VERANO de 247521 de Junio — 20 de Septiembre
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Tras años de represión y batallas libradas, hoy son los magos los que caminan en las calles más pulcras del Capitolio. Bajo un régimen que condena a los muggles y a los traidores a la persecución, una nueva era se agita a la vuelta de la esquina. La igualdad es un mito, los gritos de justicia se ven asfixiados.
Existen aquellos que quieren dar vuelta el tablero, otros que buscan sembrar la paz entre razas y magos dispuestos a lo que sea para conservar el poder que por mucho tiempo se les ha negado. La guerra ha llegado a cada uno de los distritos.
¿Qué ficha moverás?
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Un pedazo de paraíso. Es así la forma en la que describen este sitio. Aunque la gente se inventa muchos nombres estúpidos para lugares extraños. Mi mirada se va directa al suelo mientras avanzo por lo que parece ser un parque. Todos estos sitios me recuerdan las cosas que echo de menos, el olor a gasolina y grasa de motor del seis, el ruido constante de los coches en pruebas de la fábrica de montaje, los gritos de las personas de alrededor, incluso echo de menos los castigos en el colegio.
Ser un vencedor solo trae desgracias, dolores, malos recuerdos y una sensación de vacío que me recorre el alma. Ahora mismo estoy dando un paseo por el distrito más calmado de toda aquella isla y aún así quiero salir corriendo. Hace semanas que no consigo que las voces se callen, desde mi intento de fuga de éste sitio no solo me he ganado un localizador a tiempo completo ubicado en mi nuca, sino una pulsera irrompible de mentalmente desorientado y una desazón terrible. No saldré de aquí. Nunca... nunca volveré a casa con mi abuela... nunca más de una vez al mes.
Ahora pasaré el resto de mi vida intentando ayudar a niños a salir de la arena, porque a pesar de que yo acabo de cumplir 16 años y muchos de los tributos sean incluso mayores que yo, todos me parecen unos niños. Yo he madurado de golpe, la vida me ha obligado a hacerlo, es por eso que ya no puedo incluirme dentro de las esperanzas de futuro. Un futuro que si antes tuve y me pertenecía, ya no me pertenece.
Me dejo caer en el suelo en un sitio al azar fuera del camino que recorría sin rumbo. Doblo mis piernas lo suficientemente alto como para que pueda mantener mis brazos sobre las rodillas apoyados pero al mismo tiempo que mis dedos lleguen al suelo. Arranco hierbajos uno por uno con la mente en blanco. Me he hartado de pensar, me he hartado de buscar una solución a todo ésto porque no la tiene.
Ser un vencedor solo trae desgracias, dolores, malos recuerdos y una sensación de vacío que me recorre el alma. Ahora mismo estoy dando un paseo por el distrito más calmado de toda aquella isla y aún así quiero salir corriendo. Hace semanas que no consigo que las voces se callen, desde mi intento de fuga de éste sitio no solo me he ganado un localizador a tiempo completo ubicado en mi nuca, sino una pulsera irrompible de mentalmente desorientado y una desazón terrible. No saldré de aquí. Nunca... nunca volveré a casa con mi abuela... nunca más de una vez al mes.
Ahora pasaré el resto de mi vida intentando ayudar a niños a salir de la arena, porque a pesar de que yo acabo de cumplir 16 años y muchos de los tributos sean incluso mayores que yo, todos me parecen unos niños. Yo he madurado de golpe, la vida me ha obligado a hacerlo, es por eso que ya no puedo incluirme dentro de las esperanzas de futuro. Un futuro que si antes tuve y me pertenecía, ya no me pertenece.
Me dejo caer en el suelo en un sitio al azar fuera del camino que recorría sin rumbo. Doblo mis piernas lo suficientemente alto como para que pueda mantener mis brazos sobre las rodillas apoyados pero al mismo tiempo que mis dedos lleguen al suelo. Arranco hierbajos uno por uno con la mente en blanco. Me he hartado de pensar, me he hartado de buscar una solución a todo ésto porque no la tiene.
Suspiro pesadamente al ver a Anderson tirarse al suelo como lo que todos piensan que es, un loco más, pongo los ojos en blanco y me acerco a él cautelosamente. Antes de llegar a su lado recuerdo aquel día en que lo conocí, aquel día en que llegó a la puerta de mi casa con la pierna llena de sangre y lleno de raspaduras por todas partes. Pienso en ese día y lo comparo con nuestros más recientes encuentros. Entonces me doy cuenta de que esto será lo más difícil que he hecho en mucho tiempo.
Me paro a su lado sin decir nada por unos segundos. Nunca he sido un tipo de rodeos así que voy directo al grano.-¿Anderson?-Me agacho en el suelo con las rodillas flexionadas y los codos sobre ellas.-Necesito tu ayuda.-Lo miro serio, por que esto no está siendo gracioso para mí, aunque para los ojos de los demás sé que se verá como un chiste.-Necesito que vengas conmigo.-Termino diciendole. Oprimo los labios y miro al cielo para no ver a sus ojos, por que solo puedo ver a Jolene diciendole que lo quiere. Anderson no es nada más que un mal recuerdo combinado con un pasado que pudo haber contado como una amistad.
Me levanto lentamente y comienzo a caminar. Meto las manos en los bolsillos de mi campera y estoy seguro de que me va a perseguir, por que si sé algo de Anderson es que es impertinente, chismoso, y le encanta saber lo que está ocurriendo, SIEMPRE.
Me paro a su lado sin decir nada por unos segundos. Nunca he sido un tipo de rodeos así que voy directo al grano.-¿Anderson?-Me agacho en el suelo con las rodillas flexionadas y los codos sobre ellas.-Necesito tu ayuda.-Lo miro serio, por que esto no está siendo gracioso para mí, aunque para los ojos de los demás sé que se verá como un chiste.-Necesito que vengas conmigo.-Termino diciendole. Oprimo los labios y miro al cielo para no ver a sus ojos, por que solo puedo ver a Jolene diciendole que lo quiere. Anderson no es nada más que un mal recuerdo combinado con un pasado que pudo haber contado como una amistad.
Me levanto lentamente y comienzo a caminar. Meto las manos en los bolsillos de mi campera y estoy seguro de que me va a perseguir, por que si sé algo de Anderson es que es impertinente, chismoso, y le encanta saber lo que está ocurriendo, SIEMPRE.
Sigo arrancando césped del suelo uno por uno de una forma en la que no puedo evitar empezar a contar las que llevo arrancadas y organizadas a mi izquierda. Ignoro los pasos que hay a mi alrededor porque tengo la sensación de que la compañía ha regresado, y no es hasta que Jeremy abre la boca que no me doy cuenta de que no es parte de mis alucinaciones. Durante un instante antes de mirarlo me quedo estático, en pausa, cómo si hubiera una mínima posibilidad de que por dejar de moverme dejara de verme. No funciona. Le miro cuando se agacha a mi lado y tengo la sensación de que no solo es demasiado difícil para él pronunciar la palabra "favor" dentro de lo que va a decirme, sino de que siempre que me habla me siento como un mocoso de 2 años con problemas y al que le tienen lástima.
Suspiro y miro hacia adelante fingiendo que no me importa porque durante un instante estoy casi seguro de que más que un favor viene a decirme que haga algo por él y no hay oportunidad de que yo me niegue, pero en cuanto se levanta y me indica que le siga me desconcierta. - ¿A donde? - No hay respuesta por su parte. Cada segundo que pasa se aleja más y más y dentro de mi crece una sensación que al final hace que me pare cómo un resorte. - ¡Jeremy! - Intento que pare, pero no lo hace. Al final recorro los metros que me separan de él para ponerme a su lado mirándolo de vez en cuando.
¿a donde me lleva? ¿por qué tengo que moverme? ¿vamos a tardar mucho? no me gusta caminar. Me habría quejado en voz alta pero eso acarrearía al final que me terminara fastidiando las ganas de saber cual es exactamente el favor que necesita Jeremy Mills de mi grandioso yo. La sola insinuación hace que me pregunte ¿por qué le odio?. No me acuerdo. Antes era por Jolene, pero está claro que eso ya pasó de moda. Jolene me ha dicho que me quiere, se ha fugado conmigo y no con él... y sí... ya... hemos tenido un accidente, casi nos matamos, me he pasado un mes con una pierna enyesada y cojo otros dos, pero todo eso da lo mismo; sigo siendo su elección y aunque ahora soy consciente de que nunca podré sacarla de esta isla tengo que empezar a acostumbrarme al hecho de que haga lo que haga, a la larga, tendré que compartirla con él.
Es increíble lo rápido que puede hacerme cambiar de humor. De una depresión y un vacío casi absolutos a un atisbo casi desesperado de necesidad por el saber. Hago una leve mueca y suspiro, llega un momento en el que me harto de seguirle, probablemente porque no paro de escuchar una voz quejándose de si falta mucho, lo que me hace ponerme ansioso y transmitir ese mismo sentimiento. - Piensas llegar andando a... no se, ¿algo que esté muy lejos y a lo que no podamos llegar andando? - Se me dan bien las ciencias, de toda la vida además. Pero la geografía no es precisamente mi punto fuerte.
Suspiro y miro hacia adelante fingiendo que no me importa porque durante un instante estoy casi seguro de que más que un favor viene a decirme que haga algo por él y no hay oportunidad de que yo me niegue, pero en cuanto se levanta y me indica que le siga me desconcierta. - ¿A donde? - No hay respuesta por su parte. Cada segundo que pasa se aleja más y más y dentro de mi crece una sensación que al final hace que me pare cómo un resorte. - ¡Jeremy! - Intento que pare, pero no lo hace. Al final recorro los metros que me separan de él para ponerme a su lado mirándolo de vez en cuando.
¿a donde me lleva? ¿por qué tengo que moverme? ¿vamos a tardar mucho? no me gusta caminar. Me habría quejado en voz alta pero eso acarrearía al final que me terminara fastidiando las ganas de saber cual es exactamente el favor que necesita Jeremy Mills de mi grandioso yo. La sola insinuación hace que me pregunte ¿por qué le odio?. No me acuerdo. Antes era por Jolene, pero está claro que eso ya pasó de moda. Jolene me ha dicho que me quiere, se ha fugado conmigo y no con él... y sí... ya... hemos tenido un accidente, casi nos matamos, me he pasado un mes con una pierna enyesada y cojo otros dos, pero todo eso da lo mismo; sigo siendo su elección y aunque ahora soy consciente de que nunca podré sacarla de esta isla tengo que empezar a acostumbrarme al hecho de que haga lo que haga, a la larga, tendré que compartirla con él.
Es increíble lo rápido que puede hacerme cambiar de humor. De una depresión y un vacío casi absolutos a un atisbo casi desesperado de necesidad por el saber. Hago una leve mueca y suspiro, llega un momento en el que me harto de seguirle, probablemente porque no paro de escuchar una voz quejándose de si falta mucho, lo que me hace ponerme ansioso y transmitir ese mismo sentimiento. - Piensas llegar andando a... no se, ¿algo que esté muy lejos y a lo que no podamos llegar andando? - Se me dan bien las ciencias, de toda la vida además. Pero la geografía no es precisamente mi punto fuerte.
No me sorprende escuchar, unos minutos más tarde, los pasos desesperados de Anderson y la exclamación de mi nombre. Casi sonrío con picardía cuando lo veo de reojo a mi lado. Siempre tengo mis dudas cuando actúo por que la gente es impredecible, Anderson podía mandarme a la mierda con mi propuesta misteriosa pero al parecer no me equivoco acerca de su forma de pensar, al menos no en esto.
Caminamos unos metros en silencio, agradesco que no hable por que yo tampoco soy mucho del tipo hablador, además no sabría qué decirle. ¿Preguntarle por Jolene? No hay forma en que haga eso, en especial no después del accidente y de la forma en que fui corriendo a si habitación diciendole que Anderson estaba muerto, todo por un estupido sueño que parecía demasiado real. El recuerdo me hace soltar un suspiro que casi es inaudible.
No tarda mucho en desesperarse, lo noto por la manera en que se mueve, por la manera en que se queda atrás. Cuando salimos del camino y nos metemos a la parte del parque que está cubierta por arboles por todas partes empiezo a ver la compuerta del lugar en el que paso al menos 5 horas al día los fines de semana. Es entonces cuando Anderson abre la boca de nuevo y yo lo miro curioso.-¿Qué pasa? ¿El pequeño no puede seguir el ritmo?-Suelto una risita que suena más tranquila que recorosa. Veo la compuerta sobresalir entre las hojas y sé que ya hemos llegado al lugar.
-No te preocupes, ya llegamos.-Corro lo que queda del camino y sacudo las hojas de la compuerta, que probablemente en su tiempo fue un escondite para las personas del capitolio cuando estabamos en guerra con los magos. Saco una llave de mi campera, la que tengo metida en los bolsillos, y con ella destranco el candado que la mantiene cerrada. Giro y abro. Desplazo la escalera hasta el fondo y toca el suelo haciendo un sonido sonoro.-Baja.-Le digo a Andy. Lo único que se logra ver allá abajo es la oscuridad. Y es que realmente no es más que un pequeño cuarto lleno de aparatejos que no puedo hacer funcionar. Si caben dos o tres personas entonces aquello es un milagro.
Caminamos unos metros en silencio, agradesco que no hable por que yo tampoco soy mucho del tipo hablador, además no sabría qué decirle. ¿Preguntarle por Jolene? No hay forma en que haga eso, en especial no después del accidente y de la forma en que fui corriendo a si habitación diciendole que Anderson estaba muerto, todo por un estupido sueño que parecía demasiado real. El recuerdo me hace soltar un suspiro que casi es inaudible.
No tarda mucho en desesperarse, lo noto por la manera en que se mueve, por la manera en que se queda atrás. Cuando salimos del camino y nos metemos a la parte del parque que está cubierta por arboles por todas partes empiezo a ver la compuerta del lugar en el que paso al menos 5 horas al día los fines de semana. Es entonces cuando Anderson abre la boca de nuevo y yo lo miro curioso.-¿Qué pasa? ¿El pequeño no puede seguir el ritmo?-Suelto una risita que suena más tranquila que recorosa. Veo la compuerta sobresalir entre las hojas y sé que ya hemos llegado al lugar.
-No te preocupes, ya llegamos.-Corro lo que queda del camino y sacudo las hojas de la compuerta, que probablemente en su tiempo fue un escondite para las personas del capitolio cuando estabamos en guerra con los magos. Saco una llave de mi campera, la que tengo metida en los bolsillos, y con ella destranco el candado que la mantiene cerrada. Giro y abro. Desplazo la escalera hasta el fondo y toca el suelo haciendo un sonido sonoro.-Baja.-Le digo a Andy. Lo único que se logra ver allá abajo es la oscuridad. Y es que realmente no es más que un pequeño cuarto lleno de aparatejos que no puedo hacer funcionar. Si caben dos o tres personas entonces aquello es un milagro.
El hecho de que se burle de mi me irrita suficiente como para detenerme e indignarme, pero no sirve de mucho puesto que parece que por fin hemos llegado al lugar. En cuanto abre la puerta miro a mi alrededor y me fijo en el hecho de que es uno de esos lugares en los que no hay testigos... ideal para cometer un crimen. Miro a Jeremy durante un momento y alzo el mentón, evaluando cada uno de sus movimientos, cada una de sus palabras, cómo si estuviera esperando a que la pifiara para poder descubrir su plan. - Ni hablar - Exclamo reacio a meterme en ese sitio alejado de la mano de dios, donde puede ahogarme, dejar mi cuerpo y cerrar, volver a la isla de los vencedores y fingir que no me ha visto en siglos. La gente empezará a preguntarse por mi, Jole, Katie... y él aprovechará para quedarse con la primera y librarse de que la segunda esté cerca de mi aunque finjamos que somos algo que no somos... amigos.
Retrocedo y toda mi curiosidad desaparece. Si tengo que entrar ahí prefiero no saber exactamente cual es el motivo por el que necesita mi ayuda. - Pídele ayuda a otro que no le importe bajar ahí y arriesgarse a que le cortes en pedacitos sin que nadie se entere - Estoy determinado a dejar la conversación aquí, a no seguir con el tema, y tras un gesto de arduo desdén y desinterés fingido doy media vuelta intentando alejarme. - Buen intento, pero no voy a caer. No soy idiota - No es que no me fiara de Jeremy, le odio a ratos, me cae bien a ratos, porque no puedo olvidar el hecho de que si no hubiera sido por él yo jamás habría tenido una ballesta con la que defenderme en la arena. Sin embargo ahora las circunstancias han cambiado. Allí teníamos algo en común, sacar a Jolene, aquí tenemos algo que nos divide, los sentimientos hacia ella.
Si se le hizo fácil deshacerse allí de las personas que obstaculizaban su objetivo, ¿que diferencia hay ahora con la situación en la que estamos?. Un paso en falso y podría acabar muerto, además creo recordar que hasta sueña con que me perfore el pulmón en alguna de las múltiples estupideces que suelo hacer a diario por salir de una Isla que ya he asumido, me ha atrapado para siempre.
Retrocedo y toda mi curiosidad desaparece. Si tengo que entrar ahí prefiero no saber exactamente cual es el motivo por el que necesita mi ayuda. - Pídele ayuda a otro que no le importe bajar ahí y arriesgarse a que le cortes en pedacitos sin que nadie se entere - Estoy determinado a dejar la conversación aquí, a no seguir con el tema, y tras un gesto de arduo desdén y desinterés fingido doy media vuelta intentando alejarme. - Buen intento, pero no voy a caer. No soy idiota - No es que no me fiara de Jeremy, le odio a ratos, me cae bien a ratos, porque no puedo olvidar el hecho de que si no hubiera sido por él yo jamás habría tenido una ballesta con la que defenderme en la arena. Sin embargo ahora las circunstancias han cambiado. Allí teníamos algo en común, sacar a Jolene, aquí tenemos algo que nos divide, los sentimientos hacia ella.
Si se le hizo fácil deshacerse allí de las personas que obstaculizaban su objetivo, ¿que diferencia hay ahora con la situación en la que estamos?. Un paso en falso y podría acabar muerto, además creo recordar que hasta sueña con que me perfore el pulmón en alguna de las múltiples estupideces que suelo hacer a diario por salir de una Isla que ya he asumido, me ha atrapado para siempre.
Cruzo los brazos al escuchar su negación. No tenemos tiempo que perder pero tampoco estamos apurados, de todas formas lo mejor sería que no atrayeramos la atención a la gente en los alrededores y su pequeña escena no nos está haciendo ningun favor.-¡Vamos!-Levanto los brazos en el aire.-Estuviste en una arena llena de magos y criaturas mágicas pero no puedes bajar las escaleras de un fuerte.-Pongo los ojos en blanco y bufo por lo bajo.-¿Que dice eso de tí?
Espero a que me responda con algún tipo de sarcasmo, por que Anderson no se calla, está hecho para hablar. Ya antes había llegado a pensar que Anderson cree que las palabras valen más que las acciones, como si con ellas pudiera hacer cambiar de opinión a alguien. Le pongo mala cara cuando me dice que no va a caer. ¿Caer en qué? Levanto una ceja y camino los pasos que me faltan hacia él.-De acuerdo.-Oprimo los labios y chasqueo la lengua.-Bajo yo.
Estoy fastidiado por su actitud paranoica, aunque supongo que lo menos que puedo hacer es ponersela fácil. Al fin de cuestas de los dos el es el que debe estar más dañado mentalmente, no debería extrañarme que dude de mí, que piense que lo voy a cortar en pedacitos. "Por lo que pasó con Jolene", pienso. Y recuerdo aquel sueño en el que estaba muerto. Recuerdo lo que le dije a Jolene. Recuerdo que quería su perdón. Odio tener que hacer esto, odio tener que pedirle ayuda y rogarle que entre conmigo, odio tener que demostrarle que yo no soy el "puedelo todo", hay muchas cosas que Anderson desconoce de mí y eso es lo que nos mantiene a raya. No creo decirle nunca acerca de mi sueño.
Bajo las escaleras con precaución y estas rechinan ante mi peso. No son muy altas así que llegó a tocar el suelo en un dos por tres. Busco con la mano la cuerda que enciende el bombillo encima de mi cabeza, cuando lo prendo una habitación llena de cacharros se enciende. Hay un escritorio en el fondo, lleno de cables sin conectar y un gran microfono acostado en él. A los lados tenemos todo rodeado de estanterias con aparatos que desconozco. En una de ellas está el revolver que he guardado todos estos meses con la intención de mantenerme protegido. No sé si lo llegaré a usar algun día. A buenas cuentas, nunca he matado a nadie, aunque por suerte eso no lo sabe mi compañero.
Escondo el revolver bajo una manta sucia y grito hacia el exterior.-¡No tengo todo el día, Looper!-Acomodo el sofá de dos asientos que está posicionado en frente de la silla de escritorio, esperando a que baje.
Espero a que me responda con algún tipo de sarcasmo, por que Anderson no se calla, está hecho para hablar. Ya antes había llegado a pensar que Anderson cree que las palabras valen más que las acciones, como si con ellas pudiera hacer cambiar de opinión a alguien. Le pongo mala cara cuando me dice que no va a caer. ¿Caer en qué? Levanto una ceja y camino los pasos que me faltan hacia él.-De acuerdo.-Oprimo los labios y chasqueo la lengua.-Bajo yo.
Estoy fastidiado por su actitud paranoica, aunque supongo que lo menos que puedo hacer es ponersela fácil. Al fin de cuestas de los dos el es el que debe estar más dañado mentalmente, no debería extrañarme que dude de mí, que piense que lo voy a cortar en pedacitos. "Por lo que pasó con Jolene", pienso. Y recuerdo aquel sueño en el que estaba muerto. Recuerdo lo que le dije a Jolene. Recuerdo que quería su perdón. Odio tener que hacer esto, odio tener que pedirle ayuda y rogarle que entre conmigo, odio tener que demostrarle que yo no soy el "puedelo todo", hay muchas cosas que Anderson desconoce de mí y eso es lo que nos mantiene a raya. No creo decirle nunca acerca de mi sueño.
Bajo las escaleras con precaución y estas rechinan ante mi peso. No son muy altas así que llegó a tocar el suelo en un dos por tres. Busco con la mano la cuerda que enciende el bombillo encima de mi cabeza, cuando lo prendo una habitación llena de cacharros se enciende. Hay un escritorio en el fondo, lleno de cables sin conectar y un gran microfono acostado en él. A los lados tenemos todo rodeado de estanterias con aparatos que desconozco. En una de ellas está el revolver que he guardado todos estos meses con la intención de mantenerme protegido. No sé si lo llegaré a usar algun día. A buenas cuentas, nunca he matado a nadie, aunque por suerte eso no lo sabe mi compañero.
Escondo el revolver bajo una manta sucia y grito hacia el exterior.-¡No tengo todo el día, Looper!-Acomodo el sofá de dos asientos que está posicionado en frente de la silla de escritorio, esperando a que baje.
No me gusta la idea, lo tenía claro desde el momento en el que di mas de diez pasos. Yo no ando, no me gusta, me cansa, me da hambre, luego tengo que comer y para mi desgracia sigo sometido al asqueroso menú del hospital porque según parece el azúcar me pone nervioso. No es cierto, yo no soy hiperactivo, a mi me ponen nervioso las preguntas, las miradas, las inyecciones, las palabras, todo menos el azúcar, porque odio aquel sitio con toda mi alma. Me detengo cuando me dice que baja el primero lo cual captura mi atención otra vez. De todas formas no pensé que hubiera una trampa esperándome abajo de aquellas escaleras tan oscuras y estrechas, pero el que vaya primero me quita la idea de la cabeza de que va a empujarme por ellas y a cerrar tras de mi con una risa perversa.
Ni siquiera sé porque me estoy montando una película como esta. Jeremy no es así... pero en realidad ¿qué se yo de Jeremy?. Que sabe cocinar, que las pastas le quedan de muerte, que es capaz de arriesgarse a ayudar a un chico que no conoce y que está en apuros y... y que está coladito por Jolene. Jolene es el único motivo que me hace ser una mala persona con el rubio, porque es precisamente la cosa que ninguno está dispuesto a compartir. Me asomo por el agujero mirando hacia abajo, no veo un pimiento, la ansiedad crece al instante, él parece haber olvidado que yo tengo un pequeño problema para adaptarme a los lugares oscuros, cerrados y de los cuales nadie va a oírme si pido ayuda.
Empiezo a temblar, pero no de miedo sino por propia voluntad, es un modo que tengo de menguar el repentino chute de energía que me da en cada ataque de ansiedad. - Entra. Sé valiente - Suspiro. Su voz me relaja, miro hacia mi izquierda que es el sitio donde la he oído pero no está. Pruebo a la derecha y tampoco, y sé que el día en el que creí haber muerto la perdí... porque sí, yo no perdí a Alexandra la tarde en la que murió porque permaneció conmigo todos estos años. La perdí la tarde en la que morí, en la que algo cambió dentro de mi, en la que la persona que era dejó de existir.
Al final suelto un gemido realmente frustrado y bajo las escaleras recorriendo aquel largo pasillo con la esperanza de que al llegar al final sea mas amplio. - Más te vale que esto valga la pena - Refunfuño por lo bajo abrazándome a mi mismo de un modo casi enfermizo. Sin embargo todo el terror desaparece cuando veo los aparatos electrónicos que tiene allí. Mis manos se relajan y bajan a cada costado de mi cuerpo y mi mirada se pasea por toda la habitación. - ¿qué narices? - La frase se alarga por sílabas más de lo debido, y empieza siendo fuerte para terminar en un susurro.
Ahora entiendo porqué tanto misterios, y no.. jamás tuvo que ver con que fuera a cortarme en trozos. Es una de esas cosas que no todo el mundo puede saber... de repente siento una sensación extraña que me hace darme cuenta de que Jeremy Mills y yo, tenemos un secreto.
Ni siquiera sé porque me estoy montando una película como esta. Jeremy no es así... pero en realidad ¿qué se yo de Jeremy?. Que sabe cocinar, que las pastas le quedan de muerte, que es capaz de arriesgarse a ayudar a un chico que no conoce y que está en apuros y... y que está coladito por Jolene. Jolene es el único motivo que me hace ser una mala persona con el rubio, porque es precisamente la cosa que ninguno está dispuesto a compartir. Me asomo por el agujero mirando hacia abajo, no veo un pimiento, la ansiedad crece al instante, él parece haber olvidado que yo tengo un pequeño problema para adaptarme a los lugares oscuros, cerrados y de los cuales nadie va a oírme si pido ayuda.
Empiezo a temblar, pero no de miedo sino por propia voluntad, es un modo que tengo de menguar el repentino chute de energía que me da en cada ataque de ansiedad. - Entra. Sé valiente - Suspiro. Su voz me relaja, miro hacia mi izquierda que es el sitio donde la he oído pero no está. Pruebo a la derecha y tampoco, y sé que el día en el que creí haber muerto la perdí... porque sí, yo no perdí a Alexandra la tarde en la que murió porque permaneció conmigo todos estos años. La perdí la tarde en la que morí, en la que algo cambió dentro de mi, en la que la persona que era dejó de existir.
Al final suelto un gemido realmente frustrado y bajo las escaleras recorriendo aquel largo pasillo con la esperanza de que al llegar al final sea mas amplio. - Más te vale que esto valga la pena - Refunfuño por lo bajo abrazándome a mi mismo de un modo casi enfermizo. Sin embargo todo el terror desaparece cuando veo los aparatos electrónicos que tiene allí. Mis manos se relajan y bajan a cada costado de mi cuerpo y mi mirada se pasea por toda la habitación. - ¿qué narices? - La frase se alarga por sílabas más de lo debido, y empieza siendo fuerte para terminar en un susurro.
Ahora entiendo porqué tanto misterios, y no.. jamás tuvo que ver con que fuera a cortarme en trozos. Es una de esas cosas que no todo el mundo puede saber... de repente siento una sensación extraña que me hace darme cuenta de que Jeremy Mills y yo, tenemos un secreto.
No me cuesta ver la sorpresa en sus ojos. Paso a su lado y subo por las escaleras hasta que he llegado a la superficie. Entonces miro hacia un lado y hacia el otro, solo para percatarme de que nadie nos ha seguido o visto, y cierro la compuerta que nos deja completamente sin luz solar.
Anderson está temblando y aquello me asusta, está demasiado sorprendido, probablemente al igual que yo lo estuve cuando los de la resistencia me trajeron por primera vez. Este es mi primer trabajo como parte de la resistencia de magos, y creo que me lo han dado por que es lo único para lo que un muggle les puede servir. Me llevo una mano a la cabeza y la otra me la meto en el bolsillo.-Bueno, lo que ves es lo que hay.-Golpeo uno de los cacharros y hace un sonido metálico.-Es un sistema de señales radiofonicas.-Repito lo que me han dicho los de la resistencia, por que en realidad no tengo una puñetera idea de lo que significa aquello.
Paso de nuevo a su lado y me siento en el sofá, poniendome cómodo, muevo la silla que está frente mío indicandole que se siente. Frente a ella está el escritorio en donde debería de funcionar el sistema principal, el que no he logrado configurar por que tengo cero conocimientos sobre electronicos.-Han dejado...-Reviso los cajones de papeles que están tirados a un lado del escritorio y cuando lo encuentro lo dejo sobre la mesa.-Eso, son indicaciones de como armarlo.
Sigo revisando la caja en busca de los códigos para hablar por la radio, también dejaron una lista bastante especifica de lo que tengo que decir en cada trasmisión pero ni siquiera me he tomado el tiempo de revisarla.-¿Qué dices?-Le pregunto distridamente.-¿Crees que lo puedes armar?
No lo miro a los ojos pero sé que está viendo, sé que está observando cada uno de mis movimientos. No confío en Anderson tanto como confío en mí mismo o como confío en Katie o Jolene, pero por ahora es la única opción que me queda disponible. Es confiar en Anderson o fallar en mi intento de hacer algo productivo contra el capitolio.-Creo que no te tengo que decir que no le puedes contar esto a nadie ¿No?
Anderson está temblando y aquello me asusta, está demasiado sorprendido, probablemente al igual que yo lo estuve cuando los de la resistencia me trajeron por primera vez. Este es mi primer trabajo como parte de la resistencia de magos, y creo que me lo han dado por que es lo único para lo que un muggle les puede servir. Me llevo una mano a la cabeza y la otra me la meto en el bolsillo.-Bueno, lo que ves es lo que hay.-Golpeo uno de los cacharros y hace un sonido metálico.-Es un sistema de señales radiofonicas.-Repito lo que me han dicho los de la resistencia, por que en realidad no tengo una puñetera idea de lo que significa aquello.
Paso de nuevo a su lado y me siento en el sofá, poniendome cómodo, muevo la silla que está frente mío indicandole que se siente. Frente a ella está el escritorio en donde debería de funcionar el sistema principal, el que no he logrado configurar por que tengo cero conocimientos sobre electronicos.-Han dejado...-Reviso los cajones de papeles que están tirados a un lado del escritorio y cuando lo encuentro lo dejo sobre la mesa.-Eso, son indicaciones de como armarlo.
Sigo revisando la caja en busca de los códigos para hablar por la radio, también dejaron una lista bastante especifica de lo que tengo que decir en cada trasmisión pero ni siquiera me he tomado el tiempo de revisarla.-¿Qué dices?-Le pregunto distridamente.-¿Crees que lo puedes armar?
No lo miro a los ojos pero sé que está viendo, sé que está observando cada uno de mis movimientos. No confío en Anderson tanto como confío en mí mismo o como confío en Katie o Jolene, pero por ahora es la única opción que me queda disponible. Es confiar en Anderson o fallar en mi intento de hacer algo productivo contra el capitolio.-Creo que no te tengo que decir que no le puedes contar esto a nadie ¿No?
Cuándo le veo subir asomo mi mirada por encima de las escaleras y suelto un casi gemido al oír la puerta cerrarse. Procuro calmarme, regular mi respiración y mantener a ralla la claustrofobia que ese lugar me está provocando controlando mi mente para pensar en otra cosa. ¿en que puedo pensar?. Mi hermana no para de hablarme, de intentar tranquilizarme y aunque no consigo verla con mis propios ojos el oírla me da la sensación de que en ésta habitación solo somos dos.
Cierro los ojos un momento e intento calmarme agarrado del borde de la mesa con tanta fuerza que los nudillos de la mano derecha se están poniendo realmente pálido. Las voces aumentan, la habitación de por sí ya pequeña, se hace más ridículamente pequeña y acabo por sentarme en el suelo con la espalda apoyada en el bordillo de las escaleras y las manos sobre la cabeza. - Estás haciendo algo por lo que podrían matarte - Mi voz es un susurro, pero tampoco hace falta que la levante mucho más porque el lugar es pequeño y el eco bastante amplio.
Alzo mi vista del suelo mirando hacia el sofá en el que se sienta sin saber que decirle. Sí, lo de que no podía decírselo a nadie lo he comprendido hace varios minutos sin la necesidad de que él me lo explicara. Asiento y desvío la mirada hacia los aparatos, fijarme en ellos ocupa mi mente y también me distrae de la sensación asfixiante de aquel sitio. - ¿Para que son? - Recupero mi voz en algún punto de mis pensamientos aunque tiembla levemente. - ¿Para qué las quieres? - Le miro esperando una respuesta, no pienso tocar ninguno de esos aparatos hasta que me de una explicación racional que es algo, que si voy a montar yo, me merezco.
Cierro los ojos un momento e intento calmarme agarrado del borde de la mesa con tanta fuerza que los nudillos de la mano derecha se están poniendo realmente pálido. Las voces aumentan, la habitación de por sí ya pequeña, se hace más ridículamente pequeña y acabo por sentarme en el suelo con la espalda apoyada en el bordillo de las escaleras y las manos sobre la cabeza. - Estás haciendo algo por lo que podrían matarte - Mi voz es un susurro, pero tampoco hace falta que la levante mucho más porque el lugar es pequeño y el eco bastante amplio.
Alzo mi vista del suelo mirando hacia el sofá en el que se sienta sin saber que decirle. Sí, lo de que no podía decírselo a nadie lo he comprendido hace varios minutos sin la necesidad de que él me lo explicara. Asiento y desvío la mirada hacia los aparatos, fijarme en ellos ocupa mi mente y también me distrae de la sensación asfixiante de aquel sitio. - ¿Para que son? - Recupero mi voz en algún punto de mis pensamientos aunque tiembla levemente. - ¿Para qué las quieres? - Le miro esperando una respuesta, no pienso tocar ninguno de esos aparatos hasta que me de una explicación racional que es algo, que si voy a montar yo, me merezco.
Nunca llegué a pensar que Anderson fuera a reaccionar así, a una parte de mí no le agrada lo que está haciendo, me pone nervioso, me recuerda lo que tengo que perder. Me veo obligado a levantarme del sofá y agacharme frente suyo en las escaleras. Parece asustado y descolocado. Y debo decir que yo soy el tipo de personas que pueden calmar a alguien. Así que simplemente le digo lo que quiere, le doy una explicación de lo que hacemos aquí.
¿Has oído hablar de la resistencia mágica Looper?-Le pregunto. Pongo los ojos en blanco cuando me doy cuenta de que no he podido dejar el tono borde. Oprimo los labios y, esta vez, cuando hablo las cosas suenan un poco más suaves.-Estoy construyendo un sistema, una radio, para mandar trasmisiones a los cuidadanos de Panem. Trasmisiones de la resistencia.-Miro hacia un punto en especifico de la habitación. Aquel de donde hemos venido, la compuerta.-Tienes dos opciones ahora.-Me levanto y vuelvo al sofá.
O te quedas y me ayudas a construir este pedazo de mierda.-Lo miro a los ojos y hablo seriamente.-O te largas.-Chasqueo la lengua.- Pero si te vas y andas habladando de esto por ahí no voy a dudar dos veces en callarte la boca.-No lo digo enserio, no sé qué podría hacerle a Anderson, no creo que pudiera hacerle nada por que Jolene nunca me perdonaría. Es por eso que mi voz no suena tan creíble como debería de sonar. Solo suena relajada.
Muevo algunas piezas de aquí allá. Algunas que he visto antes en el manual de instrucciones. Si Anderson no acepta tengo que empezar a evaluar mis opciones. Creo que el chico ha entendido bien, le estoy dando la oportunidad de ser parte de una revelión, si la toma ya no habrá vuelta atrás.
¿Has oído hablar de la resistencia mágica Looper?-Le pregunto. Pongo los ojos en blanco cuando me doy cuenta de que no he podido dejar el tono borde. Oprimo los labios y, esta vez, cuando hablo las cosas suenan un poco más suaves.-Estoy construyendo un sistema, una radio, para mandar trasmisiones a los cuidadanos de Panem. Trasmisiones de la resistencia.-Miro hacia un punto en especifico de la habitación. Aquel de donde hemos venido, la compuerta.-Tienes dos opciones ahora.-Me levanto y vuelvo al sofá.
O te quedas y me ayudas a construir este pedazo de mierda.-Lo miro a los ojos y hablo seriamente.-O te largas.-Chasqueo la lengua.- Pero si te vas y andas habladando de esto por ahí no voy a dudar dos veces en callarte la boca.-No lo digo enserio, no sé qué podría hacerle a Anderson, no creo que pudiera hacerle nada por que Jolene nunca me perdonaría. Es por eso que mi voz no suena tan creíble como debería de sonar. Solo suena relajada.
Muevo algunas piezas de aquí allá. Algunas que he visto antes en el manual de instrucciones. Si Anderson no acepta tengo que empezar a evaluar mis opciones. Creo que el chico ha entendido bien, le estoy dando la oportunidad de ser parte de una revelión, si la toma ya no habrá vuelta atrás.
Cuando se acerca a mi me alejo por inercia, retrocedo como un gato asustado de que le toquen y le tiren de cabeza a una piscina sin saber nadar. Lo miro directamente de todas maneras mientras me explica lo que es y me doy cuenta de que cree que estoy completamente aterrado de que esto sea ilegal. Y se equivoca. Los sitios cerrados no me gustan, me recuerdan a las tumbas, tumbas donde debería estar, donde podría haberme despertado si no se hubieran dado cuenta a tiempo de que yo estaba con vida tras los juegos. Es por eso que no me gustan los hospitales, los ascensores, ningún sitio donde pueda quedarme a solas, sea pequeño y donde probablemente si grito nadie me escuche.
No se lo explico, no me importa en absoluto que crea que soy un cobarde porque lo soy para muchas cosas, la valentía no es algo que me caracterice aunque últimamente tenga un afán suicida más marcado que antes. - Pues claro - Me parece una pregunta estúpida, ¿hay alguien que no sepa lo que es?. Nadie sabe a ciencia cierta las personas que pertenecen a la resistencia y ni siquiera estoy seguro de si yo sería capaz de unirme a ella por un ideal que en parte no comparto. Sin embargo he oído, como todo el mundo, los rumores y las transmisiones clandestinas que se detuvieron hace varios meses, probablemente con el asesinato del último radioaficionado que las hacía.
Suspiro y le veo regresar a su sillón, hago una leve mueca cómo si no me importase en absoluto que me callara de la forma en la que fuera si me iba de la lengua. No es que me sobren amigos reales a los que pueda contarles lo que hay aquí. - Con tu amable personalidad, ¿donde vas a encontrar a alguien más que monte esto? - Ironizo lo de amable, porque sé que lo es (algo que comprobé por mi mismo en su momento) pero ahora mismo no lo está siendo ni tan siquiera un poquito. Hago una mueca y extiendo mi mano hacia uno de los aparatos cercanos para traerlo hacia mi y empezar a sarandearlo junto a mi oreja. La mayoría de éstos los conozco, me he pasado toda la vida montando y desmontando cosas para mantener mi mente ocupada, es más si alguien me pregunta ésto me sirve más que cualquier estúpida terapia que a Sandra M. Sullivan se le ocurra.
Vuelvo a mirar el aparato, a chequearlo, y tras varios minutos callado lo regreso a su lugar. - Puede. No parece complicado y de última generación - Si me apuran, los equipos parecen pasados de moda desde hace años. Tengo potestad para conseguir otros nuevos infinitamente más potentes, pero no sin levantar sospechas así que vamos a tener que apañarnos con éstos. - ¿eso es todo lo que quieres de mi? ¿que los monte? - Dudo un poco, si me pide algo más relacionado con esa resistencia pienso negarme. No voy a pasar más tiempo aquí del estrictamente necesario. - No podías buscar un lugar menos... - Mis manos se mueven solas, haciendo gestos que demuestran lo poco bien que me siento en lugares tan pequeños y cerrados.
No se lo explico, no me importa en absoluto que crea que soy un cobarde porque lo soy para muchas cosas, la valentía no es algo que me caracterice aunque últimamente tenga un afán suicida más marcado que antes. - Pues claro - Me parece una pregunta estúpida, ¿hay alguien que no sepa lo que es?. Nadie sabe a ciencia cierta las personas que pertenecen a la resistencia y ni siquiera estoy seguro de si yo sería capaz de unirme a ella por un ideal que en parte no comparto. Sin embargo he oído, como todo el mundo, los rumores y las transmisiones clandestinas que se detuvieron hace varios meses, probablemente con el asesinato del último radioaficionado que las hacía.
Suspiro y le veo regresar a su sillón, hago una leve mueca cómo si no me importase en absoluto que me callara de la forma en la que fuera si me iba de la lengua. No es que me sobren amigos reales a los que pueda contarles lo que hay aquí. - Con tu amable personalidad, ¿donde vas a encontrar a alguien más que monte esto? - Ironizo lo de amable, porque sé que lo es (algo que comprobé por mi mismo en su momento) pero ahora mismo no lo está siendo ni tan siquiera un poquito. Hago una mueca y extiendo mi mano hacia uno de los aparatos cercanos para traerlo hacia mi y empezar a sarandearlo junto a mi oreja. La mayoría de éstos los conozco, me he pasado toda la vida montando y desmontando cosas para mantener mi mente ocupada, es más si alguien me pregunta ésto me sirve más que cualquier estúpida terapia que a Sandra M. Sullivan se le ocurra.
Vuelvo a mirar el aparato, a chequearlo, y tras varios minutos callado lo regreso a su lugar. - Puede. No parece complicado y de última generación - Si me apuran, los equipos parecen pasados de moda desde hace años. Tengo potestad para conseguir otros nuevos infinitamente más potentes, pero no sin levantar sospechas así que vamos a tener que apañarnos con éstos. - ¿eso es todo lo que quieres de mi? ¿que los monte? - Dudo un poco, si me pide algo más relacionado con esa resistencia pienso negarme. No voy a pasar más tiempo aquí del estrictamente necesario. - No podías buscar un lugar menos... - Mis manos se mueven solas, haciendo gestos que demuestran lo poco bien que me siento en lugares tan pequeños y cerrados.
Mi amable personalidad ciertamente no me ha llevado a muchas partes. Pero el acepta. Toma entre sus manos una de las piezas y dice que no es muy complicado. Estoy aliviado por que no lo sea, al menos sé que Anderson podrá lograr su cometido sin ningún problema. Me encojo de hombros.-Sólo quiero eso, nada más.
Palmeo la silla en frente de mí y vuelvo a los papeles y los códigos. Tomo de nuevo entre mis manos las instrucciones para armar ese cacharro e intento entenderlas, pero soy demasiado ignorante y al final se lo dejo todo en el escritorio. No espero a que acepte pero sé que ya lo ha hecho, lo sé por que se otra forma no estaría revisando cautelosamente las piezas de la radio.
Yo no elegí el lugar.-Termino por contarle, en realidad no me importa hablar con Anderson, en algún tiempo fuimos casi amigos. En este momento es casi como si me remotara a ese día en el distrito 07 cuando le ofrecí un refugio y comida. Lastima que cada vez que lo veo trae tantos recuerdos amargos a mi mente.-Es algo... irónico.-Pongo mi vista en los botones que tengo a mi derecha, veo el que enciende el aparato pero no lo toco, la última vez que lo hice salieron chispas.-Querían a alguien que no levantara demasiadas sospechas, alguien en el interior. Un... ¿Infiltrado?-Atrás de los botones está la tapa que cubre el sistema de luz, tendriamos que apagarlo si quieremos probar con las piezas pero en cambio solo bajo uno de los switches hacia abajo, el que afecta a los toma-corriente, por lo tanto la luz sigue prendida en el techo pero ya no tenemos energía con la que trabajar.-Querían que la señal llegara desde el capitolio por que ese sería el último lugar en donde el presidente buscaría.-Miro de nuevo a Anderson y me encogo de hombros.-Este lugar está lo suficientemente apartado y es lo suficientemente reducido como para pasar inadvertido.
Palmeo la silla en frente de mí y vuelvo a los papeles y los códigos. Tomo de nuevo entre mis manos las instrucciones para armar ese cacharro e intento entenderlas, pero soy demasiado ignorante y al final se lo dejo todo en el escritorio. No espero a que acepte pero sé que ya lo ha hecho, lo sé por que se otra forma no estaría revisando cautelosamente las piezas de la radio.
Yo no elegí el lugar.-Termino por contarle, en realidad no me importa hablar con Anderson, en algún tiempo fuimos casi amigos. En este momento es casi como si me remotara a ese día en el distrito 07 cuando le ofrecí un refugio y comida. Lastima que cada vez que lo veo trae tantos recuerdos amargos a mi mente.-Es algo... irónico.-Pongo mi vista en los botones que tengo a mi derecha, veo el que enciende el aparato pero no lo toco, la última vez que lo hice salieron chispas.-Querían a alguien que no levantara demasiadas sospechas, alguien en el interior. Un... ¿Infiltrado?-Atrás de los botones está la tapa que cubre el sistema de luz, tendriamos que apagarlo si quieremos probar con las piezas pero en cambio solo bajo uno de los switches hacia abajo, el que afecta a los toma-corriente, por lo tanto la luz sigue prendida en el techo pero ya no tenemos energía con la que trabajar.-Querían que la señal llegara desde el capitolio por que ese sería el último lugar en donde el presidente buscaría.-Miro de nuevo a Anderson y me encogo de hombros.-Este lugar está lo suficientemente apartado y es lo suficientemente reducido como para pasar inadvertido.
Todo lo que me explica tiene sentido y al mismo tiempo siento que no lo tiene. No tengo ni idea de porqué me siento de ésta forma pero no paro de mover aparatos de un lado a otro atendiendo a cada una de sus palabras a la vez que empiezo a toquetear los euro conectores interconectando todos los aparatos entre sí. Al principio es un juego de niños, cómo si todas las piezas encajaran en un solo lugar hasta que esta refundido en mi rincón inquebrantable y solitario deja de ser cómodo y accesible, por lo que me veo obligado a ponerme de rodillas de modo que accedo a los aparatos de más lejos con más facilidad.
Suelto un par de suspiros de vez en cuando y tiro algunas piezas que están completamente fundidas moviéndome rápido en algunos momentos y de pronto reduciendo la velocidad a una casi cámara lenta. - Si quieren encontrarte te encontrarán. Si quieren sospechar de ti lo harán. - Así es cómo funcionan las cosas ahora, ellos hacen lo que les da la gana, incluso sospechar de gente que no tiene culpa ninguna. Tras hacer un balance general, cosa que me toma aproximadamente 10 o 15 minutos vuelvo a mirar a Jeremy. - No creo que tengas razón - Lo dejo claro desde el principio. - Pero tampoco creo que la tengan los demás. Si te matan haciendo ésto Jolene jamás te lo perdonará - No menciono el hecho de que probablemente tampoco me lo perdone a mi... después de todo soy yo quien en parte se lo está poniendo en bandeja. Acabo de darme cuenta de que estoy colaborando en un acto terriblemente suicida y se me pasan por la cabeza varios motivos que pueden llevar a Jeremy a hacer ésto, sin embargo ninguno encaja con el tipo de persona que creo que es y no pienso preguntárselo; no contestará de todas maneras.
Busco papel y lápiz anotando algunas cosas, bastante básicas y necesarias para montar todo ésto entregándosela en cuanto termino. - Llámame cuando las tengas. Con suerte te lo puedo dejar montado en 5 días - Hago una leve mueca y desvío la mirada, cómo si una parte de mi no estuviese seguro de estar haciendo todo ésto pero otra mucho más potente hubiera roto los frenos y tuviera la intención de que fuese a toda hostia. - He metido algunas cosas adicionales. Hay que cambiar varios cables, y poner un inhibidor de frecu... encias... dah - De pronto y de modo muy random me acuerdo de gente diciéndome que me calle cuando empiezo a dar datos sobre cosas que no comprenden, el cual es el caso de Jeremy o yo no estaría aquí. Incluso llego a rodar los ojos con algo de irritación. - Tú cómpralo -
Suelto un par de suspiros de vez en cuando y tiro algunas piezas que están completamente fundidas moviéndome rápido en algunos momentos y de pronto reduciendo la velocidad a una casi cámara lenta. - Si quieren encontrarte te encontrarán. Si quieren sospechar de ti lo harán. - Así es cómo funcionan las cosas ahora, ellos hacen lo que les da la gana, incluso sospechar de gente que no tiene culpa ninguna. Tras hacer un balance general, cosa que me toma aproximadamente 10 o 15 minutos vuelvo a mirar a Jeremy. - No creo que tengas razón - Lo dejo claro desde el principio. - Pero tampoco creo que la tengan los demás. Si te matan haciendo ésto Jolene jamás te lo perdonará - No menciono el hecho de que probablemente tampoco me lo perdone a mi... después de todo soy yo quien en parte se lo está poniendo en bandeja. Acabo de darme cuenta de que estoy colaborando en un acto terriblemente suicida y se me pasan por la cabeza varios motivos que pueden llevar a Jeremy a hacer ésto, sin embargo ninguno encaja con el tipo de persona que creo que es y no pienso preguntárselo; no contestará de todas maneras.
Busco papel y lápiz anotando algunas cosas, bastante básicas y necesarias para montar todo ésto entregándosela en cuanto termino. - Llámame cuando las tengas. Con suerte te lo puedo dejar montado en 5 días - Hago una leve mueca y desvío la mirada, cómo si una parte de mi no estuviese seguro de estar haciendo todo ésto pero otra mucho más potente hubiera roto los frenos y tuviera la intención de que fuese a toda hostia. - He metido algunas cosas adicionales. Hay que cambiar varios cables, y poner un inhibidor de frecu... encias... dah - De pronto y de modo muy random me acuerdo de gente diciéndome que me calle cuando empiezo a dar datos sobre cosas que no comprenden, el cual es el caso de Jeremy o yo no estaría aquí. Incluso llego a rodar los ojos con algo de irritación. - Tú cómpralo -
Lo que dice es muy cierto, he estado dependiendo de mi condición de vencedor como una garantía de que, tal vez, no intenten asesinarme cuando se enteren, pero la verdad es que es una misión suicida. Poso mi ojos sobre él cuando menciona a Jolene y el estómago se me revuelve.-Ella no tiene un voto sobre mis decisiones.
Me levanto del sofá y voy hacia los estantes. Busco por todas partes la pequeña llave que abre el frigorífico que está bajo el escritorio, allí donde guardo las bebidas. Recuerdo que he apagado todas las conexiones así que tengo que tomarme la cerveza que queda dentro por que cuando se comience a calentar ya no servirá de nada, sabrá a rayos. La encuentro bajo una caja metálica, la saco con facilidad y me agacho en el suelo frente al frigorifico.
¿Cinco días? Pensé que eras un genio de los computadores.-Miro la hoja con curiosidad y veo en ella nombres que no entiendo ni entenderé jamás. Vuelvo al tema de los cinco días, que me parecen una barbarida, pienso que podría obligarlo a que fuera menos tiempo, pienso en la pistola que se encuentra bajo el trapo sucio, y no sé por qué lo estoy pensando. Desde hace un tiempo mis sentimientos y pensamientos no están concordando entre ellos. Suelto el aire pesadamente y asiento fastidiado.
No estoy escuchandolo, pongo la llave en el pequeño frigorifico y saco de él la única cerveza que hay junto con alguna que otra barra alimenticia. El se calla de repente, creo que ha entendido la indirecta. Me alegro.-Lo haré.-Abro la botella con una pequeña chapa que está del lado del escritorio y miro a Anderson relajado pensando interiomente.-¿Ahora qué?
Los dos nos quedamos callados. Yo con la botella en la mano y el enchufando varios aparatos extraños entre sí. Me paso una mano por la cabellera rubia, nunca he sido de los tipos que saben qué decir.
Me levanto del sofá y voy hacia los estantes. Busco por todas partes la pequeña llave que abre el frigorífico que está bajo el escritorio, allí donde guardo las bebidas. Recuerdo que he apagado todas las conexiones así que tengo que tomarme la cerveza que queda dentro por que cuando se comience a calentar ya no servirá de nada, sabrá a rayos. La encuentro bajo una caja metálica, la saco con facilidad y me agacho en el suelo frente al frigorifico.
¿Cinco días? Pensé que eras un genio de los computadores.-Miro la hoja con curiosidad y veo en ella nombres que no entiendo ni entenderé jamás. Vuelvo al tema de los cinco días, que me parecen una barbarida, pienso que podría obligarlo a que fuera menos tiempo, pienso en la pistola que se encuentra bajo el trapo sucio, y no sé por qué lo estoy pensando. Desde hace un tiempo mis sentimientos y pensamientos no están concordando entre ellos. Suelto el aire pesadamente y asiento fastidiado.
No estoy escuchandolo, pongo la llave en el pequeño frigorifico y saco de él la única cerveza que hay junto con alguna que otra barra alimenticia. El se calla de repente, creo que ha entendido la indirecta. Me alegro.-Lo haré.-Abro la botella con una pequeña chapa que está del lado del escritorio y miro a Anderson relajado pensando interiomente.-¿Ahora qué?
Los dos nos quedamos callados. Yo con la botella en la mano y el enchufando varios aparatos extraños entre sí. Me paso una mano por la cabellera rubia, nunca he sido de los tipos que saben qué decir.
Me relamo los labios al oírle decir que Jolene no tiene voto en sus decisiones y por inercia me acuerdo de el día en el que toda mi vida se fue a montar de golpe en una montaña rusa. Era precisamente el día en el que ella le dijo algo parecido. - Tiene gracia teniendo en cuenta que tú si puedes meterte en sus decisiones. O al menos eso le hiciste creer aquella vez - Nunca entendí porqué hacía las cosas de esa forma, siempre he querido proteger a Jolene con mi vida si hace falta, al menos desde que salimos desde aquella arena donde por un pequeño instante creí que la perdía. Sin embargo eso jamás fue sinónimo de querer obligarla a que hiciera lo que a mi me diera la gana, sino a estar alertar para socorrerla en todas las decisiones que tomara. Estar ahí para cuando le hiciera falta.
Suelto una risa irónica ante eso de que soy un genio porque sé que lo que quiere es que me de mas prisa, y aunque no estoy totalmente de acuerdo con ello ignoro aquel pique. - Es lo que hay. Se me da bien montar estas cosas pero no hago milagros. Estos son aparatos del siglo XVIII y estamos en el XVI - Ni siquiera espero que lo entienda. - Sin eso no puedo trabajar, así que supongo que puedo irme - No me muevo, de algún modo me siento retenido allí como si estuviera secuestrado. Le sigo con la mirada mientras abre la nevera, se sirve una cerveza y se tira de nuevo en el sofá. Llevo mi vista hacia la nevera esperando a que salga de allí algo para mi pero no moviéndome en absoluto para gestionar aquello. - Te lo montaré todo lo rápido que pueda, pero no prometo nada - Suelto un suspiro y dejo caer hacia atrás mi cabeza cerrando los ojos un momento mientras lo único que escucho en la habitación son los movimientos de Jeremy.
Cuando abro los ojos dejo la vista puesta en uno de los aparatos que he desmontado más veces en toda mi vida. Mi abuela siempre me los traía de la basura de la tienda de electrodomésticos que tenía y los usaba para mantenerme ocupado. Siempre que estaba ocupado no le daba problemas, era mejor que medicarme hasta dejarme K.O. en el suelo. - ¿Puedo preguntarte por qué haces todo ésto? - Extiendo mi mano hacia el cachivache tirando del cable porque no llego sin tener que levantarme, y agarrándolo antes de que golpee contra el suelo cuando el tramo de mesa se le acaba y se resbala. - Es decir, hay formas menos dolorosas de suicidarte -
Suelto una risa irónica ante eso de que soy un genio porque sé que lo que quiere es que me de mas prisa, y aunque no estoy totalmente de acuerdo con ello ignoro aquel pique. - Es lo que hay. Se me da bien montar estas cosas pero no hago milagros. Estos son aparatos del siglo XVIII y estamos en el XVI - Ni siquiera espero que lo entienda. - Sin eso no puedo trabajar, así que supongo que puedo irme - No me muevo, de algún modo me siento retenido allí como si estuviera secuestrado. Le sigo con la mirada mientras abre la nevera, se sirve una cerveza y se tira de nuevo en el sofá. Llevo mi vista hacia la nevera esperando a que salga de allí algo para mi pero no moviéndome en absoluto para gestionar aquello. - Te lo montaré todo lo rápido que pueda, pero no prometo nada - Suelto un suspiro y dejo caer hacia atrás mi cabeza cerrando los ojos un momento mientras lo único que escucho en la habitación son los movimientos de Jeremy.
Cuando abro los ojos dejo la vista puesta en uno de los aparatos que he desmontado más veces en toda mi vida. Mi abuela siempre me los traía de la basura de la tienda de electrodomésticos que tenía y los usaba para mantenerme ocupado. Siempre que estaba ocupado no le daba problemas, era mejor que medicarme hasta dejarme K.O. en el suelo. - ¿Puedo preguntarte por qué haces todo ésto? - Extiendo mi mano hacia el cachivache tirando del cable porque no llego sin tener que levantarme, y agarrándolo antes de que golpee contra el suelo cuando el tramo de mesa se le acaba y se resbala. - Es decir, hay formas menos dolorosas de suicidarte -
Me quedo congelado mientras pienso en aquel momento en el que le pedí a Jolene que no hiciera nada peligroso, cuando le pedí que no fuera a los juegos, cuando le pedí que no se atreviera a meterse en medio de la revolución. Soy un hipocrita. Lo sé. Pero lo que nadie me dijo cuando era pequeño es que parte de querer a alguien significa tomar decisiones estúpidas, ser egoísta y mentir. El amor no es de color de rosa, tiene sus tonos opacos. Así que opto por el camino que sé que lo callará.-Yo nunca he sido parte de sus deciones, .
No se lo digo pero mis palabras tienen un doble sentido. Andy nunca le ha pedido a Jolene que haga algo, no al menos de que yo sepa, el día en que se lo pida ¿Ella aceptará?
Me recuesto en el sofá cuando sé que está por irse. Aunque merodea por la habitación agarrando cosas que se le deslizan por las manos.Yo pongo los ojos en blanco y me los tapo con el brazo mientras le doy otro sorbo a aquella botella.-Vete, si eso es lo que quieres.-Le digo despreocupado.-Nos vemos en unos días.-Probablemente me quede un rato revisando los códigos y los memos que han mandado, los que le pertenecían al anterior chico de la radio. Por ahora me quedo con los ojos cerrados repasando aquel hilo de pensamientos acerca de Jolene, por que al parecer es el único tema que logro descifrar.
Me sorprende escuchar su voz de nuevo, por que pensé que el próximo ruido a escuchar sería el de la comppuerta abriendo y cerrandose. Frunzo los labios ante el comentario. Yo no tendría que darle explicaciones a Anderson pero lo hago de todas formas, por gratitud más que por cualquier otra cosa.-¿No es obvio?-Muevo un poco mi brazo para que mis ojos encuentren su figura.-Quiero acabar con los juegos.
Y espero que entienda, que sepa, que no quiero que nadie pase por lo que nosotros pasamos. Pero solo se queda en un deseo. Dejo pasar muchas cosas, muchas razones, pensamientos muy personales que se ocultan dentro, muy dentro. Yo no tengo un futuro, entonces ¿Por qué no desperdiciarlo de esta forma? Y ese pensamiento rige todos los demás. Me acomo en el sofá por que algo se me está clavando en la espalda y es cuando saco uno de los clips de las carpetas y lo tiro al suelo-No quiero convertirme en un inútil, esto me da un propósito, pero no espero que lo entiendas Looper.
No se lo digo pero mis palabras tienen un doble sentido. Andy nunca le ha pedido a Jolene que haga algo, no al menos de que yo sepa, el día en que se lo pida ¿Ella aceptará?
Me recuesto en el sofá cuando sé que está por irse. Aunque merodea por la habitación agarrando cosas que se le deslizan por las manos.Yo pongo los ojos en blanco y me los tapo con el brazo mientras le doy otro sorbo a aquella botella.-Vete, si eso es lo que quieres.-Le digo despreocupado.-Nos vemos en unos días.-Probablemente me quede un rato revisando los códigos y los memos que han mandado, los que le pertenecían al anterior chico de la radio. Por ahora me quedo con los ojos cerrados repasando aquel hilo de pensamientos acerca de Jolene, por que al parecer es el único tema que logro descifrar.
Me sorprende escuchar su voz de nuevo, por que pensé que el próximo ruido a escuchar sería el de la comppuerta abriendo y cerrandose. Frunzo los labios ante el comentario. Yo no tendría que darle explicaciones a Anderson pero lo hago de todas formas, por gratitud más que por cualquier otra cosa.-¿No es obvio?-Muevo un poco mi brazo para que mis ojos encuentren su figura.-Quiero acabar con los juegos.
Y espero que entienda, que sepa, que no quiero que nadie pase por lo que nosotros pasamos. Pero solo se queda en un deseo. Dejo pasar muchas cosas, muchas razones, pensamientos muy personales que se ocultan dentro, muy dentro. Yo no tengo un futuro, entonces ¿Por qué no desperdiciarlo de esta forma? Y ese pensamiento rige todos los demás. Me acomo en el sofá por que algo se me está clavando en la espalda y es cuando saco uno de los clips de las carpetas y lo tiro al suelo-No quiero convertirme en un inútil, esto me da un propósito, pero no espero que lo entiendas Looper.
Ahogo una leve risa mientras rebusco entre las cosas algo con lo que poder trabajar. A la izquierda encuentro una caja de herramientas donde incluso puedo ver un destornillador rematadamente pequeño, el que se usa para los encajes eléctricos. Saco uno de ellos empezando a desatornillar el aparato de modo que todas las tripas del mismo quedan al exterior, re conecto por un lado, re conecto por otro y soplo de vez en cuando para retirar el polvo acumulado de éstos. - Te equivocas - Llega un momento en el que tras un largo silencio donde parece que le he ignorado, vuelvo a abrir la boca. - Quería sacarte de allí, quería traerte de vuelta a casa vivo, además... te eligió a ti - Dejo de mover las manos entre los cables quitando mi vista del aparato pero no levantando la mirada sino por el contrario trasladándola al suelo. Dentro de mi cabeza están tan claros los sucesos de aquella noche que puedo verlos como si de una película se tratara. - Ella no lo recuerda. Pero yo sí - Recuerdo la lluvia, recuerdo aquel beso que no fue para mi. - Tú te fuiste, y ya se que no fue tu culpa pero te fuiste. Quería sacarte de allí y no pudo, la obligaste a verte morir. Yo fui lo único que le quedó cuando te fuiste, lo único a lo que podía agarrarse para no caer en el abismo que teníamos a nuestros pies. - Aún recuerdo aquella sensación, aquel desespero, aquellas lágrimas, los gritos, la sensación de derrota y el saber que era el final, que nuestro camino se había acabado y que no quedaba nadie más en él. - Puede que ahora que haya pasado todo eso crea que no te quiere, pero todavía te quiere - Eso es quizá lo que más me molesta de todo este asunto. Me encojo de hombros fingiendo que me rodea un desinterés casi absoluto. - No espero que lo entiendas, pero si me lo permites: eres terriblemente idiota. -
Abro mis piernas extendiéndolas en el suelo del todo, dejando el aparato entre éstas y doblándome hacia adelante para poder trabajar mejor. Hago un apaño para dejar la lámpara sobre mi cabeza de modo que alumbre desde arriba la zona en la que trabajo y niego levemente ante su sugerencia de marcharme. - Ve a comprar lo que te he pedido. Si tienes tanta urgencia porque esta porquería sirva para algo intentaré arreglártela en día y medio. - Aprovecharé el tiempo que voy a fingir estar durmiendo para que no me obliguen a ello valiéndose de medicamentos para agilizar todo esto. El que me diga que no espera que lo entienda me causa una leve gracia aunque apenas se nota, una risa escapa de mis labios en un suspiro cerrando el primer aparato y colocando los cables de conexión por fuera para poder enlazarlos a los demás. - Te odio. No me malinterpretes - Mi voz suena tan obvia que se torna casi irónica. - Pero ya que no hay modo de salir de ésta estúpida isla tengo que empezar a vivir con el hecho de que pase lo que pase, voy a tener que aguantarte en mi vida. - Intento darle al interruptor para probar el encendido antes de darme cuenta de que no está enchufado y ponerme a gatear por el sitio en busca de una toma de corriente. - Aunque hay algo que no deberías olvidar cuándo me miras con esa cara de querer tirarme por un barranco - Entorno uno de mis ojos, ladeo la cabeza y pongo mi vista sobre él. - Fue mía primero -
Abro mis piernas extendiéndolas en el suelo del todo, dejando el aparato entre éstas y doblándome hacia adelante para poder trabajar mejor. Hago un apaño para dejar la lámpara sobre mi cabeza de modo que alumbre desde arriba la zona en la que trabajo y niego levemente ante su sugerencia de marcharme. - Ve a comprar lo que te he pedido. Si tienes tanta urgencia porque esta porquería sirva para algo intentaré arreglártela en día y medio. - Aprovecharé el tiempo que voy a fingir estar durmiendo para que no me obliguen a ello valiéndose de medicamentos para agilizar todo esto. El que me diga que no espera que lo entienda me causa una leve gracia aunque apenas se nota, una risa escapa de mis labios en un suspiro cerrando el primer aparato y colocando los cables de conexión por fuera para poder enlazarlos a los demás. - Te odio. No me malinterpretes - Mi voz suena tan obvia que se torna casi irónica. - Pero ya que no hay modo de salir de ésta estúpida isla tengo que empezar a vivir con el hecho de que pase lo que pase, voy a tener que aguantarte en mi vida. - Intento darle al interruptor para probar el encendido antes de darme cuenta de que no está enchufado y ponerme a gatear por el sitio en busca de una toma de corriente. - Aunque hay algo que no deberías olvidar cuándo me miras con esa cara de querer tirarme por un barranco - Entorno uno de mis ojos, ladeo la cabeza y pongo mi vista sobre él. - Fue mía primero -
¿Elegirme?-Niego con la cabeza seguro y suelto una risa amarga-Ella nunca eligió.-Lo sé por lo que me dijo en el hospital hace unos cuantos días, también lo sé por la forma en que las cosas han ido, ella pudo besarme en la arena pero estoy seguro de que también habrá tenido algo con Anderson. Y no, ella nunca eligió, yo elegí por ella. Yo fui el que se apartó en el momento en el que comenzó a dudar, no le di espacio para la duda, tampoco fue un corte seco y dudo que la haya superado. Demonios, incluso dudo que la vaya a superar alguna vez.
Sus palabras de llevan a un lugar de la arena que he querido borrar de mi mente por meses. Esos últimos minutos en los que la batalla a muerte se llevó la vida, no solo de nuestros compañeros, sino de nuestros contrincantes también. Nuestra salida de la arena no fue gloriosa, fue un milagro. Y aquel beso que Jolene me dio ha sido uno de los más significantes por que, aunque desesperado, fue uno de los más intensos. Me traspasan sus palabras hata que llega un punto en el que no quiero seguir recordando y sé que no tengo que hacerlo.-Callate.
Sigue hablando, claro, y ya veo por que él y Katie se llevan también. De seguro son dos cotorras chimosas parloteando día y noche acerca de la inmortalidad del cangrejo. Anderson me saca de mis casillas, "me odia, pero no me odia", "me tiene que aguantar pero desearía no hacerlo". Pongo mala cara y me levanto del asiento fastidiado. No es hasta que dice aquello que lo miro atónito.
Vale, está bien, Jolene lo eligió, le dijo a todos que lo quería, me lo dijo a mí, se fue con él y planeaba escaparse. Todos sabemos que es suya, todos lo sabemos pero el ahinca en el tema incluso cuando sabe que me saca de mis casillas. ¿Por qué? Esto no es una jodida competencia, no lo es para mí, se trata de la persona a la que quiero. Se trata de la chica que salió conmigo de los juegos mágicos y que ha estado ahí la mayor parte de mi vida, él es la persona más desconsiderada de este mundo.
Saco aquel trapo sucio y tomo el arma para disprarle en el pecho. Lo quiero hacer, quiero dispararle, mis problemas desaparecerían. "Tu no quieres que Andy exista, ¿Verdad?", la pregunta de Jolene tiembla en las paredes de mi cerebro.-Por última vez, que te calles.
Sus palabras de llevan a un lugar de la arena que he querido borrar de mi mente por meses. Esos últimos minutos en los que la batalla a muerte se llevó la vida, no solo de nuestros compañeros, sino de nuestros contrincantes también. Nuestra salida de la arena no fue gloriosa, fue un milagro. Y aquel beso que Jolene me dio ha sido uno de los más significantes por que, aunque desesperado, fue uno de los más intensos. Me traspasan sus palabras hata que llega un punto en el que no quiero seguir recordando y sé que no tengo que hacerlo.-Callate.
Sigue hablando, claro, y ya veo por que él y Katie se llevan también. De seguro son dos cotorras chimosas parloteando día y noche acerca de la inmortalidad del cangrejo. Anderson me saca de mis casillas, "me odia, pero no me odia", "me tiene que aguantar pero desearía no hacerlo". Pongo mala cara y me levanto del asiento fastidiado. No es hasta que dice aquello que lo miro atónito.
Vale, está bien, Jolene lo eligió, le dijo a todos que lo quería, me lo dijo a mí, se fue con él y planeaba escaparse. Todos sabemos que es suya, todos lo sabemos pero el ahinca en el tema incluso cuando sabe que me saca de mis casillas. ¿Por qué? Esto no es una jodida competencia, no lo es para mí, se trata de la persona a la que quiero. Se trata de la chica que salió conmigo de los juegos mágicos y que ha estado ahí la mayor parte de mi vida, él es la persona más desconsiderada de este mundo.
Saco aquel trapo sucio y tomo el arma para disprarle en el pecho. Lo quiero hacer, quiero dispararle, mis problemas desaparecerían. "Tu no quieres que Andy exista, ¿Verdad?", la pregunta de Jolene tiembla en las paredes de mi cerebro.-Por última vez, que te calles.
Disfruto de una manera casi enfermiza con cada uno de sus callate porque son como música para mis oídos. Detrás de todos y cada uno de ellos está algo que dice entre líneas y probablemente ni siquiera piense: ha perdido. Dejo de gatear por el suelo cuando le veo reaccionar de aquella violenta manera sacando el arma, quedándome de rodillas y sintiendo el cañón contra el pecho. Le miro fijamente durante un rato antes de ahogar una leve risa. - Hazlo. ¿Que te hace creer que me importa? - Si bien no es precisamente que seamos amigos del alma que se conocen más que nadie, supuse que sería obvio para él que en cada intento escapar de aquí había una posibilidad inmensa de haberme matado y aún así estuve dispuesto a arriesgar mi vida por esa mínima posibilidad.
Pongo el dorso de mi mano contra el cañón para apartarlo de un golpe sabiendo que no va a disparar, sabiendo que si lo hace perderá cualquier oportunidad que tenga para recuperar algo que es mío... y está más que claro por su voz y desespero que se muere por tener. - Solo quería dejarlo claro - Extiendo mi mano hacia la toma de corriente que hay debajo de la mesa prácticamente haciendo malabares para poder conectar el cacharro oyendo el ruidillo del encendido indicarme que funciona perfectamente. - Ni siquiera tienes derecho a estar enfadado. Teóricamente eres tú quien se ha metido en medio - El resto de cosas que pienso sobre éste tema me las callo, sé que tentar suerte es tan estimulante que podría quedarme toda la vida allí sin embargo también sé que se merece una tregua como pago por el favor que me hizo una vez y que le deberé toda mi vida.
Regreso a mi puesto con la vista sobre el primero de los aparatos, dándole a botones de un modo que parece hecho totalmente al azar antes de soltar un suspiro y bajar el tono de mi voz de uno que casi suena egocéntrico a uno completamente condescendiente. - No te odio de verdad - Por un momento adopto una postura infantil, pasando mi dedo por las marcas de polvo de la parte superior del aparato haciendo un semipuchero que por las posturas en las que estamos (él de pie y yo en el suelo sentado) no puede ver. - Es solo que a veces tengo un miedo terrible de que te la lleves lejos - Aquel comportamiento no solo se debe a mi estado natural bipolar sino a los recuerdos de aquella tarde. Él nunca lo sabrá pero fue más amable conmigo siendo un desconocido que mis propios amigos. Además me dio de comer... y ese es prácticamente un camino hacia esa zona de mi corazón donde las buenas personas se quedan para siempre.
Pongo el dorso de mi mano contra el cañón para apartarlo de un golpe sabiendo que no va a disparar, sabiendo que si lo hace perderá cualquier oportunidad que tenga para recuperar algo que es mío... y está más que claro por su voz y desespero que se muere por tener. - Solo quería dejarlo claro - Extiendo mi mano hacia la toma de corriente que hay debajo de la mesa prácticamente haciendo malabares para poder conectar el cacharro oyendo el ruidillo del encendido indicarme que funciona perfectamente. - Ni siquiera tienes derecho a estar enfadado. Teóricamente eres tú quien se ha metido en medio - El resto de cosas que pienso sobre éste tema me las callo, sé que tentar suerte es tan estimulante que podría quedarme toda la vida allí sin embargo también sé que se merece una tregua como pago por el favor que me hizo una vez y que le deberé toda mi vida.
Regreso a mi puesto con la vista sobre el primero de los aparatos, dándole a botones de un modo que parece hecho totalmente al azar antes de soltar un suspiro y bajar el tono de mi voz de uno que casi suena egocéntrico a uno completamente condescendiente. - No te odio de verdad - Por un momento adopto una postura infantil, pasando mi dedo por las marcas de polvo de la parte superior del aparato haciendo un semipuchero que por las posturas en las que estamos (él de pie y yo en el suelo sentado) no puede ver. - Es solo que a veces tengo un miedo terrible de que te la lleves lejos - Aquel comportamiento no solo se debe a mi estado natural bipolar sino a los recuerdos de aquella tarde. Él nunca lo sabrá pero fue más amable conmigo siendo un desconocido que mis propios amigos. Además me dio de comer... y ese es prácticamente un camino hacia esa zona de mi corazón donde las buenas personas se quedan para siempre.
La sangre me hierve de enojo al mismo tiempo que de verguenza mientras lanzo el revolver al suelo lejos de mí con ayuda de Anderson. Se va de entre mis manos, un peso se ha liberado mientras otro sube por mis mejillas que se tornan de color rojo por la exasperación. Me miro las manos confundido por lo que he hecho y me pregunto ¿De dónde ha salido? Miro a Anderson de refilo, solo estaba hablando, solo estaban siendo fastidioso como lo es siempre, ¿Por qué de repente me entró está urgencia de callarlo de una vez por todas?
Las palabras de Jolene retumban en las paredes de mi cabeza una y otra vez, como si fuera mi culpa, por que lo és pero no lo és, y no sé explicarlo. Dejo de oírlo por completo, estoy seguro de que dijo algo que me fastidiará incluso más pero no soy capaz de escuchar otra cosa que no sean mis propios pensamientos. Una fina capa de sudor ya se comienza a hacer cargo de mi frente y me siento sofocado.
Me muevo después de largo rato y es solo para apoyar mi espalda en el estante y bajar, hasta quedar sentado en el suelo con los codos en las rodillas y las manos pasandome de atrás hacia adelante por la cabellera rubia. Dentro de todo este desastre de pensamientos y culpa comienzo a escuchar lo que dice Andy, que para mí no son más que inventos. Mi plan nunca fue el de separar a Jolene de todo lo que quiere.-¿Como lo ibas a hacer tú?-Me atrevo a aventurar con la voz temblorosa.-Ni siquiera tienes el poder de pedir eso.
Trago grueso y miro el revolver frente a mí. Quisiera tomarlo y sacarlo de mi vista pero ahora parece que estuviera al fuego vivo y no quiero ni tocarlo.
Las palabras de Jolene retumban en las paredes de mi cabeza una y otra vez, como si fuera mi culpa, por que lo és pero no lo és, y no sé explicarlo. Dejo de oírlo por completo, estoy seguro de que dijo algo que me fastidiará incluso más pero no soy capaz de escuchar otra cosa que no sean mis propios pensamientos. Una fina capa de sudor ya se comienza a hacer cargo de mi frente y me siento sofocado.
Me muevo después de largo rato y es solo para apoyar mi espalda en el estante y bajar, hasta quedar sentado en el suelo con los codos en las rodillas y las manos pasandome de atrás hacia adelante por la cabellera rubia. Dentro de todo este desastre de pensamientos y culpa comienzo a escuchar lo que dice Andy, que para mí no son más que inventos. Mi plan nunca fue el de separar a Jolene de todo lo que quiere.-¿Como lo ibas a hacer tú?-Me atrevo a aventurar con la voz temblorosa.-Ni siquiera tienes el poder de pedir eso.
Trago grueso y miro el revolver frente a mí. Quisiera tomarlo y sacarlo de mi vista pero ahora parece que estuviera al fuego vivo y no quiero ni tocarlo.
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