Recuerdo del primer mensaje :

Despierto cuando nos están bajando, en parte porque en esta ocasión, no me llevan por los aires. No puedo ver a quienes llevan delante o detrás de mí, incluso cuando trato de sacudirme para poder ver lo que está sucediendo. Nos bajan del aerodeslizador y puedo ver, recortada en el cielo nocturno, la figura del edificio más grande que jamás he visto. Se trata de un sitio rodeado de murallas, casi sin ventanas, que se eleva sobre nuestras cabezas como un monstruo dispuesto a enjaularnos. Siento como me hago pequeño, incluso pegándome un poco al auror que me arrastra y que tiene que empujarme para que yo pueda avanzar como es debido. Sé que no tiene sentido pelear, pero aún así, mis pies no parecen querer cooperar a lo que está sucediendo. Mi cerebro tampoco, procesar me está costando horrores y tengo miles de preguntas estallando en mi cabeza como las bombas que hicieron volar al ministerio por los aires. ¿Cómo es que todo ha terminado de esta forma?

Los pasillos son inmensos, las luces se sienten demasiado blancas y eso me obliga a ir con los ojos entornados hasta que se acostumbran. Para mi sorpresa, no me llevan de inmediato a una celda. Creo que nos separan, porque cuando me meten en una habitación blanca con solo unas sillas y una larga mesa, solo veo a Kennedy esposada a una de ellas. Supongo que será parte de un procedimiento, pero aún así, no puedo evitar sorprenderme y tratar de avanzar hacia ella — Kenny… — no logro mucho, porque me desatan para poder acomodarme en uno de los asientos a su lado y un pinchazo me hace soltar un quejido. Por lo poco que puedo ver, han tomado una muestra de sangre, algo de lo que ya me habían advertido. Bien, genial, ahora van a descubrir que no figuro en sus archivos y estaré más jodido de lo que ya estaba hasta el momento.

Siento como vuelven a esposarme con las manos atrás y, en segundos, el auror se marcha por una puerta delgada del lado opuesto por donde entramos. Eso me da el tiempo a estirarme en dirección a Kenny, tratando de hablarle en voz baja antes de que el sujeto vuelva — ¿Qué está sucediendo? ¿Qué harán con nosotros? — lo sé antes de que ella hable, la respuesta no va a gustarme.

“Hacer historia” me parece una expresión muy grande para mí. Bueno, siempre quise hacer historia en el estilo que valía en casa, ser el explorador más joven, tener la mayor cantidad de terreno recorrido antes de los treinta, cosas por el estilo. No había pensado que podría hacer uso de esa expresión tratando de quebrar por primera vez la seguridad de la base más importante del país y, a decir verdad, me salta la idea de que sería mucho más fácil hacerlo si tuviésemos ayuda desde afuera. Vamos, no toco el tema porque sé lo que dirá, sé que volveré a ser un niño caprichoso con la idea de que sus amigos lo han dejado atrás y sé, aunque me pese, que no puedo culparlos. La batalla estaba perdida desde que empezó, reconozco que fue una movida jugada y, a pesar de que hemos sido capturados, entiendo por qué lo hicieron. Nadie puede decir ahora que ellos ganaron, nadie se atreverá a hablar sobre que somos una amenaza invisible. Todo NeoPanem vio al ministerio y a su bandera arder — Bueno, las abejas mueren después de que te clavan el aguijón — es lo único que espero.

El intento de Kenny de llamar la atención no vale de nada y tampoco es que me sorprenda. No soy un experto en estos tipos, pero he visto lo suficiente como para saber que en un momento como este, van a mantenerse apegados a su trabajo. Que el sujeto se aparte me permite ver mejor la pantalla, en la cual se luce la fotografía que acaba de tomarme, un número de prisionero y un margen de error titilando en color carmesí. El sistema lo sabe, no soy nadie y solo confirma que tendrán que saber quien soy para saber qué hacer conmigo. No sé por qué, pero esa idea repentinamente me acelera el corazón y no por el miedo. ¿Y qué si ellos tienen algo en su base de datos que pueda ayudarme? ¿Y qué si mis preguntas tienen su respuesta en la gota de sangre que me han arrebatado hace segundos?

— ¡Hey! — me quejo por el tirón que acompaña a la llegada de los dos aurores extra, en reacción automática, busco a Kenny con la mirada. Apenas alcanzo a verla cuando empiezan a arrastrarme fuera de la habitación, por lo que me sacudo como acto reflejo, tratando de llamar a mi compañera. La puerta se cierra justo cuando puedo ver su rostro una vez más delante de la pantalla que sigue titilando y soy incapaz de evitar preguntarme si volveré a verla. Si podremos huir, si soñar con un escape será disparatado, si hay un mínimo de esperanza para nosotros. Porque sé que, sea lo que sea lo que venga ahora, no va a ser agradable. Me he burlado de ellos por casi dieciséis años. No me lo van a dejar pasar tan fácil.