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  • The Mighty Fall
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    OTOÑO de 247421 de Septiembre — 20 de Diciembre


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    Tras años de represión y batallas libradas, hoy son los magos los que caminan en las calles más pulcras del Capitolio. Bajo un régimen que condena a los muggles y a los traidores a la persecución, una nueva era se agita a la vuelta de la esquina. La igualdad es un mito, los gritos de justicia se ven asfixiados.

    Existen aquellos que quieren dar vuelta el tablero, otros que buscan sembrar la paz entre razas y magos dispuestos a lo que sea para conservar el poder que por mucho tiempo se les ha negado. La guerra ha llegado a cada uno de los distritos.

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    2 participantes
    Arianne L. Brawn
    Consejo 9 ¾
    La repercusión que pueden tener sobre ti las palabras de una persona que te quiere es enorme, no te esperas que le vayas a hacer caso, que sus palabras te vayan a calar tan fuerte, y tan hondo, hasta que te das cuenta de que estás haciendo muchas cosas mal  que sus palabras son acertadas, que lo hace por tu bien, porque te quiere. Esta mañana el cielo está totalmente despejado y, la noche anterior, rehusé de la compañía de mamá hoy en casa porque les dije una mentira piadosa, que pasaría el día en la playa dibujando o, simplemente, tomando el sol; pero la verdad es que no es así, quiero ir a distrito seis para ver si encuentro a Derian en el mercado de esclavos aunque prometí a Marco que no iría sola, que no lo buscaría por mi parte porque él ya lo estaba haciendo pero ¿qué más da? Salgo por la mañana, una hora después de mi hermano, que se ha ido a trabajar, cosa que hace las cosas mucho más fáciles para mí, y después de haber desayunado me encamino a la estación para ir al distrito seis, no está muy lejos de mi distrito así que, sospecho, que no tardará más de diez o quince minutos. Los sillones son tan cómodos como recuerdos, todo tan bonito... un hombre mi mira fijamente cuando me monto y está todo el rato pendiente de mí, hasta que me bajo en mi parada pero, antes de que se cierren las puertas, le hago un corte de mangas y me quedo tan pancha.

    Compro un dulce en una tienda que encuentro y camino mirando todo lo que hay a mi alrededor, porque nunca he estado aquí, y tengo cierto miedo de perderme. Las calles me parecen todas iguales, todo en éste sitio me parece igual así que me encuentro confusa y bastante arrepentida de haber venido sola hasta aquí. Me muerdo el labio yendo por una calle hasta que veo que no tiene salida y tengo que volver atrás. Apoyo la espalda contra la pared de una casa y cierro los ojos respirando un par de veces profundamente mientras cuento hasta diez, una y otra vez, mentalmente. Coloco las manos sobre mi rostro frustrada y me dejo caer al suelo, arrastrándome por la pared, hasta quedar sentada en el suelo. No sé donde estoy, no conozco a nadie aquí y... me siento como una tonta, me tenía que haber quedado en casa, encerrada en mi habitación leyendo algún libro o acostada en la cama con las persianas bajadas, pero no, había decidido venir aquí sola, no tengo diez años pero aún me siento un poco perdida con todos los cambios que han habido, con todas las locuras que han pasado en tan poco tiempo.
    Arianne L. Brawn
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    Eowyn J. Redford
    Mis padres están muertos. Muchas personas me preguntan como asimilas algo como eso en menos de seis meses y yo solo tengo una respuesta: tengo que sobrevivir. Ya no solo se trata de un lugar donde dormir, de qué comer, sino de que los aurores y unos tipejos que se interesan por los niños y los secuestran, encuentran divertido llevarte a casas de acogida o peor aún, a los mercados de esclavos. Dicen las malas lenguas que a veces hasta mienten en los mercados y venden niños magos con tal de no tener que buscarles un hogar decente en el cual dejarles, o un orfanato que no esté a reventar. El distrito seis me gustan; siempre fui independiente, mis padres murieron aquí y si de mi depende, yo también moriré en éste lugar.

    Hoy estaba en las afueras de la granja del señor grumpy, al que todos llaman así porque es un gruñón. Es de las pocas personas que se negó a vender sus terrenos cuando la industrialización en el seis lo atropelló. Él se quedó con su finca, con sus manzanos, con sus alambradas y su escopeta, y el mundo siguió su rumbo desviándose a la izquierda ligeramente para esquivarlo. Él es la representación gráfica de lo que me pasa a mi con mis padres. Los he perdido. Los echo en falta. Pero tengo que esquivarlos para poder seguir avanzando o el mundo me consumirá también. Estoy bajando la quinta o sexta manzana cuando escucho un disparo. Eso me hace gritar y caigo de culo al suelo. El señor Grumpy se ha levantado de su siesta y lo que es peor, está apuntándome con su arma. - AAAAHH!!! SOY DEMASIADO LINDA PARA MORIR - Empiezo a correr.

    Los disparos me persiguen por un montón de calles e incluso llegando a la zona residencial donde para entonces ya he perdido la mitad de mi cargamento de manzanas y hierbajos. Mi madre me enseñó a buscarlas. Algunas son comestibles pero otras solo colocan; las segundas se venden muy bien entre los drogatas si consigues colocarlas. Es un chiste. Las hierbas colocan y te las pagan si las colocas. ¿Lo pilláis? Voy riéndome yo sola de mi propio chiste cuando atropello a la ex mentora del distrito cuatro que no reconozco porque estoy más preocupada porque no me disparen en el culo. - SE HA VUELTO LOCO. YO NO FUI. ES UN VIEJO CHOCHO. SUFRE DELIRIOS. - Mis palabras salen de mi boca a toda velocidad, pero parte de ellas se pierden no solo entre los disparos sino entre los gritos de la gente. Alguna alarmada por lo que pasa y otros algo más familiarizados con el señor grumpy. Claro que la mayoría de los que viven ahora en el distrito seis son extranjeros, no nacieron aquí, y por ende, no saben quien es ni porqué dispara sin cesar como si ésta fuera su casa.

    De pronto me localiza, a mi y a la chica que ha venido conmigo, así que me levanto, recojo lo que puedo, lo pongo sobre mi falda y luego agarro la mano de Arianne y tiro de ella. - Corre por tu vidaaaa!! - No le doy tiempo de que se niegue o que suelte o diga nada porque ya la estoy arrastrando por medio distrito mientras me río como una lunática. Pasan algunos minutos antes de que consigamos perderlos, que yo consiga escondernos en una vieja y destartalada casa de la zona abandonada y que me deje caer al suelo en forma de orugita porque no doy más de mi y no quiero espachurrar lo que llevo protegido entre las faldas del vestido de tela. Una de las pocas cosas que me quedan construídas por mi madre. - Por poco. Alguien tiene que dejar de venderle balas a ese anciano. - Mascullo jadeando. Cuando recupero el aire me levanto y miro a Arianne. Ahora que la miro bien me entra la risa floja, esa típica que suelta una niña de 15 años enamorada de un chico que acaba de decirle hola. - Tu eres la del cuatro. ¿Si te doy una manzana me das un beso? una vez conocí a otra como tu. Mentores de esos que ganaron los juegos. Pero se negó a darme un beso. - Bufo enfurruñada. - Decía que ella solo se acercaba a la gente para comerse sus tripas. O algo así. - Le resto importancia remezclando toda la información que recuerdo de Chrysta. - Sosa. Yo beso muy bien. Y las manzanas están muy ricas. - Muerdo una para corroborar mis propias palabras.
    Eowyn J. Redford
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    Arianne L. Brawn
    Consejo 9 ¾
    Una parte de mi cabeza me dice que soy una tonta por haberme ido sola a un sitio que no conocía pero otra me dice que tengo diecisiete años, que puedo ir donde me venga en gana. Cuando vivía en casa, con mamá, nunca le tenía que decir donde estaba porque tenía fe ciega en mi, en que no iba a hacer ninguna locura ni iba a ser tonta, pero mi hermano se esfuerza en mantenerme a raya, que me comporte, que no vaya a sitios desconocidos sola, que le diga donde estoy o a donde voy... dios, es un agobio. Lo quiero, es mi hermano, pero hay momentos en los que, simplemente, quiero poder salir a dar una vuelta o hacer algo sin tener que estar diciéndole a ellos con pelos y señales donde voy a estar. Hago círculos en mis sienes, con los dedos pulgares, y estiro las piernas. Si alguien va a pasar, obviamente, tendrá que mirar por donde va, yo estoy con los ojos cerrados pero es obvio que si vas andando tendrás que ir con los ojos abierto, ¿no? Mi lógica, aunque se debería poder aplicar a todo el mundo, falla en menos de unos segundos cuando alguien me pisa la pierna y cae al suelo, o al menos algo se le cae porque escucho el rodar de algo cerca de nosotras. Me quito las manos del rostro para ver a una chica rubia que hace aspavientos con las manos mientras habla sin cesar, y no llego a entender ni la mitad de las palabras que dice porque es como si la palabra posterior intentara devorar a la anterior y... todo fuera un lío de sílabas que no tienen mucho sentido para mí hasta que me percato todo el alboroto que hay a nuestro alrededor. ¿Cómo no me he fijado antes en los gritos y en los... disparos? ¿Alguien está disparando?

    Me levanto rápidamente del suelo, como si un resorte hubiera tirado de mí y me giro en todas direcciones viendo a gente correr, escuchando disparos pero sin saber muy bien de donde vienen. Como siempre, mi mano se va a mi hombro y gruño molesta por mi mala manía pero, antes de que me de tiempo a bajar el brazo o a decir algo, la chica ya ha cogido las cosas del suelo, las cuales no llego a ver porque estaba muy ocupada buscando el núcleo de todo el jaleo, y me ha agarrado el brazo tirando de mi para que corra detrás de ella. Trastabillo un par de veces en la carrera que llevo detrás de la rubia, la escucho reír como una lunática... 'Dios, ¿no me puedo encontrar con gente normal o qué?' La última persona, desconocida, con la que hablé fue un chico en el distrito cuatro que decía que estaba haciendo un tour por todo NeoPanem, solo, porque ahora que había venido de Europa quería conocerlo todo... ¿Sus padres le dejaban hacer esa locura? Siento que los pulmones me arden por el esfuerzo, ya que últimamente no hago otra cosa que dormir así que no es que esté muy en forma, y el hecho de no comer mucho no es que me ayude a tener buena resistencia para una simple carrera.

    Una vieja casa abandonada, porque está totalmente llena de telarañas y de cacharros tirados por todos sitios, se convierte en nuestro refugio. Ella se deja caer al suelo respirando y yo me apoyo contra la pared tomando grandes bocanadas de aire. Cuando habla del anciano tengo claro que ha sido ella la que ha provocado la ira de ese... hombre demente que nos quería coser a balas. -¿Se puede saber que demonios has hecho para que por poco nos mate?- le digo molesta justo antes de que ella se levante y se acerque hasta mí. Apoyo las manos sobre mis rodillas y miro el suelo unos segundos porque noto un intermitente y pesado martilleo en la cabeza que me molesta y no me deja centrarme nada más que en ese dolor. Alzo la cabeza cuando me pide ese curioso trueque. -¿Qué...?- parpadeo un par de veces para salir del ensueño y dar un paso hacia atrás, chocando contra la pared y haciendo que caiga un trozo de escayola sobre mi pelo. Grito del susto dando un salto hasta la chica y escondiéndome detrás de ella hasta que me percato de que no hay nada, que solo tengo... el pelo asquerosamente sucio con la terrosa sustancia. Me pone a limpiarme el pelo recorriendo el sitio con la mirada hasta que la fijo en ella curiosa. -Sí, soy 'la del cuatro'- digo rodando los ojos por esa tonta asociación que hace todo el mundo cuando me ve - y no te voy a dar un beso por una manzana cuando la puedo conseguir sin dar nada a cambio.- estiro el brazo y le quito la manzana, que acaba de morder, de la mano y después la escondo tras mi espalda. -Además, los dulces están más buenos.- tercio sacándome de la mochila la bolsa de dulces que me había comprado cerca de la estación a mi llegada. Me meto un dulce en la boca y lo mastico como si fuera a cosa más deliciosa del mundo, aunque acabe de coger el dulce más ácido que me haya comido en la vida.
    Arianne L. Brawn
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    Eowyn J. Redford
    Dejo de desvariar sobre lo genial que beso cuando me gruñe. Me encojo de hombros fingiendo no tener ni idea de que demonios me habla. - Yo no le hice nada. No necesita que nadie le haga nada para salir de su finca y ponerse a disparar a diestra y siniestra - Bufo y la miro, como me mira miro para otro lado, al rato vuelvo y la miro, y como sigue mirándome miro para otro lado. Pasa al menos dos veces más antes de que bufe. - No le gusta que cojan sus manzanas, ni sé porqué si no se las come, no las vende, no hace nada con ellas y yo tengo hambre. - Voy a darle otro mordisco a la manzana para corroborar lo que he dicho cuando ella pega un bote y a consecuencia me hace pegar uno a mi. Miro hacia la ventana buscando al señor Grumpy pero los disparos ni siquiera suenan de lejos. Después se hace la digna y finge que no pasó cosa que me hace gracia por lo que me empiezo a reír un poco, como cuando una risa es risa pero se queda en susurros.

    En ese despiste me quita la manzana, a lo que suelto un pequeño gemido de impotencia acompañado de un golpe con mi zapato en el suelo quizá algo más caprichoso de lo que debería. - Eso no es justo! Es robar. También puedo darte un beso por ella y así me la devuelves y recuperas tu paso al cielo de los que no roban. - Mi madre siempre hablaba del karma, que determinaba las cosas buenas y malas que hacías. Mientras las dos balanzas estuvieran en equilibrio como mínimo, nunca inclinada hacia las cosas malas, podrías disfrutar de una buena muerte. Sino, pasarías el resto de tu vida siendo perseguida por un tipo con un tridente. Más o menos como el mundo real y los huérfanos y los aurores, solo que ellos no llevan tridente.

    Estoy por decirle que es el mejor chollo que le ofrecerán nunca jamás cuando saca los dulces. La cara me cambia de inmediato. Paso mi vista de la bolsa a ella, y de ella a mis cosas. - Te la puedo cambiar por maría. - Cojo una rama de la misma y la hago girar entre mis dedos indice y pulgar con una sonrisa de "soy la mejor negociante del puto mundo y quiero un pony de regalo", sobre todo lo del pony. - Aunque tranquila. - Me acerco a ella y le pego un golpe en las caderas con las mías. - Te sigo dando un beso solo porque soy buena persona
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    Arianne L. Brawn
    Consejo 9 ¾
    Cuando era pequeña y robaba algo de la cocina, le quitaba el maquillaje a mamá o algún libro a papá, en cuanto me encontraban, y aunque no tuviera lo sustraído en las manos, se me quedaban mirando fijamente, yo retiraba la mirada, como acababa de hacer ella, regresaba, la volvía a retirar hasta que bufaba y pedía perdón o, simplemente, sacaba el libro de debajo de la cama, ¿cuántas veces le hice eso a mi padre? Creo que de él lo insistente que puedo ser a veces con solo una mirada, sin insistir diciendo nada, solo mirando a la persona en silencio. Y voilà. Ruedo los ojos ante lo que dice mientras paso la mano por mi pelo, para quitarme los restos blancos de escayola que se han quedado enredados entre mis rizos. Bajo la mirada hasta el pequeño montón de frutas que tiene y luego la regreso hasta ella intentando no ponerme a reír. -¿No has pensando pedirle algunas? ¿O es que te gusta el riesgo?- pregunto divertida y, a la vez, alzando una ceja

    Muevo la manzana de una mano a otra detrás de mi espalda por si se le ocurre intentar quitármela. Se ve que es más pequeña que yo así que no creo que me cueste sujetarla para que se esté quieta, en el caso de que lo intente. Chasqueo la lengua divertida, y a la vez triste por el hecho de que 'si robas no vas al cielo', aunque le devolviera la manzana yo no iría al cielo, no con las cosas que he tenido que hacer porque, aunque protegieras tu vida, ese que dicen que te juzga no lo tiene en cuenta en absoluto. Al final suelto una carcajada porque me resulta divertido lo insistente que es con querer darme un beso, me percato de que hace bastante tiempo que no me río de ésta forma y pienso que, a fin de cuentas, no ha sido tan malo salir del distrito cuatro sola. Mastico el dulce y me lo trago, aunque me parezca que esté asqueroso, por ese orgullo tan dolido que tengo que no me permite escupirlo hacia un lado delante de la chica. La bolsa se escurre un poco entre mis dedos cuando veo la rama de maría que me muestra.

    Parpadeo un par de veces confusa hasta que estiro la mano para quitársela justo cuando hace chocar  su cadera con la mía y me muevo hacia un lado riéndome. Me separo de ella estirando las manos para marcar una separación, meto los dulces en la mochila y le muestro la manzana. -Si descubres en qué mano está la manzana compartimos los dulces, la maría... y te doy el beso, es un buen trato para ti, ¿no?-. Nada más terminar de hablar escondo las manos detrás de mi espalda y muevo la manzana de una a otra hasta que la acabo dejando en una de mis manos. Miro a la chica a la cara retándola.
    Spoiler:
    Arianne L. Brawn
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    Eowyn J. Redford
    Farfullo la respuesta a su pregunta. ¿Que porqué no se me ha ocurrido pedirle algunas manzanas si no las usa? NO SE! Hasta que ella no lo ha dicho no se me ha pasado por la cabeza si quiera la posibilidad de no tener que robarlas para comer; pero no pienso admitirlo, es decir, una es rubia y tiene una dignidad de no tonta que mantener. Al final solo balbuceo cualquier chorrada que no tiene nada que ver con la excusa que estoy pensando y que tiene entre medias la palabra "Perritos" que seguramente es la que más se entiende. - El riesgo. - Asumo, porque así quedo guay y todo. - Una ya no encuentra sitios buenos donde le disparen gratis - Seguramente podría haber colado si no hubiese presumido de más.

    Suelto otra queja cuando además de manzana me deja sin maría, lo cual provoca que acabe envolviendo y poniendo a salvo el resto de las cosas que todavía quedan sobre mis faldas. Menos mal que debajo tengo un pantalón de licra que mamá creía que las niñas debían llevar debajo de los vestidos por si acaso se caían estrepitosamente y se les veían las braguitas. Yo no tengo ningún complejo con mis braguitas, es más, son más lindas que las de nadie en esta asquerosa ciudad. - ¿Vas en serio o vas a timarme de nuevo? - Me pongo refunfuñona pensando en qué mano elegir. La mayoría de la gente elige la derecha, o eso me invento que hace la gente, entonces si ella eligió la derecha yo debería elegir la derecha; pero a lo mejor se pensó lo mismo que yo y ha decidido poner la izquierda confiando en que yo supiera que todos se la ponen en la mano derecha y elija derecha en cuyo caso debería elegir izquierda; pero a lo mejor eso se lo pensó también y entonces ha puesto en la derecha porque yo pensaría que ella pensaría que no podía usar la derecha porque todos usan la derecha y tampoco la izquierda porque yo pensaría que va a ponerla ahí para hacerse la distinta y luego me hice la picha un lío porque ya no sabía que estaba pensando.

    Cuando me estoy rayando que mano elegir suelto un gemido frustrado. - Aaaaarh! - Me paso las manos por la cabeza y me agacho. Como soy incapaz de decidir basándome en cosas de probabilidades que me he inventado yo, elijo la mano izquierda solo porque soy zurda.
    Eowyn J. Redford
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    Arianne L. Brawn
    Consejo 9 ¾
    Aprieto los labios con ganas de reír. Más de una, y más de dos, personas no me reconocerían ahora mismo, no se podrían creen que estoy relajada, tranquila con una persona que no conozco pero creo que es porque no me evoca nada, es decir, no me recuerda nada amargo solo a mi vida antes de que todo cambiara, después de aquello todo han sido ceños fruncidos por la preocupación, observarme para que no haga nada malo contra mí misma, controlarme las comidas, preguntarme como estoy constantemente... pero antes no era así, antes no eran necesarias todas esas atenciones, antes, si tenía pesadillas, me leía un libro de amor y se me olvidaba, ahora los libros de amor hacen todo lo contrario y las pesadillas son tan reales que no puedo pensar en otra cosa, ocupan mis pensamientos todo el día,  estar sola no es que ayude mucho a alejarlos. Al final, no puedo reprimir una sonrisa por como presume de ser una chica que ama el riesgo de una forma tan exagerada. Muevo la cabeza hacia ambos lados sin poder dejar de sonreír hasta que suspiro divertida.

    Ruedo la manzana en la mano elegida mientras observo sus reaccione que hacen que me ría y casi se me caiga la manzana de la mano. Giro la cabeza un poco al ver los pantalones y me muerdo el labio inferior para luego tomar una gran bocanada de aire. -No te he timado- le recrimino frunciendo el ceño. -, si hubiera querido hacerlo te hubiera dicho de jugar al escondite e irme mientras me buscas, ¿no crees?- digo como si fuera la cosa más lógica del mundo. La verdad es que eso lo había hecho muchísimas veces cuando jugaba, en vez de esconderme me había ido corriendo a casa, sobre todo cuando se la quedaba alguien que no era de mi especial aprecio. Aprieto un poco la manzana en la mano a la espera de una respuesta por parte de la chica, una respuesta al azar, eso es lo que haría yo, decir derecha o izquierda sin pensarlo mucho, pero parece que ella está poniendo su vida en el asunto de elegir la mano por la cara de concentración que tiene, como si estuviera desarrollando una teoría que en la vida podría fallar. Ruedo los ojos impaciente porque elija una mano y, ¿por qué negarlo? Porque quiero que elija en la que no está la manzana, no me hace especial ilusión besar a nadie... pero los tratos son los tratos.

    La manzana cae de mi mano izquierda cuando la elije y parpadeo varias veces sin poder creer que haya elegido esa mano. Me agacho para cogerla del suelo y trago saliva confusa. -Toma- dejo la manzana mordida, en la especie de bolsa que ha hecho con su falda, y giro la mochila para tenderle en una mano la maría que le he quitado y en la otra la bolsa de dulces. -Has ganado.- me encojo ligeramente de hombro olvidándome, deliberadamente, del tema del beso. Doy un par de pasos alejándome de ella, cuando ha cogido las cosas, y me apoyo contra la pared, ésta vez con más cuidado. Intento buscar la puerta, o la ventana, o lo que sea, por la que hemos entrado a esta casa.
    Arianne L. Brawn
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    Eowyn J. Redford
    Abro uno de mis ojos cuando dice que acerté, y luego el otro cuando me devuelve las cosas. Tardo un poco en reaccionar, y cuando lo hago ella ya se está alejando. Pego un salto y doy un grito tirando todo al suelo, incluso lo que ya tenia protegido con mi vestido de flores orteras que solo conservo porque me lo regaló una persona importante para mi. - He ganado! He ganado!. Es la primera vez que gano algo. No es que no gane porque no sea buena, yo soy muy buena y ESTOY muy buena. - Aclaro. Hablo bastante rápido, incluso parece que ni hago pausas entre las palabras o para tomar aire y rellenar mis pulmones. Doy un par de saltitos en mi sitio muy pequeños, primero en un pie y luego en otro hasta que veo que intenta escapar. - Hey! - Voy hasta donde está y literalmente le salto encima sin importarme si es capaz de soportar mi peso y además el suyo y la fuerza del impulso con la que le he caído encima. - ¿La chica que ganó los sanguinarios juegos mágicos tiene miedo de besar a una chica? - Mi voz suena toda sugerente y traviesa, además de con ese típico tono que utilizan los chicos sin hogar para retarse por estupideces los unos a los otros.

    Cuando no tienes unos padres que te recuerden que debes volver a casa al ocaso, o una casa a la cual volver, hacer estupideces y retar a otros por ellas es lo único que te queda. Eso, y las manzanas del señor Grumpy. Cuando caemos al suelo por el peso propio de la gravedad, de mi cuerpo y del suyo, me quedo sentada sobre ella. - Un trato es un trato, no hagas trampa. - Extiendo mis labios todo lo posible que pueden extenderse mientras me acerco a ella haciendo el ruido típico de cuando estás pidiendo un beso. La emoción cubre cada parte de mi cuerpo porque además de que es mi primer beso, es el primer beso que me dará un famoso y del que podré presumir durante 100 años seguidos.

    Mis labios chocan contra su nariz, abro los ojos buscando sus labios, vuelvo a cerrarlos y esa vez atino en la mejilla. En definitiva, orientarme con ojos cerrados para acertar en sus labios no se me da bien. Suelto un gemido frustrado y me apoyo en su cuerpo para reincorporarme de forma que hay un angulo de 90º entre las dos. Mis manos acaban en sus pechos por accidente pero lejos de retirarlos avergonzada, estrujo unos segundos; después, me llevo las manos a mis pechos y chisto. - Encima tienes tetas mas grandes que las mías, la vida es tan injusta - Mascullo las palabras porque no es mi intención que las escuche, solo es un comentario random lanzado al aire sobre lo frustrante que es no tener pechos de los cuales presumir acabando de cumplir los 15 años.
    Eowyn J. Redford
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    Arianne L. Brawn
    Consejo 9 ¾
    Creo que soy rápida, es decir, no soy la persona más rápida de todo NeoPanem ahora mismo, porque no estoy en forma ya que solo hago dormir y comer como un pajarillo, pero creo que podría salir corriendo y que no me pillara... aunque descarto la posibilidad en menos de un minuto, ¿soy tonta o qué pasa conmigo? No tengo ni idea de donde estoy. Ha sido una idea horrible y me siento la persona más tonta del mundo por haberlo hecho. Me pierdo nada más llegar y entro en pánico y ahora... ahora estoy preguntándome si salir corriendo para quedarme pillada en un callejón sin salida o perdiéndome entre la gente porque este distrito tiene mercado de esclavos y habrá muchísima gente pero, aunque sé que no me atraparán como una delincuente o como una humana porque mi cara... bueno, mi cara es reconocible, pero a saber si me encuentro con las personas que no debo o me veo atrapada entre una masa de gente que me hacen ponerme histérica de nuevo. Me veo sacada arrastras de mis pensamientos cuando grita y se lanza a a mis brazos, haciendo que ambas caigamos al suelo por dos razones: primera que me ha pillado desprevenida y, segunda, porque no es que pese poquísimo y del salto ha sido mucho peor. -Hey, quítate de encima- mascullo atragantada por el susto que me acaba de pegar.

    Le pongo las manos en los hombros, para marcar una pequeña distancia entre nosotras porque, ¿para qué engañarnos? No me fío ni un pelo de ésta chica está loca, por dios, luego me llaman loca a mi, yo lo soy por razones obvias ella lo es... por fumar tanta maría, le está afectando a las neuronas y se quedará estúpida antes de cumplir los veinte años. -Si quisiera besar a una chica lo haría, boba.- digo mientras me muevo hacia los lados intentando esquivar los morritos que pone la chica y que se acercan peligrosamente a mi. En una de las ocasiones sus labios chocan contra mi ojo y mascullo un 'ugh' apartándome hacia un lado totalmente y, como ella está con los ojos cerrados, dudo mucho que encuentre mis labios o... alguna parte de mi cara ni de casualidad.

    Mis manos sobre sus hombros, para alejarla, sirven para eso, para que no se acerque mucho pero sus brazos, y en especial sus manos, si que pueden hacerlo. Sus manos tocan mi pecho y pienso que es por accidente hasta que ella deja muy claro que no lo es. Me muevo para quitármela de encima y quedarme sentada en el suelo a una distancia prudente de ella. -¿Se puede saber que haces? Tienes... tienes que ser un horror en la playa, por dios.- digo sin poder evitarlo y luego poniéndome a cuatro patas y acercándome un poco hasta ella. -Te voy a dar el beso pero no vas a volver a hacer eso, ¿me has entendido? Ya... ya te crecerán.- digo un poco avergonzada. Trago saliva y me acerco hasta ella, rápidamente para no arrepentirme y cumplir un trato, para estampar mis labios contra los suyos apenas dos segundos y separarme. -Ea, ya te puedes ir a presumir con tus amiguitos.- cruzo las piernas y me hago el pelo hacia atrás porque al inclinarme se ha ido todo hasta mi cara.
    Arianne L. Brawn
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    Eowyn J. Redford
    Parece que mi burla tiene efecto y al final me salgo con la mía. Puede escucharse a mi yo interior gritando algo así como "¡Yay!" mientras me mantengo serena en el exterior. Bah, que diablos, mi yo exterior también está saltando aunque no grita, por suerte. Dejo de apretar sus pechos cuando parece incómoda y ruedo los ojos, no sé porque todas las chicas mayores son así de pudorosas. Si la mayoría se abrirá de piernas y se quedará preñada cuando cumplan mi edad... no espera, ellas ya cumplieron mi edad. Dejo de desvariar y suelto sus pechos, tocándome ahora los míos. - Es que no crecen. Y yo como bien. Mira. - Agarro sus manos para que me toque ella a mi, pero como parece violenta prácticamente las quita de encima antes de que pueda tocarlos a gusto. Chisto y lo dejo, especialmente cuando dice que me besará si prometo no volver a tocarla.

    Levanto mi mano derecha a modo de promesa y luego estiro mis labios esperando mi super mega beso de película, que hasta me haga levantar la pierna derecha y haga como pop; una vez lo vi en una película y esa era la definición del beso perfecto. Pero solamente estampa sus labios contra los míos y se separa. Suspiro. - Que decepción. Ganas los juegos y no sabes besar una chica. Seguro que todos los novios que tengas te van a acabar dejando. - Recupero todas las frutas para ponerlas sobre el bajo del vestido, sin importar que al tenerlo doblado estén un poco a la vista partes íntimas de mi cuerpo, o casi íntimas, que no deberían estarlo. Vamos, que faltan 3 centímetros más de levantar mi falta, para que acaben viéndoseme las bragas. - Claro que presumiré! Y tendrás que agradecerme que no te deje como una estirada. Les voy a decir a todas mis amigas que besas muy bien - Y pongo la voz de tipa de 15 años melosa que presume de su primer beso. - Y además, que me has tocado las tetas, pilluela pervertida - Esta vez, mi voz es de cómplice, jugando con las palabras.

    Suelto una risa sabiendo que lo que ha sido un beso de dos segundos en mi boca va a ser un "salimos juntas pero tuvimos que dejarlo porque la gente no lo entendería; y además se llevó mi primera vez". Ella me lo nota en la cara, tampoco hay que ser muy lista para pensar que yo no haría otra cosa; así que en cuanto está a punto de saltar sobre mi para evitarlo, sobornarme, o matarme antes de que llegue a salir de mi boca cualquier palabra con cualquier persona, salgo corriendo divertida hasta más no poder y gritando algo que suena a "lo siento cariño, no eres tu, soy yo".
    Eowyn J. Redford
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