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  • The Mighty Fall
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    OTOÑO de 247421 de Septiembre — 20 de Diciembre


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    Tras años de represión y batallas libradas, hoy son los magos los que caminan en las calles más pulcras del Capitolio. Bajo un régimen que condena a los muggles y a los traidores a la persecución, una nueva era se agita a la vuelta de la esquina. La igualdad es un mito, los gritos de justicia se ven asfixiados.

    Existen aquellos que quieren dar vuelta el tablero, otros que buscan sembrar la paz entre razas y magos dispuestos a lo que sea para conservar el poder que por mucho tiempo se les ha negado. La guerra ha llegado a cada uno de los distritos.

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    Silas Jensen
    Ministro de Investigación
    Trabajar en el laboratorio es un dolor de cabeza desde que lo están reconstruyendo. Las veinticuatro horas del día hay gente yendo y viniendo, haciendo ruido, preguntando cosas para las cuales no tengo la respuesta... Así que luego de un par de días tomé la decisión de llevarme el trabajo a casa y tomarme las cosas con calma, no es que mis jefes vayan a notar la ausencia pues están en muy concentrados en los problemas políticos que hoy en día son muchos. Aproveché el tiempo libre para llamar a Veza pero no conseguí respuesta, no está muerta eso es seguro, sino los forenses habrían encontrado sus restos en algún sitio... Supongo que tendré que hacer una visita, pero luego pues ahora tengo una misión más importante y es rescatar a la persona más cercana a ser una amiga que tengo, es más bien una colega con la que me puedo permitir hablar de cosas que no son del trabajo, pero siento que debo ser yo la que debe hacerlo.

    Recibí un llamado del hospital de un antiguo compañero de la facultad, diciéndome que habían llevado a los rehenes luego de un rescate que salió bastante mal, entre ellos está Ivar Lackberg, el esposo de Amalie, y dado su estado creo que es mejor que una cara conocida le lleve la noticia de que ya puede verlo ¿Cómo estará por cierto? Intercambiamos un par de mensajes hace algunos días pero no más que eso... Definitivamente no está trabajando pues su área sí quedó bajo los escombros.

    Al llegar a la casa toco el timbre pero nadie me responde, así que su hija no está en casa y por lo que me comentó perdieron a su esclavo. Al menos hay un gran pool de humanos disponibles en el mercado y podrán reemplazarlo pronto. Abro la puerta sin darle muchas vueltas al asunto y subo las escaleras hasta dar con las puertas que supongo que son las habitaciones, la primera que examino es una habitación amplia en donde predominan los tonos negros y marrones, no hay más que un sofá, un escritorio y una amplia cama en el centro, pero todo está intacto así que supongo que debe ser la habitación de Ivar ¿No duermen juntos? Interesante... Aburrido.

    La segunda habitación parece más una galería de arte que un cuarto y me pierdo por un segundo viendo los dibujos en carboncillo que hay en las paredes. Debe ser la habitación de la niña pues Amalie nunca ha dado indicios de ser una artista oculta. Salgo unos segundos después y me meto en lo que supongo que es la habitación definitiva, pero me encuentro con una cama pequeña, ropa de hombre colorida tirada por el suelo y un diario escondido debajo de la almohada. Tomo aquello y voy hojeando las páginas que son demasiado cursis para mi gusto, demasiada esperanza sobre un mundo que se fue a la mierda hace ya cientos de años.

    - ¿Esto es de tu esclavo? - pregunto cuando entro a la última habitación sin despegar los ojos de las páginas. Finalmente me aburro y levanto los ojos para encontrarme con la pelirroja en la cama, más muerta que viva - Hora de volver a la acción, liberaron a tu marido, está en el hospital - comento acercándome a ella y sirviendo un vaso de agua con la jarra que está en la mesa de luz - No duermen juntos, no hablas cariñosamente de él, creí que estarías contenta por su secuestro, no destrozada.
    Silas Jensen
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    Invitado
    Invitado
    Al escuchar la voz de Silas en mi casa tengo el pensamiento de que esto es un sueño, de los muchos que he tenido en estos días en que las pócimas hicieron lo suyo para inducirme en un estado en el que no hay recuerdos que me atormenten, en que los rostros no están definidos, no hay explosiones que sacudan mi mundo y tampoco hay fuego que arrase desde mi varita con la ferocidad asesina que la magia pueda tener a veces, y entonces me asalta ese breve recuerdo como una pesadilla recurrente de mi padre perdiendo ese control, la casa de mi infancia desmoronándose, él empujándome fuera con mi madre inconsciente dentro, por su culpa. Despierto de mi somnolencia por la irrupción de Silas en el espacio que rodea mi cama, tan real porque su presencia imponente no permite que la confunda con otro delirio más. —¿Qué haces aquí?— mi confusión es notoria, estoy saliendo a la superficie después de un largo letargo.

    ¿Ivar…?— balbuceo, sin poder encontrar la fuerza en mis brazos que me haga incorporarme en la cama, la manta que tengo subida hasta los hombros es un peso que me retiene. Muevo mis dedos escondidos debajo de la almohada para hacer a un lado la tela y me siento tan débil que no debe ser mentira que me veo destrozada. Los párpados me duelen por lo mucho que he llorado, la cabeza me da vueltas al tratar de levantarla de la almohada y siento esa punzada que me indica lo agotada que está después de tantos pensamientos que invoqué para torturarme a mí misma. —No quería que se lo llevaran— murmuro con la voz rasposa por el mutismo de estos días. —Y si lo hubieran matado, yo…—. Traigo a mí ese recuerdo de mi padre tratando de hacer reaccionar a mi madre, fue un accidente que acabó con la vida de los dos. Hubo quienes decidieron llamar asesinato a lo que hizo él, es lo que escuché decir a mis tíos durante toda mi infancia. Hubo agentes que declararon que lo suyo fue suicidio, es lo que le dijeron a mi abuela cuando me llevaron con ella. ¿Qué tan lejos estuve de eso? Echo una mirada a las pruebas que quedan sobre la mesa de luz. —¿Cómo está?— pregunto con voz ahogada, dijo que estaba en el hospital y me aterra demasiado ir por mí misma. Por… tantas cosas.
    Anonymous
    Silas Jensen
    Ministro de Investigación
    Yo misma me debería estar preguntando que hago aquí, arruinando mi reputación de mujer dura claramente pero me preocupo medianamente por Amalie y no quiero que termine explotando siendo que podría haberlo evitado - Alguien tenía que venir a rescatarte y muchos de los otros científicos explotaron el otro día - quizás no sea el mejor humor para usar con ella ahora mismo pero es el que me sale. En realidad es cierto, cada departamento ha tenido un número considerable de bajas y habrá muchas oficinas vacías el día que termine de montarse todo de nuevo.

    El nombre de su esposo sale de sus labios y hago una mueca al captar el estado en el que realmente está. Vas más allá de la simple apariencia, está destrozada por dentro y por eso me acerco ayudarla, primero con las mantas y luego acomodándola en la cama con la fuerza que tengo. Hubo una vez en la que fui médica así que no soy tan perra como para dejarla a su suerte siendo que la evidencia de que necesita ayuda está frente a mis ojos.

    - Está vivo - me apresuro a responder tomando asiento en la punta de la cama - Tenía costillas quebradas que sanaron mientras estuvo cautivo pero de mala manera - explico recordando lo que me dijo mi compañero - Deshidratación y aun intentan descubrir que está mal con su pierna pues a simple vista no tiene nada pero le duele - finalizo analizando cada una de sus expresiones para ver si estoy haciendo bien en contarle todo ésto. Tampoco es tanto, no es que haya llegado medio muerto ni nada por el estilo, de hecho creo que la han sacado bastante barata - Nada que un poco de magia no pueda arreglar, deja de preocuparte.
    Silas Jensen
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    Invitado
    Invitado
    Siento que las manos de Silas se hacen cargo de mi cuerpo, me incorporo en la cama con su ayuda sino no creo que eso sería posible, no hoy, no en los días siguientes. He perdido todas mis fuerzas en el desánimo, que las pastillas se encargaron de hacer de mí, una masa sobre la que no tengo un claro control de movimientos y los músculos me pesan. Mi cabeza también da vueltas cuando me siento, demasiado tiempo acostada, con la cabeza hundida en una almohada mojada por las lágrimas, que los mareos son despiadados. Me sostengo al hombro de mi amiga con una mano, aclarando mi mirada en el proceso de sostenerme por mi cuenta, mientras mis preguntas vagas obtienen sus respuestas.  

    Ivar está vivo, es el consuelo que necesito. Pero no me da el aliento que esperaba para sacar mis pies de las camas y ponerme en pie, más bien me hunde, como la cobarde que soy, en todos los errores que cometí y en las maneras que le traté, tan angustiada por un panorama que nunca es benevolente para nosotros. Está con vida, me alegro de ello como bien dice la otra mujer a pesar de que cabría esperar lo contrario. Pero sé también que si está vivo, hicimos demasiadas cosas como para solo fingir que todo está bien, que duele aún más saber que no es tan fácil, porque tengo la reafirmación de que lo amo y de que no quiero perderlo.

    Sé que se recuperará— suelto en un suspiro, mis ojos vuelven a llenarse de humedad por las lágrimas. —Quiero verlo— soy una débil por admitirlo echa una muñeca de lastima, me avergüenzo de mi misma por ese tono frágil en mi voz delante de Silas, que incluso siendo mi mejor amiga, nunca vio mi fría entereza resquebrajarse de este modo. —No sé si debo hacerlo, eso solo… nos lastimará aún más. Hicimos tantas cosas mal, Silas…— contengo un sollozo. —Me engañó, tiene un hijo con otra mujer, tiene otra familia… y yo… solo quiero ir a verlo.
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    Silas Jensen
    Ministro de Investigación
    Esta mujer te cae medianamente bien, Silas, ahora no está dentro de sí. Me recuerdo al escucharlo que dice y presiono los labios en lo que pretende ser una sonrisa mientras doy palmaditas en sus manos. De verdad quiero funcionar como apoyo para ella pero ni una sola palabra de consuelo llega a mi cabeza, yo en su lugar iría al hospital, le cortaría el soporte vital y lo haría pasar como un mal funcionamiento de la máquina... O quizás le inyectaría un émbolo aire en la vía central ¿Por qué no? El maldito se lo merece.

    - ¿Por qué? - pregunto con algo de dificultad, creo que hasta me arde la garganta al pronunciar las palabras - Entiendo que están casados y hay un juramento pero estoy segura de que debe haber un hueco legal para librarte de él ¿No? - pese a que ahora no lo parece es una mujer inteligente y me rehúso a creer que se ha casado sin pensar en la posibilidad de un futuro divorcio.

    El que tenga un bastardo es un bonito detalle. Así que no solo ha lastimado a su mujer sino que también a su hija y un niño pues de seguro ni siquiera pasa tiempo con él. Mi familia es una mierda pero la suya muchísimo más, al menos sirve para recordarme por qué jamás formé una familia y cómo criar a Vee sola ha sido la mejor idea dentro de un mar de muy malas - Ya nos preocuparemos de Ivar luego, ahora quiero que intentes salir de la cama ¿De acuerdo? Primero tú y luego el intento de hombre.
    Silas Jensen
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    Invitado
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    Nunca le había confesado nada de esto a Silas, a nadie. Si no lo hablaba con nadie, podía fingir que no era real, que no estaba sucediendo. Nadie tenía por qué enterarse que mi matrimonio resultó en un fracaso que no podía entender, porque me casé amando a Ivar, lo amaba cuando me engañó, lo amaba cuando tuvo un hijo con otra mujer, y creí todo ese tiempo, que también me amaba. Me duele tener la certeza de que en verdad lo hacía, de que ese hombre era capaz de mirarme a los ojos y ser sincero en su sentimiento, y lo que me destroza es que tenga un corazón capaz de dividirse o para el cuál no soy suficiente, porque arrastra todos sus malditos defectos y demonios. Resurge en mí todo ese resentimiento cuando el tono de desprecio de Silas se hace sentir en la sala, entonces recuerdo la noche del festival y en cómo me sentí capaz de dejarlo todo atrás. —Porque aún lo amo y sé que él me ama— friego mis ojos con los dedos. No sé por qué todo se complicó, se convirtió en un enredo impreciso, que me confunde y del que salgo con la única certeza de que lo amo, de que lo único que quiero es que vuelva a casa… y ahora que está tan cerca, no sé mover mis pies.

    Cruzo mi brazo por los hombros de la mujer para tener un punto de soporte, doy tambaleante unos pocos pasos para salir de las mantas que todavía se pegan a mi cuerpo y creo que el primer lugar que necesito visitar es el baño, al que me arrastraba con la ayuda de Synnove de vez en cuando, calculo que la última vez fue hace horas. Tengo mi cabello sucio, lo puedo notar esponjoso sobre mis hombros, mechones húmedos contra mis mejillas y si tanteo la piel de mi rostro, está seca, hay bolsas debajo de mis ojos. —Tengo que lavarme la cara— y un montón de cosas más. Mis pies se deslizan por el suelo, no llegan a separarse de las baldosas en su arrastre. Uso un brazo para mover la puerta entreabierta del baño y apenas lo hace, al entrar me dejo caer sobre el inodoro que tiene la tapa baja. —Me da vueltas la cabeza, Silas— me quejo, frotando mis sienes en círculos. —Necesito tomar algo, lo que sea. Tú… sabrás—. Es científica como yo, conoce bien los compuestos de drogas y habrá podido adivinar de qué está hecho el coctel de las últimas semanas con los frascos que había cerca de mi cama.
    Anonymous
    Silas Jensen
    Ministro de Investigación
    Siento la bilis en mi garganta y tengo que darme vuelta para que la mujer no vea mi rostro de completo desagrado al escuchar su justificación ¿Porque lo ama? ¿Qué clase de estupidez es esa? Le ha mentido, ha formado otra familia, está destrozada en la cama por su culpa y ¿Aún así lo sigue amando? - Eres una mujer fuerte, independiente, con un trabajo asombroso y un gran talento... Te está reteniendo, Amalie, mándalo a la mierda y conviértete en quien siempre debiste ser - reprocho dándome vuelta por fin, con las manos sobre mi cabeza pues de verdad no puedo creer que la respetable científica con la que he trabajado por años sea ese intento de esposa que yace en la cama.

    La acompaño hasta el baño y me quedo recostada sobre la puerta por unos segundos mientras se acomoda junto al inodoro. Me siento como una adolescente sujetándole el cabello a su amiga para que vomite luego de su primera borrachera, y no me agrada para nada - Lo que necesitas es dejar de tomar cosas, te pondremos decente y directo al hospital para que te pongan un suero - casi que ordeno. Entro al baño sin pedir permiso y voy directo hasta la bañera para abrir la canilla y que comience a correr el agua fría.

    -Anda, te das un baño, luego un bonito vestido, maquillaje e irás allí como si nada de esto hubiese pasado - agrego - En el hospital te arreglaremos por dentro y harás lo que quieras con tu marido, solo recuerda lo que te dije.
    Silas Jensen
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    Sé que ella tiene razón con cada cosa que dice, ¿en qué me he vuelto esta mujer patética por culpa de Ivar? Esta mujer que lo ama por encima de todos sus defectos y sus errores, presiono con fuerza mis párpados al cerrarse, avergonzada por este convencimiento de que he llegado a amarlo como una parte incompleta que lo necesita. No para ser la mujer que ella describe, todos estos años en los que cargué con la decepción de mi matrimonio continué con mi carrera, lo necesito… para sentirme feliz. ¿Cómo hacerle entender esto a Silas? Si congeniamos por nuestras metas profesionales, por esa ambición de conocimiento, por el que hemos puesto en común muchas investigaciones. No soy esa mujer ahora mismo, nada de eso me importa, continuar con eso es un engaño que cubre todo lo que he hecho mal en mi casa y mi familia.

    Las pastillas también son otro engaño que debo abandonar, lo sé, estoy ansiosa por algo que me anule los pensamientos unas horas más, postergando el momento de tomar una decisión sobre todo. No es algo que pueda dejar tan pronto, reconozco mis recaídas, no soy tan fuerte como Silas cree que soy, como siempre me mostré.  Y si voy al hospital, no seré la mujer que ella espera que sea. No hay manera de que vuelva a ser esa mujer. No se lo digo porque me siento demasiado débil como para discutir, quiero hundirme en el agua de la bañera a limpiar toda la angustia de estas semanas y a aclarar mi mente. Me incorporo lentamente para llegar hasta la bañera sujetándome de la pared y me siento en el borde. —Han pasado demasiadas cosas como para seguir fingiendo que no ha pasado nada— murmuro más para mí, —Gracias, Silas…— digo, en serio valoro que se tome el trabajo de cargar conmigo por una amistad que nunca llegó hasta estos límites personales. Tengo la mente un poco más despejada como para ponerme de pie. —Dame unos minutos, iremos— acepto.
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    Silas Jensen
    Ministro de Investigación
    Siempre he sido una mujer de acciones inmediatas, cuando el problema se presentaba intentaba tenerlo solucionado o al menos neutralizado lo antes posible, sin detenerme a lamentarlo pues eso habría sido una pérdida de tiempo. Así que no puedo decir que comprendo lo que dice pues yo en su lugar no habría arrastrado la bola hasta convertirse en avalancha. Sin embargo guardo silencio y simplemente asiento cuando dice que necesita dos minutos y me aparto de la puerta, claro que la dejo entreabierta para estar atenta a cualquier emergencia pues lo último que me falta es que se ahogue dándose un baño.

    Tomo asiento en la cama y mientras tanto me dedico a mirar las redes sociales. Se me corta la respiración por unos segundos al leer que nuestra jefa ha muerto en el intercambio, no está en internet sino que es un mensaje privado de una fuente de confianza pero ¿Es cierto? ¿Annie Weynart ha muerto? No quiero pensarlo, no quiero pensarlo, es desconsiderado y de mala educación pero ¡A la mierda! No hay legeremantes presentes. Eso quiere decir que el puesto está libre.

    Sonrío por un momento y levanto los ojos por instinto solo para asegurarme de que Amalie no me está viendo festejar la muerte de la que alguna vez nos dio órdenes. Confío en que Labors tomará la decisión apropiada, si bien no me dedico a su mismo ámbito espero que mi currículum lo haga darse cuenta de que soy la persona más apropiada, eso y la otra posible opción se estuvo mandando cagada tras cagada así que no habrá pieza de tecnología robot que lo salve de eso.

    - Y en las últimas noticias, Annie Weynart ha muerto - informo en voz alta a Amalie pues era su jefa después de todo también. Su reacción me asegura de que se encuentra bien en la bañera.
    Silas Jensen
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