Sentía una sensación ahogada en el pecho, las manos temblorosas, la angustia trepando por su columna vertebral en forma de escalofríos. Se mantuvo sentada todo el rato, con los antebrazos apoyados sobre sus muslos y la constante sensación de que estaba viviendo su peor pesadilla: no le gustaba que la miraran, detestaba las grandes multitudes. Cuando pasaba por un grupo de adolescentes, siempre lo hacía rápido, temiendo que se rieran de ella.

Los que estarían en el palco no serían adolescentes, sino más bien buitres ansiosos por verla caer. Le pareció peor aún, le produjo náuseas y ganas de echarse a correr.

Los demás fueron saliendo uno a uno, Paige observó cómo abandonaban la sala. Cuando se quedó sola con Sam, fue incapaz de abrir la boca; ni siquiera lo hizo para decirle que parara de mover la pierna, que le estaba poniendo de los nervios. Solo lo miró de reojo un par de veces hasta que él se levantó, le deseó buena suerte y la dejó sola.

Fueron los minutos más eternos de su vida. En aquel lapso de tiempo, su pensamiento se fue por distintos hilos: que no quería hacer el ridículo, que le daban igual esas personas y lo que opinaran de ella, que quería dar una buena impresión, que le importaba una mierda todo, que no le importaba una mierda nada.

Cuando la llamaron y salió, lo hizo con la con los ojos clavados en el suelo. Solo los levantó para mirar hacia el palco, a cuyos miembros les dirigió una expresión seria que esperaba que tomaran como saludo. Tenía claro lo que quería hacer, pero aún no había decidido si quería hacerlo bien o ya le daba igual cómo le saliera aquella demostración.

Se plantó frente a un blanco, plano y liso, que ocupaba toda la pared. Tomó un pincel lleno de barro de la mesa donde estaban los elementos que se usaban para el camuflaje y, sin ni siquiera pensárselo, comenzó a pintar unos puntos en el blanco. No eran nada, solo una guía para lo que ella pensaba hacer. Si los del palco miraban, solo verían eso: pinceladas aleatorias con barrio. Dejó el pincel, lanzó otra mirada al palco mientras se dirigía al estante lleno de armas.

Cuando se llenó el cinto de cuchillos y se alejó,  a Paige no le costó nada unir los puntos de barro con líneas invisibles. Sabía lo que quería hacer, no le costó visualizarlo. La hoja del primer cuchillo se sintió fría cuando se preparó para lanzarla.

Prueba con Destreza.
Arma escogida: Cuchillos.

Acierto: 1
Fallo: 0

Dados: 12*1,5= 18
18/100

El primer cuchillo voló hasta clavarse donde estaba la primera mancha de barro. No le dio tiempo a sonreír, ni siquiera pensó en hacerlo; lo cierto era que llevaba sin sonreír desde que había empezado ese día, temiendo que cualquier movimiento, palabra o expresión diera pie al llanto.

Cogió otro cuchillo y aferró el mango entre sus dedos antes de girarlo, tomándolo otra vez por la hoja. También sabía lanzarlos de otras formas, pero aún le quedaban muchos tiros para demostrarlo; al fin y al cabo, ni siquiera había acabado la primera letra.

Prueba con Destreza.
Arma escogida: Cuchillos.

Acierto: 1
Fallo: 1

Dados: fallo.
18/100

No titubeó cuando el cuchillo se clavó fuera de las marcas de barro, tampoco se desmoralizó ni mostró cualquier otro tipo de emoción. De nuevo: aún estaba tratando de decidir si aquella prueba le importaba de verdad. ¿Para qué tantos nervios? ¿Qué más daba estar en un maldito ranking? Al fin y al cabo, todos iban a morir antes o después. Menos uno. Pero, los demás, morirían.

Siempre le había gustado estar arriba en los rankings de los juegos; en ese momento, solo quería que aquello terminara cuanto antes. Sus dedos se aferraron a la empuñadura del cuchillo, que voló en dirección al blanco.

Prueba con Destreza.
Arma escogida: Cuchillos.

Acierto: 1
Fallo: 2

Dados: fallo.
18/100

Ni siquiera se fijó dónde había acabado el cuchillo que había lanzado. En el suelo, probablemente, si se basaba en el sonido seco que se había escuchado. Se relamió los labios, apretó los dientes y entrecerró los ojos, tratando de no pensar en nada más allá del blanco.

Afianzó la coleta antes de seguir lanzando cuchillos, uno detrás de otro, de manera rápida y seguida. No perdió de vista las líneas invisibles, tampoco el mensaje que quería dar y que no paraba de repetirse en su cabeza.

Prueba con Destreza.
Arma escogida: Cuchillos.

Acierto: 2
Fallo: 2

Dados: 12*2,5= 30
48/100

Los cuchillos que iba lanzando sin ton ni son y sin ni siquiera pensar en ello comenzaban a formar las letras. Sabía que desde el palco no podrían ver nada aún; nada más allá que unos cuantos cuchillos clavados de distintas formas. Esperaba que, al menos, estuvieran valorando eso: que no estaba lanzando todos igual, que hasta la dirección y la inclinación estaban pensadas para que aquella frase tuviera sentido.

O quizás solo estuvieran hablando de sus familias, de qué notas habían sacado sus hijos en el curso anterior, de a qué actividad nueva se habían aficionado. No supo por qué, pero aquello le dio rabia. La suficiente para seguir lanzando cuchillos, pero con más fuerza. Quizás sí que le importaba, al fin y al cabo.

Prueba con Destreza.
Arma escogida: Cuchillos.

Acierto: 2
Fallo: 3

Dados: fallo.
48/100

Tal vez fuera la furia lo que hizo que algunos cuchillos se cayeran al suelo y que la punta de otros quedara hincada en el blanco, pero menos clavada que el resto. Sobresaliendo más, el mango de estos hacia afuera.

No miró hacia el palco porque, pese a sus pensamientos, no quería saber si realmente estaban mirando o no. Tampoco le apetecía pararse a pensar si ser la última le daba ventaja o no; asumiendo que, en una situación como esa, nadie tenía ventaja realmente.

Prueba con Destreza.
Arma escogida: Cuchillos.

Acierto: 2
Fallo: 4

Dados: fallo.
48/100

Había empezado a lanzar cuchillos de manera automática, por lo que no se fijó en donde estaban cayendo. Muchos de ellos fuera, eso sí; clavándose más allá de la zona delimitada para el blanco, cayendo al suelo con un leve sonido metálico.

No se había dado cuenta de que estaba apretando el puño de la mano que no estaba lanzando, no hasta que sintió las uñas clavándose contra la piel de su palma ya magullada. Solo quería terminar, dar por cerrada aquella ridícula prueba y regresar a su habitación.

Prueba con Destreza.
Arma escogida: Cuchillos.

Acierto: 3
Fallo: 4

Dados: 12*2,5= 30
78/100

Cada vez quedaban menos letras, menos palabras. Cada vez veía más cerca el momento de terminar y marcharse. Alzó el mentón, se pasó el dorso de la otra mano por los ojos cansados. No sabía cuánto llevaba sin parpadear, retrasando el momento para no perder de vista el objetivo, así que lo hizo. Pestañeo varias veces, terminando por cerrar los ojos con fuerza. La sensación le recordaba a cuando pasaba muchas horas delante del ordenador, jugando a videojuegos y, al final, los sentía agotados e irritados.

Aquella comparación hizo que levantara la cabeza, que la sacudiera un poco antes de continuar. Era horrible comparar aquello con un videojuego. En los videojuego siempre había más de una persona que salía con vida.

Prueba con Destreza.
Arma escogida: Cuchillos.

Acierto: 3
Fallo: 5

Dados: fallo.
78/100

Se le estaba haciendo largo y tedioso, y Paige se cuestionó si debería haber elegido el arco o la ballesta. Al fin y al cabo, podría haber hecho lo mismo. No sabía qué había sido lo que la había llevado a escoger los cuchillos; que fue el primer arma con la que probó, tal vez.

Aunque la cabeza le dolía, no dejó de lanzar cuchillos. Los sujetaba por el mango, a veces por la hoja, pero siempre los lanzaba con la misma determinación.

Prueba con Destreza.
Arma escogida: Cuchillos.

Acierto: 4
Fallo: 5

Dados: 12*2= 24
102/100

La punta del cuchillo se clavó exactamente donde ella había pintado la última mancha de barro. Paige se alejó unos pasos, quitándose el sudor de la frente antes de desatarse el cinto y dejarlo sobre la mesa de las armas. Algunos cuchillos se salieron e hicieron ruido, extendiéndose por la mesa. No le importó, solo se pasó la mano por la nuca, descubriendo la húmeda que también estaba aquella zona.

Dos personas salieron de algún lugar, cogiendo el blanco que había usado entre sus manos y girándolo para que se pudiera ver el resultado desde el palco. Ya no era solo ella la que podía leer el mensaje, ahora todos podían hacerlo. En las casas también, suponía. Cuando se le había ocurrido, Paige había pasado un rato cuestionándose si se entendería, si aquello llegaría a alguna parte. No era tan valiente como para insultar a personas de poder, jamás lo había sido, pero sí que podía dejar algo escrito. Una cosa que tuviera libre interpretación, que probablemente solo entendieran las personas que estaban destinadas a entenderlo.

Porque coger a un grupo de adolescentes al azar, solo para demostrar algo, era cruel y despiadado; algo que ni siquiera se haría en un videojuego. En estos últimos también había violencia, no siempre justificada, pero Paige no recordaba haber jugado nunca a algo que involucrara un acto tan atroz como ese. Habían cogido a personas que nunca habían tocado un arma y les habían obligado a hacerlo; a aprender a usarlas, a lanzarlas contra oponentes holográficos solo para que, más tarde, lo tuvieran que hacer contra personas.

Porque la vida no era un videojuego y ellos estaban haciendo que pareciera uno.

Sin más, se apartó de la mesa de las armas y salió de la sala de entrenamientos.

Prueba con Destreza.
Arma escogida: Cuchillos.

Acierto: 4
Fallo: 5

102/100