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  • The Mighty Fall
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    OTOÑO de 247421 de Septiembre — 20 de Diciembre


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    Tras años de represión y batallas libradas, hoy son los magos los que caminan en las calles más pulcras del Capitolio. Bajo un régimen que condena a los muggles y a los traidores a la persecución, una nueva era se agita a la vuelta de la esquina. La igualdad es un mito, los gritos de justicia se ven asfixiados.

    Existen aquellos que quieren dar vuelta el tablero, otros que buscan sembrar la paz entre razas y magos dispuestos a lo que sea para conservar el poder que por mucho tiempo se les ha negado. La guerra ha llegado a cada uno de los distritos.

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    Recuerdo del primer mensaje :

    Finales de agosto

    La planta es una excusa.

    Hay quienes hornean galletas, pero las mías se parecen a guijarros quemados. Hay quienes van con un chisme, no es que haya muchos por aquí. Así que mi excusa para una visita es llevar una planta, de las que abundan en el invernadero viejo que fue de mi abuela materna, cosa que me alegra la vista porque la casa estaba deteriorada cuando la tomé como hogar al conseguir el distrito nueve como territorio de la resistencia rebelde, y así de paso, puedo decir que al recuperar el que fue el hogar de mi madre en su infancia, sigo conectada a ella y a mi abuela que se encargó de cuidarlo. Pero las paredes, por familiares que sean, por impregnadas que estén de recuerdos de otros tiempos, no dan el mismo calor que una familia.

    Desde que me fui del Capitolio no eché de menos la casa que compartí con mi familia, fue la independencia necesaria para replantearme las relaciones que había puesto como prioridad en mi vida y poner la distancia que requería para poder entenderme a mí, por mí misma, sin que me definiera quien era para los demás o qué esperaba de ellos. Mudarme con Mimi fue de las mejores decisiones que pude haber tomado en la vida, en este año que pasó todo lo que crecí con ella no puedo medirlo, supongo que son etapas y estoy en esa en la que los amigos son los pilares en los que me apoyo. Tener de mentoras a Alice y Arianne en estos meses al trabajar, también me aportaron mucho para madurar y entender qué quiero hacer. Pero lo más extraordinario, sin dudas, es todo lo que he vivido con Ken, porque no es algo que se pueda decir que todos pasamos, etapas necesarias de la vida, es algo que nos pasó a nosotros.

    Y ahora que regresar a la escuela me hace sentir como volver a una vieja normalidad, no creo estar volviendo a esa rutina siendo la misma persona que fui al abandonar la carrera de leyes. —¿Qué dice Jared de la escuela? ¿Está emocionado por ir?— le pregunto a Sophia mientras le ayudo a preparar dos tazas de café para tener algo que beber mientras pasamos el rato, la planta en su maceta está sobre la mesa. Es un malvón, lo busqué en internet, como el cuento de la niña que sacaba a pasear su malvón en un carrito con ruedas y un día se encuentra con un hipogrifo en la vereda. Miro las paredes de la cocina de Sophia, a esto me refería, las paredes de las casas donde viven familias tienen una calidez distinta y a veces, en todo lo largo y confuso que es volverse adulto, una echa de menos un poco de esa calidez. —¿Te gusta vivir aquí, Soph? En el distrito nueve, quiero decir— aclaro. Vierto un poco de agua caliente sobre la mezcla de café para llenar la taza. —¿Extrañas el distrito catorce?— pregunto, es de las preguntas que todavía no me animo a hacer a Ken y a otras personas luego de que llevamos meses viviendo aquí, no son respuestas fáciles de dar.
    Anonymous
    Invitado
    Invitado
    Luego de todo lo que han pasado muchas de las personas de este distrito, no se me ocurrió pensar en mis padres de la manera en que otros sienten las pérdidas de ciertas personas amadas, puesto que fue una huida de ellos, echarlos de menos no se siente incorrecto. No se tampoco cómo sentirme respecto a la ausencia de cada uno de los hermanos con los que esperé tener una relación más estrecha y no sucedió, nos dispersamos como sucede cuando un viento fuerte golpea de pleno a un diente de león y todas sus hélices suben al viento en desorden, cada una encontrando su parada en un sitio distinto. He llegado a sentir incorrecto también lamentarme de lo que sucedió con mi familia, como si no fuera algo de lo que hubiera que hablar y con los ojos puestos en la taza casi vacía de café, ni siquiera hace falta que lo pongo en voz alta. En la calidez de la cocina de otra familia, que también ha sufrido sus propios desencuentros y encuentros, me permito echar de menos a mis padres y a los hermanos con los que me hubiera gustado sentir la fuerza de ese vínculo. —Iré yo— musito, alzo las comisuras de mi boca para una sonrisa, —algún día—, esa frase ambigua, sin precisión de tiempo, me da la paz que necesito.

    Está en lo cierto cuando dice que esperar cosas que nunca se darán, puede llevarnos a andar por la vida con un corazón roto. —Pero al corazón hay que cargarlo de cosas buenas que deseamos, dejar espacio puede dar lugar a que recuerdos tristes y sentimientos amargos se instalen allí. Está bien desear cosas buenas…— murmuro, como si estuviera leyéndolo de las páginas de un cuento escrito para niños, cuando la mayoría de quienes viven en este distrito viven como adultos con infancias lastimadas por este conflicto que es anterior a mi propio nacimiento, y pocos darían importancia a palabras como las mías, más sano y más sabio es lo que propone Soph, ser precavidos para que no se nos rompa en el corazón. Así que le sonrío cuando su determinación es buena, se abraza a lo que tiene y me propone hacer lo mismo con Ken, lo que me hace mirarla con cariño. Asiento cuando me ofrece un poco más de café, aunque creo que todo lo que se tenía que decir ya está dicho, se me hace pronto para despedirme porque todavía no quiero irme. Es demorar solo cinco minutos más el salir afuera y abandonar el calor de una casa para volver a ser una chica grande, pero son cinco minutos necesarios, que de vez en cuando nos merecemos.
    Anonymous
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