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  • The Mighty Fall
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    OTOÑO de 247421 de Septiembre — 20 de Diciembre


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    Tras años de represión y batallas libradas, hoy son los magos los que caminan en las calles más pulcras del Capitolio. Bajo un régimen que condena a los muggles y a los traidores a la persecución, una nueva era se agita a la vuelta de la esquina. La igualdad es un mito, los gritos de justicia se ven asfixiados.

    Existen aquellos que quieren dar vuelta el tablero, otros que buscan sembrar la paz entre razas y magos dispuestos a lo que sea para conservar el poder que por mucho tiempo se les ha negado. La guerra ha llegado a cada uno de los distritos.

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    Enero, 2470

    El chico que trabaja en la tienda deja muy amablemente mi nueva cama bien empacada en una caja en la vereda y le doy las gracias como buena idiota sin hacerle notar que no tengo un vehículo en el que movilizar tremendo pedazo de mueble. Para colmo aún no tengo esos bonitos teléfonos que la mayoría usan así que no hay forma de contactarme con mi hermana para que venga con una brillante idea que me saque de éste aprieto. Pero supongo que debo resolverlo, la misión era sencilla: Comprar una cama para no tener que dormir en el piso y que mi sobrino no sienta culpa al verme despertar demasiado adolorida para mis cortos años.

    Lleno mis pulmones de aire y pongo las manos en la cintura observando la enorme caja. Tengo que llevarla de aquí como unas veinte cuadras hasta la casa así que ¿Qué podría salir mal? Creo que mi error en realidad fue no aclarar que no tengo magia ¡Esta gente no está acostumbrada a lidiar con personas como nosotros! Supongo que asumen que todos podemos andar por la vida solucionando nuestros problemas con un palito de madera, y lo único que yo puedo solucionar con eso es recoger mi cabello en un rodete más o menos decente.

    Miro en ambas direcciones de la calle para ver que nadie vea mi primer ridículo y comienzo a empujar con toda mi fuerza. Las botas patinan contra la acera pero lucho para mantenerme firme ¡Y lo consigo! - ¡Bien! Eso es - me doy ánimos a mi misma con una sonrisa al ver que he avanzado como cinco centímetros, eso es algo ¿No? - Ahora solo faltan otros veinte mil metros - digo con un suspiro. Vuelvo a empujar pero ésta vez las botas ceden y termino cayendo de cara contra el suelo, me duele la nariz pero no como la vez que se rompió y tuve que conseguir un médico dispuesto a atenderme, pero... ouch.
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    ¡OH, POR MORGANA! ¡¿ESTÁS BIEN?!— he gritado a media cuadra de distancia, quizá no tanto, en unos pasos estoy sobre la chica que acaba de estamparse la cara contra el suelo de tal modo que hasta yo hice una mueca de dolor. Rebusco en el bolsillo interno de mi campera la varita que cargo a todas partes, es solo que con el frío de este mes, son cada vez más las prendas que me echo encima y llevo el cabello suelto para ayudar a la bufanda al envolver mi garganta. Lo exagerado de mi abrigo se justifica en que me levanto temprano para ir a la sala donde Alice atiende a los pacientes del distrito, trato de hacerlo apenas despunta el sol, la aparición me dura segundos, pero de todas maneras el fresco en el campo se siente más que en las ciudades donde los edificios hacen de muros para que el viento no golpee tan fuerte.

    Te ayudo— le digo, claramente me refiero al golpe en su nariz. ¡Ay! ¡Esto se ve mal! O es que sigo siendo muy impresionable a estas cosas, descubrí que si hago tres respiraciones lentas, logro serenarme lo suficiente como para que la varita no tiemble en mi mano cuando tengo que usarla para apuntar a otra persona. Un hechizo de sanación mal realizado puede ser igual de doloroso que un hechizo con la intención de atacar a alguien, así que no hay mucha diferencia, mejor calmar los nervios. Murmuro bajo para que la sangre se detenga y puedo dar por concluido mi servicio. —¿Estás bien? ¿Te puedes parar? ¿No te sientes mareada?— pregunto por si las dudas, la tomo del brazo para que pueda incorporarse sobre sus pies. Cuando me aseguro de que puede estar de pie, echo un vistazo al mueble grande que pude ver que arrastraba. —¿Necesitas ayuda para empujarlo?— por ridículo que sea, aun con la varita en mano, no se me ocurre ofrecerla.
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    Pego un grito cuando la chica llama a esa Morgana y vuelvo a resbalarme pero esta vez quedó con el trasero en el suelo - ¡UNO NO USA UN GRITO A MODO DE SALUDO, DIOS! - me quejo sintiendo como mi corazón golpea mi pecho con fuerza a una velocidad mayor que cuando me pongo a hacer ejercicio - Estoy bien, estoy bien... He estado mucho peor - la tranquilizo pero de nuevo vuelvo a alterarme cuando saca su varita. Me levanto de un salto y pongo la caja entre nosotras pese a que no se ve que tenga malas intenciones, pero supongo que la costumbre hace que al ver uno de esos aparatejos levante la guardia solo por instinto. Bruja, de acuerdo, pero no bruja mala.

    Ofrece su ayuda para sanarme y de no ser porque la nariz duele haría una mueca. Niego con la cabeza pues mi conciencia llamada Denya me dice que es una mala idea, pero de todas formas su varita hace su trabajo y la sangre cesa solo para dejar en su lugar una mancha de sangre como recuerdo de que algo ocurrió sobre mi labio superior. Llevo mi mano hacia allí y la toco varias veces comprobando que no haya aparecido una nariz de cerdo o algo así, pero al parecer está todo bien.

    -Gracias - digo aún con algo de desconfianza - Estoy bien, sí y no - respondo a las tres preguntas dejando que me ayude pero volviendo a poner una distancia considerable entre nosotras antes de retomar la conversación - Eres una bruja - remarco lo obvio ignorando por completo su pregunta ¡Claro que necesito ayuda! Pero no quiero que sea con magia... Si llego a llevar la cama volando a casa voy a causar un infarto en mi hermana y no quiero que se muera tan rápido ¡Recién llegamos!

    - Es... una cama - no lo preguntó pero me apetece aclararlo - Es la primera cama que puedo elegir por mí misma - cuento luego con una sonrisa honesta y ya dejando la tensión de lado - Claro que a los tres tenía una con forma de auto de carreras pero fue un regalo de Santa así que no la elegí exactamente yo... De haber podido elegir habría elegido la roja, pero en cambio me trajeron la azul, estoy hablando demasiado, lo siento, soy Sam - me presento al final con una sonrisa.
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    ¡PERDÓN!— es su grito en respuesta a mi grito, lo que me hace gritar a su vez, aunque mi intención sea ayudarla y es lo que hago al detener la sangre que le mancha la cara con mi varita. Lo siento casi como una obligación del deber, no puedo seguir de largo por la vereda si alguien tiene una herida, mi trabajo como asistente de Alice que es la médico del distrito me lleva a actuar de inmediato. En honor a la verdad, supiera o no cuál es el hechizo de sanación que detiene las hemorragias, lo mismo me hubiera quedado a prestar mi ayuda a la chica. No lo sé, solo lo hago. Si Magnar Aminoff tropezara en la vereda, posiblemente también me acercaría a sujetarlo del brazo para que no cayera de bruces. Bueno, no, quizá me lo pensaría y pasaría silbando a su lado, el día que ocurra, si es que ocurre, lo sabré con certeza.

    Bueno… sí, de hecho lo soy…— balbuceo, ¿por qué balbuceo? ¿Por qué vacilo como si fuera un comentario que debería hacerme sentir avergonzada? Quizá algo que no llego a interpretar del todo en su voz, que está allí, implícito. Escondo la varita entre mis dedos. —¿Tu eres…?— me siento mal de tener que preguntarlo, porque no lo haría de haber señalado ella primero que soy una bruja, eso me da a suponer que debe ser una squib o una humana, ¿y en verdad importa? Creí que no en el distrito nueve, aquí todos podemos… simplemente, andar por ahí. —Olvídalo, no es lo que importa aquí— pongo en voz alta mi pensamiento.

    Lo que sea que haya tomado como recelo de su parte se desvanece cuando la oigo parlotear con ese mismo entusiasmo que yo suelo mostrar al hablar, así que la sonrisa ronda mi rostro antes de que me de cuenta. —Yo soy Synnove, puedes decirme Syv— me presento, estoy segura de que no nos hemos visto antes, nunca antes. —¿Quieres ayuda con la cama?— me ofrezco. —Puedo levitarla—, ¿mala sugerencia? —Y una cama con forma de coche de carreras suena como algo muy inusual, ¿tus padres se dedicaban a algo con eso?— surge de la curiosidad y de la intención de charla preguntarlo, inmediatamente dudo de que haya sido también una buena pregunta.
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    La vida me ha enseñado que no es buena idea andar cantando por ahí tu status de sangre. Me he mantenido fuera del mercado toda la vida porque mi hermana supo protegerme y cuando empecé a correr sola por el mundo a penas si le decía a la gente mi nombre. Pero supongo que en nuestro hogar no era tan peligroso como aquí pues allí solo había personas como nosotros, sin magia, por las políticas de Hermann - No, no importa - me apresuro a decir con el ceño fruncido y subiendo uno de mis hombros a mi mejilla como si eso fuera a ocultar mi expresión. Debemos aprender a convivir con los magos y, lo más difícil de todo, aprender a confiar en ellos.

    -Es un placer conocerte Syv - me tomo el atrevimiento de tomar su apodo pues... Se me traba la lengua de solo pensar en pronunciar el nombre completo - ¿De dónde viene? No conozco a ninguna otra persona que se llame Syvon... que tenga ese nombre - espero que no se note mi error.

    Llegan dos preguntas que no puedo responder con facilidad, así que pienso en fingir una convulsión o algo así para escapar de la conversación. No, no puedo hacer eso... ¿Pero cómo responder sin dar lástima o sonar hostil? - La verdad es que prefiero llevarla empujando, ya sabes, hacer ejercicio para ejercitar el cardio - no sé qué sea eso pero escuché varias veces a personas hablando de ello, incluso refuerzo mi comentario haciendo algunos movimientos de elongación que se sienten muchísimo más naturales que lo que voy a decir a continuación - Y mis padres no se dedicaban a nada - no es de mis mejores respuestas, lo admito - Me refiero a que... Mi hermana fue como mi madre, no tuve la oportunidad de conocerlos realmente - agrego luego encogiéndome de hombros - Pero no importa, ella fue la mejor mamermana del mundo- al menos de ella sí tengo recuerdos de niña... Con mis padres solo se trata de fotografías - Aunque a mí me gustaría correr en autos de carreras ¿Sabes si se hace en Neopanem? No solía seguir mucho las noticias...
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    Ah, sí, es un nombre raro… yo vengo del Capitolio, mi padre es quien viene de…— mi tono palidece, con el transcurrir de las semanas se hace cada vez más lejana esa voz infantil de una niña que solía hablar de un «verdadero norte» del que su padre había llegado como si fuera el cuento de un marinero errante, pestañeo para apartar esas imágenes que creaba para mí y trato de pensar en un lugar físico en el mapa. —Del norte de Europa, mi familia de origen es de ahí. Synnove… no te preocupes, por regla general todos se equivocan con mi nombre… significa presente del sol— forzó una sonrisa, suelo creer que si a las palabras se les da un significado suele ser más fácil recordarlos, pero decirlo también se me hace tan lejano, no puedo encontrarme del todo con esa descripción.

    No sé si es propio de la edad, Sam no parece mucho mayor que yo, hablar de cuestiones que aluden a padres de manera explícita o implícita, no parece ser el mejor tema de conversación. —Lo siento— murmuro, me alegra saber que tuvo una hermana que cumplió con ser familia, simplemente elijo a hacer a un lado todo lo que tiene que ver con mis propios hermanos, a este punto mi preocupación solo la tiene Simon y es una preocupación a distancia, no hay mucho que yo pueda hacer por él, por la charla con mi madre entendí que básicamente no hay nada que pueda hacer con él, en mi familia todos demostraron estar bien por su cuenta, creo que para no terminar siendo una carga, mejor sigo tratando de encontrar mi propio camino.

    No sé mucho sobre carreras, si te soy sincera… pero papá solía tener un amigo con un taller mecánico, íbamos seguido, ese hombre tenía una hija… ah, el problema es que todo eso era en el distrito tres, y bien, sabes que ya no somos muy bienvenidos en otro distrito que no sea este…— hago una mueca, que se desarme cuando me brilla la mirada por una idea repentina. —Pero, ¡oye! Si te interesa, sería genial montar algo por aquí… mi mejor amiga sabe mucho de tecnología, si no me equivoco los padres de David también son mecánicos y él solía andar por aquí… puedo buscarte contactos— la apunto con mi dedo índice y le guiño un ojo. —No, espera, estoy hablando en serio… ¿te interesan las carreras o todo lo referido a… ya sabes, armarlos, arreglarlos?— me pongo en posición detrás de la caja para ayudarla a empujarla y, ya saben, trabajar el cardio. Lástima que tengo la fuerza de un puffkein.
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    Frunzo el ceño intentando recordar dónde es que está Europa... Es o la islita chiquita que está muy lejos o la parte del continente grande que también está muy lejos. El punto es que su padre habrá recorrido un largo camino para llegar hasta aquí y eso es fantástico... Por mi parte, jamás hemos dejado Neopanem y lo más lejos a lo que he ido han sido las ruinas que hasta hace poco eran mi hogar - ¡Es muy bonito! ¿Cómo un regalo? Puedes manipular el significado como quieras... Podría ser algo adorable como el calor o algo poderoso como una llamarada solar - juego con la idea con una sonrisa. Ahora tengo que preguntarme qué es lo que significa Sam, aunque no sabría ni por dónde empezar a investigarlo.

    La idea del taller mecánico me entusiasma, aunque la idea se pincha solo unos segundos después. En realidad yo nunca fui bienvenida en ningún distrito, por eso vivía dónde vivía, así que lo supero rápido. Las cosas no van a ser perfectas de un día para el otro, y de momento me alcanza con haber podido elegir mi cama - Contactos suena a amigos, me agrada - que no tengo ninguno aquí y ya es hora de empezar a hacerlos ¿No? Que quiero mucho a Den e Isi pero tampoco para estar todo el día con ellos como si fuera una especie de cuarentena.

    -Primero debería aprender a poner dónde va la llave pero ¡Claro que me interesa!
    - aseguro empujando la caja y sintiendo como con la ayuda se mueve al menos dos centímetros más que antes, solo tenemos que tomar impulso y luego se moverá sola - Mi vida aquí será como mover ésta caja. Ahora parece imposible porque estamos partiendo de cero - explico sintiendo como la sangre va a mi rostro por el esfuerzo - Pero una vez que dé los primeros pasos podré empezar a considerar conducir en carreras, reparar autos y demás cosas... Ahora creo que solo me queda ser una agricultora, pero las puertas se irán abriendo con el tiempo ¿No crees?
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    No suelo sentirme de esa manera la mayoría de las veces… más bien, como… un calor muy tenue, que viene de lejos…— le explico, enredándome con mis palabras al hacer de esto algo por explicar, el gesto inconsciente de pasarme un mechón de cabello detrás de la oreja me indica que lo estoy pensando más de la cuenta, lo compruebo al seguir hablando, al hablarlo con ella me lo estoy diciendo a mí misma. —¿Sabías que muchas de las estrellas que vemos en el cielo han muerto desde hace años? Nos queda su luz, si queremos también la sensación de calor que creemos que podemos encontrar en ellas si las pusiéramos todas en un frasco y la colocáramos al lado de nuestra cama, aunque no me acuerdo donde leí que en realidad las estrellas son frías... todas las personas proyectamos distinto tipos de luces, de calor, yo suelo sentirme como un farol, un chispazo dentro de una bola de cristal o que alguien puede llevar en mano…— no digo nada más, la miro de costado al preguntar: —¿Tu qué clase de calor crees que eres?

    Asiento efusivamente con mi barbilla, me agrada que piense en los contactos como amigos. —Pueden llegar a serlo, hay que trabajar en esas relaciones, a la larga pueden ser los amigos que nos ayuden o con quienes podamos crear algo…— como conseguir un distrito o montar un taller mecánico, hago de mi parte para que la caja se mueva unos pocos centímetros, que si eso me cuesta, ¡uff! Ni hablar de lo nula que soy con todas esas cuestiones mecánicas, me doy cuenta que nunca aprendí a conducir tampoco, no lo habíamos planteado con mis padres porque para magos y brujas siempre ha habido otros medios, claro que para Sam... —Pues podríamos pedir clase para dos, no me vendría mal aprender. El distrito nueve es grande, ¿ya saliste a pasear por los campos? ¡Son inmensos! Si aprendemos a manejar lo que sea, sería un gran rodeo…— me estoy apuntando cuando apenas si tengo tiempo para respirar entre aprender con Alice y ayudar a Arianne, pero tomo nota de decírselo a Mimi y a Dave cuando vuelva a pasarse por aquí. —Dicen que se trata de eso, ¿no? De empezar. Yo creo que estás en el lugar ideal para empezar lo que sea, no hay otro sitio en todo Neopanem que sea como el distrito nueve en este momento… y las cosas cambian, todo el tiempo, demasiado rápido, yo diría de no desaprovechar ninguna oportunidad. No sé mucho sobre automóviles, en serio. Pero a veces si se trata de ir a toda velocidad cuando se ve la oportunidad y alcanzar la meta.
    Anonymous
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    Escucho con atención pues si hay algo que sí me interesa saber es lo que ocurre por arriba de las nubes. Quiero creer que hay otros mundos como éste, o mejores, uno en dónde viven todos los magos felices sin muggles y otros en dónde están las personas sin magia ¿Tan difícil es conseguir eso? Que bien con su magia podrían aparecer en un planeta exclusivo para ellos - Quizás no son tan mágicos - digo en voz alta siguiendo la línea de mi pensamiento pero me apresuro a negar con la cabeza para que Syv le reste importancia - Cuando te conozca mejor te diré qué tipo de luz me pareces - porque la verdad es que su punto de vista es bastante deprimente y un farol no le arregla la nariz a una desconocida en la calle ni la ayuda a empujar una cama siendo que podría usar magia... Eso lo hace mínimamente una fogata en el medio del bosque - ¡Un volcán! - respondo animadamente - No, espera... Esos hacen daño- me arrepiento con el ceño fruncido - ¿Puedo ser el calor de una manta en una noche de invierno? No tiene fuego pero es un calor agradable - comento pensativa, me gusta apapachar a la gente ¿No? Suena a algo apropiado.

    Asiento tomando nota al respecto, no sé mucho sobre trabajar en las relaciones porque las que he tenido han venido con el rótulo de familia así que son amigos obligados. Aunque sí conozco a otras personas que podría considerar mis amigos, pese a que no termino de confiar en ellos y no dudé en dejarlos atrás... Bueno, quizás no son amigos de verdad, pero puedo buscar nuevos aquí - ¡Lo hice! Y si son enormes ¡Podríamos aprender a conducir con tractores! - no vamos a lastimarnos si chocamos en uno de esos, aunque no alcanzan una velocidad muy alta.

    Mi reflexión da lugar a otra de su parte y creo que incluso sirve de inspiración para mi cuerpo ya que con un fuerte empujón logro mantener una marcha de al menos seis o siete pasos hacia adelante hasta que la caja se queda trabada en una baldosa rota - ¿Sabes qué? Mejor hazla levitar, puedes bajarla una cuadra antes para que a mi hermana no le agarre un infarto y listo - cambio de opinión torciendo mi cuerpo para descargar el peso sobre las rodillas pues eso me dejó agotada - Ir a toda velocidad sin el cinturón de seguridad puesto suena a algo que yo haría... Pero aquí creo que tenemos que aprender a manejar y luego ponernos en modo Ferrari - no sé quién demonios es ese Ferrari, pero en las ruinas lo mencionaban mucho. Hay tanto de nuestra historia que no conozco - ¿Podemos sumar a mi compañero de trabajo James a las clases? Él tampoco sabe conducir.
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    Que te pienses como un volcán es un… concepto interesante— lo digo con una sonrisa contenida y una mirada que va de pies a cabeza, y pese a que rápidamente se echa hacia atrás por decir que es algo que haría daño a otros, la interrumpo por la interpretación que había hecho yo: —Supuse que lo decías por la energía desbordante, como manta te imagino como esas que son gruesas telas que se tejen con los brazos y dan mantas gruesas, muy muy cálidas— entonces sí me río, que este no es un ningún test psicológico, más que darnos una impresión de la otra, lo que nos ofreces es la impresión que tenemos de cada una y como bien lo dijo ella, con el tiempo podremos hacernos una opinión más firme sobre la otra.

    Eso quiere decir que esta no será la única vez que nos veremos, queda para nosotras una puerta abierta y me alegra poder tomarla, vivir en este distrito me da la oportunidad de conocer tantas personas, tan variadas, que no me niego a conocer a alguien con quien no parece que tenga mucho en común de entrada, porque de automóviles se poco o nada, pero en su buen ánimo sí me reflejo. —No había pensado en tractores, ¡pero es una idea estupenda! Podremos cruzar los campos sin necesidad de que haya una ruta…— lo estoy pensando al decirlo, el paisaje en mi mente se ve mucho más cálido de lo que el cielo se muestra en estos días, así que entre las primeras clases para empezar a conducir, tendremos que esperar a que pase el invierno, así los paseos serán más agradables. —Para la primavera supongo que podremos haber aprendido algo— la pregunta es quién nos enseñaría, buen punto. ¿Y si le pregunto a Alice si sabe? Ella también es humana, podría ser Ben… no lo sé.

    Mientras busco algún nombre posible busco la varita que guardé para librarnos del trabajo de seguir arrastrando la caja, doy por hecho que los ejercicios de cardio quedarán para otra ocasión. —¿A tu hermana le da miedo la magia?— pregunto con cautela, por eso que dice de que se asustaría terriblemente de ver levitar la caja. —¿Ferrari?— eso lo digo mucho más bajo, no sé si me escucha. Cambio de mano mi varita para sostenerla con la izquierda, así tengo libre la derecha para chasquear los dedos. — ¿Conoces a Jim?— ¡que coincidencia! No, espera… —No, aguarda, tal vez sea otro James. ¿Alto, flaco, con rulos negros? Conozco a un chico James al que le decimos Jim…— me explico, —él también es humano— sé que tal vez no tendría que hacer esa aclaración, dudo hasta que sale de mi boca. —¡Y claro! Ya somos tres… y nos sigue faltando un maestro o maestra, supongo que tendré que preguntar por ahí o… ¿Dónde trabajas?—  curioseo.
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    Asiento enérgicamente con la cabeza cuando hace la aclaración del volcán pues así es como lo pensé en primer momento, pero no quiero desbordar energía al punto de que los demás tengan que lidiar con mis consecuencias, porque los volcanes hacen que las personas los admiren en el momento de la erupción pero luego huyen buscando escapar de la lava y porque el aire se vuelve imposible de respirar por las cenizas - Uno disfruta de una visita a un volcán, pero nadie quiere vivir con uno - le aclaro encogiéndome de hombros - Prefiero ser manta, por esto, mira - aclaro acercándome a ella para darle uno de mis mágicos abrazos. No, mágico, no - Y eso que lo hago siendo tú una bruja - bromeo antes de apartarme con una sonrisa.

    Sonrío imaginando la escena pues no puede ser tan difícil recorrer las colinas a bordo de tractores ¡Suena divertidísimo! Podría pedirle a Denya que me enseñe pues ella es más vieja y tiene más rutas recorridas que yo, aunque no sé si estaría de acuerdo con que una bruja esté en la lección, probablemente no... ¡Y podríamos sumar a Isi! A mis ojos es un niñato, pero técnicamente el año entrante podría sacar su licencia - Y para el verano haremos una carrera de tractores - digo levantando las cejas dos veces con una sonrisa. No hay chance de que nos permitan algo así, pero soñar no cuesta nada.

    Abro la boca para responder pero solo termino cerrándola segundos después sin decir nada por miedo a que entren las moscas. Explicar la relación que Den tiene con la magia es algo que no puede charlarse en medio de la calle con una joven bruja que acabo de conocer, así que supongo que quedará para la próxima o para la vez luego de esa - No diría exactamente miedo - ¿Repulsión? ¿Odio? ¿Ganas de destruir a todos los seres mágicos de la faz de la tierra, tal vez? - La verdad es que no tengo idea quién es el señor Ferrari, pero por lo que me han dicho sabía mucho de autos - y esa es toda la información que pude recabar en su momento ¡Es difícil preguntar cuando los mayores se ríen de tus preguntas! Espero que eso no pase aquí.

    Me aparto cuando pone la varita en posición y me cruzo de brazos como si eso fuera a protegerme de cualquier efecto colateral que pueda llegar a haber. La magia parece algo tan inestable que a mí sí quizás me da un poco de miedo - ¡Jim! ¡Sí! - exclamo pues recuerdo que se ha presentado así conmigo, demonios... casi olvido su nombre otra vez. Tengo que prestarle más atención a las personas cuando hablan - Alto, flaco, con rulos, guapo - agrego ésto último con un guiño y simulando darle dos codazos - Sé que es humano - le confirmo ya con un estado un poco más normal que el repentino arrebato de adolescencia de antes. Por eso me cayó bien y le hablé sin filtro, supongo - Trabajo en las plantaciones - indico avanzando con ella por la vereda. Me siento culpable por que ella esté haciendo todo el trabajo así que levanto una mano como si eso fuera a darle apoyo emocional o algo - Diría mi hermana pero quizás necesitemos magia para curar las heridas luego de los inevitables accidentes - y para eso no podemos tenerla cerca - Pero hay muchos viejos aquí... Seguro encontraremos a alguien que nos ayude.
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    Por dos segundos, el breve lapso de tiempo en el que siento la tibieza de los brazos de otra persona envolviéndome en un abrazo, tengo ese recuerdo que nunca me abandona por mucho que haya quedado atrás de mi misma cerca de los diez años, mis padres ya para ese entonces estaban separados dentro de la casa, se evitaban entre ellos y, por ende, me evitaban a mí. En ese recuerdo estoy parada  en medio de la sala vacía, necesitando desesperadamente llorar con alguien, y mi padre estaba en su despacho, mi madre en su habitación. Y no pude dar un paso hacia ninguno de los dos. Pese a las fotografías de mis primeros años en los que me veía feliz rodeada por años, si bien se acercaron a mí al reconciliarse entre ellos, no sé por qué esa imagen sigue instalándose detrás de mis ojos cada vez que alguien me abraza hasta que me acostumbro a que lo haga. —¡Oye! ¡Eso se siente muy bien!— concuerdo con ella mostrándole una sonrisa, en silencio de agradecimiento. —Hay pocas personas con el talento de dar abrazos, ¿sabes?— o eso creo, porque no he conocido a muchas.

    Me agrada que haya alguien que pueda verse tan entusiasmada como yo misma me siento con todas las cosas que podríamos hacer en este distrito. — ¡Hecho!— acepto, aunque no se bien que estoy aceptando, nunca me he puesto detrás de un volante, ¿y las brujas siquiera tenemos habilidad para eso? La magia tiende a resolver tantas cosas, que a veces dudo de que seamos capaces de aprender cosas que para los humanos es de lo más común. ¡Por ejemplo, medicina! Como con Alice no aprendo hechizos, para curar cualquier herida debemos siempre tomar el camino más largo y tener mucho cuidado con lo que sea que hago, también comprendo que haya pacientes que son muy recelosos al verme usar mi varita por ser muggles, así que puedo entender que por ahí vaya la desconfianza de la hermana de Sam. —Comprendo, supongo que llevara tiempo, ¿no? Adaptarnos a esto, a que haya un lugar donde podamos vivir juntos y aprender de lo que hacen los otros. Yo… también tuvimos esclavos en casa cuando vivía con mi familia en el Capitolio, ¿y conoces ese artículo de la constitución que dice que magos y muggles no pueden ser siquiera amigos? Bueno… me alegro que ese artículo importe una mierda— murmuro, no quiero decir lo que pasa por mi mente porque es muy triste, pero su nombre es parecido al de Sami y sin dudas, él fue el mejor amigo que tuve en un tiempo en el que me sentía en verdad, muy sola.

    Sacudo mis hombros para quitarme todos estos ánimos que me vienen a asaltar al estar en una compañía tan animada como la de Sam, no sé lo que me pasa, me río por el guiño que me lanza al hablar de Jim. —No es mi tipo, me gustan más los que no son tan flacos, con hombros un poco más anchos, carita simpática…— comienzo a hacer la descripción pensando principalmente en Ken, aunque… tal vez sea aplicable a un par más de otros chicos que me gustaron, a los que veía por Wizzardface, cabe aclarar, al que tuve más cerca y al único que tuve más cerca fue a Ken, así que puedo decir lo siguiente como algo comprobado. —De los que cuando abrazas parecen de esos osos grandes, esponjosos,  que tienen una cinta al cuello, y son muy muy cálidos— que Ken nunca se entere que he dicho esto. —¿Cuál es tu tipo? ¿Tipo Jim?— pregunto, y aquí va, Synnove casamentera 3.0. Conozco un par de personas en este distrito, así que podría presentarle a alguien. Veamos… Kyle, Jim… maldición, la oferta no es muy amplia. Jared es muy pequeño. Cierto, prioridades, si buscamos gente que sea primero para que nos enseñen a manejar. —Descuida, preguntaré entre la gente que conozco y alguien se animará a hacerlo— prometo, con la caja por delante de nosotras y yo esperando que me diga si hay que doblar en algún momento, que sigo caminando recto.
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    No hace falta que diga que ésto va a ser a prueba y error, porque estoy segura de que nosotras aquí charlando no es el único caso en el distrito en el que una bruja menciona la esclavitud y la humana de la conversación siente como todos los vellos de la nuca se le erizan a más no poder. Intento sonreír pero no sale de forma muy natural pues no podría imaginar como siendo esclava podría considerar a mis amos amigos... Quizás si ese fuese el único estilo de vida que hubiera conocido, pero ahora sería imposible - Ser amigos cuando ambas partes están libres debe ser más divertido - comento con un tono mucho más tímido que el de antes - Espero que hayas tratado bien a tus esclavos - me limito a decir tragándome el "La mejor muestra de amistad que podrías haberles dado es la libertad", pero no quiero tener problemas tan rápido. Así como a mí me criaron con odio hacia los humanos que en realidad no tengo... A Syv la habrán criado con la esclavitud como algo normal de la vida.

    Sonrío cuando empieza a describir a su tipo pues suena agradable ¿No es el tipo de todas las personas? ¿Quién podría rechazar a un osito cariñosito? - No... - digo apartando la vista pues inevitablemente los recuerdos llegan a mí - Mi tipo es un tipo fortachón, alto de cabello castaño, de esos que tienen una sonrisa traviesa todo el tiempo en el rostro y a la larga te rompen el corazón - agrego un poco más triste - Lo bueno es que ese tipo no es de los que vienen a un distrito a tener una vida sedentaria - probablemente vuelva a verlo en el futuro porque Neopanem es un pañuelo, pero de momento creo que disfrutaré de mi nueva vida sin nada más que amor propio.

    -Eso suena bien... Te daría mi teléfono para que me avises cuando consigas alguien pero aún no compro uno - lamento con una mueca, en realidad ni siquiera sé si podemos tenerlos pues el Capitolio debe controlar la telefonía ¿No? Luego le preguntaré a Denya que entiende más de aparatos electrónicos - Es por allí... ¿Ves esas dos casas que son casi iguales, pues la que está a la derecha - indico cuando llegamos a la bifurcación - Tenemos un vecino que es bastante simpático... Podría pedirle ayuda a él para que me ayude en el trayecto que queda, aunque siempre está mucho más contento de ayudar a mi hermana, si sabes a qué me refiero- agrego entre risas.
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    Me quedo callada los minutos en los que considero si responder con silencio es la mejor contestación que puedo darle a una muggle, mentirle se me hace canalla, pero callarme también es cobarde. —No lo hice— reconozco, si hay algo que me duele mucho más que recordar el día que le pedí a mis padres que devolvieran a Zack al mercado, es recordar con claridad la transmisión de ese día en el Coliseo cuando murió. —Y eso también me hizo estar aquí, querer luchar por esto, porque decir que nací bruja no es excusa para seguir siendo parte de algo que estaba mal. Así como…— ella no debe tener una edad muy distinta a la mía, —nacer bruja tampoco tendría por qué condenarme en otro tiempo. Quienes somos al nacer no es algo que elijamos, así que de ninguna manera deberían juzgarnos como si ese fuera el crimen…— y morir en un Coliseo para escarmiento público. El mejor ejemplo que se me ocurre es el mismo Ken, teniendo la sangre que tiene, se crío en un lugar con personas que lo educaron de una manera muy distinta a la que lo hubiera aprendido de su familia, y lo único que espero de él, es que pueda ser fiel a esas enseñanzas, a que ser un Black no logre tapar nunca a Ken.

    Y puesto que yo no podría estar haciendo una descripción muy precisa sin tenerlo en mente, dudo inmediatamente de que Sam me esté ofreciendo un molde universal de sus gustos, le hago saber que no logra convencerme con un ruidito de mi garganta al tener los labios prensados. —Hay alguien en tu mente, ¿no? Puedes decírmelo si quieres, prometo no contárselo a nadie, ni a mi almohada. Y tal vez ni siquiera lo conozco, si lo conozco… podría darte información que sepa de él. No es por presumir, pero soy buena investigando gente—. Wizzardface, esa es mi arma secreta, no hay perfil que no pueda leer e interpretar para sacar información, y ah, maldición, cierto que muchísima gente no tiene Wizzardface. Tendré que recurrir a otros métodos, preguntarle cosas a Mimi, tal vez también a Holly. Ken sabrá otro poco. —No hay problema, si sé dónde queda tu casa puedo venir a avisarte cuando lo consiga. Los métodos tradicionales no tienen por qué perderse— aunque si Mimi es líder de tecnología tendría que preguntarle si ahora sí todos tendrán teléfonos, si se pondrá conseguir, si el internet será para todos, hay que asegurar la conectividad y también la seguridad cibernética, no sé por qué pienso en esto, si seguro Mimi ya está fundando un nuevo Tootle. —Ah, espera… ¿¿esa no es la casa del profesor Moon?? No me digas que tu hermana y el profesor…— aquí va el cotilleo, sí, cargando cajas.
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    Y la repuesta que temo llega. Hago una mueca de inmediato lamentando que alguien que a simple vista parecía bastante agradable tenga un pasado oscuro... Pero luego aclara que ha servido de motivación para hacer las cosas bien ahora - Todos merecen una segunda oportunidad - respondo al final relajando mis hombros solo para volver a tensarlos de nuevo dos segundos después cuando menciona que no debería ser juzgada como bruja. Cierro los ojos por un momento pues no recuerdo ningún punto en la historia en donde los magos hayan sido puestos al servicio de los muggles, nunca han perdido sus libertades básicas y su única "tortura" fue no haber podido usar sus varitas en público para atraer el control remoto en lugar de levantar el trasero del sillón para tomarlo - De política no se habla en un primer encuentro - porque, de nuevo, me niego a ponerme a pelear por ello. Pero creo que a los magos les hace falta una clase sobre perspectiva muggle del mundo y quizás así comprenderían por qué muchos de nuestra especie están MUY enojados, como Hermann.

    Asiento con una mueca pensando en el tipo cuyo nombre no pondré en mi mente - Es muy amable de tu parte, pero no creo que puedas encontrarlo en ningún sistema - es cierto, la mayoría de los que viven en las ruinas son fantasmas, así como yo lo era hasta hace poco tiempo... Y dudo que él vaya a abandonar su misión con Hermann en un futuro próximo, estará allí hasta el final, oculto a todos los ojos ajenos y lejos de mí - Pero no quiero encontrarlo tampoco ¡Estoy en un distrito nuevo! Ser soltera en tierras desconocidas es lo mejor que puede pasarle a una chica - intento aligerar el ambiente pues no quiero poner en palabras la triste historia de mi vida amorosa.

    -Trabajo en las mañanas, así que si vienes deberá ser en la tarde-noche - y Den también estará trabajando así que lo más probable es que se cruce con mi sobrino de venir más temprano - De todas formas le avisaré a Isi para que abra la puerta sin miedo - aseguro encogiéndome de hombros. En un distrito repleto de magos... No será sencillo quitar la paranoia - ¿Conoces a Dress? Insistió en que lo llamáramos así - respondo poniendo los ojos en blanco - Nos hizo la cena ¿Puedes creer? Yo no sé si nos hemos ganado al mejor vecino del mundo o de verdad hay algo entre ellos - que tampoco es que mi hermana que casi me dobla de edad me cuente estas cosas.
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    No se debería hablar— coincide, —pero no es algo que se pueda esquivar tampoco, menos cuando todos nos estamos conociendo en este distrito y tenemos distintos puntos de vistas para compartir—. Suelo pensar en el silencio como una manera de que las personas permanezcan aisladas, hablar aunque provoque confrontaciones en ocasiones sirve para conocer otras opiniones y poder construir algo en común a partir de estas. Pero en un primer encuentro, me niego a forzar una charla, eso sí que no, dejo que nos lleve por los temas que nos hagan sentir más cómodas y aunque me intriga esa misterioso sin nombre, que supongo se encuentra viviendo fuera de este distrito, quien sabe dónde, su decisión de mostrarse conforme y ¿feliz? con todo lo que está viviendo ahora, me hace no querer insistir en conocer su identidad o su historia.

    Estás en un nuevo lugar, donde vivirás un montón de cosas nuevas y conocerás a un montón de gente. Tal vez algo bueno y distinto esté cerca de llegar— me arriesgo a decir, —y también si se demora, estás en un sitio para disfrutar de tanto a pleno, donde podrás hacer básicamente lo que quieras— o algo así. Tenemos trabajos con los que cumplir, así que eso coloca límites a nuestra realidad aparentemente infinita en diversión. — Puedo traer una planta de regalo si quieres, así inspiro confianza— sugiero, como un saludo de buenos vecinos, es lo que he visto que se suele hacer en algunas series, aunque yo ni siquiera creo haber visto alguna vez a todos los vecinos con los que compartía edificio en el Capitolio. Éramos anónimos en un mismo lugar, en el distrito nueve se siente distinto. —¿Una cena?— hago un ruidito de sospecha con la boca solo para unirme a ella con sus cavilaciones. — No lo conozco más que de nombre, pero si algún día necesitas el ojo de una profesional puedo acompañarte a espiarlos y decidimos juntas si hay interés por parte del profesor— ¿qué hago ofreciendo mis servicios así como así? Debe ser la familiaridad que me provoca Sam al conversar con ella. —Pero, ¿qué hay de tu hermana? ¿Hay interés por parte de ella?— sigo profundizando en los detalles de este caso. ¡Vamos! Este distrito es como esos pueblos pintorescos del tipo de la saga E with Ellie, en los que saber de quién está enamorado el maestro del pueblo es lo que todos quieren saber y poder ser parte.
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    No creo ser la persona apropiada para levantar la bandera de los muggles e intentar hacer que entiendan lo que nos está pasando. Hay personas mucho más involucradas con la causa, como mi hermana, así que en todo caso ella debería alzar la voz. Yo soy más bien una espectadora o, en su defecto, personaje cuaternario en todo el movimiento así que no seré quien comience a agitar las aguas siendo que estamos tan cómodas en este nuevo distrito... Tal vez algún día pueda hablar con Syv al respecto, pero cuando ya tengamos confianza entre nosotras y algo tan tonto como la política no me haga perder a una potencial amiga.

    No sé si puedo hacer todo lo que quiera, porque si de mí dependiera no asistiría a la escuela, pero sí puedo hacer muchas más tonterías que antes y, de momento, vivo para ellas. Quiero ir al cine, a beber, a bailar, cantar, correr por la calle sin miedo a que venga una patrulla y me lleve a prisión... Cosas sencillas pero que hacen al comienzo de la felicidad - Plantas muggles, como una suculenta... Las suculentas son buenas - pienso en voz alta. Si Syv no nos trae una creo que compraré una en la tienda para adornar mi habitación... Algo tiene que acompañar mi nueva excelentísima cama ¿No?

    -¡Sí!- exclamo casi de inmediato cuando hace su ofrecimiento. Podemos ir vestidas de negro y escondernos en las sombras, o quizás disfrazarnos como una pareja de ancianos que cenan en el mismo restaurante que ellos - Estaré atenta por si se escapan en alguna cita - pero para eso sí necesitaré un teléfono pues estoy segura de que será algo de último momento - No tengo idea... La única vez que le ví ojos amorosos fue con mi cuñado y desde que murió ya no más - era pequeña cuando comenzaron a salir así que no está muy claro en mi memoria cómo era eso - Pero le llevó galletas sin conocerlo ¿Eso cuenta? ¡MIS GALLETAS!
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    Creo que tengo suculentas entre las plantas del invernadero— digo, contenta de que esas plantas no necesiten de tanto cuidado, sino dudo que hubieran durado tanto tiempo y a mi inexperiencia de tratar de poner en pie lo que fue el lugar favorito de mi abuela, quien al ser muggle, no tenía ninguna de las plantas que Sam o cualquiera de su familia pudiera temer que le llevara de obsequio. Ni yo misma me arriesgaría a incluirlas entre las tranquilas hojas que llenan el lugar que, de a poco, se va reconstruyendo. Si apenas puedo con estas, que son tan serenas, no quiero estar gritando histérica a la par de unas pocas mandrágoras. —¡Ah, espera! ¿Por qué no vas a visitarme tú y eliges la que quieras? Te mostraré lo que estoy haciendo en el invernadero, también te presentaré a Mimi… ¡y oye! Tal vez surja armar algo, definitivamente tienes que venir algún día. Te haré un mapa de cómo llegar, es de las casas que están a las afueras, en el campo…— con decir que no tenemos vecinos, así como ellas tienen al profesor Moon, da una idea de que vivimos un poco apartadas ¡y es estupendo! También en invierno, ver lo amplio del campo desde la ventana es una maravilla.

    Si salen a una cita, siempre podemos ir al mismo lugar y decir que fue una coincidencia ¡o armar una propia! Arrastrarlos con nosotras a un lugar que elijamos y… debería dejar de hacer esto de tratar de emparejar gente, juro que antes no era tan entrometida en la vida de las personas, pero...— de pronto todo lo que le ocurre a estas personas me importa, cada cara tiene un nombre y comienzo a conocer sus historias, el distrito nueve se me hace irreal y entrañable de a ratos, como ese lugar que en verdad existe al final del arcoíris, aunque nunca lo diría en voz alta porque algo que todos me dirán y con razón, es que esos lugares no existen. Pero por un tiempo puedo tratar de ver a este distrito como uno, nuestro pequeño espacio de remanso de paz, lo que sea que dura y nunca dura mucho. —¿Y hace cuanto murió tu cuñado? ¿Hace mucho? Eso influye mucho, ya sabes, cuando amas mucho, mucho, a una persona… un año no es tiempo suficiente para olvidarla, a veces no la olvidas en toda la vida… pero una vez leí que las personas que aman mucho una vez, necesitan volver a enamorarse. Porque las personas que aman mucho, necesitan amar—. ¿Puedo tomar una cena y galletas como indicio de algo? ¡Vamos! ¡Se puede trabajar con menos! —No es nada extraordinario, ¡pero! Son buenas maneras de empezar, yo diría que hay material para una potencial pareja— le sonrío a Sam, si ella quiere que lo tome a broma, pero si quiere que la ayude, también lo haré.
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    Asiento entusiasmada pues no puedo esperar a conocer su casa y su gata Mimí ¡Me encantan los animales! De seguro es de esas gatas coquetas que se creen dueñas del lugar, no puede ser menos con un nombre como ese - Tengo papel y lápiz en la casa para que puedas hacer un mapa - comento para luego poner las manos en la cintura y sacar la lengua de forma pensativa... Bien, entonces los pasos a seguir para que mi hermana no muera son: Dejar la cama en la esquina, ir por le profesor Moon para... ¿Profesor Moon? ¡Dress! En fin... Ir por Dress para que nos ayude con la cama y así poder invitar a Syv adentro para que haga el mapa. Demonios. Esto de querer hacer amigos que tengan magia es muy complicado, tendré que idear nuevas estrategias o al final hablar con mi hermana para que los acepte - Con un mapa podré llegar, estoy acostumbrada a seguir direcciones que parecen más mapa del tesoro que lugares físicos - bromeo aunque es cierto, alrededor de las runas no hay muchos nombres de calles con los que guiarse.

    - Oh... No te sientas avergonzada, es una profesión noble y de seguro todos lo agradecen al ver el resultado final - porque mi hermana no puede morir sola y a Dressler se lo ve bastante amargado por sus hijos y su esposa traicionera, así que creo que ya es hora de que ponga ese flacucho trasero en acción - A mí me gusta mucho amar - caigo en la cuenta pensativa, pero reparto el amor de distintas formas, no solo a los besos - En fin. Mi cuñado murió hace tiempo así que creo que ya es hora... Y si las cosas con Dressler no funcionan, podemos encontrarle alguien más - propongo encogiéndome de hombros. Y eso ha sido todo en "Empareja a tu hermana cuarentona".

    Lanzo un suspiro y hago señas a Syv para que deje la cama en el suelo y así ir por Dressler - Voy a buscarlo ¿De acuerdo? Luego podemos ir los tres a la casa y así me haces el mapa... Si pregunta, un chico fortachón lo trajo hasta aquí y luego nos dejó.
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