The Mighty Fall
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Tras años de represión y batallas libradas, hoy son los magos los que caminan en las calles más pulcras del Capitolio. Bajo un régimen que condena a los muggles y a los traidores a la persecución, una nueva era se agita a la vuelta de la esquina. La igualdad es un mito, los gritos de justicia se ven asfixiados.

Existen aquellos que quieren dar vuelta el tablero, otros que buscan sembrar la paz entre razas y magos dispuestos a lo que sea para conservar el poder que por mucho tiempo se les ha negado. La guerra ha llegado a cada uno de los distritos.

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Viktor R. Carstairs
Miembro del Departamento de Justicia
31 de abril

La visita a mis padres resultó menos dramática de lo esperada. Ambos siguen vivos, lo cual es un gran alivio, y para mi sorpresa no pararon de hablar de su maravilloso hijo Viktor "El juez" en todo el tiempo que me hice pasar por un anciano aleatorio que quería venderles solo un budín. Sé que me excedí con la visita y debería haber mostrado mi verdadero rostro ni bien mis miedos se vieron disipados, pero creo que estaba disfrutando demasiado el cariño indirecto como para simplemente echarlo a perder al admitir que les estuve mintiendo toda la tarde. Puedo visitarlos de nuevo, ponerme un lindo traje, peinarme y pedirles perdón de rodillas. Sí, eso es lo que voy a hacer, porque no merecían la tortura por la que los he hecho pasar. Lo de Rowie nos apartó momentáneamente pero todas las crisis se superan tarde o temprano, y creo que nosotros estamos listos para superarla juntos.

Pero que estén bien ahora no quiere decir que vayan a estar bien mañana y eso puede deberse a las acciones de cierta loba que me tiene bastante inquieto desde el día que la conocí. Así que creo que lo mejor es encararla de frente, intentar entrar en su mente y así descubrir qué demonios podría llevarla a cometer un acto tan atroz. Pero encontrarla en un sitio en donde pueda montar una escena lo suficientemente dramática no es fácil, así que opto por leer mentes específicas para conseguir la ubicación de su casa. Fue sencillo obtenerlo de Santiago, sobre todo porque el niño está algo enojado con sus compañeros por haber matado a Locki Rockefeller... De acuerdo, eso es información que no debería haber obtenido pero estaba de paso.

- Buenas noches, Rebecca - saludo con tono grave desde el sofá de su casa cuando hace ingreso a la cabaña del bosque - Tienes una bonita casa aquí, va acorde a tu espíritu animal - agrego moviéndome con rapidez para evitar cualquier ataque que pueda llegar por parte de ella - Te debía una cena, cociné hot dogs y ya están servidos - explico sin dejar de moverme por la casa hasta que llego a la mesa en donde esperan los platos servidos con unas cuantas velas.
Viktor R. Carstairs
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Tienes un minuto para darme una buena razón para que no te agarre de las bolas y te tire fuera de mi casa, Carstairs— muerdo las palabras entre mis dientes al sostener el marco de la puerta con una mano y clavar mis ojos asesinos en su descarada pose en el sillón de mi sala. No tengo idea de cómo ha entrado, ni tengo idea de por qué habrá entrado a mi casa por su propia voluntad. Es suicida, ¿o qué? Podría haber lanzado un hechizo con mi varita nada más entrar, la tengo bien sujeto entre mis dedos de la otra mano, casi rompiendo la madera por la mitad.

Maldito sea su olor que lo percibí antes de verlo, no esperaba que se volviera algo familiar, pero después de estar dos veces a punto de clavarle los colmillos en la garganta, puedo empezar a reconocerlo entre otros. Está dejando su olor en mis muebles, en esta casa que solo huele a mí, a mi absoluta soledad, a la que tenía de enemiga cuando era joven y es mi mejor aliada sobre todo en estos tiempos, en los que hasta el niño que cuidé como un hijo podría darme la espalda si le doy la oportunidad de que lo haga, por eso lo evito estos días en que noto el cambio de humor y lo atribuyo a las cosas que vivencia en el escuadrón. No podría soportar que Santiago también se alejara mostrándome su espalda, demasiadas he visto haciéndolo.

Carstairs es alguien que no me molestaría que fuera de la manera que sea, que saliera de mi vida de una buena vez, pero está encontrándole un gusto malicioso a importunarme y si no fueran por los rumores que también llegan a mis afinados oídos, hasta podría creer que le intereso. Pero sé que no es su situación, así que confío y cierro la puerta a mi espalda. No me quito las botas para dejarlas en la entrada como suelo hacer, mi casa es mi santuario, no la cueva del lobo como pueden pensar. Hay muchas macetas cargadas de plantas sobre la repisa de la chimenea, las mesas y el rincón. Libros apilados incluso en el suelo, en torres bajas. —Todos necesitamos un hogar, por mucho que tardemos en encontrarlo— murmuro.  Me desprendo los botones de la chaqueta del uniforme. —Y rigen leyes sobre la visita abusiva a hogares, juez Carstairs— se lo recalco. —¿Te gusta ser la presa que danza desnuda entre las garras de la bestia, no? Y luego llorar por un raspón merecido…— le muestro una sonrisa de sorna.
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Viktor R. Carstairs
Miembro del Departamento de Justicia
- No podrías hacerlo ni aunque quisieras - sé que hacerla enojar no es la mejor estrategia, sobre todo porque si de verdad quiere asesinar a mis padres, lo mejor va a ser ponerme de su lado para que cambie de opinión... Pero vamos, siendo honestos nunca podría recurrir al homicidio como venganza por un comentario inocente como ese, está loca pero no tanto - De acuerdo, puedo hacerlo mejor... Porque soy una excelente compañía y nada mejor que el entretenimiento de Viktor Carstairs luego de un largo día de trabajo - eso debería convencerla, o no. Por las dudas me sigo moviendo por la casa.

Sus palabras me relajan un poco y hacen que disminuya la velocidad de mis movimientos. Puedo comprender eso. Yo tenía un hogar en el distrito 11, luego me mudé al Capitolio en donde pasaba todo el tiempo posible fuera para no tener que volver a un departamento vacío que se sentía más como un hotel de paso que como un hogar... Y ahora podría decirse que estoy donde debo estar, la casa ya no se siente tan grande y solitaria, hay música por las mañanas e incluso disfruto renegar un poco pues todo eso hace que se sienta más cálido.

- Entonces... ¿Prefieres que esté desnudo? - pregunto con las cejas en alto mientras me quito el saco y lo lanzo hacia un costado - Y no te sientas especial por esto, no tengo mucha paciencia y odio tener que esperar hasta que me abran la puerta - aclaro quitándole importancia aunque es una mentira y de las grandes. Necesitaba montarle una escena, algo digno de la historia que nos espera por delante, para entenderla, para ver su reacción y así asignarle un nivel de peligro para el futuro - Y para que conste no voy a llorar... A no ser que me invites a ver Mi primer beso, no soy de piedra - agrego con una sonrisita mientras tomo asiento en la silla y me desabrocho unos botones de la camisa, no para quedarme desnudo, sino para comer con más libertad.
Viktor R. Carstairs
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Soy mi mejor compañía— contesto con simpleza, —y juro que al final del día no la cambio por la de nadie—. De esta manera le dejo saber que su razón es insuficiente para mí. Como se ha puesto cómodo y no parece que fuera a irse a menos de que cumpla con mi amenaza violenta, asumo que tiene un motivo que todavía no me quiere dar a conocer para que esté aquí sin que le tiemblen las piernas. Es cuestión de paciencia, una que puedo decir que he practicado bien con los años. Si quiere alargar su visita más de lo necesario para ver qué consigue de mí, veremos qué tan bueno es en sus modos de persuasión.

El carisma falla conmigo, me provoca lo mismo que si hubiera tirado un par de medias a mis pies, y la seducción tampoco, si es lo que intenta al ir aligerando su ropa. No es porque sea indiferente al juego, sino porque nunca lo jugué por mera diversión, también tuvo su tinte de amargura, como todas las cosas. No miento al decirle que preferiría estar sola, al final del día siempre elijo estar sola, y aunque esta casa sea más grande de lo que he conocido, acostumbrada como estaba a condiciones diferentes de vida, su presencia es invasiva porque no elijé compartirle este espacio.

Me echo sobre uno de los sillones y cruzo perezosamente mis piernas al oír lo que parecen ser insinuaciones, como mucho ensancho mi sonrisa porque aprecio el esfuerzo. —Debido a tus abusos de confianza en varios sentidos, seré clara en uno solo…— digo, con una vaga sensación de deja vú, me golpea el recuerdo de una muchacha que era arrogante y que después tuvo que recoger los retazos arañados de esa arrogancia de las camas en las que se arrastró. —No me interesa, Viktor. Y por los rumores de los tribunales, sé que yo tampoco le intereso… no soy, digamos, su tipo…— es mejor aclararlo en un principio, entonces podemos continuar con lo que sea que se viene.

Con las cuentas claras, puede desnudarse si quiere. No se preocupe por la cena y hace mucho le perdí el gusto a las películas. Pero me serviré un trago, y en consideración a que usted no toma, ¿puedo ofrecerle agua?— pregunto, hago el amago de ponerme de pie. —En vistas de que ha venido por una razón de la que no me va a hablar y no tiene intención de irse, ¿intentamos una charla de psicólogos? ¿Sabe por qué hay gente que nada entre tiburones?— inquiero, esperando a que me ofrezca su respuesta y me dé una pauta de algo. Dejo el sillón para ir hacia el mueble que está en uno de los rincones y cerca de una maceta a rebosar está la caja de madera de la que saco una botella de whisky de la que me sirvo. Mojo mis labios con la bebida al recargar mi espalda contra el estante y aguardar de brazos cruzados a que a la larga se revele su razón de estar aquí.
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Viktor R. Carstairs
Miembro del Departamento de Justicia
Entrecierro los ojos con su respuesta y me trago los comentarios que probablemente harán que termine lanzando un jarrón por mi cabeza... ¡O con mis padres muertos! Tengo que recordarme que la vida de ellos está en juego, porque aunque no crea que algo hecho por mí pueda desencadenar tal desenlace, la puerta está abierta y no quiero llevarme un chasco. Quizás debería haber mandado a James y su amabilidad a charlar con la líder de los lobos, probablemente habría conseguido algo más útil de lo que llevo hasta el momento. Pero no debo bajar los brazos, la noche es joven y aún me quedan muchos minutos para animarme a entrar a su mente.

Su aclaración genera que me quede con la salchicha a medio camino y con la boca bien abierta de la sorpresa ¿Rumores de los tribunales? ¿Cómo que rumores? Si yo mismo subo fotos en Wizzarface al frente de la marcha del orgullo con la cara pintada y el cabello de todos los colores - Sé que parezco una bola de confianza que se lleva el mundo por delante pero la verdad es que no tengo idea de cómo socializar así que siempre recurro al coqueteo, es lo que me funciona - explico  una vez que logro tragar lo que tenía en mi boca - Aunque es raro escuchar que no le intereso a alguien... Como metamorfomago no suele pasarme, le doy a las personas justo lo que quieren - continúo con una sonrisa orgulloso. Nunca llego al punto de convertirme en otra persona porque no hay mago que sea tan poderoso en el mundo, pero al menos algunos detalles.

Sigo masticando tranquilo desde mi posición y levanto un pulgar cuando me ofrece un vaso de agua. La verdad es que no pensé las cosas demasiado bien pues puse velas y no bebidas ¿En qué estaba pensando? Creo que eso demuestra mi inexperiencia en el asunto... Tendré que aprender si quiero sorprender a James en los días que vienen. Pero en realidad no importa porque lo que vine a buscar cae a mis pies sin siquiera tener que insistir al respecto ¿Una charla de psicólogos? ¿Va a abrirme su cabeza? ¡Perfecto!

-En realidad estoy más interesado en saber por qué el tiburón ataca - respondo levantándome de la mesa para ir hacia dónde ella fue a buscar su bebida. Oh... Daría lo que fuera por un trago ¿Y por qué no? Si lo que quiero es justamente bajar las barreras de mi mente y dejar que la legeremancia haga lo suyo - Pero respondiendo a lo tuyo... Supongo que ponerse en peligro es una buena forma de sentirse vivo - teorizo con una mano en el mentón - Personalmente no lo comparto, mejor una larga vida aburrida que una corta ¿No? Suelo correr en dirección opuesta al peligro - y llegó la hora del primer ataque - ¿Crees que viniendo aquí hice un movimiento estúpido? ¿Estoy en peligro? - pregunto arrebatándole la botella de las manos.
Viktor R. Carstairs
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Aprecio más la franqueza que otras tácticas de persuasión -que creo que he llegado a conocer casi todas-, y claro que no se me pasa que ese paréntesis de honestidad pueda ser un movimiento consciente de su parte. Sigo analizando sus movimientos desde la posición que me regala por unos momentos poder observarlo desde una perspectiva diferente de la habitación, en otro escenario estaría dando vueltas a su alrededor, porque por debajo de todas las intenciones manifiestas de las personas, mi desconfianza me hace siempre buscar las intenciones latentes. Sé que él las tiene, porque todos las tienen. Sonrío con burla hacia él por su desánimo como metamorfomago, no soy tan arrogante como reconocerme una excepción a sus tácticas. Alzo mi copa hacia él y le doy la excusa que nos viene bien a ambos, tan irrisorio por lo que puede percibirse en mi tono. —Echémosle la culpa a mi corazón roto— contesto, evocando nuestra última conversación.  

Es un chiste más que una excusa, pero refuerza la impresión que quiero darle de que si va por ese lado, no conseguirá nada de mí. Porque sé, presiento, que esto va por otro lado y podemos ahorrarnos el largo rodeo. Yo también le he dado a las personas justo lo que quieren por mucho tiempo, y hay algo en el aire, en el olor que percibo en ellas, que me dice qué buscan. El sexo huele de una manera, que quieran involucrarte en un crimen huele a otra, el dinero o el poder tienen su propio pestilente aroma también. Me confunde aun lo que percibo de Carstairs y agradezco que sea quien se acerque para poder continuar con mi inspección. —Muchas veces el tiburón caza porque lo confunde con una presa— contesto, modulando con lentitud para que pueda apropiarse de esa respuesta. —Se sorprendería de saber las veces que un tiburón está cerca de una persona en el agua y simplemente la ignora, los humanos no son su comida por excelencia como nuestro propio ego nos quiere hacer creer— sonrío, —Son agresivos, claro. Pero no cazan personas— sigo, y ensancho mi sonrisa para girarme, así puedo revisar los libros que tengo a mi espalda. —Sé que tengo por aquí una enciclopedia de criaturas marinas…

Y postergo un poco contestar a lo que me pregunta luego, deslizo un dedo por cada lomo de los ejemplares apilados tratando de dar con la dichosa enciclopedia. No comento nada sobre su opinión, porque creo que cada persona tiene sus razones para arrojarse al peligro y todas son igualmente válidas, y pese a que abre una pregunta para mí, no creo tener una respuesta. ¿Qué es mejor? No lo sé, simplemente vivir. Mucho o poco, no me preocupo por eso. —Fue un movimiento muy estúpido, creo que te expones estúpidamente al peligro y creo…— desisto de buscar la enciclopedia al voltearme de nuevo hacia él, —que eso mismo te pone a salvo. Eres la presa que se entrega, eso era lo que quería decirte. ¿Y sabes qué es lo divertido de los depredadores? La caza, la persecución, la resistencia de la presa y su pelea hasta el final. Una presa fácil… se vuelve mascota del depredador. ¿Eso es lo que quieres? ¿Ser mi mascota?— me burlo.
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Viktor R. Carstairs
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Solo pongo los ojos en blanco mientras alzo la copa también y me recuerdo que no debo burlarme de su corazón roto ¿Cómo funciona eso? ¿De verdad se puede llegar a querer tanto a alguien que el perderle podría llegar a afectar acciones futuras más allá de su existencia? Suena a demasiado poder para una persona, aunque supongo que no por nada dicen que el amor es la magia más poderosa de todas... Estúpidos cursis - Espero morir sin conocer ese sentimiento tan fuerte, Becca, me niego a ser manipulado por alguien que ya no forma parte de mi vida- respondo al final con una mueca pensativa.

Cargo mi copa de vino mientras habla para entretenerme y evitar que su explicación se ejemplifique claramente en mi cabeza. No lo logro. La imagen de Rowie enfrentándose a aquellos que nosotros apoyábamos solo porque en la televisión decían que eran malos aparece en mi cabeza y aprieto la botella más fuerte de lo que debería. Fue un simple pez confundido en medio de una batalla de megalodones y lo pagó de la peor manera - Pero tienen la capacidad de hacerlo en un abrir y cerrar de ojos - respondo - Así como nosotros tenemos nuestro ego, ellos deben tener el suyo y cuántas veces nosotros hemos hecho cosas innecesarias solo porque... podemos - tengo bastante experiencia en el asunto, así como controlándome al respecto pues bien podría andar por ahí leyendo mentes y apoderándome de los secretos más oscuros de las personas pero no lo hago, simplemente porque no quiero seguir ese camino.

Vacío de un trago la primera copa de vino y disfruto del cosquilleo que hace en mi lengua. Se siente bien beber, es una de las actividades que más extraño. Así que me sirvo otra copa y me acerco a Becca para llenar la suya también a medida que responde - Depende... ¿Puedo usar ropa interior de leopardo? - juego con ella con media sonrisa - Lo siento, la costumbre - agrego aunque no sintiéndolo realmente - Pero en caso de serlo creo que sería un gato demandante. De esos que se pavonean por la casa somo si fueran los dueños, de los que te roban la mejor parte de la cama y hacen que adaptes tu horario de sueño a ellos - suena a algo que yo haría, pero no tengo intenciones de convertirme en su mascota. Bebo una vez más y con aire pensativo agrego - No... En realidad creo que la clave es que no soy una presa, no olvidemos lo que le hice en el funeral, señorita Hasselbach.

Una sonrisa desafiante aparece en mi rostro mientras me aparto con la copa en la mano y la botella inclinada para cargarla una vez más. Creo que con eso será suficiente para meterme en su cabeza, de hecho, puedo escuchar los primeros murmullos.
Viktor R. Carstairs
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Nadie nunca lo dijo de una manera más precisa, me saca una carcajada seca lo certero que ha sido. —Espero lo consiga, que muera sin conocer cómo se siente— musito, franca como pocas veces cuando se trata de anhelos puestos en otras personas, cuando casi nunca me inspiran sentimientos generosos. Convivir con fantasmas de ausencias es una crueldad que puede llegar a sumir la vida de alguien en una melancolía tan honda de la que no se desprende, ni fingiendo una sonrisa entusiasta, tampoco mostrándose tan fuerte como para avanzar sobre el mundo. Si cierro los ojos, todos esos rostros todavía los puedo evocar, cobran forma para mí y por eso los mantengo abiertos, puestos en mi invitado, sujetándome a esta realidad en la que mi hogar es esta cabaña, en que mis oídos se concentran en una conversación que bordea un punto que no alcanzo a distinguir como para definir de qué se trata. —Y hay tantas otras cosas que no podemos, vivimos sujetos a esa tensión de no poder hacer ciertas cosas y otra que sí, que nuestra voluntad en parte frágil toma lo que sí por revancha a lo que no…— ese es mi punto de vista, no sé cómo ha sido su vida, la mía ha tenido más privaciones que oportunidades.

Me ha dicho que no bebía, pero acepto la copa que me ofrece para acompañarlo. —Claro, puedes usar con lo que te sientas cómodo— de pronto bromeo, he puesto mis impresiones sobre la mesa, si se mete por su cuenta en mi cueva para improvisar un juego simpático, prefiero divertirme a hundir mis garras en el primer trozo de carne que baila ante mis ojos, he tenido que sacarle filo a mis colmillos y enseñarlos para imponer respeto, herir a desgarro con la sangre fría en mis venas, pero no he anulado todo mi raciocinio para actuar como una bestia asesina que no discrimina, la parte más fatal, más peligrosa en cualquier criatura capaz de matar, será ese rasgo humano que conserva para elegir entre la vida y la muerte de su víctima, y pudiendo hacerlo, elige la muerte.

Cuide su soberbia, juez Carstairs. Cuesta caro tenerla. Creer que una única victoria le asegura el triunfo en todas las oportunidades es de tontos— lo prevengo cuando trae a cuento lo del funeral, lo que apaga un poco mi humor, porque me hace pensar en Hermann, a quien en realidad quería hacer daño y saberlo intocable vuelve a enervarme. —¿Qué quiere entonces? ¿Colocarse a mi altura? ¿Convencerme de que somos rivales a altura y por eso tanto esmero en compartir una cena?— me burlo, ya que hablamos de egos con anterioridad, puedo entender que todo esto se trata de eso y si lo pienso probable, tal vez sea porque conocí demasiados egos insufribles disfrazando el miedo a sentirse aplastados por alguien más, ser quienes pisaban a otros más débiles para reafirmarse en su supuesta altura y manipulándonos para poder crear una dependencia psicológica que seguía ejerciendo su presión aun cuando ya no estuvieran presentes, malditos juegos mentales que van quebrando la voluntad. Descargo la copa de vino en mi garganta para dejarla vacía y se la tiendo para que vuelva a llenarla.
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Viktor R. Carstairs
Miembro del Departamento de Justicia
Lejos de enojase o mandarme al demonio, sigue la broma a lo cual solo puedo inclinar la cabeza para ocultar la sonrisa por imaginarme a mi mismo paseando por ésta cabaña con mi ropa interior de animal print. Por lo que está a la vista es difícil imaginar un ataque despiadado a dos ancianos inocentes... Quizás Phoebe está equivocada o malinterpretó la vibra que percibió en mí. La videncia no es una ciencia exacta así que tal vez habría sido más sensato meterme a su cabeza para ver la visión por mí mismo antes que buscar una explicación en la mente de los protagonistas.

Me encojo de hombros negando con la cabeza pues no es lo que quiero decir. Una presa no es rival para el cazador, solo le queda correr porque bajo ninguna circunstancia pordría hacerle frente al depredador. Creo que se corrige luego pero no llego a escuchar ya que el rostro de Hermann Richter llega a mi mente haciéndome tambalear. Demonios. No quiero que piense que el vino ya está haciéndome efecto siendo que solo he tomado un par de copas.

Le sirvo casi hasta el tope la copa cuando me la tiende y hago lo mismo con la mía pese al tambaleo. Ha sido solo una imagen, necesito ideas, pensamientos completos corriendo por mi mente como una avalancha cayendo por la montaña - Ya le he dicho, la única forma que tengo de socializar es coqueteando... Y eso me deja con pocas amistades - me excuso con la cara más inocente que tengo - ¿Es un crimen querer compartir una cena con una mujer con la que he tenido uno de los duelos más épicos de los últimos tiempos? No hay un ranking oficial pero lo digo yo. - sigo si pausa - Quizás podríamos aprovechar para hablar sobre lo que pasaba por su cabeza ese día, sabemos que no ha sido personal.
Viktor R. Carstairs
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Si le das lo que piden y nada más que eso, se retirarán. —Yo no coqueteo— contesto con voz hueca, —y nunca he tenido amigos— esa es la verdad, tengo vagos recuerdos de personas que se mantuvieron cerca por un tiempo tan breve que duró un suspiro. La única amiga que tuve alguna vez fue mi madre y estaba demasiado perdida en su memoria como para saber quién era yo. Muevo el vino en mi copa al sentarme en el brazo de uno de los sillones, a esa distancia ficticia con el hombre que irrumpió en mi casa y goza de la impunidad de venir a asaltarme con preguntas. Decido responderle con la franqueza que pretende desalentar su curiosidad.

En esa ocasión, como muchas otras personas en el estadio, estaba bajo el efecto del gas alucinógeno que se desprendió de las flores del funeral— relato, como bien lo sabe, mi mirada puesta en el vino oscuro, — vi en su rostro el rostro de un hombre que una vez mordí y transformé en licántropo, fue mi presa, mi víctima y algo así como un compañero detestable. Se forman vínculos por culpa de la sangre, no solo por aquella que compartimos con personas de nuestra familia, sino también aquella sangre que arrebatamos a otros y contaminamos con nuestro veneno— rozo con mis dedos la punta de mis colmillos para ilustrar y entonces vacío mi copa.  

Ladeo mi rostro de manera que parezca que curvo mis labios, aunque lo cierto es que no hay sonrisa, apenas un falso indicio. —No lo estaba atacando a usted— aclaro lo que ambos sabemos, —lo estaba atacando a él con un saña a causa de culpas del pasado que nada tienen que ver con su persona, así que esa es mi justificación y lo que exime de culpa. Sin embargo— murmuro, deslizando mi pulgar por el contorno de mi pómulo, — hay maneras y maneras de defenderse, ese corte en mi mejilla también fue con saña. ¿Estaba atacando a alguien en particular?— si lo pregunto es más como una burla, el hombre estaba desesperado y se olía su miedo, si afino mi nariz puedo tratar de percibir ese aroma en el aire otra vez, un vicio insano para los sentidos, pero en ocasiones más ameno que el alcohol.
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Viktor R. Carstairs
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Ya he aprendido que no debo reírme de ella, pero me lo deja tan fácil que se me cruza por la cabeza que esté buscando una excusa simple para destrozarme. Así que no coquetea ni tiene amigos... Eso la debe dejar con una vida sexual muy poco activa y cualquiera en esa situación empieza a descargar tensiones por otros lados, como la violencia por ejemplo. Aunque por otro lado está James que es más puritano que todo el colegio de monjas y aún así sigue siendo una buena persona, así que no es una teoría comprobada - Suena a que necesita un amigo como yo - respondo al final manteniendo la seriedad intacta, bien por mí.

Mi pregunta es respondida con honestidad, lo cual es bastante decepcionante ya que aquello que llega a mi mente coincide con lo que es expuesto en palabras. De verdad no esperaba algo así de ella, así que solo escucho con el ceño fruncido mientras pienso una mejor forma de separar palabras y pensamientos. Aún así es interesante lo que dice ya que quiere decir que Hermann Richter es un licántropo y que esa fuerza que siente Rebecca va en dos direcciones, una posible debilidad. Me pregunto si el gobierno ya sabe sobre ésto... Probablemente no o estarían interrogando aún a la líder de los licántropos para sacarle más información.

- Cuando me atacan para matarme me gusta responder de la misma forma, simplemente eso - contesto con la misma honestidad que ella - No estaba bajo ningún efecto, pero tenía sobre mí a una mujer que quería acabar con mi vida... Un desmaius no parecía lo suficientemente satisfactorio y me temo que no estoy listo para un avada, así que cortarle el rostro parecía apropiado en el momento - y demonios que fue satisfactorio.

Me acomodo cruzando una pierna sobre la otra y apoyo mis codos sobre la mesa mientras juego con el vino restante en la copa frente a ella. Llega un punto que el cristal queda empapado con el espeso líquido y vuelve el rostro de la mujer de un color borgoña que, con la luz de la velas, se ve temible - ¿Has transformado a otros? ¿Los cachorros que tienes a cargo? - pregunto antes de beber lo que resta de un solo trago. Ahora sí, eso es suficiente - Porque tener un vínculo tan fuerte con más de una persona suena peligroso... Demasiado resentimiento.
Viktor R. Carstairs
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Su respuesta no es nada diferente a lo que me espero, su curiosidad sigue metiéndose en temas por los que debería perder la lengua, contengo el impulso de volver a saltarle a la yugular cuando me pregunta si fui quien convirtió a la gente de mi escuadrón. Mi semblante se oscurece por completo, no soy una bestia sanguinaria cegada por sus instintos que ataca a diestra y siniestra. ¿Eso es lo que espera escuchar? Retiro mi mirada hacia un punto en penumbras de la sala y mi boca se dobla en una mueca al tratar de sonreír. Los peores crímenes que cometí y los que cualquiera comete serán siempre desde la razón, en la más plena consciencia de su humanidad. —Sí, he transformado a otros— por la dureza de mi tono, queda advertido que no quiero proseguir por ese lado y si insiste la charla se termina.

Me relajo para contestar a lo siguiente desde una posición más distante, hablar de mis defectos de carácter da más conversación que hablar de las culpas que no tengo por qué rendírselas, esto no es un juicio en el Wizengamot. —Tendemos a formar vínculos, no todos manejamos a bien el arte de  la frivolidad y las relaciones superficiales— elevo mi copa hacia él y no es el único rostro que tengo presente al decir esas palabras, —hay personas que somos así y por eso invitamos a muy pocas personas a nuestra casa. Y entonces ocurre esto de que alguien irrumpe, se sienta en nuestra mesa y tiene la arrogancia de decir que es el amigo que necesitamos— la sonrisa que esbozo es un poco más auténtica al decirlo, y bajo varios tonos en mi voz para que suene amable y a la vez peligrosa. — Pero, la cuestión aquí es… ¿para qué necesita una amiga como yo, Viktor? ¿Por qué su interés en saber lo que pasa por mi cabeza o mis vínculos? ¿Por qué ese interés en conocerme? Nadie juega ese juego si no persigue un interés egoísta.
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Viktor R. Carstairs
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Alzo las manos en son de paz pues su tono me dice que está controlándose para no mandarme al demonio y no solo eso, sino que llega a mi mente incluso un poco de disgusto por la pregunta. Bien, ella no convirtió a su escuadrón pero ¿Qué si lo hizo? Si son amigos ahora, o al menos se llevan bien, quiere decir que la relación prosperó luego del veneno y en realidad no es que les haya arruinado la vida o algo así... Al menos no con las leyes que rigen ahora. Su problema se soluciona con un poco de poción mata lobos o unas cadenas muy gruesas. Verdaderas maldiciones son aquellas que nos acompañan las 24 horas del día los 365 días del año - No te juzgo - murmuro luego intentando restarle importancia al asunto. Para conseguir más información, debo seguir vivo en el transcurso de la conversación.

Intento seguir serio pero una risa se me termina escapando haciendo que mis comisuras queden elevadas en todo lo que dura su pequeño razonamiento. No levanto la vista, clavo mis ojos en la mesa mientras decido si ser honesto o no - Soy una persona muy egoísta - comienzo aún sonriente atreviéndome a buscar sus ojos - Quiero que escuches mi corazón, literalmente... ¿Puedes hacerlo? Quizás estoy sobreestimando tu oído de lobo - me interrumpo, ésto no es una película - Anda, mejor pon tu mano en mi pecho - indico animándola con unas señas - Así podrás sentir como no se altera mi ritmo al decir que pese a que soy alguien egoísta, mis intenciones aquí son de lo más puras.

Estoy velando por la seguridad de mis padres, que luego de todo lo que me dieron es lo mínimo que puedo hacer luego de haber desaparecido por tantos años de sus vidas. Son buenas personas y merecen un hijo que cuide de ellos... Así que es lo que estoy haciendo, por los dos viejitos Carstairs del distrito cuatro.

- Aunque si quiere motivos, puedo pensarlos ahora... Como por ejemplo que necesito alguien en mi vida con quién tener una conversación animada sobre temas estimulantes sin terminar en la cama - es un buen motivo - Aunque con un par de copas demás, nunca se sabe - bromeo alzando las cejas de manera juguetona y me sirvo más vino. Ésta vez sí es la última.
Viktor R. Carstairs
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He perdido el punto de esta conversación más de una vez y cuando creo encontrarle cierta coherencia, sigo sin poder responder la incógnita de por qué este hombre insiste tanto como para meterse y permanecer en mi casa. No soy de su interés, si nos basamos en las razones obvias por las que un hombre se tomaría tantas molestias, así que curvo una ceja con incrédulo humor al recibir su invitación de que me acerque para pueda percibir los latidos de su corazón, a la distancia que me encuentro puedo hacerlo perfectamente si pongo atención en ello. No está asustado como aquella vez en el estadio, es más, se ha mostrado imperturbable en toda la plática como si fuera quien tiene el control del juego, que todavía no sé cuál es. —¿Puras?— pregunto con sorna, mi incredulidad se acrecienta en segundos, —¿sigue existiendo algo así como la pureza en lo que hacemos después que pasamos los tres años? No sé en qué mundo vives tú, en el mío la pureza es solo un mito entre niños—  murmuro, y claro, sigo sentada en mi sitio rechazando en silencio su ofrecimiento para acercarme.

Por fuerza de la costumbre acabaría por convertir ese gesto en algo como su garganta atrapada entre mis uñas, he perdido la práctica con otro tipo de contacto y tampoco estamos en condiciones de sacar ese gesto de contexto, que está más que claro que tanta plática no persigue el propósito de acabar en las sábanas de nadie. —Pensé que no bebía, ¿está haciendo excepciones para tener mi compañía? Tendré que valorar el detalle entonces— digo. Abandono mi sitio distante en el sillón para rodear la mesa y caer sobre la silla vecina a la suya. —Viktor, me ha ganado por cansancio. Si lo que quiere es mi amistad, puedo intentar recordar lo que es tener un amigo. Pero, queda advertido…— sigo con un tono cortante, acercando mi copa para que la vuelva a llenar de vino. —Puedo olvidarme de mis enemigos después de tener mi revancha, pero nunca olvido la traición de un amigo y puedo darle un trato peor que a un enemigo.
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Viktor R. Carstairs
Miembro del Departamento de Justicia
Vuelvo a reír no solo por lo perdida que está con mis intenciones, sino también por imaginar a una Rebecca de tres años correteando por quién sabe qué distrito con el aura inocente a su alrededor, antes de ser una loba asesina, antes de que el mundo la haya dañado - Tres años parece poco... Yo la tuve por más tiempo, era un buen chico hasta que entré a la adolescencia y todo se fue al demonio - comento pensativo, aunque en realidad mi pecado fue el que todos cometen solo que yo decidí no ocultarlo como hacen la mayoría - Y para los 15, ufff, ya no tenía salvación - fue una buena época en la que todo lo que importaba era divertirme y jugar con Rowie. Él me mantuvo siendo bueno, sí.

No sé si fue una pregunta retórica o de verdad busca una respuesta para eso. No puedo ser honesto pero tampoco puedo mentir ahora que sé que escucha mis latidos, así que encuentro palabras rebuscadas que son ciertas pero no me dejan al descubierto - Cuando bebo me vuelvo... débil - digo arrastrando las palabras - Y no me gusta mostrarme débil frente a las personas así que sí, deberías valorar el detalle - me estoy dejando caer en sus garras que bien podrían ser una representación de su cerebro retorcido. Los pensamientos de alguien como ella no me dejarán sano y probablemente me darán mucho para pensar mañana.

Observo como se acerca con una sonrisa victoriosa y levanto la botella para cargar su copa con más vino. Pero pronto el motivo de festejo se convierte en temor pues quizás éste es el preciso momento profético en el que meto la pata. Soy un idiota con las relaciones en general así que ¿Quién dice que no soy yo el que la caga y por eso Becca va por mis padres? Tendré que ser cuidadoso - Dicen que las mejores amistades comienzan con una amenaza de muerte ¿No? - bromeo sirviendo más vino en mi copa para bajar el nerviosismo. Ya que, puedo terminar ebrio, hace mucho que no lo hago - No sé si será de las mejores pero de seguro será interesante considerando que ninguno de los dos tiene idea de cómo comportarse con un amigo - continúo mentiéndome de nuevo en mi salsa, no me puedo dejar dominar por el miedo o lo sabrá - ¿Pulseras de la amistad? ¿Comprar mientras criticamos el mal gusto del ministro de salud en ropa? - propongo con media sonrisa.
Viktor R. Carstairs
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Nadie conserva la pureza cuando entiende cómo es el mundo, cuando entiende que hay personas que hacen cosas malas y las hacen con intención—. Nunca se me ocultó a qué mi familia se dedicaba al tráfico como negocio ilegal y paralelo a la botica que teníamos en el distrito dos, había comentarios en las cenas que reunían al hermano y a los primos de mi padre, crecí escuchándolos mientras yo me acostaba al lado de mi madre enferma para que ella me leyera sus libros y después fuera yo quien se los leyera hasta que murió, más temprano de lo que cualquiera de nosotros hubiera deseado. —Pero hay gente que decide hacerlas también y otras que tratan de ser buenas personas, yo también traté a mi manera…—. Me había dicho que no participaría del tráfico, que podría hacer mi destino por mi lado, hubo un momento en que en verdad lo creí, porque hubo alguien que me enfrentó a eso… y traicionar a mi familia parecía ser lo que estaba bien. Mi error. Si estaba bien, ¿por qué pareciera que por años seguí pagándole a la vida esa traición siendo traicionada por todos y mi suerte? Maldito Carstairs por emborrachar mis nostalgias, no las pongo en mis labios, pero se quedan en mi mente como unas putas llorosas. —Somos dos sin salvación entonces— la sonrisa que le muestro tiene un cariz triste, —nos tocará volver a encontrarnos en el infierno—. Maldición.

Siento pena por Carstairs o me digo que es pena, porque me ofrezca su debilidad. —Dicen que es al mostrarnos vulnerables cuando se puede estrechar un vínculo con otra persona— evoco palabras que me vienen de años pasados, tan atrás en el tiempo que toco un mechón que cae sobre mi hombro de manera inconsciente, lo miro esperando un rizo desarmado que me haga levantar la barbilla y mostrarme como la adolescente de ese entonces que creía que comer chocolates la hacía sentir menos triste, —pero es estúpido, terriblemente estúpido, mostrarse vulnerable ante las personas equivocadas—. Nunca supe elegir a las personas o tal vez todas eran las equivocadas, es posible que en la distancia que siempre impuse fui quien las convirtió en equivocadas. No creo poder encontrar a nadie en esta vida, como no ha ocurrido en otras, a alguien que pueda entender todo lo que esconde mi mente y tampoco creo que él sea la excepción, pero se ha esforzado tanto en merecer una oportunidad de mi ¿amistad? —Comienzan con amenazas y se fortalecen con alcohol— agradezco que recargue el vino y me lo tomo más tranquila, que a diferencia de él no quiero perder mis sentidos. No hace falta llegar a ese punto en este juramento de amistad. —Si sale mal, culparemos a la inexperiencia— concuerdo, por su bien espero que no termine tan mal. Se me dispara una ceja en clara interrogación cuando menciona a Nicholas Helmuth, que pudo haber sido un comentario al azar, y a mí me sorprende que sea el nombre como sugerencia para críticas. Trato de dejarlo pasar. — ¿Reunirnos los viernes mientras yo bebo vino y tú un vaso con agua? No hace falta que me muestres tu debilidad todos los viernes— aclaro, podría ser incómodo.
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Viktor R. Carstairs
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Y por primera vez en lo que va de la conversación me pierdo por completo de la realidad para adentrarme en lo que parece un recorrido veloz por el pasado. Mis ojos quedan clavados en los suyos mientras navego esas aguas desconocidas y que  tanto les temía hace un momento, pero para sorpresa mía... Tiene sentido. Bueno, en realidad no tiene sentido para mí, pero Becca lo resuelve a su manera y eso hace que yo comprenda a la perfección. Quizás ya tengo demasiado alcohol en la sangre pero quiero hablar al respecto, quiero que amplíe esos datos y sentimientos que me está dando sin siquiera saberlo, pero no puedo exponerme de esa forma pues la pseudoconfianza en la que estamos entrando, se perdería en un instante - ¿Y eso sería tan malo? - pregunto pestañeando para romper la conexión. No debo ir tan deprisa pues me será difícil salir de su cabeza luego - Hacemos lo que hacemos para vivir otro día, es el primer instinto de cualquier ser vivo así que nadie debe culparnos por ello - intento tranquilizarla. Vaya que ésto es intenso, ahora recuerdo por qué terminaba llorando cuando era más joven.

- Lo más inteligente es mantenerse fuerte y sin vínculos, definitivamente - es lo que he hecho toda mi adultez y la regla que estoy rompiendo deliberadamente desde hace algunos meses ya. No hay forma de que ésto termine bien, voy a salir lastimado si no es destrozado pero lo que me genera ésta ligera debilidad vale incluso más que la seguridad que me ofertó la soledad todos éstos años - La mayoría de las veces terminaremos mostrándonos débiles frente a las personas equivocadas, de verdad espero que no seas una de ellas - digo honestamente antes de dar un nuevo trago.

Respiro profundo y sonrío pues es considerado de su parte lo que propone, aún así no es lo que estoy buscando aquí así que tendré que hacer el esfuerzo - Nos volvemos fuertes en la debilidad - concluyo al final con una mueca - Y voy a cumplir 44 años así que es hora de que empiece a darle a mi hígado una vida digna.

Con que todos los viernes... Eso suena a que terminaré mentalmente agotado para cuando termine el mes. Hasta ahora mi experiencia en su cabeza ha sido breve pero para nada desagradable ¿Qué más podría llegar a mi mente en los próximos encuentros? Al menos ahora estoy seguro de que si mantengo las cosas en orden con ella, no tengo nada de qué temer - No será incómodo, no te preocupes por eso.
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De eso se trata, seleccionar los vínculos y asegurar una posición fuerte que no vuelva a darle a nadie la oportunidad de jugar con nuestra voluntad a capricho y debilitarla, ¿qué tanto cariño rogaba siendo joven que un poco de atención me hizo creer que esa persona me amaba? Con una sonrisa que se va insinuando en mis labios, amarga y sarcástica, contesto lo mismo que me he dicho toda la vida: —Pero si soy una persona equivocada, no será mi culpa. Eres quien eligió mostrarse vulnerable—. No opino distinto a que nos hacemos fuertes al encontrarnos con lo más hondo de nuestra debilidad, pero es una cuestión de circunstancias, esas que nos obligan a tomar la decisión de hacerse fuerte o morir.

Alzo mi muñeca izquierda esperando ver las marcas en mi piel, esas que fueron desapareciendo con pócimas, porque mostrar cicatrices también es mostrar debilidad y en el norte, ahora también en el Capitolio, se trata de mostrar lo fuerte que me he vuelto. Lo suficiente como para que tome mis precauciones con un hombre que dice querer mi amistad y que dice ser quien se expone al riesgo de confiar en la persona equivocada, no, siempre se trata de dos. Pongo un día a la semana como si necesitara ir delineando un acuerdo que me deja saber por adelanto, los pasos que se irán dando, así nada me toma desprevenida.

Pero vuelve a mí esa sospecha nacida de la paranoia, de que esta persona puede estar jugando un maldito juego conmigo y a la primera que él pise en falso, no le otorgaré oportunidad para que se concrete su remate. No nos llevamos muchos años de diferencia por lo visto, y eso me deja saber que puede saberse tan trucos como yo, también que ha vivido lo suficiente como para que no me pese tener que acabar esta amistad de mala manera si llega a demostrar que es un imbécil. Por eso, cómoda en mi silla y saboreando mi copa de vino, propongo: —Estaré allí para celebrar eso, entonces—. Podemos festejar su cumpleaños y ojalá no sea el último, a partir de ahí podemos contar los días para ver qué tan bueno es queriendo ser el amigo de alguien que no sabe tenerlos.
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Viktor R. Carstairs
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No sé si estoy eligiendo mostrarme vulnerable porque desde cierto punto de vista, no tengo más remedio que estar aquí sentado abriendo mi corazón para que ella abra su cabeza. Pero al menos yo tengo el control de lo que voy a compartir, a diferencia de Becca, así que me deja en una ventaja que espero me deje tener el mando en cuanto a lo sentimental. Bah, sentimental, somos dos de las personas que actualmente más se desligan de los vínculos en todo Neopanem, así que creo que estaremos bien.

Observo en silencio cuando levanta su muñeca y espero a que diga algo al respecto, pero no lo hace. Así que solo tuerzo la cabeza hacia un costado, un poco confundido pero lo dejo pasar, todo a su tiempo supongo. No debemos agotarnos el primer día de amistad pues terminaremos aburriéndonos en el futuro... O quizás no ¿Quién sabe? La realidad es que no tengo idea de lo que nos espera en un segundo encuentro, supongo que me enteraré el día de mi cumpleaños y estoy ansioso por eso, así que alzo la copa y sonrío.

- Debo advertir que mis cumpleaños son mundialmente conocidos por el caos que se genera y los arrepentimientos de la mañana siguiente - explico con una mirada traviesa y se me escapa una risa al recordar cómo desperté el año pasado... Estaba en la terraza, había un conejo y cinco desconocidos abrazados a mí, eso sin contar a Nancy y Leo que por fin dejaron de aparentar odio y se entregaron a la noche apasionada que tanto necesitaban para que la tensión sexual deje de rondar los pasillos del departamento de justicia - Épico - finalizo y cargo su copa una vez más.
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