Al abrir los ojos me encuentro perdido por un momento. En las últimas semanas he cambiado tanto de hogar que en esos primeros segundos de la mañana simplemente pierdo el rastro de mí mismo. Todo comenzó con una aventura en el distrito 11, luego llegué al cinco en dónde resulta que nací y ahora estoy en la fábrica en donde se refugia la mismísima Red Neopanem, organización que no conocía hasta hace poco y resulta que son una especie de voceros de los rebeldes. No solo eso... ¡Sino que mi hermana es parte! Bueno, no mi hermana, la hija del hombre que me ha adoptado. Es tan difícil entender a Ivar que simplemente dejé de intentarlo.
Me siento en el sofá en el que he dormido y miro en todas direcciones buscando a Moira pero no logro encontrarla. Sé que trabaja así que probablemente debe estar con eso, mal para mí ya que eso me deja en un sitio repleto de desconocidos de los cuales la mayoría son niños y todo el que me conoce sabe que soy terrible para relacionarme con ellos ¿Cómo puede ser que no tenga un solo amigo de mi edad como la mayoría? Bueno, no puedo fingir que no sé por qué es.
Con dificultad encuentro el baño y allí me cepillo los dientes y lavo la cara. Poco después estoy listo para abandonar la fábrica pero veo, por fin, algo de movimiento. No es una niña, lo cual me anima a acercarme, pero de todas formas no sé qué decir sin parecer un muchacho pesado y demasiado curioso para su propio bien - Lo siento... Anoche no tuvimos la oportunidad de saludarnos - comienzo algo dubitativo - Soy Simon, el hermano de Moira - me presento ahorrándome los detalles, decir eso es mucho más sencillo - Tú eres Lea ¿Cierto? Trabajas con la red.


Gruñó por lo bajo cuando se vió obligada a abandonar su cama, saliendo al pasillo y encaminándose hacia la cocina en busca de cubrir su malhumor con algo de comida. La luz que se colaba entre las tapadas ventanas la molestaba, provocando que sus ojos se empequeñecieran y su mirada permaneciera más tiempo fija en el suelo que en el resto de espacio que la rodeaba. En especial al resto de personas que podían llegar a rodearla. El transcurso de los meses había ‘desagriado’ algo su humor pero seguía siendo tal y como era ella misma. Sin más filtro que el de la cordialidad.
Por ello no se percató del acercamiento que inicio otra persona hasta que, prácticamente, lo tuvo delante. Sus pies trastabillaron y acabó golpeándose el meñique contra el mueble más cercano. —¡Pero qué…!— comenzó a quejarse, apoyando automáticamente la espalda contra la pared y subiendo la pierna para cerciorarse de que el más pequeño de sus dedos seguía allí. —¿No sabes que no deberías acercarte a alguien de ese modo?— alcanzó a recriminar entonces, alzando la mirada en dirección al joven. Uno que no tenía identificado. Bajó la pierna, y trató de limpiarse las manos contra sus desgastados pantalones deportivos, desechando la idea de estrecharle la mano casi de inmediato. —No sabía que tenía un hermano pequeño— fue lo que contestó, separándose de la pared y recogiendo su cabello en una coleta alta. —¿Cómo has entrado aquí?— Mejor, ¿dónde estaba ella cuando alguien más llegó a la fábrica?


-Sí, bueno, digamos que todos nos enteramos hace poco - respondo a lo primero entrecerrando los ojos. Es una historia tan complicada que no puedo creer que me encuentro aquí, al fin con todos los secretos al descubierto, con muchos hermanos pero ninguno con mi sangre - Moira me trajo, escapé de casa - aunque no sé si eso la meterá en problemas ¿Quién se supone que está a cargo aquí? Porque Moi parece la mayor y me niego a creer que ella tiene a todos éstos niños y adultos jóvenes a cargo ahora.
- Sé que no debería estar aquí porque es un refugio para ustedes pero soy de confiar, no te preocupes... Ivar, el hombre que me adoptó, solía colaborar con la red antes - explico con las manos en alto y despacio para que ya no crea que voy a ir con movimientos hostiles - ¿Está bien tu pié?


Y todo habría sido perfecto, dentro de sus límites, de no ser porque otros pasos la siguieron, hablando mientras lo hacía. Lavó sus manos, yendo de un lado para otro mientras hablaba, no ignorándolo pero tampoco prestándole demasiada atención. Acababa de despertarse y su cabeza aún zumbaba adormilada, quien quisiera culparla que lo hiciera, le importaba un pito. Soltó todo el aire cuando tomó una manzana con la diestra, sentándose en uno de los taburetes, aquellos que habían trasladado desde el loft hasta allí. —Si el hombre que te adoptó es tan bueno deberías volver junto a él. Esta no es una vida ni una situación que se elige— comentó, cruzando los brazos bajo el pecho. Además, ¿más gente? ¿En qué demonios estaba pensando Moira? No, mejor, ¿piensa?
Un largo suspiro escapó de entre sus labios, asintiendo con la cabeza en relación a su pie. —¿Por qué has escapado de casa...— acabó preguntando —, y venido aquí? Lo cual es estúpido— agregó, mordiendo entonces la manzana. Verse envuelto con cualquier de los que allí estaban era una locura, una que podía poner su vida del revés. Si cree que tiene problemas no tiene ni idea de lo que son.


La sigo hasta la cocina y tomo asiento en uno de los taburetes libres. En realidad es un buen lugar considerando la situación, por lo que he visto no todos tiene el lujo de una cama y una cocina como ellos... No están tan mal - Solía creer que es un buen hombre pero ¿Qué buen hombre te miente sobre tu origen y te hace llamarlo papá cuando en realidad no lo es? - pregunto con el ceño fruncido y jugueteo con una canasta de pan vacía que encuentro sobre la mesa.
Respiro profundo antes de responder a lo primero, creo que es una buena oportunidad para sacarlo todo del pecho. Tal y como a dicho, a todos los que están aquí los busca el gobierno así que no creo que vayan a decirles sobre mi origen para arruinar mi estatus social - Mi mamá era una repudiada, quería ver si podía encontrarla pero... No pude - y eso que lo intenté mucho. Cada día que estuve en el norte desde a mañana hasta el anochecer sin resultados - Moira me encontró y me trajo aquí, pero no te preocupes, no tengo intenciones de quedarme más de lo necesario - intento tranquilizarla una vez más - No estoy seguro de pertenecer aquí.


Tamborileó con los dedos en la superficie de la encimera, escudriñándolo con la mirada. —Da igual quién sea tu padre real, lo importante es quien se ha hecho responsable de ti y te ha cuidado—. Si de progenitores se trataba… podía dar un discurso de premio. No tenía padre ni madre real, sólo tenía a Kenny que bien se había ‘ganado’ el puesto en poco tiempo. —Obviamente entiendo tu punto, pero no creo que pensaras demasiado en las consecuencias de dar el portazo— agregó, mordiendo nuevamente la fruta y masticando lentamente. —Un secreto o mentira piadosa no hace daño a nadie. Al menos no te adoptó para experimentar contigo— arqueó ambas cejas, dejando entrever cierta diversión en aquello a la par que seriedad.
Se estiró sobre la superficie queriendo alcanzar una de las botellas de plástico y beber de la misma, pero, en su lugar, se quedó medio extendida allí. Chasqueó la lengua, acabando por alcanzar la botella y acercarla hasta ella. ¿Cuál era el problema? ¿Ser repudiada o no encontrarla? —Nadie busca tener los padres que le toca, y mucho menos pertenecer aquí—. Golpeó la comisura de sus labios con la lengua un par de veces, raspando con la uña del pulgar la irregular superficie de la botella. —¿Un consejo? Vuelve antes de que te metas en problemas. Quizás hasta él te quiera ayudar a encontrar a tu madre; no te lo dijo para protegerte… la etiqueta de repudiado pesa más de lo que te imaginas— habló con un largo y sonoro suspiro acompañando a sus palabras.


La observo mientras se estira sobre la mesada y pienso por un momento si ayudar a o no a conseguir la botella. Al final solo me quedo en mi lugar pues no es un gran desafío para alguien que es una repudiada - Es más complicado que eso, no puedo simplemente volver y seguir mi vida como si nada, no sabiendo que llevo la sangre de los mismos que decidieron atacar el Capitolio sin importarles los inocentes - murmuro y me estiro yo también para conseguir un poco de lo que contiene esa botella, luego se los repondré - Mi mamá adoptiva, Robin, murió en el atentado - comento y de repente siento que estoy repasando todas y cada una de las cosas que me han traído hasta hoy, ya quisiera volver a lo que era mi vida con ella y Ivar juntos.
Respiro profundo y siento como el aire que entra a mis pulmones hace una especie de limpieza con todo mi cuerpo, una limpieza que elimina los pensamientos sobre mí y me hace caer en la cuenta de la realidad en la que se encuentra Lea - Tú tienes varita - muchos repudiados la tienen ¡Kendrick la tiene! pero no es solo eso a lo que me refiero - ¿Qué ocurrió que tuviste que venir aquí?


Cruzó los brazos, tirándose hacia atrás en busca de acomodarse en el taburete mientras lo escuchaba con algo más de atención. —¿Cuántos años tienes para gastarte esa moral?— preguntó automáticamente, esbozando una media sonrisa irónica; la cual desapareció poco a poco, siendo sustituida por una suave presión de labios. —Hay inocentes en ambos lados; no victimices solo a unos— habló nuevamente —, aunque siento lo de tu madre adoptiva—. Daños colaterales, todos los estaban sufriendo solo que unos eran más fuerte que otros, o les afectaban de modo diferente. Suspiró, mordiendo nuevamente la manzana. Estiró las piernas al frente hasta que éstas chocaron contra la base de la encimera.
—La mujer que me... dio la vida—. Aquella era la única manera de catalogarla. No era su madre, tampoco la que la crió. Solo la trajo al mundo. —encontró en mi apartamento al famoso Black, y obviamente no pudo dejarlo pasar aunque yo fuera su única hija— chasqueó la lengua —Así que tuvo la enorme bondad de dejarme ir en vez de entregarme por tener la humanidad que ella no tiene—. Cada palabra que pronunciaba resonaba con ironía y rencor hacia aquella mujer. ¿Acaso tenía que estar agradecida por haberla dejado vivir? —Y aquí estoy, escuchando los problemas de un niño que se ha fugado de casa... mientras me como una manzana— apostilló, mostrándole la fruta y luego volviendo a morderla con decisión.


Me encojo de hombros y no respondo a su pregunta, más que nada porque lo que dice luego hace que entrecierre los ojos y me da una idea bastante clara de cuál es su opinión - Aquí la pasan como el demonio, ya me dí cuenta - comento luego de unos segundos - Pero desde mi punto de vista, mataron a mi mamá y pusieron de cabeza mi mundo - explico bastante tranquilo para lo que dicen mis palabras - ¿Puedes culparme por eso? ¿Siendo que yo no les hice nada?
Suena fuerte a mis oídos que no la llame madre, pero lo que viene después hace que me de una especie de accidente cerebrovascular porque no soy capaz de cerrar la boca, tampoco de pestañear y podría jurar que la mitad de mi rostro comienza a derretirse - ¿Black? - pregunto y pronto mi cabeza empieza a maquinar y unir cabos. No tiene sentido que Kendrick sea el número dos de la lista, es un joven poco mayor que yo y bastante indefenso por lo que me ha mostrado en el tiempo que vivimos juntos, papá lo trajo a casa como si fuera su única alternativa y Ken accedió porque estaba desesperado... Entonces ¿Entonces? - Kendrick es Black - intento que suene como pregunta pero estoy tan seguro que no lo logro.
Menos mal que no digo nada más porque reconocer que conozco a Kendrick es abrir la boca más de lo debido ¿Por qué un chico del capitolio iba a conocerlo? - Mi papá me contó la historia, Ivar - tengo que dejar de llamarlo papá ¿O no? - Por eso conozco a Kendrick - improviso bastante bien. Que el perro no me ha hecho nada así que no tengo derecho de mandarlo al frente con éstas personas - Y bella madre tienes, supongo que no puedo quejarme de Amalie.


Arqueó ambas cejas, frunciendo el ceño acto seguido. —¿Kendrick es Black?— estaba segura de que no había pronunciado el nombre de Kendrick en voz alta, ni siquiera le había dedicado un instante de su pensamiento mientras explicaba la razón por la que estaba allí y no en una acomodada casa. La arruga de su ceño se hizo algo más profunda mientras él hablaba, acabando por chasquear la lengua con desatino. —Cuando vuelvas a casa dile a tu padre, Ivar, que no debería contarte tales historias— acabó por intervenir tras un silencio, por su parte, mas largo del que había deseado
Descruzó los brazos y apoyó las palmas de las manos sobre la encimera, siseando por lo bajo, molesta. —Siempre habrá alguien en peor situación que tú— dijo —, y esa mujer no es mi madre— puntualizó después. Relacionar tal palabra con ella le resultaba un insulto para el resto de madre del mundo. —Deberías valorar lo que tienes, te lo dice alguien que lo ha perdido casi todo por tratar de seguir únicamente su moral— suspiró, levantándose de la silla y estirando los brazos hacia el techo, queriendo estirar sus aún adormecidas articulaciones.


No voy a volver a casa pero de todas formas sonrío porque Ivar lo sabe y no me lo dijo. Ese hombre tiene muchos secretos y hace poco ha decidido abrirse mucho respecto a algunos, pero sigue teniendo sus códigos y espero no causarle problemas con ésta pequeña mentira. Aunque ahora yo sé algo que él no sabe, tanto Syv como yo lo sabemos, y algo me dice que cuando se entere tendremos que tener preparado un desfibrilador a su lado para traerlo de nuevo a la vida.
- Tienes razón - concedo al final dejando caer mis hombros, rendido - Simon Clay habría sido un niño completamente distinto al que soy ahora de no ser por ellos - uno peor, eso seguro, repleto de ira con más fundamento e ideas que de momento logro mantener bajo control gracias a la crianza que he tenido - Pero Lackberg... Creo que tiene que darle una tregua a sus padres - lo merecen - Pero si las cosas no resultan ¿Tengo un sitio aquí? Puedo serles de más ayuda de lo que creen - es mejor mantener la puerta abierta - Se me da muy bien la ciencia y tecnología, tanto que tengo a un científico intentando localizarme y no deja de dar vueltas - explico orgulloso. No soy tonto, tengo a Riley controlado.


Se levantó del taburete, estirando los brazos hacia arriba y bostezando involuntariamente. Rascó la parte posterior de su cabeza, parpadeando un par de veces para aclarar su mirada. Tener aquel tipo de conversaciones cuando solo acababa de bajar los pies al suelo desde la cama era algo que no la convencía. Pero también algo que no podía rechazar o tirar a un lado. Rió por lo bajo, no en relación a sus pensamientos en relación al tipo de vida que habría llevado y al que llevaba, la persona que podría haber sido y la que era debido a la educación y el ambiente en el que se había acabado criando; sino cuando preguntó si podía quedarse allí. La guarida de la Red se había acabado convirtiendo en algo así como un orfanato, uno en el que los infantes correteaban a sus anchas. Incluso ella se sentía adulta, teniendo en cuenta que la mayor parte eran menores que ella.
No era nadie para decidir aquello o para oponerse, a fin de cuentas ella se sentía un poco como ellos. —Seguro que tus padres están deseando que regreses…— comenzó —pero supongo que podrías estar aquí sino sale bien. Ya ves, no todos estamos aquí por ser ‘útiles’— razonó. Algunos de los críos eran solo… críos que daban más problemas que otra cosa, y no por ello eran pateados a la calle. Todos merecían un hogar, vinieran de donde vinieran. Carraspeó, acercándose hacia él y alzando la mano para revolverle el pelo nuevamente, recordando que no le había gustado previamente, por lo que la bajó con lentitud. —Voy a salir para tratar de conseguir algo de comida— anunció con cautela. Dejando con sus palabras una sutil invitación para que se uniera a ella si deseaba o que se quedara en la fábrica si gustaba de ello.


- Necesito ser útil - respondo con media sonrisa mirando la mesa pues no hay forma de que pueda consumir su recursos sin ofrecer nada a cambio ¿Qué clase de persona haría eso? Si voy a quedarme tengo que hacer una actualización del sistema operativo que tienen en las computadoras, después charlar con Mimi que es la que está a cargo de la parte técnica para darle algunas sugerencias y quizás instalar un sistema de cámaras en la parte externa para tener todo controlado... Sí, podría hacer eso.
Pero mi primera misión es más sencilla, o al menos eso creo pues no dice explícita mente que la acompañe. De todas formas doy un salto del banco y me acomodo la ropa para estar listo para salir al exterior sin ser identificado - Te acompaño, ya he aprendido que el norte no es sitio para que nadie deambule solo - respondo un poco apenado. A decir verdad de no ser por Agatha no habría aguantado las primeras semanas y de no ser por Moira seguiría muriendo de hambre ahí afuera. Tuve suerte de encontrarlas... Otra vez.


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