— Se lo diré —respondió Rhaenys—, pero regresaremos, princesa, y la próxima vez será con fuego y sangre.

— Ese es vuestro lema —repuso la princesa Meria—. El nuestro es Nunca Doblegado, Nunca Roto. Podéis quemarnos, mi señora, pero no nos doblegaréis ni nos romperéis. Estamos en Dorne, y no sois bienvenida. Si regresáis, será bajo vuestra responsabilidad.

Nunca un intercambio entre dos mujeres tuvo consecuencias tan devastadoras para no uno, sino varios reinos.

Pero claro, Rhaenys Targaryen y Meria Martell no eran dos mujeres al uso. Eran dos gobernantes que, con sus palabras, sellaron el destino de sus pueblos. Dorne, durante un tiempo, permaneció libre del dominio de los dragones quienes, con la ayuda de sus gigantescas bestias habían logrado subyugar al resto de Poniente. Creer, no obstante, que la ambición de Aegon Targaryen se detendría tan fácilmente era un error.

Corría el año 4 cuando Aegon decidió someter, o intentar someter una vez más, Dorne, tras un año de mediaciones sin éxito. El primer asalto fue dirigido por la reina Rhaenys, que sobre su dragón Meraxes se hizo con varios de los asentamientos del principado mientras que Aegon junto a lord Harlan Tyrell atravesaban el Paso del Príncipe y Orys Baratheon hacía lo propio por el Sendahueso.

Si bien Aegon y lord Tyrell tuvieron suerte, a pesar de dividir sus caminos, encontrándose castillos vacíos o pobremente guarnecidos, lord Baratheon encontró una oposición mucho más virulenta a manos de los señores de las Marcas, quienes, liderados por el Wyl de Wyl, lograron capturar a Orys y a otros tantos de sus señores y caballeros.

Y sí, Rhaenys se hizo con Lanza del Sol al encontrarse con una fortaleza vacía, pero poco duró la dicha, inclusive tras Aegon anunciar que Dorne pasaba a ser un reino bajo su dominio. Cuando los Targaryen volvieron a Desembarco del Rey, los dornienses surgieron de entre las cálidas arenas y recuperaron Lanza del Sol. La princesa Meria Martell defenestró a lord Rosby, castellano impuesto por los dragones, Lord Tyrell y su ejército desaparecieron en el desierto de camino a Sotoinfierno y todo caballero apostado en territorio dorniense fue torturado y asesinado.

Dorne clamaba su independencia.
Fueron seis años de sangre, fuego y arena.

Seis años de dolor, de lágrimas. Un baño de sangre que solo encontró el alto cuando Meraxes y la reina Rhaenys fueron derribados en Sotoinferno, despertando la ira del dragón.