ÍndiceÍndice  
  • Últimas imágenesÚltimas imágenes  
  • Quién es quién  
  • RegistrarseRegistrarse  
  • ConectarseConectarse  
  • The Mighty Fall
    ¿Quieres reaccionar a este mensaje? Regístrate en el foro con unos pocos clics o inicia sesión para continuar.
    OTOÑO de 247421 de Septiembre — 20 de Diciembre


    ÚLTIMOS
    TEMAS
    Muggles & Squibs
    5000 G
    Extranjeros
    4000 G
    Miembros de Defensa
    5000 G
    Estudiantes
    4000 G
    Tras años de represión y batallas libradas, hoy son los magos los que caminan en las calles más pulcras del Capitolio. Bajo un régimen que condena a los muggles y a los traidores a la persecución, una nueva era se agita a la vuelta de la esquina. La igualdad es un mito, los gritos de justicia se ven asfixiados.

    Existen aquellos que quieren dar vuelta el tablero, otros que buscan sembrar la paz entre razas y magos dispuestos a lo que sea para conservar el poder que por mucho tiempo se les ha negado. La guerra ha llegado a cada uno de los distritos.

    ¿Qué ficha moverás?
    VISÍTANOS EN TUMBLRREVISA NUESTRAS BÚSQUEDAS Y NUESTRAS PROMOCIONES
    13.11Estudiantes, ¡los estamos buscando! Pasen a revisar nuestra nueva búsqueda Aquí.
    07.11¿Quieren crearse un nuevo personaje? Aquí pueden encontrar las búsquedas de nuestros usuarios.
    03.11¡Concluyó la mini-trama! No olviden reclamar sus recompensas aquí.
    07.10¡Felices 11 años en línea! Gracias por todos estos años compartidos.
    01.10No olviden pasar por la cronología para enterarse de lo sucedido en el último año. También pasen por la actualización de la normativa.
    NOTICIAS
    IMPORTANTES

    Arianne L. Brawn
    Consejo 9 ¾
    Recuerdo del primer mensaje :

    1 de diciembre

    Sus muñecas estaban cansadas y sus ojos también después de estar tantas horas frente a libros, tomando anotaciones e intentando ser lo más proporcionar posible a la hora de una buena redacción sobre las consecuencias que tenían determinados actos en el distrito. No podían ser una anarquía para siempre, y estaba segura de que la experiencia que arrastraban del distrito catorce no serviría de nada. ¿Cuántos eran? ¿Un puñado? Allí eran muchos, si no se marchaban todos, y una superficie territorial demasiado extensa como para dejarse lagunas que usar por los más pillos. Porque pillos habían en todos lados. Terminó su atuendo acabando por enfundarse en una gruesa chaqueta azul marino que cerró hasta el cuello, disponiéndose a disfrutar del aire de la buena mañana. Golpear a Ben para decirle que se marchaba era como tratar de despertar a un gigante tirándole guisantes, por lo que acabó por marcharse sin más, cerciorándose de que Beverly estaba en su habitación y cerrando la puerta tras de sí con sumo cuidado.

    Los primeros días había caminado por el distrito sin un destino fijo, solo dejando que sus pasos fueran donde quisieran, pero prestando atención a todo, y todos, con lo que se cruzaba. Lo primera era conocer de primera mano el lugar que tenían que proteger. En su vida habían escaseado los paseos casuales, aquellos en los que, simplemente, se dedicaba a disfrutar de lo que le rodeaba sin tener mayores preocupación rondando por su cabeza. El frío aire la mantenía despierta y centrada, barriendo la calle con la mirada hasta que una señal captó su atención. El zoo. No recordaba haber estado nunca en el zoo, quizás la llevaron de pequeña pero lo cierto era que aquel tipo de recuerdos habían quedado anulados por todos los malos. Respiró con calma, siguiendo la señal hasta acabar frente a una verja de hierro entre abierta que no tardó demasiado en cruzar, si se lo pensaba podía aparecer alguien más, y suficiente era el hecho de que se estaba… colando; aunque su cerebro ya estaba trabajando en un millón de escusas.

    No tardó demasiado en caminar entre estructuras bien protegidas con criaturas que parecían acabar de despertar y buscaban alimento, se acurrucaban junto a otros de su misma especie en busca de compartir algo de calor corporal o simplemente vagaban por los alrededores. Fueron dos criaturas peleando los que llamaron su atención; disparándose llamas desde la parte posterior de su cuerpo y con un reluciente caparazón cubierto de… los ojos de la veela se entrecerraron, acercándose más a la verja en pos de que sus ojos no le hubiera engañado. Un caparazón cubierto de joyas. — Vaya — comentó cruzando los brazos bajo el pecho con la mirada fija en la pelea entre aquellas dos criaturas. ¿Nadie iba a separarlos?
    Arianne L. Brawn
    Icono :
    Play it cool - Colin - Página 2 IqWaPzg
    Arianne L. Brawn
    Consejo 9 ¾
    Tenía que ser objetiva. Las cosas no serían fáciles, nunca lo habían sido y no iba a cambiar por haber conseguido una primera victoria. Era algo pequeño y simbólico, una esperanza que todos habían acogido con agrado pero que la veela tomaba con desconfianza. No podían ser tan crédulos. Entendía que deseaban celebrar el haber conseguido algo tras tantos años, que algunas personas hubieran decidido quedarse en el distrito porque lo deseaban y no porque los obligaran a ello, que otros muchos se hubieran trasladado hasta el mismo desde el Norte, o incluso desde otros distritos mejores considerados. Pero no podían bajar la guardia y pensar en aquel lugar se había convertido en un lugar seguro, en un lugar, solo porque ellos eran ahora los que recorrían sus calles. Ellos dos habían vivido en el Capitolio el suficiente tiempo como para saberlo. El hermano de Colin era el Ministro de Defensa; mientras que la veela había bebido, y vivido, de toda la información que poseía el Wizengamot durante varios años. Ellos no podían ser así de crédulos, no debían serlo. Por triste que sonara, nadie se podía relajar ni un instante teniendo en cuenta las circunstancias.

    Se encogió de hombros. Sí, la confianza era importante, pero no era la base del mundo. Hasta las personas más cercanas podían traicionarlo, era un hecho y una posibilidad que siempre habría que tener en mente. Ciertamente negativa y pesimista, pero era la forma en la que las personas sobrevivían en el mundo en el que les había tocado vivir. Esbozó una sutil sonrisa, permaneciendo parada a su lado con la mirada fija en la verja que se levantaba ante ellos. — Ser diferente es bueno, el resto es demasiado ordinario — simuló un escalofrío que denotaba el desagrado que le podía suponer que todos fueran iguales. Suspiró con sonoridad, cruzando los brazos bajo el pecho. — ¿Sabes? En cierto modo siento que debería admirarte — pronunció tras unos segundos en los que estuvo inmersa en sus pensamientos; cavilaciones relativas a que ella era la única persona que podría alcanzar a comprenderlo. — Hubo un momento en el que decidiste que tenías que hacerlo, que debías seguir tu propio camino y no el que te habían marcado — comentó —. Yo no tuve la última palabra, ni di voluntariamente ese paso. Cuando supe que era una veela, que no podría volver a casa, que las consecuencias al final me habían alcanzado… y no lo quería. Los primeros meses tuve que contenerme para no aparecerme en el Capitolio y pedirles que hicieran las cosas bien — asintió lentamente, rascándose las cutículas del pulgar. —. Que me mataran en condiciones. — concluyó. No tenía ni la menor idea de porqué le estaba contando aquello a él, y no a las personas a las que se sentía unida; sería por lo mismo que él, porque sentía que era la única persona que podría alcanzar a comprenderla.

    Sonrió con ironía y cambió el peso de su cuerpo de un pie hasta el otro, permaneciendo callada en lo que escuchaba todo lo que tenía que decir. — Estuve justo ahí. Parada donde tú estás ahora mismo, contándole a Benedict mis pensamientos cada vez que me pedía que dejara solo de sobrevivir. Si encajaría, si  mi pasado solo sería pasado, si encontraría un lugar al que pertenecer o solo tendría la constante sensación de querer huir — trató de consolarlo. Sus sentimientos eran algo normal teniendo en cuenta lo ocurrido. — Lo que quiero decir — trató de explicarse, viéndose algo sorprendida y volviendo el rostro en su dirección, escudriñando el perfil contrario. — Estás empezando a convertirte en mi Weynart favorito, eso puede ser peligroso — acabó por bromear tras unos instantes. — Deberías de empezar a ser un poquito más tú mismo, Colin. Puede parecer complicado y confuso al inicio, pero cuando te encuentras a ti mismo es mucho más fácil aceptarte y que te acepten — aseguró, hablando en un pequeño espacio de tiempo más de lo que pudo hablar en meses. — Te lo dice alguien que no solo tuvo que encontrarse a sí misma, sino también entender y aceptar en lo que se había convertido para que no acabara tragándome por completo —. Arrugó penas un ápice los labios, dar consejos a otros nunca fue lo suyo, hablar de sí misma mucho menos. Y tenía la impresión de que en aquel aspecto ambos eran también muy parecidos.
    Arianne L. Brawn
    Icono :
    Play it cool - Colin - Página 2 IqWaPzg
    Invitado
    Invitado
    Fui «el resto» por mucho tiempo, estuve entre los ordinarios, ser el Weynart que en este momento se muestra diferente no sé qué tan diferente me haga en comparación a muchos otros como para sentirme dentro del comentario que hace, pero le sonrío. Ella también estuvo entre los ordinarios, aunque por su pasado nunca lo fue y no hay manera de que vuelva a serlo luego de transformarse en veela, que me diga que es bueno ser diferente lo tomo como ese lazo que llega a unir a dos personas que logran verse similares, cada una agarrando un extremo, es la confianza de saber que hay otro en lo raro y diferente que te sientes. —No creo que quieras ir por el lado de admirarme nada— la prevengo, —no soy más de lo que se ve— es lo que he dicho toda mi vida, la frase repetida, también cuando mis pensamientos quebrantados se anteponían a mis acciones. Y en verdad, estoy a punto de decirle que no puede admirar el que haya tomado esto como decisión, cuando a ella no se la dieron. Hicieron más que quitarle derechos de elegir sobre una cosa u otra, la asesinaron y si está aquí es porque fue una muerte que la martirizó, eso quita todas las posibilidades. La muerte siempre quita todas las posibilidades. Pierdo por un momento mi mirada entre las criaturas que están detrás de las rejas, porque eso era lo que no quería para Alice, aunque creyera que en vida sus opciones se habían agotado, morir sería lo irreversible y lo que la dejaría sin nada en absoluto.

    Escucho su relato, entonces sí entiendo qué es lo que admira, después de haber tenido que pasar por morir y perderlo todo, para tomar una elección que quizá es la que prefirió siempre. Mi mirada se queda en ella, todo eso que dicen sobre que las veelas impresionan los sentidos es algo que creo poder controlar, ayuda el que tenga tanta práctica en guardar todas mis emociones muy en lo profundo al tener predilección por lo tranquilo antes que por los sobresaltos –ironías aparte-, y poder hacerlo es lo que me permite poder mirar a la mujer viva detrás de la veela. —Nunca va a dejar de sorprenderme que…— digo, pareciera fuera de lugar a lo que acaba de contarme, y sin embargo, está estrechamente relacionado. —Te encuentras con personas todos los días, das por hecho que con tal o cual persona podrías entenderte… y luego, en un giro muy imprevisto, como esas esquinas donde hay un edificio en las que coinciden dos veredas y las personas chocan por no poder verse, de esa misma manera…— se lo explico moviendo mi mano y agarrando la nada en el aire. —El día que debe ser te topas con una persona que te refleja— esta última palabra la digo con cautela, dudando, habrá otras más claras, pero es esa la que mejor me explica.

    También comienzas a agradarme— contesto a su broma con una respuesta más escueta de mi parte, sin que deje de ser la verdad por todo lo que me ofrece como consejo. —Me agradas bastante, aunque estoy seguro que ni ese día en la terraza, ni ningún otro día antes en el que podamos habernos encontrado en el ministerio, nos hubiéramos entendido— indiferencia, apatía, simple desinterés, reconozco todas esas emociones en mi permanencia en el Capitolio, choca con mis ojos la imagen de mí mismo siendo un solitario entre un montón de gente. —Así que me alegro que tengamos una segunda oportunidad, en todos los sentidos— aclaro, —una segunda oportunidad para empezar algo nuevo, para que hayamos podido hablar, te diría que me alegro también de que…— mis ojos vuelven a buscar su rostro, —ninguno de los dos esté muerto, porque no lo estás. Pero decirlo comienza a darme escalofríos, porque… si lo piensas como que todas las personas que están aquí vencieron a la idea de la muerte en algún momento, que este lugar como dices no es nada definitivo, durará lo que tenga que durar, y esperamos que sirva a otros para mostrar una diferencia, en todo lo que puedo pensar es que…— ensancho mi sonrisa para que note la broma, —no, no llegamos al infierno, se parece mucho al purgatorio. Y lo bueno es que… no lo es, es real, tal vez la primera cosa real en años donde tengamos para apoyar nuestros pies y dejar de huir, porque podemos ser nosotros mismos, Arianne.
    Anonymous
    Arianne L. Brawn
    Consejo 9 ¾
    Arqueó ambas cejas, esbozando una sutil sonrisa pero con la mirada fija en la verja frontal. Todas las personas eran mucho más de lo que dejaban ver a los demás; se encerraban en sí mismo tanto por miedo a que los dañaran como por miedo a ser los que dañaran a los demás. Lo conocía demasiado bien, había convivido con ello durante los últimos doce años. Encerrada en sí misma para no dejar que nadie cruzara las barreras que creía que la protegían de todo el mal que reinaba en el exterior. Solo estaban equivocados, y no tenían ni la menor idea de cuánto. Pero no era algo sobre lo que sermonearía a Colin, no cuando ella todavía lo estaba procesando y los cambios solo se veían aparecer paulatinamente. Negó lentamente con la cabeza, afianzando con firmeza los brazos bajo su pecho. Sacar las cosas de dentro era algo que se sentía reparador, era incluso mejor cuando la persona que estaba al otro lado era un desconocido; alguien que no podría juzgarle y solo le prestaría su atención durante los minutos que durara su corto relato. Porque la desgracias no eran pocas, pero tampoco merecían ser rememoradas, sí superadas.

    Dejó ir todo el aire que quedaba en sus pulmones. El frío de la estación la habría hecho temblar, pero su piel siempre permanecía tibia incluso con las temperaturas que los golpeaban en aquellos días. Aun así escondió las manos en sendos bolsillo de su chaqueta, permaneciendo impasible. Lo escuchó con pausa, volviendo el rostro en su dirección cuando se percató del movimiento de sus manos, las cuales trataban de darle algo de énfasis a sus palabras, y la dejó fijas en éstas incluso cuando dejaron de moverse. Una personas en la que sentirse reflejado. Quizás era demasiado profundo, tenía un trasfondo mucho más allá de una mera palabra. Nunca se sintió reflejada en nadie, tampoco lo esperó o buscó. La unión con otras personas era algo diferente, había acabado ligándose a algunas, pero nunca llevó aparejado un reflejo en las palabras contrarias; que pudiera entender con claridad qué era lo que decía y como lo decía. — Nos pasamos la mayor parte de nuestra vida buscando a esa persona en la que reflejarnos, pero solo llega cuando menos lo esperamos y en el rostro que menos esperamos — contestó con apenas aire. Chasqueando la lengua con cierta diversión; por como la conversación entre ambos había acabado derivando hacia tales derroteros, unos que jamás habría pensado compartir con alguien como él. Con alguien como había pensado que era él; porque estaba claro que las apariencias engañaban y ambos podrían firmar con seguridad bajo tal afirmación sin temor a equivocarse.

    — ¿La verdad? — contestó con aire pensativo. — Puede que nos hubiéramos entendido a la perfección — comentó sonriendo de medio lado —. No se me daban bien las personas, con esto no quiero decir que ahora sí, y tengo la sensación de que a ti tampoco. Puede que hubiéramos sido una buena compañía el uno para el otro. No sintiéndonos completamente solos por tener a alguien delante pero permaneciendo inmersos en nuestros propios problemas. Al menos la gente no nos habría tachado de solitarios — bromeó con cierta sorna. En cierto modo sus palabras tenían una innegable lógica que ni siquiera él podría negar. Triste, pero lógica. Acabó por girar el rostro en su dirección dejando que su claro mirar se encontrar con el contrario; dejando que así fuera mientras escuchaba todo lo que quería decir. Estaba segura de que no aguantaría más de un par de segundos su mirada, no cuando estaba tan cerca y prestándole plena atención, dejando que su relajación lo impregnara con suma lentitud. Así era, una montaña rusa que, en ocasiones, la quemaba por dentro,  y otras en era capaz de proyectar una tranquilidad peligrosa. Como la que asomaba justo antes de una tormenta. — Éste lugar es nuestro pequeño ojo del huracán — comentó al hilo de sus pensamientos —, nos sentimos seguros aunque veamos las vacas volar justo a nuestro alrededor, pero sabemos que en algún momento se desplazará y nos tragará. Y aun así seguimos aquí, esperando a que ello ocurra y nos convirtamos en las vacas voladoras — se unió ligeramente a su broma, explicando desde la altura lo que venía siendo la situación pero de un modo divertido y menos serio. — Cuando terminemos de ordenar todo éste desastre podremos ser lo que queramos — rezó moviéndose un poco en el lugar en aras de despertar sus pies. — ¿Has pensado como ayudarás? Puedo tratar de enchufarte — propuso guiñándole un ojo con gracia. Que, bueno, Alice también podría hacerlo, pero nunca estaba de más tener más de una mano negra ayudándolo.
    Arianne L. Brawn
    Icono :
    Play it cool - Colin - Página 2 IqWaPzg
    Invitado
    Invitado
    La buscamos toda la vida, quizás decir toda la vida es mucho tiempo, así como decir que tal vez el efecto reflejo puede durar apenas un momento, ese en el que nos cruzamos con la otra persona en el tiempo y el lugar que debe ser. No sé si mañana seguiremos siendo reflejo del otro, si dentro de un año se mantendrá esta sensación. Es en este momento en que hay algo en Arianne Brawn que me hace sentir comprendido hasta los huesos sobre todo lo que perdido y lo hallado, sin que eso tuviera implicancia de algo más, quizá también porque estamos valiéndonos de una impresión, de una conversación que no llega a hurgar en todos los recovecos donde se encuentra lo que nos hace distintos. No lo busco tampoco, no quiero romper el efecto, lo necesito por estar aquí, necesito –inseguro así como ella apuntó que soy- de un reflejo que me diga que estoy donde debo estar, porque este es el sitio de las oportunidades, no hay otro. —¿Será?— sonrío a lo que parece una explicación muy coherente de por qué podríamos habernos entendido hace un tiempo. —Trato de no pensar en los «que hubiera pasado sí…», es un poco como volver hacia atrás, y no quiero… no quiero perderme en el retroceso. Sino afirmarme donde elegí estar— lo digo para escucharme a mí mismo, aunque sea un pensamiento amable el suponer que quizá podríamos habernos hecho compañía. —Podemos partir desde aquí.

    Este distrito donde elegí estar, donde hay vacas voladoras, creo que es la descripción más acertada a toda la situación que atravesamos, casi espero verlas atravesar el cielo sobre el zoológico cuando levanto la vista. La imito al guardar las manos en los bolsillos de mi chaqueta y esperar, solo esperar a que eso ocurra, a que nos encontremos en un nuevo vórtice que nos arroje quien sabe a dónde, por debajo de las mangas de la chaqueta siento el estremecimiento por lo impredecible, trago el nudo nervioso de mi garganta. Solo aguardo, así como ella. —Estaba pensando en sumarme a la defensa del distrito— contesto, bajo mi vista hacia la jaula que tenemos delante. —No te niego que me gustaría seguir trabajando con los animales, no me molestaría hacerlo, las vacas voladoras de este distrito también llaman mucho mi atención, pero he visto a lo que se enfrentan. He estado del lado al que se enfrentaban. Sé que cada par de manos que puedan sumarse a sostener un arma y defender esto, cuenta— se lo explico como yo lo veo, y echo una mirada de soslayo hacia su dirección. —También serás jueza en este distrito por lo que tengo entendido— comento, no es un secreto la conformación del Consejo, y solo por la confianza permitida de estos minutos, pregunto: —¿Estás bien con eso? ¿Es lo que quieres hacer?
    Anonymous
    Arianne L. Brawn
    Consejo 9 ¾
    Lo cierto era que podía contar con los dedos de una mano las personas que le importaron durante los últimos diez años. Si restaba a los que eran su familia acababan siendo… ¿dos? ¿tres? Dudaba que fueran muchos más. Y en aquel momento extrañaba ver a Jean cuando visitaba a su hermano o se rehuían mutuamente, también extrañaba a Jasper y sus sermones éticos o los problemas que tenía con Maeve, su hija más que adolescente. Pensar que él hubiera podido aparecer en aquella corta lista se le hacía extraño e incómodo, pero  la vez cercano; como si con aquella corta conversación hubiera conseguido ganarse su complicidad sin apenas esforzarse. Era lo que tenía encontrar a una persona que, con ciertos matices, había pasado por algo similar o perdido casi lo mismo. Porque ambos perdieron su hogar, a sus familias, su estabilidad y empleo… y casi también su pasado, porque no debían volver sobre el mismo. Los claros ojos de la veela enfocaron el cielo, inclinando ligeramente la cabeza hacia atrás y tomando una profunda bocanada de aire que congeló sus pulmones durante unos segundos. Era azul, completamente despejado, y ajeno a lo que pasaba bajo él. A veces le gustaba abusar de su habilidad para convertirse en ave y perderse en mitad de la azul inmensidad.

    Cuando bajó la mirada se movió un poco en el sitio, balanceando los pies hacia adelante y atrás, volviendo el rostro en su dirección para prestar atención a sus palabras. Asintió lentamente. — En los registros aún constan los nombres de algunos cuidadores del zoológico, supongo que se las podrán arreglar bien. Sino siempre pueden pedir ayuda en un momento concreto. Estamos adaptándonos, tenemos que trabajar todos unidos — pronunció con aire ausente, queriendo rememorar alguno de los nombres que leyó pero no dando con ellos. Demasiadas cosas pululaban por la cabeza de la veela. — Te agradezco que hayas decidido unirte a la defensa del distrito, realmente es algo en lo que necesitamos invertir para poder defender este lugar; seguro que tienes mucho que aportar y tanto Benedict como Amber te escucharán — agradeció y aseguró. Porque no estaba orgullosa, y tampoco dispuesta, a tener que obligar a los habitantes del distrito a unirse a la defensa del mismo, a que arriesgaran su vida de buenas a primeras.

    Presionó las manos contra su cuerpo, cesando en el balanceo de pies y dejándolos caer sobre el suelo. — Es mucho trabajo. No solo tendría que ejercer sino también legislar, lo cual rompe el principio de separación de poderes…. Que no sé si sabes lo que es, pero no debería tener el poder de dictar las leyes y también aplicarlas porque podría usarlas en mi beneficio — inquirió siendo más técnica de lo que había querido ser. Meneó la cabeza, esbozando una sonrisa. — Es demasiado pero no puedo negar que me emociona — confesó —, saber que… puede que por primera vez aplique unas normas que serán iguales, que solo harán distinciones por las situaciones pero no por la sangre, status o raza de la persona, es… — prensó los labios, mordisqueándose la punta de la lengua. — lo que quería. Impartir una justicia imparcial que acabe protegiendo a la víctima real y no a la que nos era impuesta — no pudo reprimir algo de ilusión y emoción en su voz. Porque era mucho trabajo, y algo que no se había buscado puesto que solo deseaba tranquilidad, pero que no podía negar. — No podré redimirme, no al menos conmigo misma, por las cosas que hice, pero será un buen paso — volvió el rostro hacia él antes de volver a hablar. — Este sitio está lleno de segundas oportunidades, ¿crees que nos las merecemos? Que merecemos este ápice de emoción o felicidad —.
    Arianne L. Brawn
    Icono :
    Play it cool - Colin - Página 2 IqWaPzg
    Invitado
    Invitado
    Aun teniendo a mi hermano como ministro y que sea una amiga quien ocupara la jefatura del departamento en el que trabajé por años, nunca he creído que tuviera algo que aportar como para pedir ser escuchado a esas dos personas que aprecio en verdad, más que hacer lo que se me pedía que hiciera, esa obediencia a las indicaciones que se volvió costumbre, no he visto mi trabajo más que como la obligación de colocarme un uniforme. Por primera vez siento que sí tengo algo que aportar, que me gustaría dar lo que tengo y lo tengo que sé para proteger todo esto, pese a que hablamos de segundas oportunidades, mucho de lo que está pasando se siente como una primera vez que provoca un optimismo casi incómodo, tengo que alzar mis ojos al cielo como ella para esconder mi sonrisa. —Trataré— es todo lo que digo, conozco lo rígido de mi carácter como saber que romper viejos moldes llevará su tiempo y dependerá en gran medida de las personas que me rodeen, le echo una mirada de soslayo, decido que Arianne Brawn sea parte de esa gente, siempre he creído que se trata de elecciones, también cuando se eligen personas.

    No, nadie nunca me habló de leyes, mi hermana quizás me comentaba cosas de su trabajo como profesora así que puedo decir que conozco algunas de las reglas en ese ámbito, pero la aplicación de leyes desde los tribunales es algo que escapaba de mí, mi deber se limitaba a que se ejecutaran si me requerían, no a involucrarme o plantearme si los juicios eran válidos o no. Pudo mantenerme dentro de mi uniforme por años dejando fuera las opiniones que pudiera formarme en base a mi propio criterio, convencido de que las cosas estaban bien como estaban, eso cambió, no hay dudas. Si estoy aquí es porque me cuestioné cosas al punto que me tenían insomne, confundido. —Si en algún momento se vuelve demasiado y necesitas hablarlo, puedo escucharte. Todas las veces que necesites hablar del Capitolio…— lo digo con un tono de vacilación, pero lo digo. —De cómo hacías las cosas antes, de cómo te gustaría hacerlas ahora, a mí no va a molestarme poder hablar de cómo eran las cosas allá y de lo que hicimos…— lo creo parte del proceso de dejarlo atrás, volver a ello todas las veces que hagan falta, y aunque las personas de aquí sean comprensivas, no creo justo hablarles de un lugar que es todo lo contrario al pasado que ellos mismos cargan. — Siempre que necesites hablar, me considero una persona que sabe escuchar— le aseguro, para no decir que es porque suelo hablar poco, aunque esta ocasión sea una excepción. Nunca he sido bueno con las palabras amables tampoco, espero que la franqueza valga en reemplazo. —Procuro no pensar en sí merecemos o no algo, como si dependiera de alguien o algo más, que las cosas sean puestas en nuestro camino. Quiero pensarlo como que si queremos algo, tenemos que ir a por ello— y pese a las propias restricciones que yo puse, tomo su hombro con mi mano para reconfortarla con el gesto, darme ánimos a mí también. —Y ya no estamos solos.
    Anonymous
    Contenido patrocinado
    No puedes responder a temas en este foro.