ÍndiceÍndice  
  • Últimas imágenesÚltimas imágenes  
  • Quién es quién  
  • RegistrarseRegistrarse  
  • ConectarseConectarse  
  • The Mighty Fall
    ¿Quieres reaccionar a este mensaje? Regístrate en el foro con unos pocos clics o inicia sesión para continuar.
    OTOÑO de 247421 de Septiembre — 20 de Diciembre


    ÚLTIMOS
    TEMAS
    Muggles & Squibs
    5000 G
    Extranjeros
    4000 G
    Miembros de Defensa
    5000 G
    Estudiantes
    4000 G
    Tras años de represión y batallas libradas, hoy son los magos los que caminan en las calles más pulcras del Capitolio. Bajo un régimen que condena a los muggles y a los traidores a la persecución, una nueva era se agita a la vuelta de la esquina. La igualdad es un mito, los gritos de justicia se ven asfixiados.

    Existen aquellos que quieren dar vuelta el tablero, otros que buscan sembrar la paz entre razas y magos dispuestos a lo que sea para conservar el poder que por mucho tiempo se les ha negado. La guerra ha llegado a cada uno de los distritos.

    ¿Qué ficha moverás?
    VISÍTANOS EN TUMBLRREVISA NUESTRAS BÚSQUEDAS Y NUESTRAS PROMOCIONES
    13.11Estudiantes, ¡los estamos buscando! Pasen a revisar nuestra nueva búsqueda Aquí.
    07.11¿Quieren crearse un nuevo personaje? Aquí pueden encontrar las búsquedas de nuestros usuarios.
    03.11¡Concluyó la mini-trama! No olviden reclamar sus recompensas aquí.
    07.10¡Felices 11 años en línea! Gracias por todos estos años compartidos.
    01.10No olviden pasar por la cronología para enterarse de lo sucedido en el último año. También pasen por la actualización de la normativa.
    NOTICIAS
    IMPORTANTES

    2 participantes
    Ethan J. Weynart
    Hay dos principales desventajas de haberme independizado y, sobre todo, de no vivir bajo el mismo techo que Riorden. La primera es que no tengo ningún elfo doméstico que me ayude a limpiar la casa o a cocinar. Si a eso le sumas que encima tengo que cuidar de un hipogrifo, las tareas se complican incluso más. La segunda desventaja es que ahora no me entero de ciertas con tanta rapidez, y aunque sigo enterándome mucho antes porque cuento con ciertos trucos familiares, no es lo mismo. No es que me encante poner un pie en esa mansión, pero es lo que tengo que hacer si quiero seguir descubriendo ciertas cosas... como el reciente incidente con Lea. No sé muy bien qué pasó, pero algo sobre que ha metido la pata hasta el fondo con ciertos temas políticos.

    Tardo varios días en decidirme a encontrarla porque, para empezar, ni siquiera sé dónde está. Pierdo el tiempo acercándome a su apartamento en el 3, y después, deambulando por las calles del 5. He asumido que el norte es la mejor opción para casos así porque siempre dicen que aquí es donde acaba toda la gente que no quiere ser encontrada. La única pista que tengo es que esté por el 5 porque una vez, cuando vine a encontrarme con Joyce, la vi por aquí. Nunca le pregunté qué hacía porque ella podría haber hecho lo mismo conmigo y hay cosas que es mejor desconocer.

    A pesar del tiempo que hace que no estoy por el distrito, consigo moverme con facilidad entre la gente cabizbaja, más que de costumbre. No es de extrañar si tenemos en cuenta cómo está cambiando el país, sobre todo con los nuevos guardias que por las noches patrullan las calles. El norte nunca me ha incomodado porque, de hecho, sé bien que mis orígenes recaen en el 11; aun así, no quisiera verme por aquí cuando cayera la noche.

    Ni siquiera pierdo el tiempo acercándome a la zona residencial porque sé que no sería capaz de encontrar en qué casa está... si es que está en alguna. Le traía un regalo que esperaba que fuera de ayuda en algún momento, pero está visto que encontrarla no va a ser tan fácil como creía. Así que, resignado y con las manos en los bolsillos para resguardarme del fresco de los últimos días de otoño, acabo llegando al antiguo estadio de Quidditch, el lugar donde solía quedar con Joyce antes de que se fuera para siempre. Como hacen todos en mi familia demasiado pronto.
    Ethan J. Weynart
    Icono :
    Need some help? ∞ Lea IqWaPzg
    V. Ileana Jensen
    Al menos solo era una simple traidora a su gente y su rostro no aparecía tanto en pantallas de televisión como en periódicos. Le daba algo de libertad que aprovechaba para tratar de  conseguir algo de comida y utensilios, quizás incluso hasta alcanzar a robar a algún incauto. Ella robando. Jamás había pasado por su mente tal idea, mucho menos la había acabado ejecutando. Aquel día rehusó la compañía de Mimi y se enfundó en ropa gruesa, acomodando su cabello de tal modo que acabara cubriendo buena parte de su rostro y afianzando éste con un viejo gorro de lana de color verde oscuro. Si tan sólo hubiera podido volver a su apartamento durante unos horas... unas que aprovechar para aprovisionarse de ropa, dinero y medicamentos que usar en el pronto invierno.

    Pateó un par de piedras a su paso, bajando la mirada cuando se encontraba con alguien. Lo cierto es que no era extraño encontrarla por allí, mas las circunstancias distaban mucho dr ser las mismas. Escondió las manos en los bolsillos de su chaqueta, dejando que su mirada vagara de un lado para otro en busca de cualquier tipo de indicio que la alertara. Debía de caminar con mil ojos. Su aliento creó una pequeña nube frente a sus ojos que la hizo sonreír. Si el otoño estaba siendo así no quería ni pensar en el invierno; no era lo mismo una cálida casa que una semiderruída fábrica, por mucho que se hubieran esmerado en tratar de aislarla perfectamente. Alzó la cabeza, percatándose de dónde se encontraba. Frente a las puertas del amplio y antiguo estadio de Quidditch. Se mordió la mejilla por dentro. Frustrada. Dinero mal usado, como otros muchos tantos millones de galeones, en un intento de mostrar la superioridad mágica a la muggle.

    Era un lugar más que rebuscado, pero siempre podía tratar de encontrar algunas equipaciones abandonadas que transformar en prendas de vestir. Nunca había asistido a un partido ni tratado de aprender quidditch. Caminó un rato, subiendo y bajando gradas, parándose en seco antes de entrar en aquellas zonas en las que escuchaba susurros. Al final todos los que se escondían allí era porque estaban huyendo, pero no se arriesgaría nuevamente. Estiró una equipación frente a ella, la capa acariciaba buena parte del suelo e hizo que arqueara una ceja. —¿Cómo demonios jugaban con esto?— se quejó mientras la doblaba y salía de la sala, caminando inmersa en sus pensamientos. Tanto que no se percató de la sombra que caminaba desde el otro extremo del pasillo hasta que tuvo que girar, apresurada, y tratar de esconderse tras una columna lateral. Tomó la varita y cerró los ojos con fuerza durante unos instantes para serenarse, abriendolos para asomarse por un hueco. Entrecerró los ojos al ver un rostro conocido, sorprendida pero no alejando la varita de su mano.


    —¿Ethan?— preguntó aún escondida, deslizándose hacia el pasillo tras unos instantes. Lo escrutó con la mirada, permitiéndose arquear una ceja. Cierto que era mayor que ella, pero la castaña era del tipo que se tomaba libertades con facilidad.
    V. Ileana Jensen
    Icono :
    Need some help? ∞ Lea IqWaPzg
    Ethan J. Weynart
    Si mi padre supiera que estoy aquí, probablemente me echaría la bronca del siglo. No es que odie el Quidditch, porque realmente es una de esas aficiones ocultas que tiene y que pocos conocen porque le gusta hacerse el misterioso y quedar como un soso delante de la mayoría de gente. No, el problema es que odia los distritos del norte, incluso aunque nuestras raíces recaigan en el 11; incluso aunque ese distrito fuera el primero que, hace ya tantos años, cayó en sus manos cuando empezaron a hacerse poco a poco con el poder del país. Por si fuera poco, he recorrido estos pasillos demasiadas veces con Joyce, lo que no ayuda para nada... Doy una patada al aire, como si de esa manera pudiera mandar por ahí esos recuerdos dolorosos, y me froto los ojos cuando un poco de polvo, de la suciedad y escombros que rodean el edificio, acaben en mis ojos.

    Todavía estoy frotándolos cuando alguien dice mi nombre. Parpadeo varias veces para volver acostumbrarme a la luz, que no es que sea mucha, que entra por las ventanas, y doy una vuelta sobre mí mismo para ver quién es. — Así me llaman — respondo, todavía girando mientras busco a la chica que ha hablado. Es un intento de tranquilizarme y de demostrar confianza en mí mismo. Puede que normalmente sea una persona tranquila y que no desconfíe de la gente, como muchos otros, pero también sé que no estoy en un lugar tranquilo y... nada. En un suspiro, suelto el aire que inconscientemente había estado reprimiendo cuando por fin ubico a Lea, y doy un par de pasos hacia ella. — Te estaba buscando, ¿sabes? — Pensaba que a estas alturas no la encontraría y que quizá alguien me asaltaría, y luego caería la noche y como la suerte y yo no parecemos llevarnos demasiado bien, me encontraría con un dementor. Creo que el dramatismo de Tyler me está empezando a pasar factura porque yo solía ser una persona más centrada.

    Desato la bufanda grisácea que rodea mi cuello y la dejo colgando; después, palpo los bolsillos del abrigo hasta dar con una cajita. — Tengo un regalo para ti que creo que te servirá, pero antes... ¿podemos hablar? — Dudo que haya algún lugar en medio del Estadio que sea lo suficiente seguro como para evitar oídos indeseados, pero cualquier cosa es mejor que hablar en medio de un pasillo. Nos llevamos cinco años, así que coincidimos varios años en el Royal hasta que yo escogí mi especialización. Luego empecé a trabajar en el mismo Departamento que su madre y con el paso del tiempo, perdimos un poco el contacto porque me centré únicamente en el trabajo. Hasta ahora, que he decidido que estoy harto de que eso acapare mi día a día porque hay cosas más importantes.
    Ethan J. Weynart
    Icono :
    Need some help? ∞ Lea IqWaPzg
    V. Ileana Jensen
    En lugar como aquel, andar con mil ojos no era lo suficientemente precavido. Lo mejor era evitarlos, salvo que, como ella, quisiera encontrar algo en concreto, y no caminar sin un destino fijo, sabiendo hacia donde se dirigían sus pies o, al menos, tratando de que los demás lo interpretaran de aquel modo. Escondió la equipación tras ella cuando se encontró con el joven. En sus años estudiantiles, los obligatorios, había acabado entablando conversaciones con todo tipo de personas. Daba igual la edad de los demás, si escuchaba algo interesante metía la nariz hasta el fondo del asunto, y ello la había llevado a conocer a una gran cantidad de personas. La mayor parte de ellos solo eran conocidos en los que, realmente, no confiaba del todo, pero otros se convertían en personas en las que podía reposar, aunque solo fuera por unos instantes, sus pesares.

    Arqueó ambas cejas. —¿Así te llaman? Si hubiera querido hacerte daño estarías acabado— se burló de él, deslizándose de su escondite y dando la cara, con la varita aún entre sus dedos. Otra persona más que trabajaba para la que fue su madre, ¿por qué todo lo que la rodeaba la quería golpear o terminar? Afianzó la equipación sobre su brazo, siguiéndolo con la mirada mientras se acercaba a ella, permitiéndose, por solo unos instantes, barrer el pasillo con la mirada, percatándose de que no hubieran puertas entreabiertas o algún espacio en la que, como ella segundos antes, hubiera alguien escondido y pudiera sobresaltarlos. —Me has encontrado, entonces— concedió, regresando la mirada hacia él. —Aunque es demasiada casualidad— agregó con cierta desconfianza más que latente en su voz. De todos los lugares del país estaban allí, los dos, en el mismo momento y conociéndose. Las casualidades existían, pero cuando eran tan llamativas no resultaban dignas de plena confianza.

    —Tu jefa no te ha enviado— comenzó, evitando por completo mencionar a aquella mujer como su madre. —, tú debes de estar ocupado con tus investigaciones y el temor a los dementores… ¿entonces qué haces aquí?— preguntó directamente, dejando de lado todo tipo de formalismos o rodeos, hasta que la interrumpió con la mención de un regalo, y la obvia proposición de algo que hablar. Prensó los labios, acabando por asentir con la cabeza, dirigiéndose hacia el lugar en el que había encontrado la equipación y que disponía de pestillo interior que poder cerrar para no ser interrumpidos durante el tiempo que estuviera allí. —No tienes demasiado tiempo antes de que se haga de noche— anunció cuando ambos estuvieron dentro y cerró por dentro, volviéndose hacia él para no acercándose. Sus pasos acabaron dirigiéndose hacia un roído banco de madera sobre el que dejó las prendas y, seguidamente, se dejó caer ella también. Enfocándolo con la mirada, curiosa. —O bien es algo importante o quieres saber que ha pasado— alzó dos dedos mientras hablaba. Enumerando las dos razones más obvias por las que se había podido arriesgar al llegar hasta allí.
    V. Ileana Jensen
    Icono :
    Need some help? ∞ Lea IqWaPzg
    Ethan J. Weynart
    Doy un par de pasos en su dirección para acortar la distancia que todavía nos separa y poder hablar sin tener que alzar la voz demasiado, y de paso así evitar oídos cotillas que probablemente ronden no muy lejos de aquí. — No creas. Era una manera de despistar y demostrar confianza. — Una manera que no ha funcionado, al parecer. Los músculos no son lo mío porque siempre he sido más de usar el cerebro, pero aun así, entrenamiento mágico tengo de sobra porque de eso se encargaron bien todos los miembros de mi familia. Primero fue mi padre biológico cuando todavía vivíamos en Europa, aunque esa es una etapa que tengo muy difusa porque apenas alcanzaba los cinco años. Luego fue Riorden quien se encargó de enseñarme demasiadas cosas que probablemente no llegaré a utilizar nunca por el trabajo que tengo. — Me he tirado no sé cuántas horas recorriendo las calles esperando encontrarte por ahí. La verdad es que este era el último lugar en el que te habría imaginado — me sincero. Aquí normalmente viene la gente que no tiene un hogar, que tiene algo que esconder, o incluso que quiere huir. Me gustaría preguntarle en qué grupo encaja ella, pero tampoco tengo la confianza suficiente con ella como para hacerlo.

    Hago un gesto con la mano para restarle importancia cuando menciona que se acerca la noche y los peligros que esta conlleva ahora. — He venido en moto voladora. — No es mía, pero mi padre me la dio hace un par semanas para que revisara el motor y la batería. Le dio igual que me especialice en ciencia y no mecánica, pues más bien creo que ha sido una manera de disculparse por todo lo que ha pasado porque sabe que llevaba tiempo queriendo trabajar con ella.

    Al final, estiro la mano hacia ella para ofrecerle la cajita y la señalo con la cabeza para dejarle claro que se la estoy dando. — Quería entregarte eso — repito. Claro que estoy ocupado con investigaciones, y el contenido de esa caja es precisamente una de esas investigaciones en las que he estado trabajando durante mucho tiempo. Tanto que a veces creía que me iba a explotar la cabeza si seguía encontrándome con fallos inútiles y errores de programación. — Sabes lo que es un Chivatoscopio, ¿no? — pregunto, aunque asumo que lo conoce. — Dentro de la peonza hay una especie de bola, por decirlo de alguna manera, que es la que hace la mayor parte del trabajo — explico lo más sencillamente que puedo. — He mejorado esa bola para que vibre cuando se esté cerca del peligro, de los escuadrones de aurores y cazadores, y de dementores. — Realmente esa parte fue la más sencilla porque hace siglos que cogí los códigos base de las identificaciones. Sé que no es muy legal, pero qué más da. — Lo bueno también es que se le puede poner una cuerda para hacerlo pasar por un collar o pulsera. — Y el problema es que no he podido probarlo todo lo que me hubiera gustado, pero en las pruebas dio buenos resultados. He estado más de un año perfeccionándolo porque en un principio iba a ser un regalo para Joyce, pero ahora eso es imposible... — Nadie sabe que existe. — Y tengo la intención de que siga siendo un secreto por mi propio bien.
    Ethan J. Weynart
    Icono :
    Need some help? ∞ Lea IqWaPzg
    V. Ileana Jensen
    —Hubiera sido efectivo sino llega a ser porque te han temblado las rodillas. He podido verlo a contra luz y con todo este polvo rodeándonos— contestó, moviendo la diestra mientras lo hacía, simulando que trataba de apartar las motas de polvo que los sobrevolaban. Y, aun así, se permitió parpadear con cierta sorpresa a la par que ironía. ¿Por qué ahora todo el mundo la buscaba? Era el colmo de la absurdez. Cuando estaba en el Capitolio, o en su defecto en el distrito tres, no había tantas personas interesadas en mantener una conversación con ella, mucho menos en arriesgarse a ir a un lugar como aquel. Incluso vagar durante horas sin saber exactamente por dónde empezar a buscar. Definitivamente la estupidez era libre y cada uno tomaba la porción que deseaba… aunque ella tomó también su buena ración y aún la cargaba sobre sus espaldas de la forma más pesada y cansada posible.

    Suspiró, estirando las piernas al frente. Sentada sobre aquel desgastado y roído banco de madera se sentía extraña, quizás mucho más por tener ante ella a alguien que, si bien le agradaba y con quien había mantenido alguna que otra conversación durante su época estudiantil, no entendía la razón por la que se encontraba allí. Frente a ella con un pequeño regalo entre las manos. Recogió las piernas, inclinándose al frente, a la par que estirando el brazo en su dirección, para tomar la cajita que le ofrecía. La giró entre sus manos, palpando las esquinas de la misma hasta que se decidió a abrirla cuidadosamente. Sacó el pequeño objeto de la caja, dejando ésta a un lado. Entrecerró los ojos, girando la entre sus dedos lo que parecía ser un chivatoscopio, lo cual aseveró él después. Arqueó la mirada hacia él, asintiendo con la cabeza en un primer inicio.

    Hasta que comenzó a hablar de modificaciones que hicieron que sus cejas se arquearan. Inventos. Realmente odiaba todo lo que tenía que ver con la ciencia gracias a aquella mujer. —¿Qué clase de mejora es esa?— preguntó, de súbito. —Se supone que detecta lo que es un peligro para la persona que lo tiene, y para mí, ahora mismo, lo son tanto aurores, como cazadores y dementores. Debería de funcionar incluso sin esas modificaciones, ¿no?— continuó hablando. No quería desprestigiarlo, ni mucho menos, pero el mecanismo de un chivatoscopio era simple y limpio. Advertía a su propietario de un peligro cercano sin hacer distinción entre raza o sexo. Chasqueó la lengua, estirando el brazo en su dirección y observando como la bola permanecía inmóvil y en silencio. Alzó la mirada en su dirección. —Diría que gracias y que espero que funcione… pero realmente no quiero que se active nunca— comentó, dejando escapar un suspiro cansado. Realmente cansado.

    Juntó las piernas, dejando la peonza sobre éstas y enfocando su oscuro mirar hacia él. —¿Cómo sabías que estaba en el distrito cinco?— preguntó entonces. Su rostro no aparecía como alguien en búsqueda y captura, y dudaba que su madre hubiera estado interesada en decirle a todo el mundo que su única hija era una traidora a los magos.
    V. Ileana Jensen
    Icono :
    Need some help? ∞ Lea IqWaPzg
    Ethan J. Weynart
    — ¿Que llevas lentillas de visión nocturna o algo así? — pregunto con un notable sarcasmo. No hay demasiada luz por aquí y la visibilidad empeora incluso más con ese polvo que ella misma comenta. No soy una persona voluble, pero tampoco me gusta que me tomen el pelo. Creo que es algo que he heredado tanto de mi padre biológico como del adoptivo; me pongo a la defensiva rápidamente. Tengo más paciencia que ellos claro, pero no tanta como otros miembros de mi familia. Si tenemos en cuenta que si precisamente he venido aquí ha sido con la intención de ayudarla, todo resulta más irritable para mí. Es cierto que he bajado la guardia, pero no me gusta cometer esos errores y que me lo repitan varias veces. Llámalo orgullo, sí. La tensión de ser descubierto por alguien indebido tampoco ayuda a que esté más relajado.

    Suelto un bufido cuando pregunta que qué clase de mejora es esa, y niego con la cabeza. Hay demasiados tecnicismos en los cuales no voy a centrarme porque estaríamos aquí horas y ni de broma quiero que caiga la noche estando fuera de casa, mucho menos por el norte, así que pienso en explicar la versión más sencilla: — El Chivatoscopio original hace ruido ante el peligro. Este solo vibra. — Porque seamos sinceros, algo que haga ruido y que todos puedan escuchar no es la mejor manera de avisar del peligro porque a la misma vez es lo que te puede delatar. — También su aspecto de peonza hace que sea fácilmente reconocible y sospechoso, pero si la transformas en una simple pieza de joyería... — añado, y me encojo de hombros. Sé que probablemente haya muchas cosas en las que se pueda mejorar y perfeccionar, pero es la primera cosa que hago como esta y no es fácil trabajar desde un objeto ya existente.

    Responder a su última pregunta es algo más complicado y que me podría poner a mi en riesgo, si llegase a oídos que no deben en alguna ocasión. Pero ella tiene mucho más que perder que yo, supongo. — Te vi una vez, hace tiempo. — Y es que es tan sencillo como eso, pero con mucho más trasfondo detrás. — Alguien de mi familia vivía aquí... — Alguien que más que mi tía como pensamos durante mucho tiempo que era, parecía más mi prima porque apenas nos llevábamos dos años, y sobre todo, era alguien que me importaba mucho y que consideraba mi amiga. — Esto iba a ser para ella, pero ya no está. Espero que no lo necesites nunca, pero si te hace falta, que pueda ayudarte. — No quiero que se ponga en peligro, pero de verdad que espero que pueda ayudarle si llega el caso. A Joyce no llegó a ayudarle porque murió antes, igual que a mi tía Annie. No estoy dispuesto a ver a más gente morir si puedo hacer algo para evitarlo.
    Ethan J. Weynart
    Icono :
    Need some help? ∞ Lea IqWaPzg
    V. Ileana Jensen
    Se encogió de hombros ante su comentario. Así eran los chicos. No les gustaba cuando alguien los descubría o eran mejores que ellos, mucho menos si la persona que les derrotaba era una chica. Quería que las cosas cambiaran en aquel aspecto, pero a la vista estaba que el país se regía por un claro sistema patriarcal, incluso cuando Jamie era la Ministra de Magia las cosas sucedían de aquel modo. Rodó los ojos, prefiriendo no comentar nada más al respecto y, en su lugar, inspeccionar el curioso regalo que acababa de concederle. Había estado acostumbrada a los detalles pero casi se había hecho a la idea de que si vida no los incluiría nunca más. Giró la pieza entre sus dedos, alzando la mirada hacia Ethan cuando sonó algo exasperado a sus palabras. —Silas es la científica, no yo— se defendió en redondo. Nunca le interesó la ciencia, es más, la detestaba por razones más que obvias que no explicaría.

    Asintió con la cabeza, percatándose entonces de la pequeña anilla que poseía para poder colgarse en una cadena a modo de collar. Podía pasar de inadvertida a ojos ajenos, parecer solo aquello, una pieza de joyería más de entre las millones diferentes que existían. Arrugó los labios, volviendo a asentir con la cabeza antes de levantarse y caminar por el vestuario en busca de algo concreto, algo que había escondido para volver a por ello cuando tuviera más tiempo. Abrió un par de taquillas hasta que dio con un par de desvencijadas botas, prestándole atención únicamente a los cordones que desenredó y le servirían como cordel. Volvió hasta él pasando el extremo por la anilla, colocándola en torno a su cuello y anudándola  con un pequeño lazo. —Gracias— aseguró, recolocándolo en el centro —, me servirá de bastante ayuda teniendo en cuenta… bueno, ya sabes. Esto— hizo un movimiento con la mano, tratando de abarcar la habitación pero queriendo referirse más bien a la situación a la que se estaba enfrentando desde hacía escasas semanas.

    Parpadeó confusa, esbozando una sonrisa triste. —Lo usaré bien— aseguró con plena seguridad en ello. Todos habían perdido a personas en aquella estúpida guerra sin sentido. Los reprimidos ahora reprimían a sus antiguos opresores, ¿cambiarían nuevamente las tornas de nuevo? Suspiró, mirando su reloj de pulsera, en nada anochecería y lo mejor era estar de nuevo en la fábrica antes de que aquello sucediera. Volvió a mirarlo, esbozando una sonrisa triste. —Debería irme, está anocheciendo y ya sabemos las cosas que vigilan las calles cuando pasa— habló con  tranquilidad, volviendo a tomar las prendas que encontró inicialmente y quería llevar consigo para protegerse algo del invierno. —Gracias por el regalo, Ethan— agregó con sinceridad, quedándose un poco bloqueada, no sabiendo si abrazarlo a modo de despedida o solo con un gesto de la mano. Acabando por decantarse por la segunda opción antes de salir aceleradamente por la puerta  y recorrer los pasillos con cuidado de no encontrar con ninguna compañía indeseada.
    V. Ileana Jensen
    Icono :
    Need some help? ∞ Lea IqWaPzg
    Contenido patrocinado
    2 participantes
    No puedes responder a temas en este foro.