VERANO de 247521 de Junio — 20 de Septiembre
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Tras años de represión y batallas libradas, hoy son los magos los que caminan en las calles más pulcras del Capitolio. Bajo un régimen que condena a los muggles y a los traidores a la persecución, una nueva era se agita a la vuelta de la esquina. La igualdad es un mito, los gritos de justicia se ven asfixiados.
Existen aquellos que quieren dar vuelta el tablero, otros que buscan sembrar la paz entre razas y magos dispuestos a lo que sea para conservar el poder que por mucho tiempo se les ha negado. La guerra ha llegado a cada uno de los distritos.
¿Qué ficha moverás?
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Recuerdo del primer mensaje :
No podía decir que la charla con mi madre había ido bien, no había estado ni remotamente cercana a bien; pero por alguna razón que no terminaba de comprender, me sentía muchísimo mejor de lo que me había sentido en todos estos últimos días. Tal vez fuera porque me dí cuenta que me estaba comportando como una adolescente asustadiza, o porque recordé que la opinión de los demás básicamente me importaba una mierda por regla general; pero definitivamente podía decir que el enorme peso que sentía en el pecho había desaparecido, y por más de que todavía tuviese un amargo sabor en la boca gracias al hermoso momento que pasamos en familia, me sentía de maravillas. O lo más cercano a eso considerando que todavía no había hablado con mi hermanastro.
No podía evitar que se me formase una mueca de disgusto al pensar como habían terminado las cosas para él; el tema se había desviado más de la cuenta y había derivado en una discusión con su padre que suponía no era la primera en ese ámbito, pero no por eso dejaba de ser dolorosa. No imaginaba que tanto le había afectado y decidiendo que al parecer estaba asumiendo mi rol como adulta, la estupidez de estar nuevamente sin hablar era justamente eso: una estupidez.
Agradeciendo cada segundo de esa mañana que Amber hubiese traído más ropa, tomé la cazadora que había apartado y me abrigué con ella antes de salir esa mañana de la cabaña. No era exquisita, pero el poder usar los brazos sin la necesidad de arremangar tres veces las mangas de un abrigo era bastante útil cada vez que el frío se iba haciendo más presente en el distrito. No cabía duda que dentro de poco el invierno haría su aparición, y esperaba que la morena pudiese cumplir con su palabra y traer un par de cosas más antes de tener que salir de expedición nuevamente.
Apresurando el paso hacia la zona de las granjas, en donde si mal no recordaba Ben tenía turno esa mañana, sonreí cuando Arion no tardó en reconocer mi presencia y acercarse a la valla apenas y llegué al corral. Dándole unas palmadas afectuosas, comencé a cepillar su crin con mis dedos mientras observaba los alrededores en busca de mi hermanastro. - ¡Hey, extraño! - Grito cuando lo logro divisar cerca de los comederos. Sonriendo, pego un salto por encima de la cerca y acompañada del palomino me encamino hacia donde se encuentra. - Falta bastante para el cumpleaños de Seth, ¿crees que podamos volver a hablar sin alcohol de por medio?- Pregunto en referencia a la última vez que nos pasó algo similar.
No podía decir que la charla con mi madre había ido bien, no había estado ni remotamente cercana a bien; pero por alguna razón que no terminaba de comprender, me sentía muchísimo mejor de lo que me había sentido en todos estos últimos días. Tal vez fuera porque me dí cuenta que me estaba comportando como una adolescente asustadiza, o porque recordé que la opinión de los demás básicamente me importaba una mierda por regla general; pero definitivamente podía decir que el enorme peso que sentía en el pecho había desaparecido, y por más de que todavía tuviese un amargo sabor en la boca gracias al hermoso momento que pasamos en familia, me sentía de maravillas. O lo más cercano a eso considerando que todavía no había hablado con mi hermanastro.
No podía evitar que se me formase una mueca de disgusto al pensar como habían terminado las cosas para él; el tema se había desviado más de la cuenta y había derivado en una discusión con su padre que suponía no era la primera en ese ámbito, pero no por eso dejaba de ser dolorosa. No imaginaba que tanto le había afectado y decidiendo que al parecer estaba asumiendo mi rol como adulta, la estupidez de estar nuevamente sin hablar era justamente eso: una estupidez.
Agradeciendo cada segundo de esa mañana que Amber hubiese traído más ropa, tomé la cazadora que había apartado y me abrigué con ella antes de salir esa mañana de la cabaña. No era exquisita, pero el poder usar los brazos sin la necesidad de arremangar tres veces las mangas de un abrigo era bastante útil cada vez que el frío se iba haciendo más presente en el distrito. No cabía duda que dentro de poco el invierno haría su aparición, y esperaba que la morena pudiese cumplir con su palabra y traer un par de cosas más antes de tener que salir de expedición nuevamente.
Apresurando el paso hacia la zona de las granjas, en donde si mal no recordaba Ben tenía turno esa mañana, sonreí cuando Arion no tardó en reconocer mi presencia y acercarse a la valla apenas y llegué al corral. Dándole unas palmadas afectuosas, comencé a cepillar su crin con mis dedos mientras observaba los alrededores en busca de mi hermanastro. - ¡Hey, extraño! - Grito cuando lo logro divisar cerca de los comederos. Sonriendo, pego un salto por encima de la cerca y acompañada del palomino me encamino hacia donde se encuentra. - Falta bastante para el cumpleaños de Seth, ¿crees que podamos volver a hablar sin alcohol de por medio?- Pregunto en referencia a la última vez que nos pasó algo similar.
Es realmente espeluznante la cantidad de veces que sentía deseos de matar a Ben en un mismo día, pero creo que nunca había estado tan cerca de hacerlo de verdad, como cuando lanza esa risita idota claramente burlándose de mí. Perdón si nunca había considerado ni la remota posibilidad de que mi hermanastro me gustase, estaba demasiado ocupada pensando en que ni siquiera tendría que atraerme en un primer lugar como para considerar otra cosa; y ahora la verdad me estaba poniendo bien fácil eso de darme cuenta de si me gusta o no.
Me sobresalto un poco cuando se incorpora, pero hago de uso de todo mi equilibrio para no moverme ni un centímetro. Puedo estar sonrojada, confundida y visiblemente enojada, ¿pero admitir la derrota? jamás. Es por eso que, en lugar de retroceder ante su postura, me limito a cruzarme de brazos y a elevar la vista para regalarle lo que espero, sea una mirada desafiante. Me muerdo el labio inferior para no contestar su diatriba interminable, y cambio el peso de una pierna a la otra cuando avanza casi de manera intimidatoria. Con sinceridad, ni siquiera estaba pensando realmente lo que me estaba diciendo, en mi cabeza era una negación constante a cualquier cosa que saliera de su boca, y la clara decisión de no perder. ¿Qué cosa? Ni idea, pero con Ben todo siempre terminaba siendo una especie de competencia estúpida.
- ¿Ya está? - consulto con toda la serenidad que puedo cuando creo que ha terminado con sus acusaciones - No se que punto quieras probar, probarte... o qué, pero si tu mayor argumento es lo que sentía cuando niña, déjame decirte que en esa época también quería vivir en un castillo e ir montando mi propio dragón. Las personas maduran, Ben... o bueno, al menos en algunas cosas. - me corrijo, porque por mucho que quiera hacerme la adulta madura y superada, era imposible cuando los dos nos conocíamos lo suficiente como para saber que la madurez era algo que estaba lejos de nuestro alcance.
- Voy a admitirte lo del ego, solo porque va de la mano de mis inseguridades; y puede que lo de debilidad porque en serio, ¿cómo mierda haces para sacarme en tantos sentidos? - Mis palabras van acompañadas de mi dedo acusatorio, que nuevamente fue a parar contra su pecho, golpeándolo con mi índice con cada argumento, pero me enorgullecía terriblemente de seguir plantada sobre mis pies sin haberme movido ni un centímetro. - Pero lo que pueda o no sentir. Que en estos momentos solamente son ganas de estrangularte, son cosas que me tienen que importar solo a mí. ¿Por qué mierda te interesa tanto que exista la posibilidad de que me gustes?- después de todo, y pese a que estaba decidida a que no suceda; ¿en qué cambiaban las cosas si me gustaba? - ¿O qué? ¿Me vas a decir que yo te gusto? - Sabía que no era el caso, pero si el iba a acusarme, yo también podía hacerlo.
Me sobresalto un poco cuando se incorpora, pero hago de uso de todo mi equilibrio para no moverme ni un centímetro. Puedo estar sonrojada, confundida y visiblemente enojada, ¿pero admitir la derrota? jamás. Es por eso que, en lugar de retroceder ante su postura, me limito a cruzarme de brazos y a elevar la vista para regalarle lo que espero, sea una mirada desafiante. Me muerdo el labio inferior para no contestar su diatriba interminable, y cambio el peso de una pierna a la otra cuando avanza casi de manera intimidatoria. Con sinceridad, ni siquiera estaba pensando realmente lo que me estaba diciendo, en mi cabeza era una negación constante a cualquier cosa que saliera de su boca, y la clara decisión de no perder. ¿Qué cosa? Ni idea, pero con Ben todo siempre terminaba siendo una especie de competencia estúpida.
- ¿Ya está? - consulto con toda la serenidad que puedo cuando creo que ha terminado con sus acusaciones - No se que punto quieras probar, probarte... o qué, pero si tu mayor argumento es lo que sentía cuando niña, déjame decirte que en esa época también quería vivir en un castillo e ir montando mi propio dragón. Las personas maduran, Ben... o bueno, al menos en algunas cosas. - me corrijo, porque por mucho que quiera hacerme la adulta madura y superada, era imposible cuando los dos nos conocíamos lo suficiente como para saber que la madurez era algo que estaba lejos de nuestro alcance.
- Voy a admitirte lo del ego, solo porque va de la mano de mis inseguridades; y puede que lo de debilidad porque en serio, ¿cómo mierda haces para sacarme en tantos sentidos? - Mis palabras van acompañadas de mi dedo acusatorio, que nuevamente fue a parar contra su pecho, golpeándolo con mi índice con cada argumento, pero me enorgullecía terriblemente de seguir plantada sobre mis pies sin haberme movido ni un centímetro. - Pero lo que pueda o no sentir. Que en estos momentos solamente son ganas de estrangularte, son cosas que me tienen que importar solo a mí. ¿Por qué mierda te interesa tanto que exista la posibilidad de que me gustes?- después de todo, y pese a que estaba decidida a que no suceda; ¿en qué cambiaban las cosas si me gustaba? - ¿O qué? ¿Me vas a decir que yo te gusto? - Sabía que no era el caso, pero si el iba a acusarme, yo también podía hacerlo.
No me sorprende en lo absoluto que Ava no retroceda; si la cabeza de esa mujer pesase conforme a lo dura que es, la llevaría arrastrando por el suelo. Eso me deja a una distancia demasiado corta como para ser perfectamente capaz de ver como sus ojos se crispan ante las ansias de matarme y sus mejillas se ponen rojas de lo que supongo que es más ira que otra cosa, lo que en cierto modo me causa una extraña e infantil satisfacción. ¿Adulto, yo? Pero ni hablar.
Menos mal que ella se corrige cuando habla de madurar porque mis cejas se alzan un momento en un obvio gesto de que debería reconsiderar sus palabras. Sus golpecitos en mi pecho no me desconcentran, sino que mantengo la vista firme en ella, sintiendo cierta victoria por lo que me está diciendo a pesar de que parece por todos los medios discutirme de alguna u otra forma — Lo mismo me pregunto yo — confieso sin vergüenza alguna. Vamos, que jamás comprendí la facilidad que tenemos para sacarnos de quicio, sea cual sea la razón. Quiero decirle que jamás ha negado mis afirmaciones a fin de cuentas cuando me pasa la bola a mí así que me muerdo los labios, mirándola de arriba a abajo como si tuviese que considerar las posibilidades de que algo como eso pudiese pasar.
Sin molestarme en retroceder y manteniendo la poca distancia que nos une, mis ojos se pasean por el contorno de su rostro hasta volver a clavarse en los suyos, mucho más grandes que los míos — Podrías haberlo hecho alguna vez — declaro simplemente. No supe bien qué fue lo que en primera instancia nos llevó a estar juntos aquella noche. Estábamos compartiendo abrigo en esa pequeña cueva junto al fuego para evitar la lluvia y de un momento a otro nos estábamos besando, el resto fue historia. ¿Quién inició el beso? Algo mutuo. ¿Cómo llegó a mayores? Simplemente nos dejamos ser. Sí, fueron ganas, pero a la vez lo deseaba. También lo deseé la otra noche.
Desvío la mirada con cierta violencia cuando el sentido común me empieza a gritar en el oído, dejando al silencio reinar por un momento hasta que decido volver a hablar — No espero probar absolutamente nada, solo comprender por qué te afecta tanto. Si no fue así, entonces dímelo… — a pesar de que la sonrisa burlona hace acto de aparición por un momento, cuando ladeo la cabeza para volver a buscar su mirada intento demostrar que hablo en serio — Mírame a los ojos y dime que no significó nada para ti. ¿Qué tiene de malo, si es la verdad? — se supone que somos lo suficientemente mayores como para afrontarla.
Menos mal que ella se corrige cuando habla de madurar porque mis cejas se alzan un momento en un obvio gesto de que debería reconsiderar sus palabras. Sus golpecitos en mi pecho no me desconcentran, sino que mantengo la vista firme en ella, sintiendo cierta victoria por lo que me está diciendo a pesar de que parece por todos los medios discutirme de alguna u otra forma — Lo mismo me pregunto yo — confieso sin vergüenza alguna. Vamos, que jamás comprendí la facilidad que tenemos para sacarnos de quicio, sea cual sea la razón. Quiero decirle que jamás ha negado mis afirmaciones a fin de cuentas cuando me pasa la bola a mí así que me muerdo los labios, mirándola de arriba a abajo como si tuviese que considerar las posibilidades de que algo como eso pudiese pasar.
Sin molestarme en retroceder y manteniendo la poca distancia que nos une, mis ojos se pasean por el contorno de su rostro hasta volver a clavarse en los suyos, mucho más grandes que los míos — Podrías haberlo hecho alguna vez — declaro simplemente. No supe bien qué fue lo que en primera instancia nos llevó a estar juntos aquella noche. Estábamos compartiendo abrigo en esa pequeña cueva junto al fuego para evitar la lluvia y de un momento a otro nos estábamos besando, el resto fue historia. ¿Quién inició el beso? Algo mutuo. ¿Cómo llegó a mayores? Simplemente nos dejamos ser. Sí, fueron ganas, pero a la vez lo deseaba. También lo deseé la otra noche.
Desvío la mirada con cierta violencia cuando el sentido común me empieza a gritar en el oído, dejando al silencio reinar por un momento hasta que decido volver a hablar — No espero probar absolutamente nada, solo comprender por qué te afecta tanto. Si no fue así, entonces dímelo… — a pesar de que la sonrisa burlona hace acto de aparición por un momento, cuando ladeo la cabeza para volver a buscar su mirada intento demostrar que hablo en serio — Mírame a los ojos y dime que no significó nada para ti. ¿Qué tiene de malo, si es la verdad? — se supone que somos lo suficientemente mayores como para afrontarla.
Ruedo los ojos pero se me escapa una ligera y rápida sonrisa cuando dice que él se pregunta lo mismo porque, pese a que era obvio, en cierta forma era agradable saber que en ese caso el sentimiento era recíproco. Si no lo fuera, sería de lo más frustrante ser la única afectada por nuestra forma de ser y probablemente todo habría sido mucho más violento de lo que ya de por sí podía ser. O no precisamente violento, cómo me lo acababa de recordar al morderse los labios como si supiera exactamente como ejemplificarse en gestos.
-¿Podría haber hecho qué?- Pregunto sin entender precisamente a qué se refiere, todavía demasiado distraída por... bueno, por él en general. ¿Podría haberme gustado alguna vez? ¿Podría haberlo estrangulado? Ambas eran opciones perfectamente válidas, además de otros cuántos podría que prefería no pensar en estos momentos.
Claro que luego desvía la mirada en un gesto que no logro comprender, y vuelve otra vez sobre el tema de cómo me afecta o no lo que haya pasado. ¿Pero que es lo que le interesaba tanto sobre el asunto? - ¿Quieres la verdad? No tengo idea de lo que significó ¿Ok? - Escupo sin siquiera meditar ni dos segundos lo que digo. Después de todo, esa era la absoluta verdad para mí, y espero que, tras lograr encontrar nuestras miradas nuevamente, pueda ver que le estoy diciendo la verdad. - Siempre estuve segura de que fue solo sexo y nada más. Dejando de lado lo de que fue mi primera vez y todo eso, nunca pensé otra cosa. - Dejo escapar un suspiro, y pese a que estoy tentada a rehuir su mirada, no lo hago. - O al menos estaba segura de eso hasta que empezaste con estos planteos. No tiene nada de malo, solo que... no se. - Que fueron mi culpa claramente, porque había reaccionado para la mierda con eso de que dijese lo de nimiedad.
¿Alguna vez podríamos tener una charla a solas que no estuviese tan cargada de... todo? No es que prefiriese que tratemos estos temas con público presente, pero sería casi que un lindo cambio el volver a estar a solas con él sin terminar con confesiones, discusiones, peleas, gritos o interrupciones. - ¿Ya me vas a decir por qué insistes tanto con esto? ¿En qué te cambia que haya o no significado algo para mí? No es que pudiera hacer mucho si así lo fuera...- Termino con sinceridad y un encogimiento de hombros.
-¿Podría haber hecho qué?- Pregunto sin entender precisamente a qué se refiere, todavía demasiado distraída por... bueno, por él en general. ¿Podría haberme gustado alguna vez? ¿Podría haberlo estrangulado? Ambas eran opciones perfectamente válidas, además de otros cuántos podría que prefería no pensar en estos momentos.
Claro que luego desvía la mirada en un gesto que no logro comprender, y vuelve otra vez sobre el tema de cómo me afecta o no lo que haya pasado. ¿Pero que es lo que le interesaba tanto sobre el asunto? - ¿Quieres la verdad? No tengo idea de lo que significó ¿Ok? - Escupo sin siquiera meditar ni dos segundos lo que digo. Después de todo, esa era la absoluta verdad para mí, y espero que, tras lograr encontrar nuestras miradas nuevamente, pueda ver que le estoy diciendo la verdad. - Siempre estuve segura de que fue solo sexo y nada más. Dejando de lado lo de que fue mi primera vez y todo eso, nunca pensé otra cosa. - Dejo escapar un suspiro, y pese a que estoy tentada a rehuir su mirada, no lo hago. - O al menos estaba segura de eso hasta que empezaste con estos planteos. No tiene nada de malo, solo que... no se. - Que fueron mi culpa claramente, porque había reaccionado para la mierda con eso de que dijese lo de nimiedad.
¿Alguna vez podríamos tener una charla a solas que no estuviese tan cargada de... todo? No es que prefiriese que tratemos estos temas con público presente, pero sería casi que un lindo cambio el volver a estar a solas con él sin terminar con confesiones, discusiones, peleas, gritos o interrupciones. - ¿Ya me vas a decir por qué insistes tanto con esto? ¿En qué te cambia que haya o no significado algo para mí? No es que pudiera hacer mucho si así lo fuera...- Termino con sinceridad y un encogimiento de hombros.
Por un momento la observo como si no comprendiese de todo su pregunta, hasta que por fin entiendo bien de qué esta hablando — Gustarme, claro — le respondo como si fuese obvio. Nuestra relación se estancó en una amistad “fraternal” porque jamás tuvimos la chance de buscar otra cosa, incluso cuando habían ciertas emociones que eran un poco más fuertes que nosotros mismos, tal y como demostramos esa noche en mi casa. ¿Qué habría pasado si nos hubiésemos dejado llevar desde el primer momento? No tengo idea, pero algo me dice que nuestro trato hubiese sido muy diferente.
Voy a ser honesto, me esperaba una respuesta por el estilo porque ya no tenía opciones para seguir peleando. Que se lo haya puesto en duda y que sea capaz de admitirlo me hace echar un poco la cabeza hacia atrás presa de una breve sorpresa, silencioso ante un momento sincero y ciertamente íntimo que no esperaba encontrar en ella; incluso por un momento estoy tentado a ver a la entrada del establo, porque lo último que necesitamos ahora es más rumores sobre falsas orgías entre el pajar.
¿Cambia algo para mí lo que haya significado para ella? No estoy seguro, en especial porque no sé como me afecta. Muevo mi cabeza de forma indefinida y hago ruiditos con mi boca parecidos a varios chasquidos de lengua, tratando de organizar mis ideas — Para poder comprender mejor tu enojo, ya te lo he dicho, pero como digas… — le resto importancia encogiendo mi hombros y me echo el cabello hacia atrás con una mano en un obvio intento de verla mejor — A veces creo que siempre vas a ser un misterio para mí, Avs. Creo que tenemos diferentes opiniones sobre el mismo tema y si seguimos así vamos a terminar… bueno, o a los golpes o… ya sabes — nos conocemos demasiado bien como para saber que en determinadas circunstancias no tenemos control sobre nosotros mismos, ni aunque fuese la cosa más errónea de la vida. Con una ligera sonrisa, levanto una mano para ofrecérsela a modo de trato — Entonces… ¿Amigos?
Voy a ser honesto, me esperaba una respuesta por el estilo porque ya no tenía opciones para seguir peleando. Que se lo haya puesto en duda y que sea capaz de admitirlo me hace echar un poco la cabeza hacia atrás presa de una breve sorpresa, silencioso ante un momento sincero y ciertamente íntimo que no esperaba encontrar en ella; incluso por un momento estoy tentado a ver a la entrada del establo, porque lo último que necesitamos ahora es más rumores sobre falsas orgías entre el pajar.
¿Cambia algo para mí lo que haya significado para ella? No estoy seguro, en especial porque no sé como me afecta. Muevo mi cabeza de forma indefinida y hago ruiditos con mi boca parecidos a varios chasquidos de lengua, tratando de organizar mis ideas — Para poder comprender mejor tu enojo, ya te lo he dicho, pero como digas… — le resto importancia encogiendo mi hombros y me echo el cabello hacia atrás con una mano en un obvio intento de verla mejor — A veces creo que siempre vas a ser un misterio para mí, Avs. Creo que tenemos diferentes opiniones sobre el mismo tema y si seguimos así vamos a terminar… bueno, o a los golpes o… ya sabes — nos conocemos demasiado bien como para saber que en determinadas circunstancias no tenemos control sobre nosotros mismos, ni aunque fuese la cosa más errónea de la vida. Con una ligera sonrisa, levanto una mano para ofrecérsela a modo de trato — Entonces… ¿Amigos?
Su silencio me pone nerviosa, y no estoy segura del por qué... ¡Y me molesta! No estoy acostumbrada a poner en duda el como actúo y si eso pasaba, generalmente los por qué quedaban sin respuestas por el simple hecho de que prefería no darle vueltas a nada. ¿Acaso no había estado por cuatro años perfectamente bien sin ningún tipo de respuesta? No era una persona que pasara horas con cosas dándole vueltas en la cabeza. Puto Ben... si llegaba a pasar días meditando el asunto, lo mataba. Simple y llanamente. No me importaba si él moría y yo me quedaba con la duda eterna, pero lo mataba.
Al menos él también parece estar perdido en el pensamiento, y básicamente me contento con ver que el está en un predicamento similar (algo así como el refrán ese de las alegrías y las penas, aunque no tan así seguramente, porque suelo dar asco con los refranes). - No me molestan ninguna de las dos opciones, si tengo que serte sincera... - le respondo como si en algún momento, que no fuese con mi madre, tuviese reparo alguno en ser sincera. Al menos con esos caminos no me quedaba pensando en situaciones hipotéticas a lo largo del día, se resolvía en el momento con un buen codazo o un buen morreo, y listo. A lidiar con las consecuencias. - Aunque no se en qué difieren nuestras opiniones. Dejando de lado tu planteo de recién, claro está...
A fin de cuentas termino por descruzar los brazos y luego de sacudirlos contra mis piernas como si estuviese deshaciéndome de una suciedad inexistente, extiendo mi mano para estrechar la suya pero la detengo a mitad de camino. - ¿No vas a cambiar de opinión luego, verdad? - Bromeo en referencia a su "tu y yo no somos nada" de antes, para que vea que ya no me afecta. Regalándole una sonrisa, termino por estirar los centímetros que faltan y estrecho su mano en un apretón que pretende ser simpático. - Supongo que sí- Finalizo encogiéndome de hombros.
Al menos él también parece estar perdido en el pensamiento, y básicamente me contento con ver que el está en un predicamento similar (algo así como el refrán ese de las alegrías y las penas, aunque no tan así seguramente, porque suelo dar asco con los refranes). - No me molestan ninguna de las dos opciones, si tengo que serte sincera... - le respondo como si en algún momento, que no fuese con mi madre, tuviese reparo alguno en ser sincera. Al menos con esos caminos no me quedaba pensando en situaciones hipotéticas a lo largo del día, se resolvía en el momento con un buen codazo o un buen morreo, y listo. A lidiar con las consecuencias. - Aunque no se en qué difieren nuestras opiniones. Dejando de lado tu planteo de recién, claro está...
A fin de cuentas termino por descruzar los brazos y luego de sacudirlos contra mis piernas como si estuviese deshaciéndome de una suciedad inexistente, extiendo mi mano para estrechar la suya pero la detengo a mitad de camino. - ¿No vas a cambiar de opinión luego, verdad? - Bromeo en referencia a su "tu y yo no somos nada" de antes, para que vea que ya no me afecta. Regalándole una sonrisa, termino por estirar los centímetros que faltan y estrecho su mano en un apretón que pretende ser simpático. - Supongo que sí- Finalizo encogiéndome de hombros.
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