The Mighty Fall
¿Quieres reaccionar a este mensaje? Regístrate en el foro con unos pocos clics o inicia sesión para continuar.
PRIMAVERA de 247521 de Marzo — 20 de Junio
Registro de Recompensa
Laurence B. Dickens
It's a matter of blood [0.4]
Laurence B. Dickens
The Langdons [0.2]
Phoenix D. Langdon
Cierre de Temas
The Mighty Fall
Registro General
The Mighty Fall
Little bróðir — 0.1
Syver A. Nygaard
Band of Blood [2.4]
Phoenix D. Langdon
Family with no name — 0-4
Birdie É. Barlowe


ÚLTIMOS
TEMAS
Muggles & Squibs
5000 G
Extranjeros
4000 G
Miembros de Defensa
5000 G
Estudiantes
4000 G
Tras años de represión y batallas libradas, hoy son los magos los que caminan en las calles más pulcras del Capitolio. Bajo un régimen que condena a los muggles y a los traidores a la persecución, una nueva era se agita a la vuelta de la esquina. La igualdad es un mito, los gritos de justicia se ven asfixiados.

Existen aquellos que quieren dar vuelta el tablero, otros que buscan sembrar la paz entre razas y magos dispuestos a lo que sea para conservar el poder que por mucho tiempo se les ha negado. La guerra ha llegado a cada uno de los distritos.

¿Qué ficha moverás?
VISÍTANOS EN TUMBLRREVISA NUESTRAS BÚSQUEDAS Y NUESTRAS PROMOCIONES
31.03¡Estamos de regreso!, no olviden revisar sus MP y pasar por el boletín oficial para ponerse al día con los sucesos de Neopanem.
31.03¡Hay nuevas habilidades disponibles! Podrán leer más sobre ellas aquí.
31.03Estudiantes, ¡los estamos buscando! Pasen a revisar nuestra nueva búsqueda Aquí.
07.11¿Quieren crearse un nuevo personaje? Aquí pueden encontrar las búsquedas de nuestros usuarios.
07.10¡Felices 11 años en línea! Gracias por todos estos años compartidos.
NOTICIAS
IMPORTANTES

Invitado
Invitado
Recuerdo del primer mensaje :

Viene de A generation unafraid...

¿Por qué se pone a gritar mi nombre de esa manera? ¡Trato de sacarlo de aquí para que no lo descubran y si se pone a gritar así lo único que va a conseguir es atención que no necesita! Regreso sobre mis pasos cuando estoy cerca de la salida para acercarme a él e imitar a Meyer al taparle la boca con mi mano así se calla, chito un «shhhhhh» entre nosotros por lo bajo para indicarle que se está exponiendo por nada, no me iré sin él si decidió por muy borrachas que tengas las neuronas, de que es momento de volver a la casa. Pero antes de eso tenemos que hablar, porque no son cosas que quiera decir con mis padres durmiendo a un par de metros, por muchos muffliatos que se puedan lanzar en la casa. Distingo por encima de la cabeza de un par de chicos el cartel de salida de emergencia y lo arrastro por ahí, después de darle un empujón a la gruesa puerta de metal estamos fuera, en el frío de la madrugada de un callejón que un par de parejas usan para una supuesta intimidad que no sé si pueda tener cuando tienes gente yendo y viniendo cerca. Simplemente ignoro a la pareja que se echa mano entre la ropa contra una de las paredes y tiro del brazo a Ken para que vayamos un poco más allá del contenedor de residuos, pero no me aventuro a la calle porque ya tuvimos nuestra experiencia saltándonos al toque de queda y no creo que ninguno quiera una repetición.

¡¿Por qué no me lo dijiste?!— pregunto, es el primer reproche que le hago cruzándome de brazos en una postura en que cubro mi pecho y me abrigo un poco del fresco que se siente. —¡¿Por qué dejaste que actuara como una tonta con todo esto de Dave y no me dijiste que le gustaba mi mejor amiga?! ¡Ken! ¿Te gusta verme la cara de estúpida o qué? ¡Me hubieras dicho y me hubiera dejado de tantas tonterías! Si hasta me hubiera sentido bien de que mi amiga tuviera una oportunidad con un chico así de genial, aunque lo único que puedo pensar en este momento es que es un idiota… ¡Como tú! ¡Te has pasado de idiota! ¡No tenías que decirle a Dave que me gustaba! ¡Eso lo dice quien lo siente, nadie más! ¡Nunca te pedí que me hicieras de mensajero de nada!— largo todo, una cosa tras otra, en un orden que no tiene mucho sentido, y apenas respirando entre frase y frase, el ahogo me viene cada tanto, lo alivio como un refunfuño que me hace inflar las mejillas y marcar aún más el fruncimiento de mis cejas.

»¿Y sabes qué? Ya no estoy como para cuidar a un idiota, porque toda la noche estuve como una tonta cuidando de ti y ¿para qué? Para que todo se vuelva un desastre por nada, ¡y te han visto! ¿Cuánto tardará esa chica en abrir la boca si Meyer no hace algo? ¡Sabes qué! ¡Ya puedes ir a buscar a tu tía, ve y dile a todos quien eres, muéstrale al mundo tu trasero que total tu cara ya la conocen!— grito y aprieto con tanta fuerza mis labios porque son demasiadas cosas las que quiero decir y todo es insuficiente para esta rabia que siento, desinflo mis mejillas que se atoraron de aire al soltar un bufido de exasperación. —Se acabó, esta noche se acabó todo. Te acompañaré si mañana quieres hacer algo más provechoso que avergonzarme delante de todos, pero tu… ya no cuentes conmigo como amiga para estas cosas, ya no esperes que te cuente nada porque por lo visto tu no lo cuentas todo. Ya no cuentes conmigo como amiga— se lo digo, quizá más movida por el enojo que cualquier otra cosa, pero es como me siento en este momento, por amargo que me sabe decírselo a la persona que estuvo conmigo todo estos meses para la menor tontería, y por eso mismo, porque todo eso sí cuenta para mí, por lo visto no para él.
Anonymous
Invitado
Invitado
Habrá otros, más reales. No puedo seguir llorando como si tuviera trece años porque un primer beso no sea lo que se espera, no es como si pudiera usar mi varita y hacer que se largue de pronto la lluvia, ni lanzar chispas multicolores que simulen ser fuegos artificiales, esas cosas sólo pasan en las películas de los jueves por la noche en que me atoro de finales felices después de estar toda la semana haciendo resúmenes para la escuela que me dejan la cabeza quemada. Estoy en una edad en la que puedo aceptar que algunas cosas son como tienen que ser, se dan de una manera y es como serán, que ser y será… y ya no sé que me quiero decir, me limpio los ojos con el dorso de mi mano que queda con un rastro del maquillaje. No quiero hacer de esto la cosa más terrible del mundo, porque no lo fue. Solo es la vida con sus imprevistos y besos que son como todos los besos que se dan por ahí, vendrán otros, peores y mejores, si es que vienen y no acabo sola pintando en alguna granja del distrito nueve. Suspiro, es lo que me queda por hacer. —Un abrazo es todo lo que necesito para que cualquier cosa se arregle— lo digo tan bajo que es un susurro que choca con su pecho, cuando rodeo su cintura para entrelazar mis brazos por detrás de su espalda, con mi rostro contra su camiseta así puedo ocultarlo después se tanto patetismo hecho llanto. —Y yo lo siento, Ken— creo que apenas se me entiende, mi boca habla contra la tela y se escucha más como un murmullo. —No quería arruinarlo todo esta noche.

Ya no me parece que lo de Dave sea algo para hacer drama, es un chico más de los que hay muchos, dejaré de reaccionarle a las publicaciones en Wizzardface y tal vez busque a Oliver Helmuth mañana mismo, un crush se reemplaza con otro. Si a Dave le gusta Mimi pese a tener novia, cumpliré con advertirle a mi amiga si se presenta la situación, pero no es algo en lo que tenga por qué meterme tampoco. Tengo todas las ideas un poco más claras mientras respiro lo transpirado que está Ken por estar cubierto de tantas capas de ropa, luego de estar bailando entre el gentío. Una pelea tonta en un callejón es algo que podremos olvidar, y lo del beso… —Lo sé— contesto, tan sencillo como lo es. —Siendo honesta…— no sigo, coloco mis manos en su espalda para que me sea de apoyo, aunque creo que soy quien está cumpliendo con esa tarea en consideración a sus piernas que lo sostienen con poca estabilidad. —Si los primeros besos son importantes, me alegro de que se lo haya quedado un amigo. Es como que se siente ¿seguro? Estará bien guardado— lo último lo digo en un murmullo cada vez más bajo, que me da vergüenza hacer de esto el drama que dije que no haría.

Sonrío para mí cuando su consejo se reduce a olvidarme de Dave, pienso hacerlo desde mañana. No, desde hoy, desde ya. ¿Por qué dedicarle un minuto más? Tiene una novia hermosa que sí no sabe valorar y anda molestando a mi amiga será de idiota, ¡sí como se puso la chica! No me digan que ella también no se puso posesiva, ¡si la mirada que tenía cuando le dijo de irse! —¿Dave quién? No tengo idea de quién me estás hablando— así de fácil, se escucha bien decirlo. Con la distancia que pone entre nosotros puedo hacer un repaso visual de cómo se encuentra, ¿podemos desaparecernos sin que su pie quede detrás? Mis preocupaciones de cómo volveremos a la casa, no en cuestión de modo, más bien de sí tendré que arrastrarlo o no a una cama, los retraso para que pueda quitar lo que me queda de lágrimas en la cara y le sonrío para consolarlo con ese comentario del que tomó solo la mitad. —Pero te dije que tú eras especial— recalco. —Pensaba decirle a mis nietos algún día que no fue un primer beso especial, pero me lo dio un chico que sí lo era. Mi mejor amigo, ¿no?— digo, que nunca pensé que sería él, pero hizo suyo ese puesto. Se siente bien poder pensarlo solamente como que es mi amigo y sucedió con él, dejando de lado todo lo demás que lo hace complicado. —Pero, si quieres, puedes intentarlo otra vez para que sea especial y tomaré todo como un único primer beso, que de todas formas te lo quedas tú— propongo, trato de que suene como una propuesta honesta, nada de mendigar como me señaló la rubia del bar, ni de mostrar timidez porque a este punto no creo que con él tenga algún sentido hacerlo, porque es mi amigo, ¿no?
Anonymous
Kendrick O. Black
Fugitivo
Woah, no puedo creer que he conseguido una disculpa de su parte, cuando pensé que lo único que haríamos esta noche sería gritarnos y empujarnos hasta quedarnos sin aire, posiblemente amaneceríamos ebrios en alguna esquina y ahí se habría terminado todo. Pero aquí estamos, envueltos en un abrazo que me tranquiliza, que me recuerda que todo pasa, incluso las disputas más infantiles que pueden surgir en medio de una borrachera pasajera en una noche de bares. La clase de noche que no va a volver a repetirse, pero que me ha valido como experiencia para saber de qué es lo que me voy a perder el resto de mi vida. ¿Me siento mal por ello? No. Tengo otras cosas, como un sinfín de noches mirando películas rosas y, si nos aburrimos de eso, siempre podemos colar un poco de alcohol y algunos cigarrillos. ¿Cuánta juventud nos queda por delante? ¿Podremos disfrutarla toda? Me dan los nervios tontos, porque ella se aprieta contra mí a pesar de que el beso mencionado fue el motivo de la discordia hace unos momentos. Acabo riéndome con un nerviosismo entre dientes — Bueno, muchas cosas están seguras entre amigos. Como los momentos de ebriedad — intento que suene como una broma, pero no lo es del todo. Vamos, que los dos sabemos que, de haber estado solo esta noche, las cosas no habrían terminado bien.

Se me disparan las cejas hacia arriba, pero la sonrisa que le demuestro es de puro orgullo — Nadie importante — le sigo el juego, puedo concederle esa victoria por hoy. David de seguro está enfrentando a sus propios problemas, o tal vez no, pero no está aquí y no voy a preocuparme por él ahora — Ay, sí. ¿Qué tiene de importante ser especial, si tus besos no lo son? Así no voy a conseguir muchas cosas en la vida — sé que ella va a contradecirme, así que le sonrío para indicar que no estoy hablando en serio. Y, en verdad, tengo intenciones de decirle que me basta con que me considere un buen amigo, pero cuando abro la boca y sale un mínimo de mi voz, me termino tragando todas las palabras. ¿Ha dicho lo que creo que ha dicho o el alcohol ya está provocando alucinaciones? — ¿Qué? — me tiemblan los labios, no sé si es porque quiero reírme o mantenerme sereno — ¿Tú… ? ¿quieres que yo te bese? — la señalo, me señalo, como si pudiese así apuntar a lo errada que está por querer eso de mí, cuando hace cinco minutos me estaba empujando a los gritos por hacerlo. ¡Ven! ¿Quién entiende a las mujeres? Echo un poco la cabeza hacia atrás, midiendo lo que ha dicho con la mirada, hasta toparme con sus ojos — ¿Estás segura? — porque si lo dijo para golpearme de nuevo…

No sé por qué estoy nervioso, debe ser porque nunca antes había tenido que pensarlo. Me muevo en mi sitio como si tuviese que tomar envión y, con una relamida rápida a mis labios, inclino la cabeza hacia ella; queda en eso, porque la visera de la gorra choca contra su frente y me hace rebotar hacia atrás, con un quejido mezclado con una risa penosa — Lo lamento. Es un poco complicado… — me excuso con gracia. Tengo que chequear que el pasillo en penumbras se encuentra vacío, para quitarme la gorra y así, ganar unos segundos. No sé para qué me los ahorro, creo que es para medir su reacción pasando de sus ojos a su boca en más de una ocasión en lo que busco volver a acercarme a ella. Mis dedos toman su mentón, acarician el contorno de su mandíbula cuando uno nuestras bocas, en un tacto mucho más lento que antes. Sí, pide permiso, es un beso calmo antes de tomar confianza. Puedo permitir que nuestros labios se reconozcan, tal vez con torpeza, pero nadie puede ser dueño de sus acciones cuando lo único que puedes sentir es el sabor del tequila. Además de calor, pero creo que eso no tiene nada que ver con el alcohol, sí con cómo me pican los dedos.

Para cuando me despego lentamente de ella, me percato de que la he atraído por la cintura y mi pecho presiona el suyo, respirando con cierta pesadez. Tengo la gorra fruncida entre mis dedos, mis ojos tardan en enfocar los suyos y prenso mis labios, alzando suavemente mis cejas en busca de una opinión — ¿Mejor? — pregunto, aunque no estoy seguro de que haya sido esa la palabra indicada.
Kendrick O. Black
Icono :
You don't know what you lost · Kendrick - Página 2 2PHIgQq
https://www.themightyfall.net/t8223-black-kendrick-orion
Invitado
Invitado
Por momentos creo que tantas películas rosas le habrán enseñado algo, en otros creo que descuidé ser quien le explicara lo esencial detrás de todas esas escenas en que los protagonistas tienen sus momentos cursis, tan trillados a veces que se puede ver una repetición en varias películas si se las compara. Podría decir que lo mismo pasa con los besos que la gente da y el problema es que no tengo autoridad para hablar de la materia, de todos modos lo intento. —Creo que ser especial para una persona es mucho más importante que los besos especiales que puedas dar. En algún momento necesitarás rodearte de personas que te consideren especial, los besos especiales sólo… se quedaran en un bar, en un callejón o…— me pongo en la tarea de darle estas explicaciones porque no me percato de su sonrisa, estoy moviendo mi mano en el aire por encima de su hombro, dando cátedra de cosas que podrían haber surgido una escena cliché y en cambio lo planteo porque tiene que ver con nosotros, si bien hay algo en todo que no termina de encajar, no es como si… nos hubieran sacado de alguna de esas películas. No somos de ficción, si lo fuéramos esto se contaría de una manera muy distinta, con tintes rosas.

Procuro sostener mi magullada dignidad y mostrarme impasible a lo que decida. —No te sientas obligado. Si quieres, hazlo, pero si no quieres, lo dejaremos correr— musito, mientras él parece evaluar la conveniencia de otro beso que compense el anterior, tanto que se ha disculpado por hacerlo de improviso y lamentado de que no lo considere especial, pero no parece que quiera intentarlo y ensancho mi sonrisa para insistir en que todo estará bien si decide respetar la línea entre nosotros, aunque no sé qué daño puede causar un segundo intento. —¿Si…? Estoy segura, creo. Puedo intentar aportar de mi parte—. No sé bien cómo sería eso, me quito presión porque se trata de Ken y como es oficialmente el primero no habrá muchas expectativas puestas.

Ladeo mi rostro para poder acercarme a su boca cuando se inclina, mis labios tiemblan por una risa cuando choco mi frente con su gorra, ¿debo tomarlo como una señal de que esto es una idiotez y apartarme? Por respeto al riesgo que asume al quitarse la gorra, no me retiro. Por un segundo que no acaba, en que mi corazón da dos saltos dentro de mi pecho, aguardo a sentir la presión de sus labios, una sensación que se vuelve caricia cuando respondo buscando conocer su boca y que me embriaga de sabor, solo en parte alcohol, cuando sostengo su mandíbula para ascender con mis dedos por los lados de su rostro, así puedo presionarme contra él cuando me envuelve con sus brazos. Me concentro en el modo en que nuestras bocas se encuentran y se tropiezan, en tratar de hallar la manera en que pueda respirar, si es que se tiene que respirar en estos casos o tengo que hacerlo como al bucear. No dura mucho más como para que se me acabe todo el aire, así que dejo que se busque en mi mirada para tener una confirmación que sé que la necesita para sus inseguridades, me había dicho que le dolía lo que dije sobre que no fue especial y no quería que se quede con eso. —Tendré que retocar algunos detalles de contexto, pero es un primer beso del que podré hablarle a mis nietos, de los que te hacen sentir mariposas— por mi sonrisa puede ver que bromeo sobre esto, no es… «mariposas» propiamente lo que se siente, pero ya entendí la metáfora. —Y tienes un rico sabor. ¿Crees que todas las personas tendrán un sabor distinto?— pregunto, por curiosidad en la causa.
Anonymous
Kendrick O. Black
Fugitivo
De entre todas las maneras en las cuales podía terminar la noche, jamás habría creído que terminaría besándome con Synnove Lackberg; dato que espero que su padre no conozca nunca. Estoy ebrio, sí, pero creo que estoy aún más ebrio de algo que no reconozco cuando me doy cuenta de que no va a decirme nada negativo y yo soy libre de ir sonriendo, poco a poco, hasta que la expresión cómplice y divertida curva mis labios hacia arriba — Mariposas — lo repito, entre burlesco y desconfiado, por lo que sacudo ligeramente la cabeza. Estamos lo suficientemente cerca como para que mi flequillo despeinado roce su frente, así que soplo hacia arriba para apartarlo del camino — No lo sé… — me deja pensando en una duda que no puedo responder ahora, no he besado a tantas personas como para analizar las distintas clases de sabores que se me presentaron en mi corta experiencia — Siempre me dio la sensación de que tiene que ver con… bueno, Lea variaba acorde al día, Maeve sabía a alcohol… — que ahora que lo pienso, acabo de romper mi propio inexistente récord. No sé en qué clase de realidad paralela estamos, que acabé besando a dos chicas diferentes en un plazo menor a una hora.

El bajar la mirada es lo que me ayuda a recordar que aún la sostengo contra mí, así que la suelto como si me hubiese propinado una patada eléctrica y uso las manos atolondradas para volver a colocar la gorra en su sitio, como si de esa manera pudiese estar a salvo, invisible en un sitio en el cual ninguno debería estar — Eso fue… — me relamo vagamente, como si de esa manera pudiese testear su boca, a la cual miro un momento antes de subir nuevamente a sus ojos — Nunca había besado a alguien así. Ya sabes, como un beso normal. Siempre fue… besuqueos… tú me entiendes — No, creo que ni yo lo hago. ¿Qué diferencia hay entre meterse mano en una cama o sofá, morrearse en una barra y abrazarte en medio de un callejón oscuro? Bueno, creo que la hay, pero no puedo encontrarla. ¿Por qué Dave no está ahora que sí lo necesito, como para que me aclare una duda o dos sobre chicas? Ay, no, mejor no, que si le cuento lo que ha pasado, se pondrá en pesado.

¿Y ahora qué? ¿Seguimos siendo amigos, como si nada hubiera pasado? ¿O será como pasó con Lea, que nos besaremos por puro aburrimiento porque ya no tenemos nada más que decirnos? Tal vez lo mejor ahora sea regresar a casa, lavarnos las caras y dormir, porque parece que es lo único que queda por hacer. Ya gritamos, ya lloramos, ya pateamos el suelo, ella ya sintió mariposas. Me llevo las manos al estómago, como si así pudiese chequear si yo también las siento, pero no estoy seguro — ¿Sabes? Besarte en primer lugar quizá fue una estupidez, pero no me arrepiento de haberlo hecho — musito — También eres una amiga especial para mí. Y tu boca también sabe bien. Y creo que también pude sentir… — no, no son mariposas, error. O tal vez lo fueron, pero ahora mismo quieren salir volando, porque me doy vuelta rápidamente y me lanzo sobre el primer contenedor de basura que encuentro para vomitar la vida. La gorra no se me patina de puro milagro, las arcadas son desagradables y, cuando todo termina, tengo la frente sudada y los ojos llorosos. Pero qué humillante — No le digas esto a tus nietos, por favor — me sale la voz atragantada, aún tengo las manos aferradas a los bordes de la basura y siento que me tiemblan las piernas. Escupo, porque soy así de delicado y me incorporo con mucho cuidado, cerrando los ojos con fuerza ante el asco que siento — ¿Podemos ir a casa ya? Tengo miedo de vomitarte en los zapatos. Al menos no fue en tu boca, eso hubiera sido… horrible — solo porque no me da más el alma, paso un brazo por encima de sus hombros y escondo el rostro contra su cuello, esperando que nos saque de aquí.
Kendrick O. Black
Icono :
You don't know what you lost · Kendrick - Página 2 2PHIgQq
https://www.themightyfall.net/t8223-black-kendrick-orion
Invitado
Invitado
Mariposas, tu sabes…— digo, mi mirada tan clara que parece transparente al perseguir sus ojos para que pueda comprender lo que no creo que se diga, que yo sepa nadie se pone a hacer un recuento de todas las sensaciones que le provoca un beso cuando acaba, de cómo hasta las yemas de los dedos cosquillean y ese mismo cosquilleo baja por todo el cuerpo, y que poner toda la atención en el punto donde nuestras bocas coincidían, no me hizo indiferente a otras cosas que también estaban pasando en otros sitios. Supongo que no es lo mismo dar un primer beso cuando eres una niña y el beso en sí es lo que importa, a hacerlo siendo un poco más grande cuando abrazar a la otra persona se hace parte del calor que nos caldea desde adentro, con sus brazos a mi alrededor se siente cómodo también, debe ser por eso que no me doy cuenta que seguimos sosteniéndonos del otro cuando el beso terminó.

O también puede ser porque no se me hace que esté mal abrazar a Ken, seguir abrazada a él mientras me explica desde su experiencia qué gusto sentía a cada beso y a punto estoy de preguntarle por el sabor del beso de hace un momento, cuando se aparta de improviso, haciendo que también me eche hacia atrás. Presiono mis labios en una línea de autoimpuesto mutismo para no decir nada al respecto que lo vuelva incómodo, cuanto más natural podamos tomarlo, mejor. Por eso, luego de pensarlo dos segundos, decido responder con una broma. —¿Un beso normal? Pensé que era especial— sonrío mostrándole una curva traviesa que va menguando. —Supongo que es diferente con cada persona— es la conclusión final a la que llego, para la que no hace falta una inteligencia fuera de lo común.

Vuelven a alzarse mis labios en una sonrisa más ancha por lo que dice a continuación, no alcanzo a contestar a su amabilidad porque cierra el momento doblándose sobre uno de los contenedores para vaciar todas las mariposas de su estómago, son criaturas peligrosas de tener dentro. Contengo la risa y cubro su frente con mi mano al sostenerle la cabeza cuando me acerco a él para que pueda vomitar sin que se caiga dentro de la basura. Voy retirando los mechones húmedos para darle algo de alivio con la caricia, lo nauseabundo de toda la situación también hace que me pique la nariz. —¿Estás bien? ¿Quieres sentarte un momento?— inquiero, que su preocupación sea otra me causa gracia. —No diré ni una palabra sobre esto, nunca— se lo prometo, otro de los detalles de contexto que se perderán en el relato oficial... que salvo a Mimi, no podré contar a nadie, así que tendré que esperar a que pasen cincuenta años y sean a mis nietos. No hay manera de que algo así pueda contar en mi familia, ¡olvídalo! Si llegamos y pasa desapercibido lo borracho que está Ken, tendremos que dar las gracias.

Ese hubiera sido el peor beso de la historia—. No creo que hubiéramos podido recuperarnos de que besarme le diera nauseas. Pero el que fue se sintió bien, que vuelvo a pasar mi brazo por un lado de su cintura para acariciar lo amplio de su espalda y así sacarle la sensación de las arcadas, abrazándolo de nuevo para poder desaparecernos. Presiento que con su estómago débil la sacudida de aparecernos le hará vomitarme de todas formas y el vestido acabará en desastre, pero lo traje aquí con estos riesgos apuntados. Sonrío contra su pelo cuando me doy cuenta de que casi todos sus propósitos se cumplieron. —Trata de no pensar por dos segundos— le pido, llevándolo conmigo al desvanecernos del callejón en el momento en que la puerta vuelva a abrirse para que salga otro par en una situación muy parecida en que son puros gritos y el chico se tambalea mientras responde de la misma manera.
Anonymous
Contenido patrocinado
No puedes responder a temas en este foro.