VERANO de 247521 de Junio — 20 de Septiembre
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Tras años de represión y batallas libradas, hoy son los magos los que caminan en las calles más pulcras del Capitolio. Bajo un régimen que condena a los muggles y a los traidores a la persecución, una nueva era se agita a la vuelta de la esquina. La igualdad es un mito, los gritos de justicia se ven asfixiados.
Existen aquellos que quieren dar vuelta el tablero, otros que buscan sembrar la paz entre razas y magos dispuestos a lo que sea para conservar el poder que por mucho tiempo se les ha negado. La guerra ha llegado a cada uno de los distritos.
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La gota de sudor se me patina por la nuca y me la limpio con uno de esos pañuelos delgados y refinados que ahora llevo para todas partes, incluso cuando los encuentro desagradables, mientras que soy guiado hacia los jardines de la casa de gobierno, donde mi "querida" prima me debe estar esperando. He estado evitando su presencia estos últimos días y algo me dice que ella estuvo haciendo lo mismo, probablemente porque no soporta mis miradas de desaprobación y reproche, mientras que por mi lado, estoy evitando por todos los medios iniciar una discusión. Entre los últimos eventos que incluyen injusticias al por mayor y su hijo borracho porque mi hija lo dejó, no creo que Jamie sea mi persona favorita en el mundo para compartir el tiempo. Pero no podemos ignorarnos por siempre.... la familia es la familia, ¿no?
El camino de fina piedra blanca me guía hacia el rosedal, cuyo perfume hace que me cubra la nariz para no sentir que me metieron un desodorante de ambiente en las fosas nasales. Esta vida nunca ha sido para mí, y eso quedó en claro cuando mi único papel en la "super rebelión" de mi familia fue cuidar de mis sobrinos mientras manejaba un simple bar. Detesto las reuniones, los lujos y las fiestas, pero Jamie me necesita, Seth me necesita y Audrey merece una vida cargada de seguridad. Básicamente, no puedo rechazar lo que se me ha dado.
Cuando me dejan a solas, busco con la mirada alguna señal de la cabeza colorada que tantos dolores mentales me ha causado, y finalmente la encuentro cerca de una de las fuentes que decoran el lugar. A ésta no la han destruído ni modificado como a otras, esas que tenían logos y memorias de los Black grabados en piedra, de modo que todavía luce su mármol brillante y antiguo, el cual se lleva toda mi atención mientras me acerco y pongo una mano en su hombro suavemente - ¿querías verme? - pregunto con suavidad, aunque mis ojos siguen clavados en el agua , la cual refleja a dos personas que me recuerdan a ciertos individuos que alguna vez creí conoce.
El camino de fina piedra blanca me guía hacia el rosedal, cuyo perfume hace que me cubra la nariz para no sentir que me metieron un desodorante de ambiente en las fosas nasales. Esta vida nunca ha sido para mí, y eso quedó en claro cuando mi único papel en la "super rebelión" de mi familia fue cuidar de mis sobrinos mientras manejaba un simple bar. Detesto las reuniones, los lujos y las fiestas, pero Jamie me necesita, Seth me necesita y Audrey merece una vida cargada de seguridad. Básicamente, no puedo rechazar lo que se me ha dado.
Cuando me dejan a solas, busco con la mirada alguna señal de la cabeza colorada que tantos dolores mentales me ha causado, y finalmente la encuentro cerca de una de las fuentes que decoran el lugar. A ésta no la han destruído ni modificado como a otras, esas que tenían logos y memorias de los Black grabados en piedra, de modo que todavía luce su mármol brillante y antiguo, el cual se lleva toda mi atención mientras me acerco y pongo una mano en su hombro suavemente - ¿querías verme? - pregunto con suavidad, aunque mis ojos siguen clavados en el agua , la cual refleja a dos personas que me recuerdan a ciertos individuos que alguna vez creí conoce.
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Ya han pasado varias semanas desde que mi hijo tiene 16 años y eso me golpea de dos formas; por lo que pasó, que me es bastante molesto todavía, y porque cuando lo pensé detenidamente me he dado cuenta de que me he hecho mayor, pese a que nunca modifico mi aspecto. Tengo el mismo que hace 16 años cuando nacieron mis hijos, y me congelé porque no quería que me vieran cambiar, no quería que vieran a otra persona, no quería pasar miles de meses sin verles para que luego no supieran quien soy. Ahora eso ha pasado, pero no como yo esperaba. Seth es otra persona. Seth ya no es el chico pequeño que se caía siempre en el último escalón, o que me pedía libros más grandes que él para leer, o que se los leyera yo por las noches; no es el niño que me preguntaba con voz quebrada si podía venir conmigo cuando me marché la primera vez, ni el que me reclamaba no haber ido a verle después de que se lo había prometido y algo me lo había impedido.
Ahora es independiente, auto-suficiente, no me necesita y no pierde la oportunidad para recordármelo. Lo de Audrey ha sido la gota que colmó el vaso. Ya sé que no se relaciona con nadie más, que lo tenía ya bastante difícil mientras estábamos en el once y ahora está rodeado de gente pero sólo al mismo tiempo. ¡¿Pero tenía que ser ella de entre todas las chicas que hay?! Estoy al borde del colapso nervioso. Intento hablar con él, pero pasa de mi, y de vez en cuando lo encuentro por los pasillos escondido en las esquinas mirando hacia la habitación de esa chica. No puedo decirle la verdad. No puedo gritarle a los cuatro vientos que es su hermana y que... dios.
Es por eso que se me ocurre la idea de mandarle a vivir sólo una temporada, lejos de esta casa. Allí tiene cerca más gente, estará más a mano de chicos de su edad y quizá así se le pase el encaprichamiento repentino que tiene. En medio de mis labores de madre, de madre sustituta de Laila, de jefa de un país, se me acumula el trabajo y apenas tengo tiempo para todo. Eso me ayuda bastante a esquivar a Sean porque no sé que decirle para que entienda el motivo de que lo sucedido con George se haya resuelto de esa manera. Pero no puedo esquivarlo toda la vida. Le necesito, él lo sabe; pero aún así, aplazo ésto hasta que no da más de si. Envío un aviso y le espero en los jardines, sentada con las piernas cruzadas en el borde de la fuente y golpeando el mármol con mis dedos reiteradas veces. Mientras espero, recuerdo todas las tareas que tengo pendientes y me siento culpable por estar resolviendo problemas personales en horas de trabajo. Ese pensamiento se difumina cuando escucho su voz. Me sorprendo un poco porque no le oí llegar. - Sí. Siéntate. - Su indiferencia me abruma. Él nunca se enfadó durante todo estos años mientras tuvo que cuidar de nuestros hijos.
"Nuestros".
Me paso una mano por la mejilla, pensando en la posibilidad de que contarle la verdad sea necesario si lo de Audrey y Seth no se queda como está, lo cual hace que el corazón se me acelere. No he guardado un secreto tantos años para que un estúpido amorío de adolescentes me obligue a revelarlo. - Sé que estás molesto. Sé que fue arbitrario. Pero no te puedes pasar el resto de tu vida esquivándome cada vez que tome una decisión con la que no estás de acuerdo - Meto las manos entre mis piernas y no le observo hasta que acabo la frase. Intento ser implacable, pero con él no puedo. Él es mi punto débil. Mi otro punto débil. Acabo suspirando ligeramente cansada. - Viste lo que hizo. Estabas ahí. ¿Que hago? Ese hombre mató a Jared, Sean, y él le ayudó a escapar
Ahora es independiente, auto-suficiente, no me necesita y no pierde la oportunidad para recordármelo. Lo de Audrey ha sido la gota que colmó el vaso. Ya sé que no se relaciona con nadie más, que lo tenía ya bastante difícil mientras estábamos en el once y ahora está rodeado de gente pero sólo al mismo tiempo. ¡¿Pero tenía que ser ella de entre todas las chicas que hay?! Estoy al borde del colapso nervioso. Intento hablar con él, pero pasa de mi, y de vez en cuando lo encuentro por los pasillos escondido en las esquinas mirando hacia la habitación de esa chica. No puedo decirle la verdad. No puedo gritarle a los cuatro vientos que es su hermana y que... dios.
Es por eso que se me ocurre la idea de mandarle a vivir sólo una temporada, lejos de esta casa. Allí tiene cerca más gente, estará más a mano de chicos de su edad y quizá así se le pase el encaprichamiento repentino que tiene. En medio de mis labores de madre, de madre sustituta de Laila, de jefa de un país, se me acumula el trabajo y apenas tengo tiempo para todo. Eso me ayuda bastante a esquivar a Sean porque no sé que decirle para que entienda el motivo de que lo sucedido con George se haya resuelto de esa manera. Pero no puedo esquivarlo toda la vida. Le necesito, él lo sabe; pero aún así, aplazo ésto hasta que no da más de si. Envío un aviso y le espero en los jardines, sentada con las piernas cruzadas en el borde de la fuente y golpeando el mármol con mis dedos reiteradas veces. Mientras espero, recuerdo todas las tareas que tengo pendientes y me siento culpable por estar resolviendo problemas personales en horas de trabajo. Ese pensamiento se difumina cuando escucho su voz. Me sorprendo un poco porque no le oí llegar. - Sí. Siéntate. - Su indiferencia me abruma. Él nunca se enfadó durante todo estos años mientras tuvo que cuidar de nuestros hijos.
"Nuestros".
Me paso una mano por la mejilla, pensando en la posibilidad de que contarle la verdad sea necesario si lo de Audrey y Seth no se queda como está, lo cual hace que el corazón se me acelere. No he guardado un secreto tantos años para que un estúpido amorío de adolescentes me obligue a revelarlo. - Sé que estás molesto. Sé que fue arbitrario. Pero no te puedes pasar el resto de tu vida esquivándome cada vez que tome una decisión con la que no estás de acuerdo - Meto las manos entre mis piernas y no le observo hasta que acabo la frase. Intento ser implacable, pero con él no puedo. Él es mi punto débil. Mi otro punto débil. Acabo suspirando ligeramente cansada. - Viste lo que hizo. Estabas ahí. ¿Que hago? Ese hombre mató a Jared, Sean, y él le ayudó a escapar
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Tal como cuando éramos pequeños, una simple petición de Jamie me basta para que me siente a su lado, aunque en el fondo me regaño por eso, sabiendo que no está bien, sabiendo que debería ser capaz de ignorar todo lo que me pide sin sentirme culpable de una buena vez por todas. Y sin embargo, tengo demasiado cuidado en que mi codo no choque con el suyo o que mi respiración no suene a la par de la suya, porque así ha sido desde que tengo memoria y creo que debería odiarme a mí mismo por tener una locura malsana por mi propia prima.
- ¿Molesto? - le repito con una breve risa sarcástica, apenas audible, y sacudo la cabeza una y otra vez mientras humedezco mis labios y froto mi mano contra mi barbilla, así donde puedo sentir los pelos pequeños de una barba que comienza a crecer. Siento su mirada en mí, así que me obligo a girar la cabeza para encontrarme con sus enormes ojos y tengo que hacer hasta lo imposible por controlarme, lo que se me nota a leguas cuando me muerdo la lengua - no creo que las ejecuciones sean una solución, Jamie, sea cual sea el crimen cometido. ¿En qué te hace eso mejor que ellos? Creí que buscábamos un mundo más justo para nuestra clase, no comenzar a impartir sentencias y acusar inocentes - la conozco. Conozco a la Jamie que creció conmigo y que tiene una pizca de bondad y humanidad dentro de toda su necesidad de venganza. Ella me conoce a mí. No hay mejores excusas.
Tomo su mano pálida, casi tan blanca como el mármol de la fuente que tenemos frente a nosotros, y beso sus nudillos como en los viejos tiempos, notando la misma adrenalina que en ese entonces haciendo que mi pecho se acelere por mis palpitaciones - mucha gente ha muerto, Jamie. Muchos tienen que pagar. Ya los has aplastado... pero de ahí a hacer lo que has hecho con ese joven... - deslizo su mano entre las mías y acabo alzando una de ellas para acariciar su rostro, tratando de mantener su mirada - ¿es eso lo que quieres mostrarle a Seth? - pregunto, con cierto veneno en la voz - creo que ya está lo suficientemente jodido.
- ¿Molesto? - le repito con una breve risa sarcástica, apenas audible, y sacudo la cabeza una y otra vez mientras humedezco mis labios y froto mi mano contra mi barbilla, así donde puedo sentir los pelos pequeños de una barba que comienza a crecer. Siento su mirada en mí, así que me obligo a girar la cabeza para encontrarme con sus enormes ojos y tengo que hacer hasta lo imposible por controlarme, lo que se me nota a leguas cuando me muerdo la lengua - no creo que las ejecuciones sean una solución, Jamie, sea cual sea el crimen cometido. ¿En qué te hace eso mejor que ellos? Creí que buscábamos un mundo más justo para nuestra clase, no comenzar a impartir sentencias y acusar inocentes - la conozco. Conozco a la Jamie que creció conmigo y que tiene una pizca de bondad y humanidad dentro de toda su necesidad de venganza. Ella me conoce a mí. No hay mejores excusas.
Tomo su mano pálida, casi tan blanca como el mármol de la fuente que tenemos frente a nosotros, y beso sus nudillos como en los viejos tiempos, notando la misma adrenalina que en ese entonces haciendo que mi pecho se acelere por mis palpitaciones - mucha gente ha muerto, Jamie. Muchos tienen que pagar. Ya los has aplastado... pero de ahí a hacer lo que has hecho con ese joven... - deslizo su mano entre las mías y acabo alzando una de ellas para acariciar su rostro, tratando de mantener su mirada - ¿es eso lo que quieres mostrarle a Seth? - pregunto, con cierto veneno en la voz - creo que ya está lo suficientemente jodido.
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