La flemática espera extiende sus tentáculos invisibles con una lentitud inigualable, acercándose sutil en esa atmósfera cargada de estática. Bram se dedica a levantar su pie derecho, separando el talón del suelo, volviéndolo a unir en el segundo siguiente. La espera no le sienta bien y los nervios escalan con una eficacia óptima, devorándolo completamente e incapacitándole para pensar en nada más que en el sonido de esa sirena que retumba por los altavoces y hace el efecto de llamado.

Uno a uno los tributos se van levantando, movidos como un resorte, levantados por una mano mágica camino a una sala donde los vigilantes esperan ver un anticipo que ofrezca una puntuación concreta. Pues el éxito que van a tener este año depende de cómo vean el desempeño de los tributos. A fin de incorporar las carencias —sutiles o no—: que evitarán que baje la audiencia.  

—En momentos así, doy gracias de no estar en el trece —comenta y la sonrisa orgullosa despierta, obviando la carcajada y la mirada hacia atrás con motivo de ver qué tan cargado está el avispero de avispas.

En lugar de pedirle que se calle, lo ignoran y Bram se encoge de hombros. Aburrido de una espera que solo lo sacude con la desesperación propia de una acción que no sucede. Una nueva bocina irrumpe, bloqueando la expectativa, denegando la réplica.

Bram se incorpora y marcha hacia la sala. Allí dónde las armas están colocadas ceremoniosamente, brillando con un hipnotismo que lo deja sin aliento. Las pistas en el mismo sitio de siempre, los instructores desaparecidos y el público apelotonado en un palco demasiado pequeño.

Sus pasos avanzan hacia el curso de cuerda, allí dónde una malla de gran envergadura se extiende por todo el techo del recinto. Bram sube las escaleras y agarra el extremo de la red, sopesándola entre los dedos.

Resultado (Azar): Fallo
Stat (Agilidad): 11x

La tensión que despierta la cuerda entre sus dedos arqueados es notable y parcialmente agradable. Es rugosa, va a quemarle los callos de las manos y a cortarle las falanges a medida que avance pero, esa, es la menor de sus preocupaciones. Hay medimagos para algo y Bram no desestima la oportunidad de darles algo de trabajo.

Las manos aferran la red entre sus dedos y el tributo acaba colgado como una presa en el mercado. La tensión permanece en sus brazos ligeramente doblados, en sus hombros y espalda, en sus piernas, dobladas también. Más que avanzar por el mismo aire, proyectando una mano hacia el siguiente cuadrado de cuerda, ofrece el parecido del híbrido de una rana a la que han colgado de sus ancas delanteras y una persona yendo en bicicleta.

Sus ojos han decidido no mirar al séquito de grandilocuencia de vigilantes y tampoco al suelo, porque no amerita una caída desde las alturas, porque quiere llegar al otro extremo y marcar otro episodio hecho. Otra marca registrada para una institución acaudalada que no ve que, con sus migajas, podría evitar el alzamiento de los civiles que se mueren de hambre.

Resultado (Azar): Fallo
Stat (Agilidad): 11x

Los hombros y la espalda concentran ese calor leve que ofrece el ejercicio mientras sus ojos siguen fijos en una meta que está demasiado lejos. Su avance es lento y el dolor asciende por cada articulación, susurrándole en la oreja, que toda aquella pantomima puede cesar si se deja caer, si baja los brazos y abraza esa oportunidad de desnucarse, de morir por una ineptitud suya. La consideración de un cese clama en sus oídos, en su boca parcialmente cerrada, de la que exhalan respiraciones y saliva.

Coqueta es la proposición, dulce. Una invitación tácita a terminar un tormento al que le faltan varias casillas por marcar. Solo un resbalón, solo una caída acertada y todo acaba. No obstante, la casuística no está de su parte. Pues incide que la posibilidad es menor a una quincena y Bram no puede escurrirse por una posibilidad entre quince, veinte o cincuenta. Porque se gana la rotura de sus huesos, la imperdonable de los aurores y la pérdida de un tiempo inestimable estirado en una cama de hospital.

Todo por una idiotez.
Todo por un deseo de final.
Todo por querer el cese. O…
Por simplemente considerarlo.

La posibilidad ahí está, zumba como un mosquito molesto, se siente pegajosa como una tórrida noche de verano, anhelante como el beso de un amante fogoso. Pero Bram no le hace caso.

Resultado (Azar): Fallo
Stat (Agilidad): 11x

Bram proyecta la mano hacia delante, agarra la cuerda entre sus dedos, abraza la quemazón silente y suelta el aliento de un esfuerzo que lo latiga con la furia del verdugo, que lo hunde en el agua sin atisbo alguno de misericordia. La mandíbula superior se encuentra con la inferior, en un intento de maldecir su cordura por abrazar una práctica de cuerpo entero, cuando bien podría haber escogido un insulso muñeco de prácticas, colocarlo delante suyo y ponerse a recrear alguna pelea del montón, escoger la espada, la maza, el tridente o el cuchillo. Jugar con el arco a disparar a la diana o simplemente saltar en esa carrera de obstáculos interminable.

Pero ha escogido la complicación. La ha abrazado con desmedida testarudez a la espera de encontrar una ganancia. Porque no es de tomar el camino fácil y porque supone que los insulsos mentecatos deben de estar hartos de ver a un joven golpearse el pecho cual orangután y matar a un juguete hecho de paja, tela o acero.

No va a bajar los brazos. Su cerebro tiene una misión y él está obcecado en convertirse en el rey de los asesinos y destronar al inútil vencedor de voz de gallo de corral, de modos exagerados, de un fanatismo por una vida resuelta que le asquea hasta traspasar el umbral de lo estrictamente admisible. Porque ese paupérrimo elemento no llega ni a lombriz y no merece la tamaña corona que su enorme cabeza sostiene.

Resultado (Azar): Acierto
Stat (Agilidad): 11x2 = 22 || 22/75

Su cuerpo oscila a medida que avanza y recorre los metros de cuerda. La molestia de los pinchazos acomete a sus brazos y los insta a detenerse, a perder fuelle, a abrazar esa pausa demoledora. Una pausa que es mortuoria, que sabe a cansancio y a final anunciado. Un final que no puede darse porque Bram debe completar el circuito, acabe con los brazos dislocados y las palmas sangrando, acabe mojado de pies a cabeza en un sudor que denota un esfuerzo sin precedentes.

Porque no puede. Porque no va a detenerse. Porque detenerse significa muerte. Y muerte significa caída.

El siseo estalla en sus labios y la quemazón devorando la tensión que abrazan las palmas de sus manos. Duele respirar, duele avanzar, molesta en su cuerpo que permanece incómodo a un esfuerzo que ralentiza sus avances. Los cabellos se le humedecen y la vista encuentra su borrón, carcajeándose está su yo del pasado, riéndose ante el espectáculo de horror dantesco en el que lo ha metido su valentía, su deseo de demostrar que no es como los demás palurdos. Que él tiene sed. Tiene hambre. Tiene energía para dar y tomar. Y ninguna vergüenza que oprima a su manera de actuar.

Porque está acostumbrado a caer. A revolcarse entre el barro, entre brea y excremento, entre cerdos, putas y borrachos. No es nueva la situación en la que se encuentra. Elegir entre un camino y otro. Solo que esta vez, la situación es terminal. Las opciones son absolutas. Vida o muerte. Muerte o vida. No existe una tercera salida. No existe la huida. Vivir o morir. Solo eso.

Resultado (Azar): Fallo
Stat (Agilidad): 11x0 = 0 || 22/75

Respira hondo y acomoda sus brazos, sus manos, sus pies, moviéndose estúpidamente en el aire. Su cuerpo refleja el temblor del esfuerzo, del pecar de confianza para soportar su peso cuando nunca ha destacado por ser un ente capaz de cargar un buey o un asno. La lengua rasposa pide agua mientras su garganta seca se queja y sus labios abrazan ese sudor que se escurre, ese sudor que pega sus cabellos al cráneo y complica su mirar hacia la meta.

—Hay que joderse —suelta para sí, convencido de que la cordura que se encuentra en un hilo frágil y convulso, necesita de escuchar su voz, su tono acerado, su murmullo vacío de máscaras para mostrar, con sinceridad absoluta, como se siente. La tarea titánica le invita a sonreír con la irrealidad asimilada mientras su cabeza, se pregunta, si es incluso viable subir los pies, dejarlos cautivos entre la red y descansar durante cinco o diez minutos.

Se supone que es un entrenamiento. Se supone que está demostrando lo que sabe, lo que es bueno. Pero Bram no tiene una aptitud clara más que el instinto de superación. La supervivencia a la que se encarama con uñas y dientes, negándose a soltarse, a perder. Porque sobrevivir a base de corteza está bien. Porque limpiar al ganado es una opción hasta saludable. Porque meter las manos en las máquinas rotas no debería de ser una molestia. Porque limpiar casas y baños es común, es trabajo. Incluso cuando venga un cliente demasiado borracho y violento, incluso cuando el mismo escoja divertirse metiéndole la cabeza en el inodoro y tirando de la cadena. Es trabajo. Es supervivencia. Es aceptación que su escalón es demasiado bajo y la rebeldía cien por cien combatida con el castigo sin precedentes.

Resultado (Azar): Fallo
Stat (Agilidad): 11x0 = 0 || 22/75

Incoherente en una práctica sencilla al ojo humano, Bram se dedica a pisotear la esperanza y a columpiarse en el aire, a colocar los pies en el asidero de las manos, a pasar los brazos por los cuadrados de la cuerda y a respirar en una suerte de descanso, de trampas que le resbalan porque le permiten satisfacer la calma que sus miembros piden a gritos, que su respiración alterada pregona con demanda sonora, que sus pulsaciones de corazón acelerado demandan en silencio.

No tiene claro si ha terminado ya, si alguien le está hablando, si le piden que baje o no lo hacen. Porque de alguna manera el tributo ha acallado las voces y se ha sumido en sus propias pulsaciones, en los latigazos de cansancio, en la limitación de su cuerpo que permanece devorado por un fuego que no quema sino que infringe dolor.

Bram no habla, tampoco cierra los ojos —pues el temor a dormirse, a escurrirse entre sus asideros y caer, persiste—: y aguanta. Tal vez dos minutos o puede que cinco. No le importa, no le importa nada. Que se esperen los demás, que aguarden su turno dichoso donde demostrar lo que saben. Que él sigue luchando por una práctica estúpida, con una atención más estúpida aún.

Resultado (Azar): Fallo
Stat (Agilidad): 11x  || 22/75

El entumecimiento en sus manos pesa, cosquillea como una serpiente que se pasea por encima de su piel, decidida a recorrer cada ínfimo poro de su epidermis, antes de enroscarse sobre sí misma y constreñir sus muñecas hasta fomentar la necrosis. El frío se traslada a su espalda, a su torso, a sus axilas, a sus piernas. Y Bram nuevamente se encuentra temblando, sacudido por los tembleques de ese hielo que se ha abierto camino hacia el tuétano de sus huesos.

El aire se asienta en el estómago y, lentamente, devuelve la verticalidad a esos pies enroscados en la cuerda. Sus brazos se resbalan y su zurda no encuentra el asidero, adecuado. El respingo es abrupto y genera más sorpresa de la esperada. Un traspié y todo acaba. A eso se ha reducido su existencia. Un traspié y llaman al siguiente.

La mano caída busca acercarse nuevamente a la red mientras la otra mano —la diestra—: se dedica a sujetar el peso completo del tributo.

Resultado (Azar): Fallo
Stat (Agilidad): 11x  || 22/75

La diestra se aferra a la cuerda mientras las pulsaciones de su corazón alcanzan una velocidad excesiva y recrudecen la vuelta de la zurda al escenario de cuerda. La agonía se traslada al codo y al hombro, los ojos se entrecierran y el aliento sale brusco, en una bocanada.

Estúpida cuerda, estúpido equilibrio, estúpida cabeza pervertida de un ansia de grandeza de la que no ha sido partícipe, de la que ha visto en aquellos que se sobreponieron a los límites impuestos por su nacimiento, por su familia, por su distrito. Los dedos se hunden en la cuerda que quema, se retuerce y rueda. Abrazan el sufrimiento mientras el temblor de sus miembros se traslada también a sus labios.

Tiene todo en contra. Y sigue.
La dolencia no es una excusa.
Sino que lo impulsa a moverse.
Más, más, más. Siempre más.
Porque él puede, puede. Puede.

Resultado (Azar): Fallo
Stat (Agilidad): 11x  || 22/75

Su cerebro le insta a seguir, con la cabezonería propia que lo empuja cada vez que el obstáculo que se le presenta ante sus narices lo supera en envergadura. El abismal escollo vuelve a hundir el dedo acusador en la carne, a decirle que se parece a su padre, que en cuanto los aurores se presentan baja los brazos.

¿No es acaso verdad? ¿No lo es?

Estaban rodeándolo en la plaza y no huyó. Le quitaron el agarre de su madre que se había convertido más en un despojo inmundo que un ser humano particularmente luchador. Lo maldijeron por simplemente aplaudir a la locura de garras y rabia en la que se había convertido Beck. Tantas cosas, todas ciertas. Y Bram cree que no, que no ha bajado los brazos. Que sigue luchando, peleándose contra sí mismo, señalando lo evidente, que es débil, que es vulnerable y que se fortalece ante las adversidades.

Por eso no puede parar. Por eso no se permite hacerlo. Por eso sigue proyectando las manos hacia delante y temblando como una hoja en otoño, movida por el viento. Porque mientras la cabeza no decaiga su cuerpo seguirá avanzando.

Resultado (Azar): Acierto
Stat (Agilidad): 11x1.5 = 16 || 16 + 22 = 38/75