No estoy seguro de haber hecho lo correcto, incluso cuando el tío Ben ha intentado animarme sobre que es un modo de recodarles que estamos dispuestos al diálogo. La excusa es evitar una guerra que todos sabemos que culminará de todas formas, solo porque tenemos la decencia de seguir siendo nosotros a pesar de todo lo que ha pasado. Aún así, me encuentro tirado sin ánimo alguno en el sofá del departamento que ocupan Amber, Ava, Alice y Ben, que por pequeño que sea no deja de ser suficiente para ahogarme en mi propia desesperación. Desde aquí tengo la vista perfecta de la ventana, esa que me enseña un cielo sin nubes que no refleja en lo absoluto mi estado de ánimo. Aún así, es mejor que estar con la vista clavada en el comunicador en espera a una respuesta de Magnar Aminoff.

¿Y cómo se supone que encontraré el modo de entretenerme, cuando no puedo salir a la calle? Han pasado semanas, pero eso no significa que el ambiente se haya calmado. Quizá las manifestaciones fueron controladas, pero las persecuciones parecen no tener fin y no es la mejor idea asomar la cabeza, ni siquiera en forma de perro, así que mis opciones para relajar están reducidas a actividades bajo techo que ya me han aburrido. ¿Es esto lo que me espera? ¿Vivir preocupado hasta que podamos respirar como personas normales o morir en el intento? No he hecho gran cosa, pero creo que puedo decir ahora mismo que no pienso dedicarme a la política en cuanto esto acabe.

Oigo el chirrido de la puerta del armario evanescente, ese que conecta el departamento con la fábrica de la Red y me pregunto quién será; considerando que estoy solo en un monoambiente, hasta guardo la esperanza de que sea alguien que resida aquí, pero me encuentro con la figura menuda y rubia de Beverly. Es extraño, desde que regresé no he pasado mucho tiempo con aquellos que eran mis amigos, quizá porque estuve demasiado ocupado como para volver a lo que éramos antes. Y aún así, creo que ella es la persona indicada para mí ahora mismo — ¡Bev! — no, creo que soné demasiado aliviado. Me apoyo en mis manos para poder sentarme e incorporo mi torso, estirando el cuello para chequear que no venga con nadie — ¿Qué haces aquí? Si buscas a Ben, creo que salió a buscar algo de comida. Ya sabes, con la capa y todo eso… — la buena suerte de que puede moverse con más libertad que el resto. Me rasco detrás de una de mis orejas, mirándola de pies a cabeza — ¿Puedo preguntarte algo? Es solo curiosidad. ¿Aún tienes…? — y para que me entienda, me llevo dos dedos a la boca para simular el agarre de un cigarrillo.

Uno pensaría que teniendo una fabrica había suficiente espacio para todos, pues era así y la verdad tanto silencio me estaba volviendo loca. Algunos se habían ido, otros desaparecido y los que quedaban, encerrados en sus propios problemas para siquiera intentar hacer una actividad en grupo como había sugerido esa mañana.

Así que se me había ocurrido visitar el departamento y buscar la compañía de alguna de las tres A o de Ben, tal incluso podía pedirles algo para cuando salieran. Pero al atravesar el armario me encuentro con Ken. Debo decir que me tomo por sorpresa, a pesar de que nos habíamos reencontrado y las chispas habían vuelto a saltar, la relación estaba algo rara teniendo en cuenta todo lo que había pasado y que ya eramos aquellos niños del 14. Pero sobretodo conmigo teniendo en cuenta que ahora tenía 15 y era toda una profesional de la radio.

- Iba a preguntarte lo mismo - le digo - Solo venía a pasar el rato con quien estuviera - respondo algo vago porque no quiero parecer que no tenía nada mejor que hacer que estar allí.

Podía notar su mirada recorrerme, se que era incomodo después de haber pasado tantos años viendome como una niña y ahora era una mujer, pero sabía que llegaría el día. Aunque sorprendentemente no estaba tan emocionada como creí que estaría, tal vez sería porque siempre había imaginado otra realidad para nosotros. Su pregunta me hace reir un poco porque me recuerda a ciertas travesuras pasadas.

- Pues claro que tengo - miro al rededor para asegurarme que realmente estamos solos - Tal vez no pueda vender pero eso no quita que aun tengo la plantación de mamá - mientras le cuento esto, saco mi cajita del bolso donde tengo para emergencias - Aunque no creo que fumar aqui sea buena idea - Ben seguro pondría el grito en el cielo.

Pasar el rato está bien para mí, se siente como algo parecido al antaño. No había que pensar mucho cuando todavía vivíamos en el catorce, ahora mismo necesito a alguien que me haga sentir lo mismo… ¿Y qué mejor opción para eso que Beverly? Ella siempre ha sabido cómo no preocuparse y está ligada a un montón de recuerdos que, tal vez, sean dolorosos, pero que poco a poco comienzan a volverse algo bueno, algo que me hizo feliz cuando tuvo lugar y que ahora debo atesorar para no olvidarme de quién soy. ¿No es eso lo más importante? ¿Lo que éramos antes de que pasara todo lo que pasó? De alguna manera, poder encontrarlo se siente fundamental.

Le sonrío y bajo mis pies al suelo, sentándome como una persona normal —  Bendita Eowyn — bromeo, aunque no sé hasta qué punto puedo hablar de ella sin tocar un punto sensible. A sabiendas de que no apareció cuando todo el mundo lo hizo, fue fácil asumir que la Redford madre no había logrado sobrevivir al incendio del catorce. Todos hemos perdido a alguien ese día, pero a veces creo que es extraño pensar que alguien tan alegre y despreocupada como Eowyn pudo haber muerto en una circunstancia tan violenta. Nadie merece ese final, mucho menos ella.

Le resto importancia a su temor y me levanto, apoyo mi culo contra el respaldar del sofá y tironeo desde ahí para poder levantar la ventana, la cual nos puede conducir a la escalera de emergencia de hierro que bordea el edificio. Considerando que sigue siendo parte del pequeño “territorio” del departamento, nadie podrá vernos si tomamos algo de aire allí y no nos movemos demasiado, gracias a los hechizos de protección — Ben no tiene por qué enterarse — paso una de mis piernas, luego la otra y caigo sobre el pequeño intento de balcón. Me sacudo la ropa como si necesitarse acomodarla y le hago una seña para que me siga — Nunca pudimos… bueno, hablar — al menos, no solos, luego de que mi regreso y el inicio de toda esta locura. El calor del verano hace que mire al cielo en reproche y me froto la nuca, sintiéndola arder — Así que… ¿Cómo es trabajar en la red? ¿Te gusta? — es obvio que los dos sabemos que tampoco había muchas opciones, pero es lo de menos cuando la conversación podría ser más deprimente. Saco mi varita y la agito, en espera de que saque el cigarro para poder encenderlo con ella.

Cuando menciona a mamá le sonrió para tranquilizarlo, no que no me afectara, pero dolía un poco menos recordarla. Además todos los días pensaba en ella, mirando sus plantas, usando su campera que encontre entre mis cosas, peinando mi cabello...todo estaba teñido de buenos recuerdos.

- Seguro anda bendiciendo jovenes perdidos en el bosque - me gustaba pensar en ella así, como una ninfa conquistando los corazones de aquellos que paseaban por allí.

Cuando va hacía la ventana y actua todo un bad boy mi sonrisa pasa a ser traviesa.

- Kendrick Duane, ¿acaso me propones una acción indecente? - finjo inociencia llevandome las manos al pecho como si intentara cubrirme, se que ahora era Black pero para mi siempre sería hijo de Echo - Una Redford nunca actuaria así - alzó mi nariz de manera altanera, mientras lo sigo fuera al balcon y busco la cajita con los cigarros ya armados, gracias a la madre tierra Dave ya no interrumpía en el baño.

Me detengo por un segundo cuando empieza a preguntar sobre la red, a decir verdad no sabía que sentir o pensar, solo me había dejado llevar.

- Si alguno deberia hablar serías tú - digo en tanto alcanzo el cigarro a su varita - Por lo que tengo entendido haz tenido tu parte de aventuras y visto practicamente todo el capitolio - doy la primera pitada para luego pasarselo - Pero si quieres escuchar, me dejan participar en la radio y puedo hablar de todas las cosas que me gustan por lo que puedo educar a miles de oyentes con mis conocimientos - vuelvo a hacer una pose de soberbia - Y sabes cuanto me gusta hablar asi que la paso muy bien y me divierto - volver a hablar con Ken me recordaba aquellas epocas donde nos deciamos todo y nada a la vez y eso me generaba una comodidad que no sentía hacía rato - Aunque a veces me pregunto si realmente es lo que quiero, tampoco es que haya otra opción mejor, pero no puedo ver a estas personas como familia por más que lo intente y eso me asusta, nadie se queda lo suficiente y si algo me demostro el fallido intento de rescate de Seth es que somos prescindibles.


Wow, creo que no había admitido eso ni a mi misma. ¿Por qué siempre soltaba verdades así frente a chicos lindos?

- Ignora eso, ¿Qué tal la vida de perro? - trato de cambiar el tema.

Hace mucho tiempo que nadie me llama por el apellido del hombre que me crió y, muy en el fondo, sé que yo mismo estoy empezando a olvidarlo. Pensarlo de ese modo duele, lo disimulo sonriéndole como simple reflejo a su broma, porque no estoy seguro de que exista un tiempo acertado en el cual se pueda superar y olvidar a alguien que siempre tendrá un espacio tan importante en mi vida. Pero los rostros del catorce, esos que se perdieron en el fuego y en la lucha, empiezan a evaporarse, a verse como fantasmas; incluso a veces cuesta recordar sus voces. Y me da tanto miedo que así sea…

Al menos, encender el cigarro me entretiene tanto como el escucharla hablar, evitándome a ir a los lugares oscuros de mi mente. Le echo un vistazo en lo que el humo vuelve a elevarse entre nosotros y ni siquiera hablo del Capitolio, guardo la varita y sonrío un poco — Creo que la red no fue creada para que te oigan hablar de sexo, Bev. Pero si te lo permiten y eres feliz… — Aunque no sé qué tan en serio nos tomarán si ponemos nuestros anuncios de guerra en la misma línea que los consejos de una adolescente que se tragó toda colección rosa que pudo encontrar en un distrito con recursos tan escasos como lo era el nuestro. Tomo el cigarro y el olor de la hierba me parece desagradable, pero supongo que ya estoy lo suficientemente grande como para ponerme a probar estas cosas. No dudo mucho cuando doy una calada que me hace picar los dientes y tengo que golpearme el pecho un par de veces para dejar salir algo del humo — No somos prescindibles — le contradigo — Solo no tenemos nada asegurado. Tenemos… nuevos compañeros y hay que adaptarse a ello — aunque eso signifique dejar ciertas cosas atrás.

Sé que no seremos los mismo que fuimos alguna vez, pero intento no verme tan afectado por el pesimismo de la persona más culo inquieto que he conocido. Tras una segunda calada, le regreso el cigarro y suelto el humo con algo más de calma — Bien. Los Lackberg fueron muy amables conmigo. Tenía un sitio caliente para dormir en invierno y jamás dejaron que tenga el estómago vacío. Lo malo es que el único entrenamiento que tenía era el perseguir una pelota en el parque — aún siento el sabor en mi boca cuando me apoyo en el marco — ¿Te agradan? Los Lackberg. Syv y yo… bueno, somos algo — no siento vergüenza, pero aún así tengo que evitar quedarme quieto y me rasco la nariz — Es bueno conocer a más personas dentro de nuestro rango de edad, para variar — se abren las opciones, nos permiten olvidarnos de crushes obsesivos, cosas así.