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  • The Mighty Fall
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    OTOÑO de 247421 de Septiembre — 20 de Diciembre


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    Tras años de represión y batallas libradas, hoy son los magos los que caminan en las calles más pulcras del Capitolio. Bajo un régimen que condena a los muggles y a los traidores a la persecución, una nueva era se agita a la vuelta de la esquina. La igualdad es un mito, los gritos de justicia se ven asfixiados.

    Existen aquellos que quieren dar vuelta el tablero, otros que buscan sembrar la paz entre razas y magos dispuestos a lo que sea para conservar el poder que por mucho tiempo se les ha negado. La guerra ha llegado a cada uno de los distritos.

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    2 participantes
    Simon Lackberg
    Fines de Noviembre

    Sé que la única razón por la que estoy aquí es porque mi padre fue el director de servicios sociales hasta hace poco y porque una de mis hermanas ha sido vista peleando junto a los rebeldes en el distrito nueve... Sino un par de trabajadores sociales habrían ido a casa y me habrían lanzado en el orfanato más cercano hasta que una familia hubiese tenido la piedad de tomarme bajo su cuidado a cambio de una recompensa por parte del estado ¿Habrían durado con eso? Probablemente no pues soy conciente de que soy una persona difícil y ahora corro el riesgo de prender fuego todo lo que me rodea así que dudo que haya un precio suficiente por todo eso.

    Mis pies cuelgan de la silla en la que me encuentro y siento que los ojos de Eloise LeBlanc están intentando leerme ahora mismo ¿Será legeremante? Pues me da la impresión... O quizás son solo los nervios de que todo ésto no funcione, que se de cuenta de que estoy mintiendo y que termine metiéndome en el coliseo por sangre sucia y embustero. Tuve miedo en ocasiones previas, pero no creo que sea el caso, ahora siento que tengo al menos algunas herramientas para defenderme y sino tengo un lugar a dónde huir en dónde me aceptarán como soy, el distrito 9.

    El silencio me está matando así que elijo romperlo yo acercando las tres carpetas que he elegido de las que me ha dejado Ivar con un dedo sobre la mesa - Sé que usted elegirá la opción más adecuada para mí, pero tengo entendido que en ciertos casos se tiene en cuenta la opinión del menor en cuestión - si tuviese que elegir me iría con Kavalier pues tiene una consola tan grande o mejor que la mía y un arsenal de juegos de realidad virtual que me tendrán entretenido... Pero el tío Rick puede ser una buena opción, no me conoce mucho así que supongo que no me molestará por eso y tendré bastante libertad, y como tercera opción tengo al que no tiene absolutamente ninguna relación conmigo, el hermano de Amalie que... No sé que esperar de eso - Mi papá volverá, por cierto, ésto es solo temporal - me apresuro a agregar aclarándome la garganta.
    Simon Lackberg
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    Eloise R. Leblanc
    Ministro de Educación
    Ivar Lackberg jamás había sido mi persona favorita en el mundo y no tenía inconvenientes en hacérselo saber. Me parecía alguien frío y deshonesto, y aún así nada me causaba más repulsión que el saber que había tenido la razón. Y era una persona que amaba tener la razón, pero no cuando eso iba de la mano de poner en riesgo a un menor. Porque Simon seguía siendo un menor.  No importaba que tuviese la entereza para estar sentado delante mío como si fuera una sesión común con cualquier psicopedagogo escolar, o una reunión con un profesor para discutir por un trabajo. Esto era mucho más serio.

    - Tú sabes que tu padre no siguió las normas correspondientes, ¿verdad? No voy a mentirte y decirte que cuando vuelva será lo mismo que si hubiera ido al kiosco porque no será así. Debería haberlo sabido mejor que nadie, y no me gustaría arrancar esta charla contigo engañado. - Siendo el director de servicios sociales, debió haber previsto la situación o cuando menos, hablar conmigo sino con sus colaboradores. No sabía cuál era la urgencia que lo había motivado a tomar esas medidas, pero no se justificaba.

    -Eres un menor Simon, uno que estuvo expuesto a situaciones que no debería. Tienes razón en que hay ocasiones, y sobre todo considerando tu edad, en las que vamos a tratar de respetar tu elección, ¿cuál sería esa? - No me molesto en tomar las carpetas en primera instancia porque yo misma había estudiado el caso desde la legalidad del asunto. Prefería que saliera de su boca las opciones que él había considerado a sabiendas de que, si tenía suerte, para el momento en el que Ivar volviese como él decía, el muchacho ya estaría cumpliendo su mayoría de edad.
    Eloise R. Leblanc
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    Simon Lackberg
    Trago saliva sin decir nada al respecto pues la verdad es que lo que será del trabajo de papá es la menor de mis preocupaciones, lo único que quiero es que tanto él como Amalie regresen a casa sanos y salvos, y tengamos la oportunidad de seguir viviendo como una familia pese a los constantes desafíos que la vida nos pone en frente. No tengo miedo a Eloise Leblanc y sé que los Lackberg tampoco temerán cuando vuelvan a poner los pies sobre Neopanem pues... Si al final logran derrotar el clima, las criaturas y la enfermedad ¿Acaso no podrían con el mal genio de una ministra? Probablemente se reirán en su cara y seguirán adelante, eso haría yo.

    Entrelazo los dedos sobre el regazo y analizo una vez más en mi cabeza las opciones que tengo. Tendría que haber tomado una decisión con anterioridad para tener una respuesta segura pero ¿Habría ayudado eso realmente? La decisión es imposible si se ponen todas las cartas sobre la mesa y el silencio se habría prolongado de todas formas, solo que en un escenario diferente.

    ¿Qué es lo que quiero? Estar cerca de las personas que me caen más o menos bien, tener libertad para estudiar lo que quiero y la panza llena de comida, no es mucho ¿No? Lamentablemente creo que solo una de las tres opciones cumple con lo tres requisitos y a la ministra no le va a gustar la respuesta - Creo que ir con el hermano de Amalie será lo más apropiado, es un adulto con un empleo estable y sin antecedentes que puedan llegar a ponerme en peligro - odio hablar mal de Riley aún sin dar su nombre, pero si quiero conseguir lo que quiero debo demostrarle que esa es la única opción posible - Sé que debería estudiar en el Prince pero la idea no me desagrada, de hecho me entusiasma - mi voz suena ensayada, sin sentimiento alguno... Debería cambiar eso - Solo veo un problema - uno que probablemente dirá ella misma ahora.
    Simon Lackberg
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    Eloise R. Leblanc
    Ministro de Educación
    Es evidente en su postura y en sus gestos el que no va a seguir con el tema de su padre, y puedo entenderlo. No sé cuál es la excusa que le ha dado a su hijo, pero sea cual sea ninguna lo libraría de afrontar el cargo de “abandono de menores” cuando mínimo. Y contaba con buenos abogados como para saber que era una pelea que ganaría sin dudarlo. Asu vez, pese a que no iba a mentirle al respecto, tampoco iba a atosigarlo con este tema, cuando todavía debía estar acostumbrándose a su ausencia.

    Tomo la tableta cuando menciona al hermano de Amalie Lackberg, porque tenía su expediente allí mismo. Wilhelm Schumer, cuarenta y tres años, viudo, psicomago… un ciudadano común y casi que hasta ejemplar en algunos aspectos. Había tenido la oportunidad de charlar con él cuando tenía algún alumno que asistía a terapia y no podía decir que fuese otra cosa más que un profesional. No sería una mala opción, probablemente sería incluso la mejor de las opciones. Sino fuera claro, por un pequeño inconveniente.

    - Si hubiéramos tenido esta charla semanas atrás, probablemente lo habría citado a él mismo antes que hablar contigo… Pero creo que ambos vemos el mismo problema, y no sé si sea uno que podamos obviar así como si nada. - La dirección de residencia era uno de los primeros renglones del expediente, y ese número, ese número en primera fila implicaba cosas que antes no eran de mayor importancia. - Tu traspaso al Prince no sería inconveniente. Eres listo aunque tus calificaciones no lo reflejen del todo, así que eso sería un detalle menor. No tanto así el distrito de residencia. ¿De verdad es lo más adecuado que te adentres en el nueve? Todavía no estamos seguros de cómo vayan a moverse, y enviarte así, cuando ya estás por afrontar toda una situación nueva… ¿de verdad estás dispuesto a vivir en ese lugar?
    Eloise R. Leblanc
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    Simon Lackberg
    Niego con la cabeza para mostrar que estoy de acuerdo con que no podemos ignorar ese detalle, solo que lo que ella ve como un problema yo lo veo como una de las razones para las cuales ir allí. Así que me mantengo serio, con el ceño fruncido y los puños apretados como si estuviese pensando lo que me dice, aunque en realidad lo hago para reprimir las risas que serían más honestas - Sé que es una situación complicada, pero seguiría siendo un ciudadano de Neopanem y lo único que necesito ahora es trasladarme de la casa del señor Schumer al Prince, no pueden negarme eso - y aún menos siendo yo.

    Pero no es solo la situación política, sino el hecho de que puedan llegar a desconfiar de mí y que me terminen metiendo en esa horrible lista de buscados sin quererlo, pero creo tener una idea bastante concreta para saltarme ese problema - Aunque, ministra Leblanc, lo que me preocupa es que mi hermana está allí - digo sin apartar mis ojos del escritorio, es uno mucho más elegante que el que solía tener papá... Y tiene sentido, aunque a éste se le ven menos marcas de uñas de éste lado, hubo menos conversaciones con niño nerviosos aquí.

    Respiro profundo y me tomo un momento para beber de la copa de agua que hay frente a mí. Hago como que proceso las palabras e incluso lucho un poco conmigo mismo hasta que logro pronunciar - Sé que papá volverá - repito con la confianza ciega que tiene un niño por su padre, ésto si es real - Pero hasta entonces... El apellido Lackberg se relaciona con la traidora al gobierno Synnove - ay que jamás se entere de ésto porque va a matarme - Si voy a vivir allí no quiero que se me asocie con ella- continúo levantando unos ojos preocupados - ¿Cree que podría volver a mi apellido de antes? ¿Al de mi mamá? - y aquí viene el detalle final - No solo por eso... Sino porque voy a vivir con el hermano de Amalie, mi nueva mamá, y no quiero sentir que la estoy traicionando así que... Me gustaría llevarla en mi nombre y volver a ser Ferrars.
    Simon Lackberg
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    Eloise R. Leblanc
    Ministro de Educación
    - Tienes que entender de que no se trata cuestión de negarte nada, o de un capricho siquiera. Es cuestión de no poder garantizar tu absoluta seguridad. - De nuevo, si Ivar Lackberg se habría encargado de hacer lo que le correspondía antes de desaparecer, la cosa hubiera sido diferente. Pero había dejado a un menor en una situación incierta, sin una supervisión correspondiente y con familiares con los que no había tenido trato jamás. - El traslado no sería un problema en sí mismo si es que nos permiten operar de la misma manera que siempre. Pero hasta que no se estabilice la situación allá me temo que deberás esperar hasta que podamos arreglar la situación con el señor Schumer. - Si su tío se negaba a recibirlo, probablemente la siguiente opción sería mandarlo a un hogar de acogida.

    Es cuando menciona a su hermana que me sorprende su preocupación, aunque supongo que no tanto como me había sorprendido a mí el ver su nombre en la lista de traidores. Siendo que la muchacha había trabajado una temporada en mi departamento, no podía decir que le faltase sensatez al momento de actuar. ¿Le habrían lavado el cerebro? No sería una opción a descartar. Había muchas cosas que desconocíamos de aquel grupo como para andar con suposiciones.

    - Mira Simon, creo que eres un joven bastante sensato, pero hay trámites que no podré garantizar incluso siendo la ministra de educación. Una vez que pongamos en claro la situación con tu tutor legal, si él lo aprueba el trámite como mucho tardará una semana. De momento… - Le tocarían varios días de espera. - Sé que tu padre te dejo con recursos, pero técnicamente hablando ahora eres responsabilidad del gobierno. Conozco lo que son las casas de acogida, y sólo por tu edad consideraré el no mandarte a una hasta que hablemos con el señor Schumer, solo si estás dispuesto a que te acompañe alguien de servicios sociales durante este tiempo.
    Eloise R. Leblanc
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