The Mighty Fall
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Tras años de represión y batallas libradas, hoy son los magos los que caminan en las calles más pulcras del Capitolio. Bajo un régimen que condena a los muggles y a los traidores a la persecución, una nueva era se agita a la vuelta de la esquina. La igualdad es un mito, los gritos de justicia se ven asfixiados.

Existen aquellos que quieren dar vuelta el tablero, otros que buscan sembrar la paz entre razas y magos dispuestos a lo que sea para conservar el poder que por mucho tiempo se les ha negado. La guerra ha llegado a cada uno de los distritos.

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Benedict D. Franco
Consejo 9 ¾
La oscuridad es eterna. Puedo sentir como el cuchillo se hunde en el cuerpo de una joven que ya olvidé como lucía y se echa sobre mí, justo antes de caer de espaldas sobre la plataforma que se alza sobre el océano y me salva de la presencia de su cadaver flotante. Tanteo en busca de las manos de Amelie, pero mis dedos no rozan los suyos sino las frías y blancas yemas del cuerpo sin vida de Melanie, pero en cuanto tiro de ella, es una criatura peluda la que salta con sus fauces abiertas en mi dirección y busca alcanzar mi rostro. Huele a sangre, sudor y barro, y su aliento se siente cada vez más cerca...

Todavía no he abierto del todo los ojos cuando me sobresalto de golpe en mi cama y me doy la cabeza contra el borde de la mesa de luz, lo que me hace soltar un gruñido profundo y una puteada que ni yo logro entender bien qué es lo que dije. Sé muy bien que estoy en mi dormitorio, lejos y mucho tiempo después de los sucesos que han inspirado a mi subconsciente para esa estúpida pesadilla, pero no puedo evitar odiarme dos segundos por continuar sufriendo los juegos de mi cabeza después de tanto tiempo. Los sueños cada vez son menos vívidos y esporádicos, pero lamentablemente para mí parece que nunca van a irse del todo.

La luz del mediodía entra por la ventana y eso me indica lo que ya sé: que he perdido toda la mañana envuelto entre las sábanas, convertido en una enorme masa de pelo, tela y piel. Me estiro para sonar los músculos de mi cuerpo de esa forma placentera que tanto me gusta (y canina según las palabras bromistas de Kendrick) y decido que, quizá, debería moverme. No es extraño terminar en una situación como esta para mí: ayer he regresado del bosque luego de la luna llena de este mes y me he lanzado sobre la cama para recobrar mi compostura, pero eso no quiere decir que no sienta mi anatomía entera como si me hubiesen molido a golpes dentro de un saco de arena. Aprovecho la casi total ausencia de ropa para examinarme mejor, pero esta vez no me he ganado ninguna herida, salvo un raspón en el pecho y un moretón en el cuello, pero ambas parecen que van a evaporarse dentro de poco. Sin embargo, mi estómago está revuelto y me pregunto si me he comido algún que otro conejo. Siempre he dicho que debería poder aguantarlo si he sobrevivido tanto tiempo comiendo comida de Eowyn, pero ya qué.

Tras asomarme por la ventana y chequear cómo todo parece estar en movimiento en el rejunte de casas, paso a limpiarme la mugre con el agua que he cargado en un balde justo antes de irme hace dos días. Me toma bastante tiempo, pero en media hora ya estoy vestido, limpio y encaminándome por el caminito de tierra en dirección a la casa de la única persona que puede chequear mi salud después de otra de mis torturas mensuales. Y la verdad, creo que es la única persona a la que se me antoja ver cuanto estuve pasando por esos días.

Llego a la casa de mis mejores amigos con la rapidez que me permiten mis largas piernas y asomo la cabeza primero por una de las ventanas abiertas, aunque no veo a nadie en la cocina. Chiflo, olfateo a ver si Sophia ha cocinado alguno de sus bollos o no y acabo caminando los pocos pasos que me separan de la puerta, la cual abro sin importarme demasiado la violación a la privacidad porque creo que entre nosotros ya no existe esa palabra - ¿Soph? ¿Seth? - llamo, asomándome al pequeño comedor - ¿Jared? - al menos hay bollos sobre la mesa, así que tomo uno y le doy un mordisco bastante generoso; genial, tiene nueces. Masticando como alpaca, meto la cabeza al dormitorio donde solamente encuentro a Seth tendido en la cama a ronquido tendido, lo que me hace chasquear la lengua y acercarme a él con desenvoltura, para acabar dándole un manotazo en la cabeza que lo termina despertando de forma repentina y violenta - Creí que yo era el que había tenido una noche difícil ayer, no tú. ¿No te han dejado dormir? - le comento con sarcasmo y una sonrisa torcida que deja ver claramente que he estado comiendo, justo antes de volver a morder el bollo - Necesito a mi médico de confianza, creo que me he hecho mierda contra un tronco o algo así. No tienes idea de cómo me duele el culo - y así es todos los meses, cada jornada posterior a mi regreso luego de sufrir de la luna llena. Algunas cosas nunca cambian.
Benedict D. Franco
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Seth K. Niniadis
Fugitivo
NO ME DORMÍ, ESTABA DESPIERTO — Hacía menos de una hora, quizá un poco más, que había caído frito en la cama tras prometerle a Sophia de que yo cuidaría de Jared si ella dormía lo que quedaba de noche. Sus horarios son severamente mas estrictos que los míos y a no ser que medio mundo se despierte con una urticaria, o un brazo roto, probablemente tuviera disponible toda la mañana para dormir. Claro que Ben tenía otros planes.

Al principio no sé que mierda pasa, así que grito la primera excusa patética que se me cruza por la cabeza y me quedo un par de segundos medio dormido, con cara de zombie retrasado hasta que me termino ubicando. Primero, que ya ha amanecido. Segundo, que Soph ya no está en la cama. Tercero, que Ben si está en la cama. Y cuarto, que Jared no ha venido ala habitación a reírse por mi grito o se ha oído su carcajada desde la suya, por lo que tampoco debe estar; soph debe haberlo llevado con ella a la escuela antes de que eche cuento las próximas tres semanas para librarse de ir a clase.

Y que Ben se está comiendo mi desayuno.

Le arrebato el bollo antes de que lo acabe pero como alcanza a pegarle otro mordisco al final no me queda más que una migaja. Ni siquiera sé si hay más, pero si era el último juro que lo voy a matar. — Jared estuvo enfermo. Sospecho que le echó cuento el último día pero se lo perdono porque estaba preocupado — Instintivamente me llevo las manos al pecho, donde como aún llevo la ropa que suelo usar para trabajar, deberían estar colgadas mis gafas, que al final estaban en la mesa de noche y que seguramente Soph puso a buen recaudo antes de marcharse. — Igual creo que fue solo el residuo mágico del accidente con la varita que rompió — La última palabra me sale con un bufido. ¿Qué le duró? ¿una hora? Maldita sea. Diría que es la última que le traigo pero soy tan blando como mi esposa cuando dice que estamos a dieta y en cuanto el niño se nos enferma, le hace bollitos de nueces y pasas.

Me levanto de la cama ya despierto del todo, acercándome a lo alto del armario donde puse la varita la noche anterior. Intento que Jared no la encuentre por accidente desde que a los 3 años la tomó de la mesa de noche y se deformó la cara con una explosión de magia descontrolada; estuve 5 horas intentando arreglarserla. Si Sophia pregunta, estuve esas cinco horas intentando enseñarle a escribir. — Deberías haber ido a ver a Alice, está de guardia. Y seguramente habría estado encantada de verte el culito. — Me río de él cuando menciona lo del médico de confianza. — Déjame ver. Desnúdate y ponte en la cama. — Me coloco la varita sobre la oreja como si de un boli se tratara y me siento en la cama de nuevo, esta vez en el lado de soph palmeando el mío. — Aunque deberías haber venido al volver, no diez horas después. Creía que habrías aprendido esa lección con la última infección.
Seth K. Niniadis
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Benedict D. Franco
Consejo 9 ¾
Suelto un "¡eh!" que suena ahogado por la cantidad de comida que tengo en la boca cuando me quita el bollo, o al menos lo que queda de él, pero lo dejo ser porque estoy acostumbrado a su humor mañanero a pesar de que estemos más cerca de la una de la tarde que de las diez de la mañana. Me limpio las manos entre sí para quitarme las migajas de los dedos y me encojo de hombros, tratando de tragar para hablar sin nada entre los dientes - No entiendo como todavía no se acostumbran al ritmo de Jared. No me vas a decir que esperabas que fuese un niño dulce y tranquilo con el desastre andante e insoportable que eras a su edad - le sonrío con malicia, porque ambos sabemos que podría haber sido más dócil si los genes Dawson hubiesen sido los dominantes, pero todos sabíamos que lamentablemente no iba a ser así.

Seth se levanta y lo sigo con la mirada, aunque acabo rodando los ojos hasta ponerlos en blanco en cuanto menciona a Alice y por alguna razón lanzo un vistazo por la ventana, como si de ese lugar pudiese chequear que ni ella ni nadie haya escuchado ese comentario - Bueno, Alice no está mal. No me molestaría que ella me ande metiendo mano en vez de ti - bromeo. Su orden me hace despegarme de la ventana con la ironía pintada en mis facciones y sacudo la cabeza, aunque pronto empiezo a desabotonarme la camisa - Y de verdad nos preguntamos de dónde salen los rumores. Si te escucharan pidiéndome que me quite la ropa, unos cuantos no pararían con los chistes.

Sin embargo le hago caso sin chistar y pronto estoy pateando mi pantalón, hasta terminar sentado a su lado en el eterno proceso de chequear que mi cuerpo se mejore. Los magos de por sí sufren los días posteriores a la luna llena, pero para un humano parece ser incluso más jodido; mejorarme nunca me toma pocas horas, menos si me he metido en cualquier lado y me he lastimado en mi búsqueda por víctimas cuando soy un lobo irritable. El pobre de mi mejor amigo lo sabe muy bien.

- Pst. Intenta tú regresar de las montañas luego de una noche de conversión y dime si no querrías tirarte en tu cama apenas tienes la oportunidad - le reprocho, estirando mis brazos para chequearlos. No me he quebrado nada y la mayoría de los rasguños son viejos, aunque ya no tengo idea de cómo llevar la cuenta. Entre el ataque del hombre lobo, los juegos y el mercado de esclavos más mi modo de vida, tengo más marcas en el cuerpo que pecas - Creo que el golpe del cuello y el corte del pecho son lo único preocupante. ¿O en serio me quieres revisar el culo? Porque juro que eso sería muy incómodo para los dos - de inmediato mis ojos se van hacia la puerta como esperando que Sophia haga una aparición, pero de todos modos bajo un poco la voz - ¿Todo bien por acá?
Benedict D. Franco
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Seth K. Niniadis
Fugitivo
"No entiendo como todavía no se acostumbran al ritmo de Jared". Sé que eso lo dice porque no le para bolas más de una hora al día, sino entendería que es casi imposible seguirle el ritmo a Jared. Creo que no se sigue a veces ni él mismo.

Me acomodo las gafas totalmente ofendido cuando me dice desastre andante, entornando los ojos. — Eso no es verdad. Yo no era ni la mitad de exasperante. — Aunque obviamente, los recuerdos de aquella época ya han sido ligeramente modificados por el tiempo y, además, desde mi punto de vista, todos los shows dramáticos que hice en mi vida, estaban completamente justificados. Obvio no, pero así es como los recuerdo. — Además yo tenía un motivo para estar cabreado. Él no necesita uno. — Lo he visto montar un berrinche solo porque su mamá lo puso a dieta.

Se me escapa una especie de bufido-carcajada cuando dice que preferiría estar siendo toqueteado por Alice. — Ya claro, por eso corriste a su casa en vez de a la mía — Le suelto con sarcasmo bajando mi vista hacia su espalda mientras se desviste, viendo los rasguños destacando sobre las cicatrices que ya tenía. Esas heridas también las había curado yo, y cada vez que las veo me pregunto si podría haberlo hecho mejor. Ojalá nunca hubieran dejado marca, así el tiempo habría acabando haciendo desaparecer los recuerdos que están asociados a ellas pero que ahora permanecerán para siempre.

Elevo mi vista de nuevo hacia él cuando menciona lo de los rumores y ahogo una risa rodando los ojos. — No pararan los chismes de todas formas. Tengo la casa para mi solo, tú estás dentro y esto va para rato. — Blanco y en botella. Al principio me pasaba la vida intentando desmentir todos los rumores, pero entre más fuerza empleaba haciéndolo, peor salía. Fue cuando Sophia empezó a bromear con el tema también que me di cuenta de que sería más sano para mi salud mental tomármelo con humor, y eso hago desde el día en el que se enteró de que le iba a pedir matrimonio porque por el distrito se expandió como la pólvora el rumor de que iba a pedirle matrimonio a Ben. Maldita Eowyn chiflada. — Haberte tirado en la mía. Así podría revisarte mientras dormías. No sé tú, pero yo habría aprendido la lección la última vez que te restregaste contra hiedra venenosa y te pasaste cinco días recubierto con ronchas — Con un movimiento ligero de la varita, hago aparecer un ungüento que requiere una preparación específica. Es un tedio porque tiene propiedades mágicas, así que solo puede ser preparado por manos como las mías. No tendría ninguna queja al respecto si no fuera porque durante su preparación, tiene un aspecto y un olor bastante desagradables.

Empiezo a aplicar dedo a dedo sobre las heridas que parecen algo más profundas, para ayudarlas a cerrar más fácilmente, frunciendo el entrecejo ligeramente al ver la herida del pecho que sí es preocupante. — No seas bebé. — Le reclamo cuando menciona lo incómodo que sería para los dos que le revisara su pompis. Como si no lo hubiera hecho otras veces. — Además según los rumores tú eres el pasivo así que ya saben que te lo he visto más veces. — Chasco la lengua y le apunto con el dedo índice. Ni siquiera sé como no estallo en carcajadas.

Agarro su mentón con mi mano y le acomodo la cabeza de forma que la herida de su cuello me quede a la vista. Entorno un poco los ojos porque es bastante pequeña y me cuesta un poco distinguirla entre el moretón que se le está haciendo. — ¿Te caíste de un barranco de nuevo? — Aventuro, aunque sé que no obtendré una respuesta. Por desgracia la transformación no le permite conservar los recuerdos. No todos al menos.

Su pregunta me pilla desprevenido así que mis ojos, sin cambiar de sitio, se limitan a cambiar de distancia, del contorno de la herida del cuello a sus ojos. — ¿Por qué? ¿Ha pasado algo? ¿Sophia te ha dicho algo? — Y quizá, esta vez dejo ver de más el miedo que siempre tengo de que ella descubra el error que ha cometido casándose conmigo. Pero solo es porque todavía estoy medio dormido.
Seth K. Niniadis
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Benedict D. Franco
Consejo 9 ¾
Me ahorro el decirle que todos los niños encuentran un motivo para enojarse porque creo que es una trampa en la que caen todos los padres y que solo me va a traer problemas, así que hago un movimiento con uno de mis hombros para restarle cualquier tipo de importancia al asunto.  — Corrí a tu casa porque eres mago y todo el asunto de la licantropía es más tu área que la suya, pero si quieres iré a pasearme desnudo por su casa —  le comento —  aunque tendría que salir corriendo de allí si Derian me encontrase con el culo al aire en plena sala.

No es como si en el distrito 14 las casas fuesen tan enormes o abundantes. Sigo cada uno de los movimientos de sus manos con el reflejo de mi cuerpo para dejarlo trabajar sin ninguna clase de pudor alguno, gracias a los años de amistad trabajados con más de un tratamiento médico entre ambos. Seth fue quien cuidó de mí cuando su tío me compró en el mercado de esclavos y también ha estado a mi lado cuando Arleth tuvo que emplear todo su talento sobre las heridas producidas por el ataque del hombre lobo, así que si hay alguien a quien le puedo confiar mi salud tanto como mi confianza para verme sin ropa es a él. Creo que por eso Eowyn se sigue aferrando a sus ideas ridículas, incluso cuando me vengo acostando con ella hace siglos de forma esporádica —  A Sophia no le hubiera hecho gracia despertarse conmigo entre ustedes dos. ¡E intenta tú contener los impulsos caninos cuando no recuerdas ni tu nombre! —  me defiendo como si me hubiera herido el orgullo, a pesar de que ambos sabemos que estoy lejos de ofenderme — Prefiero las ronchas antes que las pulgas.

Mi anatomía se estremece y mi rostro se crispa un momento cuando empieza a curarme con un ungüento que se siente frío y asqueroso, aunque el ardor pronto empieza a disminuir poco a poco y lanzo un suspiro de obvio gusto, como si una hinchazón que no puedo ver comenzara a desaparecer. Mis ojos se cierran en placentera respuesta a pesar de la risa que me obliga a soltar por su estupidez, antes de ladear la cabeza como sus dedos me obligan a hacer —  Mmmssno. Creo que no... — dudo, pasando mis nudillos por mi mentón al rascarme por pura costumbre, lo que me hace pensar que debería haberme afeitado antes de salir; el pelo es corto y apenas empieza a crecer, pero luego de la luna llena uno busca estar lo más limpio y lampiño que se pueda — Pero apuesto a que he estado cazando ando. Mi estómago no fue el mismo esta mañana y he vomitado en el camino de regreso — mi organismo recibe bien la carne cruda o mal cocida, lo que solo puede significa que me he zampado algo en exceso, como cuando tienes un empacho de dulces y solo puedes sentir como las tripas tienen una batalla campal; tengo que admitir que extraño ese tipo de dolores.

Me encuentro en él una expresión asustada y a pesar de que mi instinto me grite que debo reírme de él, me limito solo a una sonrisa que intenta calmarlo — No. Quizá sea el solterón del distrito... bueno, y Cale ... — el nombre de mi hermanastro sale como si estuviese hablando de un mocoso insoportable a pesar de que tengamos la misma edad e intento con todas mis fuerzas no poner los ojos en blanco — ... pero tengo entendido que el matrimonio no es fácil y menos cuando hay hijos. Si no tienen ningún problema pues debería felicitarlos —  además, las últimas veces que nos vimos no estuvimos a solas y hay temas de los cuales solamente se hablan cuando "la esposa y el hijo" no están cerca, eso es algo que aprendimos con el tiempo y un par de peleas de por medio.

Me llevo una mano al cuello y presiono las yemas de mis dedos sobre el moretón, haciendo una suave mueca ante el dolor que siento en la zona y que me hace preguntarme qué diablos he estado haciendo anoche. A veces, aunque no lo diga en voz alta, tengo el ligero temor de no regresar nunca en un estúpido accidente, pero expresarlo no solo me haría ver como un idiota cobarde sino también provocaría que los demás se preocupen y no pienso arrastrar a nadie conmigo al bosque. Creo que es suficiente que le permita a Seth hacerme compañía desde que se le metió la idea de la animagia en la cabeza  —  ¿Crees que alguna vez habrá alguna cura? — pregunto como quien no quiere la cosa, doblando distraídamente la camisa sobre mis piernas —  A la licantropía, digo. O es eso o empiezo a aprender medicina desde ya.
Benedict D. Franco
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Seth K. Niniadis
Fugitivo
La idea de que Derian encuentre a Ben en bolas en su casa me hace estallar en carcajadas, porque seguramente sería algo muy incómodo de explicar. Con su hija, además. — Mejor no, aquí al menos no vas a traumar al único menor de edad que hay — Y sinceramente, aunque Alice intente atenderlo, siempre me quedo más tranquilo si lo reviso por mi mismo, y no porque no me fíe de ella, aunque si, bueno, no me fío cuando se trata de cosas de Jared, Sophia o de Ben, pero no porque crea que no es buena médico, sino porque me fío más de mi mismo.

Vuelvo a reírme ante la estampa de despertarnos en la mañana y encontrarlo durmiendo entre nosotros, acabando con un "ewwk" teniendo que parar con lo del ungüento en sus heridas porque ya no puedo con la risa. — Si, por favor. Tuvimos que quemar la mitad de las sábanas por tu culpa. Y entre eso y que Eowyn solo se hacía su ropa con sábanas, pasamos unos meses de invierno deplorables — A medias solo, la verdad es que fue divertido tener que apiñarnos para caber en una sola manta varios. Y triste. Pero divertido sobre todo.

Utilizo un par de hechizos para bajar la inflamación del cuello, tras revisar que no haya algo más profundo creando ese espantoso moretón, y termino aplicando una cantidad bastante generosa de la crema en esta. Tapo el frasco cuando termino, frunciendo el entrecejo cuando menciona lo de vomitar, que me recuerda a Del mencionando la primera mañana de luna llena algo sobre oír un lobo aullar. Asumí que sería Ben, pero quizá me equivocara. — ¿Vomitaste al despertar? — Ben parece demasiado "bien" para haber tenido una pelea con otro lobo, así que igual tras preguntar aquello, descarto de inmediato un encuentro con otro licántropo que acabara convirtiéndose en su cena.

Llevo mis mano a su abdomen y presiono con cuidado, pero bien profundo. — Dime si te duele algo. — Si no fue otro lobo, tuvieron que ser presas. Muchas pequeñas, o suficientes de las grandes. La idea me hace soltar un bufido. La de comida que habríamos tenido almacenada para meses si no estuviera en sus tripas. — Que desperdicio de comida. Te he dicho que no te vayas sin cenar — Ben suele alejarse, pero nunca tanto como para que acabe afectando la fauna que luego nos comemos nosotros. — ¿A donde has ido esta vez? Puede que sea hora de rotar las zonas de caza otra vez

Alzo una ceja divertido cuando se llama a sí mismo el solterón del distrito, porque evidentemente ha hecho mal las cuentas. — Echo, stephen, joey y derian también cuentan. Eres demasiado duro contigo mismo. — Bromeo, porque sé la lata que su padre le da con lo de que se consiga una novia; y  Echo. Y a veces yo, pero porque siempre pensé que acabaríamos teniendo 80 años y jugando alguna chorrada de ancianos haciendo equipo con nuestras esposas. De hecho, tengo un tipo de esposa de Ben bastante especialito en mi cabeza; y no, Eowyn está más que descartada. Lo ahorcaré si al final, entre tontería y tontería, se casan.

Le doy un golpe con mi puño cerrado en el costado como castigo por preocuparme, haciéndome aquella pregunta. — Si lo dices por lo de la semana pasada, ya sabes que eso nos pasa siempre. — Yo no soy el don de la paciencia precisamente y Sophia siempre dice que si no grita ella yo no le oigo; Jared por otro lado siempre tiene algo por lo cual armar un espectáculo; así que en lo que a mi respecta, siempre prefiero los gritos al silencio. — En mi casa solo debes preocuparte si todo está en calma. Entonces, sí que es grave. — Intento hacer una broma con eso, pero acabo arrepintiéndome casi antes de acabar y cambiando el tono hacia el final, haciendo una mueca. Conforme hablaba, recordé la última vez que estuvo en silencio esta casa y por entonces parecía que iba a quedarse así para siempre. — ¿De donde sacaste eso? ¿de un anuncio de maquillaje? — Me río porque lo de que el matrimonio sea difícil me suena un poco absurdo. — No es difícil... si renuncias a ciertas cosas. Ya sabes. Como a tener razón. — Le miro seriamente un minuto antes de soltar una risa oculta en un intento de chistar. — Es broma. Si te digo la verdad no sé como hemos sobrevivido más de doce años. Supongo que cuando la quieres de verdad, funciona y punto.

Cuando le veo presionarse la herida mi reacción es inmediata, le doy un manotazo como lo haría como si fuera Jared extendiendo las manos para intentar hacerse con algo que no debería. — No hagas eso. — Me quejo, aunque al instante siento un pequeño remordimiento debido a sus palabras. En otro momento habría bromeado con que le enseño si quiere, pero sé que ese es un tema delicado para él. Siempre lo fue. — ¿Por qué no? Cosas más imposibles han pasado. Como que tú y yo seamos amigos después de pasarnos media vida en bandos distintos. — Le doy un golpe con mi codo, haciendo un gesto con la cabeza como indicación de que ya se puede vestir otra vez, aprovechando de paso cuando se levanta para echar un rápido vistazo a ver si tiene moretones en el culo o en las piernas, ya que le dio vergüenza dejármelo ver en condiciones. — Puedo volver a probar la matalobos. Pero ya te he dicho que las pociones no son lo mío. — Requieren una paciencia que yo no tengo y hasta el momento, no he conseguido hacerla bien ni tan siquiera una vez. Lo peor es que Echo tampoco, aunque lo de él es comprensible porque la medimagia se le da como el carajo.
Seth K. Niniadis
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Benedict D. Franco
Consejo 9 ¾
Ni me lo recuerdes... — comento con una risa — A veces Eowyn sigue molestando con que ella debería ser la estilista oficial del catorce. Creo que no entiende que nadie quiere ir mostrando media nalga cuando va caminando por ahí — aunque creo que es ella la que quiere verle el culo a la mitad del distrito, aunque ya he dejado de hacerle esos chistes hace mucho tiempo cuando Beverly empezó a tener la viveza suficiente como para comprender mejor los chistes.

Su tono acusador hace que mueva mis cejas en señal de desconcierto, aunque acabo alzando una mano para pedirle algo de tiempo a que me explique — Cuando desperté de la transformación, sí — me explico — seguro he comido de más y al volver a mi forma humana no pude soportarlo. No es como si... — pero no termino de explicarme porque su mano ya está en mi abdomen y me concentro en su apretón, el cual no me fastidia hasta presionar cerca del riñón. Es solo una simple molestia que demuestro con un gruñido que me arruga el rostro, aunque lo suficiente seco como para ser solo un sonido que brota de mi garganta — He seguido el curso del agua hacia las montañas del norte y me he metido entre ellas. El sendero que solíamos utilizar para subir colina arriba. Encontré una cueva pequeña donde esperar la transformación sin que me ataque un oso o algo así — y por dios, espero no haberme comido a ninguno.

Esa lista de solteros en el distrito me hace olvidar un momento las preocupaciones sobre mi estómago y me vuelvo a reír, aflojando un poco el abdomen — Ellos no tienen que preocuparse por mi pequeño detalle. No es como si pudiera conocer a una mujer y decirle "ey, una vez al mes tendrás que soportar que me convierta en una bestia peluda que quiere matarte, mucho gusto" —  Y menos mal que no vivimos dentro de los límites de Neopanem, sino habría que sumar a la lista "fugitivo, humano, ex vencedor y Jamie Niniadis me odia". Bueno, podría ser peor, considerando la cantidad de oportunidades que tuve para morirme y no lo hice.

Como si no supiera cómo funcionan las cosas en su casa. A veces, cuando me aburro de estar solo (lo que pasa muy seguido) paso más tiempo con los Niniadis que conmigo mismo y eso significa que comprendo muy bien cómo son las cosas en este lugar. La risa de mi amigo me contagia ante ese comentario que creo haberle oído decir a muchos hombres sobre sus esposas a lo largo de mi vida, pero de todas formas le doy una palmada amistosa en uno de los hombros con todo el peso de mi mano derecha —  Creo que les salió bien. Me costó aceptarlo en su momento pero bueno. O lo asumes o vives de berrinche — bromeo, por un segundo haciendo uso de una expresión de horror — Al final creo que pudo ser peor. Digo, eres un idiota pero no un idiota para Soph y eso es lo que importa.—  Que mis dos mejores amigos comenzaran a salir fue uno de los traumas de adolescencia, en especial porque cada vez que estaba con ellos sentía que estaba interrumpiendo un momento íntimo en el cual yo solo era una molestia porque no los dejaba besuquearse frente a mis narices. Diablos, era asqueroso. Y ni hablemos de las épocas donde Seth descubrió que el sexo podía conseguirse en todos lados.

Su reprimenda hace que esconda la mano como cuando de niño me agarraban robándome los dulces, justo detrás de la espalda que ahora es el doble de lo que era antes, hasta que me hace mirarlo con una ceja alzada. Sé que nuestra amistad solo tuvo libertad de ser en cuanto pisamos este lugar, pero intento no pensar en eso hace muchos años. Recordar como empezamos a ser amigos equivale a recordar otras cosas menos agradables y creo que he tenido suficientes marcas mentales y físicas para toda una vida. Sin darme cuenta siquiera, acaricio la M marcada en mi muñeca por un breve segundo.

Me pongo de pie sin decir ni una sola palabra y comienzo a vestirme con calma, aunque no es hasta que me he colocado el pantalón que vuelvo a acercarme a la ventana. Se escuchan risas lejanas, lo que me hace pensar que los niños deben estar saliendo de la escuela para ir a almorzar al arroyo como hacen bastante seguido, pero las palabras de Seth me distraen. Arrugo un poco el ceño y noto mi mandíbula ponerse tensa durante un momento, gracias a que conozco bien la idea milagrosa de la matalobos y como nunca hemos podido conseguirla.

Arleth quizá pueda, aunque una vez dijo que no se animaba del todo por miedo a envenenarme — recuerdo. Quizá ella es squib, pero las pociones que no requieren de magia se le dan bien y con Seth solían hacer buen equipo. Me coloco entonces la camisa, dándole la espalda a la ventana mientras abrocho los botones — Quizá pueda conseguir los ingredientes la próxima vez que pise Neopanem, pero no haré nada si ninguno de ustedes cree poder intentarlo. No voy a joderles la consciencia — sé lo que es no perdonarse por perder a alguien, pero eso es un asunto que no pienso tocar —  ¿Crees que puedan intentarlo una vez más? Y sino seguiré como hasta ahora. Al menos ya sé curarme las heridas básicas.

Siento que estoy pidiendo demasiado y me siento terrible por ser un estorbo constante para todos nosotros, en especial para los médicos y ni hablar de la paciencia que tiene Seth para conmigo. Me pregunto cuántas veces me ha puteado en su interior y estoy seguro de que han sido varias — ¿Vendrás conmigo en la próxima expedición? — quiero saber, quitándole la varita como si nada para hacerla girar en mis manos y echarle un vistazo de cerca. Siempre me gustaron esas porquerías aunque no pudiera usarlas, en especial por los detalles en la madera — Es más rápido cuando me ayudas a hacer los mapas. Ava lo hace bien, pero cuantos más ojos mejor.
Benedict D. Franco
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Seth K. Niniadis
Fugitivo
Es una pena. Fue entretenido mientras usó a Sophia para sus modelitos. — Eso tiene gracia hasta que entorno los ojos intentando recordar si se lo conté o fue una de esas épocas donde decir incluso "Sophia tiene sed" le hacía desear ahorcarme. Me paso el dedo índice por el mentón, moviendo de arriba a abajo la cabeza de forma muy sutil, acabando por arrugar la nariz. Bueno, a estas alturas hay cosas que si no dedujo de nosotros, es porque no quiso pensar en ello. — Siendo sinceros no se le da mal salvo por la parte donde si las faldas tuvieran dos centímetros menos serían ropa interior. — Renuncio a dormir cuando las risas de los niños llegan por la ventana y miro la sombra de la ventana, deduciendo así la hora en la que estamos, que no habría sido tan complicado de todas maneras si solo hubiera prestado atención a la sensación de hambre.

El gruñido que soltó cuando presioné su abdomen no me gustó en absoluto, así que frunzo el entrecejo levantándome de la cama y haciendo un par de movimientos con la varita para tenderla. — Bebe mucha agua y si empeora ese dolor vienes a verme. Inmediatamente, Ben. No luego de echarte la siesta. ¿Queda claro? — Me da un poco de apuro que se le haya reventado algo (aunque por el dolor, parece más una especie de fisura o simplemente inflamación, cosa que espero) pero poco puedo hacer si no sé exactamente que le pasa y para eso, debe empeorar lo suficiente primero.

Levanto la camisa del suelo y se la alcanzo, ahogando una risa cuando menciona lo de la licantropía de esa manera que cualquiera diría que está diciendo que le llega la regla. — Yo esperaría a la tercera o cuarta cita, llámame precavido — Bromeo. — Puedes acabar con un "lo tengo controlado y nunca he matado a nadie" más que por "te puedo matar por accidente" — De todas formas lo de la licantropía es una excusa. Yo también puse una de esas en su momento y no me convierto en un lobo asesino una vez al mes. En mis tiempos se llamaba miedo al compromiso. — No me recuerdes tus berrinches — Había momentos donde no sabía por donde cogerlo, pero había una parte de mi capaz de entenderlo, por ínfima que fuera. La protegía de mi y eso está bien, porque al principio si que era un idiota. Pero era SU idiota, así que es diferente.

"Podría haber sido peor"Podría haber acabado con cale. — Le miro seriamente un momento y al segundo la habitación se envuelve en puras carcajadas. Lo cierto es que el odio hacia cale es totalmente irracional. A mi nunca me hizo nada directamente, yo solo acabé envuelto en esa pelea de hermanastros porque era propenso a defender a ben a muerte y ese idiota tenía algo contra él.

Ya lo hemos probado. Lo bueno de la matalobos es que tiene un olor y un color muy específicos así que habría que ser idiota para no notar que está mal hecha y dártela. — Nunca se lo he dicho, pero suelo probarla al menos cinco o seis veces a lo largo del año. Siempre hay algo que echo mal, echo de más, no remuevo como es o lo que sea, porque en vez de morada acaba verde, amarilla o rosa. Lo más cercano a morado que estuve una vez fue el índigo y ni siquiera sabía que ese color existía hasta que Sophia me lo dijo. Pude haberlo matado esa vez por un extra de confianza innecesaria, ¿que mas daba que fuera más azul que morado? se veía como morado.

Fue la última vez que lo intenté.

Suelto un suspiro y acabo por asentir. No es una mejora muy buena, pero al menos conservará la mente durante la transformación, lo cual evitar que por accidente mate a alguien, un riesgo que, aunque controlado, corremos todos los meses. — Claro que iré. Si tu vas a neopanem yo también — Primero, porque conmigo podemos regresar más rápido; segundo, porque si los exploradores van a alejarse tanto es probable que les haga falta un médico, y tercero, porque hay algo que quiero conseguir del mercado negro del 12 que llevo cazando mucho tiempo. — Además estoy seguro de que conmigo de por medio tus ojos estarán más tiempo en los mapas en vez de en las tetas de Ava — Bromeo y hago un gesto con mi mano hacia la puerta como un indicativo tácito de que vamos a hacer la comida. Si, vamos, porque de todas formas siempre come aquí, Jared está por llegar y hoy Sophia hace horas extra por los castigos en la escuela así que me toca cocinar a mi. — Hoy toca sopa de arroz, por suerte para ti, porque es lo que mejor me sale. — Cocinar no era lo mío. De hecho, no ES lo mío. Todo lo que no quemo, sale ardiendo, explota o queda crudo, se reduce a escasos 5 platos en total que me enseña a hacer mi esposa los domingos.
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Benedict D. Franco
Consejo 9 ¾
Paso de hacer comentarios sobre lo de Sophia, en especial porque no quiero entrar en ese terreno desde hace mucho tiempo y prefiero evitarlo; conozco a su mujer desde los cinco años y todavía no me acostumbro a ciertos puntos en su vida adulta, así que opto siempre por fingirme ignorante. Solo asiento ante su orden de ir a verlo y me pico el costado del abdomen, no muy seguro de lo que puede ser pero confío en él, así que no tengo otra opción que mantenerme atento a mi propia evolución.

¿Crees que funcione? No es como si las mujeres de aquí no me conocieran — acoto bromista. Somos una comunidad pequeña, de modo que mis pocas posibilidades de sentar cabeza se reducen a un puñado minúsculo de gente que ya conozco y que, si no ha ocurrido hasta ahora, no va a pasar nunca. Eowyn y yo tenemos una dinámica que ambos sabemos que no irá a nada más y lo ocurrido con Ava... bueno, fue un desliz y no va a volver a pasar. Además, papá y Cale me matarían y Zenda tendría un trauma de solo saberlo. El comentario de los berrinches no me hace sentir avergonzado, pero me muerdo la lengua y solo me muestro indiferente. Si yo hablase...

Confío en que no vas a asesinarme — confieso — Por eso sé que si viene de tu mano con tu aprobación voy a beberla. Mira como te aprecio, eh — lo comento como si ganarse mi cariño fuese una tarea imposible y acabo sonriendo, devolviéndole la varita con un ruedo de ojos que deja bien en claro que todo el asunto de las tetas de mi hermanastra no me causa mucha gracia — ¡Fue solo una vez! — le discuto, tratando de no reírme ante lo infantil de la situación. ¿Alguna vez vamos a madurar? Si consideramos que nuestra idiotez parece crecer cada vez que estamos juntos como si fuese una costumbre, empiezo a dudar de que alguna vez ocurra.

Obedezco la idea de seguirlo porque almorzar con los Niniadis se ha vuelto una especie de tradición, al menos que tenga demasiada flojera como para abandonar mi casa, aunque muchas veces la misma se mezcla con mis pocas ganas de cocinar. En cuanto salimos de la habitación hago un chasquido con mi lengua para dejar bien en claro que no quiero burlarme de él, pero la mirada que se refleja en mi cara hace todo lo contrario — A veces creo que te malcriamos demasiado — lo fastidio, porque sé que antes de Sophia el que se encargaba de sus comidas era yo. Siempre he sido bueno en eso, lo admito en modestia aparte; en mi infancia siempre cocinaba cuando papá estaba ebrio y luego cuando fui su esclavo la práctica volvió a florecer. Si no fuese porque tengo que cuidarme con las carnes para los demás, podría decir que se me da genial.

Jared todavía no llega y por costumbre observo el camino por la ventana, tomándome el atrevimiento de abrir su alacena como si fuese mi propia casa — ¿Crees que vayan a comer al arroyo? — pregunto haciendo alusión a los mocosos y sus costumbres — Porque si somos solo tú y yo podemos hacer algo más... sustancioso — él es un hombre grande y come bastante, pero yo me voy de tema y lo admito. No es solo por altura y contextura, sino por mi condición. Me froto un momento el costado donde antes he sentido dolor y saco algo de pan — Podemos cocinar algo de carne y hacer unos buenos sándwiches. Con... bueno... ¿Qué tienes para meterle?

A veces estas situaciones tan hogareñas me causan risa, porque parecen muy opuestas a los desastres que hemos estado acostumbrados. Sin más, tomo uno de sus cuchillos, lo giro por costumbre entre mis dedos y comienzo a cortar el pan en rodajas solamente para avanzar el trabajo mientras decidimos qué hacer — He estado pensando en llevar a los chicos a una expedición un poco más lejos de la ruta de siempre — le confieso, empezando a notar repentinamente el hambre que tengo — Tendré que hablarlo con Echo y Arleth para tener su permiso, pero creo que deben conocer mejor el terreno en caso de necesidad. ¿Tú que dices? ¿O crees que Jared y Kendrick van a matarse en cuanto tengan la oportunidad?
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Seth K. Niniadis
Fugitivo
Me hace muchísima gracia que todavía tenga esperanzas de encontrar a su media naranja en el 14, así que alzo una ceja y una sonrisa ladeada en mis labios que obviamente es un tanto sarcástica. — Estoy seguro de que podrías engañar una de fuera. — Me burlo. Además, siendo realista, su mayor problema es que se ha acomodado a lo de saltar de persona en persona sin atarse a nadie y hasta yo sé lo fácil que resulta eso. Solo tiene que poner de su parte. Y tener a los astros a su favor.

Me estiro mientras bajamos la escaleras arrugando la nariz, porque aunque él crea que lo de que confíe en mi para beberse la poción me tranquiliza, es todo lo contrario. ¿Y si cometo el error de que la poción no sea lo bastante morada y me fío de nuevo? podría haberlo matado ya si no hubiera sido por Sophia. Me giro para míralo sin creerme en absoluto que solo le miró a Ava las tetas una vez. — Tu y yo nos conocemos desde los 12 años, no me mientas con semejante descaro. — Me hago el ofendido, porque todos sabemos que con él, nunca fue solo una vez.

Lo bueno de tener a ben en casa cuando me toca cocinar es que como se le da tan bien la cocina yo puedo fingir que voy a hacer algo y acabar sentado en la mesita viéndole hacerlo todo. Junto mis manos una vez me he acomodado y asiento. — Si. Es culpa vuestra. Me alegra que estemos de acuerdo con eso — Me giro para mirar por la ventana cuando menciona lo del arroyo y me acabo levantando justo para ver la figura de mi hijo en medio de Zenda y Beverly que básicamente lo están arrastrando. Además le siguen varios más así que acabo certificando lo de Ben con un asentimiento. — Haz para tres. Sophia llegará tarde pero come aquí también — Vuelvo a la silla y me limito a señalar donde están las cosas, acabando por mostrarle el alijo que no solemos usar muy a menudo porque es para días especiales; como si yo estoy enfermo, o sophia, o jared o estamos hartos de todo lo que hay o, como hoy, jared no come en casa.

Ahogo una risa cuando menciona a Jared y Kendrick sin saber que guerra empezó entre esos dos o a que hora, meditando bastante su propuesta. — ¿Qué tan lejos? A Kendrick y Delilah lo veo bien, pero el resto no están listos. — Ellos dos están a escasos 2 o 3 años de cumplir los 18 y se puede considerar que son más o menos adultos; pero enviar más lejos a los enanos les dará la seguridad de que pueden hacerlo por sí mismos y van a darnos más dolores de cabeza que otra cosa. — Zenda ya se perdió una vez ¿recuerdas? y solo estaba a un kilómetro de aquí. — Ahora imagínate la desesperación si hubiese ido más lejos. — Y no estoy seguro de ese par tampoco... ¿Kendrick lejos de este distrito? con tu suerte lo pierdes y no vuelve. ¿Y con Lilah? buena suerte intentando sacarla de su zona de confort — Está demasiado cómoda en este lugar, lo cual tampoco es bueno, necesita un equilibrio. — Pero hay algo en lo que si he estado pensando hace tiempo. Echo lo dejó caer como broma en verano ¿recuerdas? esos mocosos necesitan un escarmiento. — Arremedo su voz, poniéndola exageradamente gruesa y acompañándola de una cara de gruñón. — Y creo que tiene razón.
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Benedict D. Franco
Consejo 9 ¾
¿Y cuánto crees que me dure una de afuera? — le respondo con sarcasmo. Nuestra vida confiable y estable se basa en los límites del catorce y eso quiere decir que sentar cabeza es sinónimo de ver nuestro reducido catálogo. Intento no parecer demasiado ofendido cuando me acusa de mentirle respecto a lo de Ava pero siento el calor que me molesta en la nuca, por lo que me quedo callado; Seth es el único además de las dos personas implicadas que sabe lo que pasó esa noche cuando mi hermanastra y yo nos fuimos por nuestra cuenta y tuvimos problemas para volver, aunque fue ya hace cuatro años y no se ha vuelto a tocar el tema. El problema estaba cuando el idiota de mi mejor amigo tenía la idea de fastidiarme con eso.

Levanto un pulgar cuando me indica que Sophia llegará luego y comienzo mi tarea. Cortar la carne, ponerla a hacerse al fuego, cocinar algunas verduras... todo me toma su tiempo mientras trabajo con suma calma, prestando atención a las palabras de Seth mientras el olor empieza a inundar la habitación. Extraño lo práctico que era cocinar allá dentro del país, con cientos de comodidades que nosotros carecemos, pero le he tomado la mano con el paso de los años.

Zenda se perdería en la misma plaza principal si no fuese porque vive cerca de allí — bromeo, haciendo alusión a la mala orientación de mi pobre hermana, quien parece todavía no aceptar que ese no es su talento, además que lo combina con su poca paciencia para aceptar y acatar órdenes. Estoy chequeando el estado de la carne, que debo acostumbrarme a que ellos no la necesitan tan roja como la mía, cuando me recuerda lo que dijo Echo ya hace tiempo y me deja un momento meditando — Lo que necesitan es aprender a hacer lo que se les dice cuando se les dice y no creer que todo esto es un juego — el problema con ellos es que no conocen de primera mano lo que se vive más allá y toman esto como algo sumamente natural. De todos modos me giro, asqueado de mí mismo — Acabo de sonar como mi padre... ¿Verdad?

Esto de crecer no me viene bien, en especial cuando me transformo en la versión más amargada de mí mismo. Saco las verduras, las corto aún más y las coloco sobre los panes, dispuesto a que su sabor y sus jugos sean el mejor condimento para nuestros cuerpos y de paso, me devuelvan la vitalidad que he perdido en los últimos dos días. Lo molesto para que ponga la mesa y en minutos, el fuego está apagado porque le estoy acercando un plato con un sándwich de lo más suculento.

Entonces... — me siento frente a él y aprieto mi propio emparedado con los dedos para evitar que se me patine algo de su interior, aunque mis dedos se chorrean con el jugo tanto de la carne como de las verduras cocidas — ¿Qué es lo que tienes en mente? Tendremos que aprovechar mientras los días todavía duren. No quiero que nadie sufra cuando empiece a nevar.
Benedict D. Franco
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Seth K. Niniadis
Fugitivo
Me encojo de hombros. ¿Que cuanto le durará una de fuera? ¡Y que se yo! tiene el gusto de las mujeres en el culo. Y esto tiene gracia, al menos una poca, porque casi todas las chicas con las que Ben ha estado, son las mismas con las que he estado yo. Y a parte de gracioso también es un poco triste. — Ya — Estallé en carcajadas sobre el comentario de la orientación de Zen y lo que ambos estamos pensando al mismo tiempo: su perfecta y casi irritante incapacidad para seguir órdenes. Ella siempre había tenido un humor extraño, de esos de que te mira y te planteas si va a arrancarte la cara ahora o más tarde; creo que pasa demasiado tiempo con Echo. — Un poco. Pero teniendo en cuenta que solo estás rodeado de padres, no me extraña. — Le sigo con la mirada mientras cocina, agarrando un vaso para echar un poco de agua, desentendiéndome por completo de la comida y, solo por un instante, pensando en que hay costumbres de las que cuesta deshacerse. — A este paso acabas con 80 años gritándole a los niños por acercarse demasiado a tu jardín. — Y una escopeta en la mano. Sí. — Con suerte Echo sigue vivo y estáis los dos gruñendoos mutuamente y eso. — Bromeo. Ni siquiera soy capaz de acabar la frase sin estallar en carcajadas.

La risa me dura un buen rato, de estos que repentinamente estás en silencio, que parece que ya lo tienes controlado y vuelve y te ríes. Repito el mismo gesto que hace él con el emparedado y le doy un mordisco, soltando una especie de "mmm" casi orgásmico cuando el sabor ataca mi paladar. No puedo creer lo feliz que siempre me hacen con un par de comidas bien aliñadas. — No tengo ni idea — Hablo sin apenas abrir los labios, aún con la boca un poco llena, acabando de tragar antes de seguir. — ¿Recuerdas lo que nos hizo a nosotros? Tirarnos en el bosque con munición para dos días, comida para 12 horas y sin decirnos por donde regresar. — Obviamente la idea con los niños no va por ahí. A mi me daría un telele y a Soph también, si soltáramos a Jared en pleno bosque de esa forma. Además sumado a eso, aquello no salió precisamente bien. Acabó horrible con varios heridos y uno casi muerto.

Mientras pienso en una alternativa algo más controlada y más light, le doy otro bocado al sandwich masticando lentamente con la vista perdida en algún punto de la cocina. — ¿Que tal un riesgo controlado? Vamos un par de nosotros con ellos, fingimos que nos cazó algo, desaparecemos... y vemos que hacen. — La idea va tomando forma en mi cabeza mientras la pienso. — No tenemos porqué sacarlos del distrito si quiera. Empezamos en la granja y cuando vayan a buscar adultos al resto del distrito, pueden estar escondidos.
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Benedict D. Franco
Consejo 9 ¾
La imagen mental que Seth me regala se me presenta como una película demasiado nítida dentro de mi cabeza y no puedo evitar reírme con él, en especial porque si la vida sigue este curso lo más probable es que termine siendo un anciano ermitaño con un gusto particular por las quejas. No siempre he sido tan irritable como hasta ahora, incluso recuerdo que había una época donde mis mal humores se solucionaban simplemente con dulces, pero creo que el tiempo me ha hecho un poquito más exigente al respecto.

La comida no tarda en calmar las peticiones de mi estómago y tengo que felicitarme a mí mismo por conseguir tan buen sabor con tan pocos materiales. Mi anatomía parece recibir con mucho gusto el que me esté llenando de alimento y pronto me siento mucho mejor, a pesar de que las molestias por los golpes continúen haciendo que me acomode en mi asiento mucho más seguido de lo habitual. Sin embargo, casi escupo lo que tengo en la boca a medio masticar cuando me recuerda esa estúpida idea que tuvo Echo ya hace mucho tiempo para respaldar su creencia de que hay cosas que se aprenden solo con la práctica; morirse debe ser una, supongo.

Ni que lo digas. Todavía le tengo rencor por esa flecha que casi me perfora una nalga — gruño y tomo un vaso de agua para refrescar mi garganta, buscando limpiar los restos de comida que me fastidian. La idea de Seth me hace observarlo por encima de mi bebida con una sonrisa ladeada y una mirada divertida, imaginándome por un momento cómo reaccionarían los niños si eso se llevase a cabo. Lo único que puedo imaginar es que Beverly montaría un escándalo tan grande que las barreras de protección del catorce no servirían de nada y nos terminarían encontrando.

Sería complicado mover a todo el distrito para darles una enseñanza a los chicos —  digo mientras arranco un trozo sobrante de pan de mi emparedado y me lo meto en la boca porque aquí no hay migaja que desperdiciar — Pero podríamos armar algo relativamente fácil donde ellos tengan que solucionar el problema. Debería consultarlo con Echo y Stephan para ponerlo en movimiento antes del invierno — se supone que el primero es quien tiene la autoridad para permitirme realizar esta actividad y el segundo se encarga mayormente de los entrenamientos al estar en esa área, así que no podré moverme demasiado sin su consentimiento.

Sin mucho más que decir al respecto, me termino mi almuerzo metiéndome un trozo mucho más grande que mi boca y mastico con violencia, ayudándome con mi vaso de agua para poder tragar como es debido. Al final, vuelvo a observar por la ventana para chequear si Sophia está cerca y me doy unas palmadas en la panza — Creo que debería irme. He estado dos días fuera y eso siempre me atrasa tanto con las clases como con mis planificaciones. Además, papá querrá que le demuestre que estoy vivo — hago rodar mis ojos ante la obvia exasperación que me produce el seguir dándole explicaciones a mi padre y me levanto de muy mala gana, haciendo una mueca ante el tirón de una de mis heridas solo porque aún se mantiene fresca. Hago tronar mi cuello y rodeo la mesa, dándole una palmada en el hombro — Supongo que te veré luego... ¿No?
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Seth K. Niniadis
Fugitivo
"Mover a todo el distrito". Me río. Creo que la mitad de aquí estarían encantados de poder desaparecer en el silencio unas horas, aunque solo fuera metidos en alguna de las cosechas esperando a que los críos entren en pánico y se pongan a llorar. Porque si, no tenía mucha esperanza en que supieran lo que tienen que hacer en una situación de emergencia. Pese a lo aventureros que siempre les hemos criado, han estado toda la vida en una zona de relativo confort. — Halloween está cerca. Podemos planearlo para entonces. — Aunque quizá demasiado cerca, pero se me ocurre que podemos empeorar las cosas con las historias de terror adecuadas. La idea de ponerlos a pasar miedo me resulta más placentera de lo que debería.

Pego otro mordisco quedándome a medias al ver a Ben devorar la comida como si fuera lo único que come en 10 días, terminando por ahogar una ligera risa antes de terminar de masticar. Menos mal que se pegó un atracón ayer, sino creo que acabaría con todo lo que hay en mi despensa. — Tus alumnos se estuvieron quejando el otro día cuando Cale ocupó tu sitio. Fue divertido ver su cara de rabia por no ser lo bastante bueno para ellos. — Me mofo sin piedad. Me meto la mano en el bolsillo para localizar el espejo comunicador y se lo entrego. — Toma, llévatelo. Sophia siempre lo olvida en casa y Jared tardará 5 minutos en romperlo. Y no creo que por accidente. — No es la primera vez que tengo que repararlo, me tiene harto. — Si te mandan a hacer labores al bosque me avisas, se me han acabado varias hierbas medicinales y la última vez me trajiste cilantro por accidente, que si bien tiene un buen sabor con las comidas, no me sirve para una mierda en labores médicas. — Me quejo mientras sale hacia la puerta refunfuñando que mis dibujos tuvieron al culpa de que no fuera capaz de reconocerla. — ¡Y también es para que lo uses si te duele y te vas a morir y no puedes moverte! — Aunque conociéndolo como lo conozco, capaz y se fuerza a venir a pie.

Suelto un suspiro y termino de comer bastante despacio, casi lo justo para que Sophia alcance a llegar cuando todavía me queda la mitad.
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