VERANO de 247521 de Junio — 20 de Septiembre
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Tras años de represión y batallas libradas, hoy son los magos los que caminan en las calles más pulcras del Capitolio. Bajo un régimen que condena a los muggles y a los traidores a la persecución, una nueva era se agita a la vuelta de la esquina. La igualdad es un mito, los gritos de justicia se ven asfixiados.
Existen aquellos que quieren dar vuelta el tablero, otros que buscan sembrar la paz entre razas y magos dispuestos a lo que sea para conservar el poder que por mucho tiempo se les ha negado. La guerra ha llegado a cada uno de los distritos.
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Durante las primeras semanas en el Distrito doce Zenda lloraba y peleaba por querer acompañar a los más grandes a todos lados, incluso chillaba por ayudar a Ken y Kyle a cazar en los bosques, sin embargo luego de la última visita a la ciudad en busca de provisiones y su escapada solitaria, donde conoció a un viajero misterioso, perdió el entusiasmo.
Al comienzo iba con la excusa de que era una mujer adulta, que podía hacer lo mismo que los demás, cuando en realidad se pasaba la mayor parte del tiempo buscando rostros conocidos, entre las personas que iban y venían cargando bolsas de compras.
Gracias a los ungüentos de Beverly, la mayor parte de sus heridas habían sanado, ya no había rastros de quemaduras, pero si feas cicatrices en su pecho y pierna derecha. No le importaba eso, como tampoco le interesaba bañarse y si había llegado a un acuerdo con la rubia para vestir las prendas que había hecho a mano, fue sólo porque estaba cansada de tener un bolsillo roto.
Honestamente, no habrían ido muy lejos sin la ayuda de Kyle y tampoco habrían logrado sobrevivir sin los conocimientos médicos de su sobrina. Zenda jamás creyó pensar en eso y antes de decírselo a la cara, prefería llenar su boca con nueces, después de todo, seguía siendo un tonta.
Cuando la rubia llegó con la noticia de que Ben y Alice estaban vivos en el Distrito cinco, no la escuchó, era una broma de muy mal gusto y estuvo a punto de arrojar un "Depulso" hacia ella, Claro que Beverly ni siquiera le prestó atención y comenzó a empacar las pocas cosas que tenían dentro de la pocilga abandonada.
Los demás hicieron exactamente lo mismo, mientras Zenda se dedicaba a jugar con el gato negro de Echo, al cual todavía no le ponía un nombre, ya que ninguno era digno. —Están emocionándose en vano, caeremos directo en una trampa y entonces les diré: ¡Yo les dije!— Les comentó con el ceño fruncido, sin levantarse del suelo.
La llegada de los desconocidos portando unos objetos llamados "trasladores", no la dejaron más tranquila y si había tomado sus cosas, era sólo para acompañar al resto, no por voluntad propia.
Al aparecer frente a su destino, la pequeña Franco sujetó con firmeza la varita, al tiempo que sentía al animal moverse dentro de la mochila acomodada sobre la espalda. El dolor de panza y el repentino mareo la estaban matando y sólo eran producto de los nervios. No quería pensar que eran ciertas las palabras de su sobrina, porque si en verdad era mentira, eso la decepcionaría demasiado.
Soltó un largo suspiro resignado e ingresó a la extraña construcción junto a los demás, no veía a Ben en ningún lado y estuvo a punto de volver sobre sus pasos, cuando Beverly la detuvo. —Si aquí nos matan, será tú culpa.— Le gruñó furiosa y entonces pasó a sentarse en el rincón más alejado del...¿qué se suponía que era ese edificio? Con las rodillas pegadas al pecho, la varita entre los dedos y el felino negro acostado junto a ella, de ese modo se mantuvo observando todo el lugar...más que nada la puerta.
Rechazó cada ofrecimiento de comida y bebida, aunque la idea no sonaba mal y su cuerpo lo pedía.
Con el pasar de los minutos, su corazón latía más fuerte y disimulando las lagrimas de enojo, frotó sus ojos para liberarlos de la mugre.
Él tenía que aparecer, se lo debía.
Al comienzo iba con la excusa de que era una mujer adulta, que podía hacer lo mismo que los demás, cuando en realidad se pasaba la mayor parte del tiempo buscando rostros conocidos, entre las personas que iban y venían cargando bolsas de compras.
Gracias a los ungüentos de Beverly, la mayor parte de sus heridas habían sanado, ya no había rastros de quemaduras, pero si feas cicatrices en su pecho y pierna derecha. No le importaba eso, como tampoco le interesaba bañarse y si había llegado a un acuerdo con la rubia para vestir las prendas que había hecho a mano, fue sólo porque estaba cansada de tener un bolsillo roto.
Honestamente, no habrían ido muy lejos sin la ayuda de Kyle y tampoco habrían logrado sobrevivir sin los conocimientos médicos de su sobrina. Zenda jamás creyó pensar en eso y antes de decírselo a la cara, prefería llenar su boca con nueces, después de todo, seguía siendo un tonta.
Cuando la rubia llegó con la noticia de que Ben y Alice estaban vivos en el Distrito cinco, no la escuchó, era una broma de muy mal gusto y estuvo a punto de arrojar un "Depulso" hacia ella, Claro que Beverly ni siquiera le prestó atención y comenzó a empacar las pocas cosas que tenían dentro de la pocilga abandonada.
Los demás hicieron exactamente lo mismo, mientras Zenda se dedicaba a jugar con el gato negro de Echo, al cual todavía no le ponía un nombre, ya que ninguno era digno. —Están emocionándose en vano, caeremos directo en una trampa y entonces les diré: ¡Yo les dije!— Les comentó con el ceño fruncido, sin levantarse del suelo.
La llegada de los desconocidos portando unos objetos llamados "trasladores", no la dejaron más tranquila y si había tomado sus cosas, era sólo para acompañar al resto, no por voluntad propia.
Al aparecer frente a su destino, la pequeña Franco sujetó con firmeza la varita, al tiempo que sentía al animal moverse dentro de la mochila acomodada sobre la espalda. El dolor de panza y el repentino mareo la estaban matando y sólo eran producto de los nervios. No quería pensar que eran ciertas las palabras de su sobrina, porque si en verdad era mentira, eso la decepcionaría demasiado.
Soltó un largo suspiro resignado e ingresó a la extraña construcción junto a los demás, no veía a Ben en ningún lado y estuvo a punto de volver sobre sus pasos, cuando Beverly la detuvo. —Si aquí nos matan, será tú culpa.— Le gruñó furiosa y entonces pasó a sentarse en el rincón más alejado del...¿qué se suponía que era ese edificio? Con las rodillas pegadas al pecho, la varita entre los dedos y el felino negro acostado junto a ella, de ese modo se mantuvo observando todo el lugar...más que nada la puerta.
Rechazó cada ofrecimiento de comida y bebida, aunque la idea no sonaba mal y su cuerpo lo pedía.
Con el pasar de los minutos, su corazón latía más fuerte y disimulando las lagrimas de enojo, frotó sus ojos para liberarlos de la mugre.
Él tenía que aparecer, se lo debía.
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Ver a Mimi aparecer con Kendrick fue más de lo que hubiera esperado, pero poder conseguir la información de que absolutamente todos los chicos estaban con vida, escondidos en el distrito doce, bastó para que mi corazón se pusiera a martillar con locura. Tras semanas de intensa búsqueda y profunda depresión, parece que las cosas pueden volver a dónde estaban antes, al menos un poco: muchos siguen vivos, podemos cuidarnos los unos a los otros, no todo lo hemos perdido. Detesto esto de no ser un mago porque soy de quienes nos quedamos atrás cuando se trata de ir y volver con trasladores y apariciones, así que no me queda más que esperar por los demás. Aprovecho el tiempo que eso me da para ir en busca de más provisiones, lo cual ayuda a calmar los nervios y las ansias. Está todo tan cerca…
Para cuando regreso, el escándalo que se oye del otro lado de la puerta me deja bien en claro que los niños ya se encuentran aquí. La primera que me recibe es Beverly, a quien estrecho con fuerza sin poder creerme que por fin está aquí, y pronto estoy ahogando a Jared. Todo es un montón de voces que se elevan, que buscan hablar los unos sobre los otros y dar miles de explicaciones además de hacer preguntas, así que me encuentro respondiendo una y otra vez que ya podremos hablar con calma, que se han ganado el bañarse, comer y descansar. Hay más abrazos, para variar, pero mi atención se va cuando me doy cuenta de que falta una cabeza rubia e insistente en la escena. No puedo evitar preguntar por Zenda, a quien me señalan en uno de los rincones. Tengo que alejarme del barullo y asomarme por una de las esquinas para descubrir dónde se encuentra, chequeando cómo se anda frotando los ojos. No sé por qué, pero la imagen me hace sonreír con cierta compasión — Creí que serías la primera que me golpearía — admito en un murmullo, buscando llamar su atención.
Doy un vistazo hacia atrás para chequear como el resto va y viene, así que aprovecho que no nos prestan atención para acercarme e inclinarme frente a ella — Pensé que no te volvería a ver — admito. Sin pensarlo, uso mis manos para limpiarle el rostro, buscando regalarle cierto consuelo y convencerme de que todo esto es real.
Para cuando regreso, el escándalo que se oye del otro lado de la puerta me deja bien en claro que los niños ya se encuentran aquí. La primera que me recibe es Beverly, a quien estrecho con fuerza sin poder creerme que por fin está aquí, y pronto estoy ahogando a Jared. Todo es un montón de voces que se elevan, que buscan hablar los unos sobre los otros y dar miles de explicaciones además de hacer preguntas, así que me encuentro respondiendo una y otra vez que ya podremos hablar con calma, que se han ganado el bañarse, comer y descansar. Hay más abrazos, para variar, pero mi atención se va cuando me doy cuenta de que falta una cabeza rubia e insistente en la escena. No puedo evitar preguntar por Zenda, a quien me señalan en uno de los rincones. Tengo que alejarme del barullo y asomarme por una de las esquinas para descubrir dónde se encuentra, chequeando cómo se anda frotando los ojos. No sé por qué, pero la imagen me hace sonreír con cierta compasión — Creí que serías la primera que me golpearía — admito en un murmullo, buscando llamar su atención.
Doy un vistazo hacia atrás para chequear como el resto va y viene, así que aprovecho que no nos prestan atención para acercarme e inclinarme frente a ella — Pensé que no te volvería a ver — admito. Sin pensarlo, uso mis manos para limpiarle el rostro, buscando regalarle cierto consuelo y convencerme de que todo esto es real.
Volver al refugio me tomo menos tiempo del que habíamos tardado con Ken en ir hasta donde nos encontro Mimi, supongo que correr sola debajo de la capa de invisibilidad era más fácil de a uno, y si no había sentimientos negativos hacía tu compañero.
Entre agitación les explique al resto lo que había pasado, sin dejar de sonreir como loca y empece a guardar las cosas en mi bolsito: las nuevas telas que había comprado para hacerles otro outfit a todos, los libros que había logrado salvar y había prestado al resto para entretenimiento, las mantas que veniamos usando de camas desde que estabamos solos y finalmente lo que pude cosechar de mi huerta.
Me ponía un poco mal dejar algunas de las plantas atras, pero no creo que tuviera tiempo de ir a comprar mas macetas y desenterrarlas todas, solo esperaba que pudieran sobrevivir sin mis cuidados, aunque las plantas de mamá las arranque de raíz porque quería mostrarle lo que había logrado.
Link era la que ponía más resistencía a lo que les decía, pero era una gruñon de por si, además estas personas ya iban a venir por nosotros en cualquier momento y no quería dejar nada atras, al menos no esta vez.
Cuando aparecieron los de la red a buscarnos practicamente le salte a uno encima, la emoción de volver a ver al resto del 14 era como electricidad recorriendo mi cuerpo.
Lo primero que vi al llegar fue aquella casa un poco mejor que de lo que habíamos estado viviendo hasta el momento pero ninguna cara familiar, lo que me hizo temer un poco, ¿y si mi corazonada había sido todo mi desesperación por recuperar lo que habíamos perdido y buscar algo familiar luego de pasar semanas en un ambiente nuevo y fingiendo que todo estaba bien y lo lograriamos? Las amenazas de Link no ayudaban.
Y entonces apareció Ben, todo mi optimismo volvio y aquellos miedos y pesadillas que me habían estado por comer viva desaparecieron, uff estuvo cerca. Me fundí en un abrazo con mi padre número uno, algo que no sabía que necesitaba tanto y las lagrimas volvieron, dejando salir toda la tensión de mi cuerpo. Tengo que dejarlo ir porque todos quieren abrazarlo, pero lo sigo de atras como un perrito, mirando para todos lados a ver quien más llega.
- ¿Quienes más estan? - le pregunté a Ben, Mimi había dicho que Alice, Ava y Cale, pero tenía que haber más.
Entre agitación les explique al resto lo que había pasado, sin dejar de sonreir como loca y empece a guardar las cosas en mi bolsito: las nuevas telas que había comprado para hacerles otro outfit a todos, los libros que había logrado salvar y había prestado al resto para entretenimiento, las mantas que veniamos usando de camas desde que estabamos solos y finalmente lo que pude cosechar de mi huerta.
Me ponía un poco mal dejar algunas de las plantas atras, pero no creo que tuviera tiempo de ir a comprar mas macetas y desenterrarlas todas, solo esperaba que pudieran sobrevivir sin mis cuidados, aunque las plantas de mamá las arranque de raíz porque quería mostrarle lo que había logrado.
Link era la que ponía más resistencía a lo que les decía, pero era una gruñon de por si, además estas personas ya iban a venir por nosotros en cualquier momento y no quería dejar nada atras, al menos no esta vez.
Cuando aparecieron los de la red a buscarnos practicamente le salte a uno encima, la emoción de volver a ver al resto del 14 era como electricidad recorriendo mi cuerpo.
Lo primero que vi al llegar fue aquella casa un poco mejor que de lo que habíamos estado viviendo hasta el momento pero ninguna cara familiar, lo que me hizo temer un poco, ¿y si mi corazonada había sido todo mi desesperación por recuperar lo que habíamos perdido y buscar algo familiar luego de pasar semanas en un ambiente nuevo y fingiendo que todo estaba bien y lo lograriamos? Las amenazas de Link no ayudaban.
Y entonces apareció Ben, todo mi optimismo volvio y aquellos miedos y pesadillas que me habían estado por comer viva desaparecieron, uff estuvo cerca. Me fundí en un abrazo con mi padre número uno, algo que no sabía que necesitaba tanto y las lagrimas volvieron, dejando salir toda la tensión de mi cuerpo. Tengo que dejarlo ir porque todos quieren abrazarlo, pero lo sigo de atras como un perrito, mirando para todos lados a ver quien más llega.
- ¿Quienes más estan? - le pregunté a Ben, Mimi había dicho que Alice, Ava y Cale, pero tenía que haber más.
El ruido en el interior del edificio, sumado a los gritos de sus amigos desesperados por obtener respuestas por parte de los desconocidos que fueron a buscarlos, ya estaba comenzando a molestarle y no le faltaba mucho para explotar. Si, Zenda era bastante malhumorada e irritante, pero los nervios ante la nueva situación y la posible decepción, la estaban matando.
Sus deseos de asesinar a Beverly y Jared quedaron olvidados en el mismo instante que escuchó las pisadas demasiado conocidas, seguidas de una voz familiar. Era él. Estaba allí, vivo y preguntaba por ella.
Sus ojos se llenaron de lagrimas, quería ponerse de pie y corroborar que todo era real, que no era un sueño, pero sus piernas no respondían, así que terminó refregando su rostro para ocultar el llanto de emoción.
Sus palabras hicieron que levantara el rostro y a diferencia de Zenda, quien no se movió del rincón, "El gato" si se encaminó hacia Ben para olfatearlo y pasearse por sus pies. —Las ganas no me faltan.— Respondió presionando sus labios. Una diminuta parte dentro de ella seguía muy enojada con su hermano por llevar al enemigo a su hogar, por revelar la ubicación y por ser el culpable de la muerte de su madre.
Todo ese rencor e ira se esfumó con el suave tacto del pelirrojo en su mejilla, su cuerpo por fin reaccionó a las ordenes que enviaba su cerebro y los brazos de la niña rodearon el torso de mayor.
No controló el llanto y escondiéndose en el hueco entre el hombro y el cuello, dejó que todo su peso lo soportara él. —No vuelvas a dejarnos.— Le pidió entre sollozos. —Pensaba que ya no quedaba nadie, que seríamos sólo nosotros seis y...— Detuvo sus palabras cuando Beverly hizo una importante pregunta. Sin soltar el fuerte agarre temiendo que desapareciera, estiró el cuello buscando con la mirada a los demás sobrevivientes del catorce —¿Y papá?— La rubia mayor había mencionado a Alice, algo de Ava y Cale, pero nada más.
Sus deseos de asesinar a Beverly y Jared quedaron olvidados en el mismo instante que escuchó las pisadas demasiado conocidas, seguidas de una voz familiar. Era él. Estaba allí, vivo y preguntaba por ella.
Sus ojos se llenaron de lagrimas, quería ponerse de pie y corroborar que todo era real, que no era un sueño, pero sus piernas no respondían, así que terminó refregando su rostro para ocultar el llanto de emoción.
Sus palabras hicieron que levantara el rostro y a diferencia de Zenda, quien no se movió del rincón, "El gato" si se encaminó hacia Ben para olfatearlo y pasearse por sus pies. —Las ganas no me faltan.— Respondió presionando sus labios. Una diminuta parte dentro de ella seguía muy enojada con su hermano por llevar al enemigo a su hogar, por revelar la ubicación y por ser el culpable de la muerte de su madre.
Todo ese rencor e ira se esfumó con el suave tacto del pelirrojo en su mejilla, su cuerpo por fin reaccionó a las ordenes que enviaba su cerebro y los brazos de la niña rodearon el torso de mayor.
No controló el llanto y escondiéndose en el hueco entre el hombro y el cuello, dejó que todo su peso lo soportara él. —No vuelvas a dejarnos.— Le pidió entre sollozos. —Pensaba que ya no quedaba nadie, que seríamos sólo nosotros seis y...— Detuvo sus palabras cuando Beverly hizo una importante pregunta. Sin soltar el fuerte agarre temiendo que desapareciera, estiró el cuello buscando con la mirada a los demás sobrevivientes del catorce —¿Y papá?— La rubia mayor había mencionado a Alice, algo de Ava y Cale, pero nada más.
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Obvio que me esperaba una respuesta de esa índole de su parte, la conozco lo suficiente como para saberlo y no poder contener una sonrisa vaga y poco entusiasta. Hay algo extraño en este reencuentro, en saber que todo es demasiado agridulce como para sentirnos completamente felices, cuando todos hemos dejado a gente atrás. El llanto de Zenda tampoco me toma desprevenido, la atajo entre mis brazos y acaricio su cabello como si eso fuese a borrar las últimas semanas. Como si no hubiésemos perdido gente, como si nuestro hogar no hubiera sido consumido por un fuego maldito que devoró cada uno de los rincones donde construimos una vida, la única vida que ellos conocieron. Y ahora parece que nunca ha existido.
Sacudo la cabeza en señal negativa, porque no pienso volver a abandonarlos, pero no puedo decirlo en voz alta porque recuerdo el pacto que hemos hecho con Alice. Buscar y rescatar a Seth, cueste lo que cueste, muera quien muera, posiblemente nosotros. La voz de Beverly me saca de mis pensamientos amargos y siento que me he tragado un limón, Zenda no ayuda al ser más específica. Uso mis manos para apartarla un poco, pero mantengo la mirada gacha. No respondo rápido, porque estoy concentrado en relamerme y encontrar el modo de ser sincero sin pecar de brusco — Zen, he visto a papá correr al centro de la explosión para ayudar a alguien… — no me atrevo a decirle mis sospechas, así que la miro finalmente con una expresión que es casi una disculpa — No hay manera que… no creo que haya podido salir… — nadie podría haber sobrevivido a eso, ni siquiera el hombre que admiraba cuando era un niño y que siempre tuvo una enorme parte de mí.
Busco recomponerme y carraspeo un poco, empujando algunas líneas de pensamiento que deseo no tener ahora — Solo nosotros, Alice, Cale y Ava. Es todo lo que tengo — ojalá pudiese decirles algo más, pero no puedo mentirles.
Sacudo la cabeza en señal negativa, porque no pienso volver a abandonarlos, pero no puedo decirlo en voz alta porque recuerdo el pacto que hemos hecho con Alice. Buscar y rescatar a Seth, cueste lo que cueste, muera quien muera, posiblemente nosotros. La voz de Beverly me saca de mis pensamientos amargos y siento que me he tragado un limón, Zenda no ayuda al ser más específica. Uso mis manos para apartarla un poco, pero mantengo la mirada gacha. No respondo rápido, porque estoy concentrado en relamerme y encontrar el modo de ser sincero sin pecar de brusco — Zen, he visto a papá correr al centro de la explosión para ayudar a alguien… — no me atrevo a decirle mis sospechas, así que la miro finalmente con una expresión que es casi una disculpa — No hay manera que… no creo que haya podido salir… — nadie podría haber sobrevivido a eso, ni siquiera el hombre que admiraba cuando era un niño y que siempre tuvo una enorme parte de mí.
Busco recomponerme y carraspeo un poco, empujando algunas líneas de pensamiento que deseo no tener ahora — Solo nosotros, Alice, Cale y Ava. Es todo lo que tengo — ojalá pudiese decirles algo más, pero no puedo mentirles.
La melancolía me invade cuando Ben dice que Elioh no lo logró, me trae recuerdos de Arleth, pero aguanto las lágrimas porque no hoy no es día para llorar, más de lo que ya lo hice. También que solo haya 4 de ellos vivos no quiere decir que otros no lo lograran, hasta hoy pensabamos que eramos solo nosotros 6... Me pregunto dónde estaría Ken para restregarle en la cara que tenía razón.
- Hoy celebremos este reecuentro - le digo a Ben apoyando mi mano en su hombro y tratando de no sonar lo más solemne que puedo, aunque seguro tengo la voz medio quebrada - Aunque yo ya sabía que estaban vivos, pero es bueno confirmarlo.
- Hoy celebremos este reecuentro - le digo a Ben apoyando mi mano en su hombro y tratando de no sonar lo más solemne que puedo, aunque seguro tengo la voz medio quebrada - Aunque yo ya sabía que estaban vivos, pero es bueno confirmarlo.
Zenda ya se había hecho la idea de que sólo ellos seis eran los sobrevivientes del Distrito catorce y ahora, al tener a Ben en frente, regresó la ilusión de que tal vez más personas hayan logrado evitar las bombas de fuego.
Se quejó al sentir que su hermano la apartaba e intentó manotearlo para evitar la separación, mas al percatarse de la extraña mirada al suelo, entendió que ahora en verdad eran los únicos que seguían con vida.
Regresó a su rincón, apoyando la espalda contra la pared y con rápidos movimientos se limpió los mocos y lagrimas con la remera que Beverly había diseñado para ella. —Entonces mamá y papá están juntos ahora.— Susurró con la voz ahogada, conteniendo el llanto y tratando de tragar la saliva pese al nudo en su garganta. La habían dejado sola.
Evitó el contacto visual con la rubia y aunque quiso gritarle enfadada que no había nada que celebrar, no lo hizo. Simplemente calló, hasta que recordó cuál era la única pregunta que necesitaba respuesta.
Abrazó sus rodillas contra el pecho y observó a Ben. —¿Por qué lo llevaste a nuestro hogar?—No hacía falta mencionar nombres. Su tono de voz no era acusador, tampoco herido, simplemente pedía una explicación válida para tal actuación. —Y dime la verdad, creo que nos merecemos al menos eso.— Murmuró y entonces si bajó la vista hacia sus sucios pantalones.
Zenda estaba en verdad feliz y aliviada por saber que sus hermanos lo habían logrado, que pronto estarían todos juntos de nuevo, pero aún así el reencuentro era agridulce.
¿Qué se suponía que harían ahora?
Se quejó al sentir que su hermano la apartaba e intentó manotearlo para evitar la separación, mas al percatarse de la extraña mirada al suelo, entendió que ahora en verdad eran los únicos que seguían con vida.
Regresó a su rincón, apoyando la espalda contra la pared y con rápidos movimientos se limpió los mocos y lagrimas con la remera que Beverly había diseñado para ella. —Entonces mamá y papá están juntos ahora.— Susurró con la voz ahogada, conteniendo el llanto y tratando de tragar la saliva pese al nudo en su garganta. La habían dejado sola.
Evitó el contacto visual con la rubia y aunque quiso gritarle enfadada que no había nada que celebrar, no lo hizo. Simplemente calló, hasta que recordó cuál era la única pregunta que necesitaba respuesta.
Abrazó sus rodillas contra el pecho y observó a Ben. —¿Por qué lo llevaste a nuestro hogar?—No hacía falta mencionar nombres. Su tono de voz no era acusador, tampoco herido, simplemente pedía una explicación válida para tal actuación. —Y dime la verdad, creo que nos merecemos al menos eso.— Murmuró y entonces si bajó la vista hacia sus sucios pantalones.
Zenda estaba en verdad feliz y aliviada por saber que sus hermanos lo habían logrado, que pronto estarían todos juntos de nuevo, pero aún así el reencuentro era agridulce.
¿Qué se suponía que harían ahora?
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Supongo que ese es su consuelo, el saber que al menos han muerto el mismo día y que, si hay algo después de esta porquería que llamamos vida, al menos lo han alcanzado a la par. Jamás fui demasiado creyente en esas cosas, pero dicen que los fantasmas existen, así que tal vez debería buscar al menos ese lado de positivismo. La mano de Beverly es extrañamente reconfortante, la busco con la mía para darle un suave apretón y le regalo una sonrisa sobre mi hombro. Quizá tiene el don para ser irritante, pero como su madre, la rubia siempre encuentra el modo de usar las palabras a su estilo de forma que se sientan un poco más esperanzadoras. En Eowyn, su locura era parte de su encanto y se sentía como un chorro de optimismo y buena luz entre tanta alma corrompida.
La pregunta de Zenda me hace apretar la mano de mi hija con algo más de fuerza, me demoro un segundo antes de volver a mirarla con la expresión un poco más apagada. Sé de quien habla y también soy consciente de que los detalles son algo que no deseo contarle, pero que de todas maneras deberé hacerlo. He arruinado su vida, debería al menos saber por qué — Arianne y yo hemos sido amigos por años, desde que yo era un niño. Solo quería mostrarle que su lugar podía ser con nosotros… — hago una mueca. No quiero pensar en ella estos días, no cuando no tuve noticias de cómo había resultado toda esta locura en su dirección. Tampoco tengo los medios para comunicarme y que los dos nos encontremos seguros en ello, considerando de que deben tener pinchados todos sus medios de comunicación, si es que no la han encerrado o ejecutado. Pensar en ello me obliga a seguir hablando para evitar irme por esa línea — Al irme con ella, me capturaron los aurores y acabé en el despacho de Jamie Niniadis. No fue una visita agradable — mi voz se apaga un poco, evidencia que lo que ha ocurrido ahí no saldrá de mis labios. Me he ganado cicatrices nuevas, unas que no mostraré.
Mis dedos se deslizan hasta dejar la mano de Beverly libre y froto las mías entre sí, manteniendo la mirada gacha. Es mi modo de evitar un rostro que quiero ignorar y, a su vez, me siento capaz de producir las palabras antes de soltarlas, recreando ciertos escenarios en mi mente — Confíe en Sean Niniadis. Él siempre fue diferente a los demás magos. Me protegió hace años y me cuidó hace semanas. Me prometió que solo quería recuperar a Seth, decirle verdades que jamás había podido. Sean lo crió, se merecía al menos… — sacudo un poco las manos, porque no encuentro el modo de explicarme sin navegar en temas delicados, los cuales son ajenos a mí y que no debería hablar hasta que Seth desee hacerlo. Al final, resoplo cargado de tristeza — Supongo que su error fue confiar en Jamie y él mío, el querer hacer lo que creí correcto.
La pregunta de Zenda me hace apretar la mano de mi hija con algo más de fuerza, me demoro un segundo antes de volver a mirarla con la expresión un poco más apagada. Sé de quien habla y también soy consciente de que los detalles son algo que no deseo contarle, pero que de todas maneras deberé hacerlo. He arruinado su vida, debería al menos saber por qué — Arianne y yo hemos sido amigos por años, desde que yo era un niño. Solo quería mostrarle que su lugar podía ser con nosotros… — hago una mueca. No quiero pensar en ella estos días, no cuando no tuve noticias de cómo había resultado toda esta locura en su dirección. Tampoco tengo los medios para comunicarme y que los dos nos encontremos seguros en ello, considerando de que deben tener pinchados todos sus medios de comunicación, si es que no la han encerrado o ejecutado. Pensar en ello me obliga a seguir hablando para evitar irme por esa línea — Al irme con ella, me capturaron los aurores y acabé en el despacho de Jamie Niniadis. No fue una visita agradable — mi voz se apaga un poco, evidencia que lo que ha ocurrido ahí no saldrá de mis labios. Me he ganado cicatrices nuevas, unas que no mostraré.
Mis dedos se deslizan hasta dejar la mano de Beverly libre y froto las mías entre sí, manteniendo la mirada gacha. Es mi modo de evitar un rostro que quiero ignorar y, a su vez, me siento capaz de producir las palabras antes de soltarlas, recreando ciertos escenarios en mi mente — Confíe en Sean Niniadis. Él siempre fue diferente a los demás magos. Me protegió hace años y me cuidó hace semanas. Me prometió que solo quería recuperar a Seth, decirle verdades que jamás había podido. Sean lo crió, se merecía al menos… — sacudo un poco las manos, porque no encuentro el modo de explicarme sin navegar en temas delicados, los cuales son ajenos a mí y que no debería hablar hasta que Seth desee hacerlo. Al final, resoplo cargado de tristeza — Supongo que su error fue confiar en Jamie y él mío, el querer hacer lo que creí correcto.
A decir verdad no sabía como sentirme respecto a Ben, le di muchas vueltas al tema las ultimas semanas, sobretodo en los momentos en los que despertaba y la droga ya no hacía efecto. Era cierto que habían sido sus decisiones lo que llevaron a la destrucción de nuestro hogar, pero también nadie sabe del todo el futuro y habiamos enfrentado un grupo de malos no muy lejos de casa, ¿Quién puede asegurar que no nos encontrarian con el tiempo?
Aunque una parte de mi lo culpaba y quería gritarle, la mayor parte estaba feliz de volver a verlo. Escuchar la explicación que Ben nos dió, me hizo empatizar más con él, mamá siempre dijo que se cargaba muchas cosas encima y por eso tenía que ir a hacerle compañia tan seguido. Y mientras mamá no estuviera, supongo que tendría que levantarle el animo yo.
- Bueno el pasado esta en el pasado, podemos seguir llorando por él mañana - digo mientras trato de levantar a Ben tironeando de su brazo lo que era medio difícil si se cuenta lo enorme que era - ¿Quíeres saber como sobrevivimos este tiempo? Fue todo gracias a mi - no pude evitar mostrar mi ego, pero realmente había sido así.
Aunque una parte de mi lo culpaba y quería gritarle, la mayor parte estaba feliz de volver a verlo. Escuchar la explicación que Ben nos dió, me hizo empatizar más con él, mamá siempre dijo que se cargaba muchas cosas encima y por eso tenía que ir a hacerle compañia tan seguido. Y mientras mamá no estuviera, supongo que tendría que levantarle el animo yo.
- Bueno el pasado esta en el pasado, podemos seguir llorando por él mañana - digo mientras trato de levantar a Ben tironeando de su brazo lo que era medio difícil si se cuenta lo enorme que era - ¿Quíeres saber como sobrevivimos este tiempo? Fue todo gracias a mi - no pude evitar mostrar mi ego, pero realmente había sido así.
Zenda escuchó toda la historia mordiendo el interior de su mejilla, hasta sentir el metálico gusto de su sangre en la lengua. Era realmente duro oír todas las respuestas que durante semanas habían invadido su mente y alma, pero lo peor de todo, era que ya no podía estar enfadada con Ben. Era su hermano después de todo y ahora que sus padres no estaban con vida, era uno de los pocos familiares que le quedaban.
No se movió del lugar ni aflojó el agarre de sus rodillas contra el pecho, si agradeció en su interior que Beverly estuviera allí, porque ella no tenía palabras sabias para reconfortar al mayor. Ni siquiera las tenía para animarse a si misma.
Desde lo ocurrido en el Distrito catorce, tenía una increíble ira acumulada en su interior y cada día empeoraba más. Sobretodo luego de aquel paseo con Jared y Bev por el centro, cuando observó en una pantalla como se burlaban y reían del desastre, al tiempo que mostraban imágenes y vídeos su hogar ardiendo. —Ya no sé qué se supone que es lo correcto.— Admitió en voz baja, observando un punto fijo en la pared para contener las lagrimas.
Si, habían sobrevivido, pero Zenda ya había perdido la cuenta de la cantidad de aurores que había atacado y cada uno de ellos, regresaba para atormentarla en sus sueños.
Intentó aclarar un poco su garganta y asintió hacia la rubia mayor, para luego apartar de su rostro los mechones endurecidos por la mugre. —Ben...— Le llamó y al notar que él evitaba mirarla de frente, separó la espalda de la pared y tomó su barbilla para conseguir que su hermano la observara. —Hace mucho, en el bosque, me dijiste que nuestra familia no estaba rota y ahora lo está.— Tuvo que hacer una pequeña pausa para que la voz no le fallara, mas no consiguió siquiera contener las lagrimas, así que soltó el rostro de Ben y se limpió los ojos junto con la nariz, todo de un manotazo, antes de continuar. —No pude despedirme ni enterrar a mamá, ni a papá...— No le estaba echando en cara absolutamente nada, sólo quería desahogarse un poco. —Lo que intento decir y creo que repito tus palabras a la perfección, es que no quiero tener que enterrarte a ti, ni a Ava, ni a Cale, a nadie más...por un error que podría haberse evitado.— El llanto empapaba el rostro de la niña, sin embargo volvió a pegar la espalda a la pared, esta vez escondiendo la cara entre las rodillas y con la ayuda de sus brazos.
Estaba demasiado cansada.
No se movió del lugar ni aflojó el agarre de sus rodillas contra el pecho, si agradeció en su interior que Beverly estuviera allí, porque ella no tenía palabras sabias para reconfortar al mayor. Ni siquiera las tenía para animarse a si misma.
Desde lo ocurrido en el Distrito catorce, tenía una increíble ira acumulada en su interior y cada día empeoraba más. Sobretodo luego de aquel paseo con Jared y Bev por el centro, cuando observó en una pantalla como se burlaban y reían del desastre, al tiempo que mostraban imágenes y vídeos su hogar ardiendo. —Ya no sé qué se supone que es lo correcto.— Admitió en voz baja, observando un punto fijo en la pared para contener las lagrimas.
Si, habían sobrevivido, pero Zenda ya había perdido la cuenta de la cantidad de aurores que había atacado y cada uno de ellos, regresaba para atormentarla en sus sueños.
Intentó aclarar un poco su garganta y asintió hacia la rubia mayor, para luego apartar de su rostro los mechones endurecidos por la mugre. —Ben...— Le llamó y al notar que él evitaba mirarla de frente, separó la espalda de la pared y tomó su barbilla para conseguir que su hermano la observara. —Hace mucho, en el bosque, me dijiste que nuestra familia no estaba rota y ahora lo está.— Tuvo que hacer una pequeña pausa para que la voz no le fallara, mas no consiguió siquiera contener las lagrimas, así que soltó el rostro de Ben y se limpió los ojos junto con la nariz, todo de un manotazo, antes de continuar. —No pude despedirme ni enterrar a mamá, ni a papá...— No le estaba echando en cara absolutamente nada, sólo quería desahogarse un poco. —Lo que intento decir y creo que repito tus palabras a la perfección, es que no quiero tener que enterrarte a ti, ni a Ava, ni a Cale, a nadie más...por un error que podría haberse evitado.— El llanto empapaba el rostro de la niña, sin embargo volvió a pegar la espalda a la pared, esta vez escondiendo la cara entre las rodillas y con la ayuda de sus brazos.
Estaba demasiado cansada.
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No quiero decirle en voz alta que jamás va a comprender qué es lo correcto o no, así que guardo silencio. El tirón de Beverly hace que le preste atención y gire hacia ella, atreviéndome a darle una sonrisa y tengo la curiosidad suficiente como para querer preguntar de qué está hablando exactamente, cuando Zenda vuelve a tomarme. Me siento obligado a mantenerle la mirada, sosprendido de que posea esa memoria sobre algo que sucedió hace lo que yo siento demasiado tiempo. No sé qué es, de todo lo que me dice, lo que me deja quieto en mi sitio, sintiendo que la tierra se está quebrando bajo mis pies. Me muerdo el interior de la mejilla por un momento y trato de mantenerme entero, a pesar de que ya ni recuerdo cómo se siente — Hay errores que no se pueden evitar. Crees que estás haciendo las cosas bien y, simplemente, sucede algo inesperado — intento explicar con la mayor calma que soy capaz — Lo único que nos queda es decidir qué hacer con eso y dar la mejor versión de nosotros mismos — es lo que nuestros padres, al fin y al cabo, esperaban de nosotros.
Siento que ya no tengo más que decir, cuando podría encontrar el modo de prolongar esto y continuar torturándonos sobre cosas que no podemos cambiar, no ahora. Le pico la nariz en un intento de hacerle saber que debería limpiarse y me enderezo, paso una mano por los hombros de Beverly y la estrecho vagamente contra mí — Ahora, me gustaría que descansen, coman y duerman. Además, creo que tienen que contarme la historia de cómo es que han sobrevivido — les recuerdo, tratando de optar por un tono de voz un poco más animado. Sin mucho más, le tiendo la mano que tengo libre a mi hermana — Disfrutemos mientras podamos… ¿No? — porque creo que así siempre han sido las cosas. La vida nos golpea y nosotros tenemos que seguir respirando.
Siento que ya no tengo más que decir, cuando podría encontrar el modo de prolongar esto y continuar torturándonos sobre cosas que no podemos cambiar, no ahora. Le pico la nariz en un intento de hacerle saber que debería limpiarse y me enderezo, paso una mano por los hombros de Beverly y la estrecho vagamente contra mí — Ahora, me gustaría que descansen, coman y duerman. Además, creo que tienen que contarme la historia de cómo es que han sobrevivido — les recuerdo, tratando de optar por un tono de voz un poco más animado. Sin mucho más, le tiendo la mano que tengo libre a mi hermana — Disfrutemos mientras podamos… ¿No? — porque creo que así siempre han sido las cosas. La vida nos golpea y nosotros tenemos que seguir respirando.
Yo estaba tratando de animar el ambiente pero Link estaba en su peor estado emo, y eso que en el distrito 12 ya me parecía bastante deprimente. Aunque también se lo tenía que conceder porque la situación daba para eso... Asi que cuando tomo el rostro de Ben me giré para darles algo de privacidad.
Podía entenderle, yo me cuestionaba mi moral cada vez que enfrentabamos aurores, no me sentía mal por sus muertes aunque como futura sanadora mi trabajo sería el preservar la vida, e incluso sentía que si volviera a pasar no dudaría en tomar la decisión. ¿Qué decía eso de mi?
Al sentir el brazo de Ben rodeandome dejo aquellos pensamientos negativos y le sornio.
- No estamos tan mal como lo haces sonar - tal vez no habíamos dormido en camas hacía mucho pero en cuanto a comida habíamos logrado volver a un estado sano después de las primeras semanas en el 12 - Lo peor fue atravesar el desierto -aun recordaba ese calor abrasador y la sequedad en la garganta - Pero lo logramos, y de ahi fue pan comido. Al principio no sabiamos que hacer, hasta que se me ocurrio vender cosas y estuvimos con Link y Jared vendiendo unas flores que tenía, pero el negocio realmente mejoro cuando descubrí que tenía algunas plantas de mamá, es increible lo bien que se vendían.
Podía entenderle, yo me cuestionaba mi moral cada vez que enfrentabamos aurores, no me sentía mal por sus muertes aunque como futura sanadora mi trabajo sería el preservar la vida, e incluso sentía que si volviera a pasar no dudaría en tomar la decisión. ¿Qué decía eso de mi?
Al sentir el brazo de Ben rodeandome dejo aquellos pensamientos negativos y le sornio.
- No estamos tan mal como lo haces sonar - tal vez no habíamos dormido en camas hacía mucho pero en cuanto a comida habíamos logrado volver a un estado sano después de las primeras semanas en el 12 - Lo peor fue atravesar el desierto -aun recordaba ese calor abrasador y la sequedad en la garganta - Pero lo logramos, y de ahi fue pan comido. Al principio no sabiamos que hacer, hasta que se me ocurrio vender cosas y estuvimos con Link y Jared vendiendo unas flores que tenía, pero el negocio realmente mejoro cuando descubrí que tenía algunas plantas de mamá, es increible lo bien que se vendían.
Zenda asintió a las palabras de Ben y ante el gesto sobre su nariz, rasgó un poco la tela de la camisa que le había hecho Bev y se enjuagó las lagrimas para luego limpiarse los mocos.
La verdad era que envidiaba bastante a su sobrina, sus ánimos y humor no habían cambiado para nada pese a todo lo ocurrido y en cambio para ella, le resultaba casi imposible reír o ver el lado positivo de toda la situación. Ni hablar de celebrar.
Rodó los ojos ante el apodo, parecía imposible sacárselo de encima y tenía que ponerse a buscar uno igual de irritante para llamarla. —Básicamente vendíamos droga a los inútiles de NeoPanem.— Finalizó el aburrido relato, tomando la mano de su hermano para ponerse de pie.
Tuvo que ajustar un poco las vendas que utilizaba como cinturón y entonces se agachó para tomar a Gato entre los brazos.
—¿Hay comida que no venga en latas?— Preguntó recuperando el agarre a la mano libre de Ben mientras avanzaban. Ahora si que no lo iba a soltar ni loca.
La verdad era que envidiaba bastante a su sobrina, sus ánimos y humor no habían cambiado para nada pese a todo lo ocurrido y en cambio para ella, le resultaba casi imposible reír o ver el lado positivo de toda la situación. Ni hablar de celebrar.
Rodó los ojos ante el apodo, parecía imposible sacárselo de encima y tenía que ponerse a buscar uno igual de irritante para llamarla. —Básicamente vendíamos droga a los inútiles de NeoPanem.— Finalizó el aburrido relato, tomando la mano de su hermano para ponerse de pie.
Tuvo que ajustar un poco las vendas que utilizaba como cinturón y entonces se agachó para tomar a Gato entre los brazos.
—¿Hay comida que no venga en latas?— Preguntó recuperando el agarre a la mano libre de Ben mientras avanzaban. Ahora si que no lo iba a soltar ni loca.
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Le tomo la mano a Zenda y tiro de ella, ponerla de pie es mucho más sencillo de lo que parece, posiblemente gracias a que siempre ha sido delgada y pequeña. Incluso en esa diminuta tarea, soy capaz de seguir la línea de la conversación y, que va, me encuentro deteniéndome en seco para pasar mi mirada de una a la otra con obvia confusión en el rostro — Esperen. ¿Estuvieron haciendo tráfico de droga para ganar dinero? — sé que hay una parte moral en mí que debería hacer que las reprenda e incluso intento fruncir el ceño, pero una de mis cejas se mueve hacia arriba sin que pueda contenerla. Al final, me resigno — Eso fue ingenioso. Arriesgado y por demás inmoral, pero inteligente — si sobrevivieron, no voy a reprocharlo. Aunque solo por si acaso… — No vuelvan a hacerlo, ¿de acuerdo? — lo último que nos falta es que las apresen por venta de marihuana y todo termine demasiado mal para nosotros.
Me sonrío ante la pregunta final de Zenda y paso una mano por sus hombros en un intento de que ambas queden aferradas a mí cuando avanzamos en dirección a los demás — No hay demasiados lujos, somos muchos y la comida siempre va a ser un bien complicado de conseguir — me explico — Pero quizá hoy podamos hacer una excepción. Nos lo merecemos — ellas principalmente. Sé que aún quedan muchos cabos sueltos, problemas que debemos solucionar antes de que nos coman vivos. Pero para eso, habrá tiempo en la mañana.
Me sonrío ante la pregunta final de Zenda y paso una mano por sus hombros en un intento de que ambas queden aferradas a mí cuando avanzamos en dirección a los demás — No hay demasiados lujos, somos muchos y la comida siempre va a ser un bien complicado de conseguir — me explico — Pero quizá hoy podamos hacer una excepción. Nos lo merecemos — ellas principalmente. Sé que aún quedan muchos cabos sueltos, problemas que debemos solucionar antes de que nos coman vivos. Pero para eso, habrá tiempo en la mañana.
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