The Mighty Fall
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Tras años de represión y batallas libradas, hoy son los magos los que caminan en las calles más pulcras del Capitolio. Bajo un régimen que condena a los muggles y a los traidores a la persecución, una nueva era se agita a la vuelta de la esquina. La igualdad es un mito, los gritos de justicia se ven asfixiados.

Existen aquellos que quieren dar vuelta el tablero, otros que buscan sembrar la paz entre razas y magos dispuestos a lo que sea para conservar el poder que por mucho tiempo se les ha negado. La guerra ha llegado a cada uno de los distritos.

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I saw the future unfold in silver and gold ✘ Priv.
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Kendrick O. Black
Fugitivo
Probablemente el sabor es asqueroso. Doy gracias al cielo el ser mago y tener una varita que ayuda a que la cocina quede como nueva, sin rastros de haber sido utilizada, en pocos segundos. Lo malo es que, por mucho que el chocolate se sienta en el aire, estoy seguro de que no puedo disimular que el fondo se me ha quemado y creo que el pastel se encuentra demasiado plano. Fue arriesgado, pero no podía perderme la oportunidad de aprovechar las horas en solitario para preparar una sorpresa de cumpleaños y no, no sé cocinar, eso ya era obvio, así que espero que no se sienta decepcionada. Que ni sé por qué me importaría, pero asumo que se debe a que siento que estoy en deuda con ella por todo lo que le estoy haciendo pasar, en especial porque soy incapaz de superar mi actitud de año nuevo. Ya estamos en marzo, pero hay cosas que uno simplemente no puede dejar atrás.

Puedo escuchar la puerta de entrada y me quedo quieto, agudizando el oído para poder analizar los pasos que avanzan por el pasillo. Acabo descartando a los habitantes masculinos de la casa y el peso de una mochila cayendo sobre el sofá me indica que se trata de la cumplañera, así que respiro una vez más con normalidad y corro para cerrar la puerta de la cocina con un portazo — ¡No entres! — le grito atolondrado. Tanteo hasta dar con la velita vieja que encontré en una de las alacenas y la coloco con algo de fuerza sobre el pastel, me basta con un golpecito de la varita para que se encienda la llama y tengo mucho cuidado de no echarla al piso en lo que la levanto para salir, haciendo algo de equilibrio para volver a abrir y salir de la cocina con mi regalo improvisado — ¡Feliz cumpleaños! Si es asquerosa, solo saca tu actriz interior y dime que es el mejor pastel que has probado en tu vida. Es la primera vez que preparo uno y en internet lo hacían parecer muy sencillo — cosa que no es, porque siento que no lo batí lo suficiente y creo que me he pasado con los huevos y la leche.

Me quedo de pie frente a ella y acomodo el bizcocho frente a ella con intenciones de que sople, listo para que todo el humo me vaya a parar a la cara — Debes pedir un deseo y te prohíbo que lo desperdicies en desear una cita con Dave. No usé mi tarde para eso — le sonrío con gracia, demostrando mi pequeña broma y muevo un poco el pastel de arriba a abajo para incitarla a que se apresure — Podemos comerlo entero en tu dormitorio y jugar a algo. ¿O tienes planes? — cosa que acabo de considerar y, a decir verdad, me apaga un poquito. A veces olvido que los Lackberg tienen una vida normal, con amigos fuera de estas paredes y no pueden vivir con el perro a su lado.
Kendrick O. Black
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Invitado
Invitado
¡Solo quiero un poco de agua!— grito en queja a la puerta que se me cierra contra la nariz, mis brazos caen pesados a los lados de mi cuerpo y no sé que estará escondiendo en la cocina, mi esperanza está puesta en que no sea un agujero negro o las siete plagas, porque llegué un poco cansada de las clases que se hacen cada vez más largas que pasaría de largo a los demonios del averno si están sentados alrededor de la mesa. —¿Me pasas un vaso de agua?— pido, cambiando mi peso de un pie al otro, nada más llegar me saqué los zapatos con los talones y las medias son la única protección que tengo al frío que se siente en el suelo. Todo lo que quiero hacer es tirarme en el sillón cuan larga soy, con los brazos colgando y morir. Morir lentamente recitando los artículos que se fueron reformando en leyes que me pasé estudiando por años.

Mi cara cuando lo veo salir de la cocina con lo que parece un pastel y no estoy segura porque tiene una forma que invita a la sospecha, muestra lo fuera de lugar que me siento por su saludo. —Pero, Ken... — trato de detenerlo en lo que sigue hablando, disculpándose por anticipado y pidiéndome que no muestre rechazo a su regalo, cuando todo lo que se ve en mi expresión es auténtica sorpresa. —Ken, hoy no es mi cumpleaños— lo saco de su error, aprecio el gesto, pero tengo que palpar los bolsillos traseros de mi pantalón hasta dar con mi teléfono para buscar un calendario y demostrarle que todavía faltan dos días para mi cumpleaños. —¡Maldición! ¡HOY ES MI CUMPLEAÑOS! —. ¡Lo olvidé! Y eso que tengo un calendario hecho a mano en mi escritorio con las fechas importantes marcadas, la mía con un par de banderines. Los días pasaron sin que me diera cuenta, por tener la cabeza tan metida en los códigos.

Me enfrento a esa vela de cumpleaños que espera mi deseo. —No puedes decirme que desear y tampoco lo usaría para una cita con Dave. Es un amor platónico, Ken. Los amores platónicos son para mirarlos de lejos o a través de Wizzardface — le aclaro, al parecer tendré que darle cátedra sobre este tema, porque si digo que estoy enamorada de alguien con una mano en mi pecho, mientras recorro las fotos de Wizzardface, no quiere decir que en verdad esté enamorada de alguien. —Lo usaría para una cita con Jerek Grimm, pero no hay noticias de que haya vuelto de su retiro espiritual—, que fue lo que leí entre chismes de los fans. —Déjame pensar ¡un minuto! —. Tengo que usarlo bien, algo que en verdad importe, estoy en ello cuando lo recuerdo de golpe. —¡Tal vez Mimi llame hoy! —, la emoción de mi voz hace que el grito retumbe en el pasillo, por suerte no hay nadie más en la casa, salvo que Simon haya salido por adelantado y esté encerrado en su dormitorio con los videojuegos. —Tendremos que llevarnos el pastel a la habitación y prenderé la computadora a esperar a que lo haga, si es que puede hackear otra vez lo que sea que hackea... —. Me hago cargo de la bandeja de tan raro pastel con mis manos. —Gracias, Ken. Es un gran gesto. No imagino lo difícil que habrá sido cocinar en forma de perro.
Anonymous
Kendrick O. Black
Fugitivo
Tengo esos cinco segundos de confusión en los que creo que he sido yo el que había entendido mal las fechas, pero me basta con esperar de pie hasta que ella se decida si está más vieja o no, hasta que su confirmación me hace mirarla como si hubiese ganado una apuesta de la cual estoy más que orgulloso — Menos mal o esto sería más que ridículo — intento bromear, obviamente impaciente porque necesito conocer su veredicto sobre mis pocas dotes culinarias. Eso sí, me confunde un poco su visión sobre los amores platónicos, porque hay una enorme falla en su resolución — ¿Por qué querrías dejarlo como platónico si tuvieses una oportunidad con la persona que te atrae? Estás reprimiendo lo que deseas — para mí tiene todo el sentido del mundo, pero estoy aprendiendo que no siempre debo comprender lo que Syv piensa.

No tengo mucha idea de lo que está hablando, pero entonces dice algo que me confunde un poco — ¿Tu deseo es que Mimi llame hoy? — no la juzgo, pero me suena un poco aburrido. Como se hace con la torta y la vela sigue encendida, me resigno a que mi sorpresa no ha quedado como yo pretendía y aprovecho a retroceder hasta la cocina para tomar un vaso y llenarlo con agua, tal y como ella quería, además de hacerme con el cuchillo — Claro, en especial la parte de batir con la boca — bromeo con falso tono solemne — Cuando estoy solo no paso mucho tiempo como perro, Syv. Es bueno andar en dos patas de vez en cuando — ya es suficientemente raro despertarme todos los días en forma animal y jugar a ser la mascota familiar como para seguir con la actuación sin público presente — Pero no fue nada. Al menos, me ayudó a pasar las horas. No es como que tengo mucho para hacer.

Lo que sí hago siempre es pensar, quizá un poco de más y no estoy seguro de que tan sano sea. La sigo hasta que estamos encerrados en su dormitorio y pongo el vaso de agua y el cuchillo sobre el escritorio, lo que me da libertad para voltearme hacia ella con la ansiedad pintada en la cara — Vamos, apresúrate que tengo un par de cosas que hablar contigo — obvio que jamás he sido una persona muy paciente, así que decido adelantarme un poco — ¿Qué piensas de buscar a mi tía? — es una pequeña bomba y sé que no es la primera vez que me hago la idea, pero sí que puedo verlo como una verdadera necesidad. No podré seguir, no sin encontrar respuestas y un camino.
Kendrick O. Black
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Invitado
Invitado
Tomo una inspiración de aire y sabiduría para compartírsela a un chico al que le llevo unos pocos años, pero creo que no le ha dedicado tantos pensamientos como yo a por qué nunca invitaría a salir a un chico que me gusta de la escuela y al que no conozco más que por la vida que divulga a través de fotos, porque no todas las personas piensan sobre los sentimientos. —Ken, en la vida hay dos tipos de desgracias— digo, al enderezar mi postura aliso las arrugas de mi camisa a rayas que sigue ajustada a la cadera por el pantalón y ni uno solo de mis cabellos está fuera de lugar, pese al cansancio que me hace ver desganada, pero nunca desprolija porque mi madre me ha educado bien. —Una es no obtener lo que se desea, la otra es precisamente obtener lo que se desea— lo leí hace unos años, no es una frase de mérito propio, si bien puedo entenderla y explicarla si hace falta. —Cuando escriba mi tratado sobre los sentimientos, te prestaré una copia para que la leas—, lo que sea con tal de soltar los códigos de Neopanem por unas horas.

¡No, no! ¡Ese no es mi deseo! Todavía tengo que pensarlo…— lo detengo, que la vela sigue encendida y no quiero que me eche prisa, tengo que pensarlo bien. Tengo la esperanza de que Mimi me llame, no es lo mismo que un anhelo. Sé que lo hará cuando esté en condiciones de comunicarse, que la seguridad informática en Neopanem se vuelve cada vez más rigurosa, y lo que me queda es intentar ir al cinco donde se encuentra sin que me hagan demasiadas preguntas al respecto, escuché que más gente de la que creía van por aquellos sitios, lo que para mí siempre fue una locura. Si creces en el Capitolio, ¿por qué irías a los distritos del norte? ¿O sólo soy yo que no me salgo de las calles que conozco? Hice mi vida en estos lugares, encontré con qué entretenerme, que me apena escuchar que se la pasa aburrido. —Perdón por dejarte tanto tiempo solo, Ken, sé lo que se siente… ¿qué opinas de aprender algo y así lo practicas mientras estás solo? Tienes una varita y podría enseñarte un par de hechizos—. No le veo nada bueno a darle expectativas en ese sentido, que mis habilidades van por otro lado. —O a dibujar o… ¿no te gustaría conocer a fondo las leyes de Neopanem? —. Nadie puede culparme de que quiera instruirlo en lo que a mí me vendría bien repasar con otra persona.  

Abro el camino hasta mi habitación, uso ese tiempo para pensar en mi deseo y lo pido tras apagar la vela cuando cruzamos la puerta, que cierro para que mamá se vea obligada a llamar si quiere saber de mí y así tener unos minutos para ocultar lo que sea sospechoso a la vista. Un perro que en realidad es un chico. Una llamada de una amiga en contacto con rebeldes. No quiero probar cuál es el límite de mi madre para mostrarse compasiva. —¿Cómo se corta este papel?— pregunto como una duda honesta, que no he visto nunca uno igual. No sé si me oye porque me echa apuro, que no entiendo por qué si es tengo el resto del día para festejar mi cumpleaños, y los ojos se me agrandan, casi se me cae el plato al suelo cuando menciona a su tía. —¡¿ESTÁS LOCO?!—. Puede que mi grito haya sido un poco, demasiado alto. Camino hasta la cama para dejar la bandeja con la torta en el borde, subo para colocarme en medio de las mantas. — ¡No puedes buscar a tu tía! ¡Es la enemiga número uno del país! ¡Y tú eres el número dos! Si sales del Capitolio para ir a buscarla, si…—. Tantas cosas pueden salir mal, que no lo entiendo. —¿Por qué? ¿Por qué quieres buscarla?— pregunto, necesito conocer esa respuesta para descartar su idea como una locura o tratar de verle el sentido. —¿Por qué saldrías de un lugar que ha sido seguro para ti por meses para ir a buscarla? ¿Crees que lo vale?
Anonymous
Kendrick O. Black
Fugitivo
No la culpo por las horas de soledad, sé que no tengo otra opción y ya estoy empezando a acostumbrarme. Tampoco es tan malo, cuando no era animago me pasaba días encerrado en el departamento de Lea sin ver la luz del sol y ahora al menos tengo la posibilidad de dar algún que otro paseo sin que nadie se fije en mí, salvo los niños que corren detrás de mi rabo diciendo que es muy peludo y preguntando si pueden acariciarme la cabeza — Lo de los hechizos suena bien, pero… — dibujar se me da mal, ya lo he intentado y no creo tener la paciencia para pasarme horas practicando — ¿Qué te parece enseñarme algo de leyes? Tal vez algún día me sean útiles — considerando que nos van a condenar a todos a la horca y posiblemente ni nos den oportunidad de defendernos, me gustaría tener al menos algo con lo que pelear que no sea mi varita.

Intento no mostrarme ni herido ni exasperado porque está criticando el grosor de mi pastel, pero no llego a quitárselo porque empieza lo importante y tengo que sonreírle con la inocente disculpa que mucho no me merezco — Sí, sí, ya sé todo eso — como si no viese los carteles por todos lados, repitiéndose en la televisión como si la gente no conociera nuestros rostros de memoria —  No lo sé. El invierno está terminando y ya no será muy riesgoso que me mueva por … bueno, otros sitios. No sabemos de ella, pero podemos intentarlo — sí, nos pongo en un mismo combo, incluso cuando sé que estoy siendo completamente egoísta. Para calmar mis nervios, le quito el pastel, lo apoyo sobre el escritorio y me pongo a cortarlo con tal de mantenerme concentrado en algo que no sea su rostro — Es la única familia que me queda y necesito saber mejor de los Black para hacerme una idea de qué hacer a continuación. No podré ser tu perro por siempre, ya sabes. ¿Qué pasará cuando se den cuenta de que no vivo tan poco como un animal o cuando Simon o tú ya tengan su vida? — porque sé que eso sucederá, tarde o temprano. ¿Qué hay de la mía? ¿Me volveré un perro viejo y amargado? ¿Nunca más tendré una posibilidad de siquiera salir con alguien?

Como es su cumpleaños, tomo una porción con mucho cuidado y se la tiendo para que ella sea la primera en probarlo, usando una mano como plato para que caigan allí las migajas — Creo que todos nos merecemos saber de dónde venimos para saber hacia dónde vamos. Stephanie será peligrosa, pero necesito saber que esa familia fue real y no solo nombres en viejas fotografías. ¿Comprendes? — espero que lo haga, sino no tengo idea de a quién pedirle ayuda. Ivar no querrá hacerlo y Simon es muy joven. Y ya he aprendido a no ser tan idiota suicida.
Kendrick O. Black
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Invitado
Invitado
Sé lo tedioso que puede ser estudiar leyes, porque lo sufro cinco días a la semana, con clases dictadas en un tono monótono y mis ojos terminan irritados de tanto leer en pantalla artículo tras artículo, que se debe memorizar con los números, porque no saberlos implica un desaprobado. Hay una buena razón para saberlas, a pesar de todo, y se lo comparto a Ken: —El conocimiento es poder—. Suena raro dicho por mis labios, pero son de esas verdades que no voy a negar. —Si el gobierno dice que eres un criminal, ¿qué mejor que aprender las leyes? Tenía un profesor que en mi primer año me dijo que hay que conocer las estructuras para cambiarlas, el estilo libre por estilo libre es un viento que pasa entre columnas, pero no las derriba— digo, no hace falta que mire hacia atrás para saber que me sigue y para cuando estamos dentro, un pensamiento se instaló en mi mente, al que debo dar un par de vueltas antes de verbalizarlo, porque sé de los riesgos que trae consigo.

Así como decirle sencillamente podría darle una copia de las llaves a Ken, para que salga las veces que quiera. Hubiera aceptado con emoción, lo sé, pero no lo haré. Porque lo cuido de sí mismo. No seré yo quien le dé la absoluta libertad de vagar por el Capitolio cuando un error lo llevaría a la tortura que ya le hicieron pasar una vez. Por eso, ¿ir a buscar a su tía? Es salir de un sitio seguro, arrojarse a lo impredecible y peligroso. No quiero convertir un refugio en una cárcel, ni poner en mis labios las mismas palabras que mi madre me repitió cuando era una niña: que aquí estoy segura, fuera el mundo duele demasiado. Sé que el día que Ken quiera irse, sólo se irá. —¿Piensas reunirte con tus amigos otra vez?— pregunto, cuando dice «podemos intentarlo». —¿Ir con ellos?—, me hundo en el colchón de mi cama, porque cuando todo eso ocurra, será donde me encuentre, en esta misma habitación. Pero la razón que me da es una que puedo entender, por loco que sea ir detrás de alguien que se convirtió en leyenda urbana, ella tiene todo lo que necesita saber para asumir su identidad y comprendo lo que es la necesidad de sentir a la familia. —Sé que no puedes ser nuestro perro toda la vida, ¿te imaginas jugando con mis hijos? Un par de niños pálidos tirándote de la cola y las orejas— sonrío, aunque el brillo no me llega a los ojos.

En realidad estaba pensando en algo… ¿Me pasas el cuchillo? No me gusta hacerlo levitar, mamá dice que no es seguro— pido, que me acomodé con el pastel y si no lo comemos pronto no sé en qué podría transformarse. —Estaba pensando que en un año seré abogada y podría representarte en un juicio. Exigiré que se te otorgue uno, no importa los años que tarde, ni hace falta que estés. Te representaré y tu caso hará jurisprudencia, abrirá una nueva doctrina. Será ejemplar y muchos otros chicos serán juzgados a partir de tu nombre— lo voy diciendo con una voz que va ganando fuerza, hasta que puedo verlo como algo tangible y real, convencer a alguien más ingenuo de que eso es posible, pese a que a nosotros que somos un par de ilusos siga sonando como algo improbable. Pero, ¿quién sabe? —Si mientras tanto quieres buscar a tu tía, entiendo que lo hagas— y a pesar de mi comprensión, se me rompe un poco la voz porque podría no volver a verlo y siempre me preguntaré si es que acabó muriéndose de frío en algún edificio en ruinas, en otro invierno. —Hay sitios clandestinos en internet, que divulgan cierta información. Nunca sabes si es cierta y suelen cerrarlas en cuarenta y ocho horas como mucho. Y si quieres saber algo de los Black… ¿quieres preguntarle a papá? ¿Buscar a alguien que los conoció más de cerca?— sugiero.
Anonymous
Kendrick O. Black
Fugitivo
Por su pregunta, comprendo que no ha captado mis palabras y aprieto mis labios con una pequeña relamida. Siento vergüenza de dar una pequeña declaración que ella no ha considerado, rasco mi nuca y jugueteo con algunos de los cabellos que decoran la zona hasta que mis hombros se alzan con desgano — Tal vez. Los he extrañado y ahora puedo entenderlos un poco mejor — lo cual no es mentira, a pesar de que no perdono las actitudes que han tenido para conmigo y mi derecho a la verdad. Añoro a las personas del catorce, incluso a aquellas que me hacían irritar, pero no estoy seguro de contarlos dentro de mi aventura. Y el futuro que imagino está muy lejos del que ella narra, porque no deseo ser la mascota de sus hijos y carecer de cualquier chance de vivir como un ser humano decente. Aún así, regreso la sonrisa con el mismo desgano que ella, creo que los dos sabemos muy bien lo que pensamos sin necesidad de ponerlo en palabras — ¿Serías tan cruel de permitirles el tratarme así? — intento sonar bromista, la amargura me hace fallar en el intento. No, no seré parte de ese cuadro.

Le paso el cuchillo y me meto la porción que yo mismo he cortado en la boca; podría saber peor. Tener los labios ocupados en cubrir las migajas que estoy masticando me permite el silenciarme, mis ojos demuestran desconfianza porque lo que dice suena a algo muy poco probable y creo que no soy el único aquí que se da cuenta de las fallas — Syv, han ejecutado a personas por menos causas que esta. ¿Crees que siquiera van a escucharnos, cuando con solo estar en tu dormitorio ya estamos rompiendo la mitad de las leyes de tu país? Y no puedo decir que soy inocente, ataqué a dos ministros deliberadamente y no me arrepiento de eso, sino de haber perdido y que me atraparan — aunque estoy muy orgulloso de haberme llevado a ambos conmigo al limbo de los heridos.

Quizá en otro momento me hubiese dejado llevar por lo que me está diciendo, pero la verdad es que me llama más la atención el cómo lo hace. Me trago lo que me queda de la porción y mi andar es lento cuando me acerco, posándome en la cama hasta tomar asiento a su lado como si fuese un territorio prohibido y no uno en el cual me recuesto cuando soy solo su mascota — ¿Nadie puede rastrear tu historial? — pregunto, sin intenciones de ilusionarme — No lo sé… no quiero que tu padre se preocupe y use su autoridad de adulto para ponernos pegas. ¿Crees que aún quede alguien allí que los haya conocido lo suficiente sin haber muerto después de su caída? — he leído las noticias que pude recuperar online y todavía se me revuelve el estómago. Se trató de un salón repleto de gente envenenada, incluyendo a sus ministros. A eso se redujo la familia que supo manejarlo todo y cuyo nombre se volvió simplemente una sombra sin peso.

Aún así, mi mano vacila hasta deslizarse por el acolchado y tomar la suya — Syv… — mi voz muta a un murmullo suave, como si la habitación estuviese repleta de gente invisible y no quisiera que ellos escuchen — No me iré lejos, ¿lo sabes? Puedo buscar y regresar, si me ayudas. Ya sabes, aparecernos en algún sitio y volver antes de que alguien sospeche. Confío en que, al final, todo estará bien para nosotros sin la necesidad de que acabemos en problemas. No quiero eso para ustedes, no se lo merecen — intento verlo de la mejor manera posible, una que no me amargue demasiado. Una mentira piadosa.
Kendrick O. Black
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Invitado
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No creo que sean suficientes todas las veces que pueda decirle que lamento lo que le ha pasado y hacer el intento de entender un poco de todo eso, que escapa de mi conocimiento sobre la vida misma. Me apropio de la angustia que debe sentir por no ver a sus amigos, es normal que los eche de menos. Han pasado meses desde que se mudó de nosotros y no le he pillado ni una vez poniéndose en contacto con algunos de ellos. Por la relación accidentada que tengo con Mimi de llamadas que se interrumpen o los constantes desencuentros, no es que como si esperaba descubrirlo en esas cuando lo he visto usando el internet. Es como si todas estas semanas se las hubiera pasado encerrado en una burbuja, bonita y segura sí, pero que lo aisló por completo. —No, claro no les dejaría. Eso no va a pasar…— murmuro, algo me dice que no llegaremos hasta ese momento de nuestras vidas con esta farsa de que es una mascota, las verdades a la larga se develan.

Rebano un poco de mi pastel para llevármelo a la boca, lo mastico con cuidado para que el sabor no me asuste, en tanto escucho su versión de los hechos. Paso el bizcochuelo por mi garganta con una sorpresa que me hace desviarme de tema por un momento. —¡Oye! ¡Esto está mejor de lo que creí!— exclamo, mi sonrisa hace que toda mi cara pierda esa seriedad de futura abogada que debe llevar un caso imposible a tribunales y descarto sus preocupaciones con un movimiento de mi mano. —Haremos un par de retoques a tu testimonio, como sea, dentro de unos años estaré en el Wizengamot diciendo por qué una persona no debe ser juzgada culpable por su condición de sangre y nacimiento. Si esa persona incluso lo ignoraba, se acabará todo eso. Cada persona será juzgada por sus actos, no por su nacimiento sobre el cual no ejerce voluntad—, lo veo tan claro para mí que no puede ser otra cosa que una utopía. —Déjame soñar, Ken. Es mi cumpleaños— le pido, antes de que siga poniéndome reparos y sea quien asuma mi actitud de que todos acabaremos muertos, que esa línea es mía.

Muerdo otro pedazo del pastel, así que las migas se escapan de mi boca cuando le contesto: —Mimi me enseñó algunos trucos para ocultar parte de mi historial—. Tener una amiga que sabe de esas cosas tiene sus ventajas para cualquier adolescente, que desaprovecho porque mi historial oculto son los chismes que leo de las celebridades y un par de novelas de romance que me avergonzaría que alguien las encontrara en mi mesita de luz, así que mejor las leo por internet. —Una vez tuve un blog, ¿sabes? Usaba lo poco que aprendí de Mimi para que nadie en la escuela me hackeara la cuenta. Era un blog de cotilleo— le cuento, por poco me atraganto con la rebanada por culpa de estar hablando con la boca llena y esa debería ser señal de que me calle de una buena vez, —Tenía catorce años, no me juzgues— pido. —De esa experiencia sé algo sobre investigación, sin embargo… no sé si servirá para ayudarte a ti. ¿Escuchaste alguna vez sobre la Red Neopanem? Ellos quizás…—, voy bajando mi voz al hablar como si hubiera micrófonos que escucharan nuestra conversación, lo que es una paranoia estúpida, porque el hecho mismo de que Ken esté aquí, hablando o en silencio, es razón para que allanen la casa con todo el cuerpo de Seguridad Nacional. No sé en qué puedo ayudarle, pero quiero hacerlo, me esfuerzo en pensar, tanto que se me arruga un poco la frente y relajo mi expresión al sentir su mano sobre la mía. —¿Estás… pidiendo que te acompañe?— pregunto, y mis cejas vuelven a unirse en un gesto ceñudo. —¿Me preparaste un pastel para eso? ¿Querías pedirme que te haga de lleva y trae porque sé aparecerme?— lo interrogo.
Anonymous
Kendrick O. Black
Fugitivo
¿De veras? Tal vez, si tu plan funciona, algún día pueda ser chef — lo cual suena casi igual de disparatado que todas las cosas que suelta en su intento de sonar como una persona lógica en un mundo que vive patas para arriba — Estás hablando de cambiar toda la estructura sobre la cual se ha alzado el sistema actual. No solo deberías cambiar la ley, sino también la mentalidad de las personas — por el modo que le estoy hablando, le dejo bien en claro que está hablando de imposibles y que me he resignado un poco, aunque no del todo. Muevo mis manos en el aire en señal de inocencia, le cedo el capricho de los sueños por hoy, porque creo que los dos lo necesitamos. Por una tarde, no ver el futuro tan negro.

¿Por qué no me sorprende? Lo de Mimi enseñando tecnología ilegal, lo otro sí me hace abrir los ojos como enormes burbujas sin poder hacerme esa idea de Syv, a pesar de haber escuchado más de un suspiro de su parte, esos que me hacen olvidar que es unos años mayor que yo — No te juzgo, aunque tampoco lo hubiese imaginado. ¿Por qué hacen esas cosas en las escuelas? En XoXo Witch también hablan de cotilleos, pero creí que era exageración de la trama — no, momento, nos estamos desviando de lo importante. Por suerte para mí, menciona a la red y le sonrío con algo de gracia, como cuando alguien está ignorando factores cargados de obviedad — Me parece que no prestaste atención a las noticias. La red y el catorce han trabajado juntos, incluso viví con ellos un tiempo. Sé que saben investigar, pero… — la manera en la cual dejo la frase en el aire evidencia que no estoy seguro de querer involucrarlos, al menos a todos. Que la red se meta hará que gente como Ava, Ben o Amber sepan de mí y eso significaría miles de trabas para que yo no cumpla mi cometido. En otras palabras, lo arruinarían.

¡No, no! — uso las dos manos esta vez para cubrir la suya y la alzo en señal de ruego, demuestro mi desesperación al acomodarme en la cama para verla de frente y hasta encorvo un poco mi postura — Te preparé un pastel porque te lo mereces, es solo… bueno, pensé que me ayudarías. Sé que hice mal en darlo por supuesto, pero me gustaría… bueno, confío en ti. ¿Y qué mejor opción que la persona que se encarga de que mi pelaje se encuentre esponjoso todas las semanas? — además, hablar de mi condición con cualquiera supondrá un riesgo, no solo para mí sino para quien lo sepa. Apoyo su mano sobre su panza para soltarla, aunque le doy una palmadita — Prometo recompensarlo, solo pide lo que quieras. Pero si quiero una vida normal en el futuro, primero debo mirar hacia el pasado. Sé que podría ayudar a las personas que piensan como nosotros, pero necesito conectar los hilos — identificarme en algún bando, bajo un estandarte, sería ideal.
Kendrick O. Black
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Invitado
Invitado
Aprecio que tenga el gesto de dejarme soñar como se lo pido, puedo cerrar por un momento los ojos y soñar con ser una abogada de tribunales, él absuelto y montando su propia pastelería, con torres de tres pisos, en un mundo en que los ministros no bajarán la cabeza ante la nueva figura de autoridad y sancionarán leyes que sean más equitativas para todos. Suspiro al desvanecerse el sueño para caer lentamente en esta realidad de la que no podemos desprendernos, en la que es un chico con una sangre que lo condena y de todas formas, insiste en querer saber conocer su identidad como Black. Con lo confusa que es mi propia familia, puedo entenderlo. Haré lo que pueda por apoyarlo, también. Y tal vez nos vayamos un poco de tema… —No lo sé, a esa edad se me hizo interesante tener un alter ego que fuera menos tímida y más frívola, fue sólo una etapa…—digo, me encojo de hombros para restarle importancia, que lo han hecho otras personas antes y lo seguirán haciendo.

Retomamos lo importante de la conversación al proponerle lo que se me ocurre al azar, lo de la Red queda descartado de inmediato. —No lo recordaba— es mi disculpa honesta, no sé si es porque esas noticias viejas fueron desplazadas por otras más recientes y la expectativa que se creó a partir de la fuga de los esclavos del mercado, como si todos nos hubiéramos quedado esperando a que estalle una siguiente bomba, que la quema del distrito catorce se va haciendo un recuerdo cada vez más lejano, que a la larga será olvidado por quienes no tienen una vinculación con ese hecho. ¿Yo? Encerrada en mi confort, a la larga acabaré por olvidar todo. Si él decide ir tras su tía, tal vez en cinco o diez años siga recordándolo, tomando decisiones en base a lo que aprendí de convivir con un chico ingenuo que el país lo tachó como un criminal peligroso. Pero en quince, veinte años, cuando la vida pase… también será solo un recuerdo. Tendré que tomar nuevas decisiones, más adecuadas a las personas que me acompañen entonces.

Por eso, tomo una decisión que creo que será trascendental en este momento, en que cumplo veintiún años comiendo un pastel feo, pero que está rico. —Te acompañaré— digo en voz alta, —Te llevaré y te traeré las veces que hagan falta— prometo. Pongo en alto mi dedo índice. —Y me guardaré ese cupón de pedirte lo que quiera para cuando sepa que pedirte y lo considere oportuno—, así no se lo toma todo a gratis. Saco mis piernas de la cama para limpiar las migas de mi pantalón y camino hasta el escritorio para recuperar mi computadora portátil, así me la traigo conmigo al sentarme en el borde. —Ken, quizás lo que sueño no se cumpla nunca. Ni quiero pasarme toda la vida teniendo esos sueños. Y tampoco quiero pesimista, pero es probable que mueras joven— lo digo con toda la amabilidad que puedo. — Te mereces saber todo lo que puedas sobre ti mismo antes de que eso ocurra. ¿Conoces la historia de la Dama de Shalott? Era una mujer que vivía en una torre a la cual le habían dicho que moriría si salía de ahí, un día lo hizo y se ahogó al tratar de cruzar el lago que lo bordeada. Pero, ¿sabes qué? Hubiera muerto de todas maneras, algún día…— cuento, mientras ocupo mis manos en encender la computadora. —Hay que asumir riesgos.
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Kendrick O. Black
Fugitivo
Siento que la miro con la expectativa a flor de piel, demasiado cálido cuando recibo una respuesta afirmativa a una petición que sé que no es fácil, porque estoy rogando una vez más que arriesgue su pellejo por ir detrás de un fantasma, a quien nadie ha visto en años — Prometo que te daré lo que pidas, sea lo que sea. Incluso si es ir a ver las aureolas boreales — es un juramento que hago con la mano en el corazón, es lo mínimo que se merece. Acomodo mejor mi postura para que ella pueda salir de la cama sin patearme y, a decir verdad, nada de lo que dice me toma por sorpresa. He dejado de tener ilusiones altas, aunque me produce un extraño pinchazo amargo el que incluso ella sepa que no voy a vivir mucho. ¿Qué esperanzas tengo, después de todo? — Eres el alma de la fiesta. Menos mal es tu cumpleaños y no el mío — satirizo, espero no sonar tan borde como creo que lo he hecho.

Al menos consigue llamar mi atención y apoyo las manos en el colchón para acomodarme y así asomar la cabeza por detrás de su hombro, buscando ver la pantalla de su portátil — Pues intentemos no ahogarnos en ningún río, pretendo tener algo de barba al menos alguna vez — hasta ahora solo he podido hacer crecer un bigote demasiado patético y como es pura pelusa, prefiero afeitarlo — Tengo hasta una lista de cosas a hacer antes de morir: cruzar el océano, comer sushi, ponerme bien ebrio, perder la virginidad, caminar por las calles como una persona libre... — voy enumerando mis puntos con ayuda de mis dedos, veo cada una de esas cosas como algo muy obvio pero, su vez, estoy seguro de que no cumpliré todas. El tiempo es escaso para todos, yo me he metido de lleno en un enorme reloj de arena.

Para calmar la ansiedad en la espera de lo que vaya a hacer en la computadora, pellizco un poco de la torta y me la pongo entre los dientes — Sé que la han estado buscando en el norte, pero quizá le preguntaron a las personas equivocadas. ¿Crees que ella venga a mí si se entera que la estoy buscando? — es un movimiento arriesgado, pero ya estamos jugados de todas formas.
Kendrick O. Black
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Una carcajada me raspa la garganta por lo inesperada de su promesa. — No te pediré un imposible—aclaro. Las luces boreales son lo mismo que un amor platónico, son cosas que tal vez nunca vea y no llegue a experimentarlas, más bien son los pensamientos amables que todos necesitamos para dormir por las noches, por algo los padres desafinan canciones de cuna para sus bebés o improvisan cuentos sin pies ni cabeza. Está bien tener un cajón de ilusiones, pero se necesitan también de cosas reales, que se puedan tocar y entender, que le den sentido a lo que vivimos. Saber quién es me parece tan necesario como el aire para respirar, algo concreto a lo que pueda aferrarse y usar como punto de partida para ser quien quiera ser, pese a mi pronóstico de una muerte joven. — Pensar que no tenemos todo el tiempo del mundo nos ahorra el creer que podemos postergar algo indefinidamente, ayuda a que tomemos riesgos en el día. ¿No lo crees?—pregunto, no es que sea pesimista, tengo una rara manera de encontrar motivación en esto, que yo lo necesito. A pesar de ser quien cumple años, no tengo ni la mitad de las anécdotas que contar de las que tiene Ken, a quien le llevo un par de años de ventaja en este mundo.

Si pudimos con un dementor, ¿está mal que confíe en que podremos con lo que se interponga en nuestro camino? Además, ¿no has sobrevivido a otras cosas peores? No sé si es suerte, temo que un día se te acabe y te mueras— tan frontal e inocente en mi comentario, que lo miro de soslayo como si esperara que estuviera de acuerdo conmigo — Pero también cada ocasión es una victoria y puede que al final la parca te de como un caso perdido, y te deje en paz, ¿no?— digo, mis dedos moviéndose en las teclas para escribir mi contraseña que es mi segundo nombre y el año de mi nacimiento, no me importa que Ken lo vea. Escucho sus listas de cosas por hacer con una sonrisa mientras espero a que cargue la ventana del navegador, ese que todos sabemos que de fondo está siendo controlado. Aprieto un par de teclas y se abre una ventana gemela, la leyenda al pie es la que marca la diferencia porque la identifica como un navegador clandestino. — Tienes deseos muy peculiares — opino, — Y un par se pueden dar fácil. ¿Te gustaria comer sushi por mi cumpleaños?—le propongo, que puedo hacer el pedido desde mi teléfono y lo tendremos en menos de media hora. Subo mis pies a la cama otra vez para que la computadora quede apoyada en el espacio de mis piernas cruzadas, asi puede ver mejor la pantalla. —¿Y cómo harías eso? ¿Mandándole algún tipo de mensaje en clave? —, me froto la barbilla, pensando. — ¿Me habías dicho que tenías un anillo, no? ¿Por qué no lo usas de señuelo? Podemos ir al mercado del doce, ofrezcámoslo a la venta, entre otras cosas, esperemos a ver si se aparece alguien sospechosamente interesado —. ¿Estoy loca? ¿Me contagié de la locura de este chico para tener ideas tan suicidas? Probablemente. — Yo me disfrazaré, tú irás como perro.
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Fugitivo
Un solo dementor, por desagradable y terrible que pueda ser, puede ser nada si lo comparamos con otras amenazas que se extienden a lo largo de NeoPanem para gente como nosotros. Sí, la incluyo, porque ella no es una persona inocente aunque nadie pudiese sospechar lo contrario. Yo soy un fugitivo, ella es mi cómplice. Sé que he abusado de mi suerte incluso cuando tiendo a quejarme de ella, pero a veces sospecho que estoy viviendo más tiempo del que me pertenece  — Si algún día me deja en paz, que lo haga antes de que me empiece a fallar la espalda. No es divertido correr con una ciática fallida — intento tomármelo con humor, quitarle importancia a un asunto que a otros los tendría de lo más deprimidos. No puedo vivir la vida de esa manera, es algo que me acaba condicionando de alguna forma u otra.

No sé si son deseos particulares, el sushi es un antojo que me ha quedado por culpa de los programas de televisión en los cuales viven comiendo esa cosa como si fuese un manjar exquisito y exclusivo — Por un momento tuve la esperanza de que digas que ibas a presentarme a alguien — bromeo, suspirando con falso dramatismo, tan exagerado que alzo mis hombros y los dejo caer — ¿De verdad quieres pedir sushi? ¿No es costoso? — miro el pastel como si de esa manera pudiese debatir conmigo mismo, porque parece que va a pasar su cumpleaños llenándose el estómago conmigo en lo que puede ser una tarde cargada de planes ilegales. Sí, es mejor planear un suicidio con la panza satisfecha — Lo aceptaré y prometo comerlo incluso si no me gusta — que vamos, he comido hasta ardilla cruda, así que mi estómago debe aguantarse cualquier cosa.

Subo los pies a la cama y los cruzo, apoyo un codo en la rodilla y así me sostengo el mentón en lo que miro a la pantalla y medito sobre nuestras posibilidades — La última vez que ese anillo se movió, cayó en manos de Hans Powell y eso me valió una linda sesión de tortura. No sé si es una buena idea, pero aún así… es de lo poco que tenemos — al fin de cuentas, es lo único que poseo que tiene las iniciales de Orion Black y Cordelia Collingwood. ¿Sería un movimiento muy arriesgado? — Tampoco sé qué tan buena idea sea vender un anillo en los barrios más bajos, he oído historias terribles sobre los ladrones de la zona y mejor ni hablemos de otro tipo de delincuentes — la simple idea hace que ponga mala cara y muevo los hombros para disimular el estremecimiento —  Deberíamos hacer primero un estudio del área para saber dónde meternos y a quiénes evitar. ¿A quién conocemos que pueda ser un mapa para nosotros? ¿Crees que Mimi pueda ayudarnos y guardar el secreto? — al fin y al cabo, debe tener más experiencia.
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Invitado
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Podemos darles largas a su pronóstico de muerte joven, pero con una sonrisa ligera a tono con su ánimo de bromear a costa de ello, dejo pasar el tema. La conversación se va haciendo más llevadera, libre de ese peso grave que tiene hablar sobre cuestiones como morir, que sus deseos a cumplir también son excusas que encontramos para tener una charla que se parece a la de cualquier otro par de adolescentes. —¿A quién te presentaría? ¿A Mimi?— pregunto, y suelto por un segundo la computadora para descargar mi puño en un golpe suave en su hombro. —No te voy a presentar a mis amigas para que pierdas tu virginidad, Ken— le aclaro, con un tonito agudo de actitud escandalizada que desbarato con una carcajada. —El sushi si es algo que te puedo ofrecer, no te preocupes por el precio. Pagaré con la tarjeta de mamá y diré que fue mi regalo de cumpleaños— de esa manera le quito importancia, que el obsequio que recibo todos los años por parte de ella son materiales de dibujo y no sé qué me falta entre todo lo que tengo. —Piénsalo como una nueva experiencia— ensancho aún más mi sonrisa por su promesa de que se comerá el sushi sin importar que el sabor le disguste, sé que no me perderé detalle de la primera vez que lo pruebe y así poder reírme de él cuando lo escupa.

Hacer bromas dura tan poco, no sé puede actuar con la despreocupación propia de nuestra edad, si al siguiente cambio de tema menciona la tortura por la que pasó, en sentido literal. —¿El ministro de Justicia? ¿Así fue como te apresaron?— pregunto, me recorre un escalofrío por los brazos y la mirada que coloco sobre él hace que mis ojos se vean aún más claros, —no puedo creer que torturen a un chico, no puedo creer… tantas cosas. Tantas cosas están mal…— musito, meneando mi cabeza porque no hay mucho que pueda hacer, que mi idea de un juicio que lo redima ya lo tildamos como un delirio que no se concretará. —Sólo fue una idea…— murmuro, refiriéndome al anillo que le propuse vender, conozco tan poco como son las reglas fuera del Capitolio, que no es mucho lo que pueda aportarle. Se necesitaría alguien más familiarizado con el trato del norte y Ken nombra a la persona perfecta. —¿Siquiera dudas de ella? ¡Vamos! ¡Es Mimi! Ella te guardaría un secreto mejor de lo que podría hacerlo el equipo de seguridad especial de los aurores— presumo de mi amiga y sus habilidades, que no sé qué tanto la llegó a conocer Ken, pero yo confío plenamente en ella. —Le enviaré un mensaje, ¿sí? Para que hagamos una videollamada si ella puede y entonces, ¿quieres hablarle?— propongo, usando el navegador alternativo para abrir una pestaña en la que no se ve una interfaz estética, sino una seguidilla de códigos entre los que me muevo sabiendo leerlos. Presiono una tecla para que el mensaje se envíe y le traspaso la computadora a Ken. —Yo pediré el sushi mientras tanto— digo, tanteando con mi mano las sábanas hasta dar con el teléfono casi debajo de la almohada.
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Kendrick O. Black
Fugitivo
No fue exactamente así, eso hace que menee la cabeza de un lado al otro en sentido idefinido con los labios suavemente apretados — Fue cuando terminé preso tras el atentado. Powell solo siguió deducciones en base a su propia investigación privada — ruedo un poco los ojos al soltar esas palabras como un título fastidioso y desagradable — Mi sangre se lo confirmó, supongo. Solo quería saber cosas de mi familia y… bueno, ya sabes. Un permiso basta — una firma de un juez con la autoridad suficiente es lo que necesitaban para que mi cuerpo sea el campo de juegos de los aurores. Me costó un tiempo en sentir que mi anatomía me pertenecía, para variar. Hay muchas cosas que profanan en ese sitio, te hacen sentir minúsculo y sucio, como si los golpes no solo quedasen marcados en tu piel.

Le hago un gesto con una sacudida de la mano para que no se preocupe, que sé que solo está tratando de ayudar y que todas las ideas son bienvenidas. Al menos los dos parecemos coincidir en que Mimi sería de ayuda y, por un momento, siento que estamos empezando a encaminarnos en una misma dirección. No tengo idea de cuál será esa exactamente, pero ya voy a poder descubrirlo — ¿Crees que tendrá problemas si alguien en la red se entera que está hablando conmigo? — hasta donde sé, cualquier contacto que he tenido con pocas personas hace unos meses ha quedado en secreto y no me quiero imaginar el sermón que me darían los del catorce si se enteran que estoy viviendo en el Capitolio en forma de perro. Obviemos la parte de ser un suicida que quiere buscar a Stephanie Black, eso es un punto y aparte.

Con un asentimiento, me acomodo mejor en la cama para poner la computadora sobre mi regazo y hacerme cargo de la comunicación en lo que Syv se ocupa de la comida. Como tarda unos momentos en conectarse y la lucecita no deja de titilar anunciando que no hemos conseguido hacer el contacto, suelto una idea que he estado considerando hace un tiempo — ¿Crees que podría…? — pero no lo digo, porque una pantalla se abre y, aunque en primera instancia la imagen se nota pixelada, podría reconocer esa mata oscura en cualquier parte — ¡MIMI! — es una tontería, pero no pensé jamás que me alegraría tanto de verla. Han pasado meses y quizá no fuimos los mejores amigos, pero hemos compartido lo suficiente como para sentir que estoy recuperando algo que había perdido — ¿Me ves? ¿Puedes oírme? Hola… — sacudo una mano delante de la pantalla a ver si el movimiento sirve de algo, hasta que la imagen se vuelve nítida y estoy seguro de que puede ver el ancho de mi sonrisa — ¡Sorpresa! Adivina quienes te necesitan para una misión suicida en busca de Stephanie Black a lo largo y ancho del país — y solo para que no queden dudas, me acomodo de manera que tanto Syv como yo entremos en la imagen. ¿Cómo acabé viviendo con ella? Ya tendré tiempo de darle los detalles.
Kendrick O. Black
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Mimi J. Johnson
Consejo 9 ¾
Los últimos meses habían sido… interesantes por así decirlo. Movidos y algo solitarios, pero una experiencia que en sí misma, me había ayudado a aprender un par de cosas de mi misma. ¿La primera? Doy asco cuando no tengo nada para hacer, así que había tomado más trabajos de la cuenta, muchas veces ad honorem, y también puede que hubiese robado un poco más de lo que me correspondía. Escapar a los aurores en la situación en la que estamos se torna más difícil cuando cometo este tipo de errores, y la única razón por la que no me han atrapado hasta el momento es porque incriminar a otras personas es más fácil que seguir cubriendo mis huellas cibernéticas.

A decir verdad este tipo de vida me había hecho no prestarle atención al paso del tiempo, y cuando el mensaje por parte de Syv me llega, casi se me va el alma al suelo al notar la fecha que era. No me cuesta demasiado establecer las conexiones necesarias, y desviar la Ip casi que es un juego de niños. Lo que realmente era complicado era hacer que la red fuese lo suficientemente estable para soportar la conexión. - ¿Pero qué? - Si no fuese porque la voz al otro lado de la pantalla grita mi nombre con una efusividad que no esperaba, probablemente hubiese desconectado todo al no ver la cara de la rubia ni bien el video comienza a esclarecer. - ¿Kendrick? - De acuerdo, la magia se me estaba dando cada vez mejor, pero no sabía que tipo de magia había hecho esto posible. Ah, no… simplemente fue la total y completa falta de juicio de Synnove.

- Aguarda, aguarda un segundo. . Levanto la mano en señal de alto y la dejo ahí mientras que termino de enfocar la imagen. - Ahora sí… Primero que nada: ¡Feliz cumpleaños, Albi! - Levanto un pulgar en su dirección y le regalo una sonrisa. - Segundo… ¿Qué demonios están haciendo ustedes dos juntos? - No sabía a cuál de los dos regañar primero, así que simplemente me pellizco el puente de la nariz y vuelvo mi atención a la pantalla. - Olvídenlo, no quiero saber, no por este medio al menos. ¿Qué es eso de una misión suicida? No.. aguarden. Sí quiero saber. Llevo meses sin saber de ninguno, así que necesito un resumen breve. Por favor…- Casi que suena a súplica, pero mi cerebro ya estaba armando muchas situaciones que no tenían ni pies ni cabeza.
Mimi J. Johnson
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Invitado
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Tapo la boca de Ken un movimiento brusco que hace impactar mi palma contra sus labios. —¡No digas el nombre de tu tía!— grito, que una cosa es que la mencionemos en voz alta entre nosotros y otra es referirnos a ella cuando estamos en medio de una videollamada que podría accionar alarmas quien sabe dónde, porque ese nombre tabú se filtró en la red. Tal vez estoy siendo paranoica, ¿lo estoy siendo? Sí, lo estoy. —¿Podemos pensar algún apodo para la ella como Black Queen o SB?— sugiero. La cara de Mimi se está haciendo más nítida en la pantalla, pese a que la señal es tan mala que siguen cruzando unas líneas de distorsión que tapan su cara de la nariz para abajo. Retiro mi mano de la boca de Ken como si hubiera sido pillada en algo que no debía, que es cómo me hace sentir la pregunta de Mimi. —¡No es lo que parece!— le aclaro un poco atropellada, aunque ella misma decide dejar pasar el tema para enfocarse en la proposición que le hizo Ken a bocajarro, así que espero a que se explique.

Intercambio una mirada rápida con él cuando al parecer sí tendremos que hacer un resumen de hechos, ¿y por dónde empezar? Tomo aire por la boca para llenar mis pulmones y hablar lo más veloz que puedo antes de que pase algo como que se corte la comunicación o nos caigan los aurores de elite por el balcón. — Buenoooo… pasó que mi papá encontró a Ken y decidió traerlo a mi casa, porque mi papá, bueno… tiene eso de querer traer a la casa a fugitivos de la ley que encabezan la lista de buscados y desde entonces lo tenemos escondido aquí como un perro desde hace meses. ¿Sabías que Ken es un perro?— pregunto a mi amiga y acerco mi cara a la pantalla. —¡Y le enseñó Dave! ¿Ves que te digo que ese chico es muy genial?—. Volviendo al resumen…—Y es eso, somos amigos. ¿Verdad?— espero a que el chico lo confirme como si tuviera alguna importancia. —Duerme en la cocina o con Simon— aclaro, por si las dudas. Giro en la cama para ver dónde quedó el plato con el pastel feo y lo traigo cerca de la computadora. —Me hizo una torta de cumpleaños y decidió que quiere encontrar a su tía para saber qué hacer con su vida. ¿Crees que podrías ayudarlo si lo hago aparecer en el cinco? Lo llevaré con su correa.
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Kendrick O. Black
Fugitivo
La mano de Syv se me estampa en la boca con tanta fuerza que siento que me cosquillean los labios, no hago otra cosa que echarle una mirada que se encuentra entre el reproche y el escándalo. No es hasta que la aparta de mí que puedo volver a hablar con normalidad — ¿Queen Black? ¿De veras? — pregunto en tono socarrón, algo que se me acentúa ante esa aclaración innecesaria — ¿Qué se supone que parece? Solo compartimos techo — aclaración que no viene al cuento, pero es mejor dejar los puntos desde entrada y no tener historias dudosas dando vueltas por ahí, en caso de que alguien abra la boca.

Resumir los últimos meses es un trabajo que de solo pensarlo me llena de flojera. Debe ser por eso que soy puro silencio de fondo en lo que Synnove es quien se encarga de dar las explicaciones, aunque no disimulo el ruedo divertido de mis ojos cuando se toma la molestia de señalar lo genial que es Dave. ¿Y en serio no quiere salir con él? Obviemos que David quiere salir con Mimi, es algo que jamás diría frente a la susodicha y mucho menos en el cumpleaños de la enamorada en cuestión — Amigos, claro — secundo sus palabras con un asentimiento y un beso en uno de mis dedos, creando una promesa a la pantalla que, de seguro, mucho no le interesa. No cuando mis ideas empiezan a tomar una forma demasiado real y siento que estamos yendo bastante rápido; no es que me queje, pero es un poco vertiginoso — No es necesaria la correa, sabes que te sigo y me porto bien — intento sonar indignado, pero no me sale del todo. Me acomodo para poder salir mejor en el margen de la pantalla y así poder dirigirme exclusivamente a Mimi — Sé que nadie ha visto a Stephanie en eones, pero tengo que encontrarla. Supongo que en la red ya todos saben quien soy… — hasta donde sé, Lea contó que habían soltado mi identidad el día en el cual regresamos de las minas. Siento que ha pasado una eternidad.

Si Stephanie está viva, tal vez pueda saber un poco más de mí mismo. Y quizá… — siento la garganta seca, porque no estoy muy seguro de lo que voy a decir. Lo he pensado mucho, pero es diferente tenerlo guardado en mi mente que el soltarlo libremente en el aire — … quizá, de esa forma, pueda decidir mejor si quedarme escondido o hacer algo al respecto. Alguien tiene que hacerlo y si debo reclamar mi derecho para que haya algún cambio, que así sea — porque sino, me quedaré esperando a que alguien más lo solucione o seré el perro de los hijos de Syv. Y pretendo ser, algún día, el hacedor de mi propia suerte.
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Mimi J. Johnson
Consejo 9 ¾
¿Qué se supone que debía parecer? Más que cuestionarme acerca de sus decisiones de vida al refugiar a un enemigo público, viviendo con un funcionario del gobierno, no había nada que le pudiese reprochar o criticar. Ken piensa igual, así que me limito a alzar una ceja y fruncir la expresión con desconcierto. Amaba a Syv, pero no estaba segura de poder pasar ni un día dentro de su cabeza. - ¿Que tu padre hizo qué? - No esperaba eso, porque incluso aunque supiese que Ivar Lackberg tenía más de una fachada tras la cual esconder sus intenciones, jamás pensé que se arriesgaría de esa manera, o que arriesgaría a su familia de esa manera. El nombre de Kendrick estaba muy alto en la lista de fugitivos como para poder disfrazar la situación si los descubren. - Okay… de acuerdo. Un perro que viva con ustedes tiene mucho  más sentido que un adolescente prófugo de la ley. -- Ya luego le reprocharía a Dave el andar guardándose información. No tenía problemas con ser una completa hipócrita. Aunque tengo que admitir que tengo ganas de ver eso. Por favor, dime que no te convertiste en un perro chihuahua. No podría verte a los ojos sin reírme. - Sonrío a la cámara, aprovechando los minutos de distensión antes de pasar a temas más serios.

Escucho sus motivos para querer encontrar a Stephanie Black, alternando mi mirada entre los dos en la diminuta y pixelada pantalla, Syv lo hacía sonar como una travesura, mientras que Ken... - ¿Reclamar tu derecho? - ¿Había entendido bien? Por unos segundos viene a mi mente Ferdia con sus planes y sus ideales; aquellos que no mucho tiempo atrás dudaba en seguir, pero que ahora lo haría con una venda en los ojos si hiciese falta. - Voy a ser sincera Ken, no sé hasta qué punto pueda conseguir información sobre tu tía, es más un mito que alguien tangible a estas alturas, pero podría intentarlo… - Me gustaban los desafíos y estaba dispuesta a tratar, pero no por todos los motivos que había nombrado el muchacho. - … solo que, no lo haré si son esas tus intenciones. Puedo entender que quieras comprender de tu pasado, y lo respeto. Pero si tu tía va a influenciar tus decisiones, tus creencias o tu accionar. Lo siento Kendrick, pero mi respuesta va a ser no.

Me había ido de la red por una necesidad propia de entender qué es lo que me motivaba en la vida. Todavía estaba a tiempo de resurgir y volver a vivir bajo el nombre de mi madre, pero eso no es lo que quería. Si bien todavía estaba descubriendo todo, no arriesgaría el pellejo buscando fantasmas por alguien que parecía querer correr, casi tanto como el levantarse y pelear. - Alguien tiene que moverse si queremos que haya un cambio, es cierto. Pero es un camino de ida. - Me sorprendo a mi misma al hablar, notando que estaba más plantada en mi pensamiento de lo que creía, pero salgo de mi estupor al notar a la rubia nuevamente. - Lo siento Albi, no era mi intención el ponerme tan seria en tu cumpleaños. Es solo que… - Es solo que al parecer tenía las cosas más claras de lo que pensaba. Tal vez sí había sido una buena decisión el tratar de estar sola un tiempo. Quizá Ferdia hubiera estado orgulloso.
Mimi J. Johnson
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Invitado
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¡Tuve la misma reacción!— grito a la pantalla, ¿ven por qué ella es mi mejor amiga? Alguien que me entiende el por qué entro en pánico por el hecho de que mi padre puso en nuestra casa a alguien a quien todos los aurores están buscando hasta debajo de las piedras, lo bueno es que nadie está buscando un perro, eso sería el colmo de ver en los afiches de buscados y que sea con forma de chihuahua, le quitaría toda la seriedad al asunto. —¿Te imaginas de esas fotos como las de Wizzardface en que se ve al perrito sonriendo y mostrando los dientes pero abajo un “criminal número uno”?— pregunto riéndome, pero me callo de inmediato y aprieto mis labios con fuerza para no decir más tonterías de las que fueron mi explicación sobre que sólo somos amigos con Ken, son aclaraciones necesarias porque en las novelas he leído como estas situaciones se prestan a confusiones.

Acompaño a todo el discurso de mi amiga con una postura recta al lado de Ken, mirándolo de costado y con una ceja arqueada en su dirección, invitándolo a que no se pierda detalle de cada cosa que ella dice, que en la vida conocerá a dos chicas más sensatas como lo somos Mimi y yo. Saquemos que ella también tiene un supuesto prontuario criminal. —Esas son sus condiciones, ¿qué te gustaría hacer?— le pregunto a Ken, por desgracia no creo que de encontrarse a su tía, se pueda separar lo que es la búsqueda de su identidad y la influencia que ella pueda ejercer por el simple hecho de convertirse en una figura real para él. Muerdo mi labio con nerviosismo, pues es una elección que le corresponde. Si no lo ayudamos con Mimi, supongo que buscará de otra manera, la idea está puesta en su mente y también parece ser otro camino de ida, no hay vuelta. —No hay problema, ¿qué mejor manera de festejar los veinte que planeando la manera de encontrar un fantasma y ayudando a un chico que quiere cambiar el mundo?— digo, tomando una rebanada de mi pastel para cortar un trocito con los dedos y llevarlo a mi boca. —Y entonces… ¿te llevaré al cinco?— inquiero, girándome hacia Ken y de soslayo le sonrío a Mimi aprovechando los minutos que nos quedan antes de la sabida interferencia que se da por las señales inestables, porque eso también quiere decir que la veré muy pronto.
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