The Mighty Fall
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Tras años de represión y batallas libradas, hoy son los magos los que caminan en las calles más pulcras del Capitolio. Bajo un régimen que condena a los muggles y a los traidores a la persecución, una nueva era se agita a la vuelta de la esquina. La igualdad es un mito, los gritos de justicia se ven asfixiados.

Existen aquellos que quieren dar vuelta el tablero, otros que buscan sembrar la paz entre razas y magos dispuestos a lo que sea para conservar el poder que por mucho tiempo se les ha negado. La guerra ha llegado a cada uno de los distritos.

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Night is now falling | Echo & Seth
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Arleth L. Ballard
Todavía puedo escuchar los gritos detrás de nosotros mientras nos alejamos a las corridas y a juzgar por los mismos, puedo decir que Sebastian y Vennet se están tomando el trabajo de mantener a Billy a raya. El chico que llevo conmigo parece haber dejado de tironear cuando se percata de que si quiere estar con Benedict, debe seguirnos, así que el paso acaba haciéndose más rápido hasta que abro estrepitosamente la puerta de mi casa, dejándola abierta de par en par para que entren detrás de mí. El cuerpo de Benedict parece el de un muñeco de trapo, y no hace más que dejar una línea de gotas de sangre mientras avanzan hacia la habitación más cercana a la puerta, esa que hemos estado usando como enfermería.

- ¡CALE! -  llamo a los gritos. Mi hijo no tarda en aparecer y su rostro parece congelarse en cuanto ve a Benedict, pero yo no tardo en volver a llamarlo, mientras ingreso a ese cuarto que antiguamente fue un dormitorio para empezar a quitar las sábanas de la cama, dejándole vía libre a Echo para recostar al chico – Busca a Louis… ¡AHORA! – sé que la impresión hace que mi hijo salga disparado al exterior, y ese segundo lo utilizo para mirar al compañero de Ben – Si quieres ayudarlo, llena el balde de la cocina y tráemelo. ¡Rápido!

Hace tiempo que no tengo una emergencia como ésta, pero intento mantenerme lo mas calma posible mientras amarro mi cabello para quitármelo de los ojos. En algún momento, el desconocido regresa dejando un camino de agua por los nervios y tengo la sensación de que si no fuese porque Ava se mete a ayudarlo, no habría llegado – Gracias. Sácalo – le ordeno a Echo. Ya se ha sentido útil, ahora que no estorbe o empeorará las cosas.

Me lavo las manos en una velocidad poco común y con rapidez, agarro una tijera para empezar a recortar la tela del pantalón que se está pegando a su pierna, mientras oigo su respiración irregular inundar la habitación – Vamos, Ben, no te me vayas a morir ahora… - gruño. Consigo quitarle la prenda y tengo que llevarme el dorso de la mano un segundo a la boca al ver la herida, esa que comienzo a limpiar rápidamente pero con cuidado. En cuanto veo que Echo regresa, le señalo las tijeras – quítale la remera, no sé cuántos rasguños ha recibido – mi voz suena extrañamente temblorosa, pero nadie puede culparme. En el fondo, no puedo evitar agradecer que Elioh no esté para ver a su hijo regresar en éste estado.
Arleth L. Ballard
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Seth K. Niniadis
Fugitivo
Me arde la mejilla en el exacto lugar donde la mano de Echo Duane me dio una bofetada intentando hacer regresar mi cordura del lugar al que sea que se hubiese marchado. Estoy por responderle a ese tipo enorme y gruñón que me importa una maldita mierda si me corta las manos pero no voy a dejarle tocar a mi mejor amigo, hasta que me dice que su vida depende de ello. Miro a la mujer que le acompaña y a la que ni siquiera había visto realmente hasta ese momento soltando una queja cuando agarra mi cabello y me echa hacia atrás. Extiendo mis manos para agarrar de nuevo la ropa de mi mejor amigo mientras suplico patéticamente que no se lo lleve, hasta que veo la forma en la que lo agarrara; como si fuera su propio padre. Si no fuera porque conozco al padre de Ben, habría pensado que lo era él.

Mis piernas no responden al principio y solo puedo concentrarme en la imagen de Ben alejándose en brazos de aquel tipo al tiempo que la marca de al mano de Echo se va tornando carmesí en mi mejilla. Me levanto ayudado por Arleth cuyas palabras intentan calmarme. ¿Qué pueden hacer ellos por él? Yo... yo solo tengo que llevarle de vuelta a casa. Allen cuidará de él. Allen... Todas las conversaciones que tuve con él en mi cabeza se precipitan una tras otra. Siempre empezaban siendo sobre Alice y acababan siendo de trabajo. Le gustaba mucho hablar de... hablar de licántropos. ¿Por qué no puedo recuperar la información con la misma facilidad con la que recuerdo que odiaba como cocinaba? Pero eso deja de importar, un poco al menos, cuando escucho la voz de la mujer que, repentinamente me parece un médico, cosa que me alivia cantidad. - ¿A-agua? - No estoy seguro de que me hable a mi pero la sombra que antes había por ahí, más o menos de mi estatura, se ha esfumado de un momento para otro.

Salgo torpemente de aquella habitación siendo guiado por una niña pequeña que agarra mi mano y me lleva hasta donde está el agua. Llenamos el balde y volvemos. Ni siquiera sé con qué cara voy a mirarla mañana cuando sea consciente de que prácticamente ha cargado ella todo el peso mientras yo lo único que he hecho es desestabilizarla y regarla. - ¿Sacarme? No. No me saque, por favor. Ha-haré lo que sea. - Mi voz es aguda y suplicante mientras retrocedo lentamente, como si así pudiera mantenerme alejado de las manos de Echo que simplemente están obedeciendo órdenes. - ¡SOLO LA PIERNA! solo le mordió la pierna, yo estaba ahí. Por favor. Por favoor - Mi voz tiembla en cada sílaba, incapaz de mantener la calma y empezando a respirar de forma violenta y desesperada. El miedo de que se pongan a mirarle a consciencia y encuentren arañazos de mis propias manos mientras intenté mantenerle conmigo, me aterra; porque así, tal vez se pongan a curar las heridas que no van a salvarle la vida.
Seth K. Niniadis
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Echo R. Duane
La habitación a la que entramos es la misma donde Coco murió y eso no me da muy buena espina. Aún así espero el tiempo justo para poder poner a Ben sobre la cama con toda la delicadeza que poseo y habitualmente carezco, en mi afán por no hacerle más daño. Después de todo el tiempo que llevo en el catorce he aprendido a cuidar de esta gente como si hubieran estado aquí toda la vida; pensar en Elioh y en Louis teniendo que pasar por esto, me hace alegrarme por un instante ser yo el que está aquí. - No es buena idea - Comento cuando envía a Cale a por Louis y sacudo la cabeza, porque mi recomendación llega bastante tarde. - Me parece cruel que le dejemos entrar ahora para... para que lo pierda otra vez. - Y desgraciadamente, no estoy de humor para andarme con parafernalias y sueños idiotas acerca de si Arleth va a ser capaz de obrar un milagro esta noche. Alzo mi vista hacia Seth cuando le envían a por agua y por un momento, me resulta difícil no perder los nervios ahora y más con los de ese niñato idiota volando por todas partes e inundando la habitación a gran velocidad.

Le quito el balde antes de que lo termine por tirar del todo y lo dejo junto a la cama, empezando a quitar la camisa de Ben hasta que su amigo explica lo de la pierna alegando que él estaba allí. Eso resulta bastante útil, tengo que aceptarlo; pero una orden es una orden y me está sacando de mis casillas, así que como Arleth lo quiere fuera, a pesar de sus súplicas y lloriqueos, lo agarro de la camisa, lo arrastro como si fuera de cartón y lo empujo fuera sin ninguna clase de delicadeza. Le escucho caer al suelo y a Ava llamarme bruto, pero cuando sale tras él a ayudarle, cierro de un portazo dejándolos a los dos al otro lado. Cuando estamos solos, me acerco a ella, colocando una mano sobre su brazo de forma firme y obligándola a mirarme un segundo, acercando mi rostro al suyo. - Dime que diablos necesitas para mantenerle con vida y te juro que voy a buscarlo al infierno si hace falta -
Echo R. Duane
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Arleth L. Ballard
- Es su familia – le digo tajante. La única que le queda. No voy a estar ocultando cosas como ésta cuando sé que, en su lugar yo también habría preferido que me busquen para estar junto a cualquier familiar que estuviese agonizando. Los gritos del desconocido me taladran los oídos, pero aun así agradezco saber que al menos, la boca del lobo ha ido solo a la pierna. Si lo ha arañado en otras zonas, al menos en ellas solo tendrá cicatrices.

Consigo limpiar gran parte de la herida, notando como la misma parece estar en carne viva; sé que el desmayo será momentáneo, porque en su estado lo más probable es que acabe despertando del dolor en cuanto ponga un dedo encima. Antes de que pueda moverme, Echo ya se ha acercado – Nunca he tratado una de estas… - acabo confesando y, por alguna razón, evito mirarlo a los ojos. Algo me dice que Echo está tan harto como yo de perder gente, y ahora mismo nos estamos debatiendo sobre la vida de un niño que conocemos casi desde el principio de toda ésta locura y que recuperamos solo por unos minutos luego de tanto tiempo – Es humano. Su sangre no es compatible contra ésta clase de maldición… no hay muchos registros de humanos que sobrevivan…

Me alejo de la cama para empezar a revolver los frascos del escritorio. No he conseguido demasiado en las excursiones, pero algo es algo como para trabajar en la herbolaría y en pociones básicas curativas – No estoy segura de que funcione. Para un muggle, es como si ahora mismo su sangre tuviese veneno. Lo peor que podemos esperar es que su cuerpo entre en shock – al decir esas palabras, mi voz se quiebra pero, de todas formas, consigo que mis dedos trabajen en la pequeña mezcla antes de regresar a él para comenzar a frotar mis dedos sobre la herida, la cual me tiñe las yemas de sangre – No haremos a tiempo a fabricar una poción y ha perdido mucha sangre, pero aunque consiguiéramos un donador no estoy segura de que su cuerpo lo acepte. ¡Mierda! - el insulto sale de mí como un modo de descarga mientras lo oigo toser. Es obvio que parece estar jugándome una broma de mal gusto, porque la sangre no tarda en brotar de su boca, dejando en evidencia el rechazo de su anatomía hacia la maldición de la licantropía - Límpialo. E intenta que no se ahogue - lanzo el pote a un lado, notando como apenas hace efecto. Incluso aunque funcione, esa cicatriz probablemente no desaparecerá nunca. ¡¿Qué más puedo probar, que mas puedo probar?!
Arleth L. Ballard
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Seth K. Niniadis
Fugitivo
Cuando digo lo de la pierna espero que se me conceda lo de quedarme, pero Echo no tiene esos planes. Agarra mi ropa y me mueve de una forma en la que nadie había podido conmigo desde los 10 años. De no ser porque me lanza antes de llegar al alfeizar de la puerta, me habría agarrado a este para impedirle que me sacara, pero caigo hacia atrás escandalosamente mirando la puerta cerrarse totalmente paralizado en el suelo. La niña se pone a mi lado e intenta calmarme y es entonces cuando me siento realmente patético. ¿Qué tendrá? ¿La edad de Laila? ¿8, 9, 10 años? ¿Qué hace aquí una niña de diez años? La observo como si la mirara por primera vez y realmente lo hago, antes solo podía fijarme en que estaba allí ocupando espacio e intentando ser de ayuda. Me dice que ella también conoce a Ben y le cae bien, que espera que se recupere y yo no sé que contestar; aunque no porque no me vengan las palabras sino porque la puerta no amortigua las voces del interior de la habitación.

"Es humano. Su sangre no es compatible contra ésta clase de maldición… no hay muchos registros de humanos que sobrevivan…". Casi de inmediato me echo a llorar, reprimiendo los sonidos que salen de mi garganta cargados de desesperación al llevarme las manos a la boca para cubrirla con toda la fuerza que puedo, como si así pudiera hacerlos desaparecer. Pero al mismo tiempo, esas palabras desencadenan un recuerdo de Allen. Siempre decía que los humanos podrían ser salvados si hubieran magos cerca, pero por desgracia, cada vez que se daba un caso de un licántropo mordiendo a un humano, el licántropo se ejecutaba en el acto. Y cientos de años en el pasado, simplemente se escondía debido al secreto mágico. Pero de toda esa historia solo hay algo que me importa: "no tenían sangre mágica a la mano". Yo tengo sangre mágica.

Y estoy a la mano.

Me levanto e intento abrir la puerta pero esta no cede, así que sin pensarlo dos veces rompo la cerradura y me cuelo en el interior con las manos temblando. La voz que antes creía poder sacar de mi interior con facilidad, se atraganta de repente. El aspecto de Ben es deplorable, es incluso peor que cuando llego a casa apaleado por los del mercado en el que le tuvieron preso dios sabe cuanto. Siempre acaba herido. Siempre acaba sufriendo. Todo esto es mi culpa, debería haberle dejado ir delante. Yo podía frenar a ese lobo a tiempo si me hubiese dado la vuelta y hubiese usado las habilidades mágicas que me niego a usar por miedo a volver a hacerle daño. No importa lo que haga, con magia o sin ella, le hago daño. - Yo-yo puedo salvarlo. - Consigo empujar las palabras fuera de mi, con la voz temblorosa y no estoy seguro si quiera de si con tono lo bastante audible. Pero sigo. - Allen le hizo unos análisis a Ben. Solo por si acaso. Su grupo sanguíneo y el mío son el mismo.
Seth K. Niniadis
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Echo R. Duane
"Nunca he tratado una de esas". No puedo evitar suspirar. Empezamos bien. Pero si creía que eso era lo peor que iba a escuchar esta noche, me equivocaba. Las posibilidades de que Ben salga de esta han caído en picado en cosa de tres segundos y en ese instante ya estoy convencido de que no importa que clase de cosas pueda traer en el menor tiempo posible; nada puede salvarlo. Me llevo las manos a la cabeza intentando no poder del todo los nervios, aprestando mi cabello amenazando con arrancármelo mientras la realidad me golpea de repente. Es un niño, mierda. No estamos hablando de cualquiera. Su padre arriesgó su vida para encontrarle y nosotros no somos capaces de mantenerlo vivo hasta que regrese. - Tiene que haber alguna manera - Presiono, aunque sé que no debería porque eso solo empeorará sus nervios, ya de por sí a flor de piel.

Me giro hacia Ben cuando empieza a toser, cosa que me pone alerta de inmediato. Pienso que ha despertado pero solo es la reacción de su propio cuerpo muriendo por un veneno para el que no está preparado. Casi al mismo tiempo que las indicaciones de Arleth me llegan a los oídos, estoy en la cabecera de la cama, colocando mis manos sobre sus mejillas y girando su cabeza, agarrando cualquier mierda de trapo que pueda utilizar para mantener la sangre lejos de su nariz y boca. - Vamos Ben. Unos juegos. Un incendio. Una persecución y un desierto... que cruzaste dos veces. No puede matarte esto. - Le ruego, aunque sepa que no me escucha de algún modo me hace sentir mejor.

Cuando la cerradura se revienta levanto la mirada furibunda que habría enterrado bajo tierra, si las mirada mataran, al que debió quedarse fuera. Sin embargo, sus palabras suavizan mi expresión. ¿Eso es si quiera posible? ¿Lo que plantea? No estoy seguro de que así sea, así que mi mirada se va directa a Arleth mientras espero su veredicto. Probablemente si se niegue salte de inmediato. Tenemos que probarlo. Si una transfusión tiene una mínima posibilidad de salvarle la vida, deberíamos probarlo. ¿Que le mata? Ya da igual. Se está muriendo de todas formas.
Echo R. Duane
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Arleth L. Ballard
Chequeo esa pierna maltratada, notando como la pomada empieza a curar a duras penas su piel, mientras oigo como Echo se toma el trabajo de consolar a alguien que no puede escucharlo y que, si lo hace, despertará siendo alguien completamente diferente a lo que solía ser. Por un momento contemplo la idea de amputarle la pierna, pero es obvio que a esta altura y del modo que él está reaccionando, el veneno ya ha recorrido básicamente todo su cuerpo, de modo que la opción queda descartada.

El estruendo de la puerta hace que dé un sobresalto en mi lugar y por un momento tengo la horrible sensación de que van a entrar a otro herido, cuando en lugar de eso solo veo al amigo de Ben parado en la puerta. Su sugerencia me hace entornar los ojos, sintiendo la mirada fija de Echo en mí, hasta que me incorporo un poco para estirar mi espalda y dejar de estar encorvada sobre la pierna de Benedict - ¿eres mago? – pregunto de inmediato, y en su rostro puedo ver la respuesta antes de que pueda formularla. No se diga más.

Lo más probable es que no funcione, pero no lo digo, porque es nuestra última opción. A estas alturas no sé cómo tomará el cuerpo de Ben el recibir una sangre extraña y obviamente no humana, pero quizá pueda funcionar. Vuelvo a lavarme las manos con rapidez y les doy la espalda, comenzando a preparar los artefactos que tengo para trabajar sobre el escritorio – siéntate – le ordeno, señalando la silla que se encuentra en el rincón, junto a la cama, con la cabeza – y quítate el cinturón.

No tardo en tomar el cinto y colocárselo alrededor del brazo para ejercer la presión necesaria y, con manos mucho más precisas de lo que esperaba en esta situación, consigo un  tubo de transfusión bastante decente. Me acerco al moreno, inclinándome delante de él, y aprieto su brazo en busca de la aguja - ¿Cómo te llamas? – pregunto en tono suave, mucho más amable que antes – Donar sangre no es una sensación muy linda y necesita bastante, te lo advierto.

La primera aguja traspasa el brazo del chico y me remuevo hasta llegar de nuevo junto a Ben y tantear en busca de una vena en su piel cada vez más pálida. Por suerte, sé que sigue respirando cuando lo conecto a su amigo, consiguiendo que poco a poco la sangre se vaya transfiriendo, tiñendo el tubo de aquel color rojo brillante. No puedo evitar mirar a Echo, casi pidiendo una aprobación o una palabra de aliento, antes de girarme y continuar limpiando aquella herida que, por alguna razón, no parece sanar del todo y se torna eterna.
Arleth L. Ballard
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Seth K. Niniadis
Fugitivo
Paso la vista de uno a otro deteniéndome más veces en Echo que fue el que me echó, por mera inercia no porque crea que va a tomar la decisión él, cosa que ha dejado clara cuando ha girado la cara para verla a ella. Asiento casi de inmediato cuando me pregunta si soy mago y avanzo a pasos torpes y apresurados hacia la silla, dejándome caer en ella. - ¿El...? ah - Me desabrocho la hebilla y luego tiro de él hasta que sale del todo, pareciendo totalmente confuso durante un momento mientras veo para que va a usarlo, porque no se me ocurre nada. De todas formas en ese instante, como si me hubiera dicho que me desvistiera con los dientes, juro por dios que lo habría intentado.

Cuando le veo sacar las agujas desvío la vista hacia otra parte, soltando un suspiro y encontrandome con la cara de Ben, aún tosiendo sangre, cosa que me hace morderme el labio en un intento porque mi dolor supere las ganas de echarme a llora de frustración que me invaden en ese momento. Pruebo a mirar a Echo y luego, por inercia, mis ojos vuelven a Ben. Dios mio. Que diablos le hice. - Seth - Omito mi apellido totalmente a propósito. Dadas las circunstancias probablemente nadie me crea que siendo hijo de la ministra, no he sobornado a Ben para que me digan donde se estaban quedando y luego correr a decírselo a mi madre. Además también me da un poco de miedo que me echen solo porque la odian. Puede que estén desesperados por salvar a Ben pero he visto a adultos hacer estupideces por menos que eso. - Da igual. Se lo debo. Todo esto es culpa mía. Haga lo que tenga que hacer - Sacudo la cabeza por si mis palabras no son suficientemente claras e intento evitar la manera en la que cura aquella atroz herida de la pierna, que probablemente se agravó por mis tirones.

Seth K. Niniadis
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Echo R. Duane
A veces siento a Ben temblando bajo mis manos y temo que empiece a convulsionar. ¿Shock, lo llamó arleth, no? Una vez llegue a ese punto ya no hay vuelta atrás. Me impaciento mientras hago temblar mi pierna de arriba a abajo observando a la rubia tomar una rápida decisión; por suerte una con la que yo estoy de acuerdo. Retiro mi atención del muchacho de pelo negro y bajo mi vista de nuevo hacia Ben, amontonando un trozo de aquel trapo bajo su mejilla para que al presionarla haga un puente que saque la sangre de su boca y además la absorba, usando el otro para asegurarme de limpiar también sus fosas nasales, que se han unido a lo de derramar sangre.  No me pasa desapercibido que Seth omite a propósito su apellido. Tengo que admitir que eso me hace gracia, como si existiera una mínima posibilidad, incluso en esta parte del mundo, que alguien no supiera quien es. - Niniadis - Completo yo, mirando a Arleth con una expresión de "Sí, son problemas".

De todas maneras son problemas que no puedo solucionar ahora, así que me limito a soltar un suspiro y a continuar con mi trabajo. Cuando Arleth termina de trabajar, echo un vistazo a la sangre que emana de un cuerpo, recorre el tubo y se mete en el del otro. Me quedo en silencio esperando malas noticias, alguna convulsión extra que nos deje claro que no ha sido tan buena idea como pensábamos al principio. Pero no sucede nada y aunque no lo parezca, eso es una buena señal. Alzo mi vista hacia Arleth y esbozo una sonrisa muy sutil como sustituto tácito de un "lo estás haciendo bien" llevando mi vista casi de inmediato hacia Ava, quien ha acabado dando pasos leves hasta colarse también dentro. - Ava, ve arriba. No deberías estar aquí - Suavizo la voz todo lo que puedo, porque lo que menos me apetece es que se eche a llorar y, durante casi un minuto, no estoy seguro de haber conseguido lo que quería porque parece que va a llorar en cualquier momento. - Tu mamá hará que se ponga bien y aquí nos estorbas ¿de acuerdo? ve, arriba - Esta vez pasa mi vista de mi hacia Seth y luego hacia su madre como pidiendo una segunda opinión, pero acaba dando la vuelta y dejando resonar escandalosamente sus pasos hacia arriba, como si así fuera su manera de decirnos que ha hecho caso.
Echo R. Duane
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Arleth L. Ballard
Seth Niniadis. Ahora entiendo por qué me resultaba conocido. De seguro era el niño de las revistas que Sophia y Eowyn nos habían entregado para darnos a entender que Ben estaba vivo, pero fuera de eso, sé que eliminé el modo en el que luce de mi memoria porque no le presté mucha atención a un adolescente que vi una sola vez en una revista. No estuve al tanto de las noticias excepto de las que me contaban y, obviamente, eso no incluía el rostro del moreno que ahora mismo le está entregando al niño Franco su única posibilidad de sobrevivir. Recibo la mirada significativa de Echo y le respondo con un bufido, pero no soy capaz de decir nada. No es momento para ponerme a cuestionarle qué está haciendo aquí cuando es el único que está presente para ayudar a Ben, y dudo que me dé tiempo a averiguar el tipo de sangre de todos los del catorce antes de que se termine desangrando de nuevo.

Cuando Ava ingresa a la habitación, levanto mis ojos de la herida que intento sanar hasta encontrarme con su rostro cargado de obvia preocupación, pero antes de poder decir algo, Echo se está haciendo cargo de la situación. Le dedico una sonrisa que intenta ser tranquilizadora para que le haga caso, aunque dudo mucho brindarle una buena imagen con mi suéter y mi pijama manchados de sangre ajena, hasta que por fin se marcha. Eso hace que suspire con calma y regrese a mi trabajo.

Por alguna razón agradezco el silencio mientras acabo con la mordida y me concentro en vendarla para evitar cualquier tipo de infección. Al acabar con ello, chequeo el pulso de Ben, el cual parece comenzar a reducir poco a poco para retomar un ritmo casi normal, demostrando que su cuerpo, de momento, se está tomando bien el tratamiento. Poco a poco, su tos se detiene y lo noto casi relajarse en su inconsciencia, con su cabeza cayendo contra el brazo de Echo - ¿Podrías…? – pregunto en voz baja, aunque creo que queda obvio que le estoy pidiendo que lo acomode mejor en la almohada.

Arrojo los materiales sucios y no reciclables a la basura antes de sentarme en el borde de la cama, limpiando con mucha más calma los rasguños que decoran su piel blanca. ¿Cómo será para él sobrevivir y notar las cicatrices que llevará de por vida? Y si lo hace… ¿Podrá soportar una transformación? Es un niño, no es humano, y su cuerpo está siendo engañado. En algún punto alzo los ojos hacia el tubo que comparte la sangre de Niniadis a su brazo, cosa que me hace sonreírle casi forzada y débilmente a Echo – Creo que está estable. Por ahora. Tendremos que mantenerlo vigilado por cualquier reacción que pueda llegar a tener. Quizá en algún punto, su corazón no lo soporte. O quizá sí – me muerdo un poco el labio inferior antes de tirar otro algodón sucio a la basura – Ahora depende de él y de cuanto resista.
Arleth L. Ballard
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Seth K. Niniadis
Fugitivo
Me tenso de inmediato al escuchar mi apellido de boca de uno de ellos e intento mirar al suelo fijamente como si quedarme totalmente estático me hiciera invisible. Pero finalmente no pasa nada. Finalmente solo intercambian una mirada y ya así que me limito a tragar saliva y a suponer que eso es una buena señal. Apenas he sentido el pinchazo de mi brazo, luego nada, simplemente vi salir la sangre de mi cuerpo y desplazarse por aquel tubo hasta donde estaba Ben tan lejos y tan cerca al mismo tiempo. Espero un milagro, espero que se despierte y me diga que ya está, que podemos seguir con nuestras vidas, pero si mejora algo, aunque sea lo más mínimo: yo no lo noto. Más de una vez me encuentro a mi mismo intentando leer su mente, captar aunque sea un solo pensamiento de dolor o desesperación o soledad, no sé que puedo encontrarme en una mente inconsciente, pero es solo silencio. Es como si se hubiese puesto en off. ¿Ya no se muere, verdad?

Me voy cansando entre más tiempo pasa, las palabras de Echo a pesar de la cercanía, me suenan a kilómetros de distancia cuando obliga marchar a la niña que ahora sé que se llama Ava. Muevo los dedos de la mano que no tengo inmóvil por la vía para despedirme de ella, pero no estoy seguro de moverlos lo bastante como para que los vea. De vez en cuando se me desenfoca la vista y hace rato que estoy en la misma postura, centrándome en respirar, en mantener los ojos abiertos (que es todo un esfuerzo) y en escuchar las palabras de mi alrededor. Arleth me confunde en ese instante, suena optimista y pesimista al mismo tiempo. ¿Cómo va a depender de Ben todo lo que esta pasando? Mi cabeza es incapaz de procesarlo en ese momento.

Ni siquiera recuerdo cuando pierdo la batalla contra mis ojos o de cuanto rato tardo en perder el equilibrio sobre la silla, pero es como si alguien hubiese golpeado mi cabeza con tal fuerza que primero, era consciente a medias del mundo que me rodaba y de repente, me estaba precipitando hacia el suelo completamente inconsciente.
Seth K. Niniadis
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Echo R. Duane
Diría que es fácil olvidarse de que Seth está sentado a mi izquierda debido a lo callado que está, pero no puedo evitar en pensar todo lo raro y todos los problemas que debe traer a sus espaldas. Si Ben le ha traído a este sitio (porque dudo mucho que haya pasado de otra forma) es porque confía en él. Quiero saber por qué. Aparco esos pensamientos momentáneamente cuando la voz de Arleth me inunda los oídos y paso mi vista de ella a la cama, asintiendo de inmediato. Ni siquiera había notado el peso extra de Ben sobre mi brazo y probablemente no lo habría notado si no me lo hubiera dicho. Me levanto de la cama y lo acomodo sobre la almohada, intentando quitar a caricias con la mano las escandalosas manchas de sangre. Es un acto totalmente reflejo que no tiene un fin específico. - Eso está bien. Es más de lo que teníamos hace 10 minutos. Lo has hecho bien. - La densidad de la habitación, cargada de nervios y estrés, ha desaparecido a nuestro alrededor. Tal es el alivio que un suspiro sale de mis labios.

Voy a llevar mi mano hacia la suya como apoyo cuando Seth se desploma sobre el asiento. Su cabeza choca primero contra mi costado y luego se resbala amenazando con estrellarse contra el suelo. Lo agarro de la camisa antes de que su cabeza sobrepase la altura de la cama y luego suelto un suspiro cansado. - ¿Cuántos días crees que llevarían sin comer? - Es una pregunta retórica, nosotros hemos estado en su lugar, sabemos cuantos días habrán tenido que renunciar a llevarse algo a la boca en un desierto donde no crece nada y donde prácticamente nada aguanta.

Tiro de él para levantarlo teniendo al principio bastantes problemas entre los cables y su largirucho cuerpo. Finalmente dejo que sea Arleth la que haga en la cama el suficiente espacio como para que pueda ponerlo de lado al principio, extender la cama con un hechizo y luego dejar espacio en ella para los dos. - No puede quedarse solo y si te hace falta más sangre y sigue dormido, lo tienes a mano - Aunque no hace falta esa excusa. Tampoco hay habitaciones de sobra en este lugar y hay una cosa que he descubierto y es que si quiero que Seth no se meta en líos, dejarlo junto a Ben será la mejor opción. Empiezo a revisar sus bolsillos, sacando de ellos todo lo que encuentro, envoltorios de galletas, comidas aplastadas, un chicle en un pañuelo, un manojo de llaves y una varita. - ¿Para que crees que querrá llaves? - No soy un experto, pero al menos una de ellas pertenece a un vehículo que, según yo, probablemente hayan robado.

No noto nada más en los bolsillos así que meto sus cosas a los míos. - ¿Quieres que mande a alguien? Necesitarás ayuda y no sé si Cale tendrá suficientes manos.
Echo R. Duane
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Arleth L. Ballard
No creo merecerme esa felicitación. Creo que no hubiese llegado a mucho si no fuera porque Seth estaba a mano y tuvo la decencia y rapidez de escuchar a escondidas y decirnos lo de su tipo de sangre. O no habría sido igual si él no hubiese estado ahí para traerlo, cuidarlo y evitar que se ahogue. Puede que quizá Ben no se esté muriendo, pero no puedo darme todo el mérito por ello. Lo dejo bien en claro cuando alzo mis ojos para buscar los de Duane en la poca luz de la habitación, oyendo la respiración pesada del niño Franco – No lo hice sola – refuto nomas. Él sabe de qué estoy hablando, estoy segura.

El estruendo que hace Seth al caerse  hace que casi se me patine el nuevo algodón de los dedos, pero por suerte Echo ya se está haciendo cargo de él. Tengo que dejar lo que estoy haciendo para ayudarlo, quitándole el tubo del camino para que tenga vía libre de recostarlo, y me cruzo de brazos para ver cómo le revisa los bolsillos - ¿Lo dices por su estado deplorable, por donde nos encontramos o porque se ha ido de boca al suelo? – pregunto con sarcasmo, algo que no esperaba usar justo ahora, por lo que sacudo la cabeza – Pudieron escaparse de Billy. Si tuvieron fuerzas para llegar, quizá solo unos días.

Me acerco un poco para ver qué es lo que saca de sus bolsillos y le quito las llaves por inercia, echándoles un vistazo de cerca antes de devolvérselas. Esa es toda mi respuesta porque la verdad, tampoco me interesa demasiado ahora mismo – Su abuelo está en camino. Dudo mucho que se aleje de su lado en cuanto lo vea – lo ha esperado durante meses. Puede que sea viejo, pero estoy segura de que si tiene que moverse para cuidar de su nieto él solo, él lo va a hacer sin mirarme a mí, a Echo o a Cale - ¿Qué haremos con él?

Mi pregunta se transforma en un susurro aunque no pueda oírnos, para señalar con la cabeza al inconsciente Seth. Mis ojos se abren de par en par en un gesto significativo y me alejo un poco para chequear las heridas ya limpias de Ben, analizando que todo esté terminado – Tendremos que hablarlo en el consejo. Ben no es idiota, no habría traído a un Niniadis si eso fuese un peligro, pero tampoco podemos fiarnos de sus intenciones por completo. Sigue siendo un extraño, como todos los que llegaron antes – y que fueron sometidos a interrogatorios. Acabo mordiendo el interior de mi mejilla y alzo mis ojos a Echo una vez más; hay un detalle que estamos olvidando y creo que es el más complicado de todos – Echo… ¿Qué diablos vamos a hacer con un lobo adolescente en el catorce?
Arleth L. Ballard
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Echo R. Duane
Veo algo reluciendo en su cuello y saco la cadena. Me sorprende ver dos dijes con nombres que no le pertenecen. No conozco a Seth más que de lo que he leído en las revistas que ojeo por encima cuando puedo antes de que Eowyn las robe, por si viene algo digno de mencionar; además las estaba usando para buscar fotografías de Ben o itinerarios que pudieran hacernos encontrar una manera de sacarle de allí. Ahora no hará falta. Pero alguien tendrá que salir por prensa pronto, ya vamos atrasados de noticias por lo general, pero ahora es más importante que nunca saber lo que pasa y lo que está planeando la artífice de todo esto. Cuando escucho la voz de Arleth alzo mi vista hacia ella y encontrarme con su rostro y el tono con el que esas palabras salen de su boca, me recuerda a la chica que era hace años, cuando éramos jóvenes, cuando el mundo era otro y cuando estaba enamorado de ella. No puedo evitar esa sensación de nostalgia en el pecho que aparqué durante décadas cuando me dijo que se casaba con Iago, una persona a la que no podía odiar por robármela porque sabía que era mejor persona para ella de lo que yo sería jamás. Pero ahora ya no está. - Sin ti no habríamos podido hacerlo. Créeme. - Me acerco a ella y pongo mi mano sobre su mejilla, la deslizo luego a la nuca y la acerco contra mi cuerpo, abrazándola con suavidad. - No pienses ni por un solo segundo que podría haber hecho algo de esto sin ti - Susurro en su oído luego de depositar un beso en su mejilla y mecerla como si fuera un bebé y eso valiera para consolarla. Y ya no me refiero solo a lo de salvar a Ben, pero no lo digo en voz alta.

Suelto un suspiro ahogando una risa ante su tono sarcástico y me separo cuando su pregunta me plantea un problema. Me paso los dedos por los ojos en un gesto cansado y sacudo la cabeza a modo de negativa que deja clara mi respuesta antes, incluso, de que abra la boca. ¿Qué vamos a hacer con Seth? - No lo sé. ¿Lo mismo que hacemos con todos? - Respondo y de verdad no tengo ni la menor idea. Siempre los dejamos en el distrito una temporada y luego evaluamos si pueden o no pueden adaptarse. Hasta el momento no nos ha llegado nadie que no se adapte, excepto Stephanie Black y no porque no pueda adaptarse, sino porque no nos fiamos de ella. - No podemos ignorar que le protegió con su vida allí fuera y que le salvó aquí. Son amigos. Además Ben no es idiota. Piénsalo bien. ¿Quien en su sano juicio se cruzaría un desierto con un rebelde al que ha forzado a llevar a donde viven los demás? - Resulta inverosímil que sea una estrategia para encontrarnos, porque de ser así, Ben no les habría traído aquí. Sé que tiene 15 años solo, y que es un bebé aún para algunas cosas, pero también sé que protegería este sitio a costa de su vida porque aquí está su familia.

La pregunta sobre el lobo es la más difícil de contestar, aunque al mismo tiempo estoy seguro de que prefiero lidiar con un lobo a con Ben muerto. - Teniendo en cuenta que hasta hace poco íbamos a enfrentarnos a su cadáver, creo que lo superaremos - Ya hicimos frente a un licántropo de todas maneras y hemos sobrevivido durante meses; la ventaja de la licantropía es que solo puede sernos mortal una vez al mes. El resto, solo son los días que preceden a la luna llena donde tiene los sentidos más sensibles y los días posteriores, donde se quedan hechos mierda. - Vennet y Sebastian deben buscar otra zona a la que alejarles. Esta vez Billy estaba demasiado cerca, aunque no sé si porque los seguía o porque no se alejó bastante antes de anochecer - Cuando hablo de "los seguía" miro al par de adolescentes en la cama. Ambos con un aspecto terrible. Ha sido una noche larga. Al pensar en Vennet y Sebastian tardo un poco en recordar que les dejé encargados del licántropo. El bullicio ha desaparecido en algún momento entre que me desentendí de él y todo terminó. Me acerco a la ventana para echar un vistazo al exterior, pero todo parece bastante tranquilo así que deduzco que o los han matado a todos y somos los siguientes, o definitivamente controlaron la situación.
Echo R. Duane
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Arleth L. Ballard
Ese consuelo tan familiar me arrebata una sonrisa que no debería estar dejando salir en un momento como éste, pero que me es imposible contener al verme abrazada entre sus brazos, esos que no tienden a dar esta clase de muestras de afecto. Dejo caer mi cabeza contra su pecho y apoyo sobre el mismo mis manos, dibujando figuras sin sentido con los dedos mientras mis ojos observan como los niños parecen descansar de una buena vez. Ambos respiran con calma, lo que me indica que de momento no hay ningún problema. Me dejo consolar, cerrando mis ojos en aquel lugar donde estoy tan calentita, hasta que se separa de mí, haciéndome efectuar una sonrisa ladina – Supongo que tienes razón. Pero no podemos dejar de hablarlo con los demás – además, como si fuese posible ocultar al mundo que un Niniadis está en el catorce. De una forma u otra, el resto de nuestros compañeros sabrán de quien se trata, sin contar que dudo mucho que su madre no lo esté buscando. Y mejor que no lo encuentre, porque no solo nos encontraría a nosotros, sino a Stephanie y Kendric Black.

- Solo espero que no sean lobos más hormonales… - acoto simplemente ante sus planes de nuevas rutas para nuestros licántropos. Me tomo el lujo de acercarme a la cama y peinar con sumo cuidado el flequillo despeinado y excesivamente largo de Ben, quitándolo de su sudorosa frente. Su cuerpo está a una temperatura elevada, pero nada de qué preocuparse de momento; en muchas teorías, bien podría tratarse de su organismo siendo transformado en algo completamente nuevo. Las primeras luces del amanecer no tardan en aparecer por la ventana, casi en respuesta a nuestras preguntas, por lo que suspiro y levanto la vista a Echo – Con un poco de suerte, lo alejaron del puente y Billy podrá transformarse en el bosque. No pienso ser quien le avise de lo que ha hecho – aseguro, arrugando un poco el entrecejo. No lo conozco mucho, pero dudo que le haga gracia el saber que ha mordido a un niño en su estado de inconsciencia lobuna.

Los siguientes eternos minutos los paso en silencio, chequeando a los pacientes y mojando sus frentes con paños húmedos, con intenciones de que se mantengan hidratados. Tras tomar el pulso de ambos niños, procedo a empezar a quitarles los tubos con sumo cuidado; creo que de momento, ha sido suficiente. Limpio las marcas de las agujas y proceso a quitarle los restos de ropa mugrosa y ensangrentada a Ben, hasta que consigo taparlos con la sábana más delgada - ¿Crees poder quedarte con Seth en tu casa a partir de mañana?
Arleth L. Ballard
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Echo R. Duane
Se me escapa una carcajada cuando menciona las hormonas y de no ser porque hay dos personas durmiendo en la habitación, ni siquiera me habría molestado en ahogarla. - Con las hormonas de Eowyn tenemos bastante en este sitio - Por suerte Sophia y Cale son bastante normales en ese aspecto. Pensar en ellos me hace darme cuenta de que nuestra población de adolescentes acaba de duplicarse de repente. Muevo la cabeza como si asintiera, pero solo asiento porque la oigo hablar de Billy. Suelto un suspiro, tampoco quiero ser yo quien se lo diga pero ¿Sabéis cual es el problema? que va a saberlo. Puede que no hoy, puede que no mañana, pero acabará escapándosele a alguien en algún momento. Esto es un suceso que no podemos ocultar, casi afecta la integridad de todo el distrito. - No podemos controlar el tráfico de información en este sitio. Solo espero que lo sepa por una persona con tacto. - Y eso, evidentemente, me descarga como uno de los que deberían intentar ponerle al día. - Lo sospechará cuanto menos si cambiamos la zona a donde debe dirigirse todos los meses... tsk - Me vuelvo a pasar la mano por el cabello, aprovechando para masajear un poco mi aturdido cerebro. Demasiadas cosas que arreglar en menos de 30 días. Demasiados problemas de repente.

Me centro en sus movimientos mientras acaricia la mente de Ben y hago una mueca no muy convencido de que vivir conmigo sea lo mejor, pero también sabiendo que meterlo en nuestras celdas tampoco. Stephanie sigue ahí y a estas alturas, ya es casi como su territorio. - A mi no me importa. Pero visto lo visto creo que pasará más tiempo aquí que conmigo. - Me cruzo de brazos apoyando la espalda contra la pared, observando por igual a uno y a otro tendido en la cama. No se me ocurre ninguna escena en la cual, un amo y un esclavo puedan acabar siendo amigos hasta el nivel de salvar la vida del otro. - Será bueno no perderle de vista. Y aquí te puede ser útil. Al menos por el día. - Cuando la luz se hace cada vez más fuerte en el interior de la habitación, doy por sentado que volver a dormir lo que queda de noche no es una opción. Tengo cosas pendientes, será una buena manera de ponerlas al día antes de que la noche vuelva. - ¿Te traigo comida más tarde? - Pongo de nuevo el peso de mi cuerpo en ambos pies y me acerco a la cama, pasando mi mano por encima para golpearla suavemente con mis dedos en el brazo llamando su atención. - Escríbeme una lista de lo que has gastado e intentaré que los recolectores lo repongan lo más rápido posible. Y de lo que te haga falta también
Echo R. Duane
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Arleth L. Ballard
Quizá, al fin de cuentas, no voy a tener otra opción que decírselo yo; Echo jamás podría manejar la situación con mucha delicadeza que digamos y quizá Louis lo sienta un poquito más personal, aunque dudo mucho que el anciano no comprenda la verdadera naturaleza de sus acciones. Pobre Billy. Y ahora, pobre Ben. Vamos a tener que considerar aumentar la seguridad si ahora vamos a tener dos hombres lobo dando vueltas por el bosque una vez al mes, sea o no lejos. Un accidente puede pasar más de una vez, peor ahora que las posibilidades se han multiplicado.

Supongo que tiene razón. Algo me dice que alejar a Seth de Ben va a ser casi imposible, luego de notar su actitud para con su amigo esta noche. Acabo aceptándolo con un suspiro y un movimiento indefinido de la cabeza, apartando con cuidado mi mano de la frente del niño para acomodar las sábanas, dejándolos un poquito mas a salvo del frío que han estado absorbiendo afuera. En cuanto se mejoren, lo mejor que podrían hacer es calentar algo de agua para limpiarse. Echo me saca de mis pensamientos ante su pregunta y tengo que mirarlo unos segundos algo ida hasta que conecto dos neuronas - Lo que sea que encuentres está bien... - murmuro. En un rato mi estómago va a empezar a quejarse, así que se lo agradezco.

Hago un amague a irme hacia la silla en cuanto menciona lo de la lista, así que, antes de que me olvide, me pongo de pie para ir hacia el escritorio. Tanteo y revuelvo hasta sacar un pedazo de papel sin usar y tomo un lápiz, iniciando con las agujas que necesito reponer, vendas, tubos y algodón - Dudo que encuentres todo - admito, empezando con la lista de hierbas que he utilizado para la pomada - Si no te alejas demasiado, deberías llevarte a alguna de las niñas. Me han ayudado, así que reconocen bien los ingredientes - parto el papel para hacerlo más pequeño y que solo contenga ahí donde yo he escrito, y se lo tiendo - No tienes idea de lo mucho que agradezco que estés aquí, Echo.
Arleth L. Ballard
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Echo R. Duane
Mi mente no para de trabajar en una explicación para Billy. Ya sabía que esto iba a ser un problema el día de la entrevista y ciertamente hemos resistido bastante a sus ataques los últimos meses. Nunca se había acercado tanto como ahora y probablemente nunca lo hubiese hecho si Ben y Seth no hubieran aparecido justo la noche de luna llena. Mi cabeza amenaza con explotar así que mientras el silencio se cierne en la habitación me llevo las manos a la cara para masajear las sienes suavemente. Esto es demasiado trabajo, a penas estamos consiguiendo sobrevivir al invierno y aún tiene pinta de extenderse un poco más.

Pierdo la concentración cuando un suspiro de Arleth me hace abrir los ojos. Sus manos vagan maternalmente sobre el niño pequeño que Ben ya no es y otro suspiro se me escapa. Esas eran las clases de cosas que me hacían obsérvala durante horas en el pasado y para mi desgracia, eso también me recuerda, que solo observar fué lo que me hizo perderla. Pero ya no tengo tiempo para esta cosas. Ya es demasiado tarde. - Es igual. Hay que intentarlo, tenemos cada vez menos provisiones y el invierno se está alargando. - Cuando respondo a sus palabras pensaba que me estaría pidiendo materiales que requerían un viaje a Neopanem, pero al ver la lista esbozó media sonrisa. - ¿Puede ser Sophia? - Preguntó con un tono que casi parece que le estoy pidiendo permiso. - Es más soportable que Eowyn y no, no me estoy quejando. Lo juro. - Hago referencia a uno de mis ataques de histeria nocturnos cuando he ido directamente a quejarme sobre Eowyn y sus manías absurdas, que, según Arleth, eran cosas típicas de los adolescentes. Aunque siendo realistas, sí que me estoy quejando. Un poquito al menos. - Esto de cuidar niños se me da como el culo - Y con niños ya no solo me refiero a Kendrick. Aunque si analizar la persona que era, con la persona que soy ahora, sé que esos niños que tanto me molestan, de alguna forma me han hecho cambiar.

Juego con el papel de forma inconsciente cuando me agradece algo que no debería agradecerme y niego con la cabeza. Soy incapaz de mirarla por un segundo, por esas veces que las cosas te superan y necesitas un instante para continuar con las apariencias. Con el paso de los años debería haber sido más fácil fingir que esas cosas no me afectan, que palabras como esas viniendo de su boca realmente me dan lo mismo, pero no, solo lo hizo más difícil y más difícil, especialmente cuando tenía que verla siendo feliz con otra persona que se la merecía mucho más que yo. - Es bueno saberlo, porque yo te he arrastrado a esto y siempre me he preguntado si alguna vez te has planteado regresar el tiempo y no abrirme tu puerta en el tres la noche en la que la toqué -
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Arleth L. Ballard
Que pregunte si puede llevarse a Sophia hace que reprima una sonrisa; sé que Eowyn no es fácil de tratar, pero veo más esos pequeños problemas entre adolescentes que en gente adulta poniéndose a la altura de una niña de quince años. Intento no reírme de él y solamente asiento, dándole mi permiso para que haga uso de niña Dawson, quien además creo que es un poco más responsable y podría ser de mayor utilidad. Al menos, creo que ella no se distraería tan fácil como Eowyn.

Un suspiro se escapa de mi boca cuando habla de aquella noche, cuando tuvimos que salir corriendo porque todo parecía irse al carajo en segundos. Él necesitaba de mi ayuda, yo necesitaba esconder a mis hijos de un gobierno cuyos ideales nos volverían locos, en especial si supieran todos los trabajos que he hecho para los Black. Mordisqueo mi labio inferior y alzo uno de mis hombros en un intento de que no piense más en ello, para fingir que chequeo una última vez a Seth Niniadis – Podríamos estar peor. Nunca lo sabremos – aseguro. Y es verdad.

Creo que ambos están estables, al menos por ahora. Probablemente Ben necesite más cuidados, pero todavía parece mantenerse bien, al menos que su corazón nos traicione. Me alejo de la cama, parpadeando ante la luz cada vez más fuerte que ingresa por la ventana, y tengo que frotarme los ojos en un intento de mantenerme despierta – creo que voy a chequear a Ava… - susurro, dándole una palmada en el brazo al acercarme a la puerta – con suerte, se ha dormido, aunque dudo que haya pegado un ojo con todo lo que estaba pasando…

Solo me detengo al llegar al marco de la puerta, echándole un último vistazo a los niños antes de dirigirme a Echo - ¿alguna vez vamos a volver a estar tranquilos? – pregunto, casi en una queja, antes de sacudir la cabeza y marcharme.
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Echo R. Duane
"Podríamos estar peor". No puedo evitar hacer un balance mental acerca de esas palabras, las carencias que tenemos en el 14 donde hay más bocas que alimentar que comida; lo vulnerable que somos como distrito si llegamos a ser el blanco de los ataques del nuevo gobierno y... definitivamente creo que solo lo dice por decir. Yo probablemente estuviera muerto pero ella podría haber pasado desapercibida. Es lo bastante lista como para eso. Acabo sacudiendo la cabeza para no pensar en ello de todas maneras asintiendo cuando menciona a Ava. Esbozo una sonrisa como respuesta al leve golpe que me da en el brazo pasando mis dedos por los ojos antes de escuchar su última pregunta. - Podemos estar agradecidos de seguir vivos. Visto lo visto, eso es casi un lujo. - Es mi respuesta, aunque tres segundos después de decir eso, me arrepiento sabiendo que lo que quería era que le mintiera.

Pero cualquier inicio de conversación nueva se ve interrumpida por la llegada de Louis. Hago un gesto a Arleth para decirle que yo me encargo de ponerle al día mientras la veo desaparecer escaleras arriba. Después utilizo toda la suavidad de la que dispongo para explicarle al anciano lo que ha pasado sin darle más sustos de los necesarios y por ende, saltándome la mitad de la historia (como la parte donde casi se muere). - Va a tener que descansar. El chico que está a su lado... son amigos, creo. Si no hubiese estado aquí, habría podido ser peor. - Le compaño al interior de la habitación y dejo la silla junto a la cama al lado de Ben y después de obligarlo a prometerme que le pasará el relevo a alguien si se cansa demasiado, me marcho de allí.
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