OTOÑO de 247521 de Septiembre — 20 de Diciembre
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Tras años de represión y batallas libradas, hoy son los magos los que caminan en las calles más pulcras del Capitolio. Bajo un régimen que condena a los muggles y a los traidores a la persecución, una nueva era se agita a la vuelta de la esquina. La igualdad es un mito, los gritos de justicia se ven asfixiados.
Existen aquellos que quieren dar vuelta el tablero, otros que buscan sembrar la paz entre razas y magos dispuestos a lo que sea para conservar el poder que por mucho tiempo se les ha negado. La guerra ha llegado a cada uno de los distritos.
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Todavía no sé cómo se supone que debo sentirme con respecto a todo lo que ha ocurrido en estos días, especialmente luego de recibir el patronus enviado por Kenny que nos ha puesto en alerta sobre un grupo de niños que, valga la sorpresa, parecen provenir del mismísimo catorce. No entiendo bien cómo es que va la cosa y no he tenido oportunidad de hablar con mi amiga al respecto, porque el mensaje fue respondido de mi parte con que me pondría manos a la obra de inmediato y eso he estado haciendo desde entonces. Algunos me dirán ciego, pero confío en que las peticiones de Kenny son urgentes e importantes y si hay un grupo de niños del catorce que han sobrevivido, no voy a cuestionarla.
Hay zonas, sin embargo, que es mejor no recorrerlas solo. No cuando sabes que aquí todo el mundo pasa hambre y una emboscada en medio del bosque es algo de moneda corriente, con tal de robar lo poco que tengas encima. Se me da bien el combate, los años de entrenamiento para agente siguen vigentes en algún punto de mi cuerpo acostumbrado a la supervivencia, pero sé que yo solo no podría contra un grupo mayor. Por eso mismo es que David viene conmigo, a quien oigo por detrás de mis pasos mientras nos adentramos en las colinas del distrito once, el cual es un sitio perfecto para perder a un montón de críos.
Levanto la vista para chequear entre las ramas de los árboles, las cuales dejan pasar la luz del sol que, por suerte, no golpea con tanta fuerza en este lugar. Mantengo los dedos apretados alrededor de la varita que he robado la semana pasada, a sabiendas de que no oigo a nadie más que nuestros propios pies — No nos quedan muchas horas de luz solar — me giro hacia él en un intento de no golpearlo con mi mochila — ¿Crees que deberíamos seguir hacia las colinas más altas o dar un rodeo? Si son niños inteligentes, deberían estar ocultos — o quizá son una panda de suicidas.
Hay zonas, sin embargo, que es mejor no recorrerlas solo. No cuando sabes que aquí todo el mundo pasa hambre y una emboscada en medio del bosque es algo de moneda corriente, con tal de robar lo poco que tengas encima. Se me da bien el combate, los años de entrenamiento para agente siguen vigentes en algún punto de mi cuerpo acostumbrado a la supervivencia, pero sé que yo solo no podría contra un grupo mayor. Por eso mismo es que David viene conmigo, a quien oigo por detrás de mis pasos mientras nos adentramos en las colinas del distrito once, el cual es un sitio perfecto para perder a un montón de críos.
Levanto la vista para chequear entre las ramas de los árboles, las cuales dejan pasar la luz del sol que, por suerte, no golpea con tanta fuerza en este lugar. Mantengo los dedos apretados alrededor de la varita que he robado la semana pasada, a sabiendas de que no oigo a nadie más que nuestros propios pies — No nos quedan muchas horas de luz solar — me giro hacia él en un intento de no golpearlo con mi mochila — ¿Crees que deberíamos seguir hacia las colinas más altas o dar un rodeo? Si son niños inteligentes, deberían estar ocultos — o quizá son una panda de suicidas.
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Con mis padres habíamos llegado al acuerdo tácito de que ellos no harían preguntas y así yo no mentiría. Cuando llegaba el día en que veían mi mochila armada en la cocina, era poco lo que me decían, salvo desearme buena suerte por muy contrariados que se sintieran con mis decisiones. Mi estancia en el distrito seis duró aún menos que otras veces porque la noticia de que el distrito escondido había sido reducido a cenizas nos sacudió una mañana y me tuvo con la ansiedad carcomiéndome. No soy tan imprudente como mis padres creen, y esperé un poco antes de lanzarme a los distritos más alejados. Tenía que dar un rodeo antes de llegar al refugio de la Red de NeoPanem, por su seguridad y por la mía. Ese desvío obligado me llevaba por los barrios ruinosos de los distritos pobres, su mercado ilegal y a conversar con un par de vagos para que me contaran sus quejas y algunos chismes que agradecía en secreto.
El patronus de Kenny me encontró en una de estas calles y estaba a medio camino del refugio, cuando desvíe mi camino para seguir a Ferdia que había emprendido la búsqueda de los chicos supervivientes al incendio. Mi mente llevaba días llenándose de especulaciones al respecto. Sabía que no podía confiar en los medios oficiales que informaban a los ciudadanos de NeoPanem y estaba impaciente por hacerle preguntas a Kenny, pero sería el pelirrojo quien tendría que responder en algún momento que nos detuviéramos a descansar. Levanto mi mirada por encima de las copas de los árboles, hacia la elevación de las colinas, evaluando cuál de los dos caminos posibles nos conviene tomar en el tiempo reducido que tenemos hasta que la luz del día se extinga. La luz se pierde entre las hojas, cada vez más suave. —Deben ser chicos inteligentes, se criaron en el distrito 14— opino, desde lo que puedo imaginar y lo poco que se a partir de ciertos relatos. Tengo la esperanza de que lo sean, porque no creo que el gobierno les aligere el castigo por ser más jóvenes. —Demos un rodeo, a una segunda mirada podremos descubrir más cosas— sugiero y miro con desconfianza las colinas, porque cabe que la posibilidad de que estén atrincherados allí como podrían estar en cualquier otro sitio.
—¿Qué sucederá si los encontramos?— disparo, es la primera pregunta obligada para la que supongo que Kenny tiene una respuesta, no dudo de que haya un plan detrás de esto. Estamos hablando de personas que el gobierno dio por muertos como traidores. No estoy hablando de qué haremos si los vemos, por supuesto que los llevaremos con nosotros al refugio, si logramos convencerlos. Por un lado, porque se trata de personas que están escapando de una situación que devoró su hogar, que también fue el hogar de nuestra jefa alguna vez. Y por el otro, porque esto siempre se trató de ayudar a los que son dañados y oprimidos. ¿Qué sucederá después? —Serán muchos testimonios en contra de la verdad oficial sobre lo que sucedió en el catorce— asumo, —¿pensamos devolver el fuego?— pregunto.
El patronus de Kenny me encontró en una de estas calles y estaba a medio camino del refugio, cuando desvíe mi camino para seguir a Ferdia que había emprendido la búsqueda de los chicos supervivientes al incendio. Mi mente llevaba días llenándose de especulaciones al respecto. Sabía que no podía confiar en los medios oficiales que informaban a los ciudadanos de NeoPanem y estaba impaciente por hacerle preguntas a Kenny, pero sería el pelirrojo quien tendría que responder en algún momento que nos detuviéramos a descansar. Levanto mi mirada por encima de las copas de los árboles, hacia la elevación de las colinas, evaluando cuál de los dos caminos posibles nos conviene tomar en el tiempo reducido que tenemos hasta que la luz del día se extinga. La luz se pierde entre las hojas, cada vez más suave. —Deben ser chicos inteligentes, se criaron en el distrito 14— opino, desde lo que puedo imaginar y lo poco que se a partir de ciertos relatos. Tengo la esperanza de que lo sean, porque no creo que el gobierno les aligere el castigo por ser más jóvenes. —Demos un rodeo, a una segunda mirada podremos descubrir más cosas— sugiero y miro con desconfianza las colinas, porque cabe que la posibilidad de que estén atrincherados allí como podrían estar en cualquier otro sitio.
—¿Qué sucederá si los encontramos?— disparo, es la primera pregunta obligada para la que supongo que Kenny tiene una respuesta, no dudo de que haya un plan detrás de esto. Estamos hablando de personas que el gobierno dio por muertos como traidores. No estoy hablando de qué haremos si los vemos, por supuesto que los llevaremos con nosotros al refugio, si logramos convencerlos. Por un lado, porque se trata de personas que están escapando de una situación que devoró su hogar, que también fue el hogar de nuestra jefa alguna vez. Y por el otro, porque esto siempre se trató de ayudar a los que son dañados y oprimidos. ¿Qué sucederá después? —Serán muchos testimonios en contra de la verdad oficial sobre lo que sucedió en el catorce— asumo, —¿pensamos devolver el fuego?— pregunto.
Supongo que tiene razón en eso de que deben ser inteligentes si se criaron en el catorce, aunque tampoco estoy seguro si tiene algo que ver con la inteligencia o simplemente el haber aprendido a sobrevivir desde que tienen memoria. Asiento a su sugerencia, entornando los ojos como si estuviese midiendo la silueta de una de las colinas en la distancia — Mañana podemos subir temprano, aprovechar el día. No voy a meterme en sitios donde dicen que hay bichos de todo tipo como para terminar siendo carne de cañón — trataré de encontrar a esos niños, lo prometí, pero de nada sirve que nosotros terminemos hechos pedazos en el proceso.
Estoy dispuesto a seguir con nuestro camino cuando la pregunta de Dave me detiene y eso hace que rebote en mi lugar, en un gesto un poco patético. Para evitar que se me vaya la mochila al suelo, agarro mejor la correa y vuelvo a mirar a mi compañero — No sé — admito, aunque creo que se me da muy mal el disimular como me relamo de manera tal que parece que se me hace agua la boca — Es tentador demostrarle al mundo lo que el gobierno ha hecho con esa gente, pero también supongo que sería exponer a un montón de personas, niños incluso, que no se encuentran en las mejores condiciones — no los he visto personalmente, no puedo decir mucho al respecto, pero acaban de perderlo todo. ¿Cómo se supone que estarán pasando sus días?
Retomo la marcha y bordeo un enorme árbol para marcar un nuevo rumbo, tratando de bordear las zonas empinadas donde no vamos a intervenir el día de hoy. Aún así, mi cabeza sigue trabajando — ¿Tú que opinas, Dave? — es un poco obvio que en el tono de mi voz se esconde una trampa — ¿Crees que deberíamos usar la explosión como una excusa más que aceptable para declarar la guerra pública? Porque sería fácil demostrar la máscara con la cual los Niniadis se esconden. Ahora, reclutar a los sobrevivientes del catorce… — lo dudo, pero… — No comprenderé si no desean vengarse. Al fin de cuentas, era su hogar y su gente. El enemigo en común lo tenemos, unir fuerzas sería lo más lógico.
Estoy dispuesto a seguir con nuestro camino cuando la pregunta de Dave me detiene y eso hace que rebote en mi lugar, en un gesto un poco patético. Para evitar que se me vaya la mochila al suelo, agarro mejor la correa y vuelvo a mirar a mi compañero — No sé — admito, aunque creo que se me da muy mal el disimular como me relamo de manera tal que parece que se me hace agua la boca — Es tentador demostrarle al mundo lo que el gobierno ha hecho con esa gente, pero también supongo que sería exponer a un montón de personas, niños incluso, que no se encuentran en las mejores condiciones — no los he visto personalmente, no puedo decir mucho al respecto, pero acaban de perderlo todo. ¿Cómo se supone que estarán pasando sus días?
Retomo la marcha y bordeo un enorme árbol para marcar un nuevo rumbo, tratando de bordear las zonas empinadas donde no vamos a intervenir el día de hoy. Aún así, mi cabeza sigue trabajando — ¿Tú que opinas, Dave? — es un poco obvio que en el tono de mi voz se esconde una trampa — ¿Crees que deberíamos usar la explosión como una excusa más que aceptable para declarar la guerra pública? Porque sería fácil demostrar la máscara con la cual los Niniadis se esconden. Ahora, reclutar a los sobrevivientes del catorce… — lo dudo, pero… — No comprenderé si no desean vengarse. Al fin de cuentas, era su hogar y su gente. El enemigo en común lo tenemos, unir fuerzas sería lo más lógico.
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Si la noche nos cae en lo alto de las colinas, no creo que los mosquitos sean el peor de nuestros males. Los bichos a los que hace referencia son el motivo por el que tenemos a cazadores rastreando los bosques todo el día, y en los días de mala suerte, se terminan encontrando con nosotros. Personalmente, los cazadores no me agradan, pero tampoco dormir con una bestia acechando mi pierna para darle un mordisco. — Quiero tener mis dos piernas cuando volvamos con Kenny, asi que estoy de acuerdo. Subamos mañana con la luz del día— concuerdo con el pelirrojo. Una vez más echo un vistazo hacia arriba, ¿y si los chicos...? Conservo la esperanza de que al final de todo los encontraremos, es algo que sucederá tarde o temprano. Esos chicos no han sobrevivo al fuego para extraviarse en los bosques y acabar siendo víctimas de un animal. A veces creo en el destino y creo que el de ellos es sobrevivir a lo que se les atraviese.
Percibo en mi compañero esa energía que nos mueve cada vez que tenemos en las manos una información que es trascendental, el debate de qué compartir o en qué grado implica poner límites al entusiasmo de querer arrojar toda la verdad que conocemos para que la gente pueda servirse de ella. Pero esa imprudencia se frena con la responsabilidad que tenemos con quienes nos brindan esa información, Ferdia lo tiene presente y a mi me viene bien el recordatorio. El deseo de devolver el fuego en realidad, es una decisión principalmente de los que fueron dañados. De ellos depende querer responder al ataque, nosotros somos un medio a su disposición, y podemos estar de su lado si así lo necesitan. Sería tomar un bando, y eso me hace pensar con vaguedad en mi familia, que no cuestiona mis ausencias. Si tan sólo supieran... si es que ya no lo saben y les hace más fácil callar...
— Desde mi manera de ver las cosas...— contesto, poniendo un pie detrás del otro en el ascenso, los ojos puestos en el sendero sucio que atraviesa unos árboles robustos. — Es una decisión de ellos querer que no se revele la información, para que no se sospeche de que hubo sobrevivientes. Si algo se divulga, claramente será por testimonio de alguien que estuvo allí y el gobierno sostiene que todos murieron- voy pasando en limpio.—Pero el testimonio y la exposición, el decir "estamos vivos", es una manera también de asegurarse la supervivencia. Si escondidos y viviendo en el silencio, el gobierno los encuentra, van a asesinarlos. Romper el silencio y exponerse puede servir para alertar a mucha otra gente que está en contra del gobierno, y de saber que hay supervivientes del catorce, podrían ayudarlos— sueno como un ingenuo en mi idealismo, pero no me retracto. Me sigue motivando pensar que esto de la Red Neopanem sirvió para que vaya creciendo y afianzándose un grupo de personas que todavia no salen a las calles, quizás no se conocen, pero tienen una causa en común. — Además, Ferdia... ¿crees que después de incendiar el catorce hasta consumirlo, no habrán vuelto a rematar? ¿Que no continúan con un rastrillaje? Se poco sobre cómo piensa un asesino, pero leí un par de casos reales de archivo, y cuando hay una masacre, vuelven a la escena y se encargan de eliminar hasta la última rata que se queda merodeando—. Sigo avanzando, un poco cabizbajo, no creo haber dicho nada que sea nuevo o no sospechen otros. — Simplemente no creo que esta gente pueda dormir en paz por las noches creyendo que sus enemigos fueron derrotados, sería un exceso de confianza peligroso. Seguro deben de estar viendo fantasmas por todos lados...— sonrío por la idea ridícula que ha pintado eso en mi cabeza. — Y sería genial dar a esos fantasmas una voz para atormentarlos.
Percibo en mi compañero esa energía que nos mueve cada vez que tenemos en las manos una información que es trascendental, el debate de qué compartir o en qué grado implica poner límites al entusiasmo de querer arrojar toda la verdad que conocemos para que la gente pueda servirse de ella. Pero esa imprudencia se frena con la responsabilidad que tenemos con quienes nos brindan esa información, Ferdia lo tiene presente y a mi me viene bien el recordatorio. El deseo de devolver el fuego en realidad, es una decisión principalmente de los que fueron dañados. De ellos depende querer responder al ataque, nosotros somos un medio a su disposición, y podemos estar de su lado si así lo necesitan. Sería tomar un bando, y eso me hace pensar con vaguedad en mi familia, que no cuestiona mis ausencias. Si tan sólo supieran... si es que ya no lo saben y les hace más fácil callar...
— Desde mi manera de ver las cosas...— contesto, poniendo un pie detrás del otro en el ascenso, los ojos puestos en el sendero sucio que atraviesa unos árboles robustos. — Es una decisión de ellos querer que no se revele la información, para que no se sospeche de que hubo sobrevivientes. Si algo se divulga, claramente será por testimonio de alguien que estuvo allí y el gobierno sostiene que todos murieron- voy pasando en limpio.—Pero el testimonio y la exposición, el decir "estamos vivos", es una manera también de asegurarse la supervivencia. Si escondidos y viviendo en el silencio, el gobierno los encuentra, van a asesinarlos. Romper el silencio y exponerse puede servir para alertar a mucha otra gente que está en contra del gobierno, y de saber que hay supervivientes del catorce, podrían ayudarlos— sueno como un ingenuo en mi idealismo, pero no me retracto. Me sigue motivando pensar que esto de la Red Neopanem sirvió para que vaya creciendo y afianzándose un grupo de personas que todavia no salen a las calles, quizás no se conocen, pero tienen una causa en común. — Además, Ferdia... ¿crees que después de incendiar el catorce hasta consumirlo, no habrán vuelto a rematar? ¿Que no continúan con un rastrillaje? Se poco sobre cómo piensa un asesino, pero leí un par de casos reales de archivo, y cuando hay una masacre, vuelven a la escena y se encargan de eliminar hasta la última rata que se queda merodeando—. Sigo avanzando, un poco cabizbajo, no creo haber dicho nada que sea nuevo o no sospechen otros. — Simplemente no creo que esta gente pueda dormir en paz por las noches creyendo que sus enemigos fueron derrotados, sería un exceso de confianza peligroso. Seguro deben de estar viendo fantasmas por todos lados...— sonrío por la idea ridícula que ha pintado eso en mi cabeza. — Y sería genial dar a esos fantasmas una voz para atormentarlos.
Doy gracias a que le estoy dando la espalda al caminar entre rocas, raíces y césped, porque de esa manera él no puede ver cómo es que se me va patinando una suave sonrisa por la cara que intento disimular, a pesar de que me enorgullece tener personas en nuestro bando que se toman la molestia de analizar cada una de las opciones que se nos presentan como un abanico demasiado colorido y revoltoso. Lo dejo hablar, permitiendo que los árboles sean los únicos testigos de unos pensamientos que nos valdrían la más terrible de las condenas de ser oídos por alguien equivocado. Al final, su discurso es seguido por mi silencio, ese que rompo con los pasos que quiebran algunas ramas del suelo. Opto el ir por puntos — Bueno, estoy seguro de que han regresado a chequear. ¿No viste las noticias? — pregunto, apostando a que lo ha hecho — Según los reportes, apagaron el fuego y confirmaron que no hay sobrevivientes. Niniadis no es idiota, debe tener los ojos bien abiertos. Además, aquellos que llegaron al loft de Kenny dieron la información de que había aurores muertos en el refugio dónde deberían haber encontrado a los niños. La zona estaba siendo moritoneada… — y esos críos fueron lo suficientemente listos como para salir de ella — Coincido en que la gente querrá luchar en cuanto les demos un motivo tan claro como este. Siempre pensé que el catorce podía ser un ícono fuerte, darle cara al mito, volverlos un mártir que mueva a las masas — hace quince años que los rumores corren como la pólvora. Puede que el catorce se haya aislado y sus habitantes se preocuparon solamente en sobrevivir, pero la gente que oía que habían personas viviendo en libertad lo tomaron como una señal, porque vivir fuera del régimen de Niniadis era posible. Se volvieron un estandarte incluso sin desearlo y ahora todos creen que fueron calcinados.
— Si me dieras a elegir… — continúo, pausando un poco mis palabras para medirlas — Yo levantaría el estandarte de la guerra. Les demostraría que no nos han callado, que solo se ganaron un enemigo aún más peligroso. Solo le dieron más evidencia al pueblo de la paria política que son. Pero… — me detengo, solo para poder voltearme hacia él. Ya no hay sonrisa, solo un suspiro cansado — No hay que subestimar a nuestros enemigos, Dave. Podemos ser molestos, pero ellos solo nos ven como un grano al cual quieren explotar. No hay derechos, no somos una verdadera amenaza a sus ojos y eso hace que se muevan sin parámetros. Si los del catorce deciden mostrar la cara, solo podremos ponerlos en ridículo, pero sabemos que el ataque será aún más violento. No van a dejar pasar un error como ese y no lo cometerán dos veces — y eso significa que podemos burlarnos de ello, avivar al ciudadano promedio y cobarde, pero… ¿A qué precio?
— Si me dieras a elegir… — continúo, pausando un poco mis palabras para medirlas — Yo levantaría el estandarte de la guerra. Les demostraría que no nos han callado, que solo se ganaron un enemigo aún más peligroso. Solo le dieron más evidencia al pueblo de la paria política que son. Pero… — me detengo, solo para poder voltearme hacia él. Ya no hay sonrisa, solo un suspiro cansado — No hay que subestimar a nuestros enemigos, Dave. Podemos ser molestos, pero ellos solo nos ven como un grano al cual quieren explotar. No hay derechos, no somos una verdadera amenaza a sus ojos y eso hace que se muevan sin parámetros. Si los del catorce deciden mostrar la cara, solo podremos ponerlos en ridículo, pero sabemos que el ataque será aún más violento. No van a dejar pasar un error como ese y no lo cometerán dos veces — y eso significa que podemos burlarnos de ello, avivar al ciudadano promedio y cobarde, pero… ¿A qué precio?
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Pienso en los sobrevivientes del catorce en los términos que me propone, en el distrito incendiado como la imagen de un mártir. Casi tropiezo con una raíz a causa de mi ensimismamiento y tiendo mi mano hacia el tronco más cercano, raspando la palma en el descuido. Recobro la estabilidad sin causar alboroto, las hojas caídas amortiguan nuestras pasos y nuestras voces se escuchan por encima de estos. - Cuando los ánimos de la gente están caldeados, solo necesitan de una razón para avivarlo aun más. Y de un mártir para alzarse y hacer justicia, que en realidad no creo que sea por las víctimas, sino por uno mismo- opino, mirando a su espalda porque se me hace más fácil exponer lo que pienso cuando no estoy sosteniendo la mirada de nadie, cuando no tengo a la cámara como escudo. Se un par de cosas sobre lo que el digo, sobre sentirse enojado y buscar razones para desahogar esa rabia.
Por eso tengo que apretar fuerte la mandíbula cuando acompaña a su deseo de desatar esto tanto como yo con un "pero". Uno que me da la sensación de que esto acabará en nada y si tengo que ser franco con Ferdia, eso me frustra sobremanera. Necesito hacer algo. Es un impulso de los que trato de disciplinar desde que estoy bajo la mirada de Kenny. No es insensatez, nunca he tenido esa chispa impetuosa de mis padres y hermana. Hubiese servido como escape a mi temperamento, pero no. Me trabaja por dentro, toma forma y hace presión para salir, y los impulsos acaban como balas perdidas en un campo. Calmo la sensación de impaciencia para poder ver esto con perspectiva, considerando las opciones que tenemos y que no expongan a estas personas. - Si la gente del norte logra identificarse con el catorce, ni siquiera hará falta que ellos den su voz o cara para los testimonios. Lo que quiero decir es...- ordeno mis pensamientos para exponerle mi punto:- Cuando rompieron la entrada al norte para exterminarlos, en realidad lo que hicieron fue romper el muro que los contenía ahí dentro. Quisieron exterminarlos como si fueran... el tumor del gobierno que los estaba enfermando. Pero lo va a suceder es que lo poco que quedó, no importa lo poco que sea, se va a dispersar y puede actuar como un virus infeccioso. Se puede multiplicar- fracaso en querer controlar mi ansiedad juvenil.- Y nosotros tenemos el medio- insisto. -Podemos tomar el relato de los supervivientes, contarlo como ficción para no descubrirlos, ponernos nosotros en sus pieles y que eso se extienda a otros.
El punto culminante de esto es que un acto aislado de rebeldía puede ser fácilmante aplacado por un golpe certero del ministerio, no somos tan fuertes como para resistir a los efectos que podríamos desatar. Pero, ¿cuándo lo seremos? ¿Dentro de quince años? - Se que las murallas no se derrumban con un único mazo. Pero todo acaba por caer cuando se insiste y no se da tregua- apunto. - Y todo tiene un costo, siempre. Hacer nada también tiene un costo.
Por eso tengo que apretar fuerte la mandíbula cuando acompaña a su deseo de desatar esto tanto como yo con un "pero". Uno que me da la sensación de que esto acabará en nada y si tengo que ser franco con Ferdia, eso me frustra sobremanera. Necesito hacer algo. Es un impulso de los que trato de disciplinar desde que estoy bajo la mirada de Kenny. No es insensatez, nunca he tenido esa chispa impetuosa de mis padres y hermana. Hubiese servido como escape a mi temperamento, pero no. Me trabaja por dentro, toma forma y hace presión para salir, y los impulsos acaban como balas perdidas en un campo. Calmo la sensación de impaciencia para poder ver esto con perspectiva, considerando las opciones que tenemos y que no expongan a estas personas. - Si la gente del norte logra identificarse con el catorce, ni siquiera hará falta que ellos den su voz o cara para los testimonios. Lo que quiero decir es...- ordeno mis pensamientos para exponerle mi punto:- Cuando rompieron la entrada al norte para exterminarlos, en realidad lo que hicieron fue romper el muro que los contenía ahí dentro. Quisieron exterminarlos como si fueran... el tumor del gobierno que los estaba enfermando. Pero lo va a suceder es que lo poco que quedó, no importa lo poco que sea, se va a dispersar y puede actuar como un virus infeccioso. Se puede multiplicar- fracaso en querer controlar mi ansiedad juvenil.- Y nosotros tenemos el medio- insisto. -Podemos tomar el relato de los supervivientes, contarlo como ficción para no descubrirlos, ponernos nosotros en sus pieles y que eso se extienda a otros.
El punto culminante de esto es que un acto aislado de rebeldía puede ser fácilmante aplacado por un golpe certero del ministerio, no somos tan fuertes como para resistir a los efectos que podríamos desatar. Pero, ¿cuándo lo seremos? ¿Dentro de quince años? - Se que las murallas no se derrumban con un único mazo. Pero todo acaba por caer cuando se insiste y no se da tregua- apunto. - Y todo tiene un costo, siempre. Hacer nada también tiene un costo.
A pesar de que gran parte de mis movimientos están centrados en cómo me manejo entre las ramas para no terminar cayendo por un terreno que se vuelve ligeramente más empinado, todos mis sentidos están puestos en las palabras de mi compañero. Que es joven, que tiene sed de una revolución que quizá no puede sentir en carne propia, porque la gente de su edad no tiene una verdadera conciencia de lo que se ha perdido en los últimos dieciséis años. Los Black no eran la mejor gloria, pero al menos había otro sentido de la justicia. Y aún así, admiro su valor, admiro el espíritu que este hombre joven demuestra, porque si al menos la mitad de la población tuviese las mismas ansias, esta guerra estaría ganada. Porque nadie puede negarme que estamos en guerra, aunque sea silenciosa, los unos contra los otros desde hace una eternidad — ¿Crees que Kenny y yo no hablamos de esto? — pregunto, más no con intención de ofenderlo, sino para hacerlo partícipe — Pasamos más de una década sin hacer nada. Tengo la firme creencia de que muchos no se mueven porque tienen miedo de dar el primer paso y unos pocos murales no van a motivarlos. Los golpes deben ser certeros, pero inteligentes. Lo que dices es cierto, pero debemos ser cautos. No sabemos con quiénes contamos para luchar… — ¿Solo dos adultos y un grupo de niños que aún no encontramos? ¿Habrá más? ¿La gente tomará las riendas?
Me detengo cuando mis pies rozan un hundimiento y me inclino en busca de marcas, pero las huellas que decoran la tierra son de algún animal no demasiado grande. Mis dedos rozan el barro casi seco y se frotan entre sí, volviendo a incorporarme. Por aquí no se movió ningún humano además de nosotros, al menos no en un corto periodo de tiempo luego de la última lluvia — La gente oirá lo que sea que tengamos para decir en la radio y un testimonio del catorce podría hacer una enorme diferencia — de solo imaginarlo, se me hace agua la boca — Pero el factor sorpresa también puede ser usado a nuestro favor. El gobierno piensa que está ganando y dejar que se lo crean puede sernos útil. No hay nada más fácil que un ciego vanidoso — y de esos, en el ministerio tienen de sobra. Lo que me recuerda… — Tú te encuentras en el corazón del país. ¿Qué es lo que opina la gente estos días?
Me detengo cuando mis pies rozan un hundimiento y me inclino en busca de marcas, pero las huellas que decoran la tierra son de algún animal no demasiado grande. Mis dedos rozan el barro casi seco y se frotan entre sí, volviendo a incorporarme. Por aquí no se movió ningún humano además de nosotros, al menos no en un corto periodo de tiempo luego de la última lluvia — La gente oirá lo que sea que tengamos para decir en la radio y un testimonio del catorce podría hacer una enorme diferencia — de solo imaginarlo, se me hace agua la boca — Pero el factor sorpresa también puede ser usado a nuestro favor. El gobierno piensa que está ganando y dejar que se lo crean puede sernos útil. No hay nada más fácil que un ciego vanidoso — y de esos, en el ministerio tienen de sobra. Lo que me recuerda… — Tú te encuentras en el corazón del país. ¿Qué es lo que opina la gente estos días?
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—Yo no…— no quiero que mi ansiedad por actuar suene como una crítica hacia ellos, admiro a Kennedy en sus decisiones que la seguiría a donde sea que me dijera, con la fe ciega de un eterno aprendiz. Me dio la oportunidad de ser parte de la Red Neopanem a pesar de que no encajaba con el perfil de los otros exiliados, por más que mis estadías en el refugio sean breves y suponga un riesgo regresar tan seguido a ver a mi familia. Pese a que parezco estar dividido entre dos sitios a la vez, un pie aquí en el norte, un pie en la vida cómoda del distrito seis. —El miedo— mascullo, una palabra grotesca y tan acertada para explicar el por qué todos los que viven al margen no avasallan el centro de todo el poderío del gobierno. —Controlan todo con el miedo— suspiro. Con los ojos de los aurores puestos en todos, con los cazadores dando vueltas, los gestos de rebeldía son callados de inmediato. Eso no ayuda a formar un frente unido. Presiono mis dedos en la unión de mis cejas, pienso profundamente en lo me dice y procuro centrarme.
Veo el punto ventajoso de lo que me señala, no hay gigantes que se derrumben porque alguien más pequeño le haya lanzado una piedra a la frente, es mejor actuar con astucia y que caiga por sus propios pies. No soy bueno con los pensamientos inteligentes, con las estrategias a ganar, así que tendré que esperar a que Kenny y Ferdia nos den las indicaciones, que están avalados por la experiencia que los mantuvo vivos en este territorio hostil como para determinar qué es lo mejor para el grupo. Suspiro con la vista en alto, perdida en los espacios de luz que se abren entre las hojas de las ramas más altas. Evocar mi hogar lo hace sentir lejano, pese a que podría estar ahí cuando así lo quiera. No será pronto porque no quiero abandonar al grupo en la búsqueda de los chicos extraviados, a no ser que surja algo urgente, y si surge, no creo tener manera de saberlo. Mis padres no saben dónde me encuentro ahora mismo. —Están tranquilos porque los terroristas están muertos, porque ya no hay de qué temer. Ese es el discurso oficial y todos asienten con la cabeza. No sé si lo creen del todo, pero es de lo que hablan… hablan de los terroristas como si fueran esa maldita plaga de jardín que por fin dejará de arruinar sus huertas— musito.
El miedo otra vez. La mayoría de las personas que conozco están durmiendo en las garras de una esfinge creyéndose protegidos, y no puedes sacarlos del error, porque en serio creen que mientras todo se mantenga como hasta ahora, las cosas irán bien. Porque si incluso tienen sus críticas… siempre será mejor malo conocido, que bueno por conocer. —Son tan conformistas— sueno rabioso y aprieto fuerte mi mandíbula para serenarme. —Y a veces deseo poder conformarme como ellos lo hacen, resignarme a todo. Seguir la corriente…—. El silencio que nos rodea me lleva a pensar que toda esta búsqueda es en vano, que los chicos no están aquí y estamos perdiendo el tiempo. El pesimismo de las cosas cae sobre mis hombros. —Supongo que hay personas que nacen con destinos torcidos.
Veo el punto ventajoso de lo que me señala, no hay gigantes que se derrumben porque alguien más pequeño le haya lanzado una piedra a la frente, es mejor actuar con astucia y que caiga por sus propios pies. No soy bueno con los pensamientos inteligentes, con las estrategias a ganar, así que tendré que esperar a que Kenny y Ferdia nos den las indicaciones, que están avalados por la experiencia que los mantuvo vivos en este territorio hostil como para determinar qué es lo mejor para el grupo. Suspiro con la vista en alto, perdida en los espacios de luz que se abren entre las hojas de las ramas más altas. Evocar mi hogar lo hace sentir lejano, pese a que podría estar ahí cuando así lo quiera. No será pronto porque no quiero abandonar al grupo en la búsqueda de los chicos extraviados, a no ser que surja algo urgente, y si surge, no creo tener manera de saberlo. Mis padres no saben dónde me encuentro ahora mismo. —Están tranquilos porque los terroristas están muertos, porque ya no hay de qué temer. Ese es el discurso oficial y todos asienten con la cabeza. No sé si lo creen del todo, pero es de lo que hablan… hablan de los terroristas como si fueran esa maldita plaga de jardín que por fin dejará de arruinar sus huertas— musito.
El miedo otra vez. La mayoría de las personas que conozco están durmiendo en las garras de una esfinge creyéndose protegidos, y no puedes sacarlos del error, porque en serio creen que mientras todo se mantenga como hasta ahora, las cosas irán bien. Porque si incluso tienen sus críticas… siempre será mejor malo conocido, que bueno por conocer. —Son tan conformistas— sueno rabioso y aprieto fuerte mi mandíbula para serenarme. —Y a veces deseo poder conformarme como ellos lo hacen, resignarme a todo. Seguir la corriente…—. El silencio que nos rodea me lleva a pensar que toda esta búsqueda es en vano, que los chicos no están aquí y estamos perdiendo el tiempo. El pesimismo de las cosas cae sobre mis hombros. —Supongo que hay personas que nacen con destinos torcidos.
Terroristas. Ese título siempre me causa algo de gracia, en especial porque los Black solían verlos de la misma manera cuando eran ellos los que atacaban desde el exterior y el interior del país al ser considerados los rebeldes, los que llegaban a usurpar el mando con un golpe maestro que eliminó una dinastía de años y años. Se escondieron bajo la bandera de la justicia y la igualdad y la tiñeron del rojo de la sangre, convirtiéndose en peores tiranos de aquellos que juraron destruir. Niniadis y su gente son la cara de la hipocresía, el torturado que regresa el golpe con un fuego mucho más salvaje y acaba consumiendo todo hasta volverlo ceniza. Porque eso es lo que ha ocurrido, poco queda ahora que pueda reconstruirse y es nuestro trabajo encontrar esos cimientos — No hay político que no use esa táctica. Les ha funcionado desde el comienzo de los tiempos — el otro es el malo, ellos siempre hacen lo correcto. Supongo que en su necia cabeza y el manejo de su dudosa moral, esas personas no ven cómo se equivocan.
Lo que dice me hace mirarlo con los ojos cargados de una frialdad que nada tiene que ver con él, sino con la idea que parece plantear como una solución incoherente — Jamás sigas a la corriente, Dave. Nadie que haya agitado las aguas, lo hizo siguiendo la corriente — es la lógica más simple de la existencia. Para fastidiar y aflojar un poco el aire tenso que posiblemente cargue sus preocupaciones, sacudo la tierra de mis dedos con un agite de mi mano en el aire y hago que lo salpique un poco, algo que me hace sonreírle vagamente — Torcidos o no… tenemos la seguridad de que siempre es el pueblo el que tiene la última palabra. Y si ellos son conformistas… — me encojo de hombros como si me resignase a hacerlos cambiar de opinión, aunque es obvio que no contaba con ellos desde un principio — Pero hay gente como tú que sabe lo que sucede. Y mientras los jóvenes sigan la lucha, el propósito no morirá. No puedes matar una idea, por mucha magia que tengas en las venas. Y creo que eso es lo que más le asusta: que el pueblo recuerda — y sus errores jamás serán borrados, mucho menos que sus aciertos.
Lo que dice me hace mirarlo con los ojos cargados de una frialdad que nada tiene que ver con él, sino con la idea que parece plantear como una solución incoherente — Jamás sigas a la corriente, Dave. Nadie que haya agitado las aguas, lo hizo siguiendo la corriente — es la lógica más simple de la existencia. Para fastidiar y aflojar un poco el aire tenso que posiblemente cargue sus preocupaciones, sacudo la tierra de mis dedos con un agite de mi mano en el aire y hago que lo salpique un poco, algo que me hace sonreírle vagamente — Torcidos o no… tenemos la seguridad de que siempre es el pueblo el que tiene la última palabra. Y si ellos son conformistas… — me encojo de hombros como si me resignase a hacerlos cambiar de opinión, aunque es obvio que no contaba con ellos desde un principio — Pero hay gente como tú que sabe lo que sucede. Y mientras los jóvenes sigan la lucha, el propósito no morirá. No puedes matar una idea, por mucha magia que tengas en las venas. Y creo que eso es lo que más le asusta: que el pueblo recuerda — y sus errores jamás serán borrados, mucho menos que sus aciertos.
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Saco el aire de mi pecho en un suspiro y froto la parte trasera de mi cabeza con una mano, sacudiendo los mechones de pelo que quedan disparos hacia los lados en desorden. No conozco otra manera de avanzar que no sea contraponiéndome a todo, por un instinto que desconozco tiendo a decir «negro» cuando todos dicen «blanco». En una familia como la mía, con tan pocas reglas que acatar, no actúo contra una autoridad que me haya resultado opresiva. Es más que eso… estoy camino a descubrirlo, la certeza que tengo hasta ahora es que cuando más me pierdo por estos territorios de bosques y extraviados, me siento mejor que en cualquier otro lugar.
Me echo hacia atrás para esquivar la tierra que sacude en mi dirección, el sobresalto me saca de mi introspección y piso en falso una rama escondida entre las hojas que se acumulan en el sendero. El ruido de la madera al quebrarse resuena en mi oído, me apoyo en mi otro pie para equilibrar mi peso. Puedo asimilar mejor lo que me dice, un tanto más espabilado, lo que es bueno porque saber que cargo con tal responsabilidad es algo que requiere que tenga mi cabeza bien puesta sobre mis hombros. —¿Confías en nosotros para eso? Digo, en los chicos de la Red… ¿en qué crees que deberíamos mejorar?— pregunto, el que sea más grande y tenga más experiencia lo hace algo así como el adulto en el que se puede buscar guía, y tengo que reconocer que todo lo que me dice me inspira lo suficiente como para continuar, para no desistir por más que nuestras voces choquen con muros en muchas ocasiones.
»Si encontramos a estos otros chicos, seríamos más. Ellos tienen otras memorias, diferentes a las nuestras, todo nos hará contar una historia distinta a la que le cuentan a la gente de Neopanem— digo. No entraré en la discusión de quien tiene la verdad, lo que creo es que está llegando el tiempo en que lo que se silenció tanto tiempo, también salga a la luz. —¿Qué sucederá después?— le consulto. —Sabes… aunque las cosas cambien, aunque el gobierno cambie, no creo poder dejar de ser como soy. Siempre me preguntaré que piensan los que callan, tengo esta necesidad de cruzar límites y buscar marginados, saber qué opinan… no creo que llegue a encajar— pienso en voz alta.
Me echo hacia atrás para esquivar la tierra que sacude en mi dirección, el sobresalto me saca de mi introspección y piso en falso una rama escondida entre las hojas que se acumulan en el sendero. El ruido de la madera al quebrarse resuena en mi oído, me apoyo en mi otro pie para equilibrar mi peso. Puedo asimilar mejor lo que me dice, un tanto más espabilado, lo que es bueno porque saber que cargo con tal responsabilidad es algo que requiere que tenga mi cabeza bien puesta sobre mis hombros. —¿Confías en nosotros para eso? Digo, en los chicos de la Red… ¿en qué crees que deberíamos mejorar?— pregunto, el que sea más grande y tenga más experiencia lo hace algo así como el adulto en el que se puede buscar guía, y tengo que reconocer que todo lo que me dice me inspira lo suficiente como para continuar, para no desistir por más que nuestras voces choquen con muros en muchas ocasiones.
»Si encontramos a estos otros chicos, seríamos más. Ellos tienen otras memorias, diferentes a las nuestras, todo nos hará contar una historia distinta a la que le cuentan a la gente de Neopanem— digo. No entraré en la discusión de quien tiene la verdad, lo que creo es que está llegando el tiempo en que lo que se silenció tanto tiempo, también salga a la luz. —¿Qué sucederá después?— le consulto. —Sabes… aunque las cosas cambien, aunque el gobierno cambie, no creo poder dejar de ser como soy. Siempre me preguntaré que piensan los que callan, tengo esta necesidad de cruzar límites y buscar marginados, saber qué opinan… no creo que llegue a encajar— pienso en voz alta.
— En no hacer ruidos con ramas por un simple sobresalto — bromeo, señalando con la mirada a sus propios pies antes de regresar a sus ojos — No soy un líder, Dave. Confío en que la red tiene el espíritu suficiente como para tener a todos alerta, pero las buenas intenciones no son las que definen las guerras. Supongo que sabremos qué mejorar más temprano que tarde, si todo esto sirve para ponernos en marcha… — no habrá una idea exacta hasta que salgamos al campo de batalla. Hasta que descubramos en qué somos débiles, cuáles son sus nuevos puntos fuertes ahora que han tomado ventaja. No estoy de acuerdo con su accionar o modo de pensar, pero sé que no son idiotas, al menos no todos ellos.
Y tiene razón. Estamos lidiando con personas que han visto todo esto desde afuera, que estuvieron lejos de NeoPanem tanto tiempo que no sé hasta que punto sienten esto como su problema. Deberían sentirlo a flor de piel, a fin de cuentas consumieron su hogar hasta las cenizas. Su historia es diferente, su modo de ver el problema también debería serlo. ¿Qué sucederá después? — Te estás apresurando. No creo que podamos proyectar a algo tan grande, cuando todavía estamos encendiendo la primera chispa. ¿Veremos fuegos artificiales o una explosión? — podemos barajar cientos de opciones, pero no podemos dar ninguna por sentada. Seríamos necios — Yo opino que el pueblo debería ser quién elija. Acabar de una vez por todas el desfile de políticos que colocaron coronas sobre sus cabezas clamándose por encima del resto. Me gusta pensar que podrás elegir a dónde pertenecer — como todos nos merecemos.
Y tiene razón. Estamos lidiando con personas que han visto todo esto desde afuera, que estuvieron lejos de NeoPanem tanto tiempo que no sé hasta que punto sienten esto como su problema. Deberían sentirlo a flor de piel, a fin de cuentas consumieron su hogar hasta las cenizas. Su historia es diferente, su modo de ver el problema también debería serlo. ¿Qué sucederá después? — Te estás apresurando. No creo que podamos proyectar a algo tan grande, cuando todavía estamos encendiendo la primera chispa. ¿Veremos fuegos artificiales o una explosión? — podemos barajar cientos de opciones, pero no podemos dar ninguna por sentada. Seríamos necios — Yo opino que el pueblo debería ser quién elija. Acabar de una vez por todas el desfile de políticos que colocaron coronas sobre sus cabezas clamándose por encima del resto. Me gusta pensar que podrás elegir a dónde pertenecer — como todos nos merecemos.
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—Lo siento— suelto, cuando señala una de las primeras cosas que deberíamos mejorar, marcándome mi error de hacía unos minutos. Tardo en caer en la cuenta que no hacía más que bromear. Los giros de humor en la conversación me desconciertan, porque estoy demasiado pendiente de cada cosa que me dice, tomando un recordatorio mental de cada una de sus palabras, las cuáles no logro interpretar en todo su significado y no llegaré a hacerlo hasta tiempo después. ¿Qué definen entonces las guerras? ¿Por qué pelear si no es por una buena causa? ¿Qué lleva a las personas a pelear?
Me habla de un gobierno que conocemos como autoritario, en que una persona se perpetúa en el poder rodeándose de esbirros, ¿así es como quiero que esto continúe? Sé que muchas de las historias que cuento con mis fotografías, no podría mostrarlas en Neopanem. Quiero un lugar donde pueda contar todas las historias… ¿pero existirá? Si es posible, es de lo que desconfío. Si se trata de la decisión de la gente… —¿Puedes confiar en eso? ¿En que un pueblo sabrá elegir lo que es mejor para ellos?— no sé si estoy esperando realmente una respuesta, ni si él la tendrá. Son de esas verdades que solo el tiempo nos presentará, nos resta seguir andando, avanzando, abriéndonos paso como hacemos en la espesura de este bosque donde creemos ver huellos que no nos llevan a ninguna parte y al final cae la noche sobre los árboles, obligándonos a regresar, esta vez sin respuestas.
Me habla de un gobierno que conocemos como autoritario, en que una persona se perpetúa en el poder rodeándose de esbirros, ¿así es como quiero que esto continúe? Sé que muchas de las historias que cuento con mis fotografías, no podría mostrarlas en Neopanem. Quiero un lugar donde pueda contar todas las historias… ¿pero existirá? Si es posible, es de lo que desconfío. Si se trata de la decisión de la gente… —¿Puedes confiar en eso? ¿En que un pueblo sabrá elegir lo que es mejor para ellos?— no sé si estoy esperando realmente una respuesta, ni si él la tendrá. Son de esas verdades que solo el tiempo nos presentará, nos resta seguir andando, avanzando, abriéndonos paso como hacemos en la espesura de este bosque donde creemos ver huellos que no nos llevan a ninguna parte y al final cae la noche sobre los árboles, obligándonos a regresar, esta vez sin respuestas.
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