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  • The Mighty Fall
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    OTOÑO de 247421 de Septiembre — 20 de Diciembre


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    Tras años de represión y batallas libradas, hoy son los magos los que caminan en las calles más pulcras del Capitolio. Bajo un régimen que condena a los muggles y a los traidores a la persecución, una nueva era se agita a la vuelta de la esquina. La igualdad es un mito, los gritos de justicia se ven asfixiados.

    Existen aquellos que quieren dar vuelta el tablero, otros que buscan sembrar la paz entre razas y magos dispuestos a lo que sea para conservar el poder que por mucho tiempo se les ha negado. La guerra ha llegado a cada uno de los distritos.

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    V. Ileana Jensen
    Finales de marzo

    Subió las escaleras en las puntas de sus pies, tratando de ser lo más silenciosa posible en un lugar medio derruido y que chirriaba por cada poro. ¿Qué más daba hacer algo de ruido? Al final solamente iba a hacer lo que todos, ocupar una habitación con intenciones más que sospechosas. El problema era su juventud y que acababa de pedir una habitación en uno de los hostales de mala muerte que usaban las prostitutas para tratar de sacarse unos galeones. Había situaciones y situaciones, pero era algo de lo que no discutiría con nadie ni le daría más vueltas de las necesarias. El único aviso que dejó en la recepción fue que le indicaran el número de habitación a un hombre de unos cuarenta años que llegaría allí a las cinco en punto. Y esperaba que fuera él el que llegara y que no le mandaran a algún depravado, o que alguno de ellos se atreviera a tratar de cruzar una línea fina por la que estaba dispuesta a golpear a quien fuere.

    Desechó la idea de dejarse caer sobre la cama; sentándose, en su lugar, en el pequeño y desvencijado sillón  que había en un rincón de la habitación. En el mismo momento que sus huesos chocaron contra éste dejó ir un suspiro cansado. El tiempo había pasado pero estaba harta de todo. Quizás lo había tomado todo como un juego, uno que podría abandonar cuando estuviera cansada del mismo, pero del que ya no podía salir porque no tenía otro lugar al que ir. Apuntaló una de sus botas con la contraria, sacándola y colocándola boca abajo, golpeándola tratando de sacar la estúpida piedrecilla que se había escabullido dentro de la misma y llevaba un rato molestándola. O puede que solo hubiera existido en su cabeza.

    Aun así aprovechó la postura para mirar la hora de su reloj. Todavía quedaban un par de minutos para la hora indicada pero un movimiento al otro lado de la puerta la había alertado. Y, por ello, cuando el pomo giró lanzó la bota contra la puerta, poniéndose de pie con la varita entre sus dedos. Había dejado la puerta abierta por obvias razones, aunque quizás había pecado de confiada y ahora tendría que lidiar con ello.
    V. Ileana Jensen
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    Episode VI - D.M. IqWaPzg
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    No me agrada para nada encontrarnos de ésta forma. Prefiero las reuniones al pie de un árbol en el medio del bosque o al menos con una taza de té de por medio. Pero no me queda de otra, Lea ha puesto los términos así que no me queda más remedio que seguirlos si quiero mantener la relación profesional de la que disfrutamos ahora, porque tener una amiga en la red Neopanem nunca es mala idea... Sobre todo en épocas en las que todo está tan controlado y los medios de comunicación cuentan lo que se les da la gana.

    Llego al edificio y pido el número de habitación, el cual es seis, y subo con un ramo de flores a modo de broma hasta allí. Encuentro la puerta abierta y ya sé lo que me espera adentro así que alzo las manos y empujo la puerta con la cadera para demostrar que vengo en son de paz y no soy un  idiota que simplemente ha dado con la puerta equivocada - Primero que nada, déjame decirte cuan ofendido estoy por haberme presentado en la recepción como el cuarentón - comienzo caminando en dirección a ella pese a que tiene su varita en alto - Segundo, éstas son para tí - bromeo con una sonrisa y le lanzo el ramo de flores, uno muy feo con lo mejor que pude encontrar en un distrito que está seco desde hace años.

    Veo que ella estaba ocupando el sillón así que voy hasta la cama y me dejo caer allí, resignado a todas las enfermedades que pueden ocultar las mantas. No lo sé porque lo haya hecho, pero es de conocimiento popular para qué se usan ésta clase de lugares... Lo pensé varias veces, pero al final terminé desistiendo a esa idea de fidelidad que tenía por Sigrid y comencé de nuevo, sin miedo a coquetear y mantener al amigo tranquilo con mujeres que no piden dinero al finalizar el acto y de hecho están felices de ir a una siguiente cita.

    - ¿Quieres información o me citaste por algo en particular? - pregunto quitándome la mochila para relajar los hombros. Esto de correr de un sitio a otro me deja agotado.
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    V. Ileana Jensen
    Había tres tipos de personas en el mundo. Las más comunes eran las que llegaban tarde, después las que llegaban justo a su hora y, por último, las que llegaban antes de tiempo. Aquellas eran las que estaban nerviosas o demasiado ansiosas por el encuentro. Simplemente no esperaba ubicar a Dressler dentro de ninguna de esas dos categorías cuando vió su figura aparecer cruzando el marco de la puerta. Arqueó una ceja, sorprendida, antes de recorrerlo con la mirada, dejando que sus oscuros ojos permanecieran más tiempo en el ramo que sostenía con una de sus manos. Soltó un bufido y rodó los ojos, bajando la varita acto seguido. Acortó también las distancias hacia él, sobresaltándose cuando acabó con el espantoso ramo de flores estrellándose contra su cuerpo y teniendo los suficientes reflejos como para sostenerlo con una mano. —Tú…— comenzó a acusarlo. Un gruñidito surgió de su garganta mientras se encaminaba hacia la puerta y la cerraba, tomando acto seguido su bota y volviendo hasta el sillón que volvió a ocupar. —Estás fuera de mi radar, señor cuarentón— recalcó dejando a un lado el ramo y comenzando a colocarse el zapato.

    Suspiró, acomodándose en el sillón y volviendo a examinarlo en la cama. Una divertida sonrisa apareció en sus labios. —¿Crees que debo salir de aquí con alguna prenda rota? Para que parezca más salvaje y llames la atención de alguna chica— volvió a hablar con notable diversión en su voz. Se giró en el sillón, apoyando las piernas sobre el reposabrazos y observándolo con diversión. Aunque, como siempre, lo bueno duraba poco. Puede que algunas personas se sorprendieran con ello. Ver a una joven de su edad insinuándose a alguien más mayor con diversión, no mostrando el… respeto debido, quizás. Pero lo cierto es que no eran insinuaciones, solo era ella siendo ella misma con alguien con quien tenía confianza, por extraña que resultara aquella asociación.

    —Tengo algo que seguro te interesa— aseguró inclinando su cuerpo al frente y apoyando los codos en sus muslos. —Una reunión— agregó. ¡Una reunión, si! La Red había estado callada, silenciosa, caída. Pero algo iba a pasar y sabía que él estaría más que interesado en lo que allí se hablara o sucediere. Esperó su reacción, ya que no solamente tenía aquella información sino que también tenía una petición para él.
    V. Ileana Jensen
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    Episode VI - D.M. IqWaPzg
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    Hago una mueca y sacudo el cuerpo para borrar la imagen mental que se forma en mi cabeza pues Lea no puede tener más de uno o dos años que Jen y es simplemente perturbador. No, a mí me gustan las mayores, de esas que llaman señoras. Lo mostré desde un inicio cuando me dejé conquistar por Sigrid y sus dos años más que yo. Aunque hace tiempo que no salgo con mujeres de esas edad. Supongo que es porque yo también he ido envejeciendo y por eso ahora opto por las treintañeras. En fin, no creo que sea un tema para ponerme a analizar ahora.

    - No necesito tu ayuda para llamar la atención de las chicas, muchas gracias - respondo llevando una mano a mi pecho, como si estuviese ofendido - Soy un excelente partido y cualquier muchacha con buen gusto sabría notarlo - anda que tampoco voy a ponerme a hablar de mis habilidades en la cama, pero en el norte puede considerarse un buen partido cualquiera que se bañe todos los días, tenga pan para desayunar por las mañanas y tenga un excelente cabello como yo - Y yo no quiero arruinar tú reputación así que saldrás de aquí impecable - hasta hace poco era una ciudadana, todo ésto es nuevo para ella.

    Por suerte la conversación sobre mi vida sexual para a segundo plano en mi cabeza cuando me desvela sus verdaderas intenciones. Una reunión... Eso suena prometedor, y viniendo de quién tiene contacto con los rebeldes me da esperanzas de que puede llegar a hacer justo lo que vengo esperando desde hace tiempo - ¿Una reunión a la que podré acceder sin problemas o me costará algo? - pregunto con una ceja en alto, apoyándome contra mis muslos como lo hace ella - Porque supongo que ésto es una invitación...
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    V. Ileana Jensen
    Sonrió, divertida al verlo defenderse de sus palabras. Todos acababan por quitarle la diversión a las cosas. A aquellas alturas le importaba bien poco lo que los demás pudieran pensar de ella, mucho más los habitantes de un distrito como era el cinco. No salía casi de la fábrica, salvo en excepciones contadas y por alguna razón en concreto, por lo que pocos la veían ir y venir por las apestadas calles del lugar. Decir que odiaba aquel lugar se quedaba corto. Podía tener unas ideas pero no podía negar que se había criado en el Capitolio, rodeada de todo lo que quería, por lo que el giro había sido radical. Tanto que, en ocasiones, aún se sentía mareada con ello. Estiró las piernas sobre el reposabrazos, cruzándolas después para evitar golpearlo accidentalmente. —Vaya, gracias por preocuparte por mi reputación, eres la primera persona que lo hace— fingió emoción, sonriendo después de ello. Era cierto, la mayor parte de las personas que conocía anteponían su propia reputación… aunque también dudaba que él quisiera ser catalogado como ‘asaltacunas’ por lo que quizás protegía dos reputaciones de un tiro.

    Se inclinó al frente, torciendo los labios y acabando por chasquear la lengua. —Irás conmigo, entonces podrás entrar. Desconfiarían si llegaras solo, aunque no sé lo que hablarán exactamente….— comenzó a hablar con tono alto, bajándolo ligeramente conforme hablaba —irá alguien ‘importante’— hizo comillas con los dedos de las manos. Era solo un crío pero su apellido podía catalogarlo como alguien con cierta repercusión sobre los demás, especialmente sobre los nostálgicos que aún podían quedar por ahí. —¿Tan infravalorada tienes nuestra amistad que crees que te pediré algo a cambio?— preguntó con tono ofendida. Tamborileó con los dedos en su mejilla apenas unos segundos, sonriendo, culpable. —¿Has…?— carraspeó un poquito, reincorporándose con cierta incomodidad. —¿Cómo lo está haciendo Silas?— preguntó. Silas, no su madre. Hacía casi cuatro meses que se había ido de allí. No es que estuviera preocupada ni interesada en ella, solo quería saber si, al menos, había conseguido algo tras lo que le hizo a la poca familia que tenía.
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    Vivimos en un mundo tan de mierda que me cuesta descifrar si está hablando con sarcasmo o de verdad no tiene a nadie que se preocupe por ella de esa forma. Me consta que su madre biológica es de los peores bichos que hay en el mundo pero ¿Su familia adoptiva también? Si está en la red es porque la tratan bien ¿O no? O quizás solo está con ellos por necesidad, porque luego de lo de su madre ya no tuvo más lugares a dónde ir y comprendo eso - Soy un caballero ¿Qué puedo decir? - intento tomar el lado bromista pero la duda ya está instalada en mi cabeza así que mi voz no sale con demasiada gracia.

    Asiento con el rostro serio cuando comienza a explicar lo pasos a seguir de la reunión. Así que alguien importante... ¿Acaso es como esas convenciones en las que te hacían comprar la entrada sin decir quién era el invitado especial? Recuerdo haber perdido mucho dinero y sumado grandes decepciones en mi juventud por esa clase de jugarretas. Pero Lea conoce mi motivación, sabe con claridad lo que quiero así que dudo que juegue con mis sentimientos de esa forma, si me invita es porque de verdad puede surgir algo de ésto.

    - La vida me ha enseñado a ser desconfiado - respondo y arrugo la nariz cuando juega con mi rostro, dedicándole una mueca graciosa para hacerla sonreír. Pero no logro el efecto que quiero pues el tema que saca es uno que me esperaba... Silas es una mujer muy activa en las redes sociales así que es difícil no seguirle el rastro, quizás no de sus proyectos secretos pero puedo hacerme una idea bastante clara de su estad de ánimo por las cosas que publica.

    Pienso en la mejor forma de decirlo y al final me decido por acercarme a ella y tomar una de sus manos para que la apriete por la ira, sienta el confort o lo que sea que necesite con lo que le voy a decir - Está feliz - creo que es la peor noticia que puedes darle a alguien sobre una persona que odia - De buen humor, constantemente... Habla sobre cómo todos los esfuerzos dan frutos, trabaja hasta tarde pero eso no es novedad... - intento recordar los detalles que memoricé la última vez que pude chequear su estado - Se trae algo entre manos, sino no estaría así - dejo salir con una mueca y acaricio levemente el dorso de su mano con mi pulgar - Cuando quieras me dices y la destruimos juntos, solo dime cuando y preparo mis mejores armas.
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    V. Ileana Jensen
    Hacía demasiado tiempo que se sentía desamparada, sin saber exactamente cuál era su camino o por donde debía empezar a construir su vida. Pensó, quizás de forma demasiado precipitada, que tenía otro lugar al que ir si sucedía algo con su madre, un lugar donde refugiarse con personas que le importaban y  las que le importaba, pero con el paso de los meses había visto como todo se derrumbaba poco a poco, lentamente dentro de la Red. Algunos integrantes de la misma se habían marchado, otros se aislaban a sí mismo y solo quedaban los niños que no tenían ni la más remota idea de qué hacer. A veces solo quería volver atrás en el tiempo y volver a lo que era su vida antes de encontrar un nuevo y esperanzador lugar.

    Meneó la cabeza, volviendo a sonreír ampliamente cuando habló de la reunión. No estaba en las mejores condiciones con Kendrick, pero era obvio que Mimi le diría lo que estaba sucediendo y que se había concertado una reunión. ¿Qué quería de ellos? A saber, quizás, de golpe, había pensado que necesitaba a los demás para encontrar a su tía. Ni siquiera sabía por qué pero la molestaba, la llevaba molestando desde el día en el que discutieron en el callejón. —¿De verdad? Pensaba que ya habíamos pasado por esta fase— agregó con una sonrisa, alejándose de él y volviendo a apoyar los codos en las piernas.

    Irguiéndose en su lugar cuando hubo preguntado sobre Silas, mucho más cuando esperó hasta la respuesta contraria. Dejó que tomara su mano, permaneciendo tranquila mientras explicaba cómo iba toda la situación alrededor de ella. Cosa que no le extrañó en absoluto, que la molestó pero no del modo que había pensado que lo haría. Esbozó una sonrisa triste, asintiendo lentamente con la cabeza. —Realmente su vida no ha cambiado porque yo no esté—. Antes estaba pero era invisible a sus ojos, ahora realmente lo era. Chasqueó la lengua, mordiéndose el labio inferior. —No voy a rebajarme y ser como ella, no nos parecemos en nada y no vamos a empezar a hacerlo ahora— agregó, bajando la mirada hasta sus manos y esbozando una diminuta sonrisa. —Aunque no puedo negar que esperaba que nadie la hubiera creído— se rió ligeramente, apretando, suave, la mano contraria.

    Suspiró, palmeando con la mano libre sobre la contraria, queriéndole hacer entender que no le importaba. Si se paraba a pensar en ello, ni siquiera sabía por qué había preguntado por ella. —¿Qué esperas escuchar en la reunión?— preguntó entonces, queriendo dejar de lado todo lo relativo a Silas y como le iba todo después de alejarla de aquel modo.
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    Río un poco porque la verdad es que sí hemos pasado esa fase desde hace ya tiempo. En realidad ni siquiera recuerdo cuándo fue que pasamos de simples conocidos a amigos de confianza, tampoco recuerdo el nombre falso que le dí en primer lugar ni cómo llegué a confiarle mi verdadero... Creo que esas son pruebas de que ya pasó bastante o, al menos, que ha pasado mucho desde que nos conocimos. La lista de personas a las que les confié mi nombre no es muy larga, así que si ella está incluida es porque tiene el derecho de pedir cualquier favor sin esperar que pida algo a cambio, y yo también - ¿Cómo me presenté contigo la primera vez? ¿Fue John Rowling o Arty Doyle? - empiezo a recordar en voz alta, fue el uno o el otro. Sacudo la cabeza pues ya no es importante.

    De verdad no puedo entender como una mujer como Silas Jensen desperdició la oportunidad de tener una vida normal con su hija, está loca, no hay otra respuesta, así que no pongo más esfuerzos en encontrar una lógica a sus acciones - Sí, bueno, pero yo sí soy un poco más vengativo... Así que si me la cruzo, por favor no me detengas - respondo con una sonrisa desafiante. Así como si alguna vez me cruzo con Sigrid... No llegaría a hacerle daño, por supuesto, pero al menos algo que cobrarme. Es difícil sin magia pues para nosotros las opciones son violencia o violencia.

    Asiento cuando me da a entender que todo está bien y finalmente suelto su mano para dejarme caer en el suelo y sentarme apoyando la espalda en el borde del sillón que ella está sentada. Miro el techo por un momento barajando las posibilidades y tengo que obligarme a pensar con lógica pues no hay forma de que se cumplan mis fantasías con algo como esto - Cualquier cosa es mejor que estar haciendo nada así que aceptaré lo que sea - murmuro un poco desesperanzado. Llevo quieto mucho tiempo, solo robando y comerciando, es algo que se me da bien pero no genera ningún cambio - Cuando te pones viejo como yo... Lo vivido a lo largo de los años ya no tiene lugar dentro del cuerpo y necesita explotar - comento tranquilamente - Así que supongo que eso busco, una mecha que me permita encontrar el camino hacia la bomba.
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    V. Ileana Jensen
    Su gesto cambió a uno pensativo, exagerando las expresiones que aparecieron en ésta, tratando de pensar en cual fue el nombre que usó cuando hablaron por primera vez. Incluso era complicado recordar cómo entablaron conversación cuando se conocieron y aquello acabó en la relación de complicidad que poseían. No tenía aquel tipo de relación con ninguna otra persona, ni de su edad ni mayor, aparte de él. Lo cual le resultaba extraño y curioso a partes iguales. —Fue… ¿Johnty Doyling?— se burló de él haciendo un remix de las dos opciones que le había dado. Sonrió ampliamente, abrazando sus rodillas, divertida. —Yo fui completamente sincera y tú, simplemente, me mentiste y rompiste el corazón— agregó sonriente, tamborileando con los dedos sobre sus propias rodillas.

    No quería pensar demasiado en Silas, ya no era parte de su vida, era definitivo que los débiles hilos que las habían mantenido unidas durante todos aquellos años se habían roto, ella los había roto sin dudarlo. Eso era para aquella mujer, alguien completamente prescindible, y eso sería también para la castaña. Se inclinó hacia un lado, alcanzando el ramo de flores y consiguiendo sacar una para ofrecérsela instantes después. —No te detendré, es más, te recibiré con un ramo en condiciones— comentó dejando la flor sobre las piernas contrarias; quedándose, por un instante, sin palabras. No, lo cierto es que no quería que se encontrara con ella; Silas no tenía escrúpulos  y no quería que nada le pasara a él. Bajó la mirada y mordisqueó con nerviosismo su labio inferior. —Aunque preferiría que no te acercaras a ella, todo lo que toca acaba mal— susurró a duras penas torciendo los labios, contrariada.

    Quería estar bien en relación a ello. Era parte de su pasado, uno que no quería que siguiera inmiscuyéndose en su presente ni futuro. Retiró las piernas del lateral del sillón para no golpearlo accidentalmente, doblándolas contra su cuerpo. Prensó los labios al escucharlo. —Todos estamos cansados de estar sentados esperando, pero no sé si la alternativa que tenemos es la salida— comentó, pensativa. —¿Piensas que por ser ‘viejo’ tienes que darlo todo? ¿Explotar?— chasqueó la lengua —No creo que merezca la pena—. Pellizcó sus piernas con la mirada fija en éstas. —Creo que ésta bomba tiene una mecha demasiado corta y que todos vamos a salir volando por los aires— trató de explicar. Si la alternativa que existía era la que creía no confiaba en la misma; no después de su última conversación.
    V. Ileana Jensen
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    Se me escapa una pequeña carcajada al escuchar el mix de nombres. Al menos ya tengo uno nuevo para el repertorio, no es histórico pero es un invento de una mente brillante y eso me basta - Oh, a todas les rompo el corazón cuando las conozco - sigo con el juego con una mueca, como si de verdad lo estuviese lamentado - Pero ¡Hey! Desde entonces hice todo por enmendarlo ¿A que sí? - pregunto ya más en serio con una sonrisa. Porque que nadie se atreva a lastimar a Lea Jensen porque se las tendrá que ver conmigo... Así sea una de las brujas más poderosas de Neopanem ¡Con mi rulosa no se mete nadie!

    Tomo la flor entre mis manos y la miro con el fantasma de una sonrisa en mi rostro. La verdad es que tiene razón. De enfrentar a Silas mis posibilidades serían pocas... Cualquier mago tiene una gran ventaja sobre alguien como yo y de eso no me salva ningún libro. Tengo armas, incluso puedo pelear con mis manos pero ellos tienen el poder de quitar la vida con solo pronunciar un hechizo y eso me aterra bastante - Hierba mala nunca muere, no te preocupes - intento tranquilizarla aunque no me sale demasiado bien estando yo mismo preocupado.

    Inclino mi cabeza hacia atrás una vez más para poder observarla y me tomo unos segundos antes de responder. Hay palabras honestas frente a eso, hay una razón, solo que no sé si preocuparla con la realidad. Perdí la esperanza sobre mi vida hace mucho, para estar con mis hijos tengo que tirar los muros que nos separan y para eso hacer un ataque que va más allá de mis posibilidades... Dejaré todo en la batalla pues de éste lado no hay nada para mí, es a todo o nada - Debería haber muerto hace mucho, las personas como yo no llegamos demasiado lejos - comento en voz baja - Estoy viviendo tiempo prestado así que voy a explotar más temprano que tarde... ¿Por qué no hacerlo por ésto? Si voy a morir quiero que sea intentándolo.
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    V. Ileana Jensen
    Sonrió con agradecimiento. Cualquier podía ver que era una extraña relación la que mantenían. La castaña no se cortaba ni un poquito en meterse con él, y él aguantaba todos sus comentarios aunque no tenía la obligación de hacerlo. Lo cierto es que le faltaban personas en quienes confiar, y él se había convertido, con una rapidez bastante pasmosa, en alguien en quien lo hacía ciegamente. Puede que en algún momento se estrellara contra una pared, pero agradecía que el momento aún no hubiera llegado. Asintió con renovados ánimos. Pensar demasiado era molesto y solo la ponía de malhumor, daba igual el tiempo que transcurriera y lo mucho que se tratara de auto convencer de ello.

    Alzó ambas cejas, abrazándose las piernas con algo de fuerza y  haciendo la cabeza hacia atrás, observando la desvencijada lámpara de la habitación. —Un enfrentamiento entre dos malas hierbas… Debería contratar a alguien para que ponga música épica de fondo— trató de bromear. Obviamente ella no lo consideraba de aquel modo, pero cada persona se tenía una estima propia que podía no ser coincidente con la de los demás. Volvió a su posición inicial, observándolo con detenimiento e incluso frunciendo el ceño conforme las palabras se materializaban.

    La molestaba. Antes no tenía demasiado en cuenta las personas que iban y venían en su vida, pero desde que se encontraba completamente aislada eran importantes todas y cada una. —No quiero que explotes— contestó simplemente, no agregando nada más durante algunos instantes en los que prefirió mantenerse en silencio. —¿Quieres morir por cambiar las cosas o solo irás como un mártir?— preguntó —Viendo la situación desde éste ángulo es todo completamente diferente… antes pensaba que odiaba la represión a los humanos, pero, ¿no llevará a represión hacia los magos si cambian las tornas?— murmuró con cierto cansancio. Su ánimo de igualdad, de apoyo a los más débiles de la relación, la había conducido por un camino que ya no sabía si era correcto o no. —Todos creen que están en lo correcto— se quejó.
    V. Ileana Jensen
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    Elevo una de mis comisuras y sin esperar mucho comienzo a tararear la primera banda sonora épica que viene a mi mente. Hace mucho que no veo películas pero creo recordarla de una de ciencia ficción en donde los personajes podían escapar de sus problemas subiéndose a una nave y abandonando la galaxia ¿Por qué no podemos hacer eso nosotros también? Tomaría a Jenna y Brian y los llevaría a un planeta con cinco lunas, donde el verano no es demasiado caluroso ni el invierno demasiado frío.

    Dejo caer mi cabeza y sonrío un poco pues no voy a mentir diciendo que una parte de mí no esperaba que esa fuera su reacción. Tenía una vida en los distritos, pero desde que soy fugitivo también he forjado amistades, quizás no son la familia casi perfecta que tenía antes pero los aprecio y mucho - Iré allá dónde haya que ir para cambiar las cosas, pero también soy consciente de que mis posibilidades allá afuera son bajas - soy un tipo de la sombras, no alguien que pelea en primera fila - Ser realista es una buena forma de mantenerse vivo, aún cuando serlo te lleve a pensar en una posible muerte.

    Me encojo de hombros y hago una mueca que ella no llega a ver con su siguiente pregunta. La verdad es que me encantaría reprimir a unos cuantos magos, a aquellos que se lo merecen... Obligarlos a vivir apartados de sus hijos porque eso es lo que me hicieron a mí pero ¿A todos? No. Conozco unos cuantos que son buenos, como Lea, y merecen disfrutar de sus habilidades de manera libre - El equilibrio debe existir en algún lado ¿No? No puede ser que todos sean idiotas extremistas - expongo quizás un poco brusco pues a veces parece que sí es así - Y ese es el problema... Hay muchos dando vueltas por ahí que quieren ponerse al frente y tienen ideas equivocadas, solo hace falta encontrar a alguien que de verdad tenga la razón y ambos sabemos que hay una sola persona apta para ese puesto - comienzo con una sonrisa traviesa - Yo - termino la broma.
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    V. Ileana Jensen
    La esperanza no era algo que abundara en los círculos que la rodeaban. Todos trataban de convencer a los demás de que existía otra salida, una verdadera vida cuando todo pasara, pero sabía que dentro de sus cabezas las cosas no sonaban de la misma manera. ¿Por qué? Porque era como ellos. Intentaba mostrar algo de esperanza cuando se encontraba con otros, mas no lo pensaba realmente; había empezado a entrar en una especie de círculo del que no podía salir porque solo corría en círculos una y otra vez. Frustrante. Prensó los labios, acomodándose mejor en el sillón tras la repentina incomodidad que la atenazó. —Nuestras posibilidades son nulas; ellos tienen algo que defender, equipamiento… pero, sobre todo, no tienen escrúpulos. Ni siquiera les importa lo que quiera su pueblo, solo los acallan cuando una voz piensa diferente— masculló. Las últimas semanas en el Royal se tornaron casi inaguantables. La libertad había acabado reducida a cero. Controles dentro y fuera del recinto, incluso en algunas clases los observaban como si estuvieran buscando alguna pequeña chispa que apagar.

    Movió las piernas, golpeando con los talones el lateral del sillón, con la mirada fija en la sucia lámpara que colgaba del techo. Una sonrisa irónica apareció en sus labios. —Creo que todos lo son— habló entonces —Es decir, primero hubo represión hacia los magos, y ahora la hay hacia los humanos… los magos han reaccionado de esta forma por lo que sufrieron, ¿no crees que los humanos harán lo mismo? Soy de las que piensan que el ser humano no tropieza solamente dos veces con la misma piedra—, tropieza con la misma piedra cada vez que se la encuentra nuevamente. Los hechos eran contundentes, y aún más después de lo sucedido en el entierro de Jamie Niniadis. —Nuevamente existe una salida radical y todos quieren vengarse de alguien— continuó en voz alta el hilo de sus pensamientos, soltando todo el aire que había retenido dentro de sus pulmones durante los segundo inmediatamente previos.

    Y, aunque estaba siendo abofeteada por todas y cada uno de sus pesimistas cavilaciones, una furtiva sonrisa acabó asomando en sus labios. —Bueno— comentó mientras se reincorporaba e inclinaba hacia un lado para poder tener un buen plano de su cara —, creo que serías perfecto en traje y quedarías bien en televisión. Déjame ver…— agregó colocando los dedos índice y pulgar de tal modo que simularan un recuadro de encuadre. Lo giró hacia un lado y luego hacia el otro. Sonrió, deshaciendo aquella figura pero manteniéndose inclinada. —Espero que todo salga bien y podamos… retomar algo de nuestras vidas—. Ella había perdido bastante, pero él mucho más.
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    Siempre es más fácil apuntar la varita y asesinar sin importar las consecuencias o tener una conciencia que te torture luego de ello... Eso es el gobierno, así son, y lamentablemente tienen muchos seguidores que actúan como robots sin sentimientos. Tuve que colarme en el dos muchas veces a lo largo de los años, esquivé futuros aurores idiotas e inexpertos así como escuché sus conversaciones en el proceso. Hablan de las personas en el norte como si de verdad fuesen superiores a ellos y no solo podrían asesinarlos sin problema, sino que quieren hacerlo. Verdaderos monstruos - Ganas siendo de los buenos es más difícil, pero por eso también la victoria es más dulce - respondo.

    Creo que los humanos ya han empezado a vengarse, ese Ritcher no ha salido simplemente de la nada. Y sí, Lea tiene razón. Es un círculo que no termina jamás. Lo que necesitamos es que alguien se ponga los pantalones de adulto y ponga orden en el asunto pero nadie parece estar dispuesto a hacerlo... Todos están demasiado dañados - Si mis hijos ya no me odian por no estar con ellos probablemente lo harán por haberlos traído a éste mundo de porquería - intento de que suene como una broma.

    Por suerte sonreír sale de forma más natural con lo siguiente. Me permito meterme en el papel por un momento y finjo tener una corbata para poder acomodarla, peino mi cabello hacia los lados y miro la cámara invisible con mi rostro más sexy, como esos tipos que salen en las tapas de las revistas. Al final ya no puedo aguantarlo y se me escapa una carcajada, sería ridículo - Podremos retomarlo, Lea, ésta historia no puede tener un final triste - digo en voz alta aunque en realidad no soy muy fiel a ese pensamiento - Si trabajamos en ello... Tenemos que lograrlo - eso suena un poco más realista. Y tenemos que comenzar a trabajar ya así que le tiendo una mano para ayudarla a levantarse y así irnos de éste feo lugar. Tenemos que encontrar un sitio de reunión un poco más limpio...
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