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  • The Mighty Fall
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    OTOÑO de 247421 de Septiembre — 20 de Diciembre


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    Tras años de represión y batallas libradas, hoy son los magos los que caminan en las calles más pulcras del Capitolio. Bajo un régimen que condena a los muggles y a los traidores a la persecución, una nueva era se agita a la vuelta de la esquina. La igualdad es un mito, los gritos de justicia se ven asfixiados.

    Existen aquellos que quieren dar vuelta el tablero, otros que buscan sembrar la paz entre razas y magos dispuestos a lo que sea para conservar el poder que por mucho tiempo se les ha negado. La guerra ha llegado a cada uno de los distritos.

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    Viktor R. Carstairs
    Miembro del Departamento de Justicia
    Septiembre

    Es increíble como me las he ingeniado para pasar acompañado gran cantidad de los días que transcurrieron luego del atentado. Con una excusa u otra logré evitar sentarme a pensar y me sirvió por un tiempo, pero tarde o temprano tenía que ponerme a evaluar las verdaderas consecuencias de forma seria y fue entonces cuando reconocí un nombre en la lista de caídos que me hizo pensar. Quizás no presto demasiada atención cuando alguien que no soy yo habla, pero hay detalles tan grandes como el nombre de una pareja que se me terminan grabando en la cabeza, y por eso sé que Bianka debe estar muy afectada ahora mismo.

    Paso por el supermercado y compro un par de cosas pues no soy muy bueno consolando a la gente y lo único que se me ocurre es darle algo para hacer... Claro que intentaré ayudarla pero la cocina no está dentro de mis muchos talentos ¿Qué se le dice a alguien que acaba de perder a su amor? No es que sepa mucho de eso, tengo 43 años y nunca me he encariñado con nadie como para pasar más de una noche juntos. Bueno, quizás si más de una noche pero nunca pasó al plano sentimental.

    Voy en tren hacia el distrito 4 y llego a la casa de Herondale. Podría entrar pero dadas las circunstancias creo que es mejor dejar mi particular y adorable sentido del humor para comportarme como un ser humano decente. De vez en cuando lo hago, muuuy de vez en cuanto - Bianka, soy Viktor ¿Estás dentro? - pregunto en voz alta cuando me canso de esperar tras golpear tres veces la puerta con mis nudillos.

    Viktor R. Carstairs
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    Bianka se encontraba sentada en el sofá de tres cuerpos, aún vistiendo la musculosa y pantalones cortos que usaba para dormir. Con el control táctil de su tableta, atrasaba y adelantaba los vídeos del atentado capturados por las cámaras de seguridad y drones.
    Los había grabado e intentaba memorizar cada rostro rebelde, cada detalle por más diminuto que fuera, pero cuando sus ojos comenzaron a arder y Sabin saltó para ocupar medio sillón, se puso de pie pausando la televisión y se dirigió al balcón que daba hacia la playa. Necesitaba respirar aire puro y fresco.

    Se envolvió a si misma en un pequeño abrazo y frotó la piel de sus hombros llena de pecas, para no temblar ante la brisa fresca del océano. Así lo hacía él, la hacia sentir segura entre sus brazos y juntos miraban el atardecer cuando los horarios laborales se los permitía.

    Los golpes en la puerta hicieron que el enorme labrador negro atacara la madera soltando fuertes ladridos, el sonido retumbó dentro de su cerebro e inmediatamente lo mandó a callar, al tiempo que lo sujetaba del collar para dejarlo encerrado en el jardín trasero.
    Con una batalla ganada, regresó a la entrada y descubrió a su viejo amigo allí parado, cargando varias bolsas de supermercado y por obvias razones una diminuta sonrisa se dibujó en su rostro. —¿Desde cuándo tú llamas a mi puerta?— Preguntó y se hizo a un lado para que Viktor ingresara. —Tranquilo, ya saqué a Sabin de aquí, no volverá a morderte.— Le comentó al recordar como el pobre animal había confundido una de sus flacuchas piernas...con un hueso.
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    Viktor R. Carstairs
    Miembro del Departamento de Justicia
    Me encojo de hombros y sonrío de forma que se marquen mis hoyuelos y paso sin decir una sola palabra a su casa. Algunas personas creen que soy una especie de loco criado por monos que no tiene ni el más mínimo sentido de la empatía o respeto ¡No es así! Elijo comportarme como un completo idiota porque así la paso bien, pero no quiere decir que no sepa poner mis cuerdas en orden y hacer lo que se debe... ¡Por favor! Lo demuestro cada día en el trabajo pues nadie puede decirme que no soy el mejor juez de todo el Wizengamot.

    - Esa vez tuve que ponerme no se cuántas vacunas, te odio - respondo al siguiente comentario pues no le caigo bien al maldito perro. ¿Cuál es la función de la mascotas al fin al cabo? Andan por ahí babeando todos los rincones, exigen comida y amor sin entregar nada a cambio ¡Son como malditos bebés! - Si hay algo que jamás comprenderé es por qué las personas eligen tener bebés y mascotas, es muy poco conveniente para la economía y productividad propia - agrego mientras dejo las cosas en la cocina.

    Me lavo las manos y tomo un delantal que encuentro colgado en uno de los rincones, me queda divino y puedo verlo en un espejo que se encuentra en la otra punta de la habitación. Es de esos que tienen una silueta en ropa interior dibujada y éste claramente es de Bianka pues dudo que él usara tanga y corpiño de encaje - ¿Qué haces ahí? Tienes que ayudarme, chop chop - ordeno dando aplausos en el aire - Haremos una mezcla de ingredientes locos con sabor asqueroso pero que servirá para que charlemos mientras tanto - comento con falso acento francés ¿Cómo es el acento francés después de todo? Nunca he escuchando uno.

    -Y mientras tanto me contarás como lo estás llevando
    - agrego un poco más serio sin atreverme a mirarla. De hecho empiezo a lavar en la canilla una especie de pasto con un testículo violeta colgando de la punta ¿Qué se supone que es esto? Supongo que la parte verde no se come...
    Viktor R. Carstairs
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    Invitado
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    Estaba acostumbrada a ver a Viktor adueñarse de su casa y aunque al principio a Lucien le molestaba, al final terminó aceptándolo con tal de no escuchar quejas por parte de Bianka. Incluso como regalo de tregua, el cazador compró un set de toalla, toallón y bata, un par de pantuflas y pijamas, para que el juez utilizara cada vez que los visitaba...A ellos o la playa.
    Esos eran los gestos que la mantenían encantada y enamorada profundamente de él.

    Sólo porque eres un exagerado, Sabin tiene todas las vacunas puestas.— Aclaró y se encogió de hombros ante la pregunta. Lo cierto era que al perro lo había adoptado Lucien y ahora que él no estaba, ella no podía deshacerse de su mascota, cuando era el único que le hacía compañía y aguantaba sus llantos solitarios.
    No, no podía echarlo a la calle ni buscarle otro hogar, ya estaba agarrándole un poco de cariño al animal que dejaba pelos por todas partes. —Si algún día decides sentar cabeza y a la otra persona le gustan los gatos, perros e incluso niños, te aseguró que dirás que si a todo con tal de ver la felicidad en su rostro. — Murmuró refregando sus brazos, mientras intentaba descifrar qué estaba haciendo su amigo con aquel delantal.

    La orden la movilizó para vestir el delantal restante, uno con la figura de un hombre musculoso y bronceado, lleno de abdominales y con un diminuto traje de baño color rojo.
    La idea de cocinar sólo para conversar era interesante, pero no podía permitir que Viktor arruinara los ingredientes de esa forma. —De hecho creo que tengo hambre...¿Lasaña?— Preguntó al tiempo que buscaba el sartén hondo para hacer la salsa.
    Tomó un cuchillo, la tabla para picar vegetales y comenzó a cortar trozos de la cebolla que el juez terminaba de lavar. —Supongo que podría estar peor, mi madre me vuelve loca llamándome todos los días y sé que no lo hace de mala...Lo extraño, mucho.— Admitió al final, vertiendo un poco de aceite en el utensilio de cocina para freír los trozos de cebolla, ajo y pimiento.
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    Viktor R. Carstairs
    Miembro del Departamento de Justicia
    Menos mal que aún no tengo cuchillos en las manos pues de solo imaginarme a mi mismo sentando cabeza me dan ganas de atravesarme el estómago con uno ¿Yo teniendo hijos? Es una terrible idea por muchos motivos, en primer lugar porque olvidaría mantenerlo a salvo, en segundo porque no hay una sola persona en el mundo con la que quiera compartir mi vida ¿Para qué? ¿Hablar de sentimientos como un adolescente? ¿Para que a la primera mentira me sienta tentado de leer su mente y así descubrir que en realidad no me tolera? ¿Que quiere cambiar mi forma de ser? Jamás - Eso no pasará - respondo de forma seria con el ceño fruncido y al voz mucho más grave que de costumbre. No creí que pensar algo así me afectaría tanto pero es la realidad, mi vida será como es por siempre.

    - Mi mezcla asquerosa podría quitarte el hambre pero de acuerdo, lasagna - respondo haciendo un ademán para que tome el mando en la cocina. En realidad no tengo ni idea de cómo hacerla, recuerdo que mamá la hacía cuando era pequeño pero mis recuerdos de aquella época van de nulos a muy pocos, sí recuerdo el sabor pero dudo mucho que nos salga algo parecido - Tienes una buena madre - respondo mirándola de reojo con media sonrisa mientras hago lo que puedo con los ingredientes que quedan.

    - Bueno, es lógico pero has vivido sin él antes y podrás hacerlo después... Es lo que él querría - respondo metiendo una mano imaginaria hasta lo más profundo de mi corazón y sacando lo mejor que puedo encontrar - El mundo no va a ser igual pero podrás adaptarte de nuevo, eres una mujer fuerte y hermosa... Te lo puedes llevar todo por delante.
    Viktor R. Carstairs
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    Desde su lugar junto a la barra, escuchó la respuesta tajante de su amigo respecto a la vida en pareja y aunque el tono que utilizó fue seco, ya estaba acostumbrada a el y ni se molestó en replicarle. Algún día el amor llamaría a su puerta y no le importaría ni las mascotas, mucho menos los niños y allí estaría ella para apuntarlo con su dedo indice al grito de: ¡Te lo dije!
    No podía ver cómo el juez arruinaba los alimentos y su cocina, por lo tanto se acercó y comenzó a tomar algunas verduras para hacer la salsa de la lasaña. —No te quedes ahí, con agua hirviendo comienza a humedecer estas laminas de masa y la colocas aquí.— Le pidió con una pequeña sonrisa, entregándole una bandeja profunda para el horno.

    La culpa le golpeó el pecho mientras asentía con la cabeza, ya sabía que su madre era un ejemplo a seguir y la amaba, pero desde siempre, un sólo defecto las separaba y era el hecho de que Elizabeth no entendía cuando Bianka necesitaba su propio espacio.
    Con una cuchara de madera mezcló bien la cebolla con el pimiento y ajo, para luego lentamente agregarle el puré de tomate y un poco de caldo.
    El aroma inundó el pequeño hogar y sin darse cuenta, la cazadora comenzó a sentirse mucho mejor. Estaba haciendo algo que amaba y era un gran paso.

    Las palabras de su amigo le sacaron una sonrisa y con el pie descalzo, pateó suavemente la pierna de él en agradecimiento. No estaba lista para abrazos y estaba segura de que a Viktor tampoco le agradaría. —En estos momentos no me siento así, pero sé que tus palabras son ciertas. Será difícil, sólo espero que valga la pena el intento.— Llenó la cuchara con un poco de salsa y sopló, mientras se acercaba a su amigo. —Dime qué opinas.
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    Viktor R. Carstairs
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    ¿Cómo que láminas de masa? Dibujo una sonrisa falsa en mi rostro y me debato por unos segundos entre preguntar o simplemente echar un vistazo rápido en su mente para averiguar de qué demonios está hablando ¿Acaso debo rebanar algo? La masa es toda fofa ¿Cómo se supone que voy a lograr que no se rompa? Demasiadas preguntas para algo que se supone que es sencillo. Al final termino usando mi poder para encontrar la respuesta y así sigo los pasos sin que se note mi ignorancia, poco después ya está todo listo.

    Mientras tanto observo lo que la rubia va haciendo con la mezcla e intento recordarlo para intentarlo en casa en el futuro, no lo lograré, pero al menos con la ayuda de Internet debería conseguir algo más o menos comible. El aroma es delicioso y para colmo inunda toda la cocina así que hace que estar aquí sea incluso más amigable - Oye, nada de patadas que no soy un hombre de acción - digo con media sonrisa, al menos no uno de acción violenta.

    Cuando me ofrece la cuchara, pruebo la salsa sin dudar y hago una mueca pues me quemo la lengua, demonios - Aggg - me quejo - Espera, eso no contó, tengo que probar de nuevo - agrego arrebatándole la cuchara para tomar un poco más, bastante más de lo que ella ha servido, y enfriarlo hasta que puedo metérmelo en la boca - Vaya... Menos mal que tengo metabolismo rápido y no engordo con nada... Puedo comerlo todo ¿Verdad?
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    Cuando la salsa ya está casi lista, la rubia dejó la cuchara de madera sobre un pequeño plato junto a la estufa y rebuscando en la heladera, sacó un tupper que contenía rebanadas finas de jamón y queso.
    Intercalando capas de fiambre, masa y salsa, llenó la bandeja y para el toque final, decoró la cima con queso mozzarella y también rallado. —Mientras me dejes un probar un pedacito, puedes llevarte el resto.— Comentó mientras se agachaba para encender el horno y posteriormente meter la fuente.
    El trabajo estaba listo, sólo quedaba esperar.

    Se quitó el delantal para colgarlo en su lugar, enjuagó sus manos con agua y jabón y pasó a poner la mesa. —¿Qué me cuentas de nuevo? Hablemos de cualquier otra cosa.— Pidió al mismo tiempo en que dejaba los platos sobre dos individuales de cuerina blanca.
    Bianka sacó la varita del bolsillo de sus pantalones, para alcanzar las copas del estante más altos y a pesar de los sentimientos y recuerdos que eso le produjo, supo disimularlo con una enorme sonrisa alcanzando una botella de vino. —Sé de tus reglas, pero una no te hará daño.— Lo animó y sirvió un poco en cada una.

    El timbre del horno sonó y eso sólo significaba que la comida ya estaba lista para servir. De nuevo usó la magia para sacar la bandeja, cortar dos porciones abundantes y colocarlas sobre los platos. —Buen provecho y más te vale que te comas todo, estás muy flaco.— La cazadora siempre molestó a su amigo con eso y lo seguía haciendo, era más una tradición que una exclamación sincera.
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    Viktor R. Carstairs
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    Tener todo listo en la heladera para alimentarme en situaciones de emergencia suena bien, los repartidores ya ni siquiera preguntan la dirección cuando escuchan mi voz en el teléfono y tener comida elaborada para variar será agradable - ¿Contar? Nada en realidad... Lo único que hago es salir a la noche, dormir con alguien, ir a trabajar al otro día... Ya sabes, lo de siempre - respondo encogiéndome de hombros. El atentado ha sido algo terrible pero lo único destacable en mis días.

    Miro con una mueca la botella de vino y la copa pero creo que podría tomar una. Mi tolerancia está intacta ya que sigo bebiendo en privado así que una copa de alcohol no debería preocuparme... Y en caso de que mi legeremancia se ve afectada y de repente empiece a escuchar la voz deprimida de Bianka en mi cabeza, siempre puedo salir corriendo cubriéndome las orejas y cantando el último éxito de ese chico Harry que canta.

    El timbre de la comida no suena mucho después así que me acomodo frotando las palmas de mis manos en señal de entusiasmo. Pronto la primera porción está en mi plato y solo ruedo los ojos cuando dice que soy flaco - Podría cambiar y ser un poco más gordo ¿Lo sabes? - pregunto con una sonrisa, no es algo que me guste ya que estoy bien con mi cuerpo así como está... La gente encuentra en los flaquitos como yo algo, pues clarmente no tenemos músculos pero somos sexys de otra forma.

    Sin más preámbulo dejo que los sabores invadan mi boca y cierro los ojos por unos segundos pues nunca he probado algo como ésto. Bianka es una gran cocinera y de no ser porque es una cazadora respetada, le ofrecería trabajo en mi casa para que sea mi chef personal.
    Viktor R. Carstairs
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