The Mighty Fall
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Tras años de represión y batallas libradas, hoy son los magos los que caminan en las calles más pulcras del Capitolio. Bajo un régimen que condena a los muggles y a los traidores a la persecución, una nueva era se agita a la vuelta de la esquina. La igualdad es un mito, los gritos de justicia se ven asfixiados.

Existen aquellos que quieren dar vuelta el tablero, otros que buscan sembrar la paz entre razas y magos dispuestos a lo que sea para conservar el poder que por mucho tiempo se les ha negado. La guerra ha llegado a cada uno de los distritos.

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Invitado
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Después de todo lo que sucedió al final de la primavera, una visita a casa para mostrarme vivo y entero puede ser un gesto oportuno con mis familiares. Percibo una agitación silenciosa en el ánimo de algunos magos con los que trabajo, imprecisa pero que se va consolidando como tensión en el aire. Mi duda de que sea una sensación también extendida por fuera, hacia otros magos y brujas, me traslada al Capitolio donde espero ver a Liriel en una cena que coordinamos a conveniencia de su horario en la escuela, y luego desplazarme a la Isla Ministerial a una hora en la que calculo que la familia de mi hermano (me ahorro lo de "medio-") habrá terminado la suya. No quiero empezar a hacerme una fama del tío que cae en las comidas y deben colocar un plato más a la mesa, porque no tiene casa propia ni un elfo que le cocine.

Por lo que me contaron, tengo un nuevo sobrino y acepto que conocerlo me genera una expectativa que se acrecienta al llegar a la casa, aunque no espero conocerlo hoy a deshoras. Los confusos lazos que unen a mi familia hacen que no cuestione la sangre si me toca dar la bienvenida a otro sobrino, y si es un niño de poca edad, podrá formarse como un Weynart más. Eso es lo importante. Solo en la sala principal de la mansión, mientras espero que Riorden aparezca, pienso en lo poco que me involucro en la vida de mis sobrinos, más allá de mis visitas ocasionales en las que en verdad disfruto de sus compañías. Confirmo en un reloj empotrado en la pared que es cerca de la medianoche y descarto de lleno saludar a alguno de los chicos. Me quedará como pendiente en los días siguientes.

Encuentro sobre la mesa ratona ejemplares recientes del diario, de este día y anteriores, que se fueron acumulando con aparente descuido. Paseo alrededor del mueble y como no tengo nada que hacer mientras espero, tomo la copia que llama mi atención. Aquella que en la tapa anuncia el fin del distrito 14. Releo líneas que ya conozco, la breve referencia al marido de nuestra ministra, y pierdo el interés cuando escucho los pasos que entran a la sala. -Perdona la hora de mi inoportuna visita, espero que no te traiga problemas con tu esposa- exagero mi buena educación y sonrío hacia mi hermano, a pesar de que se parezca más a una mueca. Estoy contento de volver a verlo y poder bromear sobre "su esposa", mencionándola de esa manera ahora que todos los papeles en orden permiten que lo haga.
Anonymous
Riorden M. Weynart
Si hace un mes mi vida había dado un giro abismal, ahora no sé ni qué se supone que ha dado. Debería de estar contento, que lo estoy, y sin preocupaciones porque por fin estamos todos en la mansión, Tyler incluido, y sin embargo, estoy hasta arriba de trabajo. Y lo peor no es eso. Nos hemos librado del 14 y de esos traidores por fin, pero por el camino hemos perdido a Sean Niniadis, lo que ha supuesto un golpe fuerte y que no me esperaba para nada. Por esperar ni siquiera esperaba que Jamie se dirigiera al 14, al menos no hasta que me encontré el aviso del reclamo de aurores el mismo día, porque no tenía ni idea de que por fin habían encontrado su ubicación, pero es algo que no he querido hablar con ella todavía porque no quiero ni imaginar por lo que debe de estar pasando tras la muerte de Sean. Les he presentado mis respetos tanto a Hero como a Jamie, pero nada más.

Así que hoy es otra de esas eternas noches que llevo pasando varios días en los que apenas duermo, y para colmo, una noche odiosamente calurosa. Siempre he adorado mi trabajo, pero obviamente preferiría estar durmiendo con mi recién esposa antes que pasando la noche en el despacho, con la lamparita del escritorio como única compañía. No es más que papeleo, para variar, pero un papeleo que ha aumentado considerablemente ahora que Sean no está para hacer su parte, por lo que me toca llevarme algunas de las cosas que él debería hacer si esos traidores no le hubieran matado.

Estoy a nada de quedarme dormido por culpa del cansancio cuando uno de los elfos domésticos pica a la puerta y entra en el despacho diciendo que uno de mis hermanos ha venido de visita. Porque claro, esa frase me sirve de gran ayuda, ¿no? No es como si no tuviera varios, o que quizá se refiera a una de mis hermanas pero el cansancio me haya hecho escuchar mal. Para cuando voy a pedirle más detalles, el elfo se ha esfumado y no me queda más remedio que salir fuera. — ¡Colin! — suelto nada más verle, en un tono un poco alto teniendo en cuenta la hora que es. Mi siguiente reacción es la de ir a darle un abrazo, lo que no deja de recordarme lo mucho que ha crecido porque todavía recuerdo cuando apenas levantaba dos palmos del suelo. No puedo evitar sonreír con su mención a Zoey, todavía acostumbrándome a esa palabra. — ¿Qué te trae por aquí? Si quieres puedes quedarte a pasar la noche y así mañana te presento a Tyler. — Habitaciones siempre sobran por muchos que seamos, y es más que bienvenido.
Riorden M. Weynart
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Invitado
Invitado
Camino los pasos que me restan hasta alcanzar a mi hermano en un abrazo breve, pero afectuoso. Con todo lo que ha pasado es una alegría poder verlo en su casa, sano y salvo, con una familia durmiendo bajo su techo. El escuadrón de aurores fue protagonista de la noticia que llena las páginas de los diarios y es tema recurrente en todas las conversaciones, después de las desapariciones que también dieron de qué hablar. Al final del día, de todos los hechos, lo único que me importa es que mis hermanos estén bien, poder comprobarlo con mis propios ojos. Palmeo la espalda de Riorden y me aparto para poner una distancia entre nosotros, la proximidad me permite ver el cansancio en su semblante. —Claro— me encuentro aceptando su invitación a quedarme en su casa, y no es como si tuviera otro sitio que espere mi regreso. Pestañeo al acabar con mi examen visual de su estado.

No traje nada para Tyler, tendré que ver cómo se lo compenso— me disculpo. Si se tratara de un bebé, podría traer un juguete cualquiera para que lo colgara de la cuna, pero al tratarse de un niño más grande, estoy atado a los gustos que pudo haber desarrollado hasta su edad. Tengo presente esto en todo momento, que no se trata de un nuevo miembro con una hoja en blanco como pasado. —¿Qué tal lo lleva? ¿Se está adaptando?—. Pienso en mi sobrina, que con un par de años más, también está en un periodo en que me resulta difícil precisar qué le gusta o qué no. —¿Lëia está haciendo sus tareas como hermana mayor?— pregunto con una media sonrisa.  

Miro por encima de su hombro hacia el pasillo que lleva a su oficina en casa. —Si estás ocupado, te acompaño y te hago charla para que no te duermas— me ofrezco como voluntario. La sala es un espacio inmenso, como cabe esperar de las mansiones de la Isla Ministerial, pero a estas horas me hace sentir que estoy haciendo causando un pequeño alboroto y que el ruido podría escucharse en los pisos superiores. Un inapropiado visitante nocturno para el sueño de mis sobrinos y mi cuñada. Pueden pasar semanas entre cada encuentro, que lo último que quiero es irrumpir en la rutina que cada uno de mis hermanos o primos supo armar. También tengo la mía, exclusivamente de trabajo, que no me gustaría que nadie altere.
Anonymous
Riorden M. Weynart
Me acomodo el reloj tras separarnos, y después alzo la vista hacia mi hermano pequeño otra vez.  La verdad es que me alivia que decida quedarse a pasar la noche porque así mañana podremos pasar el día juntos, e incluso ir a ver a Elle, mi hermana y su prima en su caso, porque hace demasiado tiempo que no tenemos un día familiar. Yo puedo ver a mi hermana mayor cuando quiera por vivir al lado, pero al resto verlos es más complicado.

— No te preocupes por eso.— No tengo intención de malcriar a Tyler y pienso tratarle igual que a mis otros hijos. Puede que estos días haya tenido una avalancha de cosas nuevas porque hemos tenido que comprarle de todo, pero eso no va a ser siempre así. Quizá otro pensaría que puedo permitirme malcriarle un poco porque hace pocos meses que ha perdido a su padre, pero desgraciadamente, no es el primer niño huérfano que adopto. Con Ethan era diferente porque yo ya era su tío, pero al final, la situación es un poco parecida. — Va poco a poco, pero mejorando. Lëia también está intentando adaptarse a la vida en la Isla Ministerial todavía — añado. Yo también tuve que adaptarme al venir aquí en su momento, acostumbrado a llevar años en el 13 y siempre más aislado. Aquí todo está al alcance de la mano casi, y aunque las mansiones son enormes, en un minuto puedo estar en casa de Elle, por ejemplo.

Cuando el tema de trabajo vuelve a salir, no puedo evitar hacer una pequeña mueca. No tenía pensado quedarme mucho más rato trabajando, pero la llegada de Colin ha sido la excusa perfecta para dejarlo por hoy. — Por mucho que me gustaría escucharte en tus intentos por conseguir que no me duerma, creo que prefiero pasar al salón a tomar una copa — comento en un tono bromista. No suelo beber prácticamente nunca, excepto en ocasiones especiales, y creo que hoy lo podemos considerar como tal porque no todos los días puedo ver a mi hermano. — ¿Cómo se están tomando en tu escuadrón lo que ha pasado con el 14 y con Sean Niniadis? — Quizá sea el que está por encima de todos ellos, pero obviamente estos días no tengo tiempo para hablar con los trabajadores, así que no tengo ni idea de cómo se habrán tomado todas las novedades... tanto las buenas como las malas. Están siendo unos meses complicados. Esto es una manera de averiguar qué opinan mis trabajadores y tenerlo en cuenta para mejorar ciertos aspectos del ámbito de la comunicación de cara al futuro.
Riorden M. Weynart
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Invitado
Invitado
No es hasta que lo dice que me doy cuenta que la vida de mi hermano está llena de cambios. Su mansión en la Isla Ministerial se ha convertido en una casa de familia, es esposo y es padre por elección de un par de niños. Me hace pensar un poco en como otros miembros de nuestra familia todavía nos negamos a asumir la responsabilidad de esos roles, y es que me puedo ofrecer para cumplir los caprichos de mis sobrinos por fuera de la vista de sus padres, pero no me veo haciéndome cargo de un niño a tiempo completo. Es una visión que no logro encajar en mi mente. Una mañana no hace daño, así que tomo nota de pedirle a Lëia que me muestre su nuevo vecindario para tener de qué hablar con ella, aunque lo he visitado antes y no me he sentido muy interesado por ver los paisajes del muelle. -Es el mejor lugar donde pueden estar- murmuro más para mí. La seguridad aquí es impresionante, lo primero en lo que pienso debido a mi trabajo, y es algo que valoro por encima de otras superficialidades.

Una sonrisa tira de mis labios hacia arriba por el cambio de planes de mi hermano esta noche, no es mi intención interrumpirlo, pero no demuestra que abandonar sus deberes le supone un sacrificio. A estas horas, un trago es tan necesario como lo es un café en la mañana. -Adelante, entonces- acepto, como si lo único que faltara fuera mi aprobación. -También me ofrezco a acompañarte en esas-. Espero a que me sirva lo mismo que él, y nada demasiado fuerte, creo tener resistencia al alcohol, pero quiero tener un buen semblante mañana cuando salude a mi cuñada y sobrinos. Cambio mi peso de un pie a otro cuando hace la pregunta obligada de las últimas semanas, es inevitable tratarlo en cada conversación, no fue un hecho menor y creo que no peco de exagerado al decir que marcará un antes y un después. Es decir, ese distrito oculto nos tuvo sin poder dormir muchas noches, era una amenaza ahí, callada e inaccesible. -Lo del catorce se siente como una victoria que tardó demasiado en llegar y eso la hace aún mas satisfactoria, si bien me preocupa cuando provoca una excesiva confianza. ¿Conoces la frase memento mori? Recuerda que eres mortal. Cuando se volvía de un triunfo en el campo de batalla, cuando el líder del escuadrón entraba a la ciudad y era recibido con festejos, un siervo por detrás le iba repitiendo esta frase. Era una manera de evitar que los halagos cegaran al ego y lo hicieran creer que era invencible- narro. Carraspeo al continuar:- Claro que esto también tuvo su costo en vidas y particularmente, lo de Sean Niniadis fue una noticia fuerte- admito, no se puede ser iluso sobre esto, claramente su ausencia marcará un cambio en las relaciones de poder en el ministerio y echo una mirada cautelosa a Riorden. -¿Ustedes cómo llevan eso?
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Riorden M. Weynart
Asiento con la cabeza en relación al comentario de vivir en la Isla Ministerial, haciéndome una idea de a lo que se refiere. Estamos en tiempos difíciles, por mucho que el 14 haya caído, y tenerles aquí es reconfortante sabiendo toda la seguridad que hay detrás. En la Isla vivimos las personas más importantes del país, así que por obvias razones no se va a escatimar en gastos. Por otra parte, el que Benedict Franco estuviera rondando por el 4 no ha conseguido más que inquietarme, por mucho que al final alguien diera el aviso y pudiéramos llegar hasta él, consiguiendo como consecuencia el final del 14. Si él ha estado aquí como si nada... ¿qué nos garantiza que no haya más gente de esa que buscamos desde hace tantos años por aquí? Por no hablar del estúpido niño descendiente de los Black. Desde que Hans me comentó algo, es otra preocupación más añadida a la lista; otra de esas de las que no puedo hablar con nadie por la seguridad de todos.

Cuando llegamos al salón, uno de los elfos domésticos deja en la mesa de centro una copa de uno de nuestro mejores vino junto con dos copas. Le ordeno que se vaya porque prefiero estar a solas con mi hermano, sirvo las dos copas, y le ofrezco una a Colin. Doy un pequeño sorbo y saboreo el dulzor del vino tinto mientras escucho lo que dice, intentando analizar sus palabras para ver si debería preocuparme todavía más, o si puedo permitirme un poco de tranquilidad en cuanto a mis trabajadores. — Lo bueno es que ahora al menos podremos dejar de perder escuadrones pasado el norte. Son unas muertes de las que en parte siempre me sentiré culpable, pero se acabó ya. — Siempre he asumido que la culpa era de los del 14, ¿de quién va a serlo si no? — Nosotros... bueno, vamos tirando. El Ministro Hans y yo tenemos más trabajo que de costumbre ahora que Sean no está, pero con Jamie no he podido hablar prácticamente nada. — Nuestra amistad se remonta a hace muchos años, cuando yo no era más que un adolescente que quería seguir los ideales de su familia y, más tarde, vengar a su mejor amigo y hermano fallecido por culpa de un estúpido Gobierno. Es por eso por lo que me duele no poder ayudarle ahora que debe de estar pasándolo mal, así que me limito a trabajar incluso más para intentar quitarle un poco de carga laboral. — Han sido tiempos complicados, pero conseguiremos avanzar bien — añado. Es lo único que nos queda hacer.
Riorden M. Weynart
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Invitado
Invitado
Cierro mis dedos alrededor de la copa que me ofrece y al cabo de un sorbo, niego con mi mentón. —No te culpes— replico, pese a que conozco bien la jerarquía de cargos que lo responsabiliza de todo aquello que pueda salir mal dentro de su departamento, razón por la que sigo resistiéndome a hacer una carrera de ascensos como parte de mi familia. Me concentro en hacer bien mi trabajo individual, que no podría asumir el compromiso de estar pendiente del desempeño de todo un escuadrón. Si fallaran en sus expediciones me sacarían fácilmente de mis casillas y si se extraviaran los culparía a ellos por no tomar precauciones. En el caso puntual de los aurores…— Hay culpables reales, ellos asesinaron a esos escuadrones. Y recibieron el castigo que merecían, como debe ser…— lo doy por hecho. Eran una amenaza concentrada en un distrito fantasma, que lentamente se estaba expandiendo, y el fuego es la manera más efectiva de detener lo que sea que tiene la misma intensidad devoradora.

Escucho en silencio lo que dice sobre la reacomodación de tareas dentro de la cúpula del ministerio, el que la ministra se encierre en sí misma no parece un buen indicio. Su liderazgo fue lo que hizo triunfar al cambio hace quince años, por más peso que tenga Riorden o el reciente ministro Powell, la fe que se pone en un líder no suele poder trasladarse a otras figuras y me guardo esta opinión porque me limito a observar a la distancia los juegos de poder, no es algo que en realidad me interese. — Conseguiremos avanzar— secundo sus palabras, con la confianza que he sabido depositar en nuestro gobierno actual. —No se llega tan lejos, para que algo pueda detenernos ahora. El ministerio es demasiado fuerte como para que alguien quiera venir a sacudirlo desde sus bases— acoto, bebiendo de lo que va quedando en mi vaso y subo mi mirada al techo, pensando en mis sobrinos que duermen en el piso superior. Ellos también conocieron en el inicio de sus vidas una realidad distinta al lujo de la Isla Ministerial, velar por sus nuevos derechos es parte de sostener todo por se ha trabajado en estos años. —Pasará, todo siempre pasa. Lo que no mata, hace más fuerte— comento con un encogimiento de hombros.
Anonymous
Riorden M. Weynart
Doy un otro sorbo a la copa, miro por encima de esta a mi hermano pequeño, y asiento con la cabeza. Aun así, sé que me seguiré culpando. Entiendo lo que quiere decir, que realmente hemos hecho siempre todo lo que hemos podido para evitar más muertes o desapariciones, pero al final del día, soy yo quien tiene que dar la mala noticia a los familiares. Podría mandar a cualquier otro, pero siempre he querido dar yo la cara. Es una de las responsabilidades que, a mi parecer, un cargo como el mío conlleva. — A veces pienso que sería más fácil no haber conocido a los miembros de los escuadrones que mandaba — suelto al final. En una ocasión me planteé mandar a Colin con un grupo de cazadores, cuando todavía no había habido ninguna de las desapariciones. La incertidumbre de si mi hermano estaría entre los muertos al haber ido allí en un momento poco oportuno todavía recorre mi mente meses después. — Como al padre de Tyler. — Era el jefe de aurores... y lo cierto es que todavía no le he buscado un sustituto. He puesto a un suplente de confianza para los próximos meses, pero no es quien va a quedar de manera definitiva porque es algo que tengo que vigilar y pensar muy bien, no decidirlo a la primera.

Me termino la copa de vino y la dejo en la pequeña mesita de centro. — Sí, lo haremos cueste lo que cueste. Ahora será más fácil sin ese distrito secreto y traidor de por medio, pero no hay que confiarse. — No puedo explicarle por qué; no cuando la razón es algo que podría crear una problemática en el país como nunca se ha visto. La existencia de un hijo de Orion Black lleva preocupándome semanas, y aunque sé que Hans y yo acabaremos encontrándolo con ayuda de los contactos en el norte que hemos buscado, la preocupación sigue ahí. Quizá tenga que pedirle ayuda a Colin en algún momento porque es un buen rastreador también, pero por ahora, prefiero evitarle que lleve esta carga encima él también. — ¿Quieres que le ordene a los elfos que te preparen el dormitorio? — Lo cierto es que el cansancio está empezando a vencerme y pensar en los Black, en la amenaza que supone, me agota más mentalmente.
Riorden M. Weynart
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Invitado
Invitado
Comprendo a qué se refiere cuando menciona lo inconveniente que puede ser involucrarse con las personas que están a su cargo. A veces pienso en que no podría asumir un puesto de autoridad porque no me gustaría hacerme responsable de los errores que otros pueden cometer por estupidez o ineptitud. Lo que sugiere de conocer a las personas que trabajan para uno y saber que muchos de ellos tienen una familia en casa, hijos como Taylor que quedan huérfanos cuando una misión sale mal, es un peso demasiado grande en los hombros de cualquiera, por fuerte que . No hay manera de que pueda trasladar esa carga a mi propia espalda para aligerársela, pero lo que hago es colocar mi mano sobre su hombro, cerrarla en un apretón afectuoso. —La justicia puede tardar, pero siempre llega, para todos.

Es en lo que creo, es lo que nos trajo como familia de regreso desde Europa y la misma justicia será para todos los que asesinaron a esos aurores, es cuestión de tiempo. Nada podemos hacer más que seguir el rastro perdido de esos escuadrones, al menos el catorce es cenizas. El cansancio se siente y por eso asiento con la cabeza para que uno de los elfos se encargue del dormitorio que ocuparé por esta noche, si alcanzo dormir unas horas podré despertar antes que mis sobrinos. Si tengo suerte me encontraré primero con Tyler, así podré conocerlo antes de que se levante Lëia y no tendré que estar haciendo un equilibrio entre pedazos de atención para cada uno. Podré dejar la conversación que acabo de Riorden en esta sala y no preocuparme mañana, al menos tener un día libre de esas preocupaciones, porque vendrán semanas en las que no podré hacer otra cosa que sumergirme de lleno en ellas.
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