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  • The Mighty Fall
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    OTOÑO de 247421 de Septiembre — 20 de Diciembre


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    Tras años de represión y batallas libradas, hoy son los magos los que caminan en las calles más pulcras del Capitolio. Bajo un régimen que condena a los muggles y a los traidores a la persecución, una nueva era se agita a la vuelta de la esquina. La igualdad es un mito, los gritos de justicia se ven asfixiados.

    Existen aquellos que quieren dar vuelta el tablero, otros que buscan sembrar la paz entre razas y magos dispuestos a lo que sea para conservar el poder que por mucho tiempo se les ha negado. La guerra ha llegado a cada uno de los distritos.

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    Flashback, hace más de veinte años...

    Las mariposas en occidente son conocidas por su frágil existencia, en el oriente son consideradas un símbolo de inmortalidad. Hay quienes dicen que el último suspiro que exhalan las personas al morir es su alma que abandona su cuerpo y toma la forma de una mariposa blanca. Las migraciones de mariposas blancas las llevan a posarse en muchas ciudades, es casi universal que se tome como de buena suerte verlas poblando un jardín. Son también un símbolo de transmutación, de transformación para las personas, hay quienes hablan de resiliencia a partir del proceso en que rompen la crisálida para ser mariposa. Se dice además que sus alas son las que las hacen hermosas, pero que ellas no son conscientes de esa belleza, que nunca pueden olvidar su origen como horribles orugas que se arrastraban por las ramas.

    Se dice muchas cosas de las mariposas, lo que mis labios leen del cartel que acompaña al cuadro en cuyo cristal nos vemos reflejados con Ivar es: —Lepidópteros. Las especies diurnas son las más conocidas, pero la mayoría son nocturnas. Las polillas también son una especie de mariposa. Sus alas son un entramado de venas y escamas, el color que puedan tomar es lo que las define. Las escamas tienen tantas aristas en las que se reflejan la luz, que los colores pueden ser de lo más variados y muchas veces cambiarán dependiendo del ángulo en que las mires. Pueden ayudar a la polinización de las plantas, también convertirse en una plaga— describo como si estuviera leyendo de uno de mis manuales, inclino ligeramente mi cabeza hacia él, todo mi cabello rojizo sujeto y tirante en una alta cola. —Solíamos tener muchas mariposas en el jardín de mi abuela— cuento con un tono no tan formal en mi voz.  

    Cruzo las solapas de mi tapado beige por delante de mi pecho, incluso dentro del Museo de Ciencias Naturales la temperatura es baja debido al frío helado del invierno que recorre las calles en un viento que no da tregua. Una bufanda azul me envuelve toda la garganta que comenzó a picarme esta mañana como indicio de un resfrío, lo disimulé para no faltar a la cita. Me inclino un poco hacia adelante sobre el cuadro para estudiar más de cerca a la mariposa que tiene las alas del mismo tono, largas y curvadas en las puntas. Leo el país del que procede, remoto como para que fuera a visitarlo alguna vez, como el lugar de pertenencia del hombre que tengo parado a mi lado. Pongo a prueba su paciencia leyendo cada una de las etiquetas de la muestra de cien mariposas en el museo, sumida en el silencio obligatorio de estas salas de techos altos y paredes recubiertas con tableros de insectos fosilizados, correctamente clasificados. —No es el lugar que esperabas que eligiera para una primera cita, ¿no?
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    Ivar Lackberg
    Director del Servicio Social
    Pensar que hubo una vez en la que pensé que lo desconocido se encontraba más allá del océano, en un mundo distinto donde decían que había personas de mal corazón, tiranos capaces de destruir ciudades y a todos sus habitantes. Bajo la promesa de lo desconocido no dudé en subir a un barco y venir aquí, pensando que la realidad me sorprendería... Pero es recién ahora, años después, cuando me siento completamente perdido, frente a una joven respetable de hermoso cabello rojo que me tiene vagando en una nube sin poder ver más allá de un metro.

    Tuve que vestirme con lo mejor que tengo, un traje, un abrigo negro y una bufanda de franela que me hacen sentir diez años más viejo de lo que realmente soy... O quizás, me hacen sentir de la edad que en verdad tengo y no cómo me he estado comportando hasta hace no mucho tiempo atrás. Supongo que ahora estoy pagando las consecuencias de mi falta de responsabilidad, porque no puedo decir una sola palabra inteligente frente a una chica que de verdad me interesa.

    Solo escucho fascinado los datos que me brinda y sonrío algo avergonzado por no poder aportar nada. La verdad es que al ver la mariposa azul nada más pienso en el cuento de Alicia en el País de las maravillas que tengo guardado en mi biblioteca... Seguramente el ilustrador se habrá inspirado en esa especie japonesa y ahora nada más puedo agradecerle por darme un dato inútil con el cual romper el silencio en el que me encuentro sumergido hace ya varios minutos - El azul es mi color favorito y éste en particular es atrapante - comento al fin intentando parecer más interesante de lo que en realidad soy - Parece sacado de un mundo ajeno, no me extraña que hayan representado la especie en Alicia en el País de las Maravillas - continúo y me muerdo la lengua dos segundos después. De acuerdo, eso sonaba más interesante en mi cabeza.

    - ¿Siendo honesto? No - respondo a la siguiente pregunta entre risas suaves - Pero me gusta... Una fórmula diferente es garantía de resultado inesperado y me encanta eso - explico acercándome un poco a ella con una sonrisa, sin perderme un segundo del espectáculo que me brindan sus ojos.
    Ivar Lackberg
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    Presente

    Comprendí demasiado pronto en la vida que todos somos existencias frágiles, que todos los hogares son vulnerables. Lloré más de una vez sobre piezas rotas que debía arrojar a la basura después de guardarlas con celo dentro de cajas, porque me negaba a renunciar a lo que fueron alguna vez. Llegaba el día en que tenía que vaciar lo que se había vuelto recuerdos desgastados y recomenzar desde la nada. Las paredes de cualquier casa por fuertes que fueran al tacto de nuestras manos, no nos resguardaban de los males que podían anidar dentro, ni tampoco los brazos que alguna vez nos envolvieron para devolvernos la sensación de seguridad, eran un refugio estable. —Te estás muriendo— musito, repitiendo sus palabras de la manera más concisa. ¿No morimos todos? ¿No es el final que nos espera a la vuelta de esta misma esquina, de esta cafetería frente a lo que una vez fue el Museo de Ciencias Naturales?

    Habrá un día, cercano, en el que el hombre que tengo sentado enfrente, al otro lado de una mesa sobre la que están puestas tazas con un café que ninguno de los dos probó y a la sombra de una sombrilla blanca que nos hace ver como una pareja más, de las muchas que pasean por el Capitolio disfrutando el clima agradable después de una noche de lluvia que calmó las temperaturas. Pero este hombre se está muriendo, su existencia se está escapando entre mis dedos, como lo haría una mariposa de las que encontraban entre las hojas de los arbustos de la infancia y las veía alejarse volando. Cuando el sol golpeaba sobre sus alas, sus colores se veían más estridentes, capturaban un poco de ese resplandor y pestañeaba para poder aclarar mi mirada. —Me estás dejando— susurro.

    No soy consciente de la lágrima que cae por mi mejilla hasta pender de mi barbilla, la retiro con las puntas de mis dedos, sorprendida de que le siga otra surcando el otro lado de mi rostro. No pestañeo, el llanto carga mi mirada de una nostalgia honda y angustiante. Recojo mis manos que tenía sobre la mesa para entrelazarlas sobre mi regazo, así quito toda posibilidad de que busque el contacto y trate de convencerme de que sigue aquí, conmigo. La mesa entre nosotros con su ridícula maceta de orquídeas en el centro marca una distancia que la siento de millas, está lejos de mí y no puedo ir hacía él, porque se está muriendo.
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    Ivar Lackberg
    Director del Servicio Social
    Ensayé una y mil veces frente al espejo las palabras exactas que diría para que Amalie reaccionara lo mejor posible al inevitable futuro. Elegí con cuidado e intenté no formarme expectativas porque no había forma de saber cuál sería su respuesta y definitivamente no esperaba ésto. Por un momento me invade el miedo pues lo que necesito es tenerla a mi lado, no que levante un muro entre nosotros como si abandonarla en éste mundo fuera decisión mía. La necesito, necesito que esté de mi lado para no irme solo y usar sus propias fuerzas para presentar batalla el tiempo que me queda. Porque la muerte es la opción más probable, pero no la única, y esto dispuesto a aferrarme a eso si ella lo hace conmigo.

    Levanto mis manos para buscar las suyas pero las retira acentuando el sentimiento de vacío que empieza a formarse en mi pecho. Está llorando así que comprendo que está procesándolo pero... Vaya que me gustaría que lo hiciera más rápido. Mientras tanto tomo mi varita y rompo el encanto que tengo en mi cuello desde que la marca apareció para ocultarla y así desvelo el secreto que le estuve guardando por éste tiempo. Éste soy yo, con un extraño rash y contando mis últimos meses de vida ¿O años? De verdad espero que sean años.

    - Podría ser una maldición por un objeto maldito, es poco probable pero si resulta ser eso podría salir adelante - intento ver el rayo de luz en la oscuridad, sintiéndome algo incómodo por no saber que hacer con mi propio cuerpo - Es mejor que sentarse a esperar ¿No? - continúo sintiéndome como aquel joven en nuestra primera cita que no sabía qué demonios decir para sonar un poco inteligente - No quiero morir, Amy, no quiero hacerlo... Así que haré todo lo posible para quedarme con ustedes, contigo.
    Ivar Lackberg
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    ¿Todo lo posible es suficiente, Ivar?— pregunto, siento la sombra de la muerte cayendo sobre nosotros en esta tarde de sol. — Hicimos todo lo posible más de una vez para sostener este matrimonio y esta familia, no ha sido suficiente— estrujo mis dedos entre sí buscando sentir un poco de dolor que me recuerde que seguimos vivos y que este momento es el que importa, en que todavía su voz se cruza con la mía en una conversación sobre la que volveré mil veces para tratar de dar una respuesta mejor, no este silencio que niega la verdad de la que somos víctimas ambos. Porque se está muriendo, el hombre con quien echamos a perder la oportunidad de ser un matrimonio, se está despidiendo cuando habíamos hablado de tener una segunda oportunidad para nosotros. Las lágrimas son pesadas al rodar mi rostro, enturbian mi visión, a pesar de la claridad del día todo se va volviendo oscuro para mí.

    ¿Por qué nunca nada parece suficiente para lo que sea que nos castiga?— cuestiono y es un reproche al universo mismo, a todo lo que desde un principio puso a este hombre en mi vida para que me hablara de cuentos de fantasía cuando yo le hablaba de ciencia en un aburrido museo de animales disecados. Echo mi cabeza hacia atrás para que mi nuca se acomode en el respaldo, cierro los párpados con fuerza al sentir el golpe del sol en la cara. Reprimo un sollozo que me raspa la garganta hasta sentir dolor, cuando mi voz sale de los labios se escucha tan lastimada. —¿Qué hicimos tan mal en otra vida que en esta solo nos encontramos para ser constantemente castigados?— es la duda que nos embargó hace un tiempo, la reafirmo también ahora. —No quiero perderte— lo saco de mi pecho como una exhalación profunda, como un ruego agónico, me enderezo en mi silla para poder verme en sus ojos y vea el llanto en el mío. —Creo que podría resistir lo que sea, todo lo malo que se nos eche encima, si te tengo conmigo. Si te vas…— no puedo mencionar a la muerte, pero es la verdad tácita entre nosotros, —sería lo último, el último dolor que podría soportar— susurro.

    Me enamoré de este hombre un día para que llegara este en el que me dice que está muriéndose a causa de una maldición, no hay nada que yo pueda hacer para revertir esto. —Ese día de la cita en el museo no iba a ir— evoco de pronto, —no llegué tarde media hora tarde porque estuviera terminando un informe del laboratorio, sino porque pensaba faltar. No creía que tuviéramos alguna chance, te salías de mi patrón. Y…— meneo la cabeza al soltar una carcajada hueca, triste. —Ese día al volver al apartamento llamé a Okada para decirle que quería romper, que necesitaba un tiempo sola, que estaba muy abocada al trabajo y no quería distraerme. Todo por culpa de que un extranjero había llegado para romper mi patrón, sino a estas alturas estaría casada con un científico sabría sobre familias de Lepidópteros, pero nada sobre orugas que se transforman en mariposas azules.
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    Ivar Lackberg
    Director del Servicio Social
    Sus palabras son dolorosamente acertadas y por un momento pienso que las merezco por todo lo que la he hecho pasar éstos años. Su frialdad es mi castigo por haberle ocultado a Simon, mis verdaderos ideales y haber dejado que crea que había otra mujer a parte de ella en mi vida. Quizás hasta merezco un castigo peor del que me está dando, pero seré egoísta una vez más y pediré que mi condena sea menos severa, ya tengo suficiente con la muerte - Hacer lo posible por lograr algo es todo lo que podemos hacer - intento defenderme con una mueca cargada de desesperación, la misma que tiene un casi ahogado esperando a que el salvavidas llegue a último segundo a tomar su mano.

    Podría decir alguna frase cliché como que las peores batallas le tocan a los mejores guerreros pero ¿Cuál sería el punto? Ni ella ni yo queremos estar rodeados de laureles, nomas queremos una vida en la que se nos permita disfrutar de lo que tenemos... Incluso ahora cuando las cosas parecían ir bien todo se viene al demonio, el maldito dios debe haberse aburrido y por eso nos metió una piedra más en el camino ¿Por qué no jode a alguien más? ¿Somos sus blanco de tortura favoritos?

    Observo sus lágrimas y por fin algo de lo que esperaba sale de sus labios. No quiere perderme, yo tampoco quiero perderla a ella, pero al parecer va a ocurrir si las cosas no resultan ser un poco menos sombrías de lo que parecen - No... No, no, no - interrumpo antes de que diga otra palabra más al respecto - Si hay alguien siendo castigado, ese soy yo, no tu - corrijo acercando mis manos para que las tome si así lo desea - Tú vas a sobreponerte de ésto, serás feliz como siempre deberías haberlo sido sin tenerme a mí como un peso sobre tus hombros... Serás libre, Amy, y lograrás mucho más de lo que te imaginas porque éste no es el maldito final de tu historia, solo de la mía.

    Una sonrisa nostálgica se forma en mi rostro y con todas mis fuerzas intento no imaginar lo que habría sido de su vida si hubiese seguido con ese tipo. Probablemente le habría dado una vida mejor de la que yo le dí, repleta de hechos y no solamente promesas que jamás llegaron a cumplirse y palabras bonitas para aliviar momentos de tensión - Tú sabes que pusiste mi mundo de cabeza... Jamás creí que querría formar una familia con alguien, que estaría feliz de ver el mismo rostro en mi cama una y otra vez, pero así fue - mi cabeza cae hacia adelante y mis ojos de clavan en la mesa por un momento - Me hiciste mejor hombre y contigo viví la mejor aventura de todas, quizás no fue tan larga como lo que esperaba pero existió y eso es lo importante.
    Ivar Lackberg
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    No quiero ser feliz— le espeto con rudeza, mi mirada rota recobra parte de su fuerza, sueno mordaz, sueno cruel. —No quiero ser malditamente libre— repito, en un tono un poco más alto, enderezándome en la silla para inclinarme hacia la mesa con mis manos cerrándose en el borde, los nudillos poniéndose blancos cuando mascullo mis siguientes palabras: —Todo lo que quiero es estar contigo—. ¿Es qué no ha podido entenderlo aún? Rechazo todo lo bueno que pueda venir si no es con él, si no está nada bueno será pleno para mí. Eso es lo que ocurre cuando encuentras a la única persona que amarás toda la vida, a la que podría haber dejado esperando en un museo al no presentarme y tendría entonces un presente en el que todo estaría bien, un pecho que de abrir solo encontrarían escarcha y eso que dicen felicidad sería bienestar, libertad seria soledad. —No digas que estaría mejor sin ti— me enfado, lágrimas furiosas cayendo por mi rostro.

    Presiono mis labios al sentir que tiemblan, la angustia en mi pecho es aplastante, tendríamos que estar rehaciendo votos que hablarán de pasar juntos toda la vida y estos que me presenta de improviso mencionan un final irreversible. — Sabes que buscaré la manera, no me resignaré a lo que me dices, como sea buscaré la forma que te quedes conmigo— sostengo, toda mi determinación está puesta en esas palabras dichas con voz quebrada. —Hablaré con sanadores, preguntaré entre mis colegas. Rastrearé pruebas experimentales que se hayan hecho sobre casos con tus mismos síntomas. Dedicaré mi trabajo a hallar una cura para tu enfermedad. Y si es cierto que es una maldición, negociaré con quién sea para revertirla— tiendo mi mano sobre la mesa para alcanzar la suya, necesito que me abrace como sé que también necesita que yo lo haga, más de lo que pueda prometerle con palabras, quisiera poder ser capaz de ponerme de pie sin que las rodillas se me doblen y caminar hacia él. —Porque si hicimos algo mal en otra vida para estar pagando esto, volvería a hacerlo en esta para que te quedes conmigo— y no miento, él lo sabe.
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    Ivar Lackberg
    Director del Servicio Social
    A lo largo de los años le he dado malas noticias a las personas una y otra vez. Todos ello reaccionaban creyendo que no era posible, que no podrían vivir luego de tan terrible hecho, pero una vez superada la negación se convirtieron en personas extraordinarias. No hay uno solo que no haya salido adelante, claro que quedó un poco de tristeza en sus corazones porque esa es la marca que nos deja alguien, pero confío en que Amalie podrá sobreponerse y cumplirá todo eso que siempre quiso. Espero que sea así... Espero verla desde donde sea que esté en ese momento.

    Intento sonreír para animarla un poco pero la sonrisa se vuelve honesta cuando escucho lo que dice - Y quiero que lo hagas, lo haremos juntos, pelearemos hasta el final sin importar cuántos obstáculos tengamos que sortear - aunque al final sea todo en vano, lo seguiremos haciendo porque sé que esa es la única forma en la que todos podrán salir adelante... Tanto Amalie como mis hijos, a quienes debo pensar cómo darles ésta noticia también. Es lo siguiente en la lista de cosas que hacer.

    - En la siguiente vida seremos un par de moscas, Ames, tenemos que tener cuidado - bromeo con ella antes de levantarme de mi asiento para ir a su lado y abrazarla. Acaricio su cabello y dejo un beso en su coronilla. Esto, ésto es lo que quiero. Aunque no haya una solución al problema, me alcanza con estar juntos el tiempo que nos quede - Ahora arriba, que nos espera mucho que hacer pero antes de ponernos a pelear... Quiero ir de la mano al museo más cercano con la mujer más inteligente y bella de todo Neopanem, como cuando éramos jóvenes... Una vez más.
    Ivar Lackberg
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    No me importa ser una mosca— murmuro contra su cuello al abrazarlo, mis lágrimas vuelven a mojar mis pestañas y caen sobre su piel, lo estrecho aún mucho más fuerte para que el llanto quede contenido entre nosotros, y así cuando abandonemos la cafetería, no quede nada por llorar, todo lo que quede por hacer sea buscar la manera de asegurarnos a permanecer juntos en esta vida, lo que pueda ocurrir en otra no es lo que importa. Si ocurre como he llegado a pensar que ocurre, pese a mi fe en la ciencia que lo discute, nos ocuparemos entonces de los errores y aciertos de esa vida.

    Con su ayuda puedo encontrar la estabilidad en mis piernas y recobrar esa firmeza que necesitaré para seguir caminando a su lado. Entrelazo nuestras manos al escucharlo, es mi promesa de que estaré con él, como prometí que lo haría hace más de veinte años y no necesito volver a reafirmar esos votos, a pesar de todo lo que hemos pasado, sé que lo amo como en ese entonces. Mis sentimientos hacia él siempre se mantuvieron, dolorosos cuando creía que no me amaba, pero leales todo estos años como el único hombre al lado del cual podía estar. No me resigno a la idea de perderlo, no lo hice antes, no creo que pueda hacerlo luego. Me aferro a su mano, beso la comisura de sus labios al acariciar su mejilla y pido en silencio que se quede conmigo, que lo que sea que ha decidido sobre nosotros, sea quien se resigne, que he perdido demasiado y si él es lo único que no quiero perder, renuncio a todo por él si hace falta. Espero que ese ruego sea escuchado.
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