OTOÑO de 247421 de Septiembre — 20 de Diciembre
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¡FELIZ ANIVERSARIO!, ¡FELICES FIESTAS!
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Who lives, who dies, who tells your story? — REH
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Tras años de represión y batallas libradas, hoy son los magos los que caminan en las calles más pulcras del Capitolio. Bajo un régimen que condena a los muggles y a los traidores a la persecución, una nueva era se agita a la vuelta de la esquina. La igualdad es un mito, los gritos de justicia se ven asfixiados.
Existen aquellos que quieren dar vuelta el tablero, otros que buscan sembrar la paz entre razas y magos dispuestos a lo que sea para conservar el poder que por mucho tiempo se les ha negado. La guerra ha llegado a cada uno de los distritos.
¿Qué ficha moverás?
Existen aquellos que quieren dar vuelta el tablero, otros que buscan sembrar la paz entre razas y magos dispuestos a lo que sea para conservar el poder que por mucho tiempo se les ha negado. La guerra ha llegado a cada uno de los distritos.
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Recuerdo del primer mensaje :
Enero, 2451.
—Mo, me estoy muriendo— susurro, mi voz se arrastra desde el sillón en el que estoy tumbada con mis brazos rodeándome la cintura y llega hasta la cocina donde escucho a mi madre moverse preparando más de un plato para la cena como es su costumbre, que tenemos un invitado esta noche, el que tenga trece años no lo hace menos importante que cualquier embajador de Europa. Como tiene las mejillas flacas y en estos meses le dio un estirón que hace que sus piernas parezcan de dos metros, estoy de acuerdo en que necesita un poco más de comida para que no vaya a caerse de cara por falta de equilibrio cuando salimos caminando de la escuela. Con Mohini nos ponemos a la tarea de servirle tres platos cuando viene a cenar una vez a la semana, para nuestro clásico Viernes de Videojuegos, cuando sus padres tienen esa reunión con su grupo de ayuda en que se toman de las manos con los otros millonarios en crisis y hablan del déficit del mes y cuánto tendrán que recortar en personal aquellos que tienen empresas. Lloran tomando champagne o así es como pienso que deben ser esas reuniones, a Helena se me hace más fácil de imaginar impidiendo que el mozo se vaya muy lejos con la bandeja de alcohol caro.
Me retuerzo entre los cojines del sillón que caen a la alfombra, soltando un par de gemidos que alzo en tono cuando no recibo respuesta por parte de mi madre, lo único que escucho es la cuchara golpeando una de las cacerolas. —¡Mo! ¡Que me estoy muriendo! ¡Se acabó! ¡Veo la luz!— grito, dándome vuelta para quedar con el vientre presionando contra el tapiz. Ahogo un nuevo gemido contra el único cojín que retengo, me pican los ojos por las ganas de llorar que me da desde hace tres meses cuando este martirio comenzó. —¡Tantos días de agonía llegan a su fin! ¡He vivido poco, pero no me arrepiento de nada! ¡Tampoco de haber puesto una babosa en el helado de Grace! ¡Se lo merecía! ¡No es mi culpa que haya sido tan boba como para comérselo!—. Me giro en el sillón, mi espalda contra la tela, y sacudo el cojín en el aire. —¡¿Por queeeee nací mujer?!— gimoteo, es el colmo de las injusticias. Detesto que los chicos digan que por ser niña no puedo jugar y tener que darles la razón porque hace unos días tuve que salirme de un partido de soccer al sentir las punzadas insoportables en el vientre. ¡Lo odio!
—Dile a Riley cuando llegue y sea demasiado tarde, que…— hago que mi voz se escuche temblorosa, como vi que lo hacen en algunas películas cuando el protagonista está en medio del campo de guerra, desangrándose. Puedo sentirme identificada con la escena, en serio. —Si busca a alguien más para reemplazarme en los Viernes de Videojuegos, volveré a tirarle de las patitas y como fantasma sabotearé todas sus partidas— amenazo al aire con toda mi furia, porque si se atreve a hacerlo, no descansaré en paz. Tendré que volver para atormentarlo. Como si lo hubiera llamado, escucho el sonido del timbre y me caigo del sillón hacia la alfombra con un golpe seco. —¡YA VOY!— grito a voz de cuello, apoyándome en mis palmas para levantarme a prisa, sin embargo corro a la cocina antes de ir hacia la puerta. Me encuentro con mi madre y le apunto con el dedo, separo un poco mis piernas cortas para verme más intimidante y mi cabello negro es una maraña desordenada que me cae sobre el rostro. —¡Ni se te ocurra contarle a Riley!— también la amenazo a ella, no quiero decirlo en palabras, pero sabe a qué me refiero. Moriré de la vergüenza si mi mejor amigo se entera de esto, se lo vengo ocultando desde que empezó y espero poder seguir escondiéndolo el resto de mi vida, como mi mayor secreto. Presiono uno de mis dedos contra mis labios para obligarla a callar y me giro bruscamente para ir a la puerta. —¡Ya voooooooooy!
Enero, 2451.
—Mo, me estoy muriendo— susurro, mi voz se arrastra desde el sillón en el que estoy tumbada con mis brazos rodeándome la cintura y llega hasta la cocina donde escucho a mi madre moverse preparando más de un plato para la cena como es su costumbre, que tenemos un invitado esta noche, el que tenga trece años no lo hace menos importante que cualquier embajador de Europa. Como tiene las mejillas flacas y en estos meses le dio un estirón que hace que sus piernas parezcan de dos metros, estoy de acuerdo en que necesita un poco más de comida para que no vaya a caerse de cara por falta de equilibrio cuando salimos caminando de la escuela. Con Mohini nos ponemos a la tarea de servirle tres platos cuando viene a cenar una vez a la semana, para nuestro clásico Viernes de Videojuegos, cuando sus padres tienen esa reunión con su grupo de ayuda en que se toman de las manos con los otros millonarios en crisis y hablan del déficit del mes y cuánto tendrán que recortar en personal aquellos que tienen empresas. Lloran tomando champagne o así es como pienso que deben ser esas reuniones, a Helena se me hace más fácil de imaginar impidiendo que el mozo se vaya muy lejos con la bandeja de alcohol caro.
Me retuerzo entre los cojines del sillón que caen a la alfombra, soltando un par de gemidos que alzo en tono cuando no recibo respuesta por parte de mi madre, lo único que escucho es la cuchara golpeando una de las cacerolas. —¡Mo! ¡Que me estoy muriendo! ¡Se acabó! ¡Veo la luz!— grito, dándome vuelta para quedar con el vientre presionando contra el tapiz. Ahogo un nuevo gemido contra el único cojín que retengo, me pican los ojos por las ganas de llorar que me da desde hace tres meses cuando este martirio comenzó. —¡Tantos días de agonía llegan a su fin! ¡He vivido poco, pero no me arrepiento de nada! ¡Tampoco de haber puesto una babosa en el helado de Grace! ¡Se lo merecía! ¡No es mi culpa que haya sido tan boba como para comérselo!—. Me giro en el sillón, mi espalda contra la tela, y sacudo el cojín en el aire. —¡¿Por queeeee nací mujer?!— gimoteo, es el colmo de las injusticias. Detesto que los chicos digan que por ser niña no puedo jugar y tener que darles la razón porque hace unos días tuve que salirme de un partido de soccer al sentir las punzadas insoportables en el vientre. ¡Lo odio!
—Dile a Riley cuando llegue y sea demasiado tarde, que…— hago que mi voz se escuche temblorosa, como vi que lo hacen en algunas películas cuando el protagonista está en medio del campo de guerra, desangrándose. Puedo sentirme identificada con la escena, en serio. —Si busca a alguien más para reemplazarme en los Viernes de Videojuegos, volveré a tirarle de las patitas y como fantasma sabotearé todas sus partidas— amenazo al aire con toda mi furia, porque si se atreve a hacerlo, no descansaré en paz. Tendré que volver para atormentarlo. Como si lo hubiera llamado, escucho el sonido del timbre y me caigo del sillón hacia la alfombra con un golpe seco. —¡YA VOY!— grito a voz de cuello, apoyándome en mis palmas para levantarme a prisa, sin embargo corro a la cocina antes de ir hacia la puerta. Me encuentro con mi madre y le apunto con el dedo, separo un poco mis piernas cortas para verme más intimidante y mi cabello negro es una maraña desordenada que me cae sobre el rostro. —¡Ni se te ocurra contarle a Riley!— también la amenazo a ella, no quiero decirlo en palabras, pero sabe a qué me refiero. Moriré de la vergüenza si mi mejor amigo se entera de esto, se lo vengo ocultando desde que empezó y espero poder seguir escondiéndolo el resto de mi vida, como mi mayor secreto. Presiono uno de mis dedos contra mis labios para obligarla a callar y me giro bruscamente para ir a la puerta. —¡Ya voooooooooy!
Estoy seguro de que la partida de videojuegos de hoy no estará al nivel de siempre, pero será divertida. Quizás sea apropiado crear un nuevo perfil si mamá Mo me pide jugar en equipo con ella, para que mi reputación online no se vea afectada por mi resultado en un juego amistoso, sí, eso es lo que haré. Aunque la confianza que muestra me hace sonreír y quizás ese orgullo la haga querer ir por su cuenta... Y conociendo a Lara, probablemente haga explotar un mamut sobre su cabeza para eliminarla rápido del juego - Será asombroso - acoto cuando ambas terminan su discusión al respecto. Lo único que queda hacer, es sobrevivir la cena.
Por un momento me pierdo pues no sé por qué Mo podría estar tan escandalizada por unos videos, ni tampoco sé por qué Lara parece comprender ese escándalo y siente la necesidad de justificarse... Me estoy perdiendo de mucho, pero tengo una idea bastante sólida de que la mayor no se refiere a la clase de documentales en los que estaba pensando - ¿Una chica con un canal de videos? No me parece bibliografía confiable, Lara - reprocho con una mueca - Tuvimos una clase sobre la importancia de buscar una fuente confiable ¿Recuerdas? El día en el que Myrtle hizo llorar al profesor Blake - le recuerdo con la asociación pues quizás así le resulte más sencillo.
Asiento y miro el plato con toda mi atención frente a la explicación de Mo porque sé que eso no es una opción para todos. En el futuro tendré que encontrar una esposa sangre pura con quien poder continuar el linaje de la familia Kavalier, para eso me tuvieron ¿No? Adoptar sería terminar con la línea de sangre para siempre y eso escandalizaría a mis padres... Y dudo que también acepten algo como el alquiler de vientres y otras soluciones que aporta la ciencia de éstos días. Pero no puedo discutir ésto en voz alta, porque se supone que los magos no caminamos libres por la calle y nunca sabemos cuando los agentes de la paz podrían estar escuchando.
- No puedo tener un novio - ni siquiera estoy seguro de querer tenerlo algún día. Aunque creo que podría hacer un pequeño experimento e intentar besar a un chico ¿No? Lo tomaré como desafío en los próximos meses, será mi proyecto para descubrir qué es lo que quiero - Tadashi tiene pocas luces, no podía aguantar que fueras más inteligente que él - intento tranquilizar a mi amiga y estiro mi brazo para darle una palmada, una muy rara que intenta ser reconfortante pero siento que soy más antinatural que Data al intentarlo - ¿Y cómo se besa? Pregunto con fines científicos...
Por un momento me pierdo pues no sé por qué Mo podría estar tan escandalizada por unos videos, ni tampoco sé por qué Lara parece comprender ese escándalo y siente la necesidad de justificarse... Me estoy perdiendo de mucho, pero tengo una idea bastante sólida de que la mayor no se refiere a la clase de documentales en los que estaba pensando - ¿Una chica con un canal de videos? No me parece bibliografía confiable, Lara - reprocho con una mueca - Tuvimos una clase sobre la importancia de buscar una fuente confiable ¿Recuerdas? El día en el que Myrtle hizo llorar al profesor Blake - le recuerdo con la asociación pues quizás así le resulte más sencillo.
Asiento y miro el plato con toda mi atención frente a la explicación de Mo porque sé que eso no es una opción para todos. En el futuro tendré que encontrar una esposa sangre pura con quien poder continuar el linaje de la familia Kavalier, para eso me tuvieron ¿No? Adoptar sería terminar con la línea de sangre para siempre y eso escandalizaría a mis padres... Y dudo que también acepten algo como el alquiler de vientres y otras soluciones que aporta la ciencia de éstos días. Pero no puedo discutir ésto en voz alta, porque se supone que los magos no caminamos libres por la calle y nunca sabemos cuando los agentes de la paz podrían estar escuchando.
- No puedo tener un novio - ni siquiera estoy seguro de querer tenerlo algún día. Aunque creo que podría hacer un pequeño experimento e intentar besar a un chico ¿No? Lo tomaré como desafío en los próximos meses, será mi proyecto para descubrir qué es lo que quiero - Tadashi tiene pocas luces, no podía aguantar que fueras más inteligente que él - intento tranquilizar a mi amiga y estiro mi brazo para darle una palmada, una muy rara que intenta ser reconfortante pero siento que soy más antinatural que Data al intentarlo - ¿Y cómo se besa? Pregunto con fines científicos...
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¿En qué clase de vídeos estoy pensando? Pues en esos que nada tienen que ver con lo que ella afirma después, se debe ver por mi cara de haber chupado un limón que no estoy conforme con su respuesta, que Riley no parece estarlo tampoco aunque por motivos diferentes. — ¿Eso es lo que miras por internet? ¿Vídeos educativos? — tendré que chequear ese canal si tanto interés le pone mi hija a que una chica le explique cosas para las que ya tiene a su madre. Pero en fin, suelto un suspiro para dejar ese tema muerto, resignándome a mantenerme contenta porque han aceptado que no soy lo suficientemente vieja como para calificarme fuera de las peleas virtuales.
Oh. Bueno, puede que me haya salido de tema, pero nunca está de mal dejar algunas claras. — ¿Por qué iba a prohibiros algo así? — formulo al aire, dirigiendo la pregunta hacia ambos porque ya es sabido que en cuanto a Riley, soy como su segunda madre y forma parte de esta familia tanto como lo podría hacer Lara. — Me es indiferente quién os atraiga o con quién os andéis besuqueando, sea hombre o mujer, mientras seáis felices y no dañéis a nadie eso es todo lo que importa, y no debéis escuchar a quién os diga lo contrario. — acompaño mi postura con un movimiento afirmativo de cabeza, llevándome el tenedor a la boca para aplastar con los dientes la superficie y hacer todavía más firme mi criterio. — ¿Por qué no ibas a poder tener novio entonces, Riley? — me giro hacia el chico de la sala cuando lo escucho salir de su boca, frunciendo un poco el ceño por el repentino cambio de humor que percibo en su actitud.
El resoplido que se escapa de mis labios pone en evidencia que además estoy rodando los ojos de una manera exagerada, hasta meneo la cabeza y todo por la tontería. — Intensa. Prfffff. Dime una sola mujer que haya conseguido algo en la vida y que no sea intensa. — vamos, si los años de historia no le han enseñado a mi hija algo tan básico como eso, me siento un poco decepcionada porque mi matrimonio no haya sido el ejemplo claro de como debe comportarse una mujer para mantener a un hombre de cuestionar lo que no le concierne. — El problema con los hombres, y excluyo a Riley porque básicamente te he criado yo por mucho que tu madre quiera creer lo contrario, es que no superan que una mujer tenga más poder que ellos. Nunca salgas con un hombre que no pueda soportar que seas más poderosa que él, ¿has entendido bien, ratita? Nun-ca. Y lo mismo va para ti, Riley. — les señalo con la punta del cuchillo desde mi posición para dejar bien claro mi punto, dándome por satisfecha en cuanto veo que lo han captado para volver a llevarme algo de pollo a la boca y saborear con orgullo. — ¿Que cómo se besa? Eso es... una muy buena pregunta que de seguro la chica del canal de Lara ya ha contestado en un vídeo de esos, ¿verdad qué sí, tesoro? ¿Por qué no nos cuentas? — la sonrisa que enseño es tan humorística como la risa que dejo escapar después entre dientes, divertida a la vez que interesada en conocer como ha sido el primer beso de mi hija, dado que se ha tomado la insensatez de no contármelo como madre enrollada que soy. Me siento DOLIDA. Con todas las letras.
Oh. Bueno, puede que me haya salido de tema, pero nunca está de mal dejar algunas claras. — ¿Por qué iba a prohibiros algo así? — formulo al aire, dirigiendo la pregunta hacia ambos porque ya es sabido que en cuanto a Riley, soy como su segunda madre y forma parte de esta familia tanto como lo podría hacer Lara. — Me es indiferente quién os atraiga o con quién os andéis besuqueando, sea hombre o mujer, mientras seáis felices y no dañéis a nadie eso es todo lo que importa, y no debéis escuchar a quién os diga lo contrario. — acompaño mi postura con un movimiento afirmativo de cabeza, llevándome el tenedor a la boca para aplastar con los dientes la superficie y hacer todavía más firme mi criterio. — ¿Por qué no ibas a poder tener novio entonces, Riley? — me giro hacia el chico de la sala cuando lo escucho salir de su boca, frunciendo un poco el ceño por el repentino cambio de humor que percibo en su actitud.
El resoplido que se escapa de mis labios pone en evidencia que además estoy rodando los ojos de una manera exagerada, hasta meneo la cabeza y todo por la tontería. — Intensa. Prfffff. Dime una sola mujer que haya conseguido algo en la vida y que no sea intensa. — vamos, si los años de historia no le han enseñado a mi hija algo tan básico como eso, me siento un poco decepcionada porque mi matrimonio no haya sido el ejemplo claro de como debe comportarse una mujer para mantener a un hombre de cuestionar lo que no le concierne. — El problema con los hombres, y excluyo a Riley porque básicamente te he criado yo por mucho que tu madre quiera creer lo contrario, es que no superan que una mujer tenga más poder que ellos. Nunca salgas con un hombre que no pueda soportar que seas más poderosa que él, ¿has entendido bien, ratita? Nun-ca. Y lo mismo va para ti, Riley. — les señalo con la punta del cuchillo desde mi posición para dejar bien claro mi punto, dándome por satisfecha en cuanto veo que lo han captado para volver a llevarme algo de pollo a la boca y saborear con orgullo. — ¿Que cómo se besa? Eso es... una muy buena pregunta que de seguro la chica del canal de Lara ya ha contestado en un vídeo de esos, ¿verdad qué sí, tesoro? ¿Por qué no nos cuentas? — la sonrisa que enseño es tan humorística como la risa que dejo escapar después entre dientes, divertida a la vez que interesada en conocer como ha sido el primer beso de mi hija, dado que se ha tomado la insensatez de no contármelo como madre enrollada que soy. Me siento DOLIDA. Con todas las letras.
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Clavo mis codos en la mesa y defiendo mi manera de educarme. —Riley, hay que dejar de considerar a los libros como única fuente válida de información, así se desestima el trabajo que hacen muchas personas para hacer llegar el conocimiento a través de otras maneras— digo con mi tono más solemne. Esto lo leí en una publicación en internet hace poco, era una cita destacada de una entrevista que habían hecho a un científico, seremos sus colegas algún día y desarrollaremos muchas ideas geniales que revolucionarán al mundo, ¿por qué aferrarse a lo tradicional? Lo tradicional no funciona para todos. Si sólo aprendiera de libros, ya habría repetido de curso por muy buena haciendo cálculos que sea. No sólo se enseña matemáticas en las escuelas, también hay materias tediosas como esas en que tenemos que leer poemas de hace mil años y analizarlos o memorizar cómo fueron muriendo los miembros de una dinastía y quienes los reemplazaron en el trono. ¡Tan tedioso! Me gusta más la manera en que papá tiene de contarme historias, como si fuera algo que le ocurrió a mis abuelos. ¡Y poemas! ¿Por qué la gente busca maneras tan enredadas de decir lo que siente?
Mi sonrisa es tan complacida cuando consigo el permiso de Mohini de sentirme atraída por quien quiera, y que ese permiso también se lo extienda a Riley, como la vez que nos dieron permiso para entrar solos en la sala del cine a ver una película de terror apenas cumplimos los trece. —Mo, sé que no lo digo lo suficiente, pero eres la mejor madre del mundo que Riley y yo podíamos pedir—. ¿Helena? ¿Qué Helena? ¿Quién conoce a esa mujer? Se me cae la cara de incredulidad cuando mi mejor amigo rechazo el permiso obtenido porque no quiere tener novio. —¿Por queee no?— secundo a mi madre, y no quiero ponerme insistente, pero todos en esta mesa sabemos que cuando se me fija una idea, me pongo insistente. También lo sabe Tadashi Okada, a quien expongo con todas sus faltas para que se juzgado, condenado y mandado al exilio por el tribunal que está a mi favor, siempre… pese a lo intensa que puedo ser verdad. —No es tonto, inventó un robot, ¿sabes? Uno que mide la intensidad del dolor de una herida en una persona para saber qué tan grave es. El sólo… es idiota en otros sentidos— lo defiendo pese a todo. Me hace sentir bien que mi madre no diga que tengo que cambiar mi manera de ser y en cambio reafirme esa necesidad que tengo de demostrarle al niño que haga falta, que puedo ser más fuerte, puedo ser más veloz, más inteligente también, y mucho más poderosa si me lo propongo. Lleno mis pulmones de aire renovado, me siento más derecha en la silla, ¡si hasta me siento más alta! ¡Como si hubiera crecido tanto en unos minutos que podría pararme al lado de Riley y vernos de la misma estatura! —Nunca, Mohini. ¡Nunca! ¡Te lo juro!— exclamo, sellando mi promesa con mis dedos en cruz sobre mis labios.
¡Anda! ¡Si es que me he vuelto toda una autoridad en esta mesa! El pollo en mi tenedor puede esperar, tengo una cátedra para dar. Me aclaro la garganta para comenzar mi explicación, mis codos sobre la mesa otra vez para colocar mis manos unidas como soporte mi mentón. —Antes que nada, tienes que haberte cepillado los dientes en la mañana y no haber comido nada picante media hora antes— comienzo, —y llegado el momento, lo que se hace es…— dejo un segundo de suspenso para todos, —cerrar los ojos, tienes que estar cerca como para no equivocarte y terminar besando su barbilla, no lo digo porque me haya pasado, claro que no. Y cuando están muy cerca, lo que haces es juntar los labios. ¡Pero no tienes que hacerlo rápido! Porque sino te chocas los dientes y te quedan doliendo, no es porque me haya pasado, claro que no— aclaro, me muero de la vergüenza si se dan cuenta que así de terrible fue todo. —¡Ah! ¡Lo olvidaba! ¡Las manos! Cuando besas a alguien tus manos deben estar en…— otra vez suspenso, creo que es importante para que la lección retenga la atención de ambos. Coloco las palmas de mis manos sobre mis mejillas. —Rodear la cara de la otra persona, así, muy delicadamente—. Sujeto un vaso para beber un poco de agua y casi me atraganto en mi intento de continuar, atropellada como soy. —Pero en las películas no lo hacen así, se abrazan bajo la lluvia o en un aeropuerto, no dejan quietas sus manos y abren sus bocas para besarse. Y cuando se separan, se miran, se miran y se miran.
Mi sonrisa es tan complacida cuando consigo el permiso de Mohini de sentirme atraída por quien quiera, y que ese permiso también se lo extienda a Riley, como la vez que nos dieron permiso para entrar solos en la sala del cine a ver una película de terror apenas cumplimos los trece. —Mo, sé que no lo digo lo suficiente, pero eres la mejor madre del mundo que Riley y yo podíamos pedir—. ¿Helena? ¿Qué Helena? ¿Quién conoce a esa mujer? Se me cae la cara de incredulidad cuando mi mejor amigo rechazo el permiso obtenido porque no quiere tener novio. —¿Por queee no?— secundo a mi madre, y no quiero ponerme insistente, pero todos en esta mesa sabemos que cuando se me fija una idea, me pongo insistente. También lo sabe Tadashi Okada, a quien expongo con todas sus faltas para que se juzgado, condenado y mandado al exilio por el tribunal que está a mi favor, siempre… pese a lo intensa que puedo ser verdad. —No es tonto, inventó un robot, ¿sabes? Uno que mide la intensidad del dolor de una herida en una persona para saber qué tan grave es. El sólo… es idiota en otros sentidos— lo defiendo pese a todo. Me hace sentir bien que mi madre no diga que tengo que cambiar mi manera de ser y en cambio reafirme esa necesidad que tengo de demostrarle al niño que haga falta, que puedo ser más fuerte, puedo ser más veloz, más inteligente también, y mucho más poderosa si me lo propongo. Lleno mis pulmones de aire renovado, me siento más derecha en la silla, ¡si hasta me siento más alta! ¡Como si hubiera crecido tanto en unos minutos que podría pararme al lado de Riley y vernos de la misma estatura! —Nunca, Mohini. ¡Nunca! ¡Te lo juro!— exclamo, sellando mi promesa con mis dedos en cruz sobre mis labios.
¡Anda! ¡Si es que me he vuelto toda una autoridad en esta mesa! El pollo en mi tenedor puede esperar, tengo una cátedra para dar. Me aclaro la garganta para comenzar mi explicación, mis codos sobre la mesa otra vez para colocar mis manos unidas como soporte mi mentón. —Antes que nada, tienes que haberte cepillado los dientes en la mañana y no haber comido nada picante media hora antes— comienzo, —y llegado el momento, lo que se hace es…— dejo un segundo de suspenso para todos, —cerrar los ojos, tienes que estar cerca como para no equivocarte y terminar besando su barbilla, no lo digo porque me haya pasado, claro que no. Y cuando están muy cerca, lo que haces es juntar los labios. ¡Pero no tienes que hacerlo rápido! Porque sino te chocas los dientes y te quedan doliendo, no es porque me haya pasado, claro que no— aclaro, me muero de la vergüenza si se dan cuenta que así de terrible fue todo. —¡Ah! ¡Lo olvidaba! ¡Las manos! Cuando besas a alguien tus manos deben estar en…— otra vez suspenso, creo que es importante para que la lección retenga la atención de ambos. Coloco las palmas de mis manos sobre mis mejillas. —Rodear la cara de la otra persona, así, muy delicadamente—. Sujeto un vaso para beber un poco de agua y casi me atraganto en mi intento de continuar, atropellada como soy. —Pero en las películas no lo hacen así, se abrazan bajo la lluvia o en un aeropuerto, no dejan quietas sus manos y abren sus bocas para besarse. Y cuando se separan, se miran, se miran y se miran.
De acuerdo, Lara tiene un punto al decir que las estrategias educativas evolucionan constantemente y no son para todos de la misma forma. En ese sentido soy alguien bastante tradicional, solo necesito un buen libro y luego de darle una leída tengo la información metida en la cabeza como cualquier persona normal. Lara es la especial, ella necesita videos y al parecer así aprende aunque no tenga los detalles. Peor es nada ¿Cierto? Hay chicos de la escuela que no logran unir dos datos en una oración sin quedar como idiotas... Me pregunto qué estrategia deberían usar los profesores con ellos ¿Dibujos quizás? ¿Trabajos de investigación? - Ser profesor debe ser agotador - dejo salir con una mueca, quizás demasiado tarde porque el tema ya ha pasado.
Mo es la mejor mamá, en eso también tiene razón mi amiga, porque a diferencia de Helena ella me dejaría ser feliz con quien quiera ¿Seré capaz de encontrar una persona así? ¿Me enamoraré de alguien y sufriré por no poder estar con esa persona? Es demasiado pronto para saberlo, mi problema actual es que me han preguntado ambas algo que no puedo responder - Porque me gustan las chicas ¿Por qué iba a ser? - miento con una sonrisa nerviosa - Por ejemplo Annie Weynart... Tiene una cabellera a la que se nota a la que le dedica mucho shampoo - no sé si es un comentario que se haría sobre alguien que te gusta pero es lo mejor que se me ocurre en el momento.
- Oh, felicidades, ha inventado algo que los doctores vienen haciendo hace siglos por sus propios medios - respondo rodando los ojos. En realidad me molesta un poco que lo considere inteligente por eso. El punto de la ciencia es hacer con ella lo que el humano no puede ¡No reemplazarlos! Eso lo convierte en un idiota y lo deja muy lejos de ser un buen científico en el futuro - Lo destruirá su propio robot, ya verás - agrego de mal humor y me concentro en la comida mientras hablan de no se qué.
La explicación de Lara sobre cómo besar comienza y escucho todas y cada una de sus palabras con el ceño fruncido, haciendo notas mentales porque tendré que recordarlo para cuando llegue el momento. Se ve que tiene experiencia así que se nota que va muchos besos por delante que yo, pero intentaré no quedarme atrás... Pronto daré mi primer beso, estoy seguro de eso, y podré comentar mi propia experiencia al respecto - La forma de las películas suena más romántica ¿No es ese el punto? Quiero mirar a alguien de esa forma.
Mo es la mejor mamá, en eso también tiene razón mi amiga, porque a diferencia de Helena ella me dejaría ser feliz con quien quiera ¿Seré capaz de encontrar una persona así? ¿Me enamoraré de alguien y sufriré por no poder estar con esa persona? Es demasiado pronto para saberlo, mi problema actual es que me han preguntado ambas algo que no puedo responder - Porque me gustan las chicas ¿Por qué iba a ser? - miento con una sonrisa nerviosa - Por ejemplo Annie Weynart... Tiene una cabellera a la que se nota a la que le dedica mucho shampoo - no sé si es un comentario que se haría sobre alguien que te gusta pero es lo mejor que se me ocurre en el momento.
- Oh, felicidades, ha inventado algo que los doctores vienen haciendo hace siglos por sus propios medios - respondo rodando los ojos. En realidad me molesta un poco que lo considere inteligente por eso. El punto de la ciencia es hacer con ella lo que el humano no puede ¡No reemplazarlos! Eso lo convierte en un idiota y lo deja muy lejos de ser un buen científico en el futuro - Lo destruirá su propio robot, ya verás - agrego de mal humor y me concentro en la comida mientras hablan de no se qué.
La explicación de Lara sobre cómo besar comienza y escucho todas y cada una de sus palabras con el ceño fruncido, haciendo notas mentales porque tendré que recordarlo para cuando llegue el momento. Se ve que tiene experiencia así que se nota que va muchos besos por delante que yo, pero intentaré no quedarme atrás... Pronto daré mi primer beso, estoy seguro de eso, y podré comentar mi propia experiencia al respecto - La forma de las películas suena más romántica ¿No es ese el punto? Quiero mirar a alguien de esa forma.
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No, no me lo dicen lo suficiente, pero no se lo tengo en cuenta porque sé que en el fondo lo piensan todos los días, ¿cómo no van a hacerlo? Si es que soy una santa. Miro de un lado a otro de la mesa en lo que sus intervenciones me hacen girar el cuello en cada dirección, comiendo con tranquilidad mientras de vez en cuando le doy un sorbo al vaso de agua. No sé quién es ese tal Tadashi, pero me suena a que está tratando de impresionar a mi ratita y, por lo que parece, no le está saliendo muy bien la jugada. No cuando Riley se dedica a sacarle los defectos cada vez que tiene oportunidad, a lo que solo sonrío con algo de gracia. — Bueno, lo bueno de los idiotas es que se les puede mangonear todo lo que quieras, pero yo nunca os dije algo así, ¿de acuerdo? — les guiño el ojo antes de reírme entre dientes por la broma, que espero no me tomen en serio, aunque por otro lado… no es una idea tan mala, ¿cierto? De seguro se saca más provecho que de casarse con alguien inteligente, como lo hice yo. Sigue siendo una broma, lo juro.
Me quedo mirando la actuación de Lara con una ceja ligeramente alzada, con el vaso sosteniéndolo en el aire en lo que estoy por llevármelo de nuevo a los labios, pero su representación me mantiene con la vista fija en su figura sin poder hacer otra cosa que no sea tratar de contener la risa que me da verla tan seria. Y no es solo como lo representa lo que me deja tiesa, sino todo lo que va después, que todavía me hace observarla como si el propio Cupido le hubiera clavado una flecha con forma de corazón en el culo. — Me parece que has visto demasiadas películas románticas, hija mía… — voy a sentir el día en que se dé cuenta de que la realidad dista bastante de la ficción, por mucho que nos guste creer que sí existen experiencias desesperadas de amor, que lo hacen, no lo voy a negar, pero en ocasiones no suelen tener un final feliz como te lo quieren hacer creer con las películas. Pero bueno, son demasiado jóvenes para enfrentarse a esas cosas y casi es mejor que sigan teniendo esa visión con respecto al amor. — Pero sí, llegará el día en que miraréis a alguien de esa forma, y solo tendréis ojos para él o para ella, como si lo que estuviera alrededor ni siquiera existiera cuando esa persona está en la sala. — suspiro. Voy a admitirlo, no soy una persona especialmente romántica, mi marido está para contar las historias de como me conquistó sin flores ni bombones ni esas cursilerías que a las mujeres tanto les gustan. No obstante, he de reconocer que es bonito el sentir querer hacer ese tipo de cosas por la persona que amas. — Y con un poco de suerte, cuando esa persona llegue, será la única con la que querréis pasar el resto de vuestras vidas. — afirmo, segura de que, si yo lo conseguí, todo el mundo puede aspirar a encontrar a alguien con quien compartir la eternidad. — ¡Pero mucho más adelante! Por el momento podéis seguir pegando puñetazos virtuales. — que no será por veces que yo he querido pegarle uno a Lawrence cuando se pone pesado. Ok, eso también fue chiste...
Me quedo mirando la actuación de Lara con una ceja ligeramente alzada, con el vaso sosteniéndolo en el aire en lo que estoy por llevármelo de nuevo a los labios, pero su representación me mantiene con la vista fija en su figura sin poder hacer otra cosa que no sea tratar de contener la risa que me da verla tan seria. Y no es solo como lo representa lo que me deja tiesa, sino todo lo que va después, que todavía me hace observarla como si el propio Cupido le hubiera clavado una flecha con forma de corazón en el culo. — Me parece que has visto demasiadas películas románticas, hija mía… — voy a sentir el día en que se dé cuenta de que la realidad dista bastante de la ficción, por mucho que nos guste creer que sí existen experiencias desesperadas de amor, que lo hacen, no lo voy a negar, pero en ocasiones no suelen tener un final feliz como te lo quieren hacer creer con las películas. Pero bueno, son demasiado jóvenes para enfrentarse a esas cosas y casi es mejor que sigan teniendo esa visión con respecto al amor. — Pero sí, llegará el día en que miraréis a alguien de esa forma, y solo tendréis ojos para él o para ella, como si lo que estuviera alrededor ni siquiera existiera cuando esa persona está en la sala. — suspiro. Voy a admitirlo, no soy una persona especialmente romántica, mi marido está para contar las historias de como me conquistó sin flores ni bombones ni esas cursilerías que a las mujeres tanto les gustan. No obstante, he de reconocer que es bonito el sentir querer hacer ese tipo de cosas por la persona que amas. — Y con un poco de suerte, cuando esa persona llegue, será la única con la que querréis pasar el resto de vuestras vidas. — afirmo, segura de que, si yo lo conseguí, todo el mundo puede aspirar a encontrar a alguien con quien compartir la eternidad. — ¡Pero mucho más adelante! Por el momento podéis seguir pegando puñetazos virtuales. — que no será por veces que yo he querido pegarle uno a Lawrence cuando se pone pesado. Ok, eso también fue chiste...
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Desconfío de la respuesta de mi amigo, no porque su opinión sobre el cabello de Annie tenga algo que ver con su shampoo, que a mí Ted Collins no me gusta porque su pelo siempre se ve pegajoso, como si no se lo lavara desde hace tres semanas, ¡y iugh! No es por eso, creo empezar a reconocer cuando Riley no está diciendo toda la verdad, algo en su voz cambia así como en su cara, siempre tan seria porque tiene los rasgos más marcados que otros chicos de nuestra edad, cuando en el fondo es tan sensible que sus comentarios hacia Tadashi no me lo espero, las pullas por lo general llegan desde afuera, no entre los nerds de robótica. —Yo digo que fundará su propio hospital algún día— decido, que haya roto conmigo no quita que crea que puede llegar lejos, y quien sabe, tal vez dentro de unas semanas o unos años, se dará cuenta que dejó pasar la chica más estupenda que podría conocer en la vida. Una tan poderosa, tan inteligente como mi madre dice que lo soy. —Mo, ¿te lo imaginas? ¡Podrías tener un yerno médico!— me burlo de mi madre, que si Tadashi vuelve le voy a decir: NO. N.O. NO. —Y no quiero un novio o una novia tonto, tiene que ser alguien muy inteligente, sino voy a aburrirme.
¿Ven que es cierto que Riley es el más sensible? De toda mi explicación sobre besos realistas, se queda con la mirada de película. Rápidamente me defiendo de la acusación de mi madre, sacudiendo ese tenedor que no hago más que usar de batuta, porque los pedazos de pollo apenas los he pinchado. —¡Porque tú las miras! ¡Te pones a mirarlas cuando estoy haciendo los deberes en la sala y me estás controlando las ecuaciones!— se lo recuerdo, que las dos nos distraemos con esos dramas de guiones tan rebuscados. Suelto mis cubiertos a los lados de mi plato para subirme arriba de la silla, a lo que seguro ella grita que no me puedo andar trepando durante la cena, pero tengo que hacerlo y con los brazos abiertos para darle la emoción que requieren esas líneas tan cargadas de un romanticismo dramático. —¡ROXANNEEEEEE!— grito en medio de la cocina. —¡¿Por qué haces que mi corazón llore?!—, me abrazo a mí mismo por la cintura y contraigo todo mi rostro en una expresión dolida, que rompo para decir las líneas siguientes con mis puños golpeando en mi pecho. —¡Pase lo que pase! ¡Te amaré! ¡Te amaré hasta el día de mi muerte!—. Salto de la silla y mis zapatillas chocan con el suelo, despojándome del todo de esos ademanes de actriz que yo no sé de quién heredé, pero sospecho que de la otra mujer presente en esta sala, porque a mi padre no lo veo ni recreando las noticias de la mañana.
Arrastro las patas de mi silla para acercarme a la mesa otra vez y no acabo de sentarme, que ya estoy contradiciendo a mi madre. —Eso es matemáticamente imposible, Mohini. Hay cientos de personas en este distrito, miles en todo Neopanem. Millones en el mundo. ¿Sabes cuántas son las probabilidades de que encontrar una persona que haga que todas las demás pierdan todo tu interés? Está científicamente demostrado que sólo hay un 0,5% de probabilidades de encontrar a una persona en toda una ciudad que te guste así, eso… no es ni la mitad de una persona— apunto y me corto dos pedazos grandes de pollo que de tanto hablar me estoy privando de la cena, la necesito para tener energías y no rendirme a media batalla, que la vida de Riley y la de otros amigos en línea dependen de mí. Y ahora también la vida de mi madre si se suma al equipo, y por supuesto, tendré que cuidarle que nada le pase, así que lleno mi boca de un poco de cada bandeja.
¿Ven que es cierto que Riley es el más sensible? De toda mi explicación sobre besos realistas, se queda con la mirada de película. Rápidamente me defiendo de la acusación de mi madre, sacudiendo ese tenedor que no hago más que usar de batuta, porque los pedazos de pollo apenas los he pinchado. —¡Porque tú las miras! ¡Te pones a mirarlas cuando estoy haciendo los deberes en la sala y me estás controlando las ecuaciones!— se lo recuerdo, que las dos nos distraemos con esos dramas de guiones tan rebuscados. Suelto mis cubiertos a los lados de mi plato para subirme arriba de la silla, a lo que seguro ella grita que no me puedo andar trepando durante la cena, pero tengo que hacerlo y con los brazos abiertos para darle la emoción que requieren esas líneas tan cargadas de un romanticismo dramático. —¡ROXANNEEEEEE!— grito en medio de la cocina. —¡¿Por qué haces que mi corazón llore?!—, me abrazo a mí mismo por la cintura y contraigo todo mi rostro en una expresión dolida, que rompo para decir las líneas siguientes con mis puños golpeando en mi pecho. —¡Pase lo que pase! ¡Te amaré! ¡Te amaré hasta el día de mi muerte!—. Salto de la silla y mis zapatillas chocan con el suelo, despojándome del todo de esos ademanes de actriz que yo no sé de quién heredé, pero sospecho que de la otra mujer presente en esta sala, porque a mi padre no lo veo ni recreando las noticias de la mañana.
Arrastro las patas de mi silla para acercarme a la mesa otra vez y no acabo de sentarme, que ya estoy contradiciendo a mi madre. —Eso es matemáticamente imposible, Mohini. Hay cientos de personas en este distrito, miles en todo Neopanem. Millones en el mundo. ¿Sabes cuántas son las probabilidades de que encontrar una persona que haga que todas las demás pierdan todo tu interés? Está científicamente demostrado que sólo hay un 0,5% de probabilidades de encontrar a una persona en toda una ciudad que te guste así, eso… no es ni la mitad de una persona— apunto y me corto dos pedazos grandes de pollo que de tanto hablar me estoy privando de la cena, la necesito para tener energías y no rendirme a media batalla, que la vida de Riley y la de otros amigos en línea dependen de mí. Y ahora también la vida de mi madre si se suma al equipo, y por supuesto, tendré que cuidarle que nada le pase, así que lleno mi boca de un poco de cada bandeja.
No comprendo la lógica de Lara ni tampoco voy a intentar ir más allá porque ya me duele la cabeza y no tiene nada que ver con la comida que estoy tragando. No sé que es lo que va a hacer Tadashi en el futuro, solo espero que no termine siendo mi jefe porque no podría aguantarlo, habría muchas diferencias creativas y todos sabemos que así es como las mejores películas se destruyen incluso antes de empezar a ser filmadas - Calcular el coeficiente intelectual de las personas antes de oficializar una relación no me parece algo educado - comento confundido. Porque si te gusta alguien supongo que su inteligencia no será un impedimento o en todo caso, debería ser un factor a considerar en el camino al enamoramiento que bien podría ser compensado por otros factores.
Me atraganto con la comida cuando Lara se sube a una silla y comienza a interpretar lo que parece una película y busco con los ojos a Mo desesperado mientras noto como mi rostro se va poniendo rojo. No pasa a mayores ya que logro recomponerme solito, pero eso no quita que mi amiga está sacando un drama digno de teatro y no sé qué demonios decir al respecto, así que solo aplaudo confundido cuando vuelve a caer al suelo y empiezo a dudar si soy yo el afortunado porque ella le prestó atención a un raro o si lo es ella porque en realidad soy el más normalito de los dos.
- Cuando ocurra, serás la primera en saberlo, ma - respondo al comentario de Mo con voz débil pues la performance de Lara aún sigue presente en el ambiente aunque ella ya se encuentra con la boca llena de comida - De verdad espero que eso no sea verdad... - murmuro a continuación genuinamente preocupado, porque depender de una sola persona suena terrible. De por sí solo tengo una sola amiga ¿Qué voy a hacer si ella se enamora y dejo de existir para ella? - No puede ser verdad - repito dejando el plato a un lado. No sé si está científicamente comprobado que es imposible, pero Helena me contó una vez que existe una poción capaz de hacer eso así que quizás es mágicamente posible.
- Lara... Si has planeado toda esta conversación para distraerme, déjame decirte que lo has logrado, felicidades - comento con una mueca - Y quiero ser un niño para siempre, nada de esas cosas por ahora, golpes virtuales. Eso.
Me atraganto con la comida cuando Lara se sube a una silla y comienza a interpretar lo que parece una película y busco con los ojos a Mo desesperado mientras noto como mi rostro se va poniendo rojo. No pasa a mayores ya que logro recomponerme solito, pero eso no quita que mi amiga está sacando un drama digno de teatro y no sé qué demonios decir al respecto, así que solo aplaudo confundido cuando vuelve a caer al suelo y empiezo a dudar si soy yo el afortunado porque ella le prestó atención a un raro o si lo es ella porque en realidad soy el más normalito de los dos.
- Cuando ocurra, serás la primera en saberlo, ma - respondo al comentario de Mo con voz débil pues la performance de Lara aún sigue presente en el ambiente aunque ella ya se encuentra con la boca llena de comida - De verdad espero que eso no sea verdad... - murmuro a continuación genuinamente preocupado, porque depender de una sola persona suena terrible. De por sí solo tengo una sola amiga ¿Qué voy a hacer si ella se enamora y dejo de existir para ella? - No puede ser verdad - repito dejando el plato a un lado. No sé si está científicamente comprobado que es imposible, pero Helena me contó una vez que existe una poción capaz de hacer eso así que quizás es mágicamente posible.
- Lara... Si has planeado toda esta conversación para distraerme, déjame decirte que lo has logrado, felicidades - comento con una mueca - Y quiero ser un niño para siempre, nada de esas cosas por ahora, golpes virtuales. Eso.
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— ¿Quieres hacer el favor de comer y dejar de montar espectáculos? Que bastante tengo ya con tu padre... — me sale el tono de voz más mandón de lo que en realidad quiero sonar, en especial cuando aun me estoy riendo por esa interpretación de la película que, seriamente, estoy por decirle que se meta a una carrera de arte dramático para cuando ingrese en la universidad. Eso, o que se meta a cómica, porque esta muchacha mía no puede hacer más payasadas. Será eso de que recién están empezando en la edad del pavo, ¡y lo que me queda! Si es que no me ahogo con el pollo a propósito porque está demasiado bueno. Y sí, tengo derecho a decirlo que para algo lo he cocinado yo, ¿esta casa de modestos? PARA NADA.
Revoleo los ojos con gracia porque, como buena hija mía, no tarda en asociar lo que puede a alguna regla matemática, lo que me hace reír por lo bajo en lo que meneo la cabeza de un lado para otro como si no hubiera entendido nada de lo que acabo de decir. — Lara, ¿tú crees que algo tan enrevesado como el amor se va a regir por algo tan cuadrado como lo son las matemáticas? No, tesoro, me temo que los números no van a ayudarte a la hora de resolver tus problemas amorosos, por mucho que a tu madre le guste pensar que sí. — ósea, ¿cree que estaría con su padre si se tratara de números? Uf, pero qué va, este matrimonio es pura elección no tan a ciegas por un amor que no entiende de parámetros. — Eso espero, no quiero enterarme dentro de un mes que os andáis besando con el tipo punk del colegio y yo ni esté enterada. Aunque a mí me gusta más el hijo del panadero, ¿no va contigo a clase, tesoro? — si es que el chavalín es un encanto y su padre muy salado, también voy a decirlo.
Unos niños para siempre, ¡sí! Yo voto por esa opción, aunque mi emoción la camuflo llevándome un trozo de carne a la boca con una sonrisilla en los labios de satisfacción. — Ya creceréis ya, y os daréis cuenta de lo mucho mejor que era tener viernes de videojuegos y no viernes de colada. — bromeo, que no es tanto una amenaza como un consejo, de que aprovechen su juventud que esa nunca vuelve.
Revoleo los ojos con gracia porque, como buena hija mía, no tarda en asociar lo que puede a alguna regla matemática, lo que me hace reír por lo bajo en lo que meneo la cabeza de un lado para otro como si no hubiera entendido nada de lo que acabo de decir. — Lara, ¿tú crees que algo tan enrevesado como el amor se va a regir por algo tan cuadrado como lo son las matemáticas? No, tesoro, me temo que los números no van a ayudarte a la hora de resolver tus problemas amorosos, por mucho que a tu madre le guste pensar que sí. — ósea, ¿cree que estaría con su padre si se tratara de números? Uf, pero qué va, este matrimonio es pura elección no tan a ciegas por un amor que no entiende de parámetros. — Eso espero, no quiero enterarme dentro de un mes que os andáis besando con el tipo punk del colegio y yo ni esté enterada. Aunque a mí me gusta más el hijo del panadero, ¿no va contigo a clase, tesoro? — si es que el chavalín es un encanto y su padre muy salado, también voy a decirlo.
Unos niños para siempre, ¡sí! Yo voto por esa opción, aunque mi emoción la camuflo llevándome un trozo de carne a la boca con una sonrisilla en los labios de satisfacción. — Ya creceréis ya, y os daréis cuenta de lo mucho mejor que era tener viernes de videojuegos y no viernes de colada. — bromeo, que no es tanto una amenaza como un consejo, de que aprovechen su juventud que esa nunca vuelve.
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—Sí— le contesto a mi madre con mi característica franqueza, —la verdad es que sí creo que se puede regir por las matemáticas—. ¿Qué no es eso lo que me han dicho mis padres siempre? Que preste atención a cómo se hacen las cuentas y que no me queje de hacer tantos cálculos en la escuela, porque toda la vida se rige por números. Sea educado o no, como lo apunta Riley, conocer el coeficiente intelectual de la persona con la que quieres estar en una relación duradera me parece de los requisitos esenciales para que eso pueda funcionar, entre otros factores que se debería tener en cuenta porque es algo serio. ¡Muy serio! Mis padres, yo creo, funcionan tan bien porque los dos saben de matemáticas, saben controlar las variables que surgen en su relación por los contrastes entre el carácter de cada uno con el otro. En lo que estoy de acuerdo con ambos, es que somos demasiado chicos como para preocuparnos por esto, ¿para qué perder mi tiempo en algo tan serio? No estoy muy segura de querer encontrar eso que dice mi madre, ni tan pronto. Para cuando tenga sesenta o setenta años y sea una empresaria millonaria por haber hecho más de mil patentes, lo pensaré.
—Espérenme aquí— les pido, para echar a correr de regreso a la sala donde encuentro mi tablet debajo de un par de cojines, que hice a un lado cuando los retorcijones en el vientre me impidieron concentrarme en otra cosa que no fuera ese dolor que me condenaba a muerte hace menos de media hora. Froto mi vientre con una mano porque todavía siento una punzada, pero en lo que duró la cena lo olvidé del todo. Camino por el pasillo a la cocina con los ojos puestos en la pantalla mientras busco el video que quiero mostrarles y por poco no me estampo contra media pared al tratar de cruzar el umbral. Vuelvo sana y salva a la mesa de la cena y uso un par de vasos para acomodar la tablet así ambos pueden verlo. —Para que vean que no estoy diciendo tonterías, es real que solo hay un 0,5% de probabilidades— reafirmo con todo convencimiento y toco la pantalla para que el video comience a correr. Mientras tanto me lleno la boca de toda la comida que puedo y como supongo que Mohini estará distraída, subo mis piernas para cruzarlas en la silla debajo de mi cuerpo, esperando que no me rete al darse cuenta.
Como conozco el diálogo del video, casi que no le presto atención y puedo escuchar el sonido de una llave al introducirse en la cerradura de la puerta principal, eso quiere decir que papá ha vuelto a casa antes de lo previsto. —¡Se me ha ocurrido algo genial! ¿Y si invitamos a papá a jugar y hacemos una batalla de cuatro?— pregunto, saltando de mi silla por el entusiasmo, pasando de la cara de mi madre a la de mi amigo, que es aquí quien está organizando la partida. —Puedes hacer equipo con Mo, yo lo haré con él. Así cada uno se hará cargo de enseñar a un viejito— propongo, y no pierdo el tiempo en ir a decírselo a nuestro cuarto jugador que apenas si está colgando su llave. Mi plato con una cena casi terminada queda en la mesa. Me planto debajo del marco que da a la sala para colocar mis manos en las caderas y decir lo que nunca le he escuchado decir a Mo, y no sé por qué, si es tan divertido. — ¿Estás son horas de llegar, Lawrence?— grito, con mi estatura que no le llega ni a la cintura. —Espero que hayas traído helado.
—Espérenme aquí— les pido, para echar a correr de regreso a la sala donde encuentro mi tablet debajo de un par de cojines, que hice a un lado cuando los retorcijones en el vientre me impidieron concentrarme en otra cosa que no fuera ese dolor que me condenaba a muerte hace menos de media hora. Froto mi vientre con una mano porque todavía siento una punzada, pero en lo que duró la cena lo olvidé del todo. Camino por el pasillo a la cocina con los ojos puestos en la pantalla mientras busco el video que quiero mostrarles y por poco no me estampo contra media pared al tratar de cruzar el umbral. Vuelvo sana y salva a la mesa de la cena y uso un par de vasos para acomodar la tablet así ambos pueden verlo. —Para que vean que no estoy diciendo tonterías, es real que solo hay un 0,5% de probabilidades— reafirmo con todo convencimiento y toco la pantalla para que el video comience a correr. Mientras tanto me lleno la boca de toda la comida que puedo y como supongo que Mohini estará distraída, subo mis piernas para cruzarlas en la silla debajo de mi cuerpo, esperando que no me rete al darse cuenta.
Como conozco el diálogo del video, casi que no le presto atención y puedo escuchar el sonido de una llave al introducirse en la cerradura de la puerta principal, eso quiere decir que papá ha vuelto a casa antes de lo previsto. —¡Se me ha ocurrido algo genial! ¿Y si invitamos a papá a jugar y hacemos una batalla de cuatro?— pregunto, saltando de mi silla por el entusiasmo, pasando de la cara de mi madre a la de mi amigo, que es aquí quien está organizando la partida. —Puedes hacer equipo con Mo, yo lo haré con él. Así cada uno se hará cargo de enseñar a un viejito— propongo, y no pierdo el tiempo en ir a decírselo a nuestro cuarto jugador que apenas si está colgando su llave. Mi plato con una cena casi terminada queda en la mesa. Me planto debajo del marco que da a la sala para colocar mis manos en las caderas y decir lo que nunca le he escuchado decir a Mo, y no sé por qué, si es tan divertido. — ¿Estás son horas de llegar, Lawrence?— grito, con mi estatura que no le llega ni a la cintura. —Espero que hayas traído helado.
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