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  • The Mighty Fall
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    OTOÑO de 247421 de Septiembre — 20 de Diciembre


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    Tras años de represión y batallas libradas, hoy son los magos los que caminan en las calles más pulcras del Capitolio. Bajo un régimen que condena a los muggles y a los traidores a la persecución, una nueva era se agita a la vuelta de la esquina. La igualdad es un mito, los gritos de justicia se ven asfixiados.

    Existen aquellos que quieren dar vuelta el tablero, otros que buscan sembrar la paz entre razas y magos dispuestos a lo que sea para conservar el poder que por mucho tiempo se les ha negado. La guerra ha llegado a cada uno de los distritos.

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    El sol comenzaba a ocultarse en el horizonte y con la llegada de la noche, la temperatura descendía junto con la humedad.
    Moira colgó el cartel de "Cerrado" en la puerta de su tienda y al terminar de hacer el cierre de caja, inventario y un par de arreglos más, agarró su bolso y salió rumbo a casa.
    Ya estaba acostumbrada al camino, no sintió miedo alguno, de hecho se colocó los auriculares y danzó, bailó mientras avanzaba a través de los pasadizos abandonados del Distrito 5. —He's the wolf screaming lonely in the night, He's the blood stain on the stage...He's the tear in your eyeee.— Canturreó entre pasos.

    Al llegar a la Red de NeoPanem, ingresó a su dormitorio y tomó un largo baño ayudada por la varita. Se negaba a compartir lavatorio con todos los demás, así que su habitación era una de las pocas que tenía acceso a un excusado privado.
    Al secar su cuerpo, observó el pijama doblado sobre los pies de la cama. No, no tenía ganas de acostarse, quería salir.
    Se vistió con unas bonitas botas negras hasta la rodilla, medias de red, shorts ajustados de jean y un top del mismo color oscuro, que dejaba a la vista su ombligo perforado.
    Dejó su cabello húmedo suelto y aplicó un poco de maquillaje sobre sus ojos. Lista.

    Salió y cerró la puerta con un conjuro, Moira podía compartir todo lo que le pidieran, pero su habitación era el límite, ahí estaba toda su privacidad. Ni siquiera a sus amantes los traía, no era estúpida.
    Acomodó dentro de su bolso una botella sin abrir de ron y se dirigió hacia la salida, no quería usar polvos o aparición, prefería caminar.
    Al bajar las escaleras, se encontró con una solitaria Mimi sentada entre los miles de almohadones del sofá. Sabía lo que era ser una de las más pequeñas, ya había pasado por eso y era irritante. —¿Vienes?— Preguntó simplemente y observó el reloj colgado en la pared. —Te doy diez minutos para cambiarte, ponte algo más lindo. Vamos, mueve el culo.— La apresuró y mientras esperaba, se sentó entre los cojines y comenzó a beber unos cuantos sorbos de su precioso alcohol.
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    Mimi J. Johnson
    Consejo 9 ¾
    Las noches de insomnio no eran nada raro en mi rutina diaria, pero cuando las pasaba, al día siguiente era más bien una muerta en vida que un ser humano funcional y racional. Había perdido la cuenta de cuántas siestas había tomado a lo largo del día, y ni siquiera estaba segura de haber comido, así que cuando Moi apareció, básicamente salté del sillón. Debía admitir que más por la sorpresa que por su instrucción en sí, pero al menos había movido mi culo flojo antes de pegarme otra siesta que me diese otra noche de insomnio. - No sé a que te refieres con más lindo. Estoy hermosa. - No lo estaba, tenía un jean razgado que me dejaba ver los tobillos, y una remera llena de quemaduras por todas las veces que la había usado soldando cables. No me importaba, pero solo de echarle un vistazo a Moira, supe que aunque no tuviese idea de a dónde quería ir, definitivamente no combinaría con el ambiente.

    Pego unos saltitos hacia el corredor, y antes de desaparecer por una de las puertas, me volteo desde el marco y vuelvo mi vista hacia ella. - Si estás buscando clientes, quiero que sepas que no estoy interesada en meterme en tu negocio. - Me apresuro a entrar a la habitación antes de que me tire con algo, y me fijo qué mirda tengo para usar que pueda asemejarse siquiera a lo que lleva puesto. La respuesta claro está, es casi nada, pero supongo que unos shorts de jean, unos borcegos negros y una remera del mismo color harán el truco. Apenas y me molesto en delinearme los ojos, y ni siquiera trato de peinarme. Se desde ya que es una causa perdida a estas horas, y no iba a poner ningún tipo de esfuerzo más del que ya había hecho.

    - ¿Ahora sí? - Aparezco por el pasillo nuevamente, pero no me acerco demasiado, si me dice que debo cambiarme prefiero no andar caminando de acá para allá dándole vueltas al asunto. - Espero que la respuesta sea sí, y que me digas a dónde vamos Moira.
    Mimi J. Johnson
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    Invitado
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    Hermoso mi culo.— Respondió y al llegar al sofá, donde se recostó y abrió la botella de ron para comenzar a beber sorbos pequeños.
    No hizo falta insistir en que Mimi se levantara, se notaba que tenía tantas ganas de salir como ella y eso le causó una real sonrisa en el rostro. De todos, ella era su favorita.
    Claro que las siguientes palabras le hicieron soltar un par de carcajadas y con ellas, un fino hilo de alcohol se deslizó hasta la barbilla. No perdió el tiempo y tomando uno de los cojines más cercanos, lo arrojó hacia la morena, mas falló en el impacto ya que la menor se escondió detrás de la pared.

    Ya no recordaba la cantidad de veces que le había explicado a Mimi que ella no era una prostituta, no se acostaba por dinero, pero cuando sus amantes le hacían costosos regalos, obviamente no decía que no.
    Al principio aquella forma de referirse hacia ella le molestaba, ahora sólo era una broma.

    La nueva pregunta hace que Moira baje la botella de sus labios y levante la vista. —Perfecta, ahora baja que ya llegamos tarde.— Saltó para ponerse de pie e hizo crujir su espalda al estirarse. Carajos, había que agregarle un poco de elástico y goma espuma al maldito sillón.
    Guardó la botella dentro de su bolso, se acomodó la chaqueta de cuero negro y cubrió sus cabellos con la capucha. —Pero si te lo digo ahora, no será sorpresa.

    Bromeó y rodeó los hombros de la menor, una vez que caminaban solas por la abandonada calle del Distrito.
    Moira respiró profundo y observó alguna de las estrellas antes de volver a hablar. —Tenemos dos opciones. Bar, baile, bebidas...Tal vez algún chico...o chica para ti.— Trató de esta vez no reír y avanzó a paso lento. —O podemos ir al viejo estadio, beber solas y conversar acerca de la vida, el amor, lo miserable que es el gobierno y ya sabes...teorías conspirativas. Elige sabiamente.
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    Mimi J. Johnson
    Consejo 9 ¾
    - ¿Llegar tarde? - No era una experta en salidas, pero por mi corta experiencia, uno nunca llegaba tarde, y si lo hacía… pues se montaba otra fiesta y asunto arreglado. De verdad esperaba que no fuera una cita con uno de sus tantos clientes, o amantes, o lo que sea. Ni quería, ni estaba dispuesta a tener ese tipo de atenciones por parte de nadie todavía. Gracias. - Sabes que no soy fanática de las sorpresas. - Me ponía ansiosa todo el asunto de “todavía no lo puedes saber”. Si querían que las cosas fueran sorpresa, pues no me avisen que había una para arrancar.

    La veo colocarse el abrigo, pero no la imito. Las noches últimamente estaban más que calurosas, y yo tenía una alta resistencia al frío de todos modos. Mientras que tuviese los bolsillos lo suficientemente grandes como para que me entrase el teléfono, pues todo perfecto. - Quiero que sepas que ninguna opción me resulta especialmente tentadora. Si vamos al bar me dejarás sola en veinte minutos. - Generalmente yo terminaba en la barra tomando algo, a ella la invitaban a bailar, y el resto era historia. No es que no me gustase bailar, pero… no me gustaba bailar. Mis movimientos eran torpes y descoordinados dentro de la pista de baile, y no había forma de que pareciera que tuviese algo de gracia.

    Y lo del viejo estadio, ¿no me vas a asesinar y dejar mi cuerpo tirado, verdad? - Se que a veces ganas no debían faltarle, pero es obvio que es chiste, así que señalo con la cabeza en dirección al lugar. - Estadio será. Pero solo si me dices que dejaste algo en esa botella. Con lo esponja que eres…
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    Claro, si decidimos ir a la primera opción, es mejor llegar temprano para recibir tragos gratis de los desesperados que toman asiento junto a la barra. Esos que son demasiados tímidos como para invitarte a bailar.— Bromeó con la menor y guardando la botella encantada para que nunca se acabara el liquido de su interior, se encaminó hacia la puerta. —Lo sé, pequeña Mimi. Por eso mismo te lo dije.— Hablaba en tono exagerado sólo para imitar el comportamiento del resto cuando estaban junto a ella. Entrecerró los ojos hacia la más joven de la red y revolvió sus cabellos sueltos, obvio que era para su actuación final, Moira jamás la tocaba.

    Con el cierre de su chaqueta ya prendido, salió del refugio y caminó pisando con fuerza la tierra que en algún momento debía convertirse en asfalto.
    La noche era perfecta para beber, no sólo por el clima, si no porque sabía que mañana la tienda estaría cerrada. Gracias dioses por otorgarnos el fin de semana a los esclavos de la vida mortal, pensó. —¿Cuándo YO te he abandonado?— Preguntó herida, llevando las manos hasta su pecho mientras la observaba como cachorro asustado y regañado.
    Sus gestos duraron menos de dos segundos, las carcajadas la delataron y al recordar las viejas aventuras, se relamió los labios. —Era un buen candidato, creo que si no hubiese sido un niño de mamá, me podría haber enamorado.— Mentira. Moira jamás había alcanzado ese punto, estaba con alguien porque quería y le convenía, luego adiós. No era una prostituta, sabía utilizar a los hombres...Y mujeres.

    No prometo nada y estás hablando conmigo, ¿crees que iré al viejo estadio para contar estrellas? No amiga, vamos a ponernos ebrias antes de que este mundo se vaya a la mierda. Si no nos acaban como lo hicieron con el 14, pronto lo intentarán.— Se aferró al brazo de la morena y cuando llegaron al cruce principal, giró hacia la derecha. Estarían a un par de cuadras y bien podía utilizar la aparición, mas eso no sería divertido. —Por cierto, si le dices a mi madrina que la resaca que tendrás es por mi culpa, prometo utilizar tus cosas técnicas y llenarlas de virus descargando porno. Sé sabia, Mimi.— Si bien lo dijo entre risas, Moira era capaz de hacer eso y mucho más.
    Como la vez que uno de los más nuevitos había tomado prestado un estuche con pinceles y pintura, ella ni siquiera los usaba, pero a la mañana siguiente, todo el refugio de la Red de NeoPanem, amaneció empapelada con fotos del joven brujo completamente desnudo. Sip, durante la noche había tomado su cámara y lo había fotografiado en su mejor momento, con el amigo despierto. —Pobre Dave.
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    Mimi J. Johnson
    Consejo 9 ¾
    - Cuándo NO me has abandonado sería una mejor pregunta. - Le devuelvo sin poder evitar reírme de sus ademanes exagerados. No es que me molesta que me deje de lado, salvo que las primeras veces que había sucedido me había preocupado de no verla. Ahora era una especie de rutina, y me servía para poder acortar la noche y volver a dormir si es que estaba muy aburrida. - ¿A qué te refieres con buen candidato? ¿Estaba bueno, tenía plata, o ambas? - De acuerdo, tal vez no estaba siendo demasiado justa con Moi, pero los romances eran algo que me daban absolutamente igual. Sobre todo porque tenía taaaaanta experiencia en ese área.

    - Tu positivismo me golpea… ¿Crees que intentarán algo así? - Es una pregunta válida, lo del catorce era algo que no me esperaba. Fueron durante tanto tiempo un mito, que ver las imágenes en la televisión me había hecho caer en la realidad de toda la situación que estábamos viviendo. Ferdia tenía razón… - Prefiero caer peleando, que embriagándome hasta olvidar todo, pero una noche de relax y no pensar no le hace mal a nadie. - El mundo no se acabaría mañana, y si lo hacía… pues ya vería cómo salía de esa.


    - Eres adorable si crees que algún virus puede atravesar los firewalls que he puesto. Sin contar el que de verdad no quieres saber hasta qué punto llegan mis capacidades tecnológicas. - Llevo una mano al brazo que está enroscado con el mío, y palmeo con suavidad el dorso de la suya, usando el tono más condescendiente que puedo. Mi trabajo era hacer que una radio entera pasara desapercibida para las antenas mágicas de todo Neopanem, no me costaría nada cortar todo acceso que pudiese tener Moi a través de un dispositivo. - Además de que Kenny lo sabrá, no es idiota. Pero me mirará a mí con decepción y no dirá mucho más. Ya tengo dieciocho. - Ya no era una niña, y creía que a estas alturas, debería haberlo dejado bien en claro. - ¿Qué tiene que ver Dave en esto? ¿Ya te emborrachaste tanto? - Consulto sin entender del todo por qué lo había traído a la conversación. ¿Acaso planeaba culparlo a él?
    Mimi J. Johnson
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    Las verdaderas damas no tenemos memoria.— Respondió en el tono más elegante posible, levantando la barbilla y mirándola de reojo. Claro que duró un par de segundos y luego terminó con un ataque de carcajadas. Cuando Moira estaba cómoda con la otra persona, no soltaba risitas, si no fuertes risotadas entre cortadas con chillidos ¿Más simple? Se le escapaba la risa de cerdito.
    Cubrió su boca y nariz tratando de finalizar sus "oinkidos", pero lo que mejor resultó fue la pregunta de Mimi. —¿Qué tan superficial crees que soy?— Preguntó un poco ofendida, para luego sonreír un poco ante los recuerdos del pasado...mes. —Bueno, era muy guapo, tenía algo de dinero...Pero era terrible en la cama y besando. Sus movimientos de lengua horrorosos y juntaba los labios de una forma tan...— Ladeó la cabeza buscando la palabra exacta para describirlo. —Era como besar a un conejo y eso que jamas lo he hecho.

    Ya estaba cerca del antiguo estadio, uno de sus lugares favoritos donde descansaba, se alejaba del mundo y disfrutaba de la soledad. Aceleró un poco el paso y no aflojó el agarre al brazo de la menor. —No soy negativa, soy la persona más inteligente del mundo...Y sé que tú también lo eres, Mimi.
    Un par de vagabundos pasaron junto a ellas y hasta no estar segura de que se encontraban de nuevo solas bajo el manto de la noche, no volvió a hablar. —Me refería a eso mismo, una noche de calma antes de que la guerra comience.

    Mientras la niña demostraba y discutía acerca de la capacidad extraordinaria que tenía con las computadores, redes y cosas tecnológicas, Moira se carcajeaba y avanzaba, hasta llegar a la puerta secundaria de la abandonada construcción.
    Tenía que ingresar por el lado contrario de los vestuarios y baños, para no tener algún encuentro desagradable con las personas que habían hecho del edificio su hogar. —Lamento haber herido tú orgullo, niña genio.— Murmuró con simpleza y agachó la cabeza para deslizarse por debajo de una viga a medio caer. Llevaba años así. —En unos minutos te cuento.

    Con la respiración algo agitada por la subida entre las tribunas, se recostó en la más alta, estiró las piernas y sonriendo sacó la botella de ron de su bolso. —Dije lo de Dave por la maravillosa bienvenida que le hice...¿No recuerdas su foto por todo el refugio?— Preguntó y al quitarle la tapa a su bebé, tragó varios sorbos largo, era una estupidez estar hablando del niño cuando en realidad quería hablar de otra cosa, así que no se explayó tanto.

    Le entregó el alcohol a su compañera y de nuevo la seriedad invadió su rostro, esta vez no era actuado. —Me hiciste una pregunta y no la respondí, ahora lo haré.— Murmuró en voz baja y con la mirada se aseguró de que estaban solas. —Mimi, estoy segura de que intentarán hacer algo así. Si de aquel modo trataron a sus "enemigos" del exterior, imagínate lo que harán con los terroristas que viven dentro de su territorio.— Moira pasó sus manos entre los cortos cabellos y una diminuta sonrisa hizo aparecer un sólo hoyuelo del lado derecho. —Lo único que diré, es que hay que estar preparadas para lo que sea.— Y como la conversación ya estaba demasiado tetrica y no quería tener una borrachera triste, se puso de pie sobre la tribuna y si más empezó a bailar al ritmo de la música en su cabeza.
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    Mimi J. Johnson
    Consejo 9 ¾
    Me río a la par que ella cuando recita una frase cliché y casi sin sentido. - ¿Y desde cuándo eres una dama? - Su risita de chancho me da la razón así que me llevo el dedo medio a la nariz, levantando la punta y mirándola con ojos bizcos mientras trato de imitar los ruidos del cerdo. Claro que eso me hace reír aún más y mi actuación dura apenas y unos segundos ya que no puedo calmar la carcajada que se me escapa. - No creo que lo hayas considerado un candidato por tener un buen corazón, o porque te hayas enamorado, ¿o sí? ¿Si no lo has hecho por qué metes esa imagen en mi cabeza? - Los conejos me parecían adorables, tanto dentro como fuera del plato, así que no quería imaginar a Moi acosando a un animal tan pequeño e inocente como ese.

    - No es que lo considere negativismo, y mucho menos de inteligencia. Simplemente no quiero que haya una guerra que me tome por sorpresa. - No sabía cómo había sido lo del Catorce, pero no quería que alguien se despertara con las noticias mostrando un panorama desolado de dónde antes estaba el Cinco. Si iba a haber una guerra, quería estar en ella desde el principio, y si caía, quería hacerlo peleando. No había pasado los últimos tres años de mi vida robando solamente por cuestión de gustos y caprichos…

    Avanzar al paso de la mayor me aburre, así que me doy media vuelta y comienzo a caminar de espaldas, mirando de reojo hacia atrás para cuidarme de no caer al suelo con una piedra o un escombro suelto. - Para herir mi orgullo hace falta mucho más que una amenaza vacía. - Ruedo los ojos y pego un saltito cuando trastabillo con algo, pero al menos me sirve para darme cuenta que ya hemos llegado a una de las entradas laterales del viejo estadio. Vuelvo a voltear, y sigo a Moi por debajo de la viga. Debería haber traído mi escoba y de esa forma pasar sería mucho más sencillo. - Sí, la recuerdo, pero sigo sin entender qué tiene que ver con nada. - ¿Había sido ella la de la foto? La verdad no le había prestado demasiada atención, Dave era apuesto, no tenía nada de lo que avergonzarse.

    Me dejo caer en una de las gradas por debajo de ella, y tomo la botella que me alcanza, dándole un trago a la bebida y frunciendo la nariz en el proceso. Definitivamente el ron no era lo mío, no al menos estando puro. Podía soportar los shots de tequila y algún que otro poco de vodka, pero el ron era sencillamente asqueroso. Aún así doy otro trago y trato que pase directamente a mi garganta en lugar de saborearlo. La quemazón siempre es bienvenida aunque el sabor no sea de lo mejor. - Eso si es que nos encuentran… El Catorce estaba lleno de prófugos y marginados. Mal que mal, aquí hay ciudadanos como tú, que forman parte al completo de su sistema. No van a poder justificar una aniquilación masiva como aquella sin temor a que otros se levanten en su contra. - No serían los distritos más bonitos de NeoPanem, pero en ellos habitaba gente trabajadora, alumnos que convivían con gente de otros distritos, familiares de conocidos de gente importante. - Hay que estar preparadas, pero simplemente no sería sencillo acabar con nosotros y salir impunes del asunto.
    Mimi J. Johnson
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    Bueno, según el patriarcado cuando perdí la virginidad me convertí toda una dama. Ahora si me lo preguntas a mi, creo que luego de la primer resaca.— Respondió en tono formal, como si estuviera hablando de un tema en considerable importancia, claro que al notar los gestos de Mimi burlándose de su risa de cerdo, las carcajadas salieron de nuevo y su actuación se fue al carajo. Adiós a su sueño frustrado de ser ministro de justicia.
    Sin dejar de caminar por la abandonada y obscura calle, se mantuvo en silencio, reconsiderando las decisiones que había tomado con respecto a este hombre. —No, sólo me he enamorado una vez y tuve que matarlo.— De no ser por la pequeña sonrisa ladeada, podría haber sido cierto, pero no. —Creí que era un buen candidato porque tenía un bulto digno de introducirse en mi. Peeero ya ves pequeña, no todo lo que brilla es oro y el tamaño no importa si no sabes como usarlo.— Por supuesto que las razones eran otras y sólo utilizó la salida fácil, esa que causa vergüenza a los demás y hace que no hagan más preguntas por miedo a seguir traumatizándose.

    Arqueó una ceja divertida y se cruzó de brazos observando como la menor avanzaba ahora de frente hacia ella. Quiso advertirle que podría hacerse daño, pero no cedería ante la faceta de madre responsable, todavía le quedaban un par de años para caer en la depresión de los treinta. Hasta entonces, seguiría siendo una niña.
    Decidió dejar atrás la discusión acerca de orgullos heridos y sonriendo recordó su venganza con Dave. —Absolutamente nada que ver, sólo me vi en la necesidad de recordartelo. Fue una buena foto, podría ser artista ¿verdad?

    Al pasar por la entrada del viejo estadio y subir las gradas hasta el final, se paró para beber varios sorbos del delicioso alcohol y posteriormente comenzó a bailar, no sin antes entregar la botella a quien consideraba una hermana menor.
    No duró mucho, su respiración se agitó y tuvo que darle una pausa a su asombrosa danza.
    Moira se recostó en el borde con las piernas extendidas y un brazo por debajo de su cabeza, para observar el cielo nocturno. —Nanai, Mimi. Nuestro distrito está lleno de ciudadanos, niños, trabajadores y lo que quieras, pero seguimos estando en el norte y todos saben que aquí, más que habitantes, tenemos marginados y personas en contra del gobierno.— Estiró la mano y movió sus dedos para recuperar la botella. —El día que quieran deshacerse de nosotros, lo harán y a la mañana siguientes, los noticiero sólo hablaran de los pobres ciudadanos masacrados por terroristas...Y por supuesto que en los archivos seremos efectos colaterales.— Una carcajada seca escapó de sus labios y se apresuró para beber varios tragos del delicioso liquido color miel, una vez rescatada de las manos de Mimi. —Lucharé contra toda esta mierda, pero el día que caiga, puedes quedarte con mi dormitorio.— Y le entregó de nuevo la botella, al mismo tiempo que revolvía su cabello. —Sólo no arruines el majestuoso decorado con tus cables y cosas raras.
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    Mimi J. Johnson
    Consejo 9 ¾
    Hago una cara de asco cuando se pone detallista con sus morbosidades, frunciendo la nariz y arrugando el entrecejo mientras sacudo la cabeza para no tener esa imagen. - Pues cómprate un consolador y deja que la población masculina no tenga que tratar de cumplir tus ridículos estándares. - Tampoco era una imagen linda de tener en mi cabeza, pero cualquier cosa que me evitase escuchar acerca de las conquistas de Moira, pues mejor para mí. - Además, si quieres que tus candidatos tengan dinero, no sean niños de mami, y encima tengan buena maquinaria, pues dudo que encuentres mucho de eso aquí. Vende la tienda fea que tienes y ve a buscar fortuna al Dos o al Cuatro. Ahí al menos tendrás algo más de suerte. - Me encojo de hombros, tratando de aparentar estar resignada con su situación, pero mi bufido divertido me delata, evidenciando que estoy hablando a modo de broma.

    - Estás ebria Moi, eso es lo que pasa. - Y me abstengo el recomendarle a dónde podría mandar ese tipo de fotografías, solo por respeto a Dave. No podía asegurar a ciencia cierta que la castaña no fuera a tomar mi comentario como sugerencia, y terminase mandando la fotografía a alguna página que podría pagarle algo por ella. - Mientras que no quieras que pose para tí,  por mí puedes hacer lo que quieras.

    La observo bailar y hacer sus pantomimas extrañas, sabiendo que no tengo su nivel de ebriedad como para tratar de imitarla. Además de que no confiaba del todo en las gradas, y temía terminar cayendo cuando el piso cediera bajo mis pies o algo similar. Subo los pies al banco y dejo la botella en el piso, mirando hacia el techo semicubierto mientras escucho las palabras de mi acompañante. - Marginados puede ser, ¿pero en contra? Já. El distrito estará lleno de gente pobre, pero son todos humildes y trabajadores o, bueno: recursivos al menos. Si estuviesen en contra no llevaríamos más de dieciséis años con este régimen. - Si estuviesen de verdad en contra, si tuviesen la necesidad de no estar más bajo este gobierno, actuarían. No éramos suficientes y no creía que Moi estuviese lo suficientemente ebria para no tener conciencia de eso. - Aquí estarán los parias de la sociedad, es cierto. Pero también se encuentran los más grandes conformistas. Una cosa es ser un simpatizante de una ideología, otra distinta es ser un militante. - Arriesgar el todo por el todo no era sencillo, y si bien mi papel de momento era actuar desde las sombras, cada día me convencía más de que podíamos hacer algo mejor. - Viven cómodos Moi, incluso nosotras lo hacemos. No van arrasar con tres distritos por menos de una veintena de personas marginadas. No pueden justificar ESE daño colateral. Primero tenemos que movernos nosotros, actuar y jugar de manera inteligente. - Dejo caer una pierna por encima de la otra, y la balanceo sin cuidado.- Diuj, no. Anda a saber las cosas que puedo encontrar ahí. No, deja. Estoy perfecta donde estoy.
    Mimi J. Johnson
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    No pudo borrar la enorme sonrisa en su rostro al escuchar a Mimi y en respuesta, sólo acomodó la capucha encima de sus revueltos cabellos húmedos. —Ya tengo varios de esos, algunos incluso vibran, si quieres te puedo prestar uno, pero tienes que limpiarlo antes. Creo que lo usé con...¿Jeremy?— Frunció el ceño al no poder recordar el nombre ni el rostro de su amante de ese momento. —Como sea, todos tenemos estándares y quien lo niegue, está mintiendo.
    La sugerencia de la menor le sacó una carcajada que pretendía ser divertida, pero no le salió del todo bien. En muchas ocasiones había pensado en eso, vender la tienda y buscar un estilo de vida mucho mejor ¿Y luego? Estaría sola en un Distrito desconocido. Su madrina y la red era lo único que tenía, no les daría la espalda a su familia. —Si, puede que tenga más suerte en el amor, pero sé que me extrañarías, nadie podría ocupar mi lugar en la radio y ¿quién te daría consejos y condones cuando decidas por fin iniciar tú vida sexual? Kenny no.— Bromeó y pasó el brazo por encima de los hombros de la morena, para estrecharla en un medio abrazo.

    Sin dejar de avanzar, soltó el agarre a la espalda de la chica y hundió las manos en los bolsillos de su chaqueta. —No estoy ebria y estoy segura de que mi cuerpo es cuarenta por ciento de agua y treinta de alcohol, o al revés, no sabría decirte. Así que un par de sorbos de ron, es la mismísima nada.— El hermoso recuerdo de la bienvenida a Dave le formó una gran sonrisa en la cara, si podría ser artista y comenzar a vender fotografías y cuadros en la tienda ahora que lo pensaba. —No te pediría eso, no podría pedir mucho por fotografías de ese pelo tan chamuscado. Sería una completa perdida que no cubriría ni mi valiosa mano de obra, ni los suplementos...Tal vez sólo alcanzaría para pagar el papel y ya.— Humedeció sus labios antes de reír en voz baja y de nuevo negó con la cabeza. —Tengo que hacerte un baño de crema urgente...Si consigo keratina en mi próximo viaje al Capitolio, no escaparás de mi.— Y esta vez eso era cierto.

    Parada sobre una de las gradas más altas, continuó danzando, moviendo las caderas, brazos, piernas y todo el cuerpo al mismo ritmo, no estaba ebria, pero le gustaba mucho bailar y cuando podía, lo hacía donde fuera.  —Tú no sabes qué sucede dentro de cada casa en los Distritos, pueden ser humildes y trabajadores, pero si algún día esto explota, créeme, las clases bajas serán las primeras en levantar las varitas contra el gobierno. Sólo necesitan motivación y claro, la chispa que encienda el fuego.
    Cuando Mimi hablaba para llevarle la contra, Moira se dejó caer en uno de los peldaños y mientras uno de sus brazos servía como almohada, el otro jugaba con el piercing del ombligo. —Puede ser, sin embargo ya quiero que toda esta mierda cambie. Hay varios esclavos que están deliciosos, pero no me arriesgo a tanto.— Sonrió ante su propia broma y se volteó para quedar acostada boca abajo, con la mejilla apoyada en la fría y sucia estructura abandonada. —No conoces mi dormitorio, tú te lo pierdes.— Y pese a la muy mala fama que tenía, su habitación estaba impecable, ordenada y muy bien distribuida para meter constantemente cosas nuevas que le regalaban o compraba.
    Anonymous
    Mimi J. Johnson
    Consejo 9 ¾
    - ¡DIUJ, NO! - La mueca de espanto que se me pinta en la cara es tal, que quisiera echarme lejía en el cerebro para no pensar en su sugerencia. ¿Pero a quién rayos se le ocurría andar prestando consoladores. Ni lo necesitaba ni lo quería, gracias. - No vuelvas a sugerir eso nunca. - La amenazo sin una pizca de jocosidad en la voz, sabiendo que esas palabras son de verdad una advertencia a su persona. No iba a negar que era alguien vengativo, así que encontraría algo para fastidiarla de verdad si seguía con ese tema.

    La miro con diversión cuando le agarra la veta egocéntrica y pongo una mueca un tanto sardónica antes de contestarle. - No pongas palabras en mi boca que yo no he dicho. Ni te extrañaría, ni te buscaría por consejos o condones. - De acuerdo, tal vez le confiaría lo de los condones porque claramente sabía cuales le funcionaban, pero no lo haría porque el precio que debería pagar sería demasiado alto. Y no me refería al costo monetario, sino a las incesantes charlas y consejos que no querría recibir. Prefería comprarlos por mi cuenta si en algún momento necesitaba hacer uso de ellos, o a lo sumo, les canjearía algo a Ferdia o a Dave. Ellos no harían preguntas ni se mofarían de mí… no tanto al menos.

    Me río cuando demuestra que, claramente está ebria pese a que quiera negarlo, pero no le comento nada más porque se que sería una discusión de nunca acabar. No se podía discutir con los borrachos, sin importar que Moi pareciera tener más aguante que otros que me había encontrado en el camino. Lo malo es que parece no tener filtro, y pese a que no debería afectarme ningún tipo de comentario que saliese de su boca en estos momentos, por algún motivo me siento consciente de mi aspecto por su culpa. Aún así, me rehúso a dejar que experimente de ninguna forma en mi. Moira era hermosa, y podía cuidarse y arreglarse para realzar su belleza; pero nuestros estilos eran demasiado diferentes. - Olvídalo. Menos cuando acabas de menospreciar mi aspecto. Nanai, me niego. - Y sabía que en realidad no me serviría de mucho negarme, porque si su borrachera no era tan grande, cuando se acordase trataría de atosigarme hasta el fin de los tiempos. Tal vez debería pedirle a Albi que me mandase algo de alguna forma, aunque sea solo para cerrarle el pico a Moi. Ya vería…

    - Jamás dije que no actuarían en caso de que algo sucediera, dije que la mayoría no lo hace porque están cómodos. - Si llegaban a actuar contra los que vivíamos aquí, se formarían dos grandes grupos: los que huirían tratando de refugiarse en otro lugar, y los que daríamos pelea… los que damos pelea. - Y soy una de las primeras que quiere una revuelta, accionar de una vez por todas, pero si la única forma de hacerlo es esperar por otra masacre… No gracias, paso. Eso no sería una chispa, sería una hoguera, y nosotros la carnaza común. Y omito su comentario sobre los esclavos, porque quiero creer que está bromeando y que no es su único motivo por querer pelear por algo mejor. De ser así, lo único que terminaría ganando es que la haga rodar por las gradas, todo el camino hasta llegar al campo del estadio.
    Mimi J. Johnson
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