es mi trabajo en el ministerio después de todo - Antes cumplía un papel más activo pero esos tiempos quedaron atrás - por Synnove y creo que también un poco por Amalie.

    Respiro profundo y llego a la conclusión que creo que es mejor retirarme. Ya tendremos otra oportunidad de hablar una vez que su madrina le deje en claro mis intenciones, que confirme mi historia. Quizás luego de eso nuestra relación pueda mejorar y al menos llegar a ser amigos... O a tolerarnos, hasta con eso me conformo - No te molesto más por hoy - digo dando unos pasos en dirección a la puerta.
    Ivar Lackberg
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