El entrenamiento es duro, debo admitirlo y tampoco es que sienta demasiada mejora. A pesar de que siento que no sirve de mucho, agradezco los conocimientos que voy ganando a medida que pasan los días, quizás eso me permita mantenerme vivo más tiempo, pero la suerte estaba echada y sólo debía esperar a ver cuál sería la mía.

Estoy revisando una ballesta, comprobando como se carga y como se usa, con la instrucción de uno de los entrenadores que se encuentra en el lugar. Batallo con el arma justo cuando escucho hablar a la persona que me instruye "Eso es todo. Creo que deberías intentar usarla" me comenta y tomo sus palabras mientras busco con la mirada algún blanco o muñeco cercano al que poder darle, sin éxito alguno.

Es entonces cuando se me ocurre que quizás debería intentar practicar con alguien más y comienzo a  a comprobar si hay alguien cerca —Disculpa— digo al chico rubio que ya había visto en varias oportunidades y que convenientemente se encuentra por la zona. Si no me equivoco es el tributo del distrito uno ¿no? Parece ser un buen contrincante, así que no pierdo el tiempo y le hago el ofrecimiento —¿Quieres un duelo?—le muestro la ballesta dándole a entender que lo que quería era un combate a distancia entre ambos.

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