VERANO de 247521 de Junio — 20 de Septiembre
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Tras años de represión y batallas libradas, hoy son los magos los que caminan en las calles más pulcras del Capitolio. Bajo un régimen que condena a los muggles y a los traidores a la persecución, una nueva era se agita a la vuelta de la esquina. La igualdad es un mito, los gritos de justicia se ven asfixiados.
Existen aquellos que quieren dar vuelta el tablero, otros que buscan sembrar la paz entre razas y magos dispuestos a lo que sea para conservar el poder que por mucho tiempo se les ha negado. La guerra ha llegado a cada uno de los distritos.
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Desde la última charla que había tenido con mi madre no había podido sacarme todo el asunto de Zenda de la cabeza. No importaba qué estuviese haciendo, siempre había algo, cualquier cosa, que me recordaba a mi hermana, a Echo, o a Arleth y mi cabeza se iba al descubrimiento de esa tarde. Eran gestos pequeños, acciones chicas y completamente comunes, pero no podía dejar de pensar en el “y si…”
Lo peor es que no sabía como volver a sacar el tema con mi madre, porque si bien seguía enojada con ella, sabía que había sobre reaccionado y la había herido innecesariamente. Los días que habían pasado me habían servido para entenderla un poco mejor y comprender que en la situación que vivíamos en esa época, había actuado de manera casi que hasta que lógica. Pero mi terquedad era más fuerte que yo y si bien podía entenderla un poco mejor, seguía opinando que actuaba de manera cobarde al seguir callando lo que había sucedido.
El problema que tenía es que la situación ya estaba siendo más grande que yo dentro de mi cabeza, y si seguía dándole vueltas al asunto terminaría completamente loca. Es por eso por lo que, luego de ver a mi hermana ayudando a Echo en la mañana, no puedo evitar salir huyendo del lugar para ir a buscar a la única persona que podría entenderme en esta situación.
El camino a la cabaña de Ben se me hace corto gracias al tiempo que había pasado viviendo allí, y más por costumbre que por falta de educación termino entrando sin golpear la puerta, demasiado ansiosa como para poder esperar fuera y sabiendo que sin importar lo que este haciendo, no hay nada que no haya visto antes. - ¡Ben! - Lo llamo al no verlo en mi recorrido inicial de la habitación. - Tenemos que hablar. ¿Estás aquí?- Consulto, aún inquieta, mientras me dirijo hacia la cortina que separa su habitación del resto de la sala.
Lo peor es que no sabía como volver a sacar el tema con mi madre, porque si bien seguía enojada con ella, sabía que había sobre reaccionado y la había herido innecesariamente. Los días que habían pasado me habían servido para entenderla un poco mejor y comprender que en la situación que vivíamos en esa época, había actuado de manera casi que hasta que lógica. Pero mi terquedad era más fuerte que yo y si bien podía entenderla un poco mejor, seguía opinando que actuaba de manera cobarde al seguir callando lo que había sucedido.
El problema que tenía es que la situación ya estaba siendo más grande que yo dentro de mi cabeza, y si seguía dándole vueltas al asunto terminaría completamente loca. Es por eso por lo que, luego de ver a mi hermana ayudando a Echo en la mañana, no puedo evitar salir huyendo del lugar para ir a buscar a la única persona que podría entenderme en esta situación.
El camino a la cabaña de Ben se me hace corto gracias al tiempo que había pasado viviendo allí, y más por costumbre que por falta de educación termino entrando sin golpear la puerta, demasiado ansiosa como para poder esperar fuera y sabiendo que sin importar lo que este haciendo, no hay nada que no haya visto antes. - ¡Ben! - Lo llamo al no verlo en mi recorrido inicial de la habitación. - Tenemos que hablar. ¿Estás aquí?- Consulto, aún inquieta, mientras me dirijo hacia la cortina que separa su habitación del resto de la sala.
Mi ronquido me despierta con un sonido que no esperaba que hubiese salido de mi propia boca, pero intento ignorarlo y giro en la cama con un gruñido a la nada, desparramando un brazo que cae por el costado del colchón y roza la madera del suelo. Me he dormido tarde por quedarme con Seth charlando y bebiendo algunas copas como en los viejos tiempos, tratando de hacerle justicia a nuestras “noches de hombres” sin la interrupción de un Kendrick a quien he estado evitando en las últimas semanas, especialmente después de que me hizo una broma sospechosa sobre guardias nocturnas y pasar calor en las noches de frío. No quise hacer preguntas, pero algo en el movimiento de sus cejas casi le vale un castigo posiblemente gratuito: sí se ganó un zape correctivo en la coronilla, que le voló algunos de sus pseudo rizos.
Como hoy no tengo absolutamente nada que hacer, al menos de manera obligada, ni me he molestado en poner el despertador ni de mantener las persianas abiertas para que el sol me sirva como motivo para moverme. Creo que la boca se me ha abierto con pereza cuando mi cuerpo vuelve a relajarse, dispuesto a seguir durmiendo, cuando puedo escuchar como la puerta de la cabaña se abre y la voz de Ava llegar desde algún punto que considero demasiado lejano. Por inercia, gruño y me remuevo hasta esconder la cabeza debajo de la almohada, presionándola con ambos brazos para crear el peso suficiente como para acallarla, pero es obvio que es un intento inútil.
Cuando por fin percibo como la cortina se abre, le respondo con un gruñido que se ahoga contra el colchón y tengo que sacar mi cabeza, semejante a un plumero alborotado, para mirarla sobre el hombro, apenas girando entre una sábana que se enrosca en mi cintura — ¿Es realmente necesario que sea ahora? — le pregunto, sintiendo la boca pastosa y la voz mucho más rasposa que de costumbre. Sin más, me dejo caer panza arriba y paso el brazo por encima de mis ojos, dejando bien en claro que no tengo un interés muy grande en regalarle mi atención — Espero que sea urgente, Ava, o tendrás que irte y volver cuando tenga ganas de estar despierto.
Que tampoco es que fuese una de mis ideas para el día de hoy. Considerando el poco tiempo libre que he tenido, mi jornada de completa flojera es como el regalo que me merezco hace semanas. Con la garganta seca, no soy capaz de contener el bostezo que me hace sonar como un perro herido en la semi oscuridad, colocando mi mano libre sobre el abdomen descubierto y rascarme como un flojo, tratando de no dormirme del todo para ser capaz de chequear si se ha ido o no al menos con el oído — ¿Es Kendrick de nuevo? Lo juro, si se ha robado otra cosa del almacén… — sería la última vez que lo cubro, de veras. Se lo llevaría a Echo de las bolas.
Como hoy no tengo absolutamente nada que hacer, al menos de manera obligada, ni me he molestado en poner el despertador ni de mantener las persianas abiertas para que el sol me sirva como motivo para moverme. Creo que la boca se me ha abierto con pereza cuando mi cuerpo vuelve a relajarse, dispuesto a seguir durmiendo, cuando puedo escuchar como la puerta de la cabaña se abre y la voz de Ava llegar desde algún punto que considero demasiado lejano. Por inercia, gruño y me remuevo hasta esconder la cabeza debajo de la almohada, presionándola con ambos brazos para crear el peso suficiente como para acallarla, pero es obvio que es un intento inútil.
Cuando por fin percibo como la cortina se abre, le respondo con un gruñido que se ahoga contra el colchón y tengo que sacar mi cabeza, semejante a un plumero alborotado, para mirarla sobre el hombro, apenas girando entre una sábana que se enrosca en mi cintura — ¿Es realmente necesario que sea ahora? — le pregunto, sintiendo la boca pastosa y la voz mucho más rasposa que de costumbre. Sin más, me dejo caer panza arriba y paso el brazo por encima de mis ojos, dejando bien en claro que no tengo un interés muy grande en regalarle mi atención — Espero que sea urgente, Ava, o tendrás que irte y volver cuando tenga ganas de estar despierto.
Que tampoco es que fuese una de mis ideas para el día de hoy. Considerando el poco tiempo libre que he tenido, mi jornada de completa flojera es como el regalo que me merezco hace semanas. Con la garganta seca, no soy capaz de contener el bostezo que me hace sonar como un perro herido en la semi oscuridad, colocando mi mano libre sobre el abdomen descubierto y rascarme como un flojo, tratando de no dormirme del todo para ser capaz de chequear si se ha ido o no al menos con el oído — ¿Es Kendrick de nuevo? Lo juro, si se ha robado otra cosa del almacén… — sería la última vez que lo cubro, de veras. Se lo llevaría a Echo de las bolas.
Me sorprendería de ver a Ben tirado en su cama como si no tuviese nada mejor que hacer que dormir, pero la verdad es que no lo hace, así que suponiendo que debe ser su día libre me sonrío por lo oportuna que podía ser. Dudaba que alguien molestase a mi hermanastro en sus momentos de descanso porque en el distrito la mayoría (que no había convivido, o tenido algún tipo de relación cercana a él) lo consideraban alguien responsable y productivo. Que lo era, no podía negar eso cuando se trataba de las tareas diarias o las excursiones; pero que me disculpasen por reírme del concepto luego de verlo en sus años de adolescencia, con el cabello cayéndole sobre los ojos, el pijama puesto pese a que hubiese pasado más de la mitad del día, y una expresión tan ausente que hasta los peces le tendrían envidia.
Dejo escapar un bufido cuando claramente lo primero que escapa de sus labios es una queja, y no puedo evitar rodar los ojos antes de dejarme caer sobre el borde de su cama, justamente haciendo lo opuesto a lo que dice… como siempre. - Me sentiría ofendida de que creyeses qué no soy capaz de manejar a Kendrick, sino fuese porque sé que recién te despiertas. - Además, jamás delataría a Ken por una tontería como robar algo del almacén; mientras que no fuesen municiones o chocolate, por mí que tomase lo que quisiera. - Aguarda, ¿qué anda robando? - Me distraigo por unos segundos, pensando en que si son municiones o chocolates tendré que ir a pegarle una visita a su casa aunque sea para robarle los dulces de nuevo. Y las municiones, claro.
- No… no es urgente en sí. - Salvo que llevo semanas con eso rondando en mi cabeza, y podría considerarlo como urgencia si pensaba en que estaba a minutos de explotar si volvía a ver a Zenda o a Echo en relativa cercanía. - Es solo qué…- Titubeo. Porque en mi impulsividad había omitido un pequeño gran detalle.
¿Cómo le decías a tu hermanastro que había una mínima chance de que su hermana no fuese su hermana? No por sangre al menos, pero esa pequeña diferencia es lo que hacía que se me revolviese el estómago. ¡Ay por dios! No podía decirle a Ben… Elioh era su padre, y Arleth… bueno, dudaba que viese a Arleth como su madre, pero ella sí lo consideraba un hijo. Llevándome las manos a la cara, gruño casi de manera sufrida y me dejo caer sin parsimonia hacia atrás, aplastando las piernas de Ben y agradeciendo mi baja estatura cuando no me doy la cabeza contra la pared.
- … es solo que llevo un mes y medio con esto atravesado, y no sé que hacer. - ¿Debería decirle? Tenía miedo de cómo pudiese tomar esa información. ¿Y si reaccionaba incluso peor que yo?... No, de acuerdo. Eso sería muy difícil, pero no podía dejar de sentir que estaba siendo terriblemente egoísta al hacerle cargar a él también el peso del secreto de mi madre. Sin contar con qué también estaría traicionando a mi propia madre al contar algo que ella había logrado callar por años.
Dejo escapar un bufido cuando claramente lo primero que escapa de sus labios es una queja, y no puedo evitar rodar los ojos antes de dejarme caer sobre el borde de su cama, justamente haciendo lo opuesto a lo que dice… como siempre. - Me sentiría ofendida de que creyeses qué no soy capaz de manejar a Kendrick, sino fuese porque sé que recién te despiertas. - Además, jamás delataría a Ken por una tontería como robar algo del almacén; mientras que no fuesen municiones o chocolate, por mí que tomase lo que quisiera. - Aguarda, ¿qué anda robando? - Me distraigo por unos segundos, pensando en que si son municiones o chocolates tendré que ir a pegarle una visita a su casa aunque sea para robarle los dulces de nuevo. Y las municiones, claro.
- No… no es urgente en sí. - Salvo que llevo semanas con eso rondando en mi cabeza, y podría considerarlo como urgencia si pensaba en que estaba a minutos de explotar si volvía a ver a Zenda o a Echo en relativa cercanía. - Es solo qué…- Titubeo. Porque en mi impulsividad había omitido un pequeño gran detalle.
¿Cómo le decías a tu hermanastro que había una mínima chance de que su hermana no fuese su hermana? No por sangre al menos, pero esa pequeña diferencia es lo que hacía que se me revolviese el estómago. ¡Ay por dios! No podía decirle a Ben… Elioh era su padre, y Arleth… bueno, dudaba que viese a Arleth como su madre, pero ella sí lo consideraba un hijo. Llevándome las manos a la cara, gruño casi de manera sufrida y me dejo caer sin parsimonia hacia atrás, aplastando las piernas de Ben y agradeciendo mi baja estatura cuando no me doy la cabeza contra la pared.
- … es solo que llevo un mes y medio con esto atravesado, y no sé que hacer. - ¿Debería decirle? Tenía miedo de cómo pudiese tomar esa información. ¿Y si reaccionaba incluso peor que yo?... No, de acuerdo. Eso sería muy difícil, pero no podía dejar de sentir que estaba siendo terriblemente egoísta al hacerle cargar a él también el peso del secreto de mi madre. Sin contar con qué también estaría traicionando a mi propia madre al contar algo que ella había logrado callar por años.
Su duda sobre mi poca confianza en ella y su capacidad de manejar a Ken hace que alce un poco mi brazo para echarle una mirada cansada pero irónica, arqueando una ceja que de seguro no puede ver por la postura y por mi pelo — Siempre fuiste demasiado débil con él — le recuerdo y vuelvo a aflojar cada músculo de mi cuerpo, volviendo a la posición inicial. El movimiento de uno de mis hombros al encogerse es casi invisible, así que dudo de que lo note, pero tampoco me molesto en remarcarlo — Comida, papas fritas más que nada. Sé que se ha llevado cerveza en más de una ocasión y una vez lo vi ojeando entre los licores, que tuve que esconder — me ahorro por las dudas algún comentario sobre las revistas pornográficas que Jonathan me había pedido en una ocasión y que Kendrick encontró sin querer en una de sus visitas, porque creo que es muy temprano para traumarla de esa manera. Sí, ya sé que debe ser al menos mediodía, pero como sea.
Siento el peso de Ava en la cama y luego sobre mis piernas, pero ni siquiera me inmuto. Es su voz lo que escucho mientras habla con palabras que no llegan a ningún lado y estoy por gruñirle que se apresure a escupirlo o voy a volver a dormirme, cuando algo en su modo de hablar hace que un “tilín, tilín” replique en mis orejas. Quizá es lo adormilado que me encuentro, pero tardo un momento en empezar a reaccionar.
— ¿Se te ha atravesado un moco? Te enseñé a escupir hace años — bromeo en el tono más infantil que soy capaz en el estado ronco de mi voz y me río de mi propio chiste entre dientes, seguro de que el movimiento de mi cuerpo por culpa de la risa debe al menos sacudirla un poco. Sé que esta posición sería más que polémica si tenemos en cuenta todo lo que se ha dicho y hecho sobre nosotros, pero ahora mismo solo mantengo recuerdos sobre nuestra infancia que se vuelan de sopetón por la seguidilla de pensamientos que hace que sienta un extraño escalofrío. “Tilín, tilín” de nuevo.
— Aguarda — bajo mi brazo y le echo un vistazo, acomodándome sobre mis codos en un intento de verla mejor entre los remolinos de mi flequillo. Sé que aún parezco un zombie, pero la mueca que pongo deja bien en claro que estoy tratando de despertarme.Un mes y medio… — ¿Estás diciendo que…? — mis cejas se mueven en sospecha, preocupación y cierto pánico, tratando de enfocar a mi hermana en la poca luminosidad que se mantiene gracias a la persiana — ¿Desde cuándo… lo sospechas?
Siento el peso de Ava en la cama y luego sobre mis piernas, pero ni siquiera me inmuto. Es su voz lo que escucho mientras habla con palabras que no llegan a ningún lado y estoy por gruñirle que se apresure a escupirlo o voy a volver a dormirme, cuando algo en su modo de hablar hace que un “tilín, tilín” replique en mis orejas. Quizá es lo adormilado que me encuentro, pero tardo un momento en empezar a reaccionar.
— ¿Se te ha atravesado un moco? Te enseñé a escupir hace años — bromeo en el tono más infantil que soy capaz en el estado ronco de mi voz y me río de mi propio chiste entre dientes, seguro de que el movimiento de mi cuerpo por culpa de la risa debe al menos sacudirla un poco. Sé que esta posición sería más que polémica si tenemos en cuenta todo lo que se ha dicho y hecho sobre nosotros, pero ahora mismo solo mantengo recuerdos sobre nuestra infancia que se vuelan de sopetón por la seguidilla de pensamientos que hace que sienta un extraño escalofrío. “Tilín, tilín” de nuevo.
— Aguarda — bajo mi brazo y le echo un vistazo, acomodándome sobre mis codos en un intento de verla mejor entre los remolinos de mi flequillo. Sé que aún parezco un zombie, pero la mueca que pongo deja bien en claro que estoy tratando de despertarme.Un mes y medio… — ¿Estás diciendo que…? — mis cejas se mueven en sospecha, preocupación y cierto pánico, tratando de enfocar a mi hermana en la poca luminosidad que se mantiene gracias a la persiana — ¿Desde cuándo… lo sospechas?
No puedo refutarle que tengo debilidad por Ken, simplemente porque sería una de las mentiras más grandes que alguna vez hubiesen salido de mi boca. No había un solo momento desde su nacimiento en el que no hubiese sentido debilidad por él; lo cual era completamente comprensible para cualquiera que pudiese recordar sus cachetes rojizos, las onditas de su pelo y las orejas que sobresalían por debajo de ellas. En serio, Ni Zenda, ni Bev, ni Jared podían competir con un gordito bebé Ken caminando como un pingüino y haciendo rebotar su culito cuando quería pedir algo.
¿Debería decirle que todo lo que nombra son cosas que en más de una ocasión Ken ha llevado para sobornarme en las noches que me tocaba hacer guardia sola? No el licor, pero las papas y la cerveza eran un tentempié recurrente antes de que lo dejase ir a recorrer por unas horas en los alrededores del distrito. - Cómo si tú nunca hubieses robado esas cosas… - Decido desviar la conversación hacia él, porque antes de ser exploradores todos hemos robado algo del almacén; y luego de serlo todos hemos guardado cosas antes de entregarlas. No mucho tiempo atrás le había recriminado guardarse uno de los mejores whiskeys que alguna vez hubiese conseguido.
- SI ese fuera el caso, te lo escupiría en la cara. - Le respondo con la voz ahogada por mis manos que aún cubren mi cara. Aunque su comentario me relaja un poco y hace que me acuerde de la cara que puso Cale cuando nos encontró en el establo, yo subida a la cerca y tratando de que mi escupitajo llegase hasta el bebedero de los chanchos mientras Ben me animaba a mi lado, ejemplificando el cómo carraspear de manera correcta.
- ¿Desde cuándo sospecho qué? - Consulto destapando mi rostro y mirándolo sin entender. ¿Acaso se ha enterado?, ¿lo sabe?, ¿y no ha dicho nada? - ¡Me ha tomado por sorpresa! Jamás se me hubiese ocurrido… ¡Si hubieses visto la cara de mi madre! Todavía no puedo creer… Y de tan solo pensar en lo que pensaría Elioh… O Zenda. Por dios, no he dejado de pensar en Zenda en todo este tiempo…- ¿Acaso era yo la única loca que había reaccionado tan mal? ¿Y cómo se había enterado él?
¿Debería decirle que todo lo que nombra son cosas que en más de una ocasión Ken ha llevado para sobornarme en las noches que me tocaba hacer guardia sola? No el licor, pero las papas y la cerveza eran un tentempié recurrente antes de que lo dejase ir a recorrer por unas horas en los alrededores del distrito. - Cómo si tú nunca hubieses robado esas cosas… - Decido desviar la conversación hacia él, porque antes de ser exploradores todos hemos robado algo del almacén; y luego de serlo todos hemos guardado cosas antes de entregarlas. No mucho tiempo atrás le había recriminado guardarse uno de los mejores whiskeys que alguna vez hubiese conseguido.
- SI ese fuera el caso, te lo escupiría en la cara. - Le respondo con la voz ahogada por mis manos que aún cubren mi cara. Aunque su comentario me relaja un poco y hace que me acuerde de la cara que puso Cale cuando nos encontró en el establo, yo subida a la cerca y tratando de que mi escupitajo llegase hasta el bebedero de los chanchos mientras Ben me animaba a mi lado, ejemplificando el cómo carraspear de manera correcta.
- ¿Desde cuándo sospecho qué? - Consulto destapando mi rostro y mirándolo sin entender. ¿Acaso se ha enterado?, ¿lo sabe?, ¿y no ha dicho nada? - ¡Me ha tomado por sorpresa! Jamás se me hubiese ocurrido… ¡Si hubieses visto la cara de mi madre! Todavía no puedo creer… Y de tan solo pensar en lo que pensaría Elioh… O Zenda. Por dios, no he dejado de pensar en Zenda en todo este tiempo…- ¿Acaso era yo la única loca que había reaccionado tan mal? ¿Y cómo se había enterado él?
— Sí, pero yo lo hago con gracia — me he ganado ese derecho, que va. La amenaza de Ava le hubiese valido un golpe suave si no fuese porque estoy demasiado cómodo en la cama, aunque solamente sirve para empezar a confundirme más y más. ¿Qué se ha quedado atravesado dentro suyo durante tanto tiempo? ¿En serio es tan grave o quizá todavía tengo un poco de esperanza? No sé, pero cada palabra que mi hermanastra dice solamente ayuda a elevar el pánico que se va extendiendo poco a poco dentro de mi anatomía.
La rubia tiene una especie de ataque de pánico o crisis, no sé cómo identificarlo, y cada palabra que dice solamente sirve para que mis ojos se vayan haciendo cada vez más grandes y mi cuerpo intente volverse cada vez más pequeño. ¿Qué Arleth qué? ¿Qué cara puso su madre con qué cosa exactamente? ¿Está bromeando? Tiene que estar bromeando — ¿Y me lo dices así? — me impulso con los codos y después con las manos en el colchón hasta sentarme y obligarla a moverse aunque sea un poco, llevándome los dedos a la frente y después al cabello, al cual sostengo con ambas manos al echarlo frenéticamente hacia atrás. Si tenía sueño hace dos minutos, acaba de evaporarse en el aire — Siempre supe que… bueno, no soy tonto, sé que cuando suceden ciertas cosas siempre existe la posibilidad de… ¡Pero no creí que sucedería!
Fui un idiota, un descuidado y un irresponsable. Mi padre tiene razón cuando dice que no sé manejar ciertos asuntos y, aunque siempre haya deseado demostrar que soy un adulto que sabe lo que está haciendo, creo que tengo que confesar de que no me siento preparado. He tenido un peor ataque cuando Eowyn repentinamente descubrió que estaba embarazada, sí, pero fue porque todavía era un jodido niño: el único consuelo fue el saber que Beverly posiblemente no fuese mía. Lo diferente ahora mismo es que, si Ava tiene algo dentro de su vientre, no cabe duda de que la culpa cae completamente sobre mi cabeza. Oh, mierda, van a castrarme. Ahora entiendo las miradas extrañas de Arleth en las últimas semanas.
Suelto un suspiro largo y pesado cuando apoyo los codos en mis rodillas y utilizo el soporte de mis manos para recargar mi cabeza, con los ojos fijos en las mantas arrugadas. Contrólate, Ben. Tiene que haber una manera de ser sensatos en un momento como éste… ¡Pero diablos, puede que vaya a ser padre! ¡Y esta vez, sin dudas de paternidad de por medio! — Olvídate de Zenda por dos segundos. Ella tiene que ser la última en saberlo mientras no sepamos nada con seguridad — mi voz intenta ser calculadora como si estuviese trazando un plan de exploración, pero sé que tiene un temblor nada propio de mí — ¿Estás segura? Digo, hay maneras de confirmarlo. ¿O ya…? ¿Lo has averiguado? — ¿Sin mí? No sé como sentirme al respecto, pero todos mis instintos me dicen que salga corriendo en dirección a las grutas y me ahogue a pesar de que se me da genial nadar. Odio ser del cuatro ahora mismo — Ava… ¿Qué vamos a hacer? — por la cara que le pongo, parece que estoy rogando por una solución a un ser superior, dejando caer mis manos y jugando con mis pulgares frenéticamente. Esto me pasa por impulsivo. Es el maldito karma.
La rubia tiene una especie de ataque de pánico o crisis, no sé cómo identificarlo, y cada palabra que dice solamente sirve para que mis ojos se vayan haciendo cada vez más grandes y mi cuerpo intente volverse cada vez más pequeño. ¿Qué Arleth qué? ¿Qué cara puso su madre con qué cosa exactamente? ¿Está bromeando? Tiene que estar bromeando — ¿Y me lo dices así? — me impulso con los codos y después con las manos en el colchón hasta sentarme y obligarla a moverse aunque sea un poco, llevándome los dedos a la frente y después al cabello, al cual sostengo con ambas manos al echarlo frenéticamente hacia atrás. Si tenía sueño hace dos minutos, acaba de evaporarse en el aire — Siempre supe que… bueno, no soy tonto, sé que cuando suceden ciertas cosas siempre existe la posibilidad de… ¡Pero no creí que sucedería!
Fui un idiota, un descuidado y un irresponsable. Mi padre tiene razón cuando dice que no sé manejar ciertos asuntos y, aunque siempre haya deseado demostrar que soy un adulto que sabe lo que está haciendo, creo que tengo que confesar de que no me siento preparado. He tenido un peor ataque cuando Eowyn repentinamente descubrió que estaba embarazada, sí, pero fue porque todavía era un jodido niño: el único consuelo fue el saber que Beverly posiblemente no fuese mía. Lo diferente ahora mismo es que, si Ava tiene algo dentro de su vientre, no cabe duda de que la culpa cae completamente sobre mi cabeza. Oh, mierda, van a castrarme. Ahora entiendo las miradas extrañas de Arleth en las últimas semanas.
Suelto un suspiro largo y pesado cuando apoyo los codos en mis rodillas y utilizo el soporte de mis manos para recargar mi cabeza, con los ojos fijos en las mantas arrugadas. Contrólate, Ben. Tiene que haber una manera de ser sensatos en un momento como éste… ¡Pero diablos, puede que vaya a ser padre! ¡Y esta vez, sin dudas de paternidad de por medio! — Olvídate de Zenda por dos segundos. Ella tiene que ser la última en saberlo mientras no sepamos nada con seguridad — mi voz intenta ser calculadora como si estuviese trazando un plan de exploración, pero sé que tiene un temblor nada propio de mí — ¿Estás segura? Digo, hay maneras de confirmarlo. ¿O ya…? ¿Lo has averiguado? — ¿Sin mí? No sé como sentirme al respecto, pero todos mis instintos me dicen que salga corriendo en dirección a las grutas y me ahogue a pesar de que se me da genial nadar. Odio ser del cuatro ahora mismo — Ava… ¿Qué vamos a hacer? — por la cara que le pongo, parece que estoy rogando por una solución a un ser superior, dejando caer mis manos y jugando con mis pulgares frenéticamente. Esto me pasa por impulsivo. Es el maldito karma.
Es increíble la cantidad de veces en las que termino haciendo rodar mis ojos ante la presencia de Ben, pero me es imposible no repetir el gesto cuando su pequeño ego hace acto de presencia. Sobre todo porque las palabras “Ben” y “gracia” no solían estar en la misma oración a menos que fuese a modo de chiste. Mi hermanastro solía tener la delicadeza de un oso pardo con dos pies izquierdos cuando realmente se lo proponía, y dudaba que en algún momento de su vida pudiese haber robado con algún tipo de sutileza. No por nada solían meterme de cabeza por una ventana cuando teníamos que saquear algunos lugares en busca de provisiones.
La pregunta de Ben me toma desprevenida a la par que sus acciones, y termino por incorporarme cuando siento sus rodillas clavarse en la parte baja de mi espalda. - ¿Y cómo se supone que te lo dijese? - ¿Y no era que ya lo sabía? Claro que su reacción ahora se asemeja un poco más a lo que estaba esperando, pero seguía sin entender por completo que es lo que pasaba por su cabeza en estos momentos. - ¿Y me lo dices a mí? Siempre creí que podía ser posible, pero de ahí que hubiese sucedido… - O sea, eran mi madre y Echo… Claro, había habido alcohol de por medio, pero seguía siendo igual de increíble.
Y es que, aunque siempre hubiese sospechado las intenciones del que consideraba casi un tío para con mi madre, Arleth era una eterna enamorada. Primero había sido mi padre, y para cuando Elioh había llegado a nuestras vidas, no pasó demasiado tiempo hasta que se volvieron oficialmente una pareja. Es por eso que me resultaba tan extraña la idea de que, aunque hubiese sido solo una noche, hubiese podido pasar algo entre Echo y ella. Y pensar que Zenda había nacido pocos meses después…
Las expresiones de Ben van empeorando conforme van pasando los segundos, y por unos momentos temo que no se haya dado cuenta de la magnitud de los hechos hasta que yo se los traigo a colación. Tal vez él sí le había creído a mi madre cuando ella alegaba el estar convencida de que Zenda era hija de su padre y yo solo venía a arruinarle las ideas. - ¡Claro que va a ser la última en saberlo! No puedo irle con mis sospechas a una niña y explicarle cómo su familia podría llegar a ser diferente. - No soy tan inconsciente, y jamás le haría eso a mi hermana ¡por todos los cielos! - Le he dado mil vueltas al asunto, pero no, no lo he podido averiguar aún. No sabría cómo sin levantar sospechas… - Cierro los párpados y me llevo el pulgar y el índice hacia ellos, masajeándolos con cuidado en lo que vuelvo a dejarme caer sobre sus piernas. - No sé que podremos hacer. Si fuese por mí, volvería el tiempo atrás y borraría todo de mi mente. Esto es demasiado complicado…
La pregunta de Ben me toma desprevenida a la par que sus acciones, y termino por incorporarme cuando siento sus rodillas clavarse en la parte baja de mi espalda. - ¿Y cómo se supone que te lo dijese? - ¿Y no era que ya lo sabía? Claro que su reacción ahora se asemeja un poco más a lo que estaba esperando, pero seguía sin entender por completo que es lo que pasaba por su cabeza en estos momentos. - ¿Y me lo dices a mí? Siempre creí que podía ser posible, pero de ahí que hubiese sucedido… - O sea, eran mi madre y Echo… Claro, había habido alcohol de por medio, pero seguía siendo igual de increíble.
Y es que, aunque siempre hubiese sospechado las intenciones del que consideraba casi un tío para con mi madre, Arleth era una eterna enamorada. Primero había sido mi padre, y para cuando Elioh había llegado a nuestras vidas, no pasó demasiado tiempo hasta que se volvieron oficialmente una pareja. Es por eso que me resultaba tan extraña la idea de que, aunque hubiese sido solo una noche, hubiese podido pasar algo entre Echo y ella. Y pensar que Zenda había nacido pocos meses después…
Las expresiones de Ben van empeorando conforme van pasando los segundos, y por unos momentos temo que no se haya dado cuenta de la magnitud de los hechos hasta que yo se los traigo a colación. Tal vez él sí le había creído a mi madre cuando ella alegaba el estar convencida de que Zenda era hija de su padre y yo solo venía a arruinarle las ideas. - ¡Claro que va a ser la última en saberlo! No puedo irle con mis sospechas a una niña y explicarle cómo su familia podría llegar a ser diferente. - No soy tan inconsciente, y jamás le haría eso a mi hermana ¡por todos los cielos! - Le he dado mil vueltas al asunto, pero no, no lo he podido averiguar aún. No sabría cómo sin levantar sospechas… - Cierro los párpados y me llevo el pulgar y el índice hacia ellos, masajeándolos con cuidado en lo que vuelvo a dejarme caer sobre sus piernas. - No sé que podremos hacer. Si fuese por mí, volvería el tiempo atrás y borraría todo de mi mente. Esto es demasiado complicado…
— ¡No lo sé! ¡Solo diciéndolo! — exclamo con exasperación. No podía ir guardándose ese tipo de cosas por ahí, especialmente cuando sabía lo mucho que podía afectarnos a ambos. ¿Había pensado en la posibilidad de nosotros teniendo hijos? Creí que todo había sido una broma, aunque tal vez solo se refiere al pequeño detalle de que no hemos usado protección esa noche. No sé en qué estaba pensando, aunque a decir verdad tampoco iba a salir corriendo de la comodidad de la torre en pleno proceso para venir a la cabaña y tomar la caja de condones que tengo escondida en la mesita de luz. Solían ser parte del escondite no secreto debajo de la cama, pero con la frecuencia de las visitas de Alice opté por un sitio más cómodo. Alice. ¿Cómo carajo voy a explicarle esto a ella?
¿Cómo se tomaría Zenda una noticia como ésta? Sé como actuarán nuestros padres (y puaj, pensarlos como “nuestros” suena tan espantoso como ellos nos han querido hacer creer) pero mi hermana menor es un total misterio. No parecía muy traumada el día del claro cuando insultó a Ava haciendo referencia a los rumores sobre nuestra supuesta relación, pero un sobrino de ambas partes ya es un tema completamente diferente. ¿Y por qué ya estoy dando por asumido que está embarazada y no es solo un susto? Debe ser por mi mala costumbre de siempre irme al peor de los escenarios para atajarme ante cualquier situación. ¿O no sería tan malo? Quiero decir, siempre he querido hijos, una familia… ¡Pero no así!
— Tienes razón. No es como si en el catorce se puedan guardar secretos — comento, sintiendo como ella se recuesta en mis piernas. Por un lado, me siento vagamente dolido cuando dice que se arrepiente de lo que ha pasado, así que le respondo con un bufido que intenta sonar un poco resignado — Bueno, la cagada ya está hecha. No me vengas ahora con eso — sí le concedo la razón al respecto de que es demasiado complicado. Tengo la sensación de que, de quedarme quieto, seré incapaz de ordenar mis ideas, así que le doy un empujón para poder ponerme de pie y saco una pierna de la cama, enroscándome vagamente con las sábanas y teniendo que dar un salto algo ridículo para no irme de boca al suelo a la vez que me sujeto los calzones para que no se me patinen con la fricción de las mantas y el colchón con el movimiento. Sé que no tengo nada que no haya visto, pero hay momentos y momentos para cada cosa.
Empiezo a caminar por la habitación, negado a abrir la ventana o siquiera subir la persiana por miedo a que nuestras voces se escuchen del otro lado. Tiene que haber una solución, siempre la hay — ¿No podríamos robar una de esas pruebas del almacén? — pregunto, no muy seguro de que quede alguna. No recuerdo haber traído un evatest desde que una de las mujeres del distrito tuvo un susto hace ya hace mucho tiempo — O quizá puedo pedirle a Seth que me lleve al doce. No tendré otra opción que decirle, tarde o temprano — es mi mejor amigo. Quizá solo se burle de mí o quizá me grite dos segundos, pero va a comprenderlo. Me detengo en algún momento e intento mirarla, agradeciendo el tener una mejor visión que un humano común cuando frunzo el ceño — ¿Tú…? Bueno, si se confirma… ¿Te sientes lista como para algo así? — quizá el no asegurarse es un modo de defensa, pero tampoco puede escapar de la verdad por siempre. Obviamente que yo tampoco.
¿Cómo se tomaría Zenda una noticia como ésta? Sé como actuarán nuestros padres (y puaj, pensarlos como “nuestros” suena tan espantoso como ellos nos han querido hacer creer) pero mi hermana menor es un total misterio. No parecía muy traumada el día del claro cuando insultó a Ava haciendo referencia a los rumores sobre nuestra supuesta relación, pero un sobrino de ambas partes ya es un tema completamente diferente. ¿Y por qué ya estoy dando por asumido que está embarazada y no es solo un susto? Debe ser por mi mala costumbre de siempre irme al peor de los escenarios para atajarme ante cualquier situación. ¿O no sería tan malo? Quiero decir, siempre he querido hijos, una familia… ¡Pero no así!
— Tienes razón. No es como si en el catorce se puedan guardar secretos — comento, sintiendo como ella se recuesta en mis piernas. Por un lado, me siento vagamente dolido cuando dice que se arrepiente de lo que ha pasado, así que le respondo con un bufido que intenta sonar un poco resignado — Bueno, la cagada ya está hecha. No me vengas ahora con eso — sí le concedo la razón al respecto de que es demasiado complicado. Tengo la sensación de que, de quedarme quieto, seré incapaz de ordenar mis ideas, así que le doy un empujón para poder ponerme de pie y saco una pierna de la cama, enroscándome vagamente con las sábanas y teniendo que dar un salto algo ridículo para no irme de boca al suelo a la vez que me sujeto los calzones para que no se me patinen con la fricción de las mantas y el colchón con el movimiento. Sé que no tengo nada que no haya visto, pero hay momentos y momentos para cada cosa.
Empiezo a caminar por la habitación, negado a abrir la ventana o siquiera subir la persiana por miedo a que nuestras voces se escuchen del otro lado. Tiene que haber una solución, siempre la hay — ¿No podríamos robar una de esas pruebas del almacén? — pregunto, no muy seguro de que quede alguna. No recuerdo haber traído un evatest desde que una de las mujeres del distrito tuvo un susto hace ya hace mucho tiempo — O quizá puedo pedirle a Seth que me lleve al doce. No tendré otra opción que decirle, tarde o temprano — es mi mejor amigo. Quizá solo se burle de mí o quizá me grite dos segundos, pero va a comprenderlo. Me detengo en algún momento e intento mirarla, agradeciendo el tener una mejor visión que un humano común cuando frunzo el ceño — ¿Tú…? Bueno, si se confirma… ¿Te sientes lista como para algo así? — quizá el no asegurarse es un modo de defensa, pero tampoco puede escapar de la verdad por siempre. Obviamente que yo tampoco.
¿Cómo podía uno “solo decir” estas cosas? Por el amor de dios, no iba a ir por el distrito entregando panfletos que anunciaran que mi madre se había acostado una vez en una noche de borrachera que justo, porque la suerte en el distrito es así, coincidía con que meses después había sido el nacimiento de nuestra hermana. O la mía solamente… No, en serio. ¿No podía volver el tiempo atrás? No volvería a dejar que mi madre se llevase una copa de vino a los labios en mi presencia jamás.
- A estas alturas siento que los secretos vienen con fecha de caducidad. Trece años, cuatro años, unos meses… - Y generalmente se vencían, de manera que cuando el secreto salía a la luz, estaba tan rancio como una de esas leches cortadas que a veces dejamos en el almacén. En nuestra defensa, preferíamos la leche fresca que daba Betsie o alguna de sus crías ya crecidas, pero eso ya no tiene nada que ver con el tema en cuestión. - ¿Y con qué quieres que te venga? Perdooon porque me parezca una situación traumante - Refunfuño mientras me revuelvo inquieta cuando se sale de entre el lío de sábanas. No voy a mentir y decir que no me distraigo unos segundos con su físico pese a que la situación no lo amerita, pero había olvidado su maldita costumbre de dormir semi en pelotas y bueno…
Al menos vuelvo a centrarme con lo siguiente que dice… o me descoloco más. - ¿Hay de esas pruebas en el almacén? - Consulto mientras me incorporo sobre mis antebrazos con el ceño fruncido, tratando de hacer memoria a ver si en algún momento había visto algo que pudiese siquiera asemejarse a una prueba de ADN. - Si era tan sencillo, ¿por qué no usaron una con Bev y asunto resuelto? - De haber sabido eso habría ido al Doce hace un mes y me habría ahorrado el andar caminando por las paredes. Sin contar que, en serio, ¿qué les costaba despejarse la duda de la paternidad de Beverly? O tal vez lo sabían y no querían romper las ilusiones de la niña. - ¿Cómo podría sentirme lista para… - Me detengo unos segundos, meditando en lo que acaba de preguntar y de golpe tengo la sensación de que no estamos hablando de lo mismo. - Aguarda, ¿de qué estás hablando?
Trato de repasar la conversación que estamos teniendo, buscando dónde arrancan y dónde terminan las ideas, porque siento que me estoy perdiendo de algo y no puedo entender bien el qué. ¿Para qué mierda debía estar lista? Siento un pequeño zumbido en mis orejas, como si algo estuviese cayendo y de golpe… ¡Boom! - ¡AY POR FAVOR! ¿CREES QUE ESTOY EMBARAZADA? - Y todo lo tensa y angustiada que estoy desaparece en la enorme carcajada que se me escapa y me hace volver a caer de espaldas sobre la cama.
- A estas alturas siento que los secretos vienen con fecha de caducidad. Trece años, cuatro años, unos meses… - Y generalmente se vencían, de manera que cuando el secreto salía a la luz, estaba tan rancio como una de esas leches cortadas que a veces dejamos en el almacén. En nuestra defensa, preferíamos la leche fresca que daba Betsie o alguna de sus crías ya crecidas, pero eso ya no tiene nada que ver con el tema en cuestión. - ¿Y con qué quieres que te venga? Perdooon porque me parezca una situación traumante - Refunfuño mientras me revuelvo inquieta cuando se sale de entre el lío de sábanas. No voy a mentir y decir que no me distraigo unos segundos con su físico pese a que la situación no lo amerita, pero había olvidado su maldita costumbre de dormir semi en pelotas y bueno…
Al menos vuelvo a centrarme con lo siguiente que dice… o me descoloco más. - ¿Hay de esas pruebas en el almacén? - Consulto mientras me incorporo sobre mis antebrazos con el ceño fruncido, tratando de hacer memoria a ver si en algún momento había visto algo que pudiese siquiera asemejarse a una prueba de ADN. - Si era tan sencillo, ¿por qué no usaron una con Bev y asunto resuelto? - De haber sabido eso habría ido al Doce hace un mes y me habría ahorrado el andar caminando por las paredes. Sin contar que, en serio, ¿qué les costaba despejarse la duda de la paternidad de Beverly? O tal vez lo sabían y no querían romper las ilusiones de la niña. - ¿Cómo podría sentirme lista para… - Me detengo unos segundos, meditando en lo que acaba de preguntar y de golpe tengo la sensación de que no estamos hablando de lo mismo. - Aguarda, ¿de qué estás hablando?
Trato de repasar la conversación que estamos teniendo, buscando dónde arrancan y dónde terminan las ideas, porque siento que me estoy perdiendo de algo y no puedo entender bien el qué. ¿Para qué mierda debía estar lista? Siento un pequeño zumbido en mis orejas, como si algo estuviese cayendo y de golpe… ¡Boom! - ¡AY POR FAVOR! ¿CREES QUE ESTOY EMBARAZADA? - Y todo lo tensa y angustiada que estoy desaparece en la enorme carcajada que se me escapa y me hace volver a caer de espaldas sobre la cama.
Secreto o no, no puedo no tomarme la libertad de rodar los ojos — No decías lo mismo la otra noche… — le recuerdo en un murmullo al que creo que no le presta mucha atención. Han pasado semanas, pero de vez en cuando me permito pensar en las horas que compartimos en la torre de vigilancia y que he tratado de fingir que no pasaron. Y ahora la tengo aquí, dándome una noticia que puede compararse con una bomba y haciéndome sentir como el adulto más idiota de todo el catorce. Me lo merezco, es obvio. Yo sabía que esa noche era un error y esto solamente me lo confirma.
La confusión de Ava se traslada a mi propia cara y me quedo con los brazos cruzados, mirándola sin comprender muy bien de lo que me está hablando — ¿Por qué Beverly usaría una de esas pruebas? ¡Es solo una niña! — hasta donde sé, sus éxitos de conquistar a Kendrick no han dado resultado y a decir verdad, todo en el aura de ese chico gritaba “virgen”. Es obvio que la pequeña Redford todavía no había logrado su cometido, ese que tantos dolores de cabeza nos ha dado. Lo siguiente solamente me desconcierta todavía más, al punto de que dejo caer los brazos — ¿De qué estás hablando tú?
Y entonces su grito y su risa retumban por toda la habitación y de inmediato miro hacia la entrada, chequeando que nadie entre justo en un momento como éste. ¿Qué, cómo, qué? — ¡Momento, momento! ¡Pido tiempo! — levanto una mano y uso la otra para golpear la palma sobre los dedos, sin comprender lo que está sucediendo ni por qué me siento tan incómodo — ¿Me estás diciendo que todo esto no era porque tienes un atraso? ¡Ava! — mi torso se va hacia delante mientras suspiro con un enorme alivio y apoyo mis manos brevemente en mis rodillas como si estuviese recobrando el aliento. Es casi como si me hubiese vuelto el alma al cuerpo — ¡Podrías haber sido más específica, mierda! Creí que tú… que tú y yo… ya sabes…
No es mi culpa que el tiempo que ella ha mencionado cuadrase perfectamente con la noche donde nos acostamos sin ponerle atención a las consecuencias. Intento detener los latidos de mi corazón y vuelvo a incorporarme, riéndome con nerviosismo ante el susto que le ha dado paso a la calma — No vuelvas a hacerme eso. Jamás — la amenazo. Camino hacia ella y me dejo caer sobre la cama, sentándome a su lado. Aún estoy algo aturdido por todo lo que acaba de pasar, así que me demoro unos segundos en mirarla con un nuevo dejo de confusión — Espera… ¿De qué estabas hablando? — pregunto. Algo ha pasado, algo lo suficientemente grave como para ocasionar esta situación — ¿Qué ha pasado? ¿Están todos bien?
La confusión de Ava se traslada a mi propia cara y me quedo con los brazos cruzados, mirándola sin comprender muy bien de lo que me está hablando — ¿Por qué Beverly usaría una de esas pruebas? ¡Es solo una niña! — hasta donde sé, sus éxitos de conquistar a Kendrick no han dado resultado y a decir verdad, todo en el aura de ese chico gritaba “virgen”. Es obvio que la pequeña Redford todavía no había logrado su cometido, ese que tantos dolores de cabeza nos ha dado. Lo siguiente solamente me desconcierta todavía más, al punto de que dejo caer los brazos — ¿De qué estás hablando tú?
Y entonces su grito y su risa retumban por toda la habitación y de inmediato miro hacia la entrada, chequeando que nadie entre justo en un momento como éste. ¿Qué, cómo, qué? — ¡Momento, momento! ¡Pido tiempo! — levanto una mano y uso la otra para golpear la palma sobre los dedos, sin comprender lo que está sucediendo ni por qué me siento tan incómodo — ¿Me estás diciendo que todo esto no era porque tienes un atraso? ¡Ava! — mi torso se va hacia delante mientras suspiro con un enorme alivio y apoyo mis manos brevemente en mis rodillas como si estuviese recobrando el aliento. Es casi como si me hubiese vuelto el alma al cuerpo — ¡Podrías haber sido más específica, mierda! Creí que tú… que tú y yo… ya sabes…
No es mi culpa que el tiempo que ella ha mencionado cuadrase perfectamente con la noche donde nos acostamos sin ponerle atención a las consecuencias. Intento detener los latidos de mi corazón y vuelvo a incorporarme, riéndome con nerviosismo ante el susto que le ha dado paso a la calma — No vuelvas a hacerme eso. Jamás — la amenazo. Camino hacia ella y me dejo caer sobre la cama, sentándome a su lado. Aún estoy algo aturdido por todo lo que acaba de pasar, así que me demoro unos segundos en mirarla con un nuevo dejo de confusión — Espera… ¿De qué estabas hablando? — pregunto. Algo ha pasado, algo lo suficientemente grave como para ocasionar esta situación — ¿Qué ha pasado? ¿Están todos bien?
Debo parecer una foca asmática en medio de un ataque de broncoespasmo, pero no puedo parar de reírme. Y si paro por unos segundos, es solo para tomar unas bocanadas de aire para no terminar muriendo de la manera más patética posible. ¿Moría como una heroína enfrentando acromántulas en una cueva? ¡No! Como una idiota que se ahogó con su propia risa cuando su hermanastro creía que tenía un atraso. ¿Cómo podía pasársele por la mente que estaría tan relativamente tranquila ante un caso así? Ay por dios, tengo un retorcijón en el abdomen tan grande que debo sentarme para tratar de calmarlo, lo cual me sirve para cortar un poco con la carcajada y limpiarme las lágrimas que se me escapan debido al ataque de risa.
- Casi lo primero que hice al día siguiente fue tomar una pastilla de emergencia Benancio, puedes quedarte tranquilo…- Mi voz sale algo ronca y rasposa, y amenaza con romper nuevamente en una risa, pero la contengo y simplemente me agarro del abdomen para tratar de calmar la sensación incómoda. Ni siquiera en las semanas intensivas de entrenamiento durante mi adolescencia había sentido un tirón de esta magnitud. - Un momento… ¿Realmente te imaginabas teniendo un hijo conmigo? Awwwwnnnn - Y es obvio que mi tono es burlón, pero me sorprende que ni siquiera hubiese sugerido la opción de un aborto si su razonamiento había sido que estaba embarazada. O tal vez no, porque no estoy segura de cuál hubiese sido mi opinión en ese caso, pero igual: estaba preocupado por mí.
- Ya, ya. Lo prometo. - Aunque me abstengo de comentar que para volver a alarmarlo hay ciertas cosas que debían pasar, que no debían pasar en verdad y que, bueno… El punto era claro pese a lo confuso que podía sonar dentro de mi cabeza. Picándole el costado con el dedo índice, dejo que se me escape una risita y no puedo evitar el comentario que se me escapa. - Pero estabas preocupado por mí, y querías hacerte cargo… - Suelto casi en un cantito.
Claro que luego recuerda mi preocupación y toda la risa y la burla muere en ese preciso instante. ¡Diablos! Por una vez que podía sacarme el tema de la cabeza… - Sí, están bien, es solo qué… - Titubeo y vuelvo a rodearme uno de mis brazos mientras esquivo su mirada sin saber muy bien como decirle. - ¡Esto era más sencillo cuando pensaba que ya lo sabías!... Que ahora tiene todo el sentido del mundo que no lo sepas pero… - Me llevo una mano al rostro, y mi voz sale ahogada contra mi palma cuando dejo escapar las palabras “puede que Zenda no sea tu hermana de sangre” de manera tan cerrada que ni él con su oído mejorado podría ser capaz de entenderlo del todo.
- Casi lo primero que hice al día siguiente fue tomar una pastilla de emergencia Benancio, puedes quedarte tranquilo…- Mi voz sale algo ronca y rasposa, y amenaza con romper nuevamente en una risa, pero la contengo y simplemente me agarro del abdomen para tratar de calmar la sensación incómoda. Ni siquiera en las semanas intensivas de entrenamiento durante mi adolescencia había sentido un tirón de esta magnitud. - Un momento… ¿Realmente te imaginabas teniendo un hijo conmigo? Awwwwnnnn - Y es obvio que mi tono es burlón, pero me sorprende que ni siquiera hubiese sugerido la opción de un aborto si su razonamiento había sido que estaba embarazada. O tal vez no, porque no estoy segura de cuál hubiese sido mi opinión en ese caso, pero igual: estaba preocupado por mí.
- Ya, ya. Lo prometo. - Aunque me abstengo de comentar que para volver a alarmarlo hay ciertas cosas que debían pasar, que no debían pasar en verdad y que, bueno… El punto era claro pese a lo confuso que podía sonar dentro de mi cabeza. Picándole el costado con el dedo índice, dejo que se me escape una risita y no puedo evitar el comentario que se me escapa. - Pero estabas preocupado por mí, y querías hacerte cargo… - Suelto casi en un cantito.
Claro que luego recuerda mi preocupación y toda la risa y la burla muere en ese preciso instante. ¡Diablos! Por una vez que podía sacarme el tema de la cabeza… - Sí, están bien, es solo qué… - Titubeo y vuelvo a rodearme uno de mis brazos mientras esquivo su mirada sin saber muy bien como decirle. - ¡Esto era más sencillo cuando pensaba que ya lo sabías!... Que ahora tiene todo el sentido del mundo que no lo sepas pero… - Me llevo una mano al rostro, y mi voz sale ahogada contra mi palma cuando dejo escapar las palabras “puede que Zenda no sea tu hermana de sangre” de manera tan cerrada que ni él con su oído mejorado podría ser capaz de entenderlo del todo.
Al menos fue lo suficientemente responsable como para asegurarse de tomar una pastilla. Jamás le pregunté exactamente si lo había hecho o no porque, después de lo que pasó, quedarnos juntos a solas no fue algo precisamente normal o que se diera por una situación u otra. Seguimos con nuestras vidas y, con toda honestidad, había optado por la opción de fingir ignorar esa noche. Algo que, muy a mí pesar, está volviendo algo difícil con toda esa burla que me hace rodar los ojos hasta que creo que podré ver dentro de mi cráneo — ¡No lo imaginaba! Es que… ¡Bueno, parecía que estabas hablando de eso! — ni en un millón de años hubiera planificado siquiera el tener un bebé con ella, pero si esa noche terminaba en un crío…
El pique en mi costado hace que intente alejarme un poco, subiendo las piernas a la cama y, aprovechando que es de dos plazas, tomo distancia apoyándome contra la cabecera y sentándome como indio — ¿Qué clase de persona crees que soy? ¡Claro que me haría cargo! — diablos no, no debería sonar así. Sacudo las dos manos delante de mí como si pudiese borrar mis palabras del aire y mi boca hace una mueca de desagrado — Sería lo correcto. No quiere decir que deseo una familia contigo o algo así — ¿En serio cree que podría querer algo así? Como si no tuviéramos demasiados problemas.
Quitando todo el asunto de la no paternidad, Ava parece volver al problema inicial y yo me acomodo en mi lugar en la postura que un niño adopta cuando está esperando que le cuenten un cuento o alguna novedad que ha estado esperando por semanas — Solo dispara — sé por experiencia que es mejor escupir las cosas como si se tratase de un tirón y tampoco es que pueda ser tan malo como para que se ponga tan intensa. De seguro es otra de sus exageraciones, como la vez esa que vino corriendo diciendo que había una araña mutante en la cocina y con Cale encontramos una pequeña arañita de rincón. Llorona.
— ¿Qué Zenda no es… mi bagre qué? — trato de entender lo que ha dicho y mi expresión se arruga mientras intento ordenar las palabras que ha soltado, tardándome más de lo normal. Okay. Quizá sí es tan malo como para que esté así — Espera… ¿Qué estás diciendo? — poco a poco, la conversación empieza a tener un poco más de forma y sentido. ¿Qué Zenda no es mi hermana? ¿De qué está hablando? Somos una familia, eso siempre fue lo que nos dijeron. ¡Y mi padre no me mentiría con algo así! — Ava… ¿Eowyn volvió a darte hongos? Te dije que no aceptes nada que no sepas de dónde lo sacó — la hierba era una cosa, los hongos de los lindes del bosque eran otra — ¿Acaso escuchas lo que dices? ¡Es una locura! — Porque lo es… ¿No? Vi a Arleth embarazada, no hay muchas opciones en el catorce, siempre todo fue demasiado idílico para mi padre y su mujer… Simplemente no tiene sentido. Acabo inclinando un poco el torso hacia delante para verla mejor y me atrevo a ponerle una mano en la frente para comprobar que no esté enferma — ¿De dónde sacaste algo así? Suena algo… bueno, extraño.
El pique en mi costado hace que intente alejarme un poco, subiendo las piernas a la cama y, aprovechando que es de dos plazas, tomo distancia apoyándome contra la cabecera y sentándome como indio — ¿Qué clase de persona crees que soy? ¡Claro que me haría cargo! — diablos no, no debería sonar así. Sacudo las dos manos delante de mí como si pudiese borrar mis palabras del aire y mi boca hace una mueca de desagrado — Sería lo correcto. No quiere decir que deseo una familia contigo o algo así — ¿En serio cree que podría querer algo así? Como si no tuviéramos demasiados problemas.
Quitando todo el asunto de la no paternidad, Ava parece volver al problema inicial y yo me acomodo en mi lugar en la postura que un niño adopta cuando está esperando que le cuenten un cuento o alguna novedad que ha estado esperando por semanas — Solo dispara — sé por experiencia que es mejor escupir las cosas como si se tratase de un tirón y tampoco es que pueda ser tan malo como para que se ponga tan intensa. De seguro es otra de sus exageraciones, como la vez esa que vino corriendo diciendo que había una araña mutante en la cocina y con Cale encontramos una pequeña arañita de rincón. Llorona.
— ¿Qué Zenda no es… mi bagre qué? — trato de entender lo que ha dicho y mi expresión se arruga mientras intento ordenar las palabras que ha soltado, tardándome más de lo normal. Okay. Quizá sí es tan malo como para que esté así — Espera… ¿Qué estás diciendo? — poco a poco, la conversación empieza a tener un poco más de forma y sentido. ¿Qué Zenda no es mi hermana? ¿De qué está hablando? Somos una familia, eso siempre fue lo que nos dijeron. ¡Y mi padre no me mentiría con algo así! — Ava… ¿Eowyn volvió a darte hongos? Te dije que no aceptes nada que no sepas de dónde lo sacó — la hierba era una cosa, los hongos de los lindes del bosque eran otra — ¿Acaso escuchas lo que dices? ¡Es una locura! — Porque lo es… ¿No? Vi a Arleth embarazada, no hay muchas opciones en el catorce, siempre todo fue demasiado idílico para mi padre y su mujer… Simplemente no tiene sentido. Acabo inclinando un poco el torso hacia delante para verla mejor y me atrevo a ponerle una mano en la frente para comprobar que no esté enferma — ¿De dónde sacaste algo así? Suena algo… bueno, extraño.
Su confusión solo me provoca ganas de reír, y la única razón por la que no lo hago, es porque dentro de mi cabeza estoy tratando de averiguar el momento exacto en el que comenzó nuestra doble conversación en paralelo. Se me erizaban los vellos del brazo de tan solo pensarme con un bebé a esta edad… Y pensar que mi madre a estas alturas de mi vida ya estaba casada y con un hijo nacido. - Creo que eres muy tierno, la verdad. Me burlo palmeándole la rodilla cuando toma distancia. - Aunque me hieres, ¿no somos ya la perfecta familia completamente funcional? - Sí, claro…
Si fuésemos una familia perfecta y funcional, no estaríamos en esta situación para empezar… o en ninguna situación que hubiese sucedido en los últimos meses. Tarda un poco en entender lo que mascullo, y una vez que creo que lo hace, salta a la próxima opción lógica: el creerme drogada. Porque en serio, yo también opinaría eso de estar en sus zapatos. - Eso fue UNA vez, Benito. Y prometiste no volver a hablar sobre eso. - Le recuerdo. En realidad, no había prometido nada, solo habíamos llegado a un acuerdo en base de amenazas. Era sencillo: teníamos demasiado material el uno del otro como para querer evitar gastarnos demasiado estando en público; y si bien estábamos solos, el tema de aquella vez en la que Eowyn me había drogado con ellos, era uno de los pocos momentos en mi vida que realmente quería olvidar.
- Ya quisiera yo que fuese un delirio… - Me quejo elevando mis piernas e imitando su postura india solo por hacer algo con mi energía inquieta. - ¿Recuerdas que la otra vez decías que me parecía a mi madre? Pues bueno, si le das un poco de alcohol la semejanza incrementa demasiado. - ¿De dónde había heredado Cale su lado reservado? Porque si hay algo que me había demostrado mamá, es que la boca floja era un rasgo muy Ballard. - ¿Quieres saber lo que suena extraño? Que tu madre te confiese haberse acostado con Echo en una noche de borrachera. - Y me siento horrible al pronunciarlo en voz alta, porque siento que estoy cometiendo una traición de la peor clase; pero a la vez… a la vez siento que un nudo se afloja un poco dentro mío, y siento que mi cordura todavía es rescatable.
- Y lo peor no es eso. Porque por favor, todos sabemos como Echo miraba a veces a mi madre… - Continúo dando por hecho que no soy la única que pudo haberse dado cuenta de eso. - Lo peor es que luego mencione el nacimiento de Zenda como si eso hubiese tenido algo que ver. - Termino de explicar, bajando las manos que en algún momento se elevaron haciendo ademanes nerviosos mientras relataba la situación. Y claro que podría haber terminado ahí con esa edición de “Cómo traumar a tu hermanastro en tres pasos”, pero no lo hago, porque luego recuerdo otro detalle que creo que merece saber. - Y puede… Bueno, puede no, porque en definitva ya lo sabe, pero si mi madre te mira mal o algo, no te preocupes. Solamente me descubrió con la pastilla de emergencia en la mano.
Si fuésemos una familia perfecta y funcional, no estaríamos en esta situación para empezar… o en ninguna situación que hubiese sucedido en los últimos meses. Tarda un poco en entender lo que mascullo, y una vez que creo que lo hace, salta a la próxima opción lógica: el creerme drogada. Porque en serio, yo también opinaría eso de estar en sus zapatos. - Eso fue UNA vez, Benito. Y prometiste no volver a hablar sobre eso. - Le recuerdo. En realidad, no había prometido nada, solo habíamos llegado a un acuerdo en base de amenazas. Era sencillo: teníamos demasiado material el uno del otro como para querer evitar gastarnos demasiado estando en público; y si bien estábamos solos, el tema de aquella vez en la que Eowyn me había drogado con ellos, era uno de los pocos momentos en mi vida que realmente quería olvidar.
- Ya quisiera yo que fuese un delirio… - Me quejo elevando mis piernas e imitando su postura india solo por hacer algo con mi energía inquieta. - ¿Recuerdas que la otra vez decías que me parecía a mi madre? Pues bueno, si le das un poco de alcohol la semejanza incrementa demasiado. - ¿De dónde había heredado Cale su lado reservado? Porque si hay algo que me había demostrado mamá, es que la boca floja era un rasgo muy Ballard. - ¿Quieres saber lo que suena extraño? Que tu madre te confiese haberse acostado con Echo en una noche de borrachera. - Y me siento horrible al pronunciarlo en voz alta, porque siento que estoy cometiendo una traición de la peor clase; pero a la vez… a la vez siento que un nudo se afloja un poco dentro mío, y siento que mi cordura todavía es rescatable.
- Y lo peor no es eso. Porque por favor, todos sabemos como Echo miraba a veces a mi madre… - Continúo dando por hecho que no soy la única que pudo haberse dado cuenta de eso. - Lo peor es que luego mencione el nacimiento de Zenda como si eso hubiese tenido algo que ver. - Termino de explicar, bajando las manos que en algún momento se elevaron haciendo ademanes nerviosos mientras relataba la situación. Y claro que podría haber terminado ahí con esa edición de “Cómo traumar a tu hermanastro en tres pasos”, pero no lo hago, porque luego recuerdo otro detalle que creo que merece saber. - Y puede… Bueno, puede no, porque en definitva ya lo sabe, pero si mi madre te mira mal o algo, no te preocupes. Solamente me descubrió con la pastilla de emergencia en la mano.
Tierno, sí, claro. Le ruedo los ojos con exasperación ante esa palmadita en mi rodilla y se la aparto con un movimiento sutil que bien podría ser un intento de rascarme la zona donde ella ha posado su mano — El ejemplo de familia feliz, por supuesto — le respondo con un retintín. La frustración con mi idea errónea y ridícula de ser padre se me va al caño cuando su reacción me hace reír, recordando el episodio de los hongos con un especial cariño, específicamente la parte donde una Ava adolescente y drogada sin saberlo fue a conversar con su madre. Hay recuerdos que nunca fallan — Es muy tentador como para darlo por olvidado — tomo como simple resolución.
— ¿Le diste alcohol a tu madre? — hago un comentario en medio de su monólogo porque no recuerdo la última vez que vi a Arleth tomar, aunque siempre asumí que era algo que evitaba hacer delante nuestro por cuestiones de respeto y protocolo. Lo siguiente hace que eche la cabeza hacia atrás en una mezcla de sorpresa y espanto, quizá no tan shockeado como debería a pesar de que la idea resulte algo extraña. Además, Arleth ha tomado un rol maternal para mí desde hace más de una década y la simple idea de verla como alguien con vida sexual me repele un poco, especialmente porque siempre lo he conectado a la intimidad de mi padre y… ¡Puaj! No necesito ponerle una imagen mental a algo que ya tenía asumido — ¿Y tu dilema es que te pareces a tu madre al beber y acostarte con alguien por eso? — pregunto, obviamente tratando de burlarme en un intento de aflojar la tensión en el ambiente. ¿Qué estaba queriéndome decir? ¿Era un chisme demasiado bien guardado o… Arleth había engañado a papá? ¿Es eso? ¿Estamos ante la información de una infidelidad que le romperá el corazón a Elioh?
La idea me genera un malestar que me obliga a abrazar un poco mi estómago y poner mala cara, pero parece que eso no es todo lo que mi hermanastra tiene para decir. Es ahí cuando se me va la voz a la mierda — ¿Qué QUÉ? — Ahora puedo entender su ataque de pánico. Gigi se queja desde algún punto de debajo de la cama para dar a saber que la he despertado, pero no me importa. Mi enfoque está puesto en una información que no me esperaba, casi pasando por alto lo último que Ava dice — Eso explica su actitud. No sabía si estaba siendo demasiado educada conmigo o si temía que me volviera un lobo durante el día — Arleth había cambiado su trato hacia mí que se sentía casi formal en una extraña y extrema amabilidad, pero la he agarrado con sus miradas subnormales en más de una ocasión. Pero eso no es lo importante.
— ¿Dices que Zenda puede ser hija de Echo y no de mi padre? — odio decirlo, pero es probable. Tengo entendido que ninguno había oficializado nada y, cuando ocurrió, no pasó demasiado tiempo para el anuncio del embarazo de Arleth, algo que tomó a todos por sorpresa. ¿Fue en ese pase de soltería a algo más que mi madrastra había tenido ese desliz? No sé como me siento, pero extrañamente no me enfado. Creo que es más culpa de la sorpresa que otra cosa — Pero, Ava… ¿Qué demonios? — tomo aire, inflo mi pecho y lo largo, tratando de ser una persona lógica en una situación que pone absolutamente patas para arriba — No es seguro… ¿No es así? Todavía hay una posibilidad. Quizá tu madre se aferró a las probabilidades — como cuando muchos apostaron a que Beverly es mía porque me acosté más con Eowyn que el resto. Me rasco la cabeza con un dedo, raspando el cuero cabelludo entre las hebras de cabello que parecen nudos — Deberías haberme dicho antes. — ni sé por qué, aunque tal vez se debe a que debe ser fastidioso guardarse un secreto como ese durante tanto tiempo.
No pienso demasiado cuando estiro el brazo y aprieto su mano con la mía, en una mezcla de apoyo y contención que sospecho que yo también necesito. Durante todos estos años, estuve demasiado seguro de cómo los Franco-Ballard tenían su propia lógica y armonía a pesar de todo, pero esto cambia las cosas — Puedo guardar el secreto. No hay manera de saber la verdad a ciencia cierta — al menos que se cuele en NeoPanem y exija un estudio de ADN, lo cual es imposible empezando por el simple hecho de que tanto Echo como mi padre son personas que figuran en la lista de desaparecidos y buscados. Aprieto un poco más sus dedos, enroscándolos con los míos — ¿Tú estás bien? — porque yo creo que no lo estoy, pero si necesita un apoyo intentaré guardarme un poco lo que me pasa para poder serlo, como en los viejos tiempos. Por algo me ha buscado después de todas estas semanas.
— ¿Le diste alcohol a tu madre? — hago un comentario en medio de su monólogo porque no recuerdo la última vez que vi a Arleth tomar, aunque siempre asumí que era algo que evitaba hacer delante nuestro por cuestiones de respeto y protocolo. Lo siguiente hace que eche la cabeza hacia atrás en una mezcla de sorpresa y espanto, quizá no tan shockeado como debería a pesar de que la idea resulte algo extraña. Además, Arleth ha tomado un rol maternal para mí desde hace más de una década y la simple idea de verla como alguien con vida sexual me repele un poco, especialmente porque siempre lo he conectado a la intimidad de mi padre y… ¡Puaj! No necesito ponerle una imagen mental a algo que ya tenía asumido — ¿Y tu dilema es que te pareces a tu madre al beber y acostarte con alguien por eso? — pregunto, obviamente tratando de burlarme en un intento de aflojar la tensión en el ambiente. ¿Qué estaba queriéndome decir? ¿Era un chisme demasiado bien guardado o… Arleth había engañado a papá? ¿Es eso? ¿Estamos ante la información de una infidelidad que le romperá el corazón a Elioh?
La idea me genera un malestar que me obliga a abrazar un poco mi estómago y poner mala cara, pero parece que eso no es todo lo que mi hermanastra tiene para decir. Es ahí cuando se me va la voz a la mierda — ¿Qué QUÉ? — Ahora puedo entender su ataque de pánico. Gigi se queja desde algún punto de debajo de la cama para dar a saber que la he despertado, pero no me importa. Mi enfoque está puesto en una información que no me esperaba, casi pasando por alto lo último que Ava dice — Eso explica su actitud. No sabía si estaba siendo demasiado educada conmigo o si temía que me volviera un lobo durante el día — Arleth había cambiado su trato hacia mí que se sentía casi formal en una extraña y extrema amabilidad, pero la he agarrado con sus miradas subnormales en más de una ocasión. Pero eso no es lo importante.
— ¿Dices que Zenda puede ser hija de Echo y no de mi padre? — odio decirlo, pero es probable. Tengo entendido que ninguno había oficializado nada y, cuando ocurrió, no pasó demasiado tiempo para el anuncio del embarazo de Arleth, algo que tomó a todos por sorpresa. ¿Fue en ese pase de soltería a algo más que mi madrastra había tenido ese desliz? No sé como me siento, pero extrañamente no me enfado. Creo que es más culpa de la sorpresa que otra cosa — Pero, Ava… ¿Qué demonios? — tomo aire, inflo mi pecho y lo largo, tratando de ser una persona lógica en una situación que pone absolutamente patas para arriba — No es seguro… ¿No es así? Todavía hay una posibilidad. Quizá tu madre se aferró a las probabilidades — como cuando muchos apostaron a que Beverly es mía porque me acosté más con Eowyn que el resto. Me rasco la cabeza con un dedo, raspando el cuero cabelludo entre las hebras de cabello que parecen nudos — Deberías haberme dicho antes. — ni sé por qué, aunque tal vez se debe a que debe ser fastidioso guardarse un secreto como ese durante tanto tiempo.
No pienso demasiado cuando estiro el brazo y aprieto su mano con la mía, en una mezcla de apoyo y contención que sospecho que yo también necesito. Durante todos estos años, estuve demasiado seguro de cómo los Franco-Ballard tenían su propia lógica y armonía a pesar de todo, pero esto cambia las cosas — Puedo guardar el secreto. No hay manera de saber la verdad a ciencia cierta — al menos que se cuele en NeoPanem y exija un estudio de ADN, lo cual es imposible empezando por el simple hecho de que tanto Echo como mi padre son personas que figuran en la lista de desaparecidos y buscados. Aprieto un poco más sus dedos, enroscándolos con los míos — ¿Tú estás bien? — porque yo creo que no lo estoy, pero si necesita un apoyo intentaré guardarme un poco lo que me pasa para poder serlo, como en los viejos tiempos. Por algo me ha buscado después de todas estas semanas.
Ruedo los ojos con impaciencia cuando califica a la que fue una de las mayores vergüenzas que pasé en mi vida como “tentadora” y la única razón por la que no lo golpeo, es porque todavía estoy mortificada conmigo misma. El distrito es chico, los chismes corrían rápido, y cuando eres una fumada ruidosa… bueno; no hay forma en la que la gente no se entere de eso. - Pues recuérdalo en silencio, o terminaré contándole a Kendrick sobre la vez que tomaste tanto estando solo, que te encontré llorando en el rincón de tu cuarto. - No es la mejor de mis amenazas, lo sé, pero era uno de los recuerdos más divertidos que tenía acerca suyo. De niña no había entendido demasiado y me había apurado a consolarlo al verlo en ese estado, pero unos años más tarde, cuando había entendido la situación, solamente podía reírme de recordar la nariz rojiza, los mocos cayendo y su pelo enmarañado mientras sollozaba cosas sin sentido.
Ignoro su acusación en contra mío, primero porque de haber podido darle alcohol a mi madre, lo hubiera hecho hace años, cuando quería escaparme del distrito para seguir a los más grandes cuando se iban de excursión. - ¡Claro que ese no es mi dilema! Y no Ben, no me acosté contigo por causa del alcohol - Aunque ahora que lo pensaba, todas las veces en las que había sucedido, o había estado por suceder algo, había whiskey de por medio. Pero nunca había llegado a estar ebria hasta el punto de tener que echarle la culpa de mis hormonas al alcohol, simplemente era un agregado más que servía para ahuyentar el frío…
El gruñido de Gigi a causa de la exaltación de mi hermanastro me toma por sorpresa, no había notado la presencia de la perra antes de entrar y sin poder evitarlo, me descruzo de piernas y me echo boca abajo sobre la cama para poder estirarme y llegar a acariciarla. Levanto el rostro con algo de esfuerzo para poder mirar a Ben cuando confiesa que obviamente mi madre ha cambiado su trato hacia él y suelto un bufido mientras dejo el pelaje de la siberiana para volver a incorporarme, de nuevo en una postura india pero esta vez quedando enfrentada a él.
- Esa fue su excusa, dice estar segura de que es de Elioh porque una vez no se compara a… bueno. No quiero pensar en su vida sexual. Pero no necesito ser enfermera o médica como para saber que así no funciona la biología. - Suelto, molesta porque Ben reacciona completamente diferente a cómo yo lo hice hace un mes y medio. ¿Acaso estoy loca? Tal vez en serio no es un tema tan complicado como creo, y la noción lógica es dar por hecho cosas para que nadie saliese herido. Me muerdo el labio en un gesto nervioso, y me angustio de solo pensar que he exagerado de más y he terminado por lastimar a mi madre cuando tal vez ella solo quería creer que de verdad Zenda era hija de su esposo. ¡Pero! Ains, en serio no entendía como jamás lo había dicho a nadie. Aunque claro, luego de ver cómo había sido la reacción general en esas épocas por causa de Eowyn…
Se me escapa una lágrima por pura frustración, y el contacto de Ben me produce dos sensaciones completamente contradictorias. Por un lado, me frustra, porque reacciona como el adulto maduro que siempre le reprocho que no es; y por el otro, me sirve de contención y temo quebrarme ahí mismo por lo que ha significado llevar este secreto conmigo durante las últimas semanas. - No, no lo estoy. - Le confieso. Y como si esa confesión hubiese abierto un grifo, las lágrimas ruedan por mis ojos y debo inclinarme sobre mi cuerpo, como si el peso de ese secreto fuese más del que puedo soportar, hasta que termino doblada, apoyando mi frente sobre nuestras manos unidas.
Y ya no sé si es solo por el tema de Zenda, o si al fin he caído en todo lo que ha pasado en estos últimos meses, pero dejo que las lágrimas corran, sin recordar muy bien cuando fue la última vez que me he permitido llorar de esta manera, y mucho menos en compañía de alguien. ¡Pobre Ben! No lo dejaba recuperarse de un susto y ya tenía que soportarme lloriqueando como una niña pequeña.
Ignoro su acusación en contra mío, primero porque de haber podido darle alcohol a mi madre, lo hubiera hecho hace años, cuando quería escaparme del distrito para seguir a los más grandes cuando se iban de excursión. - ¡Claro que ese no es mi dilema! Y no Ben, no me acosté contigo por causa del alcohol - Aunque ahora que lo pensaba, todas las veces en las que había sucedido, o había estado por suceder algo, había whiskey de por medio. Pero nunca había llegado a estar ebria hasta el punto de tener que echarle la culpa de mis hormonas al alcohol, simplemente era un agregado más que servía para ahuyentar el frío…
El gruñido de Gigi a causa de la exaltación de mi hermanastro me toma por sorpresa, no había notado la presencia de la perra antes de entrar y sin poder evitarlo, me descruzo de piernas y me echo boca abajo sobre la cama para poder estirarme y llegar a acariciarla. Levanto el rostro con algo de esfuerzo para poder mirar a Ben cuando confiesa que obviamente mi madre ha cambiado su trato hacia él y suelto un bufido mientras dejo el pelaje de la siberiana para volver a incorporarme, de nuevo en una postura india pero esta vez quedando enfrentada a él.
- Esa fue su excusa, dice estar segura de que es de Elioh porque una vez no se compara a… bueno. No quiero pensar en su vida sexual. Pero no necesito ser enfermera o médica como para saber que así no funciona la biología. - Suelto, molesta porque Ben reacciona completamente diferente a cómo yo lo hice hace un mes y medio. ¿Acaso estoy loca? Tal vez en serio no es un tema tan complicado como creo, y la noción lógica es dar por hecho cosas para que nadie saliese herido. Me muerdo el labio en un gesto nervioso, y me angustio de solo pensar que he exagerado de más y he terminado por lastimar a mi madre cuando tal vez ella solo quería creer que de verdad Zenda era hija de su esposo. ¡Pero! Ains, en serio no entendía como jamás lo había dicho a nadie. Aunque claro, luego de ver cómo había sido la reacción general en esas épocas por causa de Eowyn…
Se me escapa una lágrima por pura frustración, y el contacto de Ben me produce dos sensaciones completamente contradictorias. Por un lado, me frustra, porque reacciona como el adulto maduro que siempre le reprocho que no es; y por el otro, me sirve de contención y temo quebrarme ahí mismo por lo que ha significado llevar este secreto conmigo durante las últimas semanas. - No, no lo estoy. - Le confieso. Y como si esa confesión hubiese abierto un grifo, las lágrimas ruedan por mis ojos y debo inclinarme sobre mi cuerpo, como si el peso de ese secreto fuese más del que puedo soportar, hasta que termino doblada, apoyando mi frente sobre nuestras manos unidas.
Y ya no sé si es solo por el tema de Zenda, o si al fin he caído en todo lo que ha pasado en estos últimos meses, pero dejo que las lágrimas corran, sin recordar muy bien cuando fue la última vez que me he permitido llorar de esta manera, y mucho menos en compañía de alguien. ¡Pobre Ben! No lo dejaba recuperarse de un susto y ya tenía que soportarme lloriqueando como una niña pequeña.
Sé que no ha hecho nada por culpa del alcohol, pero siempre es divertido molestarla con ello aunque sea para borrar la incomodidad y la incertidumbre de nuestras cabezas por al menos cinco minutos. Estúpidamente, creo que una de las cosas que más me fastidian de toda esta situación es recordar las veces que pensamos en los problemas y traumas que podrían atacar a Zenda de saber que sus dos hermanos se habían acostado, como para enterarnos que quizá la idea que nos habían inculcado era sumamente errónea. La mentira duele, sí, pero las razones detrás de una mentira casi siempre tienen una razón de ser. He estado en situaciones de paternidad dudosa y sé muy bien lo difícil que es el apuntar con el dedo.
El tiempo que ella utiliza para estirarse y acariciar a Gigi yo lo uso para pensar, a pesar de que mi cerebro está andando a toda velocidad como el tren que recorre NeoPanem de punta a punta. Zenda es mi hermana, lo ha sido desde antes de nacer y Elioh fue su padre en cada aspecto de su vida, porque se ha encargado de criarla. Sé que Echo ha sido un buen mentor para ella, pero siempre lo he visto como el tío gruñón pero cariñoso que fue incluso para mí. Todo esto no tiene sentido y, a pesar de la mezcla de enojo y pánico, no puedo evitar pensar que Arleth tenía sus razones — Todos sabemos que así no funciona, pero ella decidió. Quiero decir… Míranos — uso mis manos para tratar de señalar el ambiente donde estamos, que ahora mismo es una habitación mugrosa con paredes de madera. Nada que ver a las casitas aceptables dentro del país — En una situación de mierda, tuvo la oportunidad de decidir quién sería el padre de su hija. Había muchas cosas rotas ya — nos incluyo, porque las familias destruidas eran la base del catorce. Todos aquí estaban por una segunda oportunidad y, a pesar de que mi padre y yo tenemos nuestras diferencias, sé que hace lo que puede. Me fastidia que Arleth se haya callado, sí, pero… no lo sé. He perdido demasiado como para juzgarla.
Si hay algo que puede volver esta situación todavía más confusa, es la manera en la que Ava se pone a llorar y se deja caer sobre nuestras manos unidas. Nope, no me esperaba eso. No he tratado de consolarla en años, por lo que en principio no sé cómo reaccionar pero acabo tirándome por algo que siempre ha funcionado con ella. Suelto un poco su agarre y me estiro hasta asomarme por debajo de la cama, muevo un poco el culo de Gigi y, con algo de estruendo, saco una enorme barra de chocolate que todavía me sobra en calidad aceptable. Siempre pude arreglar todos los problemas de Ava con chocolate, cuando niños y espero que ahora también. Nunca voy a confesarlo, pero creo que es una de las cosas que me han quedado de cuando tenía a mis propios hermanos de sangre — Ven, escandalosa — intento burlarme aunque la voz me surge mucho más suave de lo que esperaba y, haciendo uso de mi tamaño y fuerza, agarro a mi hermanastra como si fuese de papel. Me apoyo con la espalda en el cabecero y la obligo a acomodarse contra mí, rodeándola con un brazo al tratar que parte de su peso quede en mis piernas y me las arreglo para tironear del envoltorio, hasta que la tabla aparece y le doy un mordisco antes de pasársela. Sé que es una imagen que muchos cuestionarían, pero hay años de confianza como para no preocuparme por eso.
— Me imagino que a tu madre le gritaste tanto que es un milagro que puedas hablar incluso ahora — acabo diciendo con la boca semi llena, relamiéndome los labios chocolatosos en un intento de tratar de ser coherente — Y sé que es para matarla y que a ti debe dolerte más porque es tu mamá, pero tal vez hay que darle el beneficio de la duda y ver cómo solucionarlo. Y, ya sabes, no decirle nada a Zenda porque no hace falta traumarla sin tener nada confirmado — son solo sospechas…. ¿No?
El tiempo que ella utiliza para estirarse y acariciar a Gigi yo lo uso para pensar, a pesar de que mi cerebro está andando a toda velocidad como el tren que recorre NeoPanem de punta a punta. Zenda es mi hermana, lo ha sido desde antes de nacer y Elioh fue su padre en cada aspecto de su vida, porque se ha encargado de criarla. Sé que Echo ha sido un buen mentor para ella, pero siempre lo he visto como el tío gruñón pero cariñoso que fue incluso para mí. Todo esto no tiene sentido y, a pesar de la mezcla de enojo y pánico, no puedo evitar pensar que Arleth tenía sus razones — Todos sabemos que así no funciona, pero ella decidió. Quiero decir… Míranos — uso mis manos para tratar de señalar el ambiente donde estamos, que ahora mismo es una habitación mugrosa con paredes de madera. Nada que ver a las casitas aceptables dentro del país — En una situación de mierda, tuvo la oportunidad de decidir quién sería el padre de su hija. Había muchas cosas rotas ya — nos incluyo, porque las familias destruidas eran la base del catorce. Todos aquí estaban por una segunda oportunidad y, a pesar de que mi padre y yo tenemos nuestras diferencias, sé que hace lo que puede. Me fastidia que Arleth se haya callado, sí, pero… no lo sé. He perdido demasiado como para juzgarla.
Si hay algo que puede volver esta situación todavía más confusa, es la manera en la que Ava se pone a llorar y se deja caer sobre nuestras manos unidas. Nope, no me esperaba eso. No he tratado de consolarla en años, por lo que en principio no sé cómo reaccionar pero acabo tirándome por algo que siempre ha funcionado con ella. Suelto un poco su agarre y me estiro hasta asomarme por debajo de la cama, muevo un poco el culo de Gigi y, con algo de estruendo, saco una enorme barra de chocolate que todavía me sobra en calidad aceptable. Siempre pude arreglar todos los problemas de Ava con chocolate, cuando niños y espero que ahora también. Nunca voy a confesarlo, pero creo que es una de las cosas que me han quedado de cuando tenía a mis propios hermanos de sangre — Ven, escandalosa — intento burlarme aunque la voz me surge mucho más suave de lo que esperaba y, haciendo uso de mi tamaño y fuerza, agarro a mi hermanastra como si fuese de papel. Me apoyo con la espalda en el cabecero y la obligo a acomodarse contra mí, rodeándola con un brazo al tratar que parte de su peso quede en mis piernas y me las arreglo para tironear del envoltorio, hasta que la tabla aparece y le doy un mordisco antes de pasársela. Sé que es una imagen que muchos cuestionarían, pero hay años de confianza como para no preocuparme por eso.
— Me imagino que a tu madre le gritaste tanto que es un milagro que puedas hablar incluso ahora — acabo diciendo con la boca semi llena, relamiéndome los labios chocolatosos en un intento de tratar de ser coherente — Y sé que es para matarla y que a ti debe dolerte más porque es tu mamá, pero tal vez hay que darle el beneficio de la duda y ver cómo solucionarlo. Y, ya sabes, no decirle nada a Zenda porque no hace falta traumarla sin tener nada confirmado — son solo sospechas…. ¿No?
Juro que quiero entender el planteo de Ben, y en parte lo hago, porque de poder tener ESE poder de decisión en la situación en la que mi madre se había hallado… - ¿Qué hubieras hecho si Eowyn te decía que eras el padre de Bev, y luego te enterabas de que por ahí no era tuya? - Porque ahí es donde residía lo que me molestaba, en que no podía entender la mentira de mi madre cuando siempre la había tomado como punto de referencia. Claro, no podía decir que actuase acorde a lo que creía que aprobaría, pero la imagen que tenía de ella era muy diferente a la que me había pintado esa tarde y no podía dejar de sentir que ya no la conocía. - Olvida lo que te he dicho - Me apresuro antes de que conteste, porque él no merece que le vaya con planteos que no necesitaba tener.
Cuando siento que comienza a soltar mi mano en medio de mi arrebato de llanto, tengo el impulso de tironear de ella para que no se aleje, antes de soltarlo en seguida cuando me doy cuenta de mi propia estupidez. Estoy actuando como una nena caprichosa de cinco años, y en lo que me incorporo sin saber que está haciendo mi hermanastro, trato de limpiar los surcos de lágrimas con el dorso de mi mano, tratando de volver a asemejarme a una adulta semi responsable. Claro que no puedo, porque Ben me manipula con tal facilidad, que no puedo terminar de entender que ha hecho hasta que me encuentro sentada sobre su regazo, con uno de sus brazos rodeándome mientras el otro me ofrece chocolate. Si antes me sentía como una niña pequeña, en estos momentos la situación es terriblemente peor. Y es que no podía dejar de pensar en todas las veces en las que Ben se había encargado de tranquilizarme durante mi infancia, sobornándome con chocolates o dulces, o abrazos… pero por el otro lado, tampoco puedo dejar de pensar en la última vez que estuve sobre su regazo, con su torso desnudo a centímetros de mi piel. ¿No podía dejar de ser pajera incluso en está situación?
Cuando acepto el chocolate que me ofrece, lo hago con un ademán casi brusco, mordisqueando rápidamente la tableta mientras me hago bolita y me relajo contra su pecho. Ya qué, seguiré siendo una pajera y una ciclotímica de mierda, pero al menos el llanto había parado y ahora solo me quedaba esperar el sinfín de burlas que me dedicaría Ben en un par de días. Malditas hormonas. - Le grité tanto que me sorprende que no te hayas enterado tú con tu bendito oído. - Confirmo antes de dar otro mordisco al dulce para luego ofrecérselo, dando un ligero toque contra su pecho para llamar su atención. - Ha tenido el beneficio de la duda por trece años y la razón por la que me pongo así, es porque no sé como solucionarlo sin que todo el mundo salga lastimado. - Y es que en serio, estuve más de un mes dándole vueltas al asunto y lo único que había sacado como conclusión, es que terminaría por volverme loca antes de que terminase el año. Qué útil y ocurrente, ¿verdad?
- Lamento haber interrumpido tu día de descanso - Me disculpo, con más sinceridad de la que realmente esperaba salir de mí. - Me debes estar odiando en estos momentos. No solo por el susto del incio sino que, bueno… - Por ser una histérica insoportable que venía con planteos ajenos a cagarle la tarde. Por básicamente decirle que su hermana podría no llegar a ser su hermana. Y por mostrarme como una niña inútil y llorona que no sabía hacerse cargo de sus problemas. Me giro hasta que mi nariz se esconde contra su piel y dejo escapar un suspiro. - De verdad, lo siento.
Cuando siento que comienza a soltar mi mano en medio de mi arrebato de llanto, tengo el impulso de tironear de ella para que no se aleje, antes de soltarlo en seguida cuando me doy cuenta de mi propia estupidez. Estoy actuando como una nena caprichosa de cinco años, y en lo que me incorporo sin saber que está haciendo mi hermanastro, trato de limpiar los surcos de lágrimas con el dorso de mi mano, tratando de volver a asemejarme a una adulta semi responsable. Claro que no puedo, porque Ben me manipula con tal facilidad, que no puedo terminar de entender que ha hecho hasta que me encuentro sentada sobre su regazo, con uno de sus brazos rodeándome mientras el otro me ofrece chocolate. Si antes me sentía como una niña pequeña, en estos momentos la situación es terriblemente peor. Y es que no podía dejar de pensar en todas las veces en las que Ben se había encargado de tranquilizarme durante mi infancia, sobornándome con chocolates o dulces, o abrazos… pero por el otro lado, tampoco puedo dejar de pensar en la última vez que estuve sobre su regazo, con su torso desnudo a centímetros de mi piel. ¿No podía dejar de ser pajera incluso en está situación?
Cuando acepto el chocolate que me ofrece, lo hago con un ademán casi brusco, mordisqueando rápidamente la tableta mientras me hago bolita y me relajo contra su pecho. Ya qué, seguiré siendo una pajera y una ciclotímica de mierda, pero al menos el llanto había parado y ahora solo me quedaba esperar el sinfín de burlas que me dedicaría Ben en un par de días. Malditas hormonas. - Le grité tanto que me sorprende que no te hayas enterado tú con tu bendito oído. - Confirmo antes de dar otro mordisco al dulce para luego ofrecérselo, dando un ligero toque contra su pecho para llamar su atención. - Ha tenido el beneficio de la duda por trece años y la razón por la que me pongo así, es porque no sé como solucionarlo sin que todo el mundo salga lastimado. - Y es que en serio, estuve más de un mes dándole vueltas al asunto y lo único que había sacado como conclusión, es que terminaría por volverme loca antes de que terminase el año. Qué útil y ocurrente, ¿verdad?
- Lamento haber interrumpido tu día de descanso - Me disculpo, con más sinceridad de la que realmente esperaba salir de mí. - Me debes estar odiando en estos momentos. No solo por el susto del incio sino que, bueno… - Por ser una histérica insoportable que venía con planteos ajenos a cagarle la tarde. Por básicamente decirle que su hermana podría no llegar a ser su hermana. Y por mostrarme como una niña inútil y llorona que no sabía hacerse cargo de sus problemas. Me giro hasta que mi nariz se esconde contra su piel y dejo escapar un suspiro. - De verdad, lo siento.
Esa situación hipotética me deja congelado, tratando de hacerme una idea en un mundo paralelo donde no fuese de conocimiento mundial que Eowyn era más fácil que la tabla del cero. ¿Cómo lo hubiera solucionado? Sé que suelto un “ehhh” indefinido, pero por suerte Ava lo descarta con rapidez y yo puedo respirar un poco más tranquilo. Podría enojarme, sí, pero sigo creyendo que algo la hubiese llevado a mentirme. No lo sé, es todo tan hipotético que esto se siente como caminar sobre cáscaras de huevo.
Hace mucho tiempo que no tengo a mi hermanastra entre mis brazos en una actitud básicamente protectora e infantil, pero por unos segundos puedo comprender por qué nuestros padres insisten en que somos familia. Odie admitirlo o no, pero los Ballard se han vuelto parte de los Franco con el correr de los años y sé que, pase lo que pase, haré lo posible para verlos bien; sí, incluso con el estúpido y engreído de Cale. Y Zenda… pensar en ella ahora duele, especialmente porque las palabras de Ava solo han servido para plantarme la semilla de cientos de dudas. ¿Es mi hermanita o no? ¿Vivimos una mentira o la anécdota de Arleth y Echo puede quedar como un simple encuentro del pasado?
La forma brusca que tiene Ava para comer el chocolate me arrebata una fugaz sonrisa y apoyo mi mentón sobre su coronilla, oyéndola hablar a pesar de tener la vista perdida en algún punto al azar de la habitación — Puedo imaginarlo. Tus agudos siempre me parecieron aterradores — intento sonar tan bromista como de costumbre, pero el tono de mi voz suena cínico en su lugar. Un toquecito en mi pecho hace que mueva la cabeza para encontrarme con el chocolate, el cual sujeto para poder darle un mordisco generoso a pesar de sentir el estómago algo cerrado, algo que sé que no es por haber estado durmiendo hasta hace poco. Digamos que en menos de media hora he tenido una subida y bajada de emociones demasiado grande — ¿Sabes, Avs? — le digo con la voz algo tomada por culpa del chocolate que estoy masticando como vaca rumiante — Quizá el problema es que no tienes que solucionar nada. Sé que todo esto nos influye, pero el error no ha sido nuestro y eso significa que no debemos solucionarlo. ¿No has pensado que quizá tu mamá también ha pensado sobre el asunto desde que conversaron? Tal vez solo bastaba con eso — conozco a Arleth, quizá no tanto como su hija, pero sé que es una persona que jamás deja nada al azar. Si algo como esto sucedió y salió a la luz, ella tratará de encontrar la solución. No es nuestra líder por nada.
Mi boca llena produce que la risa suene más grave de lo usual y froto cariñosamente su espalda con la palma de mi mano, quitándole de ese modo importancia al hecho de que ha arruinado mis horas de sueño y paz — Te odié un poquito cuando recién llegaste, pero nah. Me has hecho cosas peores. ¿Recuerdas cuando llenaste mis calzones de hormigas porque te había escondido tus juguetes? El culo me dolió por dos semanas y por no hablar de otras cosas… — le regreso el chocolate, limpiando mis dientes delanteros con la lengua. El toque de su nariz contra mi piel hace que hunda el rostro en su cabello, volviendo más lenta la caricia por su columna. Sé por qué ha venido y no puedo culparla, pero como no me sale decirlo me conformo con pasar el brazo que tengo libre por encima de ella y acabar de rodearla por completo. Respiro con calma el olor de su pelo, sintiéndome extrañamente cómodo como para ser nosotros dos y acabo por fingir desinterés cuando alzo mis hombros — Para eso está la familia. ¿No? — murmuro con socarronería — No te prometo que se arregle de inmediato, pero sí que podemos intentar estar mejor hasta que eso suceda — ¿Cale que diría sobre todo esto? No, no hablo de estar acurrucado semi desnudo con su hermana, sino de la enorme incógnita. Aprieto mis manos al entrelazar mis dedos entre sí a la altura de su cintura y ladeo la cabeza, empujando un poco su frente con la mía para tratar de llamarle la atención — ¿Quieres que esto quede aquí o deseas…? Bueno, no estoy seguro, pero tal vez Cale se merece saber la verdad — tal vez entre los tres podíamos manejar mejor la situación y, rivalidad aparte, no me parece justo que el mayor de los Ballard quede afuera de un tema tan importante. Sin más, le dedico una sonrisita — Te ves terrible, Avs. Puedes quedarte aquí por hoy si quieres, pero no prometo que no te haga dormir en el sofá.
Hace mucho tiempo que no tengo a mi hermanastra entre mis brazos en una actitud básicamente protectora e infantil, pero por unos segundos puedo comprender por qué nuestros padres insisten en que somos familia. Odie admitirlo o no, pero los Ballard se han vuelto parte de los Franco con el correr de los años y sé que, pase lo que pase, haré lo posible para verlos bien; sí, incluso con el estúpido y engreído de Cale. Y Zenda… pensar en ella ahora duele, especialmente porque las palabras de Ava solo han servido para plantarme la semilla de cientos de dudas. ¿Es mi hermanita o no? ¿Vivimos una mentira o la anécdota de Arleth y Echo puede quedar como un simple encuentro del pasado?
La forma brusca que tiene Ava para comer el chocolate me arrebata una fugaz sonrisa y apoyo mi mentón sobre su coronilla, oyéndola hablar a pesar de tener la vista perdida en algún punto al azar de la habitación — Puedo imaginarlo. Tus agudos siempre me parecieron aterradores — intento sonar tan bromista como de costumbre, pero el tono de mi voz suena cínico en su lugar. Un toquecito en mi pecho hace que mueva la cabeza para encontrarme con el chocolate, el cual sujeto para poder darle un mordisco generoso a pesar de sentir el estómago algo cerrado, algo que sé que no es por haber estado durmiendo hasta hace poco. Digamos que en menos de media hora he tenido una subida y bajada de emociones demasiado grande — ¿Sabes, Avs? — le digo con la voz algo tomada por culpa del chocolate que estoy masticando como vaca rumiante — Quizá el problema es que no tienes que solucionar nada. Sé que todo esto nos influye, pero el error no ha sido nuestro y eso significa que no debemos solucionarlo. ¿No has pensado que quizá tu mamá también ha pensado sobre el asunto desde que conversaron? Tal vez solo bastaba con eso — conozco a Arleth, quizá no tanto como su hija, pero sé que es una persona que jamás deja nada al azar. Si algo como esto sucedió y salió a la luz, ella tratará de encontrar la solución. No es nuestra líder por nada.
Mi boca llena produce que la risa suene más grave de lo usual y froto cariñosamente su espalda con la palma de mi mano, quitándole de ese modo importancia al hecho de que ha arruinado mis horas de sueño y paz — Te odié un poquito cuando recién llegaste, pero nah. Me has hecho cosas peores. ¿Recuerdas cuando llenaste mis calzones de hormigas porque te había escondido tus juguetes? El culo me dolió por dos semanas y por no hablar de otras cosas… — le regreso el chocolate, limpiando mis dientes delanteros con la lengua. El toque de su nariz contra mi piel hace que hunda el rostro en su cabello, volviendo más lenta la caricia por su columna. Sé por qué ha venido y no puedo culparla, pero como no me sale decirlo me conformo con pasar el brazo que tengo libre por encima de ella y acabar de rodearla por completo. Respiro con calma el olor de su pelo, sintiéndome extrañamente cómodo como para ser nosotros dos y acabo por fingir desinterés cuando alzo mis hombros — Para eso está la familia. ¿No? — murmuro con socarronería — No te prometo que se arregle de inmediato, pero sí que podemos intentar estar mejor hasta que eso suceda — ¿Cale que diría sobre todo esto? No, no hablo de estar acurrucado semi desnudo con su hermana, sino de la enorme incógnita. Aprieto mis manos al entrelazar mis dedos entre sí a la altura de su cintura y ladeo la cabeza, empujando un poco su frente con la mía para tratar de llamarle la atención — ¿Quieres que esto quede aquí o deseas…? Bueno, no estoy seguro, pero tal vez Cale se merece saber la verdad — tal vez entre los tres podíamos manejar mejor la situación y, rivalidad aparte, no me parece justo que el mayor de los Ballard quede afuera de un tema tan importante. Sin más, le dedico una sonrisita — Te ves terrible, Avs. Puedes quedarte aquí por hoy si quieres, pero no prometo que no te haga dormir en el sofá.
Le dirijo una mala mirada cuando comenta sobre mis agudos, pero es inútil porque no puede verme, y porque tampoco puedo decir que no tiene razón. No tengo un tono de voz naturalmente agudo, pero mis gritos, o más bien chillidos, solían alcanzar notas que harían que incluso Beverly sintiese envidia. En más de una ocasión la propia Gigi ha rehuido mi presencia cuando estoy histérica por algo y creo que puedo entender mejor a la perra, antes que a cualquier persona con la que me hubiese cruzado en la vida.
Levanto un poco la cabeza cuando vuelve a llamar mi atención y dejo escapar un leve “mmm” por lo bajo para que sepa que le estoy prestando atención. ¿Sería posible que mi madre estuviese con el mismo dilema que yo en estos momentos? No es cómo que estos días hubiésemos sido inseparables, de hecho, podía contar con la palma de la mano las veces en las que nos habíamos encontrado solo para esquivar rápidamente la presencia de la otra. ¿Pero si Ben tenía razón? - ¿Entonces que hago? ¿Me quedo sentada esperando mientras Arleth delibera? - Porque no hay forma en la cual pueda ir a preguntarle de frente a mi mamá el cómo piensa solucionar las cosas, sin acabar en pocos segundos con una repetición del griterío de hace unas semanas. Aunque de verdad tenía que admitir que Ben podría llegar a tener razón, y yo estaba siendo en extremo severa con mi madre, sin pensar en que a ella le debe haber afectado aún más la situación (tanto ahora, como antes).
Me comporto como un gatito en lo que arqueo mi espalda contra las caricias que propina su mano en mi espalda, y me relajo al saber que no se ha tomado tan a mal mi interrupción. - ¿Esa había sido yo? - Dudo por unos segundos, hasta que el recuerdo viene a mi mente. No debía ni tener la edad de Zenda, pero mi enojo había sido tremendo, y aunque había tardado días en encontrar las suficientes hormigas rojas, la espera había valido la pena. - ¡Había sido justo después de navidad! ¿Qué esperabas? - Consulto como si se tratase de una obviedad. Ben ya era un adolescente hecho y derecho y no tenía motivos para hacerme algo como eso (que yo recordase ahora). De tan solo verlo frotarse el culo a cada que podía… ¿Será por eso que Eowyn empezó a rumorear lo de Seth y Ben? Al menos así tendría sentido el que al menos durante los primeros años, el rumor fuera que Ben era el pasivo. Dudaba que alguien pudiese creer ahora que era mi hermanastro el que mordía la almohada, pero tampoco podía salir a refutar su rol en el sexo pese a que la experiencia propia me permitiese tener más que suficientes pruebas de eso. Los dientes de Ben solían encontrar mejores ocupaciones que las de clavarse en una almohada…
Correspondiendo su gesto, cubro lo que queda del chocolate con el envoltorio que no termina de salirse aún, antes de también rodear su figura con mis brazos, en un abrazo sincero y cómodo que me termina de relajar. - ¿Además de para causar dolores de cabeza? - Bromeo sin poderme creer del todo que, solo un par de minutos atrás, los dos andábamos caminando por las paredes en un malentendido que no parecía tener final.
Vuelve a llamar mi atención con un movimiento de cabeza, y cuando trae a mi hermano a colación me quedo helada por unos segundos antes de poder siquiera pensar en que sí, tiene toda la razón y no puedo dejar a Cale fuera de esto. - ¿Qué tanto tengo que sobornarte para que estés conmigo cuando tenga que decírselo? - Consulto tratando de sonar lo más inocente y vulnerable que puedo, sabiendo que lo que estoy pidiendo es un poco mucho. Pero es que no había manera alguna en la que tuviese el valor necesario para enfrentar a mi hermano y decirle que la madre a la que defendía a capa y espada bajo la premisa de haber sido por años “el hombre de la casa”, no era tan reina ni tan santa. - ¿En el sofá? Siempre tan caballero… - Bromeo frotando mi nariz contra su pecho en un gesto casi que hasta cariñoso. - Déjame quedarme un ratito más así, y luego medito la oferta - Y no podían culparme, ni siquiera lo pensaba de manera sexual. Simplemente me hallaba cómoda y contenida en el abrazo de mi hermanastro.
Levanto un poco la cabeza cuando vuelve a llamar mi atención y dejo escapar un leve “mmm” por lo bajo para que sepa que le estoy prestando atención. ¿Sería posible que mi madre estuviese con el mismo dilema que yo en estos momentos? No es cómo que estos días hubiésemos sido inseparables, de hecho, podía contar con la palma de la mano las veces en las que nos habíamos encontrado solo para esquivar rápidamente la presencia de la otra. ¿Pero si Ben tenía razón? - ¿Entonces que hago? ¿Me quedo sentada esperando mientras Arleth delibera? - Porque no hay forma en la cual pueda ir a preguntarle de frente a mi mamá el cómo piensa solucionar las cosas, sin acabar en pocos segundos con una repetición del griterío de hace unas semanas. Aunque de verdad tenía que admitir que Ben podría llegar a tener razón, y yo estaba siendo en extremo severa con mi madre, sin pensar en que a ella le debe haber afectado aún más la situación (tanto ahora, como antes).
Me comporto como un gatito en lo que arqueo mi espalda contra las caricias que propina su mano en mi espalda, y me relajo al saber que no se ha tomado tan a mal mi interrupción. - ¿Esa había sido yo? - Dudo por unos segundos, hasta que el recuerdo viene a mi mente. No debía ni tener la edad de Zenda, pero mi enojo había sido tremendo, y aunque había tardado días en encontrar las suficientes hormigas rojas, la espera había valido la pena. - ¡Había sido justo después de navidad! ¿Qué esperabas? - Consulto como si se tratase de una obviedad. Ben ya era un adolescente hecho y derecho y no tenía motivos para hacerme algo como eso (que yo recordase ahora). De tan solo verlo frotarse el culo a cada que podía… ¿Será por eso que Eowyn empezó a rumorear lo de Seth y Ben? Al menos así tendría sentido el que al menos durante los primeros años, el rumor fuera que Ben era el pasivo. Dudaba que alguien pudiese creer ahora que era mi hermanastro el que mordía la almohada, pero tampoco podía salir a refutar su rol en el sexo pese a que la experiencia propia me permitiese tener más que suficientes pruebas de eso. Los dientes de Ben solían encontrar mejores ocupaciones que las de clavarse en una almohada…
Correspondiendo su gesto, cubro lo que queda del chocolate con el envoltorio que no termina de salirse aún, antes de también rodear su figura con mis brazos, en un abrazo sincero y cómodo que me termina de relajar. - ¿Además de para causar dolores de cabeza? - Bromeo sin poderme creer del todo que, solo un par de minutos atrás, los dos andábamos caminando por las paredes en un malentendido que no parecía tener final.
Vuelve a llamar mi atención con un movimiento de cabeza, y cuando trae a mi hermano a colación me quedo helada por unos segundos antes de poder siquiera pensar en que sí, tiene toda la razón y no puedo dejar a Cale fuera de esto. - ¿Qué tanto tengo que sobornarte para que estés conmigo cuando tenga que decírselo? - Consulto tratando de sonar lo más inocente y vulnerable que puedo, sabiendo que lo que estoy pidiendo es un poco mucho. Pero es que no había manera alguna en la que tuviese el valor necesario para enfrentar a mi hermano y decirle que la madre a la que defendía a capa y espada bajo la premisa de haber sido por años “el hombre de la casa”, no era tan reina ni tan santa. - ¿En el sofá? Siempre tan caballero… - Bromeo frotando mi nariz contra su pecho en un gesto casi que hasta cariñoso. - Déjame quedarme un ratito más así, y luego medito la oferta - Y no podían culparme, ni siquiera lo pensaba de manera sexual. Simplemente me hallaba cómoda y contenida en el abrazo de mi hermanastro.
¿Entonces qué hace? Supongo que decirle que se fume un porro no es un buen consejo, así que intento estrujarme un poco el cerebro para encontrar una respuesta un poco más aceptable — Creo que es un poco más complicado el tomar una decisión siendo ella. Darle tiempo y espacio no me parece una mala opción — wow, Benedict Desmond Franco puede dar consejos sin sonar como un niño de diez años. Tal vez Alice tiene razón y todo esto de dar terapia se me daría muy bien, si no fuese porque yo mismo necesito unas cuantas charlas en un diván. Por otro lado, su reacción a mis caricias y mis historias me arrebata la primera risa de verdad relajada en toda la conversación — Esperaba una venganza menos cruel — confieso. Quizá yo me había comportado como un idiota, pero tener toda la zona pélvica inflamada fue una pesadilla.
— Los dolores de cabeza son un bono extra — no tengo muchos recuerdos de cómo era mi familia antes de que Shamel muriese, pero los pocos que me han quedado los he guardado y atesorado incluso cuando no eran más que situaciones borrosas y alguna que otra discusión fraternal. Sé que mi padre tuvo unos años críticos después de enviudar y verlo volver a la vida cuando formó una pareja con Arleth fue más de lo que yo hubiese pedido. Me he quejado y he sido infantil, pero siempre tuve cierto agradecimiento por esa segunda oportunidad. Después de tanto tiempo, se había sentido bien el vivir nuevamente en una casa ruidosa.
Conozco a Ava lo suficiente como para leer la expresión de su rostro y sé de inmediato que le aterra la reacción de Cale, pero que sabe tanto como yo que el dejarlo fuera no está bien — ¿Cuándo dije que no estaré allí? No es como que me encaaante la idea, pero bueno… si me dejas beber en el proceso, puede que lo soporte — los últimos meses no fueron los mejores de mi relación con mi hermanastro, pero bueno, puedo sobrevivir. ¿Y Zenda? ¿Qué dirá si se entera que todos sus hermanos se reunieron sin ella? Tendremos que ser cautelosos si no queremos alarmar las sospechas de que algo no anda del todo bien dentro de la cabeza de la niña. Es todo por protegerla, nada más.
El roce de su nariz contra mi pecho me hace cerrar los ojos dos segundos con una expresión que me obliga a agradecer que la postura le ande privando la oportunidad de poder verme. Me muerdo el labio inferior en un intento de verme tranquilo y río ligeramente, hundiendo un poco mi cuerpo en la cama y provocando que mis músculos acaben por relajarse bajo su peso — con tu tamaño, eres la que puede dormir en el sofá sin terminar con una contractura — las veces que he usado el sillón como cama siempre terminaba con las piernas colgadas por el costado o el cuello torcido de tal manera de que pasaría la jornada siguiente sin poder girar la cabeza. Ava es al menos treinta centímetros más baja que yo, así que me disculpe si no estoy pensando en la caballerosidad ahora mismo — Al menos que quieras dormir conmigo, pero se me hace que es una pésima idea.
Ella sabe que no podemos darnos ciertos lujos, en especial porque la noche de la torre decidimos que eso moriría allí y los dos tenemos menos control que Jared con una varita mágica nueva. No obstante, soy consciente de lo cómodo que me siento ahora mismo, sin mucho más que un abrazo de contención que nos debíamos y la confianza suficiente como para que mi cuerpo se encuentre relajado en contacto con el suyo. Abro la boca para decir algo, pero como no tengo idea de qué era lo que iba a dejar salir vuelvo a cerrarla, paseando una de mis manos por su silueta hasta tomar la suya — Dicen que no hay mal que dure mil años ni cuerpo que lo aguante — no me doy cuenta de que estoy susurrando hasta que me percato de que he clavado la vista en el techo, respirando de forma apaciguada — Mira el lado positivo. Podemos sentirnos un poco menos culpables — sé que es horrible y egoísta lo que acabo de decir, pero es esto o empiezo a ahogarme con alcohol desde muy temprano. Con un bostezo, dejo que mis ojos se cierren con pereza, haciendo caminar los dedos que quedaron en su espalda hasta juguetear con los cabellos de su nuca — Cuando se trata de moral, ninguno de nosotros es realmente inocente. No seas tan dura con Arleth ni contigo misma.
— Los dolores de cabeza son un bono extra — no tengo muchos recuerdos de cómo era mi familia antes de que Shamel muriese, pero los pocos que me han quedado los he guardado y atesorado incluso cuando no eran más que situaciones borrosas y alguna que otra discusión fraternal. Sé que mi padre tuvo unos años críticos después de enviudar y verlo volver a la vida cuando formó una pareja con Arleth fue más de lo que yo hubiese pedido. Me he quejado y he sido infantil, pero siempre tuve cierto agradecimiento por esa segunda oportunidad. Después de tanto tiempo, se había sentido bien el vivir nuevamente en una casa ruidosa.
Conozco a Ava lo suficiente como para leer la expresión de su rostro y sé de inmediato que le aterra la reacción de Cale, pero que sabe tanto como yo que el dejarlo fuera no está bien — ¿Cuándo dije que no estaré allí? No es como que me encaaante la idea, pero bueno… si me dejas beber en el proceso, puede que lo soporte — los últimos meses no fueron los mejores de mi relación con mi hermanastro, pero bueno, puedo sobrevivir. ¿Y Zenda? ¿Qué dirá si se entera que todos sus hermanos se reunieron sin ella? Tendremos que ser cautelosos si no queremos alarmar las sospechas de que algo no anda del todo bien dentro de la cabeza de la niña. Es todo por protegerla, nada más.
El roce de su nariz contra mi pecho me hace cerrar los ojos dos segundos con una expresión que me obliga a agradecer que la postura le ande privando la oportunidad de poder verme. Me muerdo el labio inferior en un intento de verme tranquilo y río ligeramente, hundiendo un poco mi cuerpo en la cama y provocando que mis músculos acaben por relajarse bajo su peso — con tu tamaño, eres la que puede dormir en el sofá sin terminar con una contractura — las veces que he usado el sillón como cama siempre terminaba con las piernas colgadas por el costado o el cuello torcido de tal manera de que pasaría la jornada siguiente sin poder girar la cabeza. Ava es al menos treinta centímetros más baja que yo, así que me disculpe si no estoy pensando en la caballerosidad ahora mismo — Al menos que quieras dormir conmigo, pero se me hace que es una pésima idea.
Ella sabe que no podemos darnos ciertos lujos, en especial porque la noche de la torre decidimos que eso moriría allí y los dos tenemos menos control que Jared con una varita mágica nueva. No obstante, soy consciente de lo cómodo que me siento ahora mismo, sin mucho más que un abrazo de contención que nos debíamos y la confianza suficiente como para que mi cuerpo se encuentre relajado en contacto con el suyo. Abro la boca para decir algo, pero como no tengo idea de qué era lo que iba a dejar salir vuelvo a cerrarla, paseando una de mis manos por su silueta hasta tomar la suya — Dicen que no hay mal que dure mil años ni cuerpo que lo aguante — no me doy cuenta de que estoy susurrando hasta que me percato de que he clavado la vista en el techo, respirando de forma apaciguada — Mira el lado positivo. Podemos sentirnos un poco menos culpables — sé que es horrible y egoísta lo que acabo de decir, pero es esto o empiezo a ahogarme con alcohol desde muy temprano. Con un bostezo, dejo que mis ojos se cierren con pereza, haciendo caminar los dedos que quedaron en su espalda hasta juguetear con los cabellos de su nuca — Cuando se trata de moral, ninguno de nosotros es realmente inocente. No seas tan dura con Arleth ni contigo misma.
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