No hay ni una sola nube en el siento y el viento apenas sopla con intenciones de que no sufra de un verdadero calor, pero el clima no refleja en lo absoluto mi estado de humor. Han pasado unas dos semanas desde que el tío Ben se ha ido y las cosas están extrañas en todo el distrito. Papá dice que el señor Franco se había convencido de que su hijo solo estaba haciendo una escena y que volvería con la cola entre las patas, Arleth parece tener problemas para permitir nuevas exploraciones y no he visto a Seth en días. Creo que todos están paranoicos, como si Jamie Niniadis fuese a aparecer repentinamente en el distrito con un montón de aurores, pero obviamente no lo hace. No sé como sentirme al respecto, si consideramos que no puedo el permitirme confiar en lo que ha dicho Benedict el día en el cual se fue.

Estoy apoyado en el borde del puente que conecta al distrito con el exterior, observando el agua cristalina pasar por debajo y burlándose de mi propio reflejo, el cual demuestra mi falta de ánimos. Recargo ambos brazos en la piedra y apoyo allí el mentón, lanzando un largo suspiro. Me gustaría tener algo para hacer, pero no tengo tareas y no es precisamente divertido pasar tiempo con mis amigos en estos días, en especial si hablamos de Kyle. Solo nos dirigimos la palabra en casos de obligación y no mostramos ni una pizca de emoción, pero yo no tengo la culpa de que su tía sea una de esas personas que ejecutan las leyes que nos persiguen.

Hablando del diablo, puedo oír el sonido de pisadas y alzo la mirada para ver, de soslayo, como el susodicho se acerca, no muy seguro de si me ha visto o no. Me incorporo un poco aunque no me suelto del borde, manteniendo una mirada desinteresada en el paisaje — Sabes que no puedes salir al bosque solo, ¿no? — aventuro, porque no tengo idea de si esa es su intención — Deberás volver y encontrar un adulto que quiera acompañarte.

Hace dos semanas ya desde que conseguí ver a mi tía durante unos escasos minutos y, francamente, preferiría no haberla visto. Al principio fue agradable verla, ya no por ver a alguien de mi sangre aquí, a salvo en el lugar que ha sido mi hogar por los últimos meses, sino porque así sabría que estoy bien. Mi preocupación siempre han sido ella y que Chloe supiesen que estoy bien después de cómo desaparecí cuando iba en busca de mi hermana melliza para estar los dos en casa de Arianne. También me preocupa que mis padres desconozcan mi paradero, pero eso es un caso aparte porque ni siquiera sé si siguen desaparecidos porque no pude preguntarle a la tía Ari.

Mi relación con Kendrick tampoco está siendo muy buena. ¿Pero cómo va a serlo si fue uno de los que quiso echar a mi tía? Apenas puedo mirarle a la cara sin recordar cómo insinuaba que no era de confianza, y tampoco puedo quitarme la imagen de él tirándose contra Ben, enfadado por traerla al 14. Así que por eso paso los días encerrado en casa, sin tener casi contacto con el exterior y con el resto de los habitantes porque sigo enfadado con la mayoría, incluso hasta con los que ni siquiera estuvieron aquel día. También porque no quiero que me miren como el pobre chaval cuya tía puede traicionarnos si revela algo del distrito... porque seguro que pensarán eso aunque no sea cierto.

Al final, harto de estar encerrado y necesitado de un poco de aire fresco, salgo de la casa y camino sin rumbo fijo. No es hasta que escucho la irreconocible voz de mi amigo cuando me paro en seco, y sin girarme a mirarle, respondo: — ¿Ves a mi tía por alguna parte para que pueda acompañarme? — Sé que la culpa realmente no fue suya, que al final es cuestión del ambiente en el que ha crecido y en desconfiar por el trabajo de Arianne, pero eso no quita que siga algo molesto porque ni hemos hablado del tema. Es por eso que ni siquiera reconozco que realmente no me había dado cuenta de que iba hacia el bosque.

No es algo que diría en voz alta, pero sí puedo admitir para mis adentros que extraño pasar el rato con este idiota. Es el único chico de mi edad con quien puedo compartir cierto tipo de bromas o juegos, muy diferente a mis tratos con Jared o incluso con Delilah, por obvias razones; uno es muy pequeño y la otra es una chica. El modo que tiene de responderme solo endurece el muro invisible que se ha levantado entre nosotros, ese que me obliga a tronar la mandíbula y alzar una mirada congelada en su dirección. No quiero pelear, pero algo en toda esta estupidez me provoca las ganas de tomar los mechones ridículos de su cabello y tironearlo hasta que caiga al agua. O sacar la varita, para variar, pero no quiero más problemas.

— Por suerte no, no la veo — el mío es un tono pedante, ese que busca alzarse sobre nuestro orgullo para demostrar que no me arrepiento de las decisiones que he tomado, porque en verdad creo que son las correctas. Me separo del borde de piedra que decora el puente y me paro con firmeza frente a él, cruzándome de brazos sobre el pecho, tratando de parecer más alto de lo que en verdad soy. No es muy sencillo, considerando que tengo la maldición de ser un corcho de hombros ligeramente anchos gracias a las rutinas militares de papá — ¿Piensas ir detrás de ella también? Porque si es así, te aconsejo que no se te ocurra regresar. Jamás he hecho un encantamiento desmemorizante, pero no tengo ningún problema en practicarlo contigo — es el suave quiebre de mi voz el que me traiciona, uno que intento disimular con un carraspeo y un reacomodo en mi postura.

Nadie aquí está bien y yo tampoco. No sé cómo disimular mi obvio miedo o preocupación, pero sé que debo hacerlo porque siempre he sido el fuerte, el que no se preocupa, el que busca la solución. He crecido rodeado de personas con el ceño fruncido y dispuestas a las misiones suicidas, que me han enseñado que el valor y el sacrificio son la fuente principal de nuestra unidad y no dejaré que eso empiece a flaquear ahora. Así que, muy a mi pesar, tomo algo de aire e intento hablar muy pausadamente — Sé que no lo entiendes, Kyle, pero lo que hice lo hice porque debía hacerlo — comienzo con cuidado, pero sin perder la firmeza — Algún día, tal vez te acostumbres.

Suelto un bufido por lo bajo cuando me replica de esa manera, por mucho que me esperase esa respuesta. Han pasado dos semanas desde el gran desastre y drama del 14, y toda una vida para él aislado en este distrito, sin saber cómo somos algunos de los fuera y juzgando por los pocos que ha conocido, así que no iba a cambiar repentinamente para quedar bien delante de mí. — Preferiría que no lo hicieras. Seguro que con tu talento mágico me dejarías peor que a un pez. — No es un intento de sonar borde, sino todo lo contrario. Obviamente sigo enfadado con él, y estaré molesto siempre que recuerde el tema, pero no puedo hacerle cambiar de idea. Al menos no cuando es lo que le han inculcado desde siempre, viendo cómo querían echar todos a mi tía. Así pues, podríamos decir que aunque esté molesto, realmente no le culpo a él, sino a los adultos.

Pero el tema sigue ahí, y aunque preferiría no hablar de ello, supongo que no me queda más remedio. — No lo entiendo, pero puedo comprender por qué crees que estabas haciendo lo correcto — respondo, con la mirada hacia el suelo, y doy una pequeña patada a la hierba que tengo delante. — Solo me hubiera gustado que me escuchaseis todos un poco y me dejaseis explicar por qué Arianne no es mala ni por qué no nos traicionaría nunca. — Si fuese así, podría haber traicionado a mis padres, a mis hermanas y a mí hace años. Sin embargo, nunca nos dijo nada por vivir en la periferia, escondidos del Gobierno y de sus leyes estúpidas. — Tienes que entender que yo he crecido en un ambiente diferente... y supongo que yo terminar también de comprender que tú también has crecido en uno diferente al mío.

Por algún sitio se empieza a intentar arreglar la situación, ¿no? No estoy diciendo que en pocas horas todo vaya a estar perfecto, pero no quiero perder a la única amistad de verdad que he tenido en toda mi vida. Sinceramente, ni siquiera sabía lo que era tener amigos hasta que conocí a Kendrick... y prefiero traicionar a mis ideas y a lo que pienso antes que perderle. Es la pura verdad; una verdad que no reconocía en voz alta, pero es así.

No reconozco la frialdad que me copa la cara en ese intento estúpido a mis habilidades, pero se lo dejo pasar porque estoy seguro de que una mirada dice más que mil palabras. Lo que sí me sorprende y no puedo dejar pasar, es que no busca seguir discutiendo. Eso hace que mis brazos aflojen su apriete y los dejo caer a ambos lados de mi cuerpo, mirándolo con una renovada atención a pesar de que mi ceño sigue fruncido. Un nuevo bufidito deja bien en claro que lo he escuchado y planeo meditar sobre sus palabras, así que desvío la mirada, esa que fijo en el agua corriente del arroyo que pasa por debajo de nosotros. Tarado Kyle, me hace sentir culpable, cuando él no tiene idea de todo lo que hemos pasado como para siquiera tomar el riesgo de que alguien nos descubra.

— Ambientes diferentes — coincido en un susurro. Me paso una mano por el cabello y lo echo hacia atrás con frustración. No va a entenderlo, como posiblemente yo no lo entienda a él — Estoy asustado, Kyle — no pensé ser capaz de decirlo en voz alta, pero sale de mí sin que pueda siquiera pensarlo con claridad. La voz me traiciona, quebrándose nuevamente con una mayor obviedad y me muevo por el puente, volviendo a apoyarme en la piedra para que no pueda ver mi rostro directamente — ¿Qué pasa si nosotros tenemos razón y tú te equivocas? Dices que confías en ella, pero no puedes poner las manos en el fuego por nadie. ¿Qué pasa si nos encuentran? Nosotros no metemos gente como tu tía por una razón. ¿Y si Jamie Niniadis se entera? ¿Y si al tío Ben le pasa algo? ¿Y si hay más aurores cerca, pero en mayor cantidad y no podemos con ellos? — Ya se acercaron una vez, no pueden hacerlo otra. Y, casi sin darme cuenta, me estoy cubriendo el rostro con una mano para que no vea como mi nariz se ha puesto roja ni como me pican los ojos ante las lágrimas que intento contener. Me muerdo el labio en un esfuerzo por mantener la compostura y el orgullo y paso el dorso de mi mano por mi nariz — Quizá te grité demasiado, pero solo no… yo no… — trago saliva, bajando un poco la voz — Solo no quiero que alguien salga lastimado.

«Ambientes diferentes»; dos palabras pero que definen muy bien por qué no podemos pensar igual en exactamente la misma situación. Por mucho que pueda intentar comprender su forma de pensar, de desconfiar a la primera de cambio, no puedo entenderlo igual que él. He crecido toda mi vida con miedo también, pero sin estar en un mismo lugar todo el tiempo y sin que el propio Gobierno estuviera buscando ese sitio inalcanzable para el exterior. Si yo he vivido todos estos años con miedo, no quiero ni imaginar cómo debe de haber sido crecer aquí, teniendo esa sensación incluso más incrementada.

No voy a negar que me sorprende ver cómo se abre. Sí, somos amigos, pero nunca pensé que Kendrick sería la clase de persona que reconoce cuándo tiene miedo. — Si nos delata... — Pero no puedo continuar la frase. La simple idea de que nos encuentren me eriza la piel, y más al pensar que la delatora podría ser mi tía y madrina. Confío en ella, pero de solo pensarlo... — Pero no puede decir donde estamos, ¿no? No creo que Ben le enseñase el camino — añado. Al menos quiero pensar eso. Ni siquiera yo sé cómo llegué aquí, así que supongo que con Arianne habrá hecho lo mismo por muchos años que haga que se conozcan. Quiero pensar que Ben no es tonto, que sabe que no puede ponernos en riesgo, pero aunque normalmente pondría la mano sobre el fuego por él, ahora mismo no las tengo todas conmigo. ¿Y si hubiera traído a otra persona en vez de a la tía Ari? Obviamente estaría molesto con él y desconfiaría de todo.

Ver a Kendrick así de preocupado no hace más que ponerme nervioso, ya no solo por toda la situación en sí, sino porque es mi mejor amigo y no quiero verle pasarlo mal. — ¿Tienes un espejo comunicador para poder hablarle? Sé que estás molesto con él, pero solo para ver que está bien y que no está en peligro. O una bola de cristal, así te ahorrarías hablarle. — Podría comprender que no quisiera hacerlo, pues yo mismo me he negado este último año a hacerlo por si me encontraba con que mis padres estaban heridos o incluso muertos. — Ken... Siento lo de estos días, pero Ari es la única de mi familia que sabe dónde estoy y la única que estaba a mi alcance en este momento. — Y supongo que ahí podemos entendernos mutuamente, pues el 14 es su familia. También está siendo la mía desde hace meses, pero obviamente no tengo el vínculo emocional que él tiene por haber crecido aquí.

Es por todo eso por lo que al final, cuando intento ponerme en su piel y comprender la inquietud y preocupación que debe de haber estado teniendo estas semanas, por lo que acabo dejando la mano en su hombro, en un intento de reconfortarle y darle apoyo moral.

No puedo responder a eso, porque Ben siempre fue quien se encargó de traer gente al distrito al ser uno de los exploradores más activos y tiene experiencia en el tema. Pero si confiaba en Arianne… ¿Habrá tomado las mismas precauciones? ¿Cómo podemos estar seguros? La respuesta es simple: no podemos. Creo que mi silencio y la expresión de mi rostro delatan que no sé cómo contestar y es peor cuando empieza a tirar opciones, esas que solo hacen crecer mi desesperación porque me doy cuenta de que hay una lista de cosas que podría hacer de tener los materiales a mano — No. No sé si el tío Seth tenga algo de eso, pero dudo que quiera… parecía muy enfadado… — jamás lo había visto con esa cara y mucho menos creí que llegaría el día en que lo viese pelear de esa manera con su mejor amigo, así que no hablé del tema con él. Puedo ser boca suelta para muchas cosas, pero sé contenerme.

Lo miro de soslayo, tratando de comprender un poco su punto acerca de su familia. Es el agarre de su mano el que me hace mirarlo por completo, girando el rostro sobre el hombro y alzando mis dedos para apretar los suyos en agradecimiento, en señal casi de tregua. Puedo sentir el sabor salado de una lágrima y lo relamo de inmediato, como si de esa forma pudiese disimularlo — Lo siento — susurro al final. Lamento que hayamos peleado y lamento que las cosas tengan que ser así. Lamento muchas cosas, en especial el no poder controlarlas. Intento mostrarle al menos algo parecido a una sonrisa, pero se muere en una mueca indefinida. Una parte de mí buscaría un abrazo, pero la que reacciona es la que suelta su mano y le da un empujón casi que hasta amistoso en el costado del torso — No vuelvas a discutirme adelante de todos — mi voz busca alzarse una vez más, tratando de sonar lo más parecida a la normalidad a pesar del obvio temblor — O te lanzaré esa maldición de los mocos que nos enseñaron el otro día en clase — ¿Cómo se llamaba? Tendré que repasarla.

Puedo oír un ave pasar por encima de nuestras cabezas, pero no le presto atención. Con un suspiro desganado, regreso la vista al arroyo y dejo caer la cabeza contra su hombro, haciendo uso de los dos centímetros que me saca en altura para tratarlo de apoyo — Dices que tu tía no va a vendernos. Quitando de que sea tu tía, ¿en qué te basas exactamente para tenerle una confianza tan ciega? Tú viviste en NeoPanem, pero sobre ellos he escuchado cosas… terribles — muevo mi nariz al arrugarla y trato de no mostrarme tan espantado. Al fin de cuentas, yo soy el valiente en este lugar.

Comprendo lo que dice sobre Seth, y al final, es él quien realmente los conoce a todos. Yo llevo aquí apenas unos meses, así que tan solo puedo sugerir cosas pero nada definitivo, porque soy un recién llegado y todavía me falta mucho por conocerles a todos de verdad. Es por eso por lo que decido mantener el tema a un lado; él sabrá cómo actuar y si hacer algo o no para comunicarse con Ben y ver cómo está.

El agarre de sus dedos me sorprende porque pensaba que el enfado, aunque ya algo más difuso y olvidado, seguiría lo suficientemente presente como para molestarse con estos contactos físicos. Aun así, me alivia y me reconforta a mí también aunque en un principio fuese para tranquilizarle a él. — No tienes que disculparte, la culpa también fue mía — le digo. Puede decirme todo con total sinceridad, que no le juzgaré por su reacción porque, para bien o para mal, puedo comprenderle demasiado. — Cuando mis padres nos dejaron a mi hermana melliza y a mí y se marcharon con mi hermana mayor, pasé unas semanas horribles — me sincero para hacerle ver que entiendo que ahora esté como esté. Es la pura verdad, y me faltan dedos para contar las noches que me quedaba dormido entre lágrimas. Es algo que nunca reconocería en voz alta porque soy demasiado orgulloso, y de hecho, es la primera vez que le digo a alguien que lo pasé mal durante aquel tiempo. Ni siquiera se lo conté a Chloe porque tenía que hacerme el fuerte delante de ella para transmitirle confianza y demostrarle que todo iría bien.

Afortunadamente, y porque no quiero ponerme sentimental recordando esa etapa, Kendrick bromea sobre volver a discutirle y las consecuencias que eso traería. — No, tranquilo, que antes hablaba en serio sobre tu gran talento mágico — añado en tono bromista y para picarle. Sin embargo, el momento de bromas y de romper la preocupación constante no dura demasiado, pues vuelve a hablar sobre mi tía. Ni siquiera sé qué decirle porque quiero creer que todo va a ir bien, y por mucho que confíe en la tía Ari, no puedo garantizar nada ni convencerle de algo que no sé muy bien ni cómo empezar a explicar. — Nunca nos delató. Sabía que Agatha, mi hermana mayor, era humana y que a ojos del resto era nuestra esclava, mientras que de puertas adentro era alguien más de la familia. — Siempre he admirado que no nos delatara a pesar del puesto de trabajo que tiene. — Pero el resto del país... No puedo hablar por todos, pero algunos son de lo peor que he visto nunca, Ken. — ¿Por qué no pueden dejar vivir a la gente tranquila y ya? Es algo que nunca entenderé.

Mis ojos se van en su dirección, de soslayo, apretando mis labios para no opinar al respecto. Hablar de familia no es algo que hagamos seguido, así que tomo su declaración como una muestra de confianza que elimina cualquier ánimo de querer seguir discutiendo. Jamás fui bueno consolando a las personas, pero aún así siento el deber de hacerlo, aunque sean las palabras más clichés y poco interesantes de todas — Nadie te culpa. Pero fuiste lo suficientemente valiente como para salir adelante — ¿Se preguntará por su hermana tanto como yo me pregunto por mis padres? Al menos él la conoció, sabe que está en algún lado, tiene un nombre y un apellido. Quizá eso sea incluso peor: él sí sabe, recuerda y puede añorar lo que dejó atrás.

Se me escapa una risita por su broma, dejando que todo se relaje entre nosotros como si las últimas dos semanas no hubiesen existido. Eso se apaga un poco cuando la conversación continúa. No conozco a su tía, tampoco a los magos de NeoPanem, pero por lo poco que he visto y oído no puedo tener una buena imagen de ellos. Aprieto un poco el pómulo contra su hombro, tomándome unos segundos para procesar lo que me está diciendo — No puedo imaginar cómo debe ser vivir ahí. Jamás podré hacerme una idea de cómo alguien puede pensar que algo como esto… — uso un brazo para gesticular en un intento de abarcar el aire, tratando de hacer alusión al distrito catorce en su totalidad — … esté mal. Nadie sale herido y no pueden decir que vivamos mal. Pero no todo el mundo puede ser malo… ¿No? — hay gente que lucha, eso también lo escuché. Pero creo que jamás podré confiar en la gente del país, al menos no voluntariamente. Aún así, empiezo a concederle el beneficio de la duda a una de las cosas que me cuenta — Quizá Ben tenía razón y Arianne no pensaba lastimarnos. No sé. El tiempo dirá quién estaba equivocado y quien no — por primera vez en mi vida, espero haber sido yo el errado. De ser así, no tendríamos de qué preocuparnos.

Me separo de él con un carraspeo y un movimiento de hombros que pretende enderezarme y volver a la normalidad. Al menos, tomaré la que me queda — ¿Quieres ver si podemos conseguir una cerveza del almacén? A estas horas es fácil robar, todos están ocupados — sugiero, cambiando el tono de mi voz como si la conversación hubiese sido siempre tan sencilla — Podemos beberla en el claro o en alguna torre vacía. Para no perder la costumbre — y poder volver a sentir que las cosas vuelven a la normalidad, al menos un rato.

No puedo evitar sonreír ligeramente con su comentario, en parte con orgullo porque es la primera vez que alguien me lo dice. Nunca me he considerado a mí mismo como valiente a pesar de por todo lo que he pasado en este último año, aun cuando ni siquiera sé qué ha sido del resto de mi familia. Para empezar, no sé ni si Chloe consiguió llegar al Distrito 11 con vida después del atentado en el Distrito 5, pero es algo con lo que, desgraciadamente, he aprendido a vivir. Yo tomé la decisión de ir al Distrito 4 después de aquella horrible noche para ver a nuestra tía, sabiendo el riesgo que corría y que nuestros padres nos lo habían prohibido. Pero ellos no estaban, y yo necesitaba hablar con algún adulto de la familia aunque eso significase separarme de mi hermana melliza durante unos días y ponerme en riesgo. Sin embargo, al final la separación ha acabado siendo de meses... y seguramente de años.

No poder comprender la mentalidad de esa gente es otra de las cosas que tenemos en común. Para mí, que he crecido en un ambiente donde he tenido una hermana mayor sin sangre mágica, completamente humana, es algo que nunca me ha entrado en la cabeza. ¿Por qué debo de ser superior simplemente por poder hacer magia? Al final del día la magia no te va a hacer más feliz, sino la gente con la que compartes tu tiempo. — No creo que todos sean malos pero... es difícil saber quiénes piensan como nosotros viendo algunas cosas — reconozco. Nunca he puesto un pie en el mercado de esclavos porque nuestros padres siempre nos lo prohibieron, pero Agatha todavía conserva recuerdos de aquella época por muy pequeña que fuera, así que alguna cosa nos contaba a escondidas a Chloe y a mí. Una vez escuché la frase de que «la magia proviene del dolor», y es algo con lo que nunca he estado de acuerdo porque si fuera el caso, todos la tendríamos. No es más que una frase estúpida que escuché una vez, pero una frase que se me ha quedado marcada como otra muestra más de la superioridad, hasta para las cosas negativas, que algunos magos creen tener.

Alzo la vista hacia el castaño cuando se separa, y muevo la cabeza en gesto afirmativo al instante: — Sí, creo que nos hace falta desconectar un poco. — Realmente nunca fui muy fan de la cerveza, al menos no hasta que llegué aquí. Al principio fue para impresionar al resto de los críos y hacer ver que yo también podía aguantar el sabor amargo; después simplemente para no quedar mal delante de Kendrick porque a él sí que parecía gustarle y no quería quedar como un niño. Pero ahora ya me he acostumbrado y no me desagrada. — Por mí vayamos al claro y así entrenamos un poco juntos después. — Con la discusión, durante estas dos últimas semanas apenas nos hemos visto, así que ya ni hablemos de practicar juntos o desafiarnos a combates amistosos.